Los cambios en Venezuela y Argentina

Por Juan Bolívar Díaz

13_12_2015 HOY_DOMINGO_131215_ Opinión9 A

Los resultados de las recientes elecciones en Argentina y Venezuela revelan insatisfacción no sólo con la gestión económica, sino también político-social, derivada del prolongado usufructo del poder de dos regímenes caracterizados por la implementación de políticas que buscaban beneficiar a las masas populares, y se inscriben en una tendencia regional a reivindicar los procedimientos democráticos, rechazar la corrupción y exigir eficiencia y prioridades en la gestión pública.

Esa tendencia se ha manifestado contundentemente en los últimos años en la región centroamericana, donde el electorado ha desplazado a los partidos dominantes en El Salvador, Costa Rica, Panamá y Guatemala, mientras en Honduras se producen sacudimientos que auguran cambios significativos.

En Argentina, el peronismo, uno de los dos más vigorosos movimientos políticos latinoamericanos con más de seis décadas de vigencia, perdió el gobierno después de 12 años consecutivos de absoluto predominio, mientras en Venezuela, un frente que logró aglutinar a toda la oposición barrió al partido que desde finales del siglo pasado había ganado más de una docena de comicios y consultas, en la mayoría de las ocasiones con mayorías indiscutibles.

Ambos casos han tenido como detonantes crisis económicas derivadas de mala gestión, aislamiento internacional, y de la reducción de los precios de materias primas fundamentales, que está afectando a otros países de la región, incluido el gran Brasil. En el caso venezolano la caída de los precios del petróleo han reducido el aporte de este producto a menos de la mitad del promedio de la última década.

El caso de Venezuela es patético, porque aunque es indiscutible que logró mejorar los servicios de educación, salud y viviendas de los sectores populares, y redujo la pobreza, con los altísimos ingresos del petróleo, no logró la sostenibilidad económica nacional, como tampoco la gestión argentina, afectada por bajo crecimiento económico, alta inflación y devaluación de la moneda y consiguientemente del poder adquisitivo de la población.

Pero en Argentina el factor desencadenante ha sido la división del peronismo, indiscutible ya que las dos candidaturas en que se dividió sumaron más del 56 por ciento del voto en la primera vuelta, con Daniel Scioli en primer lugar con 37 por ciento, para quedarse en el 49 por ciento en la votación definitiva, cuando el conservador Mauricio Macri ganó la presidencia pasando del 34 al 51 por ciento.

En Venezuela los herederos de la revolución de Hugo Chávez no han perdido el poder ejecutivo, pero sí las dos terceras partes del legislativo, lo que obliga a rectificaciones económicas y políticas, si no quieren sumir el país en la confrontación definitiva, en la que pesarán sin dudas los dos millones de votos y casi 10 puntos porcentuales que perdieron en relación a las elecciones presidenciales del 2013. Ha quedado patente que Nicolás Maduro no tiene el carisma ni la sabiduría popular de Chávez, que el chavismo no se recicló seriamente y que el autoritarismo antidemocrático genera hostilidad y cansancio nacional e internacional, por más controles del poder que se tengan.

Todos los que nos sentimos cercanos al pueblo venezolano tenemos que augurarle una transición ordenada e institucional hacia un estadio más democrático, sin retornar a la enorme corrupción, la descomposición, el latrocinio y la ceguera social que -nadie debe olvidarlo- hicieron aguas y generaron el chavismo.

Estos resultados electorales dejan lecciones, particularmente a la sociedaddominicana, cuyo sistema político e institucional naufraga en la corrupción y la descomposición, con un partido que acapara el poder y manipula a la sociedad pretendiendo perpetuarse.-

 

La inmigración sacude a Europa

Por Juan Bolívar Díaz
06_09_2015 HOY_DOMINGO_060915_ Opinión9 A

Europa, el viejo continente, la expresión primigenia de la llamada civilización occidental y cristiana, está sacudida y fuertemente dividida por una invasión de refugiados políticos y económicos en proporciones sin precedentes, realmente alarmantes, que constituyen una auténtica calamidad humana.

Oleadas de inmigrantes asiáticos y africanos desafían el mar en frágiles embarcaciones que naufragan una y otra vez, arrojando una carga de cadáveres sobre las playas. Ya 71 aparecieron asfixiados en un camión abandonado en una carretera de Austria. El cuerpo exánime de un niño de tres años, recogido por un guardia costero ha estremecido la conciencia de millones de europeos que no saben qué hacer con tanta calamidad.

Suman 351 mil los migrantes que han alcanzado territorio europeo en los primeros 8 meses del año, 60 por ciento superior al mismo período del 2014, de los cuales decenas de miles hubieron de ser salvados de los naufragios. Aunque dramáticamente otros 2,643 fueron rescatados cuando ya se habían ahogado en el portal europeo.

Dos terceras partes, 234 mil, han entrado por Grecia y casi el resto, 114 mil, por Italia. La mayoría quieren llegar a Alemania, la tierra prometida europea, lo que han logrado unos 300 mil, de los cuales 114 mil han solicitado refugio político, en un fuerte desafío para esa sociedad, donde grupos nacionalistas han protagonizado más de 300 ataques a hogares de acogida y centros de refugio. Aunque muchos más alemanes han mostrado sensibilidad y solidaridad con ayuda hasta excedente para los recién llegados.

