Por Juan Bolívar Díaz
El retiro del Partido Revolucionario Dominicano (PRD) del diálogo que se venía desarrollando entre el gobierno y la oposición es una clara y contundente expresión de la interminable como dañina confrontación entre éste y el Partido de la Liberación Dominicana (PLD), que tanto ha retrasado el proceso democrático nacional.
Detrás del retiro perredeista, como de la respuesta peledeista, están los intereses en juego para los comicios de mayo próximo, por lo que se teme que hasta después de los mismos será imposible un diálogo fructífero.
La intempestiva decisión del PRD, conocida apenas tres días antes de materializarse, preocupó tanto al gobierno y al PLD que precipitaron y casi abortaron la convocatoria a un “Diálogo Nacional” que se venía incubando con sectores de la sociedad civil, que lógicamente se sintieron utilizados en el último capítulo de la refriega que protagonizan los líderes de los dos partidos fundados por el profesor Juan Bosch.
Retiro intempestivo
Los periódicos del sábado 15 de noviembre recogieron la advertencia del secretario general del PRD. El licenciado Hatuey de Camps advertía que su organización podría retirarse del diálogo con el gobierno, aduciendo que éste no estaba realmente interesado en la concertación, que dilataba el proceso enviando delegados sin capacidad de decisión, que éstos a veces no asistían, etc. Añadió que en su reunión del martes siguiente, el comité político perredeista consideraría la posibilidad del retiro.
Muchos analistas consideraron que se trataba de una simple amenaza. El camino de la concertación no era un lecho de rosas, pero no habían trascendido informes que evidenciaran que estaba al borde del precipicio. El comunicado correspondiente llegó redactado a la reunión de la Comisión Política del partido blanco. Se materializaba el retiro, sin siquiera preocuparse por poner presión pública previa al PLD y su gobierno. Parte de la opinión pública resultó sorprendida.
El comunicado indica que en la primera etapa de las conversaciones iniciadas tras iniciativa del líder perredeísta José Francisco Peña Gómez, con mediación de la Iglesia Católica, había arrojado frutos: concertaron la renovación de la Junta Central Electoral y discusión y aprobación de la ley de reformas electorales, el Código de Salud, la coisión para reestructurar la aplicación de la Ley de Reforma de la Empresa Pública y el acuerdo sobre el Código Monetario y Financiero.
Aducen los perredeistas que “a partir de la discusión sobre la Ley Eléctrica, sobre el Proyecto de Ley de Carrera Judicial y el Proyecto de Reforma a la Ley de Administración Presupuestaria se produjo un cambio de actitud de parte del Gobierno que inició una serie de desplantes, reiterativas e inexplicables ausenciasde altos funcionarios del Estado, representación sin las calidades y poderes de decisión requeridos. Todas estas actitudes contribuyeron al desaliento y frustración de los objetivos acordados”.
En su párrafo siguiente, el comunicado del PRD señala que el cuadro se agravó durante el pasado paro nacional cuando “el Gobierno acusó a nuestro partido de estar promoviendo y dirigiendo la huelga, todo muy a pesar de las múltiples gestiones realizadas por el doctor José F. Peña Gómez y nuestro partido, entre las cuales propusimos el diálogo con la finalidad de evitar derramamientos de sangre y procurar una solución a la crisis.”
Algunas razones tenían los perredeístas. El trato del gobierno no se correspondió con la posición de su líder ante el paro, quien realizó los mayores esfuerzos por diferenciar a su partido de los organizadores de la protesta, aunque entre éstos habían cuadros y grupos bajo control del PRD. Hasta la absurda propuesta de un diputado reformista de reducir a dos años el actual período de gobierno, sectores peledeistas y allegados se la estaban atribuyendo al partido blanco. Las contradicciones entre los dos partidos son tan feroces que los peledeistas a quien acusaban de azuzar el paro era a los perredeístas, aunque el líder de éstos trató de evitar el paro. En cambio no daban ninguna importancia al respaldo que el caudillo reformista Joaquín Balaguer dio a las dos demandas básicas del los reclamantes (reducción del precio de los combustibles y aumento general de salarios) en víspera de la paralización.
Respuesta precipitada
Si radical pareció desde el primer momento la posición del PRD, sobre todo teniendo en cuenta que su líder había sido quien más insistió en la necesidad de la concertación desde el discurso del 20 de Julio, cuando retornó al país tras su larga convalecencia en los Estados Unidos, el gobierno no hizo el menor gesto para mantener el diálogo. Por el contrario, las declaraciones públicas echaban mayor leña al fuego. Era lógico esperar que ahora fuera el gobierno el más empeñado en mantener el diálogo con la oposición. Pero el encono conspira contra la racionalidad en las relaciones PRD-PLD.
Así, con el rompimiento a la vista, los del gobierno se dedicaron a preparar su contraofensiva, convencidos de que el PRD buscaba presentarlos como incapacitados para el diálogo para sacar ventajas con miras a las elecciones legislativas y municipales de mayo próximo. Fue entonces cuando alguien sugirió responder a los perredeístas precipitando el “Diálogo Nacional”, que se incubaba con sectores de la Sociedad Civil, especialmente del ámbito de las Organizaciones No Gubernamentales.
El proceso se había iniciado con la reunión sostenida por el propio presidente Leonel Fernández en el Palacio Nacional con instituciones de la Sociedad Civil a fines de octubre. Posteriormente, el asesor presidencial Carlos Dore le dio seguimiento. Y los grupos involucrados quedaron de presentar sus ideas en torno a la metodología a seguir para el diálogo. Ello ocurriría en una reunión que programaron para el miércoles 19.
