Sembrar cemento y cosechar inundaciones

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Por Juan Bolívar Díaz

            No podemos culpar a María de todas estas inundaciones, que han arrojado  26 mil damnificados, un millar de viviendas destruidas o averiadas, una treintena de comunidades incomunicadas, puentes y carreteras dañadas, 27 acueductos fuera de servicio con casi medio millón de personas sin agua potable ni electricidad y pérdidas multimillonarias en la producción agrícola. Después de todo ese monstruoso huracán evadió golpear de lleno el país, como hizo con Dominica y Puerto Rico, convertidos en ruinas.

Dos semanas antes también nos pasó de lado Irma, otro monstruo atmosférico, que acabó con Bermudas y San Martín y dejó graves daños en Cuba y La Florida,  resultado de las descomunales agresiones contra la naturaleza en que se ha empeñado esta civilización depredadora. Con el agravante de que las peores catástrofes afectan a los más pobres, a los países más vulnerables por su posición geográfica y sus condiciones de vida.

Aquí hace tiempo que ya  no precisamos de un huracán para ver los resultados de esta última semana. En octubre y noviembre del año pasado, sendas vaguadas causaron tanto daño como ahora, En años anteriores, tormentas fuera de la temporada ciclónica resultaron devastadoras, como las denominadas Olga y Noel en el 2007.

Y así seguirá ocurriendo, ya que hemos destruido los lechos de los ríos, extrayendo sus agregados para levantar las edificaciones que tanto enorgullecen a los dominicanos, como signo de progreso y modernidad. Buscar los agregados en las minas terrestres identificadas hace tiempo costaba mucho más porque están más distantes  y hay que triturarlos, y para qué si los ríos están ahí a orillas de nuestras grandes urbes. Hemos sembrado abundante cemento y estamos cosechando inundaciones.

Un dramático ejemplo de esas depredaciones son los ríos y arroyos de San Cristóbal, que aunque fundamentales para dar agua a más del 40 por ciento de la población dominicana, han sido sistemáticamente saqueados a la vista de todos. Durante años los grupos ecologistas y los expertos han venido advirtiendo de las consecuencias, pero ha podido más el poder de los traficantes y constructores.

Todavía el mes pasado se denunciaba que persistía el saqueo del hace tiempo degradado río Nigua. En marzo el senador Tommy Galán emplazó al Ministerio de Medio Ambiente a detener la depredación de esa importante fuente fluvial. Una y cien veces se anuncia que se terminó la explotación abusiva de los lechos fluviales, pero no hay manera de hacerlo cumplir.

Y así seguimos de tormenta en tormento, sin que podamos asistir a los damnificados. Menos de la mitad de los que perdieron sus viviendas o sufrieron graves daños en octubre-noviembre del año pasado, han recibido el auxilio gubernamental. De 41 mil millones de pesos en que fueron evaluados, sólo se les ha podido destinar 20 mil millones, según la versión más optimista.

Mientras tanto, el fulgor del cemento y la concentración de la riqueza siguen impulsando a los dominicanos a emigrar al borde de la modernidad, incentivados por las persistentes pérdidas en los pequeños cultivos, generadas por las inundaciones, para sobrevivir en condiciones extremas de vulnerabilidad. .

No culpemos de nuestras imprevisiones, inequidades e iniquidades a los huracanes Irma y María. Mejor será que nos vayamos preparando para la catástrofe a que nos conduce nuestra creciente vulnerabilidad, cuando nos toque un monstruo de la categoría de los que apenas nos han rozado en este mes. Entre 1930 y 1998 nos destrozaron 4 grandes huracanes, San Zenón, Inés, los gemelos David y Federico, y George, por lo menos uno cada 17 años, y del último ya han pasado 19. Nuestra pobreza y miseria no necesitan ser desnudadas, es que sus intimidades están a la vista de todos.-

 

 

 

Limpieza a fondo en Educación

Por Juan Bolivar Diaz
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La eterna tentación continuista en la agenda de Danilo Medina

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Aunque asoma el gusanillo de la reelección, las perspectivas dificultan otra reforma constitucional para posibilitarla, por lo que contemplan un relevo alternativo al «vengativo  Leonel Fernández», más posible si eligen  candidato con padrón abierto.  

