Dígale que no a ese costo

Por Juan Bolívar Díaz

Una vez más va quedando en evidencia el altísimo costo que tiene esta caricatura de democracia que nos gastamos en el país, que hasta ahora no pasa del simple ejercicio del voto cada dos años, porque en cuanto a contenido económico y social sigue siendo profundamente vacía. Tanto que nos han otorgado apenas 2,900 puntos en una escala de10,000 en el Indice de Desarrollo Democrático de América Latina.

 La Junta Central Electoral dio a conocer su aspiración presupuestaria para el año próximo, ascendente a 7 mil 500 millones de pesos, que superarían lo ejecutado este año en unos 5 mil 665 millones, incluyendo los 100 millones que le agregó el Poder Ejecutivo recientemente a la asignación nominal de 1,835 millones de pesos.

 Más de la mitad de esos 7 mil 500 millones de pesos serán destinados a la organización de las elecciones presidenciales de mayo próximo, incluyendo los 1,100 millones que tendrá que dársele como financiamiento a los partidos políticos, del 0.5 por ciento de los ingresos fiscales en los años de elecciones y 0.25 por ciento en los demás, desde la reforma electoral de 1997.

 Hay que adicionarle lo invertido este año cuando a los partidos se le habrá dado cerca de 500 millones de pesos. Luego habría que estimar el costo indirecto, el que gastan candidatos y partidos provenientes de otras fuentes, en algunos casos personales, y en la mayoría con cargo, adelantado o a plazos, al erario público.

 Adelantado cuando las fortunas que se invierten en las campañas han sido acumuladas abusando del patrimonio colectivo en la corruptela gubernamental, legislativa o simplemente partidista. A plazos cuando se trata de inversiones propias o de asociados, en verdaderas compañías por acciones que darán beneficio una vez se llegue al poder, ya sea el presidencial, el legislativo o el municipal. Las contratas, exenciones   y concesiones generosas, como la reciente del hotel Montaña que acaba de ser anulada, son expresiones concretas de esos costos.

 No se puede ignorar que el ejercicio político en países como este conlleva una acumulación original que permite a una alta proporción de sus cultores dedicarse al oficio sin tener que cumplir horario de labores ni nada parecido. La popularidad ya no depende de los planteamientos ideológicos ni programáticos. Es más, ni siquiera se requiere tener un liderazgo, simplemente dinero y saberlo repartir entre activistas y caravaneros, periodistas y voceros, incluyendo una dosis para los oportunistas y los necesitados.

 Ya en las elecciones legislativas y municipales del año pasado hubo testimonios de que para conseguir una candidatura a regidor se requiere invertir, y que las campañas para diputado y senador salen hasta a 25 millones de pesos.  Para garantizarse una candidatura presidencial de las grandes hay que disponer de cientos de millones de pesos, prohibitivo para el político que pretenda ser honrado o independiente de los grandes traficantes. Por eso las primarias de los partidos mayoritarios se resolvieron a puro billetazo, sembrando dispersión   y enconos, aún no superados.

 Todavía queda otro costo de nuestra democracia, el que supone mantener 32 senadores y 178 diputados y ya no se sabe cuántos síndicos, vicesíndicas y regidores, todos los cuales ya no solo reclaman salarios privilegiados, sino también sus respectivos barrilitos o cofrecitos para la siembra clientelar.

Súmenle el costo institucional y económico que conlleva la tarea de los hombres de los maletines que operan en las salas legislativas y municipales con tanta eficiencia que a veces logran sesiones de madrugadas para aprobar contratos multimillonarios, algunos de los cuales luego hay que revertir en ofrenda a los “puritanos de la opinión pública”, cuyo costo de alguna manera también cobran.

Ni hablar de lo que se gastan los partidos de gobierno en publicidad que se paga del presupuesto nacional para decir que van palante y no aceptan retroceso. Este año sumará más de 2 mil millones de pesos, en promedio de 183 millones por mes.

Los invito a decir que no a ese costo tan alto de la democracia dominicana. No lo vale en verdad y hay que insistir hasta el cansancio en que nos hagan alguna rebaja, siquiera para no poner en riesgo un negocio tan rentable aquí como el de la política.

Que los inversores criollos no sigan el pésimo ejemplo de sus colegas venezolanos que apretaron tanto la tuerca que corrieron la rosca del negocio. Que mejor aprendan de México, donde los tres partidos mayoritarios se acaban de poner de acuerdo para establecer mayores límites al gasto en las campañas, aún al costo de “sacrificar” algunas facultades de los derechos de tránsito, reunión, de empresa y hasta de expresión.-

 

El adéndum se quedó corto

Por Juan Bolívar Díaz

El adéndum al contrato de la Oficina de Ingenieros Supervisores de Obras del Estado (OISOE) con la empresa Sunland Corporation para la construcción de “obras prioritarias”, suscrito hace dos días es un razonable esfuerzo tendente a esclarecer varios de los cuestionamientos a la pieza original del 15 de mayo del 2006 pero se queda corto.

Es relevante que este adéndum se firmara apenas minutos antes del almuerzo que el presidente de la República, doctor Leonel Fernández, sostuviera con un grupo de directores de periódicos y programas de televisión para referirse al contrato, lo que quiere decir que el mandatario no solo salió del mutismo, sino que también dispuso corregir algunos entuertos. Tan de prisa fue que no dio tiempo a que el nuevo documento fuera notarizado, fundamental para su efectividad jurídica.

 Como aportes positivos el documento modifica no solo el contrato original sino también sus dos anexos, resalta que por primera vez presenta presupuestos de las obras a ejecutar con el resultado de la venta de los pagarés por 130 millones de dólares, que suprime una de las dos formas de pago, excluyentes entre sí que contenía, y que actualiza el plazo para las construcciones, que había vencido hace 5 meses.

