Por Juan Bolívar Díaz
Con su propuesta de elegir una asamblea constituyente conjuntamente con los legisladores y autoridades municipales en los comicios de mayo próximo, el doctor José Francisco Peña Gómez revalidó la ofensiva política que ha sostenido desde su regreso al país en julio pasado, justamente cuando volvía a Estados Unidos para someterse a una revisión médica que aunque calificaba de rutinaria, ponía elementos de tensión en su entorno.
Los informes disponibles indican que el líder perredeísta recibió buenas noticias sobre la evolución de su salud, al punto que el sábado en la noche habló en un acto público en Nueva York de la posibilidad de postularse nuevamente a la presidencia de la República en las elecciones del 2000.
La propuesta para la reforma constitucional, dirigida al Presidente Leonel Fernández y posteriormente al líder reformista doctor Joaquín Balaguer ha sido recibida con simpatías de la opinión pública en general, aunque con importantes observaciones sobre su limitado alcance democrático, que el propio Peña Gómez empezó a enmendar posteriormente, mostrando su receptividad ante señalamientos específicos.
La propuesta de Peña
La propuesta de Peña Gómez está contenida en sendas cartas entregadas por comisionados de su partido al Presidente Leonel Fernández el martes 30 de septiembre, y al doctor Joaquin Balaguer tres días después.
En esencia el líder perredeísta retoma el interés mostrado por el Partido de la Liberación Dominicana (PLD) de concertar posibles acuerdos electorales con una de las dos organizaciones mayoritarias de la oposición de cara a los comicios de mayo próximo. Sugiere que los tres partidos mayoritarios realicen una “negociación patriótica” en la que las alianzas parciales para asegurar puestos electivos sean un objetivo seundario, y el fundemtnal sea “convertir las elecciones en la plataforma de lanzamiento de nuestro país hacia las cumbres de la modernidad”.
Al respecto propone que en la agenda a discutir se incluya la escogencia de una Asamblea Nacional Constituyente, concomitantemente con las elecciones de 1998, mediante “suplentes de diputados” que tendrían la única misión de reformar la Constitución. También que los partidos se comprometan de antemano “con la preparación de una limitada agenda de reformas constitucionales y otras de carácter legislativo que aseguren el perfeccionamiento de nuestras instituciones y el progreso social y económico de la sociedad”.
Voceros del gobierno, como el secretario de la Presidencia Danilo Medina y el Secretario Técnico Eduardo Selaman, así como el secretario general del PLD, Lidio Cadet, acogieron con simpatías la proposición y, al igual que el doctor Balaguer, consideraron que merece un estudio ponderado.
Ha habido consenso
En torno a la reforma constitucional mediante una asamblea constituyente hubo consenso entre los candidatos presidenciales para los comicios del año pasado. Los doctores Leonel Fernández y José Francisco Peña gómez, y el licenciado Jacinto Peynado, manifestaron su disposición a auspiciarla en los debates de la campaña electoral. Específicamente lo hicieron en las presentaciones que organizó Teleantillas durante cuatro semanas consecutivas entre fines de febrero y marzo de 1996.
Pero fue el PLD quien más elaboró la idea y la consignó en su programa de gobierno. En el capítulo III, sobre Política del Estado y sus Instituciones, se plantea “aprovechar el marco de las elecciones congresionales y municipales previstas para el año 1998, conforme la modificación constitucional de agosto de 1994, para que, conjuntamente con la elección de los diputados y senadores que se escogerán en ese certamen, se elijan los legisladores de la constituyente en atención al esquema vigente para los legisladores ordinarios.”
Indica que para viabilizar la constituyente, el Poder Ejecutivo propondrá al actual Congreso Nacional que se reuna como Asamblea Revisora a fin de votar la modificación de los artículos 116 y siguientes de la Constitución, que son los que establecen el procedimiento de la reforma constitucional. “Para esto será indispensable un acuerdo con las principales fuerzas políticas del país que permita modificar el procedimiento de reforma constitucional”.
El programa señala que el PLD “abogará por un sistema de elección para la Asamblea Constituyente que sea más abierto y flexible que el que propicia el sistema electoral en vigencia, a fin de facilitar la más amplia participación ciudadana en la elección de dicha asamblea”.
Con posterioridad a los comicios presidenciales, tanto el presidente Fernández como el doctor Peña Gómez coincidieron en que la reforma constitucional debe estar condicionada a la escogencia de una Asamblea Constituyente con esa única misión y a través de mecanismos que permitan una participación de la sociedad civil, de forma que no sea sólo obra del sistema partidario. De quien no se conocen criterios claros al respecto es del caudillo reformista, el doctor Joaquín Balaguer.
Democracia limitada
Tanto la reciente propuesta de Peña gómez, como el planteamiento del programa de gobierno peledeista suponen avances en el mecanismo de reforma constitucional, pero obviamente muy limitados en cuanto a sus específicos alcances democráticos.
