Devastador huracán institucional

Por Juan Bolívar Díaz

Con el ánimo sobrecogido asistimos al escándalo del develamiento del enorme entramado de narcotráfico, complicidades,  corrupción e impunidad que se personifica en el ciudadano César Emilio Peralta, hace años denominado “César el Abusador”, revelador del  devastador nivel que ha alcanzado la crisis de las instituciones nacionales.

Que esa banda de delincuentes internacionales haya operado durante dos décadas en la misma cara de las autoridades, traficando miles de kilogramos de drogas, y hayan tenido que intervenir organismos de seguridad de Estados Unidos para que se procediera a su desmantelamiento, es una expresión indiscutible de nuestras vulnerabilidades y de las complicidades con actividades criminales de altos montos.

Peor aún, que se haya montado un espectacular operativo, el más grandes de la historia nacional, con 50 allanamientos al mismo tiempo, y no se capturara a las principales cabezas de la banda de narcotraficantes, indica grave  infiltración de los organismos de seguridad nacional.  Sobre todo cuando quien aparece como líder hacía vida pública y asistía horas antes a un espectáculo artístico en un lujoso hotel.

La ciudadanía se pregunta cuál es el nivel de eficiencia y de corrupción que hay en la Dirección Nacional de Control de Drogas, en la Dirección Nacional de Investigaciones, en los organismos de “inteligencia” de cada una de las ramas de las fuerzas armadas y la Policía Nacional, que no pudieron establecer el origen de la riqueza exhibida por el señor Peralta, quien llegó al extremo de grabar videos sobre relojes valorados en medio millón de dólares, sosteniendo que él no era un riquito de juego, sino un millonario de verdad.

Es difícil no quedar estupefacto al ver los videos y el historial presentados a todo el país por el programa televisivo de la periodista Nuria Piera. Sobrecogen también las crónicas de los periódicos, con detalles inauditos, y que las intervenciones sobre una veintena de empresas, de operaciones públicas como discotecas, casas de cambios, y de otros tantos inmuebles, y autos, y hasta yate de lujo, que se exhibían en las redes, tuviera que ser motorizada por solicitudes de extradición y con la concurrencia directa del Departamento contra Narcòticos (DEA) y del Burò Federal de Investigaciones (FBI) de Estados Unidos.            

También llama la atención que una decena de discotecas recibieran medio centenar de notificaciones por evasión de impuestos durante los últimos tres años, y no fueran intervenidas, sin que algún organismo de “inteligencia” tomara iniciativa para rastrear al posesionario de tanta riqueza, que repartía propinas en maletines, que pagaba el consumo de decenas de personas en centros de diversión de altos costos.

Este escándalo tiene en común con el de Odebrecht, los aviones Tucanos, Figueroa Agosto y otros, que fue detonado por las autoridades norteamericanas, y que estaban  amparados en la violencia y la corrupción imperantes en el país, como dijo el comunicado del Departamento del Tesoro de Estados Unidos, horas después del espectacular operativo del martes 20.

Por cierto que ha tenido como repercusión la revelación del principal diario de Boston, de que el beisbolista David Ortiz ha contratado una agencia de investigación de esa ciudad para determinar cuál fue la realidad del atentado criminal que lo afectó el 9 de junio, lo que implicas que, como gran parte de la ciudadanía, él duda de las investigaciones oficiales. Desde  el primer momento se relacionó al Abusador con ese atentado.

 No hay dudas que la credibilidad de todas autoridades y la justicia dominicana está en crisis, tanto que ya hasta los solicitados en extradición por Estados Unidos la aceptan voluntariamente “porque allá la justicia es buena”, y se anuncia que el principal acusado estaría dispuesto a entregarse, pero a las autoridades norteamericanas.

Ante una crisis tan devastadora en cualquier nación de mediana intensidad democrática, el presidente se hubiese sumado públicamente a la consternación pidiendo explicaciones  y  con disposiciones extraordinarias. Ayer se comunicaba que Danilo Medina se había reunido con los organismos de emergencia ante el riesgo de tormenta atmosférica. Pero no se ha informado que hiciera lo mismo con los organismos de seguridad nacional ante el devastador huracán del narcotráfico que desnuda tanta corrupción e impunidad.-  

La JCE sólo puede suspender la promoción de candidaturas

Acento.com.do/Archivo/Julio César Castaños Guzmán, presidente de la JCE.Acento.com.do/Archivo/Julio César Castaños Guzmán, presidente de la JCE.

En un ambiente de crispación política en que el intento de otra reforma reeleccionista de la constitución parece condicionarlo todo, la JCE intenta contener la promoción ilegal de candidaturas, pero se excede al hablar de las “actividades proselitistas”

                                                Por Juan Bolívar Díaz

            Tiene que conseguir respaldo la resolución, un poco tardía, de la Junta Central Electoral que intenta contener el desbordamiento de las actividades de promoción de candidaturas en abierta violación de la Ley de Partidos 33-18, aunque el texto incurre en un exceso al disponer la suspensión de las “actividades proselitistas”.

Con la necesaria precisión, que ha de expresarse en la reunión convocada para el miércoles 29 con los partidos, la decisión debería contribuir a mejorar el clima político contaminado por las ráfagas continuistas que intentan otra reforma constitucional, amenazando  el orden institucional de la nación.

Era urgente la contención     

La esencia de la Resolución 10-2019 de la JCE, que remite a las limitaciones de los períodos de campaña establecidos en la Ley de Partidos, era urgente hace tiempo para la prevalencia de una normativa que se discutió por más de dos décadas y que tiene entre sus objetivos fundamentales limitar los extensos períodos de campaña electoral y los enormes costos que tiene la democracia dominicana, los cuales incentivan la irrupción del dinero y los recursos del Estado, del tráfico de influencias y de actividades ilícitas.

Esa ley estableció que la pre-campaña electoral, o período de promoción de los aspirantes a las candidaturas electorales de los partidos, “será iniciado el primer domingo del mes de julio y concluirá con la escogencia de los candidatos”. El reglamento emitido por la JCE en diciembre pasado precisó que se inicia el 7 de julio, hasta las elecciones primarias tres meses después.

Una extrema flexibilidad del órgano regulador, con los dirigentes políticos que ya habían adelantado actividades propias de la pre-campaña, la llevó a instituir algo que no está en la ley: “el Período Previo de Pre-campaña” (pre-pre), cuando lo que procedía era hacer acatar la normativa en un plazo razonable de días o semanas, para no afectar eventos ya programados.

El desbordamiento fue tan flagrante que muchos aspirantes a candidaturas ignoraron no sólo las limitaciones del pre-pre, sino también las de la pre-campaña misma, que el artículo 43 relega “a lo interno de los partidos”, en sus locales o en recintos cerrados, y el 44 prohíbe afiches, vallas, cruza calles, calcomanías, altoparlantes y cualquier otro instrumento fuera de los locales, así como la promoción por medios radiales y televisivos.

El reclamo social de que prevaleciera la ley fue intenso, y hace dos semanas que lo formalizo ante la JCE el movimiento cívico Participación Ciudadana.

Promoción de candidaturas   

La JCE tuvo que dar dos plazos, el último en diciembre, para lograr que desmontaran cientos de vallas en carreteras y calles, mientras en el partido de gobierno se desarrollaba una intensa campaña con actos multitudinarios en centros deportivos y transmisiones de radio y televisión. El primero fue el expresidente Leonel Fernández, y posteriormente los partidarios de la re postulación del presidente Danilo Medina se lanzaron de lleno a organizar actos masivos provincia por provincia. Algunos de esos actos fueron transmitidos por cadenas de radio y televisión y redes sociales,  y se llegó al extremo de que el ministro de Obras Públicas difundió por estos medios una extensa promoción de la candidatura de Medina, aunque el mandatario tiene un impedimento constitucional para optar de nuevo por la presidencia.

Otros precandidatos del partido gobernante también montaron vallas y realizaron actos masivos públicos promoviendo sus aspiraciones, especialmente el exministro de Educación Carlos Amarante Baret y el presidente del Senado Reinaldo Pared Pérez. Por todo el país los alcaldes aspirantes a la reelección encontraron recursos para promoverse y ya habían comenzado también los aspirantes a senadores, diputados y hasta a regidores.

