Por Juan Bolívar Díaz
La reunión del líder perredeísta José Francisco Peña Gómez, el sábado 26 de julio con el Cardenal Nicolás López Rodríguez y monseñor Agripino Núñez Collado, por un lado y con los dirigentes de las organizaciones populares involucrados en los paros y protestas delos últimos días, por el otro, contribuyeron a mantener en vigencia su llamado a la concertación política del domingo 20, cuando regresó al país, tras 6 meses de tratamiento médico en Estados Unidos.
Las cartas que dirigió el domingo el Presidente Leonel Fernández, tanto a Peña Gómez como al ex’presidente Joaquín Balaguer, en las que acepta el planteamiento de dialogo por la concertación política, parece haber sido determinada por el protagonismo del presidente del PRD, quien llegó a ofrecerse como mediador entre los grupos populares y el gobierno.
El Presidente Fernández, como gran parte de la opinión pública han tomado con reservas las posibilidades de concertación, debido a las numerosas frustraciones precedentes. Tanto el mandatario como el dirigente perredeísta han insistido reiteradas veces en la necesidad de un acuerdo político para garantizar la gobernabilidad y el progreso de la nación, pero sin que se haya llegado muy lejos.
Encuentro sorprendente
La visita del Cardenal López Rodríguez y Agripino Núñez tomó por sorpresa a la opinión pública, debido a la frialdad en que habían quedado las relaciones entre ellos luego de las campañas electorales de 1994 y 96, cuando se tuvo la sensación de que los jerarcas católicos habían mostrado “muy poca” simpatía frente a la candidatura presidencial del doctor Peña Gómez, quien llegó a quejarse en público sobre el particular.
El líder perredeísta había mantenido distancia hasta del rector de la Universidad Católica Madre y Maestra, de quien cree que no honró suficientemente el Pacto de la Civilidad firmado por iniciativa de la Iglesia días antes del fraude electoral de 1994, y quien se contó entre los auspiciadores de la firma del Pacto por la democracia, con texto desventajoso para el PRD, diferente al que habían acordado horas antes los líderes de los tres partidos mayoritarios, para poner fin a la crisis política postelectoral.
La visita del Cardenal López a la residencia de Peña Gómez en Cambita, San Cristóbal, siguió a expresiones de simpatía del arzobispo de Santo Domingo con el llamado del dirigente político a la concertación. Fue reciprocado con la sugerencia de Paña Gómez de que la Iglesia promueva el diálogo entre el liderazgo político nacional.
Aunque diciendo que no quiere protagonismo, el cardenal López manifestó su disposición y de su iglesia, a mediar en la búsqueda de consenso para enfrentar los graves problemas nacionales, llegando a expresar comprensión por las raíces de las protestas sociales y políticas que han sacudido el país en las últimas semanas.
El bombero blanco
La tarde del sábado el doctor Peña Gómez se ajustó un uniforme de bombero para ayudar al gobierno a controlar el fuego de las protestas sociales, al reunirse con una veintena de dirigentes de organizaciones populares y sindicales involucradas en paros barriales y de ciudades. Aunque les expresó simpatías con las reivindicaciones secoriales que demanda, el líder político les advirtió de las repercusiones negativas de las protestas violentas sobre el turismo y las zonas francas. Advirtió que a mediano plazo los mismos trabajadores podrían salir perdiendo.
Consciente de que algunos de esos grupos vienen considerando la posibilidad de lanzarse a promover una paralización nacional que podrìa resultar traumática, Peña Gómez terminó ofreciéndose de mediador ante el gobierno para que escuche los reclamos de los sectores populares.
Hace tiempo se sabía en círculos políticos que el líder del PRD había advertido a los grupos populares ligados a su partido que se abstuvieran a participar en protestas que pudieran degenerar en alteración del orden público. De ahí que la Junta Nacional de Asociaciones Populares (JUNTAPO), con Isidro Torres a la cabeza, bajo control perredeísta, se desligara del planteamiento de paro general.
Lo que no se esperaba era que el ex-candidato presidencial perredeísta llegara tan lejos como para ofrecerse de mediador ante el Presidente Leonel Fernández, aunque hasta entonces éste no había contestado su planteamiento de concertación, y pese a que varios dirigentes del PLD han involucrado al perredeísmo en los paros, al tiempo de advertirlos como de corte conspirativo.
Según informaciones atribuídas al secretario de la presidencia, Danilo Medina, aunque Leonel Fernández no se habìa referido a la propuesta peñagomista, se había puesto en contacto con él. A lo mejor en ese contacto se originó la confianza para ayudar a desactivar la protesta popular y mediar ante el primer mandatario.