Por Juan Bolívar Díaz

Prosiguiendo la constante historia nacional, el presidente Danilo Medina acariciará mientras pueda la posibilidad de prolongarse en el poder, aunque sus perspectivas lucen desfavorables, por lo que el realismo político le está aconsejando buscarse alguna alternativa para evitar que pueda volver «un vengativo Leonel Fernández».

Como advirtió esta semana el dirigente del PLD Monchy Rodríguez, para los suyos Medina sigue siendo el mejor activo de cara a las elecciones del 2020, pero el eficiente superministro Gustavo Montalvo adelantó hace un mes la opción alternativa: promover caras nuevas para el relevo, gente «comprometida con los cambios profundos en marcha».

Una constante histórica

            Como ha sido constante en la historia nacional, todos los presidentes que concluyen siquiera un período, y Medina va agotando el segundo, se consideran imprescindibles y gobiernan con el interés primario de continuar en el poder. Las excepciones fueron los perredeístas Antonio Guzmán y Salvador Jorge Blanco, porque tenían como líder del partido a un antireeleccionista de la categoría de José F. Peña Gómez, y aún así el primero lo intentó. Desaparecido el carismático líder popular, otro perredeísta, Hipólito Mejía, no resistió la tentación de abandonar el «principio peñagomista» y modificó la Constitución, para inscribirse como el único que ha fracasado en el intento.

Heureaux, Trujillo y Balaguer han sido los mayores reeleccionistas de la historia dominicana, con elecciones controladas, y le sigue Leonel Fernández, quien logró tres períodos en la aún incipiente democracia. Sus seguidores los proclamaban regalo divino  imprescindible. Repercute el que «mientras Balaguer respire, que nadie aspire», como predominó en su partido hasta su muerte en 2002, tras agotar seis períodos de gobierno , aunque fracasó buscando  el séptimo, a los 94 años, ciego y discapacitado físicamente.

La consigna balaguerista retumbó hace dos semanas cuando el director de Etica del gobierno, refiriéndose a Medina planteó: «aprovechemos a este hombre mientras Dios le tenga el aliento en el cuerpo». Lidio Cadet aseguró luego que no estaba promoviendo la reelección, pero su recomendación quedó flotando en el viento. Otros, como Monchy Rodríguez, Ramón Peralta, Gonzalo Castillo, Lucía Medina, Radhamés Camacho y Domingo Contreras, han expresado  su preferencia por la continuidad de Danilo, pero con prudencia han advertido que «todavía no es tiempo para hablar de eso».

Leonel no pudo en 2012

            Los que se aferran al determinismo histórico deberían tomar en cuenta que Leonel Fernández fracasó en el intento de buscar un tercer período consecutivo  para el 2012, aunque sus fervientes «ingenieros constitucionalistas», sostenían que era posible recién proclamada  la Constitución del 2010, que modificó el dos períodos y nunca jamás para establecer la reelección sin límites pero alternada. De nada valieron los «dos millones de firmas» que entregaron en carretillas al presidente Fernández en el Palacio de los Deportes..

Entonces a Leonel no le faltaba liderazgo en su partido y apoyo popular y le seguía sobrando carisma y recursos económicos para comprar todo lo que fuere necesario, como en efecto hizo a lo largo de la campaña incurriendo en un histórico déficit fiscal sobre 150 mil millones de pesos para que en mayo del 2012 su compañero de partido Danilo Medina pudiera ganar las elecciones

De los más diversos sectores sociales, incluyendo a los conservadores y reverentes del poder, como los empresariales y eclesiales, se levantaron voces pidiendo  respeto a la recentina Constitución. Los reeleccionistas quedaron atrapados, pues no podían alegar que a Leonel no se le podía aplicar la nueva carta magna, del período alternativo, porque entonces le tocaba la anterior del nunca jamás.

Fernández lo entendió para optar por el continuismo partidista a través de Medina. Fue lo que no pudo hacer Antonio Guzmán, quien acarició la ilusión de la reelección sin contemplar a tiempo el continuismo a través de su vicepresidente Jacobo Majluta para los comicios de 1982. Cuando llegaron a apoyar  su precandidatura presidencial, resultó tarde para evitar el triunfo de su contrincante Jorge Blanco.

Muy difícil para Danilo

            Imposible no es en un país tan presidencialista y sin institucionalidad democrática, pero será muy difícil que Danilo Medina pueda repostularse en el 2020, sin un alto costo   en su propio partido y en el electorado, tanto que podría generar el relevo total, por cansancio de un peledeísmo que no respeta mínimamente ni sus propias normas. Son muchos los que en el PLD y en el mismo entorno del presidente lo entienden, razón por la que se contempla el continuismo indirecto, con un relevo grupal.

