La Navidad es solidaridad

Por Juan Bolívar Díaz
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Es muy probable que estas festividades navideñas sean “más frías” de lo que nos habíamos acostumbrado, debido al programa de austeridad impuesto por el gobierno del presidente Danilo Medina tras el desguañangue de las finanzas que heredó de su antecesor. La querella se escucha por diversos medios, con nostalgia del enorme reparto de canastas de bebidas y alimentos por miles de millones de pesos a que nos había acostumbrado el despilfarro de los fondos públicos.

Hay que dar crédito al gobierno por la considerable reducción de un gasto que beneficiaba a los funcionarios mismos y sus familiares y relacionados, a comunicadores y líderes políticos y sociales que no necesitan esas ofrendas para celebrar la Navidad, aunque se reconoce que una parte se redistribuía a personas de ingresos medios y bajos.

Se justifica que se haya mantenido el reparto de cajas navideñas a los sectores más pobres, aunque muchos quisiéramos ver llegado el día en que estas boronas no sean necesarias. Debemos celebrar que el presidente Medina no haya utilizado estos repartos como mecanismo clientelista y que dispusiera un gran esfuerzo organizativo para evitar las humillaciones y hasta atropellos del pasado.

El programa de austeridad de este año debe tener efectos positivos como, por ejemplo, que nos permita asumir la Navidad con menos despilfarro, con una reducción de las bebentinas y comilonas que dejan al desnudo las tremendas disparidades y exclusiones de la sociedad dominicana.

Las circunstancias lucen propicias para reivindicar el origen de la celebración  de la Navidad, que no es otro que el nacimiento del profeta de profetas, Jesús, el Cristo, el hijo de Dios, o el humilde rabit de Galilea, nacido entre los pobres, quien vivió en la pobreza y se rodeó de gente sencilla para predicar un evangelio de solidaridad.

Para los que tuvimos la suerte de nacer en un batey azucarero dominicano  resulta muy fácil entender el espíritu de la Navidad, que siempre ha sido reafirmación de la fraternidad, búsqueda de los más desamparados, compromiso en la lucha por la justicia y el plátano para todos.

En esta Navidad nuestra solidaridad vuela a juntarse con Elena Lorac, encantadora muchacha de 23 años que lucha porque le expidan una copia de su acta de nacimiento para estudiar educación en una Universidad, o con Luis Felipe Fortiñez,   a quien ahora se le niega su condición de dominicano después de 47 años  de haber nacido en esta tierra, donde descansa su abuela, una inmigrante haitiana de principios del siglo pasado. En esos dos excluidos encarnamos la solidaridad con miles de hombres y mujeres, de todas las edades, condenados por simple decisión administrativa a vivir en un nuevo apartheid.

La solidaridad de la Navidad se extiende también a millares de obreros cañeros que durante años han reclamado el derecho a la jubilación para la que cotizaron durante décadas, regando con sangre, sudor y lágrimas los campos cañeros en los que se fundó durante un siglo el progreso dominicano.

Llegue también nuestra solidaridad a los cientos de miles de muchachos y muchachas a quienes esta sociedad negó el derecho a una educación y un empleo que les permita desarrollarse como persona, constituir una familia en ambiente sano y ser parte del progreso y la modernidad que pregonamos en los cenáculos del bienestar.

Sí, esta celebración, esta Navidad es para la reflexión, para los encuentros y reencuentros, para la solidaridad y la fraternidad. Que la paz de la Navidad nos alcance a todos y se reproduzca con generosidad. Amén.

 

¡Ay Bienvenido, te tocó a ti!

Por Juan Bolívar Díaz
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Todavía resuena, y quedará en la memoria de muchos, la exclamación con que la joven ingeniera Francina Hungría recibió a su madre tras la agresión del desalmado criminal que la ha dejado casi ciega: “ay mamá, me tocó a mí”.

La frase fue una nítida expresión de la inseguridad que vive una alta proporción de la ciudadanía ante una delincuencia en apogeo, cada vez más decidida a imponer su dominio sin la menor piedad, sea ante una hermosa joven, una venerable anciana o incluso un hombre en plenitud de facultades.

El asalto a la ingeniera Hungría y el calvario en que ha quedado sumida han conmovido a la población, despertando un sentimiento de solidaridad con ella y su familia y de absoluto y renovado reclamo de políticas que puedan revertir el proceso de descomposición social y de inseguridad en que se va sumiendo la sociedad dominicana.

Como siempre salen a flote los demonios de quienes promueven el crimen para combatir la criminalidad, de los que auspician la política del exterminio, de quienes confieren a la autoridad policial la facultad de matar primero y averiguar después, imponiendo la ley de la selva en las calles de barrios y pueblos de todo el país.