Pero la noche anterior se produjo el anuncio del retiro perredeista y había que responderle de inmediato. El Presidente Fernández precipitó la formación de una comisión organizadora. La mayoría de los designados fueron consultados desde el lunes. Ese día el secretario de la Presidencia Danilo Medina llamó a Eulogia Familia, la presidenta de la Central Unitaria de Trabajadores (CTU) para transmitirle el interés presidencial en que ella formara parte del grupo organizador. La sindicalista respondió que tenía que consultar con su organización. Lo que haría el miércoles (dos días después) cuando se reuniría el secretariado. El martes el secretario general de la CTU, Domingo Jiménez, quien es del PLD, le transmitió a Familia que había urgencia en recibir su respuesta. No fue incluída en la comisión.
El Presidente Fernández decidió encabezar la Comisión Organizadora del Diálogo Nacional denominado la República Dominicana Hacia el Siglo 21”en el cual participen eñ Estado Dominicano y la Sociedad Civil”. Aunque al día siguiente, tras juramentar a los comisionados, el mandatario le extendió también a los partidos políticos. Sus integrantes son Danilo Medina, Agripino Núñez Collado, Edylberto Cabral, Bienvenido Alvarez Vega, Carlos Dore, Ana Selman, Elena Villeya de Paliza, Celso Marranzini, Nélsida Marmolejos y Ezequiel Molina.
De los comisionados, la única representante de los grupos de la Sociedad Civil con los que parlamentaba el gobierno es Ana Selman, la directora ejecutiva de Ciudad Alternativa, pero ésta se encontraba fuera del país, por lo que no pudo ser consultada y habría expresado su sorpresa cuando fue llamada por teléfono por gente de su organización.
Riesgo de Aborto
Está claro que el gobierno decidió correr el riesgo de abortar su proceso de concertación con la Sociedad Civil, con tal de responder “contundentemente” el retiro del PRD del diálogo político. No importó herir la sensibilidad de los grupos que al día siguiente llevarían sus propuestas metodológicas. Ni nombrar personas sin consultar. Tampoco importaba dejar fuera a otra a quien se había propuesto. No se podía esperar.
La reacción no se hizo esperar y se produjo negativamente en la reunión previamente convocada para el miércoles, a la que asistieron 163 personas, en representación de 160 organizaciones y 23 redes de grupos de la Sociedad Civil. El rechazo fue generalizado. Y tan contundente que no dieron oportunidad a que prevaliera la propuesta del doctor Nelson Ceballos que quería ponderar la positividad del Diálogo convocado.
No había tregua. El gobierno había comenzado violando una de las reglas básicas del diálogo: permitir que el interlocutor se exprese, sobre todo para decir quién lo representa. Y lo que era peor: desde el primer momento todo el mundo percibió que la razón de la precipitación (a horas de la reunión con ellos) fue determinada por la política partidista. En otras palabras: se sintieron utilizados políticamente. La posición del sector fue expresada en un comunicado entregado a los medios informativos el viernes, cuyo texto fue minimizado por la generalidad de los periódicos.
Carlos Dore intentó dar explicaciones. Dijo al padre Jorge Cela que el único culpable era él. Que se le había olvidado el compromiso en que quedó de recibir las sugerencias de los grupos de la Sociedad Civil en la reunión del miércoles 19. Algunos se ofendieron más con semejante explicación. Con todo, luego se dijo que Dore o el gobierno harían algún esfuerzo para subsanar la situación.
Pero la ocurrencia ha dejado casi en aborto el proyectado Diálogo Nacional entre el Estado y la Sociedad Civil, fijado para enero próximo. Sólo un gran esfuerzo de conciliación permitirá que la mayoría de esos grupos, de los más activos de la Sociedad Civil (por algo habían sido los invitados al Palacio Nacional) se aboquen a una participación en el proyecto. Aunque la generalidad reconocer como positivo el esfuerzo gubernamental. Muchos, empero, juzgan débil la vocación del PLD y su gobierno para dialogar efectivamente. Lo que en términos políticos había sido expresado por el dirfigente reformista donald Reid Cabral, cuando comentó el retiro perredeista diciendo que el partido de gobierno “no ha sido muy receptivo a los acuerdos del diálogo tripartito”
Más lejos que nunca
Tras el retiro no suficientemente justificado del PRD del diálogo con el gobierno y la respuesta de los funcionarios y dirigentes gubernamentales la distancia entre los dos partidos parece más amplia que nunca desde comienzos del gobierno. Es obvio, por ambas partes, que el telón de fondo son las elecciones del próximo año. Ambos partidos están descalificando al Reformista Social Cristiano para la disputa por las mayorías. En consecuencia están llamados a agudizar las confrontaciones.
En dos meses el panorama cambió radicalmente. A mediados de septiembre fue cuando el gobierno propuso una alianza con el PRD, ponderada positivamente por el doctor Peña Gómez, aunque advirtiendo su poca viabilidad. Las perspectivas no parecen auspiciar una mejoría del clima de entendimiento, sobre todo si el PRD insiste en creer que puede concertar sólo con los reformistas una convocatoria de reforma constitucional, dejando al margen al partido de gobierno.
La distancia entre el PRD y el gobierno se amplió en ausencia del doctor Peña Gómez, quien lleva ya tres semanas por la India, donde asistió en principio a una reunión de la Internacional Socialista y luego ha estado en busca de tratamientos alternativos para su cáncer. Quedan algunas dudas sobre si el proceso habría sido el mismo con el líder perredeista en el país. –