La paralisis del PRSC es proporcional a la de su lider

 Por Juan Bolívar Díaz

            El agravamiento de la salud del expresidente Joaquín Balaguer, hasta obligar su traslado a Estados Unidos para recibir atención médica de alta tecnología siembra incertidumbre sobre el panorma político nacional.

            Aunque la precariedad de vida del doctor Balaguer genera preocupación en el Partido de la Liberación Dominicana y su gobierno, el más afectado es el Partido Reformista Social Cristiano que se verá incapacitado de desplegar sus fuerzas en la medida en que se extienda la agonía física de su caudillo.

               Es relevante que el liderazgo del PRSC fue absolutamente marginado de todo lo relativo a la enfermedad de su líder y que las fuentes de información al respecto procedían del gobierno, incluso después de la partida antes del amanecer del lunes 18.

La “simple gripe”

            El agravamiento de la salud del doctor Joaquín Balaguer, quien cuenta 92 años y 4 meses de vida, quedó en evidencia desde septiembre pasado, cuando se llegó a rumorear su muerte. Entonces se dijo que había sufrido una caída, razón por la cual fue trasladado a una clínica donde se le hicieron estudios radiológicos.

            Las versiones han pasado desde una fisura en una costilla, a complicaciones de su vieja flebitis, pulmonía e insuficiencia cardíaca congestiva, esta última presumida por uno de sus médicos. Pero para sus relacionados, médicos, amigos y partidarios, todo lo que tiene el líder es “una simple gripe”.

            La alegada gripe se ha extendido por cuatro meses, obligándolo a suspender las salidas de su casa, hasta el grado de haber faltado a la misa del sexto aniversario de la muerte de su entrañable hermana Ema, el 10 de octubre pasado. Jamás volvió a sus habituales visitas dominicales a la tumba de su madre. La única vez que se le vio en las calles, desde entonces, fue a mediados de octubre cuando acudió a la funeraria para despedir a su viejo colaborador Federico Antún. No pudo bajarse del automóvil y los dolientes tuvieron que salir al estacionamiento para recibir sus condolencias.

            Desde fines de diciembre los médicos personales de Balaguer le habían insistido en que viajara a Houston para “chequeos rutinarios”, pero tropezaban con la tozudez del anciano nonagenario, quien se negaba a abandonar su casa. Igual ocurrió en agosto de 1993, la última vez en que fue operado en Houston de flebitis. Los médicos tuvieron que batallar para convencerlo de que si no se operaba en pocos días tendrían que amputarle una pierna.

            Todavía a mediados de la semana pasada, Balaguer se mantuvo plantado en su negativa a volar a Houston o Miami, y dejó esperando un avión ambulancia contratado al efecto, el cual permaneció estacionado en la base aérea de San Isidro, desde donde partiría finalmente el lunes con el paciente a bordo.

En manos del gobierno

            Contrario a lo que se podía esperar no fueron los partidarios de Balaguer las fuentes informativas sobre su salud y el viaje al exterior, sino del gobierno, por lo menos desde el jueves 14, cuando “informes de altas fuentes de inteligencia”, como citó el vespertino El Nacional, adelantaron que un avión ambulancia esperaba por el caudillo.

            En el fin de semana se generalizó la información en fuentes gubernamentales, mientras los dirigentes reformistas seguían diciendo que su líder “está bien de salud”. En la mañana del lunes la oficina de relaciones públicas de la Dirección General de Aduanas fue el vocero oficial del viaje.

            En un “Comunicado de Prensa” sin firma ni sello, pero con la remisión del fax impresa, se dio cuenta de que “caminando por sus propios pies el doctor Joaquín Balaguer abordó esta mañana un avión especial que partió desde la Base Aérea de San Isidro hacia Houston, Texas, donde se someterá a chequeos médicos rutinarios”.

            El informe precisaba que Balaguer fue despedido por el Secretario de la Presidencia, Danilo Medina, y el director de Aduanas, Miguel Cocco. Posteriormente señalaba que lo habían despedido Rafael Bello Andino, el general Luis Pérez Bello y Joaquín Ricardo. Junto a Balaguer viajaron sus íntimos Guaroa Liranzo y Aníbal Páez y los médicos Fernando Ariza y Oreste Guerrero, neumólogo y radiólogo.

            Aunque el comunicado indicaba que el líder del PRSC viajó en una “aeronave challenger” contratada al efecto, no señalaba si por cuenta del gobierno o de los amigos del caudillo. Partió a las 6.35, antes que saliera el sol, y desde una base militar. Obviamente no se quería testigos.

Grandes ausentes

            Los grandes ausentes en todo el proceso de la enfermedad de Balaguer han sido los dirigentes de su partido. Ninguno de ellos estuvo en el aeropuerto militar a despedirlo, ni fue llamado formalmente para recibir información del caudillo. Tampoco organismo alguno del PRSC fue movilizado. Nada. Aunque se dijo que Federico Antún Batlle, el secretario político acudió a la residencia de Balaguer la noche del domingo.

