Para continuar andando es necesario concertar

Por Juan Bolívar Díaz

      El gobierno del presidente Leonel Fernández y su Partido de la Liberación Dominicana (PLD) requerirán de por lo menos algunos niveles de concertación política y social para aprovechar su segundo año y neutralizar los efectos desgastantes que pudiera conllevar la larga campaña para las elecciones congresionales y municipales del 16 de mayo próximo.

      Aunque confrontó excesivas dificultades, en gran parte heredadas del régimen anterior, pero también agregadas por la inexperiencia y la pugnacidad políticas, el gobierno peledeísta ha supuesto una significativa mejoría institucional, en materia de derechos ciudadanos y de independencia de los demás poderes del Estado, reducción de la corrupción, apertura del país al exterior, y a la modernización y las reformas.

      Circunstancias tan desfavorables, como el confrontar la oposición de los dos partidos mayores y tradicionales y una prolongada sequía con repercusiones sobre la producción y los precios de los alimentos de la dieta dominicana y en el agudizamiento de los apagones, han empedrado el camino del gobierno del Presidente Fernández, hasta el punto de arribar a su primer aniversario con un sensible desgaste de su popularidad.

Balance del primer año

      En los últimos días el país asiste a un verdadero festival de balances sobre el primer año de la gestión presidencial del doctor Leonel Fernández Reyna y del PLD. Como siempre abundan los enfoques que solo ven lo blanco y lo negro, sin detenerse en los matices que a menudo son tan importantes para definir el panorama y permitir establecer las diferencias. De un lado los que apuestan pura y simplemente al fracaso del gobierno, no importa las repercusiones que conlleve para la nación. Por la otra quienes carecen de la menor autocrítica y se cantan sus propias loas, sin el menor rescato.

      El gobierno completa su primer año con importantes logros, como frustraciones. Ni los primeros son tan trascendentaes y notables como para garantizar el éxito del cuatrienio, ni las frustraciones tienen el sello de lo indeleble o irreversible, dependiendo en gran medida de cómo se marche en el segundo tramo a iniciarse el próximo fin de semana. Ese segundo año tiene una grave dificultad y es que una campaña electoral condicionará no sólo la acción de los poderosos partidos opositores, sino tambén la del mismo partido en el gobierno.

      En los análisis más desapasionados se concluye en que el gobierno perdió excesiva popularidad, según la encuesta Gallup-Hoy-Rumbo publicada en junio, a causas de sus errores, pero también de las desproporcionadas expectativas que se habían reservado los dominicanos para el cambio del régimen autocrático del doctor Joaquín Balaguer, que nadie hubiese podido satisfacer en el corto período de un año.

      Esas expectativas eran tan grandes, que desafiaban hasta a un gobierno de base mayoritaria. Pero éste arrancó el 16 de agosto montado apenas sobre el lomo del que hasta entonces había sido el tercer partido del sistema electoral, abandonado por uno de los dos mayores, sin haberle dado siquiera la oportunidad de delinear sus planes de acción o designar sus ejecutivos, en una demostración de la mezquindad y el oportunismo que caracterizan la política nacional.

      Un factor fortuito, el de la prolongada sequía, se ha convertido en uno de los más efectivos obstáculos que encontró el gobierno de Fernández en su primer año. Repercutió contundentemente sobre la producción energética, regresando los apagones en proporciones gravemente dañinas, y afectó la producción agropecuaria, con repercusiones sobre los víveres, vegetales y hasta las frutas, que han escaseado y consiguientemente aumentado significativamente de precios, encareciendo la canasta familiar.

Logros significativos  

      Colocado al lado del gobierno ideal, el de Fernández seguramente se queda corto. Pero dentro de la historia de la República, y si se le relaciona con el de la larga experiencia de Joaquín Balaguer, el régimen del PLD queda bien parado o por lo menos en la competencia, y habría que esperar por lo menos otro año para una evaluación más rigurosa.

      Es ciertoque frecuentemente ha parecido que no ha habido cambios, sobre todo en relación a las demandas de la sociedad. Pero los ha habido, aunque no en la proporción y el rigor ofertados desde la fundación del PLD. No ha desaparecido el tráfico de influencia ni la corrupción, pero se han reducido considerablemente. Y aunque no haya en el ámbito nacional un solo partido capaz de garantizar esos anhelos, la opinión pública y la sociedad civil esperan y reclaman esfuerzos mayores como, por ejemplo, la renuncia absoluta a las compras de grado a grado y a la creación de empresas para el tráfico.