El generalizado desafío a la Ley 33-18 en cuestiones tan visibles,  comprobables a simple vista, ha dejado en ridículo disposiciones más complejas de la misma, mucho más difíciles de documentar, como las violaciones a los límites del financiamiento privado y del gasto. De hecho habría que preguntar si los cientos de millones de pesos gastados en el pre-pre por quienes usufructúan el poder, serán objeto de contabilidad. Se desconoce si la JCE ha puesto en vigencia “la unidad especializada de control financiero de los partidos¨, instituida en los artículos 66 y 67 de la misma ley.

La mayor sanción

            Tanto de la Ley de Partidos, como de la del Régimen Electoral 18-09, se ha criticado que tienen un régimen de sanciones poco disuasorio de los delitos electorales, hasta el punto que en ambos textos las mayores penalidades se reservaron para quienes por las redes sociales u otros medios de comunicación difundieran informaciones “que afectaran la imagen” de  candidatos y dirigentes políticos, lo que ya fue declarado inconstitucional por el Tribunal Constitucional.

Pero en la de partidos hay por lo menos una sanción drástica, contenida en su artículo 78, numeral 8, donde se establece que “Los aspirantes que inicien su campaña antes del tiempo oficial de campaña o precampaña serán sancionados con la inadmisibilidad de la candidatura. La Junta Central Electoral será responsable de hacer cumplir esta disposición”.

Si se fuera a cumplir esta ley, como correspondería sin que tenga que darse ningún plazo, habría una gran renovación de candidatos por todo el país, empezando por los presidenciales, a la cabeza de los cuales se iría Leonel Fernández, el que más actividades de promoción de sus aspiraciones ha realizado, muchas masivas, en locales públicos y a través de  medios de comunicación, pero por igual quedarían anuladas casi todas las precandidaturas, incluyendo las también promovidas de Luis Abinader e Hipólito Mejía del principal partido opositor, aunque estos no han realizado actos masivos en estadios ni parques, ni colocaron vallas ni han pagado spots de radio y televisión. Pero nadie cree que la JCE tenga fuerza ni siquiera para intentar dar vigencia a esa sanción. Al fin de cuenta en la cultura nacional las leyes son puras sugerencias.

El tufo salomónico

Es obvio la JCE  tiene exceso de responsabilidades con los agregados de organizar las elecciones primarias de los partidos, el adelanto en tres meses de las elecciones municipales y  las previsiones para el cómputo del voto preferencial, ahora también por los regidores y vocales. Tal vez eso explique que no haya querido entrar en contradicciones con los partidos, y menos con el que controla todos los poderes del Estado, el presupuesto y muchas otras cosas.

A eso se atribuye la salomónica resolución que suspendió el voto de arrastre de los senadores en las 26 provincias menores pero lo mantuvo en el Distrito Nacional y las cinco mayores provincias, a pesar de que la Ley del Régimen Electoral establece tres veces que  son cuatro los niveles separados de elección, especificando el de los senadores como segundo.

En la Resolución 10-2019  “Que suspende las actividades proselitistas en el Período Previo de Precampaña”, asoma otra vez el tufo salomónico, y se  exceden las facultades del organismo, entre las cuales no está suspender las actividades proselitistas de los partidos, que es un derecho inalienable. Ninguna ley ha limitado en el tiempo ese derecho constitucional. Lo que se regula son los periodos y medios de promoción de candidaturas y de campañas electorales.

En el último considerando, esta resolución señala las “visitas casa por casa” entre las que han excedido el período pre-pre, lo que implica al opositor PRM en las violaciones, ya que hace poco dedicó un fin de semana a esa labor. Pero, según se anunció, no fue para promover candidatos, sino de inscripción de miembros y para rechazar la reforma constitucional reeleccionista. Ninguno de los dos objetivos está en las prohibiciones legales.

Seguro que la JCE precisará los alcances de su resolución en la reunión convocada con los partidos, donde sí tiene que insistir en el estricto cumplimiento de la ley, y hasta recordar que está autorizada a “declarar la inadmisibilidad” de candidaturas promovidas a destiempo.

Reino de incertidumbres

            Mientras se hacen esos tímidos esfuerzos por la prevalencia de las normativas, la lucha interna en el Partido gobernante sigue condicionando y contaminando el curso de los acontecimientos, apenas a dos semanas que comiencen a caer los plazos para la pre-campaña, ya que el 7 de junio los partidos  tienen que hacer las reservas de las candidaturas para eventuales alianzas. Eso afecta particularmente al PLD en tanto los aliados podrían cambiar dependiendo de quién se imponga en el control del partido y/o encarne su  candidatura presidencial.

Como en las semanas anteriores, se vuelve a anunciar que ya un grupo de senadores estarían listos para introducir el proyecto de ley de convocatoria de la asamblea revisora de la Constitución, pero todo sigue dependiendo de que el presidente Danilo Medina decida correr la aventura de una fuerte fractura de su partido, cuando dirigentes de su más alto organismo, como Felucho Jiménez, dan por hecho de que están al borde de la división, y otros guardan distancia de los focos de enfrentamientos.

Con gran oposición interna y 68 por ciento de la ciudadanía rechazando otra reforma constitucional reeleccionista, Medina tiene una enorme responsabilidad. De lo que no hay dudas es que una vez más el afán continuista en el poder sacude los cimientos de la institucionalidad democrática y mantiene la nación al garete por un período que ya se antoja excesivo.-

Atascada la maquinaria continuista; Danilo reconocería sus limitaciones

POR JUAN BOLÍVAR DÍAZA un año de la elección presidencial la opinión pública sigue dominada por el intento sin precedente de una segunda reforma constitucional para la continuidad del mismo mandatario, lo que luce cada vez más riesgoso para la institucionalidad democrática

                                                Por Juan Bolívar Díaz

            Fracasado el publicitado intento de hacer aprobar en la reunión del lunes 13 el proyecto de buscar una nueva reforma constitucional pro reelección, y a pesar de una ofensiva provincial en favor del presidente Danilo Medina, el propósito luce atascado, sin que se vislumbre la brecha por donde pueda ser colado.

Cada vez parece pesar más el enorme rechazo social, que ratifican las encuestas, a la segunda reelección consecutiva para un tercer período presidencial de Medina, a lo que se suman hasta factores internacionales, por lo que crece la convicción de que el pragmatismo llevará al mandatario a declinar, aunque intentaría acuerdo para una candidatura de consenso en su partido.

Ni intentaron sacar cabeza

            Constituyó un revés para los promotores del continuismo gubernamental que ni siquiera pudieran sacar la cabeza en la reunión del Comité Político del Partido de la Liberación Dominicana (PLD) del pasado lunes 13, tras dos semanas de persistentes versiones de que allí quedaría sellado el proyecto, que el mes de mayo sería definitivo y hasta que el Ministro de la Administración Pública Ramón Ventura Camejo repetiría la hazaña del 2015 cuando tomó la iniciativa que culminó en un acuerdo para modificar la Constitución pro reelección de Medina.

Ni Camejo ni ningún otro propulsor de la reelección sacaron la cabeza en la reunión, cuya agenda fue ratificada horas antes por el secretario general, Reinaldo Pared Pérez, y representantes del presidente del partido, Leonel Fernández, ambos aspirantes a la candidatura presidencial. Y el encuentro transcurrió como si no hubiese una magna confrontación en el seno del partido entre los grupos que encabezan sus dos líderes. Se abocó a ratificar la aprobar la convocatoria de una reforma estatutaria que permita la elección de los candidatos mediante primarias abiertas, y a discutir las opciones tras la salomónica resolución de la Junta Central Electoral sobre el voto de arrastre a los senadores.

            Aunque pocos dirigentes peledeístas quieren referirse públicamente al tema, no son pocos los que admiten en privado que resultaría riesgoso presentar en el Comité Político una resolución que contradiga el acuerdo que ese organismo hizo hace 4 años “para salvar la unidad del partido”, el cual implicó la reforma para habilitar la candidatura a la reelección de Danilo, pero también el compromiso de consignar en la Constitución que él no podrá ser candidato presidencial para el 2020 y “nunca más”, como en efecto se hizo.