También debe considerarse positivo para el interés del Estado que el adéndum obligue a la Sunland a entregar, en el plazo de diez días posterior a la firma de este, “un programa de trabajo definitivo y completo” para que ahora si cumpla con la fecha de terminación pactada.

Es muy sabio el punto 8 de la rectificación, el cual deja sin efecto “Cualquier cláusula del contrato de las partes del 15 de mayo del 2006 y de las notas promisorias expedidas en ejecución del mismo que sea contraria o de ella pudiera pretenderse deducirse una obligación distinta o más onerosa a cargo de la Primera Parte”,(el Estado).

En efecto, en el contrato original hay varias que le son contrarias y que quedan ahora anuladas, pero resulta imposible conseguir lo mismo en cuanto a las “notas promisorias”, que no son otra cosa que los pagarés, comprados por los reales financiadores del proyecto, entre ellos el banco HSBC. Hasta un lego sabe que lo que está escrito en un pagaré quirografario queda, a menos que se firme un acuerdo con el posesionario del mismo, que es en realidad el prestamista.

Desde luego, son varios los aspectos fundamentales que no han sido aclarados por el Gobierno, ni en el adéndum ni en las precisiones que según constan en varios periódicos hizo el propio presidente Fernández. Por ejemplo, cómo se justifica que las once obras contratadas el 15 de mayo del 2006 y señaladas en el poder presidencial emitido tres días antes, fueran reducidas a cinco antes de los 7 meses, es decir el 5 de diciembre del mismo año, cuando la inflación de todo el año pasado fue de apenas 7 por ciento.

Queda el cuestionamiento básico de si los 130 millones de dólares fueron obtenidos mediante la venta de 19 pagarés firmados por el secretario de Estado Félix Bautista, no debieron ingresar al Banco Central y no quedarse en manos de la Sunland como parece que ha ocurrido.

No es especulación, sino el texto mismo de los pagarés que indica que “son obligaciones por las cuales se compromete la completa credibilidad y crédito del Gobierno de la República Dominicana”, y también que “Este pagaré es pagadero en la Secretaría de Finanzas, Departamento de Deuda Pública, Santo Domingo, República Dominicana”.

No creo que hayamos ni siquiera insinuado que alguien se robó los 130 millones de dólares. Pero sí que la Sunland colocó los 19 pagarés en la banca internacional, los ha estado usufructuando durante casi año y medio, sin haber puesto un centavo de sus bolsillos. Porque no es una empresa financiera ni constructora y carece de capacidad para esos financiamientos. Según el contrato original, las 11 obras debieron estar concluidas el 15 de mayo del 2007 y su extensión seguramente que eleva los intereses y costo.

El gobierno admitió esta semana que la misma empresa no pudo financiar el otro contrato por 200 millones de obras suscrito también el año pasado con la Secretaría de Obras Públicas por carecer de recursos para ello. Se ignora si en este caso se llegaron a firmar los pagarés que preveía.

Hay que celebrar que el adéndum haya eliminado el sistema de pago doble, (articulo 4)que preveía que a la Sunland se le avanzara el 30 por ciento de los 130 millones de dólares acreditados al gobierno, indicativo de que el dinero de los pagarés debió recibirlo el Estado.

Esto sin volver a discutir si hubo concurso público, si es legal, y si es constitucional el contrato.

El principio de la transparencia

Por Juan Bolívar Díaz

Uno de los valores más promovidos en esta etapa del desarrollo democrático universal es el de la transparencia. Se ha convertido en un principio fundamental del ejercicio político democrático y sello distintivo del desarrollo institucional. Donde no hay transparencia la democracia sino es fallida es al menos tullida.

El viejo predicamento de que la princesa no sólo tiene que ser honesta, sino también parecerlo se ha transferido a la gestión de gobierno y por ello han proliferado en las democracias contemporáneas las leyes de libre acceso a la información pública y las concernientes a las compras, contrataciones y concesiones del Estado.

La legislación en pro de la transparencia no sólo afecta ya a la gestión estatal, sino también la de los mismos partidos políticos, y de ahí que se tienda a establecer firmes reglamentaciones para la elección de dirigentes y candidatos y rigurosos controles de las recaudaciones y el gasto, con las correspondientes sanciones para quienes los violen.

Nuestro país no ha escapado a la aprobación de una ley de Libre Acceso a la información pública, aprobada en julio del 2004 en las postrimerias del gobierno de Hipólito Mejía. Correspondió al presidente Leonel Fernández promulgar su correspondiente reglamento, mediante el decreto 130-05.

En correspondencia con los principios que norman esta legislación, desde el pasado gobierno se iniciaron los portales en la red de Internet de los principales organismos del Estado, los cuales se han multiplicado en la actual gestión gubernamental, cuando incluso se creó una Oficina Presidencial para la Tecnología y la Comunicación.

Otro avance legislativo fue la aprobación el año pasado de una nueva ley sobre compras, concesiones y contrataciones del Estado, después de muchos años buscando consensos para sustituir una legislación que ya no respondía a los requerimientos de estos tiempos.

Sin embargo esas legislaciones tropiezan con una acendrada cultura del chanchullo que sigue predominando en la gestión gubernamental y en el accionar de los partidos políticos. Con el agravante de que ellos se alternan en el poder tratando de justificar las acciones ilegales y hasta la corrupción en que el antecesor hacía lo mismo.

Un ejemplo significativo ha sido el reciente arrendamiento del hotel Montaña, de Jarabacoa, a un mediano empresario ligado a las actividades artísticas, aparentemente sin más méritos en el ámbito hotelero que estar vinculado y ser un cooperante con el partido de gobierno, hasta el nivel de haber sido de los organizadores de las actividades políticas del presidente Leonel Fernández en su reciente viaje por ciudades norteamericanas.