Danilo mismo es menos propenso a las decisiones bajo emotividad que Leonel. Y atravezará por el mismo reto de ignorar su propia Constitución, la que él reformó para posibilitar su reelección del 2016, bajo el argumento de que merecía una segunda oportunidad, la que se pactó a duras pruebas después del discurso de mayo del 2015 de Leonel Fernández donde advirtió el peligro de un Trujillo del siglo 21.

La división del PLD y la repostulación de Medina fue posible con el pacto de en el Comité Político para volver la Constitución a los dos períodos consecutivos y nunca jamás, con la adición de una disposición transitoria de que en caso de que el mandatario de turno se postulara y ganara la presidencia para el período 2016-20, no podría ser candidato para el siguiente ni nunca más, ni siquiera a la vicepresidencia.

Resultará muy riesgoso para la unidad partidaria proponerse otra reforma constitucional para desconocer lo pactado hace 4 años. En el ámbito nacional podría encontrarse tanta oposición, por la misma causa, como la que venció a Leonel en el 2011. El escenario ahora parece más difícil por la emergencia de la Marcha Verde, como  expresión de la generalizada indignación generada por la corrupción y la impunidad,  además de que el crecimiento económico empieza a reducirse aunque el endeudamiento del gobierno central haya alcanzado a 12 millones de dólares (571 millones de pesos) cada día entre abril del 2016 y abril del 2017,

La fórmula Montalvo

En el danilismo es difícil encontrar un funcionario más eficiente, frío y honesto que el Ministro de la Presidencia Gustavo Montalvo, pero también alguien más renuente al debate público. Por eso hay que tener en cuenta que el 12 de agosto declaró tajantemente, sin hablar de esperar tiempo ni circunstancias, que el presidente Medina sólo estará en el gobierno hasta el 16 de agosto del 2020  «y ni un día más». Añadió que el próximo candidato del PLD «debe estar comprometido con los cambios profundos en marcha y ofrecer nuevas medidas para el progreso», y abundó que «en mi humilde opinión, el PLD debe reciclarse y mostrar caras nuevas en el 2020».

El planteamiento no podía ser más claro y apunta en la dirección de aquel danilista que el año pasado advirtió en privado que «en el 2020 no podemos permitir el retorno de un Leonel vengativo. Los leonelistas descifraron el mensaje y le salieron al paso, encabezados por Franklin Almeyda, quien llegaría a sostener que Montalvo y otros ministros relevantes de Danilo son «políticos análogos, porque no están al ritmo del desarrollo», al tiempo que proclamó que quien está en la era digital es Leonel Fernández.

Quieren el padrón abierto

            La persistencia de los danilistas por establecer en la ley de partidos que las elecciones primarias deben ser con el padrón universal abierto, para que todo ciudadano pueda votar en la elección de candidatos, estaría relacionada con la línea de las caras nuevas. Parten de la convicción de que sin Danilo de candidato no asoma nadie que pueda vencer a Leonel si es sólo con el voto de los peledeístas. Descartan a Montalvo porque los adictos a la corrupción lo consideran peligroso; «no tiene seguidores», dicen abiertamente. En el danilismo se señalan como alternativas a los ministros Gonzalo Castillo, José Ramón Peralta y Andrés Navarro, pero se cree que quedarían muy cortos frente a Leonel.

Cualquiera de ellos, con el apoyo del presidente y del poder, tendría más posibilidades si el candidato se escoge con voto universal. Podría operar  la magia del control de las tarjetas de los programas sociales y otros incentivos para llevar gente a las primarias. Permitirían mayor margen de maniobras desde la infinitamente poderosa fuerza de la presidencia de la nación.

Todo eso podría estar sobre el tapete este fin de semana cuando el Comité Político del PLD tiene una cita para decidir si apoyan el padrón abierto en la Ley de Partidos.-

 

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De la Constitución del 2015

            Artículo 124: …»El Presidente o la Presidenta de la República podrá optar por un segundo período constitucional consecutivo y no podrá postularse jamás al mismo cargo ni a la Vicepresidencia de la República».