No estamos en el 2015

Tres reconocidos abogados constitucionalistas, que incluso han sido consultores de organismos estatales y guardan distancia de la oposición política, advirtieron el miércoles que las circunstancias de ahora no son las del 2015, y que los riesgos de imponer otra reforma constitucional son tan elevados que generarían crispación y una perturbación que podría resultar traumática para la sociedad dominicana. Hace cuatro años las encuestas arrojaban hasta dos tercios en favor de un segundo período para Medina, similar a la proporción que ahora rechaza un tercero.

Las opiniones de Cristóbal Rodríguez, Nassef Perdomo y Eduardo Jorge Prats en el Almuerzo del Grupo de Comunicaciones Corripio tuvieron más significación por sus respectivas posiciones políticas moderadas, especialmente la del último, persistente consultor de instituciones estatales y abogado del Partido Revolucionario Dominicano, principal aliado político del gobierno al que se considera dispuesto a respaldar nuevamente otra postulación de Medina. Condicionaron la reforma constitucional a que sea fruto de un consenso social y político que está lejos de vislumbrarse.

Es que nadie ignora que el presidente Medina no tiene consenso ni en su propio partido, y mucho menos en el resto de la sociedad, para intentar la segunda reelección consecutiva, ni los dos tercios de los votos de la Asamblea Nacional necesarios para reformar la Constitución, y que para lograrlos tendría que utilizar el poder económico y político del Estado, en desmedro de la institucionalidad de los partidos y de la democracia misma.

Resistencia en dos frentes

            Para modificar la Constitución los danilistas necesitan pelear al mismo tiempo en dos frentes, interno y externo. El primero está encabezado por Leonel Fernández, quien encarnó los tres primeros gobiernos del PLD, que retiene la presidencia del partido, y se ha mantenido en medio de la calle desde agosto del 2017, buscando de nuevo la candidatura presidencial. En su favor opera no sólo el liderazgo, la gratitud y lealtad que mantiene en amplios segmentos de la dirección y militancia de su partido, sino también el hecho de que ya él declinó dos veces consecutivas en beneficio de la candidatura de Medina, cuyo primer triunfo en el 2012 fue en gran medida debido a que aquel metió el Estado entero en la campaña electoral, gastando en exceso fiscal más de 150 mil millones de pesos.

El problema se complica porque Leonel aparece firme en que “esta vez no hay marcha atrás”, ratificando que defenderán la Constitución y la democracia, lo que fue ratificado esta semana por 36 diputados peledeístas con un duro pronunciamiento. Junto a 6 senadores, serían 42 votos del PLD  en la asamblea nacional. Si le suman los 46 del Partido Revolucionario Moderno que también esta semana publicaron su decidido rechazo a la reforma constitucional, ya serían 13 votos más de los 75 que impiden los dos tercios. Sin contar por lo menos la mitad de la docena de reformistas, y los de 6 diputados  de partidos minoritarios, incluyendo tres que fueron electos en las boletas peledeístas. También faltarían varios perremeistas que, como Ginett Bournigal estiman innecesario firmar un documento al respecto.

Muchos consideran que el gobierno tiene poder para comprar treinta votos, pero la resistencia dentro y fuera del PLD llega a niveles que crea dudas. Peledeístas y reformistas han prometido denunciar en “un paredón moral” a quien venda su voto, y los líderes del PRM han ratificado que expulsarán a quien traicione la línea partidaria.

Hasta factores externos

Entre los ingredientes que han atascado el proyecto continuista aparecen los recientes resultados de las encuestas más acreditadas del mercado electoral dominicano, la Gallup-HOY y la de Mark Penn-Sin, manteniendo el rechazo a otra reforma constitucional reeleccionista cerca de los dos tercios. Según El Caribe del 8 de mayo, el rechazo promedió 64% en 14 encuestas publicadas desde marzo del 2018. En la última Penn fue 61%, pero en la Gallup 68, con el agravante de que un 62% dijo que no votaría por Medina si lograra ser postulado.

Los factores externos tampoco han sido favorables para el proyecto continuista, incluyendo la nada disimulada preferencia expresada por la embajadora Bernstein por la alternabilidad democrática, al ponderar lo beneficioso que es el sistema estadounidense de dos períodos presidenciales y nunca más, como indica la Constitución que promulgó Medina.

En esa dirección se inscribió el jueves el senador Bob Meléndez, miembro de la Comisión de Relaciones Exteriores del Senado de EU, en una carta al secretario de Estado Mike Pompeo, expresando “profunda preocupación” por los esfuerzos para reformar la Constitución dominicana a fin de permitir al presidente Medina “una segunda reelección sin precedente”.

Meléndez recordó que a principio del año el Senado aprobó una resolución reafirmando el compromiso con los principios democráticos en Bolivia y en toda América Latina y el Caribe “respaldando los límites del período presidencial con controles razonables contra una historia de golpes, corrupción y abusos de poder”. Pidió que EU “utilice todas las herramientas diplomáticas a su disposición para subrayar la importancia de la gobernabilidad democrática” en la RD.

La iniciativa ocurrió pocos dis después que el principal precandidato opositor, Luis Abinader, anduviera por Washington denunciando los riesgos del continuismo dominicano. Y es que una segunda reforma constitucional seguida para mantenerse en el poder, colocaría  la nación al nivel de Bolivia, Nicaragua y Venezuela, donde la carta magna se reforma cada vez que es necesaria en aras del continuismo en el poder. Con esos dos vecinos, y con Cuba y Haití, lo que menos quiere arriesgar EU es la inestabilidad política en RD.

La gran opción de Danilo

Cada vez son más los que entienden que son grandes los riesgos a que se expondría el presidente Danilo Medina, tanto para su partido como para la sociedad dominicana, intentar “lo que nunca se ha hecho” en materia de reelección, dos reformas constitucionales consecutivas por el mismo mandatario. Ya esta semana los diputados de su partido Juan Comprés, Carlos Quiñonez y Demóstenes Martínez  le recordaron que fue él mismo quien redactó el transitorio de su Constitución que le prohíbe ser candidato en el 2020 y nunca más.

Las ambiciones de algunos seguirán produciendo actos como los anunciados para este domingo en la metrópoli capitalina, pero la sagacidad de Medina le deben llevar a seguir el ejemplo de Leonel Fernández, quien en situaciones desfavorables desestimó los clamores de que reformara la Constitución para proseguir en el poder en el 1998 y en el 2012, y logró mantenerse vigente hasta ahora. La primera vez dejó el Senado reunido un sábado, esperando el proyecto de reforma, tras comprobar que le faltarían votos, aunque habían “conquistado” casi todos los reformistas y algunos perredeístas. Y hasta la fecha Fernández dice que otros querían arrastrarlo.

Con todo el poder que heredó y el que ha acumulado, Danilo podría buscarse una negociación en su partido, para una candidatura de consenso, o que se le garantice seguridad, y hasta quitarle el “nunca más” para después del 20, evadiendo lo que cada vez más luce como una peligrosa aventura política. Puede ser que lo sepa hace tiempo y que hasta lo tenga decidido, pero crea necesitar un clamor mayor en su favor para imponer la transacción más favorable.-

Ahora las democracias ya no mueren manu militari, sino de inanición política

27_04_2019 HOY_SABADO_270419_ El País12 B

Sobran razones al arzobispo Francisco Ozoria y a todos los que temen que el país se encamina a un nuevo tipo de dictadura, que ya no se define por los sables, el asesinato y el exilio, sino por el socavamiento de las bases institucionales y el predominio caudillista

                                                Por Juan Bolívar Díaz

No sería racional sostener que el gobierno del Partido de la Liberación Dominicana y el presidente Danilo Medina es una dictadura clásica del siglo pasado, como la definió el general peruano Manuel Odría cuando le pidieron que explicara su afirmación de que él gobernaba con la religión y el deporte (1948-56), y respondió: “que quien no comulga conmigo, lo deporto”.