      En relación al régimen balaguerista, el peledeísta ha supuesto una significativa mejoría institucional, con más posibilidades de independencia de los poderes legislativo, judicial y municipal, con mayor observancia de los derechos humanos, como por ejemplo en el régimen carcelario y la justicia. Aunque ha proseguido la centralización en el manejo del Presupuesto. No se han hecho muchas reformas esperadas, pero se han adelantado pasos importantes hacia ellas, así como para la modernización del Estado, y se ha rescatado a la nación del absurdo aislamiento en que vivía, con una política internacional acorde con los tiempos y con una mayor soberanía nacional. Aunque al gobierno le haya faltado coraje, por ejemplo, para reivindicar las plenas relaciones con Cuba.

En el plano económico  

     En el ámbito de la economía, el gobierno no podía hacer milagros con una minoría congresional que impide, dificulta o retarda reformas significativas que impliquen mayores posibilidades de inversión pública o privada. Haber mantenido la estabilidad macroeconómica es de por sí un logro significativo. Sobre todo si se toma en cuenta el apabullante endeudamiento interno y externo que heredó.

      Debe dársele crédito en el mejoramiento de la eficiencia en los organismos recaudadores, que en parte explican un crecimiento de los ingresos internos superior al 25 por ciento en la actual gestión, que es casi el doble de la proporción que se venía registrando en el renglón.

      El gasto público ha estado libre de la irracionalidad balaguerista. Se percibe una mayor inversión en los servicios públicos, con prioridad en la educación, no tanto en salud pública ni en la promoción de la agropecuaria, donde los recursos han escaseado, repitiéndose la propensión a la inversión desproporcionada en la construcción.

      En lo económico, como en lo social y político, las capacidad reformadora del gobierno ha quedado por debajo de lo esperado, al fracasar en concertar con las mayorìas congresionales y partidarias, lo que determina lentitud en la concretización de inversiones que privarían al Estado de la carga de sus empresas y corporaciones y que daría nuevos impulsos al proceso de democratización de la nación y a la lucha contra la pobreza.

La mayor deficiencia

      La mayor deficiencia del gobierno peledeísta parece radicar en sus dificultades para concertar con el resto de la sociedad, ya sea en el ámbito de los partidos políticos y los legisladores, como de los organismos y estamentos más diversos de la sociedad civil. Contrasta el discurso concertador del Presidente Leonel Fernández, con los frutos logrados, y ello no sólo tiene explicación en la gran oposición, sino también en las viejas dificultades del PLD para transar, en la tendencia de muchos de sus dirigentes a considerarse puros arcángeles rodeados de un ámbito pecaminoso y asechanzas infernales.

      En el PLD faltan muchos dirigentes con la apertura del doctor Leonel Fernández, quien es su mejor relacionador público, y ha logrado mantener una buena imagen a pesar de la pérdida de popularidad de su gobierno. Después del bajón registrado en la encuesta Gallup, el joven mandatario se ha expuesto más a los medios de comunicación y a la gente, retomando el impulso de sus primeros meses, que había abandonado en el segundo trimestre del año.

      Con los partidos de oposición y el Congreso, el gobierno se perdió en la mal planteada batalla por el desproporcionado paquete económico y el presupuesto presentados en diciembre, con metas tan ambiciosos que no se las proponen ni siquiera los gobiernos que cuentan con la mayoría congresional. Perdió un tiempo precioso y se desgastó en escaramuzas, mientras se abría imprudentemente un temprano debate sobre posibilidades de restablecer la reelección presidencial, lo que endureció la oposición y alejó posibilidades de colaboración.

      El paso de los meses demostró que tenían razón quienes aducían que el proyecto de presupuesto sometido por el gobierno al Congreso estaba subestimado en los ingresos y que supondría entre 7 y 8 mil millones de pesos adicionales a los del año anterior. Las recaudaciones superiores a los 17 mil millones de pesos en el primer semestre del año, permiten proyectar los ingresos a diciembre sobre los 34 mil millones de pesos, es decir unos 7 mil millones más que los 27 mil de 1996.