El arrendamiento por 30 años, por la pírrica suma de 2 mil dólares mensuales, con los primeros diez años de gracia, no puede justificarse en la necesidad de rehabilitar esa unidad de la Corporación Hotelera del Estado, pues le pasó por encima a la Ley 141-97 de Reforma de la Empresa Pública, y a la Ley 340 sobre Compras, Contrataciones y Concesiones.

Si como aduce el secretario de Turismo, Félix Jiménez, el contratante era el único interesado en el hotel, establecido en una privilegiada área de 300 tareas, entonces no hay la menor justificación para que no se llamara a un concurso, que probablemente aquel ganaría. Pero se prefirió la violación de dos leyes fundamentales y aunque ya el hotel estaba bien avanzado en su reestructuración, se nos quiere convencer que se trata de una solución salvadora, mientras se escamotean datos sobre la contratación.

Ante el escándalo provocado por la venta de pagarés avalados por el Estado en el mercado internacional, las respuestas son ruidosas, de los políticos más que de los funcionarios. Basadas en que los otros hicieron lo mismo más que en argumentos jurídicos. Y tomando a los dominicanos y dominicanas por retrasados mentales se nos quiere convencer que recibir dinero con cargo a presupuestos futuros de los organismos estatales no es endeudamiento, y que aunque se originen en dólares obtenidos en el extranjero, no es endeudamiento externo.

Según esos argumentos, en lo adelante cualquier organismo del Estado podría vender papeles en el mercado internacional pagaderos con los presupuestos de los próximos años. Por supuesto clandestinamente, sin informar aspectos tan básicos como cuánto cuesta ese financiamiento. ¨No se viola la ley de presupuesto, si en un año se ejecutan sumas a recibir en el futuro?

­Cuánta falta de transparencia y respeto a las leyes. Qué lejos estamos de la institucionalidad democr tica contemporanea.-

El gobierno tiene que responder

Por Juan Bolívar Díaz

Ahora que el presidente Leonel Fernández está de retorno en el país, tras su prolongada gira de casi dos semanas por cuatro ciudades de Estados Unidos, debe darse el tiempo necesario para ponderar la denuncia de que el Estado avaló a una empresa privada la colocación en el mercado internacional de pagarés por 130 millones de dólares.

  Independientemente de la calidad moral que se les quiera otorgar a los dirigentes del Partido Revolucionario Dominicano (PRD) para haber destapado el escándalo, el gobierno está en la obligación de dar una explicación a la sociedad. La gestión gubernamental perredeísta fue cuestionada en su momento. Ahora es la del Partido de la Liberación Dominicana (PLD).

 Lo ideal es que todos los partidos del sistema democrático nacional estén prestos a rendir cuenta ante la ciudadanía, a responder cuestionamientos referentes a las normas constitucionales e institucionales, a los principios básicos y al uso de los recursos de la nación.

 Es obvio que los dominicanos no hemos llegado todavía al grado de transparencia  que muestran los partidos mexicanos, incluyendo el gobernante, que esta semana se pusieron de acuerdo y aprobaron la conformación de una comisión legislativa para investigar las denuncias de enriquecimiento ilícito formuladas contra el ex-presidente Vicente Fox, a menos de un año de haber abandonado el poder.

 Tampoco podemos aspirar a ser Francia, donde la esposa del presidente Sarkozy hubo de devolver una tarjeta de crédito cuando se le cuestionó por haber pagado en restaurantes  unos cientos de euros como gastos de representación, apenas unas cuantas semanas después que llegaran al poder.

Ni siquiera nos podemos comparar con Argentina, donde la ministra de economía dimitió porque le encontraron en su escritorio un sobre con 30 mil dólares, aunque nadie le había acusado de ninguna irregularidad. Simplemente por respeto a la nación, y para que cualquier cuestionamiento no involucrara al gobierno.

 Por igual tuvo que renunciar hace algunas semanas otro alto funcionario, porque un empresario a quien le había dado bola en un avión oficial llegó a Argentina con 800 mil dólares sin declarar. Entiéndase bien, sólo porque no declaró la posesión del dinero.

 Ni hablar de que estamos en capacidad de funcionar como Costa Rica, donde el anterior presidente tuvo que devolver una tarjeta que lo autorizaba a disfrutar beneficios de un   résort dominicano de Punta Cana, donde  estuvo de visita  un par de años atrás.

 Una diferencia substancial con nosotros es que en todos esos casos ni los partidos de gobierno ni los medios de comunicación salieron en defensa de los cuestionados, ni pretendieron hacerse ciegos y sordos. Por el contrario, fueron de los primeros en exigir transparencia y responsabilidades.

 El contrato entre el ingeniero Félix Bautista, secretario de Estado y director de la Oficina Supervisora de Obras del Estado, y la empresa Sun Land Corporation tiene que ser aclarado hasta las últimas consecuencias por el gobierno. Es absolutamente insuficiente decir que no tenemos deuda porque las obras contratadas no se han ejecutado.

 La documentación, los pagarés y requerimientos de pago se refieren a un aval del gobierno, a una emisión de deuda que tenía por objeto financiar unas “Obras Prioritarias”. No caben silencios ni explicaciones tontas cuando un documento sellado y firmado por Bautista indica que “los compromisos efectuados bajo esta carta-acuerdo son hechos bajo la autoridad garantizada por el poder firmado por su Excelencia   Dr. Leonel Fernández, bajo el número 106-06 de fecha 12 de mayo del 2006″.