Tal como sostienen los académicos de la Universidad de Harvard Steven Levitsky y Daniel Ziblatt, en su libro de septiembre pasado “Cómo Mueren las Democracias”, éstas ya no fracasan de forma dramática a manos de generales, sino de líderes electos que socavan poco a poco las bases institucionales, en pasos apenas apreciables.

La dictadura según Ozoria

Han tenido que manipular al Arzobispo de Santo Domingo, monseñor Francisco Ozoria, para intentar descalificarlo por su advertencia de que “si no despertamos, si no cambiamos, vamos hacia una dictadura”, tras quejarse de que la actual estructura gubernamental no respeta la independencia de poderes en que se fundamenta la institucionalidad democrática consagrada en la Constitución. Y le sobran razones tanto a él como a otros prelados, sacerdotes, ministros de diversos credos y dirigentes políticos y sociales que en las últimas semanas denuncia la erosión de las frágiles bases de la democracia dominicana, en aras del continuismo en el poder.

Los detonantes han sido dramáticos: la impudicia con que a la vista de todos el presidente Medina manejó el Consejo Nacional de la Magistratura, colocando en un paredón de calumnias y mentiras al mayor símbolo de la independencia judicial, Miriam Germán, para sustituir sin la correspondiente evaluación a casi la mitad de los integrantes de la Suprema Corte de Justicia en violación de la Constitución, varias leyes y el reglamento del organismo. Y luego por las presiones, amenazas y acciones intimidatorias contra los jueces del Tribunal Superior Electoral (TSE) por la sentencia que afecta a un partido aliado del gobierno, lo que Participación Ciudadana definió como ominosa advertencia contra otros órganos, entidades y ciudadanos.

Es obvio que en el país no hay presos políticos ni los asesinatos y deportaciones que caracterizaron las dictaduras desde el inicio de la República, pero es cuasi dictatorial que se sustituyan jueces clamando falsedades, o que al presidente del TSE le despojaran de su escolta en plena calle, y que ministros y el mismo Procurador General lo citaran de madrugada, o que se revele que  en dos años se solicitaron 17 mil 637 interceptaciones de teléfonos bajo el pretexto de una investigación judicial, muchos de ellos con nombres ocultos, porque no procedían.

Baja calidad democrática

La pobreza institucional de la nación quedó documentada en el reciente informe sobre Calidad de la Democracia en la República Dominicana publicado por el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), resumido en El Tema de HOY del 30 de marzo último, en la posición 20 de 24 países de América Latina y el Caribe, sólo mejor que Honduras, Haití, Nicaragua y Venezuela. De 100 indicadores, sólo registramos 20 como satisfactorios, con 32 aceptables y 48 deficitarios.

“Dado el análisis expuesto en la dimensión de Estado de Derecho, que presentó un alto nivel de discrecionalidad del Poder Ejecutivo, una baja independencia del Poder Judicial  y una capacidad débil del Poder Legislativo para servir de contrapeso, la disminución de los niveles de confianza ciudadana respecto a aquellas instituciones encargadas de crear y aplicar las leyes… aumenta el riesgo de profundización del autoritarismo en el país” (página 98 del informe).

“La pérdida de confianza en las instituciones de la democracia dominicana es un llamado de alerta. Sobre todo, porque los datos exponen la debilidad del Estado de Derecho, la limitada capacidad de las instituciones democráticas para servir como contrapesos, las bajas garantías de derechos fundamentales y el alto grado de discrecionalidad que mantiene el Poder Ejecutivo frente a las otras ramas del Estado. Todos estos elementos construyen un contexto de vulnerabilidad de la democracia ante situaciones con potencial desestabilizador” (página 129).

“La República Dominicana presenta calificaciones bajas y muy bajas en lo relativo a los límites y controles de los poderes Legislativo y Judicial sobre el Ejecutivo, la independencia del Poder Judicial, la lucha contra la corrupción y la rendición de cuentas del funcionariado público” (página 140).

El control casi absoluto del PLD

  • Mantiene la presidencia de la nación desde el 2004, en elecciones profundamente desiguales, con abuso del Estado y grandes déficits fiscales en las campañas electorales
  • Absoluto control del Poder Legislativo, arrebatando hasta la única senaduría opositora en el 20l0
  • Reformas constitucionales en el 2010 y 2015 para garantizarse el control del Estado
  • Dirigentes del PLD controlan el Consejo Nacional de la Magistratura, las altas cortes, la Cámara de Cuentas, y el ministerio público
  • Elección de una mayoría de dirigentes y allegados en los órganos electorales
  • Apropiación de dos tercios del 10 por ciento de los ingresos fiscales que la ley destina a los ayuntamientos, a los que sustrajo $184 mil millones sólo en el lapso 2013-18
  • Violación sistemática de leyes fundamentales, como la del sistema financiero, la de salarios públicos, y la de Estrategia Nacional de Desarrollo
  • Manipulación de la opinión pública con tres mil comunicadores en las nóminas estatales, inversión publicitaria de $10 millones por día y presión a independientes.
  • Utilización de jueces y árbitros electorales para destruir o reducir partidos opositores
  • El Comité Político del PLD, 35 miembros, decide hasta las reformas constitucionales
  • Cooptación de gran parte del liderazgo político, sindical,profesional, artístico, y dirigentes sociales mediante empleos, becas, compras y contrataciones.
  • Creación de miles de empresas de dirigentes y allegados, mediante corrupción y privilegios
  • Controles sobre 1 millón 200 mil personas, mediante programas sociales que apenas promedian 30 dólares mensuales
  • Incorporación a las nóminas y nominillas públicas de decenas de miles de dirigentes del PLD
  • En el 2016 designaron 33 mil empleados temporeros, activistas electorales

La muerte de la democracia

            En un libro de 335 páginas, Levitsky y Ziblatt sostienen que la democracia se bate en retirada en muchas partes del mundo, incluido los Estados Unidos, sobre todo tras el apogeo de Donald Trump, víctima de los políticos, no de los generales, que abusan de los mismos mecanismos que les permitieron acceder al poder, desconociendo las reglas de la tolerancia mutua y la contención institucional, “apresando a los árbitros, marginando a los actores clave, y reescribiendo las reglas del juego para inclinar el campo en contra de sus adversarios” (página 206).

“Las dictaduras flagrantes, en forma de fascismo, comunismo y gobierno militar, prácticamente han desaparecido del panorama. Los golpes militares y otras usurpaciones del poder por medios violentos son poco frecuentes. En la mayoría de los países se celebran elecciones con regularidad. Y aunque las democracias siguen fracasando, lo hacen de otras formas, Desde el final de la Guerra Fría, la mayoría de las quiebras democráticas no las han provocado generales y soldados, sino los propios gobiernos electos” (página 13).

Con múltiples ejemplos americanos y de otros continentes, los autores dedican un capítulo 4 a describir cómo se realiza “La subversión de la democracia”. Con frecuencia el desmantelamiento es paulatino. “Al principio puede resultar imperceptible…siguen celebrando elecciones, los políticos de oposición siguen ocupando escaños en el Congreso y la prensa sigue publicándose. La erosión de la democracia tiene lugar poco a poco (página 95).

“Con los tribunales repletos de personas afines y las autoridades que velan por el cumplimiento de la ley metidas en cintura, los Gobiernos pueden actuar con impunidad…Y las agencias de inteligencia pueden dedicarse a espiar a las personas críticas y desenterrar material para chantajearlas…despidiendo a los funcionarios y otros empleados públicos ajenos al partido y reemplazándolos por leales” (página 96).

Una descripción local

El libro de Levitsky y Ziblatt parece una descripción del proceso seguido por el PLD en el poder. Subraya que “La mayoría de las autocracias contemporáneas no borran todo rasgo de disidencia… A medida que los medios de comunicación más destacados son atacados, otros se vuelven recelosos y empiezan a practicar la autocensura… también buscan debilitar a los empresarios con medios para financiar a la oposición e intentan silenciar a figuras culturales populares o de reputación moral (páginas 103-104).