Recorrió el mundo la recomendación de tres diputados dominicanos al Jefe de la Policía de que incremente la política de ejecución de delincuentes que ha cobrado más de tres mil vidas en la última década, pese a lo cual la existencia  en el país se hace cada mes más insegura. Por la simple razón de que es imposible garantizar seguridad con la ilegalidad, violentando el Estado de derecho, con pistolas y ametralladoras. Y mucho menos cuando una considerable proporción de los actos delincuenciales son protagonizados por los propios agentes policiales, por militares y sus asociados.

La exclamación de Francina resonó esta semana por lo menos en Teleantillas, convertida en ¡ay Bienvenido te tocó a ti!, cuando un joven trabajador campesino fue asesinado por agentes policiales que “lo confundieron” con un delincuente y le cortaron la vida de cinco balazos.

Bienvenido Chalas tenía apenas 22 años y disfrutaba del aprecio de sus familiares y vecinos de la comunidad de Los Cacaos. Bajó a San Cristóbal en una motocicleta con su tío Angel Santana, quien aunque recibió un balazo en la espalda ha quedado en condiciones de testimoniar. Ante las cámaras televisivas relató que un “agente del orden” les disparó y ya heridos ambos, procedió a rematar a Bienvenido, que había caído: Le disparó cuatro veces más hasta estar seguro de que era cadáver. Eso pese a las súplicas de ambos y su empeño en sostener que eran hombres de trabajo y respetuosos de la ley.

Daño colateral podrían decir los diputados partidarios de que la Policía mate sin  dejarse ver de los periodistas. Fuego equivocado fue también el que la semana anterior arrancó la vida de 28 años de Yesenia Herrera, fruto de la balacera protagonizada entre “agentes del orden” y de la Dirección de Control de Drogas cuando creyeron que se realizaba un asalto.

¿Quién le devuelve la vida a Yesenia y a Bienvenido? ¿Cómo decirles a sus familiares que ellos son cuota inevitable de la barbarie? Nadie que sueñe con un Estado de derecho puede aceptar el consuelo de ¡ay Bienvenido te tocó a ti”. Y qué pena que el asesinato de Bienvenido, como el de Yesenia, no hayan causado conmoción ni roto tantos silencios. ¡Ay Bienvenido no esperaré a que me toque a mí o uno de mi comunidad afectiva!

 

Precisiones sobre déficit y austeridad

Por Juan Bolívar Díaz
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Tras la publicación el 18 de noviembre del trabajo “Leonel arroja leña al fuego nacional”, recibí una amable comunicación de un amigo que fue diplomático en el país durante varios años donde formula una importante precisión sobre el origen del déficit fiscal que confronta la economía española, que vale la pena compartir con los lectores:

“Los problemas de España no arrancan del déficit público, inexistente al comienzo de la crisis. Arranca de la explosión de la burbuja inmobiliaria y del endeudamiento privado, tanto de empresas (que compraban todo lo que revendía fuera de España), bancos (para poder seguir prestando a promotores inmobiliarios y conceder hipotecas) y las familias que se hipotecaban”.

“Ese es el enorme apalancamiento que supera el 300 por ciento del PIB. Luego, sí, el Estado ha incurrido en enormes déficits debido a la caída de los ingresos (que le ha venido muy bien a Leonel Fernández para confundir y manipular) y al aumento del gasto por ejemplo en subsidios de desempleo (aproximadamente un 3 por ciento del PIB). Piense, además, que las pensiones suponen un 9 por ciento del PIB. La pensión de jubilación media es de 951 euros/mes y entre jubilados, incapacidad (casi 1 millón) y viudez etc. cubre a 9 millones de personas”.

 Estas precisiones son fundamentales para entender la naturaleza del déficit fiscal español y la forma en que se ha manejado, que son similares al origen y manejo de la crisis norteamericana: la explosión de la burbuja inmobiliaria, el abuso de banqueros irresponsables, con apropiación de enormes sumas, lo que arrastró otros sectores de la economía y obligó a invertir decenas de miles de millones de dólares para rescatar hasta a la General Motors y la Chysler. Estados Unidos invirtió en eso mucho más de un millón de millones de dólares y es parte del déficit fiscal que padece, sin las consecuencias que ha tenido para España, no porque sea menor en relación al producto bruto, sino porque es quien rige la economía mundial. Aunque allí también parece que la capacidad de endeudamiento se agota peligrosamente.

 En España sólo la quiebra del consorcio financiero Bankia ha costado 23 mil 465 millones de euros, equivalentes a 29 mil 566 millones de dólares, y a un billón 220 mil 180 millones de pesos, que es 2.4 veces el proyecto de presupuesto dominicano para el 2013.

 Por cierto que un juez de la audiencia nacional ha encontrado suficientes razones para dar curso a una querella judicial contra 33 “consejeros” de Bankia considerando que sus ejecutorias “podrían desestabilizar todo el sistema financiero”.

