Del proyecto de reformas al revés político

     Por Juan Bolívar Díaz   

      Después de casi mes y medio de promoción de un ambicioso paquete de reformas económicas, atadas al proyecto de presupuesto para 1997, el gobierno del Partido de la Liberación Dominicana se enfrenta a un duro como injustificable revés político al haber sobreestimado sus propias fuerzas o subestimado el peso específico de los intereses creados, tanto en el ámbito económico como en el partidario.

      Por las concesiones que ya ha tenido que hacer a los intereses empresariales y las que faltan para que pueda ser aprobado el presupuesto, parece obvio que el paquete económico original, que conllevaba no solo aumento de las cargas impositivas, sino reformas estructurales en el ámbito fiscal, se puede afirmar que el paquete original fracasó y que ahora los esfuerzos se concentran en salvarlo lo más posible.

      Desatendiendo advertencias, los estrategas gubernamentales y sus asesores han preferido negociar con los intereses económicos, en vez de hacerlo con los líderes políticos para un programa de reformas que de cualquier forma resultaba difícil de convertir en realidad en una sociedad lentísima en la concertación para los cambios estructurales, especialmente cuando afectan a grupos empresariales dominantes, acostumbrados a vivir de la exención, la exoneración los incentivos y las evasiones fiscales.

Esfuerzo infructífero

      El dia de los Reyes Magos, que marca el final del período navideño, encontró al Presidente Leonel Fernández en el mismo esfuerzo que inició cuarenta días antes, el 27 de noviembre, cuando celebró su primer encuentro con el sector empresarial para exponerle las líneas generales de su programa económico. El domingo 5 de enero no hubo tregua en el Palacio Nacional. Ese día el joven mandatario celebró tres reuniones con sectores empresariales buscando cuesta arriba respaldo para su paquete económico. En vez de avanzar tuvo ese día que retroceder ante los empresarios agropecuarios y ante los del sector farmacéutico, mientras volvía a fracasar en conseguir el de los influyentes Consejo Nacional de la Empresa Privada, Asociación de Industrias y Asociación de Empresas Industriales de Herrera.

      El martes 6, la reunión fue con el empresariado de la región norte, que no mostró mayor entusiasmo que sus colegas capitalinos en aceptar los sacrificios que algunos estrategas creyeron que pasarían disimuladamente en el contexto del libro que proyecta los ingresos fiscales y los gastos e inversiones públicas para el año ya en curso. Todo parece indicar que lo que no se pudo obtener en los días de la abundancia pascual, con doble sueldo completo para todos, será más difícil en la resaca post-navideña.

      Las concesiones parciales que ha venido haciendo el Presidente en sus encuentros sectoriales, en vez de fortalecer su posición, parecen haberla erosionado, ya que ha conseguido muy poco respaldo, como quedó evidente en la devastadora vista pública celebrada por el Senado de la República el viernes 3 de enero. Ese día tan sólo la Uníon Nacional de Empresarios y la Fundación Economía y Desarrollo, de posiciones públicas similares y nexos familiares, dieron respaldo al paquete gubernamental sometido a un fuego cruzado y generalizado del empresariado, legisladores, opositores políticos, consultores económicos y economistas independientes, así como del sector sindical y los grupos populares.

Un paquete muy pesado

      Ni un solo medio de comunicación importante ha dado respaldo al paquete en su conjunto y los reparos y objeciones han sido mayores que los apoyos parciales. Y es que el sector comunicación no se salva directamente del amplio paquete gubernamental, y aunque no tocaran su arancel, los periódicos, canales televisores y emisoras radiofónicas están cada vez más vinculados a los altos intereses empresariales.

      Contra el propósito gubernamental han jugado también las repercusiones inflacionarias de las dos medidas económicas dispuestas por resoluciones administrativas, el aumento del precio de los combustibles y la unificación cambiaria, que en la práctica equivale a una devaluación del orden del 8 por ciento aproximadamente. Del encarecimiento de los combustibles se pasó al del transporte, y de los productos agropecuarios, muchos de manera desproporcionada como injustificada. Y hasta se ha especulado con el precio de productos que serían afectados sólo si se arpueban aspectos básicos del paquete económico como la elevación del impuesto selectivo al consumo.

      La disposición compensatoria del subsidio de dos mil pesos mensuales a los choferes no ha sido suficientemente disuasiva, tal vez por la imposibilidad de ejecutarlo en breve plazo, aunque debe admitirse que ha sido un factor amortiguante, al neutralizar el tradicional protestantismo de los transportistas. Si bien este sector, como el sindical en general, ha sido bastante prudente en reaccionar, su posición no alcanza para dar fuerza al plan gubernamental ante la embestida del sector empresarial..