“Los autócratas que pretender consolidar su poder acostumbran a reformar la Constitución,, el sistema electoral y otras instituciones de modo que resultan desfavorable o debilitan a la oposición” (página 106). Para que el sistema constitucional funcione, debe darse un delicado equilibrio entre el poder ejecutivo, el Congreso y el poder judicial. El Congreso y los tribunales deben supervisar y, en caso necesario, controlar el poder del presidente. Son, por así decirlo, los perros guardianes de la democracia” (páginas 147-148).

Los autores sostienen que “Las instituciones por sí solas no bastan para poner freno a los autócratas electos. Hay que defender la Constitución, y esa defensa no solo deben realizarla los partidos políticos y la ciudadanía organizada, sino que también debe realizarse mediante sistemas democráticos… La paradoja trágica de la senda electoral hacia el autoritarismo es que los asesinos de la democracia utilizan las propias instituciones de la democracia de manera gradual, sutil e incluso legal para liquidarla”.

La maldita reelección

            Como siempre en la historia nacional, detrás de grandes intentos por subvertir el orden institucional, se encuentro un proyecto de prolongación indefinida en el poder, lo que se ha llamado “la maldita reelección”, y eso comenzó a tomar cuerpo desde antes de la mitad del segundo período del presidente Medina, pese a una prohibición constitucional por él mismo auspiciada en el 2015, como ha quedado documentado en esta página:

  • “Los danilistas se lanzan contra todos en una inexplicada locura política”. 14 de abril del 2018, cuando su Senado aprobó el absurdo proyecto de ley que buscaba imponer a todos los partidos el padrón abierto para elegir candidatos.
  • “Otra reelección de Danilo Medina le saldrá muy cara a la nación” (25 de agosto del 2018).       
  • “Crecimiento económico con esteroides y pobreza institucional y democrática” (29 de diciembre del 2018).
  • “El discurso de Medina inicia la ofensiva por su reelección” (2 de marzo del 2019)
  • “La calidad democrática de RD entre las 5 peores de la región” (30 de marzo del 2019)
  • “Nuevo escándalo: el PLD y su Gobierno socavan la institucionalidad democrática” (13 de abril del 2019).

 

Nuevo escándalo: el PLD y su gobierno socavan la institucionalidad democrática

27_04_2019 HOY_SABADO_270419_ El País12 B

 

Las presiones e intimidaciones contra jueces del Tribunal Electoral, tras la escandalosa ofensiva que sacó a Miriam Germán de la Suprema Corte, repercute sobre otras instituciones y buscarían allanar el camino al temido asalto constitucional reeleccionista 

                                                Por Juan Bolívar Díaz

            Hay indicios de consternación en la sociedad dominicana por las presiones desatadas contra la mayoría de los jueces del Tribunal Superior Electoral (TSE) que anularon una convención del Partido Revolucionario Dominicano (PRD), principal aliado del gobernante Partido de la Liberación Dominicana (PLD), al extremo de ser amenazados con juicio político.

Ante una situación que pudiera ser subsanada, el gobierno prefirió un nuevo escándalo político, apenas dejando atrás el protagonizado con las violaciones constitucionales, legales y reglamentarias en que incurrió el Consejo Nacional de la Magistratura con la Suprema Corte de Justicia, lo que indica una escalada contra la institucionalidad democrática.

¡Expectativas y presiones!

Con esas dos palabras encabezaba HOY su portada del pasado lunes 8, informando que “Grandes expectativas y un ambiente inusual de presiones se han creado desde mediados de la semana pasada en relación con la sentencia que será leída hoy por el Tribunal Superior Electoral tocante a una convención del Partido Revolucionario Dominicano”. Agregaba que la sentencia se habría filtrado al PRD y esferas del gobierno, originando presiones y acciones “que de conocerse escandalizarían a la sociedad” y que hasta la jerarquía de la Iglesia Católica había sido enterada.

Las primeras indagatorias periodísticas del lunes antes de emitirse el veredicto develaron el escándalo. Ministros del gobierno (el Listín Diario luego informaría que cuatro, tres de ellos dirigentes del PLD), habían efectuado llamadas y otros mecanismos de presión sobre el presidente del TSE, Román Jáquez Liranzo para que revirtiera el dictamen que anula la 34 Convención del PRD celebrada en diciembre del 2017, recurrida ante ese tribunal por un grupo de dirigentes disidentes del secuestro democrático en que cayó ese partido a partir del 2013.

Al doctor Liranzo lo interceptaron el viernes 5 en plena calle para retirarle la custodia militar que le corresponde, acción que fue revocada después que se evidenció su inutilidad al leerse la sentencia a media mañana del lunes. También sustituyeron al coronel jefe de seguridad de las instalaciones del TSE, y medios informaron que hasta el Procurador Jean Alain Rodríguez había citado al titular de ese tribunal. Aunque todas esas informaciones tuvieron profusa difusión por todos los medios, hasta anoche nadie del gobierno ni del PLD las había desmentido.

Hubo más, pues el abogado Julio Cury, quien sostiene que el presidente Danilo Medina puede repostularse sin modificar la Constitución, twiteó planteando que la procuraduría debería investigar quién es el propietario del penthouse donde se presume que vive el doctor Liranzo con su esposa, sembrando dudas sobre su legitimidad, y recordando el inicio de la campaña sucia contra la jueza Miriam Germán hasta su destitución, sin motivación, en violación de la Constitución, la Ley del Consejo de la Magistratura y el reglamento de evaluación.

Una intimidación general

            No causó mucha sorpresa que diputados y dirigentes del PRD gritaran contra el presidente del TSE y los jueces Santiago Sosa y Rafaelina Peralta, que habían sostenido su sentencia, pese a los votos disidentes de los otros dos miembros, Arístides Madera y Cristian Perdomo. Pero el escándalo cobró mayor dimensión cuando Reinaldo Pared, presidente del Senado, secretario general del PLD y miembro del Consejo de la Magistratura, planteó una investigación de la cámara de Diputados para determinar si procede un juicio político a los  magistrados que se atrevieron a emitir un fallo que pone en aprietos a un partido aliado.

El presidente de la Cámara, Radhamés Camacho, se mostró presto a examinar el pedido, mientras en los medios de comunicación la legión de comentaristas del gobierno pregonaba las consecuencias de desafiar al poder, ya fuera desde los partidos opositores como de las instituciones del Estado. Todo ello generó alarma en los diversos sectores, con rechazos tajantes de líderes políticos e instituciones sociales como Participación Ciudadana, Finjus, dirigentes evangélicos, con gran acogida en los medios informativos y editoriales como los del Listín Diario y El Día, que lo denunciaron “inadmisible abuso de poder” y “Amenaza inaceptable”.

Participación Ciudadana estimó que “se trata de un mensaje mordaza, que va mucho más allá del TSE, y afecta a todos, desde periodistas, sociedad civil, entidades públicas, aún a aquellas autónomas como la Junta Central Electoral”. Esta tiene pendiente fallar sobre controversias que envuelven al partido gobernante, como el arrastre de los senadores por el voto de los diputados, y el reglamento de la nueva Ley Electoral, y el Tribunal Constitucional (TC) tiene para emisión fallos sobre una decena de impugnaciones de inconstitucionalidad de la Ley de Partidos. El mensaje también puede estar dirigido al Tribunal Contencioso Administrativo, donde algunos pretenden buscar amparo sobre  “el derecho del Presidente” a la reelección

Una sentencia bien fundamentada

La sentencia TSE-012-2019 está bien fundamentada a juicio de juristas como Servio Tulio Castaños y Francisco Alvarez Valdez. Está contenida en 79 páginas, seguidas de los dos votos disidentes, más extensos, que la llevan a 173. Tiene 123 consideraciones y, contrario a lo que algunos alegan, acata sin discutirla la del TC que acogió en revisión la primera anulación de la convención del PRD dictada por el TSE en marzo del 2018, acogiendo la impugnación de un grupo de dirigentes perredeístas porque no se les convocó previamente a la sesión de su Comisión Política que originó el proceso convencional.