 En resumen, que ciertamente hay déficits fiscales en España, como en Estados Unidos, pero de origen diferente al dominicano, y manejados institucionalmente, porque ni Zapatero/Rajoy ni Obama podían incurrirlo por decisión individual, burlando las normas constitucionales y legales, sin autorización del Congreso. Mucho menos podían meter a sus países en un déficit del 8.5 por ciento del PIB, (el español anda por el 6 por ciento) para ganar elecciones e iniciar una campaña electoral para volver al poder. Tampoco porque necesitaran terminar obras que la continuidad del Estado debía afrontar. Mucho menos para repartir y subsidiar gastos electorales.

 Otra precisión fundamental es sobre la austeridad y el gasto. En España, los que piden extremar la austeridad conspiran contra los pensionados o los servicios básicos. En República Dominicana la exigencia de austeridad es para reducir el dispendio y la corrupción a fin de que los recursos alcancen para la población más pobre, no en forma de dádivas de cajitas navideñas o la libra de arroz por día que permite el programa Comer es primero, sino para combatir eficientemente la pobreza.

 En España los legisladores no tienen barrilitos ni cofrecitos, ni cada entidad del Estado dispone recursos a discreción y sin transparencia para “planes sociales”. Tampoco hay organismos con cientos de empleados sin funciones ni los mandatarios tienen fundaciones con gastos millonarios mientras ejercen el poder público. Aquí austeridad es respeto a lo colectivo, como mandan la Constitución y numerosas leyes.

 

La responsabilidad de los jóvenes

Por Juan Bolívar Díaz
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Entre los grandes acontecimientos de los últimos años hay que ponderar el creciente protagonismo de la juventud dominicana que cada día con más entusiasmo está levantando las banderas de lucha por la creación de una nación de firmes bases institucionales, éticas y morales, donde quepan todos los sueños de justicia y solidaridad por los que tantos han dado la vida, desde los fundadores de la República.

 Como en todas las etapas de la humanidad y en todos los escenarios nacionales, son los jóvenes, y de la clase media, los que han encarnado las luchas frontales por la libertad, por la justicia, por la solidaridad humana. Con arrojo, entusiasmo, cantando y bailando en las calles, desafiando a los portadores de las inequidades e iniquidades.

 Ellos son los más arrojados cuando su formación intelectual les motiva a plantear nuevos estadios de convivencia, porque se resisten a aceptar lo obsoleto y apestoso, porque se sienten arquitectos de su propio destino y responsables incluso de la suerte de los que son víctimas de la ignorancia, de la manipulación, de la dependencia de los poderes establecidos. Liberándose ellos contribuyen a liberar a los demás.

 Los jóvenes de las clases medias, los estudiantes, los nuevos profesionales y activistas sociales y culturales son la sal y levadura de las sagradas escrituras, sin cuya acción responsable no hay progreso social. Jesús de Galilea dividió la historia humana y fue crucificado a los 33 años. Duarte y los trinitarios eran muchachos cuando emprendieron la independencia. Mandela era estudiante cuando inició la lucha contra el apharteid. No se conoce revolución alguna que no fuera obra de los ímpetus juveniles.

 Jóvenes fueron los que se enfrentaron a la tiranía de Trujillo y regaron con su sangre generosa los surcos de donde habría de brotar el árbol de la libertad y la reivindicación de la dignidad nacional. Tras la liquidación de la tiranía fueron los muchachos los que encabezaron las jornadas de lucha y aquella generación de los sesenta empezó a cambiar el país. No lograron asentar los mayores sueños sobre las astas nacionales, pero sembraron semillas e impidieron la restauración de la dominación absoluta.

 En algún momento de los ochenta-noventa los hijos de la generación de los sesenta-setenta como que recogieron las banderas. Muchos renegaron de las luchas de sus padres, considerándolas estériles, otros se asimilaron al sistema establecido y los más, rechazando el desorden de nación que heredaron, llegaron a la convicción de que su felicidad dependía de encontrar asiento en “los países civilizados”.

 Por esa ausencia la nación dominicana se ha mantenido en la adolescencia institucional, en la anomia social y en niveles de pobreza que avergüenzan, entre los últimos ocho de los 34 países del continente y en los últimos escalones de las evaluaciones de la educación, la seguridad y la salud, así como en el liderazgo universal en corrupción, malversación de lo público, falta de transparencia y de ahorro.

 Por múltiples razones, entre otras porque se van cerrando las fronteras migratorias, la juventud dominicana ha hecho consciencia de que este es el único lugar en donde no son extranjeros, que tienen una responsabilidad con sus ancestros, que no podrán prosperar con un sistema político tan inicuo.