Vigésima disposición transitoria: «En el caso de que el Presidente de la República correspondiente al período constitucional 2012-2016 sea candidato al mismo cargo para el período constitucional 2016-2020, no podrá presentarse para el siguiente período ni a ninguno otro período, así como tampoco a la Vicepresidencia de la República»

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Hace rato comenzaron a cultivar la ilusiónj de continuar, Recon0ocen que en las actuales circunstancias, con gobierno y Danilo a la defensiva por Odebrech. Catalna-Marcha Verde, no es tiempo apropiado.

Parece una consiugna que Monchy Rodríguez repitió, aunque acariciándola.

Pronunciamientos como el de Lidio Cadet.

Ni Danilo ni Leonel

Expectativas de la primaria con padrón universal abierto

Si no es Danjilo, nadie le gana a LF en el PLD.

Transferrir apoyo externo a un candidato emergente: Nvarro, Glonzalo Castillo, José Ramón Peralta…

La macabra danza de la impunidad

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Una lucha de muy largo aliento

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Por Juan Bolívar Díaz

Pueden recoger y volver al cómodo individualismo y las agendas particulares todos los que crean que la Marcha Verde contra la corrupción y la impunidad alcanzará su objetivo de manera fácil y a corto plazo, pues se trata de una batalla de muy largo aliento, en la que hay que renovar la consigna de que «en la lucha del pueblo nadie se cansa».

Son muchas las jornadas de lucha de la sociedad dominicana, pero debe ser enarbolada como ejemplo de concertación y persistencia la que de la Coalición por una Educación Digna hasta que obligó a cumplir la ley general de Educación de 1997 que dispuso la inversión del 4 por ciento del producto bruto interno en la educación básica.

Durante 15 años múltiples organizaciones sociales, como la Asociación Dominicana de Profesores (ADP), Educa, Participación Ciudadana y el Centro Bonó, con apoyo de los medios y comunicadores independientes, se mantuvieron promoviendo el cumplimiento de una ley que ya había sido fruto de años de concertaciones  por la educación, para que más de 363 niños pudieran ir a la escuela y los que asistían encontraran butacas para sentarse. Luchamos por el desayuno escolar y para que construyeran 10 mil nuevas aulas y reparáramos miles deterioradas. Se impartía docencia bajo árboles y en enramadas y los padres y maestros tenían que llevar hasta tizas y borradores.

En 2008, la ADP, presidida entonces por la maestra María Teresa Cabrera, ahora entre las líderes de la Marcha Verde, lanzó la campaña nacional de «Un millón de firmas por la educación»,  alcanzando en noviembre 535 mil. Fue el germen de la Coalición por una Educación Digna lanzada el año siguiente por decenas de entidades sociales,  y constituida formalmente en el 2010.

Los paraguas amarillos fueron elementos escenográficos en  programas de televisión. En el 2010 se fracasó en lograr que el gobierno del PLD  incluyera  el 4% para la educación en el presupuesto del 2011. Destinábamos apenas el 2%, mientras América Latina promediaba 4.8%, pero la lucha continuó. Los distintivos amarillos llegaron a ser objeto de agresiones, como la sufrida por el padre Mario Serrano en una de las vigilias ante el Palacio Nacional. Hubo que hacer que el Tribunal Contencioso Administrativo dictaminara  que la policía no podía impedir las manifestaciones ciudadanas.

El 2011 fue el año de mayores movilizaciones, con «caminatas por la educación» en diversas ciudades del país. El 2 de octubre fue la mayor cuando unas diez mil personas marcharon desde la Universidad Autónoma hasta el parque Independencia. La  Coalición aprovechó la campaña electoral del 2011-12 para forzar a los candidatos presidenciales a firmar el compromiso de acatar la ley del 4% del PIB para educación, que ha cumplido el gobierno de Danilo Medina, que lo enarbola como su obra maestra.

Este recuento vale para ser tomado en cuenta por los que dentro de la Marcha Verde se impacientan porque a 8 meses de su inicio no alcanzan a ver logrado el objetivo, y para los que desde el PLD y el gobierno juegan al paso del tiempo y el cansancio. Es más difícil el fin a la impunidad para contener la corrupción, que lo que fue alcanzar el 4% del PIB para la educación. Es muchas veces más complejo revocar los niveles de enriquecimiento ilícito, de rentismo y clientelismo, así como el patrimonialismo del Estado.