El TC consideró que el TSE se había excedido al aplicar estándares ordinarios de derechos que no figuraban en los estatutos del PRD. Pero como los impetrantes también objetaban el siguiente paso del proceso, por falta de quorum en la sesión del Comité Ejecutivo Nacional del partido que convocó la Convención para diciembre del 2017, con las audiencias de rigor se revisó ese alegato. El acta de esa reunión aportada por el PRD dice que asistieron 975 de un listado de 1176 miembros registrado en la JCE, pero sin constancia de fiscalización de este organismo, y el notario público sólo certificó las firmas del presidente y el secretario, sin referirse a los asistentes.

En minucioso relato, el dictamen indica que los dirigentes del PRD presentaron un listado de 1257 asistentes, 81 más de los registrados en la JCE, pero sólo aparecen las firmas de 471 en la casilla correspondientes y otras 42, al dorso del listado para totalizar  513, pero 33 de éstos no figuran en el listado registrado en la JCE, por lo que sólo 480, quedaron documentados como asistentes, faltando 109 para la mitad más uno de los 1176 miembros legalizados. En consecuencia el TSE declaró nula la reunión del CEN por falta de quorum, como alegaron los impetrantes, lo que deja sin efecto la convocatoria de  la Convención y las decisiones que ésta tomó, entre ellas una reforma estatutaria y la reelección del presidente Miguel Vargas, la presidenta en funciones Peggy Cabral, el Secretario general Tony Peña Guaba y el secretario de Organización, Rafael (Fiquito) Vásquez, para el período 2017-21.

Obliga a otra convención

            La sentencia es un grave tropiezo para la autocracia impuesta en el PRD por el actual canciller de la República Miguel Vargas, desde que inició su alianza con el PLD, primero con el presidente Leonel Fernández, y luego con el actual mandatario, pero no es catastrófica en sí misma, pues la situación tiene una salida, que no es desafiar un tribunal que, según el artículo 214 de la Constitución “es el órgano competente para juzgar y decidir con carácter definitivo   sobre los asuntos contenciosos electorales y estatuir sobre los diferendos que surjan a lo interno de los partidos”. Carece de legalidad la reacción  de que la dirección sigue en funciones.

Los dirigentes afectados pueden volver al TC, pero ahora es difícil que pueda objetar la nueva sentencia, fundada en los estatutos del PRD y en  principios constitucionales y legales. Pero también es un camino largo, que obligaría a audiencias y consumiría las siete semanas que faltan para el plazo del 7 de junio en que, según la Ley de Partidos, deberán hacerse las reservas de hasta el 20 por ciento de las candidaturas para alianzas en los comicios del próximo año. Sin autoridad legítima eso no será viable. Lo procedente sería convocar otra vez el CEN para que decida una nueva convención al menos para elegir los dirigentes. Ahora tendría que ser acorde con el artículo 18, numeral 6 de la Ley Electoral 15-19, que establece la responsabilidad de la JCE, de “organizar, administrar, supervisar y arbitrar, conjuntamente con los partidos” la elección de candidatos y dirigentes. No podrán impedir a tiros la votación de los persistentes disidentes encabezados por Guido Gómez Mazara, quien competía por la presidencia, como ocurrió en la convención de  marzo del 2014 que “reeligió” a Vargas y los suyos, pese a lo cual fue reconocido por los entonces titulares del TSE. Mientras tanto se asume que la JCE no podrá entregar los 25 millones de pesos mensuales que este año corresponderían al PRD, lo que ya fue objetado formalmente por los disidentes.

Suenan las alarmas

            Las acciones y hasta intento de juicio político al TSE, sin suturarse el desparpajo de falsedades, espionajes y calumnias para sacar de loa Suprema Corte al mayor símbolo de la independencia judicial Miriam Germán,  detonado alarmas en la oposición política y la sociedad. Parecería inscribirse en el discurso del presidente Medina del 27 de febrero cuando se manifestó “dispuesto a pagar el precio que haga falta por servir a nuestra patria”. En este escándalo, como en el del Consejo de la Magistratura, el silencio del presidente Danilo Medina luce ominoso.

En plena campaña por la postulación para la reelección del mandatario, gastando decenas de millones de pesos en actos provinciales multiplicados cada fin de semana, con reiteradas afirmaciones de que “la reelección va como quiera”, por vía de la compra de votos para una asamblea revisora de la Constitución, o bajo alegato de que se viola el derecho de Danilo Medina, la reacción ante el dictamen del TSE constituye una escalada que deja en jaque la institucionalidad democrática.-

La calidad democrática de RD entre las 5 peores de la región

Calle El Conde en la actualidad. HOY/Rafael Segura Imagen Digital / 4/01/008

Un informe del PNUD coloca el país en la posición 20 de 24 de América Latina y el Caribe en el índice de elecciones libres y justas, sólo superando a Honduras, Haití, Nicaragua y Venezuela y sostiene que su progreso económico no se refleja en lo institucional y social

                                                Por Juan Bolívar Díaz

Un informe entregado esta semana por el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD)coloca el país entre los cinco de peor calidad democrática de 24 evaluados en América Latina y el Caribe, con puntuación de 54 sobre 100, con deficiencia en 48 por ciento de 108 indicadores, 32 por ciento aceptables y sólo 20 por ciento satisfactorios.

El estudio indica que los déficits de la democracia dominicana no son coyunturales, sino  estructurales y contrastan con el progreso económico, que no se refleja en el institucional y social, con creciente desconfianza en las instituciones estatales y los partidos políticos, registrando una reducción de la libertad de expresión.

Democracia en descenso

El informe parte de los avances logrados por la República Dominicana, al haber encabezado la transición democrática a partir de 1978, pero con degradación a principios de los noventa. Tras el fraude electoral de 1994 cayó a la puntuación más baja, 0.28 en el índice de Democracia Electoral del Instituto V-Dem de la Universidad de Gotemburgo, en Suecia, para alcanzar la más alta, 0.72 en el 2002.

Las “grandes mejoras” registradas en el periodo de reformas, desde 1994 a principios de la década del 2000, se evaporan desde mediados de la década del 2010, con retrocesos en calidad de las elecciones,  uso arbitrario de la publicidad estatal, autocensura y falta de diversidad de opinión en los principales medios de comunicación, niveles muy bajos de transparencia en la financiación privada de los partidos y deficiencias democráticas en las prácticas partidistas.

En el 2017 la puntuación dominicana se redujo a 0.54 colocándose en la posición 20 de 24 países de América Latina y el Caribe incluidos en el índice de democracia electoral, donde sólo aparecen con peor puntuación Honduras, Haití, Nicaragua y Venezuela, esta última con 0.27, siendo la mejores Costa Rica, Chile y Uruguay, entre 0.89 y 0.86. En elecciones libres y justas el país mantiene la misma puntuación y posición, pero Nicaragua y Venezuela en el último escalón con 0.28, mientras Chile encabeza con 0.97, seguido de Costa Rica y Uruguay, con 0.96.

Dimensiones y componentes

La calidad democrática medida por el estudio del PNUD, de 196 páginas,  parte de seis dimensiones: Derechos políticos y sistema electoral, Derechos fundamentales, Estado de Derecho, Calidad de la gestión pública, Calidad de vida y equidad social y económica, y Cultura política democrática. Estas dimensiones tienen a su vez 22  componentes desagregados en 108 indicadores.

El semáforo de indicadores dominicanos arroja un déficit democrático en el 48 por ciento de los indicadores, con sólo 20 por ciento satisfactorios y 32 por ciento aceptables. El informe partió de cruces y sistematización de fuentes de variada adscripción ideológica y metodológica, como 15 índices y encuestas de organismos multilaterales y de organizaciones internacionales de la sociedad civil, y nueve encuestas nacionales con datos oficiales de entidades estatales.

En la primera dimensión, Derechos políticos y electorales, hay 30 indicadores, en los que RD recibe partes iguales entre satisfactorios, deficitarios y aceptables, Con la puntuación más baja entre 23 países de la región, y la peor desde la transición democrática iniciada en 1978, en medios de comunicación críticos y en compra de votos, por una práctica generalizada en el territorio y por la mayoría de los actores políticos relevantes.