 Resulta muy cuesta arriba justificar que cualquier departamento gubernamental pueda emitir pagarés internacionales, es decir asumir deuda externa, con cargo a presupuestos futuros.

 Las preguntas que el gobierno debe responder son: ¿Se otorgó el aval presidencial? ¿Firmó Félix Bautista esos compromisos? ¿Por qué no se han ejecutado las obras supuestamente contratadas e identificadas por la Sun Land? Ha usufructuado esa empresa privada un financiamiento estatal de 130 millones de dólares por más de un año?   ¿Estamos ante una operación normal y legítima?

Escándalo tras escándalo

Por Juan Bolívar Díaz

Si es verdad que no se ha ejecutado el contrato para la “Construcción de Obras Prioritarias” suscrito entre la Oficina de Ingenieros Supervisores de Obras del Estado (OISOE) y la empresa The Sunland Corporation el asunto es mucho más escandaloso que lo denunciado esta semana por el Partido Revolucionario Dominicano (PRD).

Más escandaloso aún es que las autoridades guarden silencio, pretendiendo desmentirlo con una carta del 12 de abril de la empresa donde simplemente dice que el contrato “no se ha ejecutado”, aunque el mismo texto revela que se emitieron y negociaron los pagarés por 130 millones de dólares avalados por el Estado Dominicano.

La documentación entregada por el presidente y el secretario general del PRD, Ramón Alburquerque y Orlando Jorge Mera fundamenta sobradamente su denuncia de que se ha incurrido en una contratación de deuda externa a espaldas del Congreso Nacional, clandestina, sin la menor transparencia y en contradicción con la Constitución.

Tanto la carta de The Sunland, dirigida al Secretario de Hacienda, Vicente Bengoa, como una del ingeniero Félix Bautista, Secretario de Estado y director de la OISOE, ofrecen detalles de la contratación. Otro documento de la empresa presenta el listado de los 19 pagarés cada uno por 6 millones 842 mil 105 dólares, con sus fechas de emisión y de vencimiento.

Adicionalmente un requerimiento de pago dirigido por el Banco HSBC Panamá al ingeniero Bautista, con copia al presidente Leonel Fernández, y fechado en febrero presenta a cobro un listado de 17 de los pagarés con fechas de vencimientos a partir de marzo del 2007. Aparentemente los dos que vencían en enero y febrero fueron pagados.

La comunicación bancaria no deja dudas. Están cobrando al gobierno dominicano unos pagarés que avaló y que fueron vendidos a Cox & Co. C/O HSBC Bank USA,NA, aludiendo entre otros asuntos, a un documento con membrete de la empresa, avalado con las firmas de Félix Bautista y de la gerente de The Sunland, Heredia Lombert, cuyo último párrafo expresa: “En consecuencia solicitamos que las obligaciones asumidas por el Estado Dominicano mediante los pagarés, sean pagadas al Cesionario, sujeto a los términos y condiciones previstos en los pagarés?”

Se dispone también de copia fotostática del pagaré 3 19 firmado por el Ingeniero Bautista y con sello de la OISOE, en cuyo texto se lee que “Las obligaciones del Prestatario, bajo este Pagaré, son obligaciones por las cuales se compromete la completa credibilidad y crédito del Gobierno de la República Dominicana”.

Falta el contrato que debieron haber firmado, pero es probable que no lo consideraran necesario, que era suficiente con una carta del 27 de junio del 2006, con escudo y logo de la Presidencia de la República, firma del ingeniero Bautista y sello de su oficina, cuyo punto 11 y último dice que “Los compromisos efectuados bajo esta carta acuerdo son hechos bajo la autoridad garantizada por el Poder firmado por su Excelencia doctor Leonel Fernández, bajo el número 106 06 de fecha 12 de mayo del 2006″.

En realidad la “carta acuerdo” contiene todos los detalles de la emisión de los pagarés a ser redimidos por el Estado a la Sunland o a “cualquier tenedor cedido” de los mismos. Señala el procedimiento de pago con recursos del presupuesto del 2007 y 2008 incluyendo la especificación de que “No hay necesidad para ello de que haya una mención específica de las Notas (pagarés) en el Presupuesto y Ley de Gastos Públicos para el año correspondiente”, consagrando así el carácter clandestino del financiamiento.

¿Qué The Sunland “desmintió” o “aclaró” la denuncia perredeísta, con la carta que dirigió al secretario de Hacienda en abril, cuando éste le pidió aclarar los requerimientos de cobros, como han informado la mayoría de los medios?

Ni una ni la otra cosa. Por el contrario, confirmó el contrato, y hasta informó algunas de las “obras prioritarias” que incluía. Y tampoco aclaró nada al decir que el mismo “no se ha ejecutado”. Querría decir que las obras no se han hecho, porque la emisión de los pagarés sí se ejecutó, y la misma carta dice que “los pagos de las cuotas (los pagarés) han sido realizados por nuestra empresa”.

Lo más grave que queda por aclarar es por qué esa empresa ha usufructuado durante un año un financiamiento de 130 millones de dólares avalado por el Estado Dominicano, y cuál será el costo y quién lo pagará. Resulta obvio que Sunland vendió los pagarés, pero no sabemos qué hizo con el dinero que hay que pagar.

Es dichosa esa empresa, aunque el año pasado tuvo que aceptar la anulación del escandaloso contrato para suministros a la Policía Nacional por 132 millones de dólares, casi la misma suma de los pagarés. Por eso decíamos al principio que si las obras no se han ejecutado el escándalo es doble, porque sí se contrató irregularmente y porque el financiamiento comprometido se ha quedado en manos de una empresa privada.