 Hay que alentar la emergencia juvenil y dejarle suficiente espacio para que generen los nuevos liderazgos que necesita esta nación. Con la conciencia de que todas las luchas importantes son de largo aliento, que tienen que enlazar sus banderas con las de los sectores populares y las juntas comunitarias. Incluso con miles de jóvenes militantes de los partidos que se han ido formando en los últimos años con la esperanza de que les permitan construir un sistema político acorde con los mejores sueños de la sociedad dominicana. Sin sobrepasarse ni dejarse manipular, pero aprovechando las circunstancias, el movimiento juvenil tiene que fortalecerse para transformar las nación. Son muchos más los que tienen que sumarse. –

 

Nostalgias de Leonardo Favio

Por Juan Bolívar Díaz

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La partida de ese sublime cantor del amor y las cosas sencillas que fue Leonardo Favio en este noviembre otoñal cuando el calor empieza a dar paso al suave invierno caribeño, nos ha remitido directo, en vivo y sin escala a los gloriosos años sesenta cuando él y cientos de millones pretendíamos cambiar el fusil por la flor, el odio por la fraternidad, y el amor se imponía por encima de todos los prejuicios.

He tenido que darme un baño de Favio evocando los amores que fueron y los que se quedaron en la pibe o la chava o la compañera cuyas expectativas eran inalcanzables y hubimos de resignarnos simplemente a regalarle una rosa. Ay y cómo jugaba el viento con su pelo de niña…

Argentina ha llorado en estos días la partida de Favio más por actor y productor cinematográfico que por cantautor, ya que dos de sus películas son consideradas entre las mejores de la historia cinematográfica de ese país. Pero sin duda que se ha evocado también al poeta cantor, que fue como trascendió en el resto del mundo en la época en que todos queríamos aprender de memoria con la boca tu cuerpo muchacha de abril.

Pero Leonardo también ganó respeto por haber sido un combatiente por la vida, un ser humano de firmes convicciones, un artista que no concebía la felicidad como un arrebato individual. En una de sus últimas canciones dijo adiós, seguro de que volverá en los sueños de los niños y en la lucha de los trabajadores.

El cantor despierta las nostalgias de los finales de los sesenta cuando llegó su primer disco de larga duración a Radio Cristal. Allí lo impusimos lo mismo que a Joan Manuel Serrat. Porque en aquel templo de la 19 de Marzo se verificaba la mayor concentración de talento y sensibilidad radiofónica de la época.

En el departamento de producción estaban los poetas filósofos Miguel Alfonseca y Rafael Añes Bergés, además de Nobel Alfonso, Milton Peláez y Armando Almánzar. Se le sumaban Freddy Beras Goico y Cuquín Victoria. Casi todos idos a destiempo, lo mismo que Miguel Núñez y Felipe Gil, quienes junto a René Alfonso, José Enrique Trinidad, William Tavárez y Miguel Angel Herrera se encargaron de ponernos un Serrat o un Favio hasta que todos los radioescuchas los entendieron. Para saber cómo es la soledad, la soledad es un amigo que no está. O caminante son tus huellas el camino y nada más, porque caminante no hay caminos, se hace camino al andar.

Entre noticias vivas desde el lugar del hecho, palos y asesinatos políticos, desde el departamento de prensa, los prensúes  según Milton, se enviaban papelitos a la cabina para vibrar con los poemas de Machado que Serrat universalizó y recomponernos quedándonos con el clavel y la rosa de Favio. Es que el equipo de prensa también irradiaba versos. Allí estaba Elsa Expósito, a quien ya entonces llamábamos viejita, aunque transitábamos la segunda década. También Diógenes Céspedes, Aníbal de Castro, Roberto Nivar, Luis Minier, Julio César Espaillat y otros. Me tocó dirigir una verdadera pléyade periodística.

¿Cómo se juntó en Radio Cristal un paquetazo de talentos como ese? Fue gracias a la sensibilidad y la valentía del empresario Elizardo Dickson, ejecutivo de la Casa Vicini, quien compró a Radio Cristal y la puso en manos de “izquierdistas y comunistas”, relegados en otros medios. Eran años de un asesinato político  cada 28 horas y los 24 de diciembre nos íbamos para La Victoria anticipando al mediodía la cena de Nochebuena con un paquete de presos políticos.

Ya ven cómo nos ha llegado la nostalgia y las gratitudes por los compañeros y compañeras, los que siguen y los que emigraron definitivamente, especialmente por la viejita Expósito, que lleva años reducida por las enfermedades que anticiparon la partida del gran Leonardo Favio.

 

Cuidemos la libertad de expresión

Por Juan Bolívar Díaz
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Nunca me he situado entre los comunicadores que se creen por encima del bien y del mal, como tampoco he procurado privilegios en la vida profesional o en la social o personal. Proclamo que cada comunicador debe ser responsable de sus mensajes. Lo que no se puede sostener ante un juez, no debe comunicarse por ningún medio.

Pero a la vez siempre he militado en la defensa de la libertad de expresión, no solo como uno de los derechos humanos fundamentales, sino porque es el primer valladar a la tiranía y la opresión, como también instrumento fundamental en la lucha de los pueblos, los grupos sociales y las personas por la justicia y  el desarrollo.