Desafíos del segundo año

      Entre analistas políticos existe la percepción de que en el equipo gobernante no ha habido suficiente voluntad de concertación, más allá del discurso del Presidente Fernández, debido a que el PLD ha concentrado demasiado esfuerzo en amarrar para las elecciones congresionales y municipales del próximo año, con miras en la prolongación para el año 2 mil, lo que ha dificultado transacciones con sus opositores en el plano de las realizaciones.

      De cualquier forma, el PLD está llamado a mejorar su representación congresional y municipal, aunque no se proyecta en términos suficientes para cambiar significativamente sus limitaciones legislativas. En medio de la campaña electoral, los acuerdos serán más difíciles y corre el riesgo de llegar a la mitad del período sin las grandes realizaciones esperadas.

      El gran desafío sigue siendo lograr algún nivel de concertación, no sólo con la oposición política, sino también con las diversas instancias de la sociedad civil. Por ejemplo, el sectarismo partidario que busca controlar los organismos de base, le han impedido asimilar las energías de los organismos comunitarios y ganar espacio en el liderazgo de las instituciones medias de la sociedad civil. Es generalizado el grito de los grupos comunitarios de que los estamentos altos y medios del gobierno tratan de imponer y no escuchan los planteamientos y demandas sociales. Por ejemplo, es generalizada la denuncia de que los programas de asistencia social están marcados por el sectarismo partidario, en grado mayor que la práctica del balaguerismo.

Con quien concertar

      La estrategia peledeísta se ha perdido consistentemente en determinar con quien concertar, obviando, en primer lugar el protagonismo de la sociedad dominicana, que ya no se limita a los grupos tradicionales del poder económico y de las jerarquías eclesiásticas.

      En términos políticos no han podido entender que el ex-presidente Balaguer no tiene ningún interés en ayudar al éxito del gobierno, por propia preservación y de su partido, que en tal caso quedarían sellados como la tercera fuerza polìtica. Mientras han ignorado o subestimado la vocación de concertación del líder perredeísta José Francisco Peña gómez, han insistido en pretender una difícil reedición del Frente electoral efímero con Balaguer y su partido.

      En la campaña electoral los reformistas tienen más necesidad de diferenciarse del PLD y su gobierno que los perredeístas. Y no es que estos sean fáciles, sino que aportan el factor positivo de su líder.Las perspectivas indican que el crecimiento del PLD se daría más a costa del PRSC que del PLD.Peña Gómez comprende que preservaría mejor sus fuerzas mostrándose abierto a la concertación “en bien del país”, que acorralando al gobierno. Y las circunstancias personales del líder del PRD lo hacen más sensible a los acuerdos.

      La concertación para la gobernabilidad y el reconocimiento a los perredeístas es lo que dificultaría más una alianza de estos con los reformistas para los comicios de mayo próximo, que de materializarse, podría reducir considerablemente las posibilidades del PLD de revertir su desventaja en el Congreso y los municipios. Por eso es que en algunos sectores perredeístas no se simpatiza mucho con la posición pro concertación del doctor Peña Gómez.

      Hay en el PLD sectores que jamás van a reconocer al PRD. Su rompimiento fue traumático y los alejó durante más de dos décadas del poder. No es el caso del doctor Leonel Fernández, quien reconoce esa circunstancia. A él le correspondería asumir personal y definitivamente la línea de lograr acuerdos con Peña Gómez, lo que al gobierno no le resta para las elecciones venideras. Y hasta podrìa sumarle sectores simpatizantes y periféricos del perredeísmo, sobre todo cuando en esa comunidad política no se define un liderazgo capaz de suceder a su líder en capacidad de inspiración.

      Si Leonel Fernández no logra algún nivel de concertación que renueve las esperanzas de avances, sobre todo en los sectores mayoritarios que no militan en los proyectos partidarios, la oposición será más dura en el segundo año, y saldría airosa de las elecciones de 1998, con el agravante de que podrìa reflotar al PRSC y hacer más difícil la segunda mitad del período de gobierno y la prolongación del partido en el poder para el año 2 mil.

      La concertación no es tarea fácil. Pero hay un riesgo grave en no intentarla seriamente ahora. Porque después del 16 de mayo de 1998, todos los partidos estarán centrados en la lucha por la presidencia en las elecciones del 2 mil. Esperar a la mitad del período, dependiendo de lo que arrojen las urnas en mayo próximo, conlleva el riesgo de un gobierno limitado. El gobierno por lo menos tendría que lograr demostrar que lo de Peña Gómez es pura retórica. La percepción generalizada es que no lo ha intentado.-