 

El abuso reeleccionista se puede pagar

Por Juan Bolívar Díaz

Uno de los actos más irresponsables y mezquinos del presidente Hipólito Mejía fue la modificación de la Constitución de la República con el único objeto de abrir paso a su repostulación, contrariando no sólo seis décadas de historia del Partido Revolucionario Dominicano (PRD), sino también revocando el proceso de afianzamiento de las instituciones democráticas que vivía el país.

El procedimiento fue tan grotesco, incluyendo la compra de decenas de legisladores del propio partido y una docena del principal de la oposición, que empezó a ser cobrado de inmediato por la sociedad dominicana, como quedó explícito en la encuesta Penn & Schoen publicada por El Caribe en septiembre del 2002, cuando por primera vez en muchos años el PRD cayó al segundo lugar en las preferencias electorales para no levantarse hasta hoy.

¿Qué ocurrió entre la aplastante victoria electoral del 16 de mayo del 2002, en 28 de 32 provincias, y finales de agosto del mismo año cuando se ejecutó la encuesta que justifique la estrepitosa caída del perredeísmo? Nada que no fuera la reforma de la Constitución y la muerte de Joaquín Balaguer. Esto último contribuiría al fortalecimiento del Partido de la Liberación Dominicana en el mediano plazo, pero no explica que el PLD obtuviera un 33 y el PRD un 28 por ciento de las preferencias 4 o 5 semanas después.

Tampoco fue consecuencia de la crisis financiera, como algunos creen. En agosto la tasa de cambio todavía estaba en 18.30 pesos por dólar y la inflación acumulada en los primeros ocho meses del año era apenas del 6 por ciento, de las más bajas en décadas. En septiembre se inició la devastadora crisis financiera en medio de la cual Mejía insistiría en repostularse contradiciendo decenas de afirmaciones previas, en una burla que también generó un costo electoral.

Pero quedó restaurada la reelección presidencial que tanto ha determinado las precariedades institucionales en la historia latinoamericana y particularmente en la dominicana. Tal como se advirtió repetidas veces, el Congreso perredeísta “trabajó para el inglés” renegando de los esfuerzos de su líder José Francisco Peña Gómez por proscribir la reelección y abriendo de nuevo el continuismo para sus contrincantes.

Es cierto que el doctor Leonel Fernández escribió artículos y en su libro sobre el fraude electoral de 1990 dejó rastros de su rechazo al continuismo, pero él no tiene el compromiso histórico que sobre el particular tuvieron Juan Bosch y Peña Gómez, ni el de las generaciones de políticos y periodistas que combatieron el continuismo durante las mascaradas electorales de Balaguer.

El presidente Fernández ha llegado a considerar que la reelección es consustancial a la democracia, defendiendo el sistema de dos períodos consecutivos que predomina en la democracia norteamericana, aunque por momentos ya se le atribuye el estar más inclinado a la reelección ilimitada como en las democracias europeas.

Pero en naciones tan débiles como ésta la reelección sigue siendo una desgracia para el afianzamiento de la institucionalidad democrática, como ya está quedando evidente. El líder peledeísta anunció el domingo el comando de campaña de su partido, integrado por los titulares de 11 de las 16 secretarías de Estado orgánicas. Llegan a 13 si se le suman dos que están encabezadas por aliados políticos (Relaciones Exteriores y Hacienda). Como hay otros 15 altos funcionarios, se puede decir que el comando de campaña es el gobierno en pleno.

Una ocurrencia como esa, y menos para 8 meses de campaña electoral que aún faltan, es impensable en la democracia norteamericana o en la europea, donde tampoco ningún candidato presidente ni ningún partido puede cargar el más mínimo costo de campaña electoral al erario público. Nadie ha visto en un diario de esos países un anuncio de una secretaría de Estado ponderando la obra de un presidente en busca de la reelección, ni una campaña publicitaria permanente de radio y televisión con consignas políticas pagada por organismos del Estado. Ni la creación de decenas de cargos gubernamentales para comprar aliados políticos.

Sería un escándalo mayúsculo que un presidente de Estados Unidos, o de España o Francia acudiera a inaugurar 200 apartamentos construidos por el Estado en medio de una campaña reeleccionista y que además fueran revestidos por una tela con los colores de su partido, como ocurrió el domingo en el municipio Santo Domingo Oeste.

Faltan todavía ocho meses para las elecciones y ya el reeleccionismo está desbordado, innecesariamente, porque el presidente Fernández conserva aún suficiente apoyo para competir y probablemente ganar. Ojalá reflexione y sea consciente de que esos desbordamientos pueden tener un costo político.

 

Una Cámara que no cuenta

Por Juan Bolívar Díaz

Un informe hecho público esta semana por el economista y consultor José Rijo demuestra que la Cámara de Cuentas definitivamente no cuenta o por lo menos que no se puede contar con ella para la función fiscalizadora que le atribuyen el artículo 79 de la Constitución y su ley orgánica número 10-04, con la que hace tres años se pretendió actualizar y potenciar ese organismo.

La Cámara de Cuentas fue incluida en un plan para la modernización del Congreso Nacional que contó con un financiamiento de más de 20 millones de dólares, básicamente del Banco Interamericano de Desarrollo. Como en tantas otras instituciones estatales, la modernidad se ha quedado en un edificio con mayores comodidades, con la limpieza e higiene que faltan en nuestras escuelas y hospitales.

En el Congreso también está muy lejos de materializarse la modernización, si se toma en cuenta la confusión de roles que se registra entre los senadores atribuyéndose funciones del Poder Ejecutivo, al mismo tiempo que financian inconstitucionalmente, con fondos del Presupuesto Nacional, el cultivo clientelista con el que tendrán una vergonzosa ventaja frente a cualquiera que les dispute la reelección.