De hecho el Directorio Central Ejecutivo del partido colorado no se reune formalmente desde fines de 1997. El 11 de enero de 1998, hace más de un año, sesionó una Asamblea General Extraordinaria, la cual aprobó modificaciones estatutarias yamplió el número de los integrantes del Directorio de 100 a 250, dejando en manos del caudillo la selección de los 150 nuevos. Todavía los esperan.

Dirigentes reformistas consideran que desde 1996 Balaguer está en manos de un reducido grupo encabezado por Guaroa Liranzo, quien ha confesado en público que “está en vacaciones” de su militancia en el PRSC, y a quien acusan de promover la liquidación del partido en aras del PLD y su gobierno.

La existencia de esa corriente “liquidacionista” ha determinado una mayor militancia de los dirigentes con propias alas, que aspiran a que su partido sobreviva al caudillo. Esa militancia ha sido más evidente en cuanto tenga que ver con la política de frente con el partido de gobierno. Un dirigente reformista citó al respecto el “apoyo” ofrecido a la Junta Central Electoral por el delegado reformista y numerosos dirigentes, luego del comunicado conjunto de Balaguer y el presidente Leonel Fernández pidiendo su dimisión.

De hecho, el rechazo masivo a la reedición del Frente Patriótico viene de hace más de un año. La Asamblea del 11 de enero de 1998 fue convertida en una manifestación de rechazo a gritos de un nuevo pacto PRSC-PLD. En los meses finales del año fue generalizado el reclamo reformista de una definición de línea independiente y propia y una reestructuración acelerada que ponga al partido en capacidad de competir por sí mismo.

Una larga agonía

            Lo que ha vivido el PRSC en los últimos meses, en la medida en que su caudillo quedaba recluído en su hogar y virtualmente aislado de los dirigentes de su partido, es una larga agonía, una parálisis proporcional a la de su líder, generando preocupación y casi desesperación en decenas de dirigentes que consideran que su carrera política no tiene que concluir con la vida de Balaguer, y están consciente que ningún otro partido les dará colectivamente el espacio y el protagonismo que les permite el propio.

            Por mejores condiciones en que esté Balaguer, los informes extraoficiales son de que ya apenas puede moverse, razón por la cual evade ser visto. Como él no se resiste a darse por vencido y se niega a auspiciar una sucesión, lo que espera al partido es la incertidumbre y hasta la descomposición, para caer en el vacío en la medida en que siga perdiendo el tiempo. Ya ni los más optimistas creen que el nonagenario pueda ser una carta de triunfo para los comicios del 2000, cuando estará a punto de cumplir 94 años.

            Por estar convencidos de que la indefinición prolongada sólo deja opción al papel de comodín es que muchos dirigentes colorados creen que tienen que moverse, incluso independientemente de lo que piense Balaguer. Por lo menos Jacinto Peynado ha tenido el valor de decirlo públicamente.

En términos parecidos se han manifestado el exsenador Héctor Rodríguez Pimentel y Angel Lockward, quien pide oraciones por la salud de su líder, pero considera que tienen que prepararse para sobrevivir políticamente, “porque un día cualquiera vamos a amanecer sin él”.

            El problema de los reformistas es que la agonía de Balaguer puede ser larga. El tiene demasiados deseos de seguir siendo un factor decisivo en la vida nacional. Se aferra a la existencia y al liderazgo de por lo menos medio siglo.

            Hay quienes comprenden que no pueden esperar mucho y empiezan a moverse. Por eso el lunes se reunían a toda prisa. Y ya tenían decidido revivir la Comisión Ejecutiva creada a fines de 1997, integrada por Peynado, Carlos Morales Troncoso y Donald Reid Cabral. En la agenda esta el programa de trabajo para este año y su financiamiento y el tema de la asamblea de la Liga Municipal.

Problema para PLD

            La enfermedad y el progresivo deterioro físico de Balaguer pueden constituirse en un problema serio para el PLD, cuyas expectativas para los comicios presidenciales del 2000 dependen mucho de Balaguer y Guaroa Liranzo. Con el resto del liderazgo reformista se podrá negociar, pero será mucho más cuesta arriba y algunos -caso del influyente Peynado, llamado a constituirse en un dirigente decisivo- preferirán concertar con cualquiera que no sea el partido oficial.  

            A ningún observador político debería escapar que entre los que subieron a Balaguer al avión el lunes estaban, junto con él, los artífices del Frente Patriótico que posibilitó el arribo del PLD al poder hace dos años y medio, es decir Guaroa Liranzo, Danilo Medina y Miguel Cocco. Ellos debe ser los más interesados en insuflarle vida, aún corriendo los riesgos de los vuelos de avión para un nonagenario con problemas circulatorios, pulmonares y dermatológicos.-