La Marcha Verde tendrá mayores posibilidades en la  medida en que se acerquen las próximas elecciones generales, en el 2020, y si persiste hasta entonces podría alcanzar niveles apreciables de éxito. Si los actuales gobernantes no responden al clamor nacional, y si los partidos opositores no son capaces de asumir con nitidez  la urgencia del cambio, habrá posibilidad de que emerja una alternativa política, como ha ocurrido en  los últimos años en toda la región centroamericana y antes en Sudamérica.

Todo depende de que la Marcha Verde mantenga el crecimiento sostenido y el vigor que registra y sus características fundamentales como movimiento cívico-social, no partidista, plural, participativo y de dirección horizontal, que ha promovido cientos de nuevos dirigentes sociales y de actores políticos.-

 

 

 

 

 

 

Este país del amagar y no dar

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Todas las víctimas del terror

Por Juan Bolívar Díaz  

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A todo ser humano con un mínimo de sensibilidad se le debe constreñir o marchitar el alma ante acciones terroristas tan bárbaras como los registradas el jueves 17 en Barcelona, que costaron 15 vidas y medio centenar de heridos, sembrando pánico y estupor en el corazón de esa hermosa y acogedora urbe. No sólo fue una agresión a los catalanes y los españoles, sino también a los más de 75 millones de turistas que visitan cada año esa nación, y por extensión a todo el universo.

Cuando se ven las fotografías de la docena de involucrados en el atraque a Barcelona, casi todos muchachos entre 18 y 25 años de edad, resulta más difícil de entender cómo es posible acumular y desbordar tanto odio y resentimiento, peor aún cuando se invoca un patriarca y un credo religioso. Difícil es también vislumbrar cómo podrá detenerse  la creciente ofensiva terrorista de fundamentalistas religiosos, que no desembarcan ni aterrizan en los países agredidos, sino que nacieron en los mismos. Y son muchos millones los descendientes de inmigrantes en las naciones occidentales, entre los que crece el resentimiento, pues su discriminación y exclusión crece con cada acto de terror que involucra alguno de ellos.

El terrible círculo vicioso de la violencia terrorista es más complejo de lo que la gran mayoría cree en los países occidentales y de lo que reflejan sus medios de comunicación. La primera página internacional de HOY del sábado 19 estaba encabezada por el estupor de Barcelona. Al medio un titular a las 6 columnas: «Un joven mata a 2 y hiere 6 con un cuchillo en Finlandia», y abajo a una sola columna «Mueren 24 civiles en ataque contra yihadistas en Raga». El Observatorio Sirio de Derechos Humanos denunció que 24 civiles, incluyendo 8 menores y 7 mujeres, murieron por un ataque aéreo de la coalición que encabeza Estados Unidos contra el Grupo Terrorista Estado Islámico en Siria.

Muchos en nuestros países creen que los muertos de Raga son daños colaterales de una «guerra justa» contra los bárbaros del EI, y que el bombardeo aéreo no fue un acto terrorista. Sobre todo si a esos 15 niños y mujeres las bombas no les dieron tiempo para sentirse aterrorizados, como los que huyeron despavoridos en la Rambla de Barcelona.

Pero lo de Raga es pequeño. El 23 de junio pasado, la Agencia Francesa de Prensa reportó que el Observatorio Sirio de Derechos Humanos, radicado en Londres, informó que en el último mes los bombardeos de la coalición, mataron 472 civiles, y que desde su inicio han cobrado la vida de 1953 civiles, entre ellos 456 niños y 333 mujeres.

Duele más saber que el terrorismo estatal es sistemático en nuestro mundo. En el 2014 la aviación israelí bombardeo 142 escuelas, incluyendo 80 auspiciadas por ACNUR, matando 392 niños y dejando 2,502 heridos, según reportó UNICEF, en el pequeñito territorio de Gaza. Y esas cifras parecen insignificantes cuando se conocen estudios como el del Physicians for Social Responsability de Washington DC, 2015, que cuantifican los muertos por la «guerra contra el terrorismo» en Irak, Afganistán y Pakistán en al menos un millón 300 mil personas, tras los actos también terroristas del 2001 contra Estados Unidos. Los civiles muertos por la guerra de Estados Unidos contra Irak se estimaron sobre 650 mil.