Cuando fue diputado, José Rijo fue de los que impulsó el proyecto de modernización y ahora como consultor realizó un análisis del informe entregado al Congreso Nacional por la Cámara de Cuentas sobre la gestión estatal del año pasado. Su conclusión no podría ser más devastadora: “que el Congreso Nacional debe desaprobar este Informe de la Cámara de Cuentas para el Año Fiscal 2006, en virtud de los errores, omisiones, irregularidades y violaciones a la Constitución y las leyes, según dicho informe;   además que los responsables no han sido identificados para ser sujetos de las sanciones previstas en la ley”.

Rijo hace múltiples revelaciones al analizar el informe del 2006, pero es casi seguro que lo mismo ocurriría con el del 2005 y de años anteriores. La responsabilidad es compartida por el Congreso Nacional que tampoco analiza nada, renunciando complacientemente a su papel fiscalizador del Poder Ejecutivo, lo que también es tradicional, pero que era uno de los atrasos institucionales que se buscaba superar con el proyecto de modernización. Hay quienes sostienen que hace varios años que el Congreso no cumple con aprobar el informe anual de la Cámara de Cuentas.

La Ley 10-04 atribuye a ese organismo la responsabilidad de auditar o analizar la ejecución del presupuesto anual de la nación, así como de los ayuntamientos y las entidades autónomas y descentralizadas, “mediante auditorías financieras y de gestión, estudios e investigaciones especiales”, cuyos resultados debe enviar al Congreso.

Señala el Informe numerosas violaciones a la ley de presupuesto, incluyendo ejecuciones menores y superiores a las asignadas, sin ser amparadas por las transferencias legales correspondientes. También establece diferencias en los montos que debieron pagarse de deuda pública, sin que la Cámara indique la menor responsabilidad ni explicación.

Por ejemplo, la Cámara de Cuentas consigna que la Oficina Supervisora de Obras del Estado gastó 1, 876.9 millones de pesos adicionales a su presupuesto, mientras la Secretaría de Educación sólo ejecutó el 92 por ciento de lo que tenía asignado. En ningún caso señala justificativo ni responsabilidad.

Resalta Rijo que una alta proporción de las entidades estatales y oneges subvencionadas ni siquiera rindieron el informe correspondiente de su gestión del 2006, sin la menor consecuencia. Sólo lo hizo el 58 por ciento de las 65 instituciones autónomas, descentralizadas y empresas estatales registradas en la Cámara de Cuentas. Y de éstas, un 37.9 por ciento presentan errores y omisiones. Algunas tan significativas como que el Banco Central formuló un presupuesto de 662 mil 399 millones de pesos, pero ejecutó 779 mil 717, una variación del 18 por ciento.

La proporción de los 153 ayuntamientos y 211 juntas de distrito que rindieron cuentas fue casi la misma, 59.6 por ciento, registrándose una reducción de la cantidad de estos que tienen sus cuentas actualizadas. La carencia de informes es más grave en cuanto a las 3 mil 645 onegés subvencionadas. Sólo el 7.4 por ciento remitió las informaciones pertinentes, y   de ellas sólo el 2.7 por ciento lo hizo en el tiempo reglamentario.

Para colmo la propia Cámara de Cuentas violó el artículo 28 de   su ley orgánica al no incluir en su informe la auditoría correspondiente a su ejecución del 2006.

Abnegados agentes policiales

Por Juan Bolívar Díaz

La mayoría de las veces que tratamos sobre la Policía Nacional centramos la atención en esa significativa proporción que sale a las calles a delinquir, prevaliéndose del uniforme y el arma que le proporciona el Estado para garantizar la seguridad ciudadana y combatir las múltiples expresiones de la delincuencia.

Es lamentable, pero son muchos los uniformados, también de las Fuerzas Armadas, que se han convertido en delincuentes, hasta el punto de que es difícil que en una banda o en cualquier caso estremecedor no esté envuelto algún agente del orden público o la seguridad nacional.

Desde hace años cada jefe de la PN lleva su propia lista de los cientos de agentes que despide por asociación de malhechores o conducta sospechosa. Pero recientemente se ha denunciado otro engaño, que muchos de los supuestos cancelados permanecen en las nóminas cobrando sus sueldos y sirviendo no se sabe a quién.

Es que en esta sociedad de tantos tráficos y redes de complicidades nunca se puede asegurar absolutamente nada.

Tampoco se pueden esperar explicaciones, pues al fin y al cabo fue el “padre de la democracia” e ídolo de nuestros dirigentes políticos, Joaquín Balaguer, quien proclamó que titular o editorial de hoy mata al de ayer. Es decir que no hay que hacerle caso a la opinión pública, pues ésta cambia como el calendario.

Pero hoy vamos a trillar otro camino para referirnos a la Policía, ponderando a esa significativa proporción de agentes, desde generales hasta rasos, que sirve con abnegación a la sociedad, con una remuneración que apenas les alcanza para sobrevivir.

Los hemos conocido en el servicio, como también en la academia superior de la Policía cuando participamos en sus cursos para oficiales superiores. Están conscientes de sus responsabilidades y dispuestos a cumplirlas. Llegan a entusiasmarse con sus carreras y hasta sienten orgullo de asumirlas, pese a saber que muchos la desprestigian.

Saben que una parte de ellos están al servicio de instituciones, empresas e individuos, políticos, funcionarios, empresarios, comunicadores, a quien el Estado subvenciona su seguridad particular, o un simple ayudante armado para hacer diligencias como choferes, y hasta para labores domésticas.

En esta época en que un gerente del estatal Banco Nacional de la Vivienda se puede llevar el salario a 500 mil pesos mensuales, y se multiplican los funcionarios del gobierno con cientos de miles de pesos de sueldo por mes, cuando hay senadores que se quejan de que están mal pagados aunque reciben 265 mil pesos como ingresos personales, más otros beneficios directos e indirectos, el jefe de la Policía Nacional gana 65 mil 563 pesos.