El Gobierno alemán reclama, con justicia, que todos los países de la Unión Europea reciban proporciones de los inmigrantes, advirtiendo que peligran los acuerdos de libre tránsito y las esencias de la Unión Europea. La crisis llevó esta semana al cierre del euro túnel que une a Gran Bretaña con el continente, cuando oleadas humanas lo invadieron, buscando ensanchar esa alternativa. Estaciones de trenes y carreteras también han sido objeto de restricciones.

El drama es mayúsculo, como si los europeos estuvieran pagando las invasiones colonialistas, la dominación política, extracción de recursos y explotación esclavista que ejercieron por siglos sobre los países tercermundistas. O la creación de naciones artificiales, en alianzas con grupos dominantes que han monopolizado las riquezas locales.

Una gran parte de los que ahora asaltan la frontera del bienestar europeo son víctimas directas de las guerras y desestabilización que han sacudido en las últimas décadas a Irak, Afganistán, Siria, Líbano, Libia, Túnez, Medio Oriente, con armamentos, financiamiento, animación y participación directa europea y norteamericana. La tercera parte son mujeres, niños y niñas verdaderas víctimas de la violencia, incluida las últimas bárbaras expresiones del Ejército Islámico.

Media también un enorme tráfico con la pobreza de muchos otros países africanos, cuyos habitantes hacen lo que siempre ha hecho la humanidad, moverse en dirección al bienestar. Pero Europa naufraga con esa proporción de inmigrantes, nueva expresión de que un mundo tan desigual, violento y excluyente no ofrece garantía para nadie.

Estadistas y humanistas expresan preocupaciones, porque “la humanidad se estrella en las costas europeas”. El Papa advierte contra la tentación de “la globalización de la indiferencia”. No hay espacios para la xenofobia ni se concibe la expulsión de tan grandes contingentes humanos. Queda la necesidad de soluciones de fondo, compartidas, solidaridad humana, nuevas políticas que promuevan la paz y la inclusión y mayor inversión económica en el mundo de la pobreza.

 

No me voy, estoy llegando

Por Juan Bolívar Díaz
08_03_2015 HOY_DOMINGO_080315_ Opinión9 A

El pasado domingo 1 de marzo culminó José –Pepe- Mujica su período de Gobierno de cinco años en ese paraíso de nación que es la República Oriental del Uruguay, y se marchó en olor y sabor de multitudes, sin que el mundo haya salido del asombro por las fuerzas espirituales de ese legendario hombre público que ha reivindicado la política en este tiempo de cólera.

La personalidad y las excentricidades de Mujica han dado la vuelta al mundo en todos los idiomas, recordando al ilustre Mandela que trascendió definitivamente hace 15 meses. Ambos encarnaron en su momento movimientos políticos que enfrentaban el orden o desorden establecido, padecieron largos años de prisión, tras lo cual alcanzaron el poder para ejercerlo con humildad, moderación y amplitud universal sin dejarse atrapar por la adicción a las alturas y la vanidad.

Fundador de los legendarios Tupamaros de los años sesenta y setenta, Mujica cayó preso cuatro veces, padeciendo unos 15 años de prisión, fue baleado una vez y sometido a brutales torturas, nada de lo cual venció su espíritu indómito y su decisión de luchar por colocar a los seres humanos como objeto de la política y la gestión gubernativa.

Pepe Mujica intervino en numerosos foros internacionales, como abanderado de un nuevo orden económico internacional, defensor de los más desprotegidos, predicador de la paz y el respeto entre pueblos y naciones, grandes o pequeñas. Gobernó con integridad, contribuyendo a la equidad socio-económica en una nación pequeña de población, apenas tres millones y medio son los uruguayos, aunque en un territorio casi tres veces mayor que el de República Dominicana.

La coherencia de este líder fue premiada por las multitudes que lo despidieron el viernes 28 de febrero, entre aplausos y vítores. También con llantos cuando le escucharon decir: no me voy, estoy llegando. Me iré con el último aliento, y donde esté, estaré por ti. No dudes que si tuviera dos vidas las gastaría enteras por ayudar a tus luchas, porque es la forma más grandiosa de querer la vida que he podido encontrar a lo largo de casi 80 años.

Y dos días después entregó el Gobierno y se marchó a su modesta casita en las afueras de Montevideo en el mismo carrito Volkswagen de 1987 en que había llegado, manejándolo él, seguido discretamente de una ligera escolta, como discurrió en sus años de gobernante, capaz de pararse en la carretera a dar bola a un caminante.

Porque Pepe Mujica ha sido un hombre libre, convencido de que “la verdadera libertad está en consumir poco”, que “a los que les gusta mucho la plata hay que correrlos de la política porque si no, terminamos hipotecando la confianza de la gente”. Coherente hasta el hálito final, demostró que “el poder no cambia a las personas, solo revela lo que verdaderamente son”.

Mujica será recordado por su humildad y frugalidad, pero también por su franqueza, a veces alejada de la diplomacia, como cuando calificó de genocidio la última matanza israelí en la franja de Gaza, que cobró la vida de centenares de niños, mujeres y ancianos, o cuando, al referirse a la sanción impuesta al delantero uruguayo Luis Suárez en la última Copa Mundial de Fútbol, dijo que “la Fifa son una manga de viejos hijos de puta”.

Un Presidente ejemplar, un político trascendental que considera su mayor éxito haber dejado menos pobres y más educados en su país, que veló por el buen empleo de hasta el último peso de los uruguayos. ¡Salve Pepe Mujica! Ojalá pueda venir pronto a recibir el reconocimiento que le ha acordado la Universidad Primada de América y a renovarnos la fe en la política, que según Duarte, es la ciencia más digna, después de la filosofía, de ocupar las mentes de los humanos.-