Todos esos muertos, los millones de heridos y desplazados de esos países de Asia, y del norte de Africa, la destrucción de ciudades enteras, con participación de Estados Unidos y aliados europeos, como Gran Bretaña, España e Italia, sin irnos más atrás a las atrocidades coloniales y reparticiones territoriales,  son generadores del resentimiento y el odio que brota y hiere profundamente el ánimo de los seres humanos de todo el mundo.

Lo más grave es que no somos capaces de buscar las raíces de esta barbarie, y la reacción más generalizada es descalificar y discriminar a los musulmanes e islamitas en general, como si las barbaries occidentales fueran atribuibles al cristianismo predominante.

Si algo paree claro es que cada vez más frecuentemente aparecen extremistas capaces de inmolarse matando cruelmente a inocentes en las ciudades europeas, mientras se sigue abonando con sangre el nacimiento de nuevos suicidas que se creen mártires.

Una oración por todas las víctimas del terror.-

 

           

Una histórica deuda dominicana

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Por Juan Bolívar Díaz

En Chile, allá en el lejano sur del mundo, nos acaban de dar una lección cuando el Ministro de la Corte de Apelaciones de Valparaíso, Jaime Arancibia Pinto, presentó formal acusación judicial contra 12 ex miembros de la Armada, por el secuestro y desaparición del estudiante dominicano Juan Andrés Blanco Castillo, hecho ocurrido hace nada menos que 44 años, días después del golpe de Estado que cobró la vida del presidente Salvador Allende y de miles de chilenos, iniciando una tiranía militar que se extendió por 17 años.

El dictamen del 1 de agosto en curso, es ejemplar y relevante por múltiples causas, entre ellas porque muestra la fortaleza profesional de la justicia chilena que más de cuatro décadas después ha encontrado responsables de un grave acto delictivo, sin detenerse en la jerarquía de un vicealmirante y un contralmirante, oficiales y subalternos, aunque la víctima no tenía ni tiene relevancia en ese país, aunque hubo una querella presentada por el abogado Nelson Morales Chávez, a nombre del Estado dominicano.

El joven Blanco Castillo era hijo del reconocido abogado dominicano Andrés Blanco Fernández, uno de los fundadores del Partido de la Liberación Dominicana, que había estudiado en la entonces Unión Soviética y retornó al país en 1973, pero se le impidió el ingreso, yendo a parar al Chile de Allende, entonces meca de perseguidos políticos.

En la capital chilena le sorprendió el golpe de Estado del 11 de septiembre de 1973. Cuando fue levantado parcialmente el estado de sitio impuesto, el joven Blanco incurrió en la imprudencia de irse para Valparaíso, desatendiendo los consejos de otros estudiantes dominicanos, como Isis Duarte, Gustavo González y Melba Barnett, así como de la exiliada Elsa Peña Nadal, últimos compatriotas que lo vieron el mismo día. La investigación estableció que fue detenido por una patrulla de la base aeronaval de El Belloto, a cargo del teniente Jorge Ginouves Contreras, en Villa Alemana, cerca de la estación de trenes, y entregado al personal de inteligencia de la misma.

Después lo llevaron al cuartel de policía de investigaciones de Quilpué donde es recluido en calabozos subterráneos y “sometido a interrogatorios y apremios ilegítimos”. El expediente consigna “numerosos testimonios respecto a su detrimento físico” y que fue sacado del recinto en dirección desconocida. Seis meses después fue encontrado un cadáver de sexo masculino en la localidad de Colliguay, que por su vestimenta y características se presume que fuera el del dominicano. Los restos fueron destinados a una tosa común en el cementerio de Quilpué, pero no han podido ser ubicados.

La lección es relevante para la sociedad dominicana que carga una elevada deuda histórica desde el exterminio indígena a nuestros días, con múltiples genocidios, asesinatos y desapariciones que han quedado en la impunidad, siempre bajo el argumento de no remover las heridas del pasado.

Cuando para el quinto centenario del descubrimiento la Conferencia del Episcopado Latinoamericano, que sesionaba aquí, decidió realizar un acto de desagravio y petición de perdón por el exterminio indígena, el arzobispo López Rodríguez se negó a asistir alegando que no había nada por lo que se debiera pedir perdón.

Nos impusieron como patrona la virgen de los conquistadores, y nadie ha pagado jamás por los fusilamientos de los fundadores, cuyos restos fueron juntados con los de sus verdugos. En la impunidad quedaron los miles de asesinatos de la tiranía trujillista, el fusilamiento de los héroes del 30 de Mayo, de Manolo Tavárez y compañeros insurrectos ante el golpe de Estado. y el asesinato del último héroe nacional Francisco Caamaño, de los periodistas Gregorio García Castro y Orlando Martínez, y de la desaparición del profesor Narciso González.

