El discurso del Presidente no convenció a todos por igual

Por Juan Bolívar Díaz

            El discurso del Presidente Leonel Fernández en ocasión del 136 aniversario de la Restauración de la República rompió la monotonía en que se encuentra el debate político, sin que haya parecido suficiente fuerza motora para que coja velocidad la marcha del candidato presidencial del Partido de la Liberación Dominicana (PLD) Danilo Medina.

            Algunos cambios en el tren gubernamental no lograron ser impactantes como para crear nuevas ilusiones al comienzo del último cuarto de este primer gobierno del partido morado, sobre todo porque en casi todos los casos los sustituidos fueron dejados en la nómina gubernamental.

            Mientras tanto, la dimisión del doctor Justo Pedro Castellanos, de la Dirección del Departamento de Prevención de la Corrupción, órgano de la Procuraduría General de la República, ha tenido más impacto por cuanto denuncia lo tímido que ha sido el gobierno en cumplir uno de los mayores compromisos históricos del peledeísmo, como lo fue el combate de la corrupción.

Tremenda dialéctica

            Con su discurso del 16 de agosto desde Santiago, el doctor Leonel Fernández ratificó sus excepcionales condiciones para la oratoria, capacidad dialéctica y poder de comunicación. Hizo provecho al máximo de los logros de su gobierno en materia de estabilidad económica y relativo crecimiento y exageró las críticas de la oposición, casi hasta el punto de que cualquiera desinformado le podía tomar pena.

            Es cierto que algunas exageraciones pudieron ser contraproducentes, como la de que la expectativa de vida de los dominicanos ha subido de 68 a 75 años durante lo que va de su gobierno, (subiría de 74 a 75, entre 1995 y el 2000, según el Centro Latinoamericano de Estudios Demográficos) o sobre unas idílicas relaciones con la Sociedad Civil que sólo se inscriben en los discursos presidenciales.

            Pero de cualquier manera el manejo de las estadísticas fue diestro y en extremo hábil, logrando magnificar las realizaciones y logros de sus primeros 3 años, y desde luego al evadir los temas más conflictivos, de carácter político e institucionales.

            Fernández llevó su dialéctica al grado de atribuirle a sus opositores haberle responsabilizado por el pobre desempeño de la delegación dominicana a los Juegos Panamericanos de Canadá. Ante tal desproporción, que no se ha explicado la fuente, el líder político casi llora para ironizar reclamando entonces los éxitos por los ponches de Pedro Martínez y los jonrones de Samuel Sosa.

            Con un auditorio estimulante y complaciente, Fernández se sirvió con la cuchara grande a costa de sus opositores, contradictores y críticos, hasta proclamar que nunca el país vivió mejor que ahora, mientras se atribuía reformas políticas y avances institucionales que han sido fruto de prolongadas luchas y múltiples actores.

            Tanto entusiasmo y argumentación desplegó el orador que hubo opositores que sintieron que habían estado equivocados, impactados por la oratoria del doctor Fernández. Una profesional que no le hace con cesiones al mandatario llegó a comentar que la suerte de Hipólito Mejía es que Leonel no puede ser candidato, pues con esa oratoria volvía a ganar las elecciones.

¿Empuje a Danilo?

            En el PLD y en el entorno de Danilo Medina hubo más que entusiasmo, pues el brillante discurso estaría llamado a mejorar la percepción sobre el gobierno y eventualmente a impactar en el lento despegue que se atribuye a su candidatura presidencial.

            Por lo menos en sectores conservadores y en los beneficiarios del crecimiento económico de los últimos años el discurso del presidente Fernández tiene que haber tenido algún impacto. Más difícil en los amplios segmentos sociales penalizados por las dificultades derivadas de la globalización y apertura de mercados y en la mayor parte de la población que sigue viviendo bajo niveles de pobreza., donde las afirmaciones contundentes de avances, como la petición de que no se quejen, en vez de impactarle positivamente agudiza su resentimiento.                                                                                              A Medina le han estado haciendo falta algunos golpes de efecto que le ayuden a cambiar rápidamente la percepción de que “no despega”, que como siempre tiene una carga de subjetividad, pero que si se prolonga puede convertirse en un fardo difícil de liberar. Hasta se ha llegado a publicar y a susurrar resultados de encuestas que lo relegan a un tercer lugar, sin que hayan podido responder con una investigación siquiera de mediana credibilidad que lo coloque en la competencia.

            Se tiene la impresión de que a casi dos meses de la elección del candidato presidencial, el PLD no ha podido superar plenamente los desencantos derivados de la misma, por lo que aún no ha podido acoplar las energías para hacer sentir su presencia en la pista electoral.

