Por Juan Bolívar Díaz
El presidente electo, Hipólito Mejía, y el mandatario saliente Leonel Fernández tienen por delante el desafío de evitar prematuras confrontaciones, como la de la semana pasada, y encabezar el gran esfuerzo de concertación que esta sociedad vienen demandando para las reformas económicas, sociales y políticas pendientes y para un efectivo combate a la pobreza.
A partir del 16 de agosto la iniciativa la deberá tener el agrónomo Mejía y su Partido Revolucionario Dominicano (PRD), pero entre tanto corresponde al doctor Fernández crear las mejores condiciones para que el nuevo gobierno pueda cumplir sus responsabilidades y compromisos. Cualquier tipo de obstrucción se traducirá en retaliaciones que en nada beneficiarán al país.
El viaje de Hipólito Mejía por Estados Unidos y luego por Europa lo mantendrán fuera del país por cerca de tres semanas, lo que debería contribuir a una distensión y a crear un mejor ambiente de transición.
Alarmante diferendo
La opinión pública dominicana se preocupó considerablemente por el grave diferendo protagonizado la semana pasada a raíz de la publicación en el órgano escrito del Partido de la Liberación Dominicana (PLD) de la tercera parte de una entrevista ofrecida por el doctor Fernández apenas una semana después de las elecciones del 16 de mayo.
Sin duda fue imprudente el presidente Fernández al vaticinar el fracaso del gobierno perredeista, más de dos meses y medio antes de que se instalara. Cierto que en el marco de un análisis de la socialdemocracia europea y su aplicación latinoamericana, pero aún así era improcedente para el mandatario saliente.
Fernández abundó en que “no hay un proyecto social demócrata, en el orden económico y social, para América Latina, y mucho menos para la República Dominicana en particular”. Más adelante especifica que el PRD solo puede ofrecer “la continuidad de un modelo populista que está destinado a generar insatisfacciones, que está condenado al fracaso”.
Cinco o seis párrafos de detalles para fundamentar su posición son seguidos por esta reiteración: “el discurso populista está destinado al fracaso, puesto que lo que ofrece no se puede cumplir; el modelo populista que enarbola el PRD no tiene soluciones ni para la República Dominicana ni para el resto de América Latina”.
El error de Leonel Fernández fue sobre dimensionado por esa primera página de Vanguardia del Pueblo que presentaba el Palacio Nacional hundiéndose, y por el hecho de que apenas tres días antes se habían publicado los primeros letreros impresos promoviendo al nuevo lider peledeista para los comicios del 2004.
Pero la respuesta de Hipólito Mejía fue excesiva, ríspida y cargada de epítetos, desaprovechando la oportunidad de sacar beneficio del desliz presidencial. Por suerte el doctor Fernández comprendió que tenía que enmendar la situación, y aunque no tuvo éxito en recoger sus consideraciones, logró un borrón y cuenta nueva con su oferta de apoyo al gobierno que se instalará el 16 de agosto, emitida el sábado desde Cartagena, Colombia..
El incidente se cerró el domingo 18 con la declaración conciliatoria del Presidente electo, acogiendo con satisfacción la colaboración ofrecida y favoreciendo un clima de “reciprocidad y respeto para que haya un verdadero entendimiento en las más altas instancias del poder, del país, y, obviamente, de la sociedad dominicana, que es mi mayor anhelo”.
El final de la campaña
La prolongación de la campaña electoral por parte del próximo presidente, como del saliente (en menor medida pero menos justificable) no han logrado crear el mejor clima para el concierto necesario en tan prolongado período de transición, del cual apenas ha transcurrido un tercio, quedando casi dos meses.
Los viajes de Hipólito Mejía por todas las provincias, concluidos el pasado sábado en el nordeste, acompañados de numerosos reiteraciones de promesas, parecieron una prolongación de la campaña. Otro tanto se ha dicho de la larga entrevista de Fernández, de los letreros en inauguraciones, y por el hecho de que al poner en servicio las “guaguas gemelas” adquiridas por su gobierno, fue subido a una marcada con el simbólico número del 2004.
La ausencia del próximo presidente por cuatro o cinco días en Estados Unidos y un par de semanas en Europa, donde pretende realizar algunos “amarres” para su gobierno, debe marcar definitivamente el final de la campaña y un nuevo período de reflexión de los actores políticos sobre la necesidad de una larga tregua proselitista.