Entre los periodistas dominicanos vivos tengo probablemente la más amplia experiencia en las consecuencias del ejercicio libre de la comunicación, pues sufrí la voladura con una bomba de mi automóvil, un segundo intento de asesinato, un autoexilio, una condena a dos años de cárcel y multa millonaria en un fusilamiento jurídico-político posteriormente anulado por la Suprema Corte de Justicia tras dos años de lucha, y he sido blanco de intensas campañas de ataques e intentos de descrédito.

Por eso enarbolo militantemente el artículo 13 de la Convención Americana de Derechos Humanos que obliga a proteger la más amplia libertad de expresión, como lo hace también la Constitución de la República y creo necesario advertir sobre los artículos 191-93 del proyecto de nuevo Código Penal aprobado en primera lectura por la Cámara de Diputados. El primero establece que “Constituye  difamación la imputación pública a una persona, física o moral, algo que le afecta en su honor o en su consideración, buen nombre, imagen, dignidad e integridad familiar, y se sanciona con pena de uno a dos años de prisión menor y multa de tres a seis salarios”.

El 193 amplía la pena “de dos a tres años de prisión menor y multa de siete a nueve salarios” cuando la infracción perjudique al presidente o vicepresidente, a un legislador o al Congreso  Nacional, jueces de todas las cortes, Junta Central Electoral, Cámara de Cuentas o alguno de sus miembros, lo mismo que de la inexistente defensoría del pueblo. También incluye a la Procuraduría General y el Ministerio Público y cualquiera de sus integrantes, a los ministros, embajadores acreditados en el país y a los gobernantes de otras naciones.

La protección no podría ser más abarcadora del estamento político y tiene el claro objetivo de intimidar y reducir la investigación y denuncias de la podredumbre que envilece la función pública en el país. Y es más grave porque hace cierto tiempo no se esconden pujos autoritarios que pretenden uniformar la sociedad dominicana.

Esta misma semana en su autodefensa del déficit fiscal, el expresidente Leonel Fernández usó los términos más ácidos al referirse a “cierta parcela de la opinión pública” que lo acusa de haber dejado el país en insostenibilidad económica. Denunció a quienes creen que un déficit fiscal por encima de la Ley de Presupuesto es un delito, calificándolas como personas con “cerebro más orientado hacia la calumnia que a la razón, a la manipulación que a la verdad, y a un alma tenebrosa corroída por bajas pasiones”, tras proclamar que la opinión pública “no puede ser manipulada de manera antojadiza, sin consecuencias”.

Observen que no habló de difamación ni injuria, sino de calumnia y manipulación. El aviso está dado, y el que no reciba el mensaje y guarde indiferencia, no tendrá derecho a quejarse cuando se vean las “consecuencias”. Hay que enfrentar con toda energía el proyecto de los diputados, que contradice la tendencia universal de las democracias a despenalizar los llamados delitos de prensa, precisamente para evitar que el látigo de los poderosos se imponga sobre la libertad de expresión.

Vale recordar que hace años el presidente Fernández creó una comisión para actualizar la legislación dominicana de las comunicaciones sociales, de la que salió un proyecto que obviamente no satisfizo sus expectativas, pues nunca lo ha enviado al Congreso. Ahora se pretende imponer otro parche, no tributario sino intimidatorio.

 

La corrupción es política de Estado

Por Juan Bolívar Díaz
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China y Brasil son del puñado de países que han logrado un crecimiento asombroso en las últimas décadas, hasta entrar al círculo de las diez mayores economías del mundo, teniendo en común su enorme territorio, entre los cuatro más grandes y que, por demás, concentran cerca de la cuarta parte de la población mundial.

Ninguna de las dos naciones figura en los primeros lugares en los índices internacionales de transparencia pero están haciendo esfuerzos extraordinarios para combatir la corrupción, rechazando el criterio conformista de que es un mal de la humanidad, como quedó evidente esta semana en discursos de sus mandatarios.

Al inaugurar un congreso del partido oficial, sin oposición en capacidad de relevo, el presidente chino Hiu Jintao, dirigió sus cañones contra la corrupción, proclamando que “si no somos capaces de gestionar bien este problema, podría ser fatal para el partido y causar incluso el derrumbe del partido y la caída del Estado”.

Vale recordar que Jintao ya había abierto fuego contra la corrupción desde el discurso con que inició su gestión en el 2002, y luego en el 2007, y que desde entonces son miles las destituciones y procesos judiciales abiertos contra funcionarios de todos los niveles, incluyendo a un ex secretario del Partido Comunista Chino. Y en ese país las sanciones por corrupción llegan a la pena de muerte, que se aplica con frecuencia.

En una conferencia internacional anticorrupción, la presidenta de Brasil, Dilma Roussef, resaltó el papel de las instituciones del Estado en la lucha contra la corrupción, a través de sus órganos de control ético, de la ley de transparencia y de la “Ficha Limpia” que impide la postulación a cargos públicos de quienes hayan sido condenados en alguna instancia judicial.