En censura gubernamental la posición 20 de 23 países, y en libertad de expresión sólo supera a Honduras, Nicaragua y Venezuela. Recoge el índice de Freedom House que hasta el 2000 tenía al país en la categoría de libre, pero desde entonces lo degradó a parcialmente libre. También es alto el déficit en  libertad de asociación, sólo mejor que Ecuador, Venezuela y Nicaragua. En injerencia del gobierno en los partidos de oposición, solo superado por Venezuela y Nicaragua.

Sistema frágil y vulnerable

En ninguno de los 14 indicadores de Derechos fundamentales el país tiene una situación satisfactoria, con 7 aceptables y otros tantos deficitarios, entre estos derechos de mujeres e inmigrantes. En Estado de Derecho, de 21 indicadores sólo 2 aparecen satisfactorios y 4 aceptables, con 15 deficitarios. Aparece mejor en Calidad de la gestión pública, con 3 indicadores satisfactorios, 6 aceptables y 4 deficitarios. Peor en Calidad de vida y equidad, con 5 satisfactorios y 5 aceptables, pero 16 deficitarios. Y en Cultura Política 3 indicadores aceptables y 1 satisfactorio.

Se observa un Poder Ejecutivo con amplio margen de discrecionalidad, lo que afecta negativamente el imperio de la ley y el respeto a los derechos fundamentales. Como positivo se destaca alto nivel de participación cívica, tercero mejor en la región y en democracia local y gestión municipal.

En las consideraciones finales del estudio se plantea que un balance tan deficitario de la calidad democrática de la RD, con sólo 20 por ciento de indicadores satisfactorios, “sugiere un sistema frágil y vulnerable a turbulencias políticas, económicas o sociales, de origen interno o externo”.  Plantea que “los déficits de la democracia dominicana no son coyunturales, sino estructurales, afectan a los pilares de la institucionalidad y tienen efecto sobre la relación de la ciudadanía con el poder y consigo misma, así como sobre las dinámicas de poder entre las tres ramas vertebradoras del Estado”.

Contrastes con la economía   

El informe refleja el contraste de los déficits de la democracia dominicana con el crecimiento del producto bruto interno en las primeras dos décadas del siglo. “El progreso económico no fue acompañado por progreso institucional ni social, ni por una mejora sustancial en la distribución de la riqueza. Las desigualdades económicas, sociales y políticas están presentes y son transversales a todas las dimensiones, componentes e indicadores estudiados”, se expresa en las consideraciones finales.

No se puede llegar a otras consideraciones cuando se registra un aumento progresivo de la desconfianza de la ciudadanía en todas las instituciones fundamentales del Estado y en los partidos políticos, ampliamente documentada en el estudio coordinado por la Unidad de Gobernabilidad Democrática del PNUD en el país, con participación del Instituto de investigación para el Desarrollo y con la asesoría de la politóloga dominicana Rosario Espinal y del uruguayo Miguel Manzi.

Concluye en que el resultado de los indicadores, con sólo 20 por ciento satisfactorio “no autoriza a ser complaciente, sino que obliga a las y los dirigentes nacionales, en los ámbitos político, económico, académico y social, a actuar sobre las prioridades que señalan las evidencias, con la urgencia que reclaman las circunstancias”.

Sostiene que la democracia dominicana sigue en construcción, “acosada por amenazas globales y tentaciones autoritarias”, y que no hay mejor proyecto ni obligación más severa para sus dirigentes que preservarla y fortalecerla, y que a esos propósitos quiere contribuir el informe presentado el 26 de marzo, justo al concluir la misión del español Lorenzo Jiménez de Luis, quien estuvo durante más de cinco años y medio como Representante Residente del PNUD en la República Dominicana, y fue condecorado la semana pasada por el gobierno.-

Habrá que defender los beneficios de la elección municipal separada

POR JUAN BOLÍVAR DÍAZ

En las últimas semanas han cobrado intensidad los rumores del interés de sectores peledeístas por volver a unificar las elecciones, lo que requeriría una reforma constitucional, por donde también podrían intentar colar el proyecto reeleccionista

                   

Por Juan Bolívar Díaz

            En ámbitos políticos se anuncia como inminente un intento de pactar entre los grandes partidos la reunificación nuevamente de las elecciones municipales con las presidenciales y congresuales para mayo del 2020, lo que requeriría una reforma constitucional para colar la eliminación de la disposición transitoria que impide repostular al presidente Danilo Medina.

Dirigentes del principal partido opositor, el Revolucionario Moderno (PRM) advierten de  los riesgos de considerar la reunificación de los comicios, por lo menos mientras exista el interés de modificar los postulados constitucionales sobre la reelección, en tanto líderes de partidos alternativos proclaman como fundamental mantener esa reforma de la Constitución del 2010.

Rumor que cobra fuerza

            Desde hace meses se escuchan clamores contra la separación de las elecciones, provenientes de la misma mayoría apabullante del Partido de la Liberación Dominicana (PLD) en gran parte integrantes de la Asamblea Nacional que la instituyó en la Constitución promulgada por el presidente Leonel Fernández en el 2010, pero en las últimas semanas ha cobrado renovado impulso, tanto que algunos la ven como parte de los esfuerzos por abrir una brecha por lo menos a la eliminación de la disposición transitoria incluida en la Constitución promulgada por Danilo Medina en el 2015 para posibilitar su segunda postulación presidencial.

En un comunicado publicado el miércoles bajo la firma del diputado Fidel Santana, como presidente del Frente Amplio, se advierte que sectores oficialistas estarían contando con el PRM y el Partido Reformista Social Cristiano (PRSC) para una ley de convocatoria de la reforma constitucional con el pretexto de reunificar las elecciones, pero tratar de colar una brecha al continuismo. Dirigentes de por lo menos otros dos partidos opositores también expresan en privado sus temores de que “sectores perremeistas se dejen atrapar por el interés de volver a las elecciones unificadas”.

Altas fuentes del PRM confirman que han recibido tanteos, pero sostienen que eso no será posible de ninguna manera, “por lo menos antes de las elecciones primarias” que definirían las candidaturas del PLD. Uno de ellos avanzó que personalmente no estaría de acuerdo en volver a las elecciones conjuntas. De otro lado, Alfredo Pacheco, miembro de la dirección ejecutiva del PRM e influyente diputado, autorizó a publicar su rechazo, indicando que la versión “es parte de la rumoreología que difunden los oficialistas en interés de crear confusión”. Fue categórico en que el PRM está firme y unificado en el rechazo a todo intento por modificar la Constitución en la actual coyuntura política.

Arrastre presidencialista

Se atribuye a legisladores peledeístas el intento de ganar adeptos entre sus colegas de la oposición sobre la base de que al ser las elecciones municipales tres meses antes de las congresuales y presidenciales, los que ganen en las primeras ya no harían mucho esfuerzo para ayudarlos a mantener sus curules. Objetan que la Constitución estableciera el 24 de abril como fecha para que asuman los que resulten electos en las elecciones municipales de febrero, porque le estarían quitando más de tres meses al período de 4 años por el que los actuales fueron electos, sin haberlo especificado en una disposición transitoria, alegando que “eso podría crear un conflicto constitucional”.

Los abogados del propósito parten del temor de que una elección municipal adelantada fragmente más los resultados electorales, especialmente del PLD que ha dependido mucho del apoyo de 14 partidos aliados para mantener su control político. De hecho en las elecciones unificadas del 2016, el partido oficialista obtuvo en su boleta del nivel presidencial el 50.2 por ciento de los votos, para bajar en el congresual al 41.7 y caer al 35.7 por ciento en el municipal. Esos temores se intensifican ante los esfuerzos de casi todos sus partidos aliados de unificarse para competir en las municipales, compelidos por la Ley de Partidos que ya no les garantiza la personería jurídica por sacar un regidor, y los obliga a buscarse por lo menos el 1 por ciento en alguno de los niveles de votación, y el más viable sería el municipal.