Lenta reacción
No hay dudas de que la reacción del presidente Fernández por lo menos fue lenta, sino es que también poco entusiástica. Le tomó 8 días contestar la propuesta del discurso pronunciado por Peña Gómez en la recepción que le ofreció su partido al retornar al país el día 20 pasado. Y al hacerlo hubo de referir que la había ratificado el día anterior en su encuentro con el Cardenal López.
Tras expresar simpatía con la idea, el presidente de la nación le informa que ya el gobierno había puesto en marcha esa concertación, al firmar un pacto con las centrales sindicales y al acoger un paquete de ante-proyectos de leyes que le entregara la semana pasada el Consejo Nacional de la Empresa Privada. También con la puesta en vigencia del reglamento que norma los consejos de desarrollo provincial y municipal así como instituído las comisiones presidenciales de apoyo al desarrollo de provincias y barrios.
Al parecer Fernández no quiso depender mucho del éxito del nuevo intento, dejando sentado que ya el lleva su propio camino a la concertación. Limitada, porque el acuerdo fundamental que requiere el país no es con las organizaciones sectoriales, ya sea de empresarios o sindicalistas, aunque tenga mucho valor, sino con el Congreso Nacional y los partidos de oposición. Con el CONEP el gobierno concertó en enero en relación al paquete fiscal y el proyecto de presupuesto, y no ayudó suficientemente para sacarlos adelante.
Los consejos de desarrollo provincial y municipal no han prosperado. En parte porque los legisladores y munícipes, casi todos de oposición, no muestran ningún interés. Se sabe de gobernadores y gobernadoras que han convocado varias veces de forma infructífera. Y las comisiones presidenciales para el desarrollo provincial y barrial menos, porque han entrado más directamente en conflicto con los ayuntamientos y hasta con diversas organizaciones de la sociedad civil, como las juntas comunales, que se han sentido desplazadas por los nuevos comisionados, que en algunos casos han hecho galas de muchos recursos, cual nuevo rico en oficio de efecto demostración en el barrio.
Un pacto nacional
Más allá de la cautela y la lentitud, el presidente Fernández alentó -con su carta- las ya limitadas expectativas en una concertación más llá del estricto interés partidario, que fomente la gobernabilidad y permita las reformas que precisa la nación en todos los órdenes. Planteó que el proceso de diálogos y acuerdos sectoriales debería ¨culminar en un gran acuerdo o pacto nacional de las tres principales fuerzas políticas que gatrantice a la sociedad dominicana el fortalecimiento de sus instituciones”.
Sin embargo, es notable que en la carta envíada al ex’presidente balaguer, en la misma fecha, el presidente Fernández apenas le refiere su aimpatía con la propuesta de Peña Gómez, sin pasar a una ivnitación o sugerencia personal. Tal vez ratificando su incredulidad en la viabilidad de la concertación, o porque ha sido Balaguer el menos entusiasta en la idea de concertar con el
gobierno que él mismo ayudó a nacer. El caudillo nunca ha tomado una iniciativa al respecto, y cuando habló de “un frente entre todos los dominicanos, en favor del país, de su tranquilidad, de su progreso y de su bienestar”, fue en reacción a una pregunta periodística que indagaba su criterio sobre la propuesta peledeista de reeditar para el año próximo el Frente Patriótico de 1996.
Tal vez el Presidente Fernández se haya convencido de que si bien no es fácil una concertación con Peña Gómez y su PRD, más difícil luce ahora con Balaguer y el PRSC, por la urgente necesidad de estos de tomar distancia del gobierno para tratar de preservar su partido y no consagrarse como una orgaización de tercer lugar, taponero en un sistema electoral de doble vuelta.Así como en el pasado el PLD disputaba el espacio liberal-democrático al PRD, ahora las circunstancias lo obligan a buscar atraerse al electorado reformista.
Desde luego, para el gobierno como para la opinión pública no partidista, lo ideal sería la concertación, el gran acuerdo entre los tres partidos mayoritarios, en base a proyectos específicos, logrado a través de comisiones partidarias o de conversaciones directas de sus líderes. Pero si alguna oportunidad cabe al acuerdo para avances democráticos, debería buscarse entre peledeistas y perredeistas. Sobre todo contando con la apertura que ha mostrado Peña Gómez a los acuerdos con otras fuerzas, a lo largo de su carrera política.
Contra ello conspira el trauma derivado de la ruptura del profesor Juan Bosch y una gran parte de sus cuadros polìticos, con Peña Gómez y el resto del PRD en la coyuntura preelectoral de 1974. Y más de dos décadas de abono de intrigas, odios y enfrentamientos, que no cesaron ni siquiera a la hora de enfrentar los repetidos fraudes electorales con que Balaguer se mantuivo en el poder en 1990 y 1994. El rechazo ha sido más fuerte del PLD hacia el PRD que viceversa, como se demostró en 1990 cuando los segundos plantearon respaldar la candidatura del profesor Juan Bosch y su partido, y éste lo rechazó.