En 1962 hubo un juicio histórico que condenó a los ejecutores del alevoso asesinato de las Hermanas Mirabal y su chofer Rufino de la Cruz, pero tres años después fueron liberados clandestinamente de la prisión tras estallar la revolución de 1965.

Gratitud a la justicia chilena por esta lección de la investigación de la desaparición del estudiante Blanco Castillo, que esperamos concluya en condena de los imputados.

Deuda con la niñez dominicana

A1Por Juan Bolívar Díaz

            Las penalidades de la crisis política e institucional originada en las revelaciones del escándalo Odebrecht, que aún no cesan a más de siete meses de su estallido,  no deben impedir que se ponga atención al Informe sobre la Niñez en el Mundo del 2017 publicado la semana pasada por la reconocida organización internacional Save the Children, dadas las fuertes implicaciones que contiene para la sociedad dominicana.

Save the Children es una prestigiosa organización no gubernamental fundada en Londres en 1919, hace casi un siglo, para ayudar a la niñez víctima de la Primera Guerra Mundial, extendida ahora a 120 países. Tuvo el mérito de elaborar en 1924 la primera declaración sobre los derechos de la niñez, precursora de la Convención sobre los Derechos del Niño, aprobada 65 años después por la Asamblea General de las Naciones Unidas.

El informe de este año bajo el título «En deuda con la niñez», revela que  por lo menos 700 millones de niños, la décima parte de la población mundial, han dejado de disfrutar de su niñez demasiado temprano, debido a diversas causas, como enfermedades, conflictos, violencia extrema, matrimonio prematuro, maternidad precoz, malnutrición, exclusión de la educación y el trabajo infantil.

Constriñe el espíritu saber que 8 millones de niños y niñas mueren al año por esas causas, tres cuartas partes antes de los 5 años de edad, y que más de 75 mil fueron asesinados tan sólo en el 2015, mientras el mundo gastaba 1,750,000 millones de dólares en armamento, la tercera parte sólo por la superpotencia dominante, y que hasta en los países pobres crece la inversión en armamentismo.

Para los dominicanos debe ser profundamente doloroso que esta nación aparezca en el escalón 120 de 172 evaluadas en el informe sobre las condiciones de la niñez, y entre las seis  peores del continente americano, apenas por encima de Haití, Venezuela, El Salvador, Honduras y Guatemala, curiosamente todas de la región centroamericana y de esta isla.

Entre los peores indicadores hay dos que debieron ser superados con campañas educativas que no requieren alta inversión económica, como son el matrimonio infantil y el embarazo de adolescentes. El 27.5 por ciento de las niñas contraen matrimonio o tienen pareja antes de los 19 años, casi 5 por ciento por encima de la tasa regional promedio. Y lideramos el continente, junto con Haití, en natalidad de adolescentes, con 97.3 por cada mil niñas de entre 15 y 19 años.

Más complejas de superar son las rémoras de nuestras altas tasas de muerte y trabajo infantil. Todavía registramos 30.9 muertes antes de los cinco años por cada mil nacidos vivos, y 13 por ciento de nuestros niños, más de 300 mil, tienen que trabajar para subsistir, aún con 15 por ciento que no asisten a la escuela, la mitad cuando llegan a la educación secundaria. Y todavía hay más vergüenza, pues figuramos entre los 10 países del continente con las más altas tasas de homicidios infantiles.

No existe la menor justificación para estos datos vergonzosos en un país que según las estadísticas oficiales lleva 6 décadas de crecimiento económico, en los últimos años entre los más altos del continente, con una «modernización» que para algunos remite al Nueva York chiquito o al Miami o el Mónaco caribeño.