La admirada mandataria sostuvo que la lucha contra la corrupción es de las preocupaciones fundamentales de su gobierno y de la sociedad brasileña, al punto de que en la actualidad hay más de cien proyectos contra ese mal en el parlamento, proclamando que “no debe confundirse con una lucha contra el Estado o contra la política, porque se corrompen las personas, no las instituciones”.

Además de los órganos del Estado, Dilma Roussef  resaltó el papel de la prensa libre en el combate a la corrupción, aún cuando se produzcan exageraciones, porque “siempre es preferible el ruido de la prensa al ruido de la tumba de los dictadores”.

Vale también recordar que en Brasil acaba de concluir “el juicio del siglo” en el que 24 políticos y un publicista han sido condenados por corrupción, a penas que alcanzan hasta 40 años de cárcel. Los políticos del mismo partido de la presidenta, incluyendo a José Genoino y Delubio Soares, presidente y tesorero de la organización, y a José Dirceu, quien fue jefe del gabinete y mano derecha del presidente Lula Da Silva.

Si lo fue alguna vez, es obvio que ya la corrupción no es una política de Estado en Brasil, como lo sigue siendo en la República Dominicana, donde todo el aparato administrativo y de fiscalización del Estado, los organismos encargados de la ética, y una gran parte de los comunicadores son partícipes y defensores de la corrupción.

Aquí la corrupción es política del Estado para enriquecimiento personal, para ganar adeptos y elecciones, mediante el clientelismo y el rentismo. Se corrompe para comprar silencios y complicidades, para doblegar opositores. El reparto de lo público, la apropiación de lo colectivo, corroe las instituciones y reduce las posibilidades de progreso y cultiva la ignorancia, como base de la dependencia de los cuasi ciudadanos.

En este país se ha llegado tan lejos que es peligroso radicalismo  exigir transparencia, rendición de cuentas, límites a la podredumbre y sanciones. Por eso hasta gente seria ve con  indiferencia que el país sea situado en el escalón 144 en malversación de recursos públicos, entre 144 naciones, en el Índice de Competitividad del nada sospechoso Foro Económico Mundial.

 

El infinito desorden de las pensiones

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Desde hace años he venido denunciando las iniquidades e inequidades que se dan en las pensiones que paga el Estado, deplorando los persistentes privilegios y reclamando un mínimo de justicia para miles de maestros, enfermeras y trabajadores azucareros que tras décadas de trabajo mendigan en las calles por el derecho que les otorgan la Constitución y las leyes.

 En este mismo espacio el 30 de septiembre catalogaba como “Una casta de privilegiados” a los pensionados por la Superintendencia de Bancos hasta con 650 mil pesos mensuales, siguiendo una práctica instituida en numerosos organismos descentralizados y autónomos. También deploraba que cientos  de personas hayan sido pensionadas con asignaciones entre 25 y 50 mil pesos mensuales, sin haber trabajado para el Estado, muchos sin necesitarlas, como parte de la política de compra de lealtades, adhesiones o silencios, mientras el 87 por ciento de los jubilados estatales recibe el mínimo de 5 mil 117 pesos.

 En un artículo anterior, del 22 de julio, denunciaba la flagrante violación de la Ley 379-81 que establece el “Régimen de Jubilaciones y Pensiones del Estado Dominicano para los Funcionarios y Empleados Públicos”, cuyo artículo 2 indica que “En ningún caso el monto de la pensión será menor al sueldo mínimo nacional vigente ni mayor a la cantidad que resulte de la suma de ocho de esos sueldos”. Con las expectativas del nuevo Gobierno concluía en “cuánto mérito acumularía Danilo Medina si le entra como a la conga a tantos privilegios, inequidades e iniquidades”.

 Durante años hemos denunciado cómo el Congreso Nacional, el Poder Judicial, la Cámara de Cuentas, Junta Central Electoral, Banco Central, Universidad Autónoma de Santo Domingo y otras instituciones estatales buscaron diversos mecanismos, algunos sin fundamento legal, para establecer pensiones privilegiadas al margen de la universalidad que plantea la Ley 87-01 que creó el Sistema de Seguridad Social.

Esta legislación establece el principio de la solidaridad, mediante aportes individuales a un fondo para pensionar a indigentes, lo que evaden la mayor parte de los funcionarios públicos mejor pagados. El experto en administración Cándido Mercedes ha sostenido que si esos privilegiados hubiesen estado en el nuevo régimen de seguridad social el promedio de los aportes individuales no sería 17 mil 993 pesos, sino 21 mil 575, y los fondos acumulados casi duplicarían los 182,547 millones de pesos actuales.

El decreto 616-12 del presidente Medina ha dispuesto la suspensión de contribuciones estatales a los planes complementarios que se multiplicaron en organismos públicos, y la Superintendencia de Pensiones ha mostrado disposición a hacer valer las leyes, lo que constituye un aliento a la esperanza de rectificación.