Propuestas han sobrado
Leonel Fernández y Peña Gómez han planteado la concertación en unas cinco ocasiones cada uno a partir de las elecciones del año pasado. Han convenido en su necesidad en tres de las cuatro oportunidades en que se han reunido formalmente, dos de ellas en el exterior, en visitas del mandatario a Nueva York y Miami,donde convalecía el líder perredeísta.
Poco después de ser electo el 30 de junio de 1996, Fernández propuso un gobierno de unidad nacional. Peña Gómez descartó que su partido se integrara al gobierno, al igual que lo hicieron los reformistas que hasta días antes eran aliados. El 14 de Julio antes de partir en viaje a Europa, el presidente electo propuso entonces un “gobierno de unidad programática”, lo que fue acogido por los otros partidos, llegándose a constituir comisiones negociadoras.
El último domingo de julio, al retornar de Centroamérica, Peña exp4resa su disposición a sostener conversaciones con los partidos con representación congresional para “hacer posible una gobernabilidad sostenida por instituciones sólidas y estables al servicio del pueblo dominicano. El 1 de agosto Fernández se reunió con Balaguer y acordaron convocar a Peña.
Las comisiones del PLD y el PRD se reunieron el 4 de agosto. Los peledeístas entregaron un pliego de 22 proyectos de leyes económicas, sociales y políticas, mientras presionaban por una reunión cumbre antes del 16 de agosto, que los opositores no creían viable tan aceleradamente. Se pelearon unos sosteniendo que la cumbre debia ser antes de la juramentación, los otros que podía ser luego.
El PLD llegó a condicionar su apoyo a la aspiración perredeísta de presidir la Cámara de Diputados, donde tenían 58 de 120 miembros, a que primero acogieran el pliego de 22 proyectos de leyes. Peña Gómez lo rechazó el 8 de agosto. El día 7 el presidente reiteraba en Boca Chica su propuesta de unidad programática, o pacto legislativo para la gobernabilidad democrática.
El 15 de agosto, el líder del PRD dirigió una carta (desplegada el 16 en los diarios matutinos) al presidente Fernández, donde además de desearle éxitos le manifiesta su disposición a respaldar las iniciativas basadas en coincidencias programáticas o la concertación para materializar los grandes cambios que la nación espera y necesita.
En su discurso de juramentación, el 16 de agosto, el presidente Fernández reitera sus expectativas de acuerdos con la oposición y de colaboración entre el Poder Ejecutivo y el Legislativo. Pero en las siguientes semanas las comisiones no se volvieron a reunir y las propuestas quedaron en el vacío.
El 5 de septiembre, al rendir un largo informe al comité ejecutivo de su partido sobre la reaparición del cáncer en su organismo y una probable nueva opoeración, Peña Gómez insiste en que el gobierno y los tres partidos deben buscar acuerds para viabilizar importantes reformas, citnado una serie de proyectos. El sábado 21de septiembre, el Presidente Fernández le visita para interesarse por su salud y vuelven a expresarse deseos de intercolaboración. Peña lo reitera en la mañana del 24de septiembre, horas antes de ingresar al quirófano, en entrevista por Teleantillas.
El 4 de octubre Fernández visita a Peña Gómez en el hospuital dionde fue operado en Nueva York. Ambos reiteran su decisión de auspiciar acuerdos para el avance de la nación. El 9 de noviembre, Peña Gómez dirige un mensaje al Comité Político de su partido, en video grabado, donde pide oposición constructiva, colaboración y comprensión con el gobierno de Fernández.
A fines de diciembre, el Presidente visita a Balaguer (el 23= y posteriormente a Peña Gómez para entregarle el paquete de proyectos fiscales y de presupuesto para 1997. Se prometen estudios y conversaciones. El 27 de diciembre, Fernández vuelve a apelar al diálogo para potenciar elementos comunes y a la cooperación entre Poder Ejecutivo y Legislativo.
Los últimos intentos de concertación se dieron en abril. El 23 Fernández se reunió con Balaguer y el 27 con Peña Gómez en Miami. Estos dos acordaron apoyo a una serie de proyectos de leyes pendientes y por introducir al Congreso, así como colaboración del Ejecutivo con los municipios. El diálogo quedó trabado por la demanda del perredeista de que volvieran a concertar también sobre el presupuesto de 1997, luego de varias reuniones bilaterales infructíferas. . En junio el presidente se reunió con una comisión de dirigentes del PRSC y se dijo que lo haría con los perredeístas, pero el esfuerzo quedó en el vacío.-