      La oposición generalizada se veía venir mucho antes de los tres discursos con que el presidente Fernández anunció su paquete económico. Los encuentros previos no aportaron apoyo alguno. Y hasta la conservadora Iglesia Católica consideró necesario salir al frente a formular advertencias. Tal vez a ello se deba que el gobierno recortó en algo su paquete original, dejando fuera, por ejemplo, el proyecto de eliminar la exención de los pasivos financieros y las depreciaciones en el cálculo del impuesto sobre la renta de las empresas.

Lo van desinflando

      Desde su presentación pública el viernes 20 de diciembre, el paquete económico ha venido sufriendo modificaciones pactadas en negociaciones con sectores empresariales y se teme que todavía sufra algunas más. Las primeras fueron la exclusión de algunos productos que originalmente serían grabados con el Itebis. Luego se anunció que el desmonte de los aranceles sólo se limitaría, por ahora, al 20 por ciento y el Itebis quedaría en 12 por ciento, suprimiéndose los planes previstos en ambos renglones para 1998 y 1999, que unificarían los primeros en un diez por ciento, y llevarían el segundo al 15 por ciento.

      El domingo 5 de enero se pactó la exclusión de las maquinarias agrícolas y de algunos productos agropecuarios de la aplicación del itebis, y la reducción del arancel para equipos agropecuarios y las materias primas del sector farmacéutico del 5 al 1.5 por ciento. El desinflamiento del paquete original quedó patente, tras las reuniones de ese día, en la afirmación del secretario de Finanzas, Daniel Toribio, de que ahora “se busca un proyecto para todos los sectores, es decir, el gobierno, los empresarios, los sindicatos y los congresistas”.

      Versiones extraoficiales indican que el gobierno habría ofrecido a los altos empresarios reducir el proyecto de elevación del Itebis al 11 por ciento. Los empresarios estarían plantados en apoyar sólo un 10. Una comisión bilateral proseguiría las negociaciones, que podrían pasar por otro encuentro con el presidente de la república, mientras la oposición toma cuerpo de lleno en el Congreso Nacional.

Prende la separación

      La táctica gubernamental de presionar al Congreso para que aprobara antes de iniciarse el año el proyecto de presupuesto tampoco dio buenos frutos al gobierno. Los primeros en reaccionar fueron los senadores del Acuerdo de Santo Domingo y el propio líder perredeista, que antes de internarse nuevamente para tratarse del cáncer en Nueva York, dio instrucciones a los suyos para que plantearan la separación del proyecto de presupuesto de las reformas y gravámenes.

      Los perredeístas y acuerdistas han sostenido, junto con la Fundación Siglo 21 y otros economistas, que con los ingresos derivados del aumento de los combustibles y la nueva base cambiaria para los impuestos aduanales, más el crecimiento vegatitivo de las recaudaciones, se puede cubrir el monto de 33 mil millones de pesos en que se ha cifrado el presupuesto gubernamental. De ahí que estén dispuestos a darle aprobación, junto a a la ley sobre energía y la de reforma de las empresas públicas, mientras analizan tranquilamente el paquete de reformas fiscales.

      Los reformistas se han mantenido a la sombra, contenidos por las reservas y la mudez de su caudillo el doctor Joaquín Balaguer. Pero lentamente se han ido sumando al criterio de que procede separar presupuesto y paquete. El primero en admitirlo fue el presidente del comité político del partido y asesor técnico de los legisladores reformistas, el ex-secretario técnico y ex-gobernador del Banco Central Guillermo Caram. El lunes 6 se sumó al criterio el presidente del partido Donald Reid Cabral.

El gobierno teme  

      Con sobrada razón, dados los precedentes, el gobierno teme que la separación implique darle largas y hasta la sepultura de su proyecto de reformas fiscales. Sobre todo teniendo en cuenta que una vez quitada la presión del Presupuesto del año en curso, y en la medida en que se aproximen los comicios congresionales y municipales de 1998, habrá menos disposición de los legisladores a aprobar reformas que puedan afectar las fuentes empresariales de financiamiento político.Tomando en cuenta esos factores fue que ambos proyectos fueron atados desde el principio.