  Pero las revelaciones de los últimos días no dejan dudas sobre el infinito desorden en que han devenido las pensiones públicas y la relativización de la ética. Ahora sabemos que muchos de los pensionados privilegiados, a veces previa liquidación no contemplada en la ley, siguen cobrándolas, aunque reciben un salario por funciones públicas, incluyendo a jueces de las altas cortes.

 El diputado peledeísta Francisco Matos amenazó  con revelar una lista de 380 funcionarios públicos que cobran sueldo y pensión. Pero personas bien informadas  afirman que pasan de diez mil y que hay quienes reciben tres sueldos públicos, porque cobrando en un cargo, están pensionados por la universidad estatal u otro organismo autónomo o descentralizado y en el Gobierno central.

 El presidente Medina debería completar la rectificación del decreto 616, disponiendo cruzar las nóminas estatales para eliminar las dobles pensiones y suspenderlas a quienes siguen cobrando al Estado, práctica no solo absurda e inmoral, sino también violatoria de la Ley de Función Pública y de la Ley 379-81 cuyo artículo 11 prohíbe más de una pensión y prescribe que  si un pensionado vuelve al servicio público tiene que dejar de cobrarla. También debe cumplirse el máximo de ocho salarios mínimos y suprimir todas las que se han otorgado a personas que no tienen derecho a la misma, salvo enfermos o discapacitados. Y que en cambio se conceda pensiones  a todos los que reúnen los requisitos y que las andan mendigando. Es justicia lo que se pide.

Traumas del alma dominicana

Por Juan Bolívar Díaz
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Los estudiosos de la cultura y el comportamiento psicosocial deberían insistir en desentrañar más a fondo los traumas y atavismos que atan el alma de los dominicanos y que les impiden desplegar las energías necesarias para desarrollarse como nación y crear mejores condiciones de vida para todos. Porque hay carencias y actitudes que resultan inconcebibles y que se repiten a lo largo de nuestra historia.

Entre los mayores atavismos que deberá superar esta sociedad están la disposición a aceptar la imposición, la violencia, el autoritarismo, el despojo y hasta el crimen como sinónimo de autoridad, a pesar de todos los códigos  que hemos adoptado, y la propensión a un caudillo dominante que imponga el orden que no podemos lograr aunque aceptemos teóricamente los preceptos democráticos y los derechos inalienables.

A esa subordinación ante lo despótico y el autoritarismo más rampante ha contribuido uno de los orígenes religiosos más atrasados, que durante siglos despreció no solo las reformas, sino que ha persistido en una interpretación verticalista del cristianismo, que en teoría predica la democracia, pero la niega firme y persistentemente en sus propias estructuras.

La Iglesia Católica, a la que se adscribe la mayoría de los dominicanos, aunque muy circunstancial y superficialmente, cultiva y vende una cultura de subordinación, como si el Jesús de Galilea preferiría la autocracia y la imposición si viniese al mundo de hoy. Sus discípulos originales establecieron una iglesia verticalista porque en su época ni asomaban los conceptos democráticos y participativos, pese a que fue la doctrina de su maestro la que sentó las primeras bases.

La imposición de la cruz mediante la espada del conquistador tuvo su mayor expresión en esta isla, donde en cuatro o cinco décadas fue exterminada la población aborigen, pese a lo pacifista y resignada que fue. Una corriente “doctrinal” nos indujo a venerar la Virgen de las Mercedes dizque porque ella apareció en el “Santo Cerro” de La Vega, en defensa del codicioso y exterminador conquistador, al extremo de que “devolvía a los mismos indios”, las flechas que estos disparaban a los invasores en defensa de sus vidas y propiedades. Todavía nuestra Constitución establece el Día de las Mercedes como fiesta nacional inamovible.

La historia nacional es un solo rosario de caudillos, desplazados por breves períodos cuando las carencias culturales impuestas y sostenidas nos han impedido imponer el imperio de la Constitución, de las leyes y de los principios de convivencia. Entonces caemos en la garata y la algarabía, dando justificativos para que se siga predicando la necesidad de hombres fuertes que piensen y actúen por todos, sin la menor transparencia, mediante el engaño y la mentira, subordinando las instituciones y destruyendo las organizaciones para perpetuarse en el poder.

Por eso a las pocas semanas de fundada la República el padre de la patria tuvo que huir del país, donde jamás pudo vivir, y varios de sus compañeros fundadores fueron fusilados. Meses después Pedro Santana envió a San Cristóbal sus macheteros para imponer su reelección en la primera Constitución. Santana,  Báez y Lilís se impusieron durante la segunda mitad del siglo 19. Y el 20 fue de Horacio, de la intervención americana, de Trujillo, Balaguer y el 21 es ahora de Leonel, cuyo pronto retorno ya se perfila, aunque dejara desguañangada la economía nacional.

Por contraposición al caudillismo, es aleccionador que los dos mayores civilistas de la historia gubernamental dominicana, Ulises Francisco Espaillat y Juan Bosch, solo pudieran gobernar durante siete meses, uno en el siglo 19 y el otro en el 20.