Con la nómina en manos compruebo que el subjefe de la PN y los 7 mayores generales ganan 50 mil, y que los 42 generales de brigada (demasiado generales) apenas perciben 27 mil 447 pesos, equivalentes a unos 600 euros, mucho menos que el salario de las dominicanas que llegan a España como trabajadoras domésticas. En dólares son unos 800, sueldo mínimo de un recogedor de basura en cualquier ciudad de Estados Unidos.

Seguro que muchos de los críticos de la policía se impresionan cuando se les presenta un coronel, pero ignoran que 208 de ellos reciben un salario mensual de 17 mil 154 pesos, suma a la que frecuentemente monta la tarifa eléctrica de un apartamento de clase media donde vive una pareja con un hijo adolescente.

En la Policía hay más de 400 mayores con salario de 13 mil 725, y 934 capitanes que ganan 12 mil 10, y mil 592 primeros tenientes con 9 mil 435, y 3 mil 174 segundos tenientes con sueldo de 8 mil 578. Los 4 mil 712 sargentos mayores, el grado anterior a oficiales, caen por debajo del salario mínimo de la empresa privada, con 6 mil 940 pesos. Los 5 mil 529 sargentos ganan 5 mil 419. Hay también 4 mil 819 cabos con sueldo de 5 mil 88, y 6,994 rasos que ganan 4 mil 626 pesos mensuales.

Debo reconocer que una parte tienen especialidades, como médicos, abogados, ingenieros, odontólogos, enfermeros, músicos, capellán, por las que perciben fabulosas sumas adicionales que van desde 15, 156 y 187 pesos y escalan hasta 3, 5, y 7 mil pesos.

Expresamos admiración y respeto por todos los que sirven abnegada y honestamente a la PN. Comprendemos que muchos no quieran jugarse la vida para defender a los satisfechos, y que tengan que buscarse picoteos como el de motoconchistas, y entendemos por qué tantos no resisten engancharse a la inmensa red nacional de los que hacen riqueza a cualquier precio y las exhiben impúdicamente.

Pero hoy, insisto, debemos rendir honor a los abnegados, que seguramente no entenderán que vayamos a comprar cámaras “para controlar por satélite” la delincuencia en las carreteras.

 

Un sistema de complicidades

Por Juan Bolívar Díaz

Aunque algunos no lo quieran admitir, vivimos en un sistema político complejo en este país donde el día más claro llueve, el tigre es un león, estar apretado y estar flojo equivale a la misma prángana y la virgencita de La Altagracia puede resultar tan milagrosa que se convierta en el mismísimo diablo.

 Cuando el Partido de la Liberación Dominicana alcanzó por primera vez la mayoría legislativa en los comicios del 2006 se dio por un hecho que terminaría el picoteo de los congresistas a través de sus onegés financiadas del presupuesto nacional. Se había generalizado la crítica y aquello parecía insostenible.

Como aquel modelo estaba agotado, ha sido ahora sustituido por otro más en consonancia con la modernidad, parte de una política de transparencia encaminada por el nuevo presidente del Senado y secretario general peledeísta. Ahora ya no se patrocinan onegés a los senadores, se les otorga un fondo social, en proporción a la población que representan.

Ya en le jerga periodística se ha bautizado el nuevo patrocinio como el cofrecito. Los senadores reciben entre 400 y 900 mil pesos mensuales, que según nota de prensa del Senado, reproducida este viernes por HOY, están destinados a combatir la pobreza, en las áreas de salud, educación y bienestar social.

Desde luego, el estilo de los peledeístas, más ilustrado, ha sido aceptado sin ningún reparo por sus antecesores perredeístas y reformistas en el control del Senado. Al fin y al cabo todos los caminos conducen a Roma, aunque unos sean más escarpados que otros. Lo de antes era menos moderno, aunque lo disfrutaban casi todos. Ahora, se explica, están adscritos al principio de rendición de cuentas, por lo que ya hasta Francisco Domínguez Brito puede manejar su cofrecito sin remordimiento de conciencia.

Aunque hayamos perdido hace tiempo la capacidad de asombro, todavía quedan algunos impenitentes que no pueden entender cómo es que cada legislador requiere una cuota del presupuesto nacional para dar su guerrita a la pobreza, en vez relegislar para que los organismos encargados de combatirla con todos los cañones cumplan su misión sin distraer ni un peso.

Desde luego, ningún organismo del Estado, ni el presidente de la nación va a parar ese nuevo abuso del presupuesto, variación en mi menor del clientelismo político, expresión del desorden en el manejo de la cosa pública. Hay que acatar el principio de que hoy por ti y mañana por mi, porque si se aprieta mucho se puede correr la tuerca.

En realidad se trata de un sistema de complicidades. Los senadores justificaron la repartición, violatoria de la ley, que hicieron los de la Cámara de Cuentas en enero pasado. Para que nadie fuera a confundirse, Reinaldo Pared Pérez ni siquiera quiso recibir a los impertinentes de la sociedad civil que demandaban sanción.

Porque si establecían ese precedente, esos mismísimos señoras y señores serían capaces de volver después para reclamar también la destitución del presidente Leonel Fernández por haber violado la misma ley de austeridad promulgada el 28 de diciembre pasado en la celebración del Día de los Santos Inocentes, y según la cual el gobierno reduciría este año el gasto corriente, el que elevó 18 por ciento en los primeros 6 meses.

En su oportunidad los de la Cámara de Cuentas se negaron a inmiscuirse en los asuntos de la Junta Central Electoral, cuando allí se asignaron unas compensaciones a los impuestos que les descontaban de sus sueldos, como si fueran cualquier hijo de vecino.