Sólo la mayor inequidad y la concentración de la riqueza, la corrupción y la malversación pueden explicar esas iniquidades que deberían obligar a una profunda revisión. Eso seguirá ocurriendo mientras cualquier político  o funcionario pueda disponer de los bienes públicos a su antojo y conveniencia sin la menor consecuencia. Como acaba de documentar el periodista santiagués Esteban Rosario, al dar cuenta de que el presidente de la Cámara de Diputados en el periodo 2010-16, Abel Martínez, gastó 7  mil 380 millones de pesos en donaciones sociales, bonos navideños y publicidad. Con esa suma se habrían hecho dos proyectos habitacionales modelos como La Nueva Barquita.-

           

Para salvar el Plan de Regularización

Por Juan Bolívar Díaz

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Tal como advertíamos en el análisis del pasado sábado en HOY, el Consejo Nacional de Migración reunido este martes no tuvo más opción que prolongar por otro año la vigencia de los 230,065 permisos provisionales de trabajo en el país, lo que constituye el tercer esfuerzo por salvar el Plan Nacional de Regularización de Extranjeros (PNRE) dispuesto por el Decreto 327-13 del presidente Danilo Medina, en retardado acato de la Ley General de Migración 285-04 promulgada 9 años antes por el presidente Hipólito Mejía.

La resolución fue adoptada por este Consejo de Migración del que forman parte 8 ministros y otros tantos funcionarios del Estado, quienes han encargado a la Dirección de Migración que en un plazo de 30 días presente un protocolo para tratar de lograr que quienes no han podido completar los requerimientos del PNRE alcancen la meta y declarar la caducidad de los permisos a quienes no lo puedan hacer en un año.

En el citado análisis también advertimos que sin atacar los escollos que impiden completar la regularización, el Estado seguirá indefinidamente «de renovación a renovación», a menos que considere que con 8 o 10 mil es suficiente para las labores productivas y de servicios que realizan los inmigrantes, particularmente ese 97.7 por ciento que son haitianos, casi todos muy pobres.

Si ya en el 2012 el país cargaba con 485 mil inmigrantes haitianos, seguramente  más de 550 mil tres años después, y con más razón si fueren uno o dos millones, como reiteran los radicales, lograr una regularización de 230 mil sería un gran éxito, porque separando la paja del trigo, haría más fácil la tarea de deportar los excedentes que no porten el carnet de regularizados.

Lo primero que no sólo el Consejo Nacional de Migración, sino todo el gobierno y la sociedad dominicana debería decidir, es si necesitamos o no los inmigrantes haitianos y en qué cuantía, y establecerle requisitos que esa proporción pueda cumplir, y si no los necesitamos, si estamos en capacidad de pagar el costo de deportarlos a todos y sellar la frontera por completo, muro incluido, para liquidar también el centenario negocio de los traficantes de haitianos.

Si se entiende que necesitamos inmigrantes, hay que salvar definitivamente el PNRE, que con el de ahora lleva tres intentos frustrados. El primero fue días antes de vencer el plazo para el registro, el 17 de junio del 2015, cuando apenas el 1.8 por ciento de los 239,368 solicitantes habían completado el exigente pliego de requisitos. Decidieron aceptar provisionalmente  a todos los que iniciaran el proceso, por lo que se produjo la avalancha de la última semana y subieron a 288,467. Como 38,226 no calificaron, mayormente por no tener documento de identidad o de tiempo en el país, quedaron 250,241 que fueron los regularizados  provisionalmente por uno o dos años. Como 20,176 no se presentaron a recibir la autorización provisional, quedaron en los 230,065 que nos ocupan.

Pero resulta que el 1.8 por ciento que había cumplido los requisitos se elevó hace un año apenas al 2 por ciento, lo que determinó el segundo salvataje que lo llevó al 3 por ciento, totalizando apenas  7 mil 834 regularizados. Ello obligaría a sincerar la realidad, simplificar y abaratar los costos del proceso, pero nos vamos con un tercer plazo de un año que obviamente no resolverá.

Si en realidad queremos la regularización, procede modificar el decreto y reducir los requisitos a las cuestiones esenciales, como la identificación personal  y haber ingresado al país antes de octubre del 2011, que ya llenaron los 230 mil provisionales. Sería suficiente que agregaran certificado de no delincuencia, constancia de trabajo y de vivienda y arraigo social. Inútil seguir pidiéndoles cuentas bancarias, propiedades muebles e inmuebles, etc.

Como varios requisitos básicos dependen de dominicanos, es fundamental que el Estado los promueva con decisión y valentía para que la población entienda que colaborar a regularizar a un empleado, inquilino  o vecino trabajador y de buena conducta, no equivale a vender la patria, como se ha inculcado. De lo contrario, tendremos que afrontar el punto final o seguir de renovación a renovación.-