            Faltan todavía más de 8 meses para las elecciones, tiempo más que suficiente para que un partido en el poder y con las energías propias y la tradición del PLD pueda desarrollar sus energías. Por el momento Danilo Medina ha centrado su estrategia en la lucha contra la pobreza, prometiendo darle una batida de fondo, en cada programa de televisión y en cada discurso que pronuncia. El secretario general del partido, José Tomás Pérez, parece inscrito en la misma línea cuando plantea que los “mega proyectos” han sido importantes, pero que ahora viene la inversión contra la pobreza.

Más que discursos

            El problema del PLD y su gobierno no es de discursos. Les han sobrado los discursos y las teorizaciones. Por eso el efecto del excelente discurso presidencial del tercer aniversario puede ser limitados. La percepción que hay en sectores poblacionales es que el discurso es muy bueno, pero queda opacado por las incoherencias, el doble juego, la simulación y hasta el arrebato.

            Un buen ejemplo podría ser el de las relaciones con la Sociedad Civil, la que en gran proporción participó en el Diálogo Nacional, aunque desde el principio le pareció inapropiada la forma en que el gobierno la involucró, incluso designando por decreto quienes la representarían en la organización del evento, sin consultarla, pese a que había un canal de conversaciones abierto con Carlos Dore.

            Incluso relevantes representantes de la Sociedad Civil fueron asimilados a importantes funciones de gobierno, especialmente llamados a coordinar un esfuerzo conjunto, desde la Comisión para el Desarrollo Barrial y el proyecto Comunidad Digna. Ninguno de los dos han tenido suficientes recursos ni han servido para canalizar y acercar, sino más bien para generar tensiones, a pesar de tener al frente gente de la categoría del teólogo y sociólogo Marcos Villamán.

            No dejan muchas dudas las expresiones del antropólogo y sociólogo jesuita Jorge Cela en el análisis de coyuntura presentado ante la sesión del Foro Ciudadano del pasado día 21, donde se acusa al gobierno de autoritario y centralizador, de ejecutar una política económica para beneficio de las minorías y se considera un fracaso el proyecto Comunidad Digna en el que los peledeistas centraron muchas esperanzas a comienzos de este año. Pero que tampoco pudo ser concertado con las organizaciones comunitarias.

            Antes de este discurso el Presidente Fernández ya había reivindicado los méritos de la renovación de la justicia y de la separación de los poderes del Estado. Pero en la práctica sus funcionarios han seguido hostilizando a la Suprema Corte y descalificando las cámaras legislativas, o tratando de comprar legisladores.

            Bienvenido Alvearez Vega preguntaba la semana pasada qué beneficio había obtenido el gobierno de todo aquel operativo para colocar a Rafael Peguero Méndez en la Cámara de Diputados hace un año. Lo mismo se podrá decir con Amable Aristy Castro en la Liga Municipal Dominicana. Y ambos son el tipo de político que representan todo lo contrario de lo que había reivindicado el PLD. Es decir que esos arrebatos tuvieron un costo múltiple, en términos institucionales y éticos, y en proyectar una imagen de incoherencia.

Menos beligerancia

            Para mejorar su imagen los líderes del PLD tienen que optar por posiciones menos beligerantes. Han dado pasos como la elección de José Tomás Pérez en la secretaría general, pero no es suficiente. No es posible que el entorno del Presidente, representado por Temístocles Montás y Carlos Dore, esté diariamente estigmatizando y descalificando al PRD y a su candidato, y al mismo tiempo quieran concertar con ellos.

De las ofensivas peledeistas no han escapado sectores de los medios de comunicación, la sociedad civil, , la Iglesia Católica y hasta la Suprema Corte, considerada durante su despegue como un enclave perrredeista, aunque el partido blanco solo tenía 2 de los 7 votos que la eligieron, y entre ellos estaba el Presidente Fernández. Alguien decía que en el PLD tenían la capacidad de convertir en opositor todo lo que toca, y el calificativo que más disfrutan en endilgar es el de perredeista, en beneficio del PRD.

            Es cierto que últimamente ha bajado la beligerancia contra la Junta Central Electoral y la Suprema Corte de Justicia, pero la imagen de pugnacidad se ha quedado adherida al partido morado. Con el agravante de que Danilo Medina, como algunos de sus ejecutivos de campaña, fueron parte importante en el cultivo de esa imagen.

            Desde el interior del país el juicio al gobierno parece más severo. Especialmente en el Cibao, donde las encuestas marcan un descalabro del partido oficial. Allí se agrega el cargo de la concentración de la inversión, con la percepción de que el gobierno les quitó el plátano de la boca o le abandonó el pequeño acueducto, la escuela o el camino vecinal, en aras de las obras de relumbrón en la capital. Las estadísticas del gobierno dicen otra cosa, pero así se percibe y cuando se habla con gente de provincia el grito es más fuerte. –