Por de pronto, ya el doctor Peña Gómez enmendó su propuesta de que los constituyentes fueran “suplentes de diputados”, y adelantó otro paso, sugiriendo una boleta separada, en la que los partidos privilegiarían como candidatos a intelectuales y dirigentes de la sociedad civil, así como a “dirigentes esclarecidos y competentes del partido”, según recogió el Listín Diario el domingo 5.
El limitado alcance democrático de la elección de la constituyente junto a senadores, diputados, síndicos y regidores, está constituído por el hecho de que los electores votarían en masa por una lista partidaria más, sin posibilidad de escoger individualmente. La sociedad civil quedaría a expensas de los partidos políticos para lograr alguna representación.
Lo más democrático para una reforma constitucional de largo alcance sería una convocatoria especial a los electores para un certamen en que pudieran proponer candidatos no solo los partidos políticos, sino otras instituciones sociales y que se escogiera en una sola jurisdicción nacional, a fin de garantizar una representación de los diversos sectores, incluídas las minorías.
Tal criterio está implícito en el planteamiento del doctor Peña Gómez, pero este evade la “realización de dos elecciones separadas”. Seguramente muchos otros sectores considerarán que una elección sólo para constituyente sería inconveniente, impracticable o excesiva, sobre todo ahora que hay consulta popualr cada dos años. Sin embargo, la importancia de una revisión constitucional que garantice la modernización del Estado, lo justificaría.
Quedaría todavía el recurso de que la boleta para constituyentes pudiera incluir una proporción de candidatos propuestos por instituciones sociales con múltiples escogencias o marcados. Otro mecanismo para lograr el objetivo es que los partidos acuerden una proporción de candidatos propuestos por la Sociedad Civil, en todo caso con boleta separada de la congresional y la municipal.
De lo que se trata es de encontrar algún mecanismo que garantice “la más amplia participación ciudadana” de que habla el prograna peledeísta. Ese propósito también quedaría limitado si previamente los partidos acuerdan de antemano una “limitada agenda de reformas constitucionales”, como propone Peña Gómez.
Pauta el debate
Por de pronto, la nueva propuesta del líder perredeísta lo mantiene en el centro del debate nacional, trazando la pauta del mismo, lo que ha venido haciendo desde su regreso al país el 20 de julio pasado, cuando en la recepción que le dieron insistió en la necesidad del diálogo entre los partidos políticos para concertar las reformas legislativas pendientes.
Posteriormente tomó la ofensiva al salir a conversar con las organizaciones populares involucradas en un programa de paros que parecía poner en jaque al gobierno, planteándole al Presidente Fernández que se reuniera con esos sectores para dialogar con ellos.
Peña Gómez ha sostenido un discurso que algunos estiman excesivamente conciliador y hasta idealista, fruto de su deseo, probablemente determinado por su terrible lucha contra el cáncer, de “ponerle fin a más de dos décadas de animosidades y confrontaciones estériles”, como señalaba en su carta al doctor Leonel Fernández.
Ya en sus tres discursos de la última semana de septiembre, el líder perredeísta había enfatizado su interés en aminorar los antagonismos y propiciar un proceso electoral tranquilo, postulando que los comicios no debe ser una lucha para aniquilar a ninguna de las fuerzas políticas predominantes.
Gran optimismo
El doctor Peña Gómez mostró un gran optimismo, tras conocer los resultados de las revisiones médicas a que se sometió durante dos días la semana pasada en el centro oncológico de Nueva York donde ha sido tratado desde 1994. En rueda de prensa la tarde del viernes 3, los médicos definieron su salud como “estable y satisfactoria”, mientras expresaban admiración por su recuperación luego del estado en que se encontró en diciembre pasado, cuando se le llegó a dar apenas días de vida.
Con todo, el dirigente político tendrá que volver en diciembre para una nueva revisión médica. Mientras se le aconsejó no someterse a jornadas de trabajo muy largas y evadir el estrés, señalado entre las causas de su enfermedad.
Mientras tanto, el optimismo es tan fuerte que el mismo viernes Peña Gómez dijo a El Siglo que si la salud se lo permite volverá a ser candidato presidencial en las elecciones del 2000, lo que reiteró la noche del sábado en un discurso pronunciado en la seccional de su partido en Nueva York, adelantando que si candidato vicepresidencial podría ser Hipólito Mejía o Rafael Suberví Bonilla.
Obviamente que a más de dos años y medio para los comicios presidenciales, es muy temprano para que nadie pueda asegurar que Peña Gómez volverá a competir por la Presidencia. Aunque debe reconocerse que fuerza de voluntad le sobra y que ha logrado mantener su liderazgo y la iniciativa mientras lucha denodadamente contra uno de los tumores más aniqilantes con que se enfrenta la ciencia médica. Por eso es que el cirujano Murray Brennan dijo el viernes que el político dominicano “ha roto todos los récords de los libros de medicina”, mientras el doctor Moshe Sike consideraba que “es un ejemplo de la fuerza del espíritu”.
Aquí hay quienes atribuyen su resistencia y capacidad de sobreviviencia a su convencimiento de que está predestinado a ser presidente, lo que seguro intentará de nuevo si llega al próximo siglo en aceptable estado de salud.-