En ese ambiente debería el Presidente Fernández realizar los mayores esfuerzos para evitar desbordamientos de sus funcionarios y crear un clima de real colaboración con quienes asumirán el gobierno en dos meses. El esfuerzo debe centrarse particularmente en cuantificar las obras que van a quedar pendientes de concluir y la discutida como indefinida deuda interna.
El gobierno del PLD no debería permitir que sean los perredeistas quienes ofrezcan esas informaciones. El doctor Fernández perdería menos si él mismo ofrece las informaciones sobre esos dos asuntos urticantes y preocupantes, por cuanto su volumen indiscutible atará en gran medida al próximo gobierno.
Es cierto que el régimen del PLD encontró también cientos de obras pendientes y una abultada deuda para pagar parte de la cual hubo que emitir bonos por cinco mil millones de pesos. Se cree que ahora las obras inconclusas pasarían de un millar, muchas de ellas de altas inversiones, incluyendo túneles y elevados, carreteras y aeropuertos, autovías y megapuertos. Y la deuda con constructores, suplidores, productores y propietarios es cuantificada hasta en 20 mil millones de pesos, cifra que podría ser exagerada. Una razón adicional para hacerla transparente.
Como la niña de sus ojos
En los últimos días han abundado las expresiones de preocupación por la estabilidad macroeconómica del país, algunas provenientes de instituciones y publicaciones tan merecedoras de confianza como la Carta Económica del Centro de Investigación Económica de las Antillas adscrito a la Universidad Católica Madre y Maestra, que cuenta entre sus responsables al sacerdote y economista José Luis Alemán.
Esa publicación denunció un déficit de caja por 665 millones de pesos en el primer trimestre de este año, que sube a 3 mil 544.8 millones si se considera desde septiembre de 1999 a marzo de este año. Se teme que de continuar el rumbo actual de los acontecimientos el déficit marque mil 500 millones de pesos entre enero y agosto, y dispararse hasta 4 mil millones a fin de año, si no se hacen urgentes correctivos.
Y lo grave es que el CENANTILLAS no sólo atribuye el creciente déficit al aumento extraordinario en los precios del petróleo, sino también a más de 9 mil nuevos empleados públicos durante el primer trimestre del año, obviamente como parte de la campaña electoral, con gasto superior a mil millones de pesos. Mientras su ingresos apenas crecían en 2.3 por ciento, el gobierno elevó sus gastos en un 20 por ciento en el indicado trimestre.
El gobierno saliente no está en lo más racional cuando plantea que los correctivos deben esperar dos meses, a que arranque el nuevo gobierno. Es al presidente Fernández a quien más corresponde cuidar uno de sus más celebrados éxitos, como es el de haber mantenido un robusto crecimiento por encima del 7 por ciento anual con estabilidad de los indicadores macroeconómicos.
Si se mantiene el alza del petróleo y las tendencias deficitarias, gran parte del costo económico y político que conlleve “se anotará al lanzador saliente por haber dejado las bases llenas”. Los nuevos funcionarios se ocuparían de mostrar los números hasta la saciedad.
En esa perspectiva, lo que correspondería al mandatario saliente es cuidar la estabilidad económica “como las niñas de sus ojos”, sino como “los ojos de su niña”. Debería él llamara a Hipólito Mejía y buscar un acuerdo para adelantar los correctivos que fueren precisos, incluyendo la elevación del costo de los combustibles.
Eso lo justifica hoy toda la nación y no entraña costo político mayor, a menos que se pretenda una desproporción irritante. El costo político podría darse si los próximos dos meses sigue el deterioro de las finanzas, lo que además podría significar mayor cantidad de obras inconclusas, más endeudamiento, más enemigos por haber dejado a tantos sin pagarle las deudas.
Desde luego, habrá quienes consideren utópico un planteamiento de concertación desde ahora. El PLD y el PRD parecen destinados a un enfrentamiento eterno, a mantener su rivalidad histórica por encima del interés nacional, con miras pequeñas, como la de los haitianos, incapaces de las mínimas concertaciones aunque el país se cae a pedazos.
Deberían estudiar la historia contemporánea y verse en el espejo de las dos Coreas, de Israel con Siria y los palestinos, de la alianza de Yaser Arafat con Clinton. O un poquito más atrás de la gran concertación de los líderes españoles que permitió a ese país recuperar la democracia, legalizar todos los partidos, decretar una reforma política y realizar elecciones libres en solo 20 meses, tras la muerte del caudillo Francisco Franco.
Los pactos de la Moncloa y una nueva Constitución de mutuas concesiones permitieron el salto democrático y que España se consagrara en 20 años entre las grandes naciones capitalistas.-