      La situación es bien compleja, dado que en los últimos años ningún proyecto importante de reforma ha pasado la prueba del Congreso sin años de vistas públicas, manoseos, cabildeos y transacciones. Pero todos los sectores han estado contestes en que se debe cumplir el ceremonial de la búsqueda de consenso. No se ven razones para que ésta vez se haga una excepción, en un proyecto tan amplio y profundo como el de reformas fiscales sometido por el gobierno del PLD.

      El periodista Bienvenido Alvarez Vega ha recordado en Hoy (3 de enero) que el 7 de diciembre de 1983 el presidente Salvador Jorge Blanco ató el proyecto de presupuesto para 1984

a nuevos gravámenes a la propiedad inmobiliaria, al porte de armas de fuego, las bebidas nacionales, las carreras de caballos, las compañías de seguros y las ganancias en la propiedad inmobiliaria. Buscaba apenas 40 millones de pesos adicionales, que serían unos 200 millones de pesos de hoy. Ni la totalidad de los perredeistas, ni los reformistas ni los peledeistas apoyaron el paquetito. Sólo se aprobó el presupuesto.Los argumentos eran que el paquete ëra fondomonetarista y neoliberal y que ya había suficientes impuestos. Entonces el partido de gobierno tenía mayoría en ambas cámaras. Ahora, con un paquete mucho mayor, sólo dispone del 10 por ciento de la matrícula legislativa.

Con qué contaban

      Lo que muchos analistas se preguntan a estas alturas del debate es con qué contaban los estrategas gubernamentales, y quién indujo al Presidente Fernández a cometer un error tan obvio en una materia en la que no le falta experiencia como es la del cálculo politico. Hay quienes creen que se jugó a dos cartas erróneas: el respaldo del caudillo reformista y la posibilidad de “ganarse”una parte de los legisladores de oposición, repartiendo canongías como contratas para obras públicas.

      El senador Ramón Alburquerque, vocero perredeísta, denunció que en una reunión el presidente Fernández le había pedido que buscaran contratistas para las obras que reclamaban en sus comunidades. A los observadores llamó la atención que tal afirmación no fuera desmentida.

      En cuanto al apoyo de Balaguer, dirigentes del PLD como economistas de la Fundación Economía y Desarrollo abrigaban la esperanza de que el líder reformista le diera la mano al gobierno, ordenando apoyar el paquete. Todavía el lunes 6, un importante técnico del PLD nos confiaba su esperanza al respecto, cuando ya el paquete original había sido desinflado parcialmente.

      Tal apreciación parece haber pecado de exagerado optimismo, cuando no de ingenuidad política. Porque Balaguer acaba de dejar el poder tras 10 años en el mismo y relegó en todo lo posible las reformas. ¿Por qué habría de comprometerse ahora con un paquete rechazado por casi todos los sectores, y que tiende a recuperar el tiempo que él mismo desperdició, según han proclamado algunos de sus promotores?

Negociación política

      Puede que los peledeistas se hayan dejado confundir entre la franqueza beligerante de los perredeistas y el silencio calculado y taimado del caudillo reformista. Pero en las circunstancias y los alcances del paquete, es difícil que ninguno de los dos grandes partidos opositores le ofrezca un respaldo gratuito, sin previa concertación política, y aún así resultaba difícil. Parecería lógico esperarlo del aliado del año pasado, pero que ya este año puede resultar el más fiero contruincante al salir en busca de los votos prestados con miras a los comicios del 1998. Y si para las expectativas del PLD de ganar terrenos el año próximo en el Congreso y los municipios es importante el paquete, también lo es para sus opositores.

      La realidad es que el gobierno ha privilegiado la negociación con los sectores económicos y la ha evitado con el Congreso y los partidos. Si el paquete es redistributivo, y lo parece en algunos aspectos, parecería más lógico esperar menos resistencia del sector político, sobre todo del liberal, que del empresariado.

      Por lo menos un crédito se ganó contundentemente el gobierno de Leonel Fernández y el PLD: que ha demostrado capacidad para la iniciativa, y hasta atrevimiento. Tal vez ese coraje amortigue un poco el revés que representa el desinflamiento del paquete económico, fruto de un intento por desconocer que uno no puede arroparse con la sábana que no tiene. O que nadie puede ignorar los límites de sus propias fuerzas. Los efectos pueden ser contenidos con rápidas negociaciones que tienen que pasar del ámbito empresarial al político. A menos que se arrodillen ante el autócrata y caudillo y este le extienda la mano para demostrar que él sigue siendo “el papaupa de la matica”. Pero aún en este remoto caso, ya el paquete no será el original.-