Esta semana el sistema parecía hacer agua cuando en más de medio centenar de municipios se dedicaron a sustituir al vapor a presidentes de los Distritos Municipales, en pública subasta, ya que la reformada ley municipal les garantizaba a los incumbentes su permanencia hasta los comicios municipales del 2010.

En Canca la Piedra como en La Victoria, los destituidos se parapetaron armados de pistolas y escopetas, junto a familiares y amigos, para evitar que los despojaran de su cofrecito. En Yásica las protestas alcanzaron dimensión social cuando numerosos clientes participaron en el bloqueo de la carretera turística.

Por la distribución del cofrecito de un distrito municipal fue que en agosto del 2006 mataron a tres regidores en el municipio de Piedra Blanca, sin que la justicia considerara necesario sancionar a nadie.

Parece que este sistema de complicidades es invulnerable, que tiene defensas que neutralizan todos los peligros. Por eso no hacen caso a los reiterados avisos de que podría llegar el lobo y acabar con las instituciones y líderes responsables. Confían en que los dominicanos y dominicanas somos pacientes, a diferencia de venezolanos, ecuatorianos, bolivianos, guatemaltecos, y hasta argentinos, donde un día irrumpió el lobo y cobró.

 

Sí podemos regular las campañas

Por Juan Bolívar Díaz

La Junta Central Electoral (JCE) auspició esta semana un seminario sobre regulación y control de las campañas electorales con la participación de notables expositores internacionales que dieron cuenta de la amplia experiencia latinoamericana en esa materia. Celebrado jueves y viernes constituyó un éxito no sólo por la calidad de las exposiciones, sino también de los participantes nacionales.

  Este seminario representó una reafirmación de la voluntad expresada por la generalidad de los jueces electorales de ejercer la responsabilidad de reglamentar para reducir la intolerable extensión de las campañas electorales y su desmesurado costo, lo que se viene reclamando desde las más diversas instancias sociales.

 Fue también una oportunidad para que los doctores Julio César Castaños Guzmán y Roberto Rosario Márquez expusieran con profundidad las razones por las que ambos han venido abogando por esa regulación, conscientes, desde luego, de que en este país para cualquier avance institucional se requiere consenso entre las fuerzas políticas.

 Los participantes pudieron escuchar al doctor Eduardo Núñez, politólogo costarricense, exponer y justificar la amplísima gama de regulaciones instituidas en las últimas décadas en la mayoría de los países de América Latina, al amparo de las constituciones y las leyes electorales que consagran las reglamentaciones, en orden al bien común, de todos los derechos sociales.

 El licenciado Juan Ignacio García, Director del Servicio Electoral de la República de Chile, que es el organismo organizador de elecciones, ilustró sobre las viejas experiencias ordenadoras en esa nación, pionera en el orden institucional, en educación como fundamento del desarrollo, y en muchos otros aspectos básicos, pese al doloroso eclipse representado por el golpe militar de 1973.

 Una experiencia muy reciente es la mexicana, expuesta con amplitud y profundidad por la comunicadora Luisa Alejandra Latapí. Consejera del Instituto Federal Electoral de México. Vale decir que su ejemplar regulación ha sido fruto de las últimas dos décadas, especialmente a partir de los comicios de 1988, cuando el Partido Revolucionario Institucional usurpó el poder que había ganado Cuhautémoc Cárdenas.

Para conjurar la consiguiente crisis, los gobernantes tuvieron que conceder una serie de reformas políticas, que se profundizarían con el final del reinado de la única organización   política de la historia contemporánea que ha gobernado durante más de siete décadas consecutivas.

En un panel efectuado al cierre del seminario, representantes de los cuatro partidos que ya tienen candidato presidencial para las elecciones del próximo año expusieron su visión sobre la temática. Se puede afirmar que hubo consenso sobre la necesidad de regular la extensión y el costo de las campañas electorales, aunque el doctor César Pina Toribio, Delegado Político del Partido de la Liberación Dominicana ante la JCE, expresó condicionamientos jurídicos, en una visión constitucionalista que sobredimensiona los derechos individuales, dificultando el ordenamiento social.

El doctor Pina Toribio cree que la JCE carece de facultades para establecer límites sobre derechos como el del proselitismo político, en contradicción con planteamientos que en la primera sesión del evento había formulado el doctor Roberto Rosario. Evidentemente también en contradicción con la ley electoral y las numerosas regulaciones ya existentes, hasta de orden municipal.

En un discurso motivador, al inicio del seminario, el presidente de la Cámara Administrativa había recordado que el artículo 38 de la Constitución “reserva el derecho a nuestro órgano electoral, en su literal d) al uso de las iniciativas legislativas en asuntos electorales en la formulación y efecto de las leyes”.

En un razonamiento lógico, el doctor Rosario recordó que los artículos constitucionales 90-92 otorgan a la JCE la facultad de juzgar y de “reglamentar de acuerdo con la ley”, lo cual ha hecho sistemáticamente. Como simple ejemplo, los condicionamientos al derecho a la postulación para cargos electivos.

Rosario anunció que ya la Cámara Administrativa ha elaborado un proyecto de “Reglamento de Campaña Electoral, Actos de Propaganda y Uso de Medios de Comunicación” que esta semana será entregado al pleno de la JCE para discusión, consulta y aprobación.

Por su parte el presidente de la JCE abogó en su discurso inaugural del seminario por un gran   consenso para acortar las campañas, establecer topes en el gasto dentro de una franja de tiempo electoral e instituir el debate de candidatos. Para ello ratificó la idea de una cumbre política en post de consenso para tan magnos propósitos.-