Nuestros siete grandes caudillos, que han gobernado dos tercios de la historia de la República han sido grandes sembradores de infraestructuras, pero negadores de la educación, que es el ascensor que nos permitirá superar tan ignominiosos niveles de subordinación. Ojalá que el presidente Danilo Medina, quien no tiene facha caudillista, comprenda que con las arcas vacías que le dejó el caudillo de turno no podrá adscribirse a los sembradores de cemento y persista en la educación para ver si comienza la transformación del alma dominicana.

 

Una casta de privilegiados

Por Juan Bolívar Díaz
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El escándalo generado por la pensión de 651 mil pesos mensuales otorgada al superintendente nacional de bancos Haivanjoe Ng  Cortiñas y el firme rechazo social que lo obligó a dejarla sin efecto, contienen múltiples lecciones y lecturas que debemos ponderar, ya que no se trata de un asunto individual, ni limitado a las pensiones, sino que se origina en salarios desproporcionados  que vienen constituyendo toda una casta de privilegiados en los organismos del Estado.

Hay que celebrar que la opinión pública y legisladores del mismo partido del beneficiario hayan rechazado firmemente la desproporción. Incluso es posible que las más altas instancias del gobierno hayan intervenido para persuadir a Cortiñas a apagar un fuego que cuestionaba los propósitos de austeridad y equidad sostenidos por el presidente Danilo Medina, ya que el superintendente habría estado en el Palacio Nacional horas antes de renunciar a la pensión.

Si Cortiñas logró una pensión de 651 mil pesos, más irritante porque sólo tiene 53 años y asumía la Contraloría General de la República, es porque tenía un salario desproporcionado, nominalmente de 899 mil pesos, sin los beneficios adicionales de gastos de representación, bonificaciones, vehículos, combustibles, choferes, vigilantes y otras cargas. Ese sueldo equivale a lo que reciben 175 empleados públicos de salario mínimo de 5 mil 117 pesos y la lujosa pensión representa lo que se paga a 127 pensionados del Estado. Hay que anotar que el 87 por ciento de los 152 mil 862 pensionados del Estado recibe el mínimo de 5 mil 117 pesos mensuales. Y que miles de maestros, cañeros, etc. esperan la asignación.

La prueba de que no es un asunto individual es que otros 16  funcionarios de la misma Superintendencia también fueron pensionados en agosto pasado con sumas por encima de los 100 mil pesos, incluyendo a dos con 437 mil y 413 mil pesos.

Los privilegios salariales se han extendido por las entidades autónomas y descentralizadas del Estado, dejando chiquitos los sueldos de 75 mil, 200 mil y 300 mil pesos que ganan los ministros del gobierno. Comenzó hace años en el Banco Central y se extendió a los bancos de Reservas y de la Vivienda, a la corporación y las distribuidoras de electricidad, a las superintendencias de bancos, de seguros, de valores, al Indotel, al Congreso, y desde luego a los miembros de sus respectivos consejos directivos que es donde se ha guisado tan espléndidamente.

Ya son centenares los privilegiados que ganan salarios sobre los 500 mil pesos en organismos del Estado, pagados con los ingresos, tasas y contribuciones (que lo mismo da) de la ciudadanía. Y muchos disponen de generosos paquetes “compensatorios”, incluyendo tarjetas de crédito para gastar a discreción.

No es que pretendamos que todos estén tan miserablemente pagados como los 80 mil maestros, los 55 mil militares, los 33 mil policías, ni como los médicos, laboratoristas y enfermeras, pero sin distancias tan abismales e irritantes que incentiven a los de abajo a buscárselas hasta con violencia.

Si se quiere percibir las inequidades convertidas en iniquidades hay que ver los “Criterios para la determinación de los salarios de los cargos de alto nivel en RD” del consultor chileno Enrique París, contratado por el Ministerio de Administración Pública.

Según ese estudio, de julio pasado, el promedio de los presidentes de América Latina recibe 8 mil 273 dólares, unos 322 mil 650 pesos, la mitad de la pensión de Haivanjoe Cortiñas. Y 15 de 19 mandatarios ganan sumas que representan menos de 28  salarios mínimos de sus países. Todos los que aquí ganan sobre 500 mil mensuales reciben al menos lo equivalente a 50 sueldos mínimos privados y a 100 estatales.

El escándalo de Haivanjoe nos remite de nuevo al Proyecto de Ley de Regulación de los Salarios Estatales. Pero sin dejar fuera a la casta de privilegiados. No tengo muchas esperanzas de que ocurra y temo que estas reflexiones sólo sirvan para ganarme animadversión entre múltiples eficientes servidores públicos que están en la casta de los privilegiados o aspiran a estarlo, incluso algunos amigos. Ojalá que algún día los pueda justificar, cuando reduzcamos la ignominia en que sobrevive el 80 por ciento de los asalariados nacionales que reciben menos de 20 mil pesos mensuales.