La situación del PLD podría ser más frágil aún en los niveles locales, donde las confrontaciones entre los seguidores de los dos líderes que se disputan el partido y las candidaturas, podría abrir túneles por donde se cuelen los opositores. En algunos lugares, quienes resulten perdedores en las primarias podrían vengarse no participando en la campaña y hasta auspiciando votos por alternativos, sobre todo si provienen de organizaciones sociales. Los aliados peledeístas agrupados en “Juntos Podemos” han dicho que apostarían hasta el 50 por ciento de las candidaturas municipales y congresuales con dirigentes sociales y comunitarios, mientras la mayoría de los partidos opositores estarían contemplando una “Coalición Democrática”, que combinaría candidaturas de sus dirigentes y de líderes sociales.

Un plebiscito anticipado

            El temor de que los resultados de las elecciones municipales puedan representar una especie de plebiscito anticipado para las presidenciales y congresuales tres meses después, es otro de los factores que motivan el interés por reunificarlas. Sin el arrastre presidencial y con una alta proporción de alcaldes, regidores y directores de distritos que están en ventaja competitiva por los mismos puestos, existe el riesgo de que se materialice un mayor rechazo local. Muchos de ellos han perdido popularidad hasta entre sus propios compañeros de partido, por la generalización del sectarismo grupal.

Los dirigentes sociales que promueven la “Coalición Democrática” político-social parten precisamente de la importancia de las elecciones municipales adelantadas “para reivindicar la importancia del gobierno y el poder local” y proponen apelar a la amplia franja de electores insatisfechos con el partidarismo tradicional, especialmente a las mujeres que protagonizan el activismo comunitario y a los jóvenes. Tres millones de electores están en la franja de 18 a 35 años, y otros dos millones hasta los 50. El objetivo de esa plataforma sería el desplazamiento total del dominio estatal  peledeísta, o por lo menos la reducción significativa del mismo “de abajo hacia arriba”.

Para el PRM el temor al resultado municipal sería menor, porque la diferencia fue de sólo dos puntos entre su voto presidencial y el municipal, de 26.8 a 24.4. El PRSC casi multiplicó por tres el 5.6 por ciento presidencial al registrar 12.7 por ciento en el municipal, a lo que contribuyó que personificó la alianza con el PRM en la candidatura a alcalde del DN de David Collado, que superó a la alianza encabezada por el PLD. Para estos las elecciones separadas implican desventaja en términos de financiamiento de dos campañas frente a un PLD al que le sobren recursos por su hábito de usufructuar los recursos estatales.

Lucha por la supervivencia

Los condicionamientos para mantener la personería jurídica impuestos por la nueva Ley de Partidos (obtener alguna representación y el uno por ciento de los votos en algún nivel) ha creado un escenario más complejo para 15 de los 26 partidos que compitieron en las elecciones del 2016. Como se puede ver en el cuadro anexo, ninguno de estos alcanzó el uno por ciento y sólo dos más del medio por ciento  de la votación en el nivel presidencial, apenas uno pasó del 1 por ciento en el Congresual y sólo tres en el municipal.

Sea con alianzas o sin ella, esos 15 partidos minoritarios tienen que evadir el mismo escenario del 2016, cuando  al menos 11 de ellos hubiesen perdido la personería bajo los nuevos requerimientos. Las perspectivas apuntan una vez más a la bipolarización porque el cansancio del prolongado dominio peledeísta tiende a potenciar el voto útil por la alternativa que aparezca con mayores posibilidades, que hasta ahora sería por segunda vez el PRM, que se estrenó  encabezando una alianza que consiguió el 35 por ciento para su candidatura presidencial.

Desde dos semanas antes de los comicios del 2016 el PRM protagonizó algún nivel de concertación con otros 10 partidos de oposición, pero su apoyo a la Ley de Partidos rechazada por estos, los distanció y ahora resulta más difícil la consecución de acuerdos.

Partidos que promediaron menos del 1% en los

3 niveles de elecciones  en los comicios del 2016

 

Partidos

Niveles de elecciones

Presidencial              Congresual               Municipal

 

Total

 

Porciento %

De los aliados del PLD          
UDC 0.45 0.55 0.95 1.95 0.65
PCR 0.85 1.13 0.81 2.79 0.93
PTD 0.36 0.50 0.43 1.29 0.43
PPC 0.30 0.45 0.53 1.28 0.43
PAL 0.30 0.39 0.47 1.16 0.39
PASOVE 0.32 0.58 0.47 1.37 0.46
PDI 0.14 0.49 0.44 1.07 0.36
PLR 0.38 0.71 1.02 2.11 0.70
PDP 0.15 0.28 0.21 0.64 0.21
PNVC 0.10 0.24 0.12 0.46 0.15
PRI 0.13 0.24 0.14 0.51 0.17
De los aliados del PRM
DXC 0.64 0.89 1.02 2.55 0.85
Independientes
APD 0.35 0.45 0.28 1.06 0.35
FNP 0.35 0.87 0.46 1.68 0.56
PRSD 0.18 0.47 1.23 1.88 0.63

Elaborado por Juan Bolívar Díaz  con el boletín final de la JCE  de  las elecciones  del 2016

 

 

Las reformas electorales en la picota y no reducen el alto costo de la política

16_02_2019 HOY_SABADO_160218_ El País12 B

En la Ley del Régimen Electoral hay avances, frustraciones y hasta retrocesos, como en la Ley de Partidos con grandes incertidumbres, ambas aprobadas de emergencia después de muchos años relegadas en el Congreso y por el liderazgo político nacional

                                                Por Juan Bolívar Díaz

            La nueva Ley del Régimen Electoral aprobada esta semana por el Congreso Nacional y aún pendiente de promulgación contiene algunos avances, pero también frustraciones y hasta retrocesos, como ocurrió con la Ley de Partidos y Agrupaciones Políticas de agosto pasado, en ambos casos sin que sus resultados justifiquen la larga espera ni limiten el costo de la política.

“Como caña pa´l ingenio” tituló HOY la aprobación de la Ley Electoral, cuando se cerraba la legislatura y en medio de las incertidumbres que afectan la Ley de Partidos, con impugnaciones de inconstitucionalidad y rechazo al financiamiento estatal adicional de la actividad partidista metido de contrabando.

Como caña pa´l ingenio

            El proyecto de Ley del Régimen Electoral llevaba más de siete años, dando tumbos en el Congreso Nacional, presentado por la Junta Central Electoral (JCE) a fines del 2011 para adecuar esa legislación al nuevo marco establecido en la Constitución del 2010 y le pasaron dos elecciones generales relegado por la mayoría peledeísta. El de Ley de Partidos, aprobado en agosto pasado, pasó 16 años en el Congreso. Ambos fueron aprobados de urgencia, en lecturas consecutivas, sin dar tiempo a la ponderación y sin escuchar viejos clamores de democratización.

Como se trata de un texto de 293 artículos, muchos con varios párrafos, es muy probable que muchos legisladores no conocieron más que el informe de la comisión bicameral que lo sancochó para que pudiera ser aprobado en la legislatura que agonizaba, extendida por el presidente Danilo Medina. No lo pudieron salvar de visibles defectos de redacción, redundancias y hasta confusiones, como el artículo 147 sobre “candidaturas independientes”.

Se ignora si de haber sido ponderado, algún legislador hubiese advertido que el régimen de sanciones contenido en los artículos 278-286, no es disuasivo de las violaciones y que en varios casos es hasta ridículo, como cuando establece multas de 2 y 5 salarios mínimos del sector público, que es de 5 mil 110 pesos. Para casi todas las violaciones, incluyendo fraudes electorales, sobornos para inducir el voto, falsedades de registros, o violación de las restricciones de campaña electorales y topes de gasto, las sanciones son de 6 meses a 2 años de cárcel.

Al igual que en la Ley de Partidos, la mayor sanción está reservada para el que denigre o injurie a candidatos y dirigentes políticos, en esta de 3 a 10 años de cárcel, en aquella se le equipara con los crímenes y delitos de alta tecnología que conllevan cárcel, para quien a través de las redes sociales difunda informaciones “que empañe la imagen de un candidato”.

Los aspectos positivos

            El primer elemento positivo de la Ley del Régimen Electoral es que adecúa la legislación a los principios de legalidad, trasparencia, libertad y equidad, establecidos en la Constitución, y separa por completo las funciones administrativas y normativas de las contenciosas en materia electoral, reconociendo la independencia del Tribunal Superior Electoral, instituido por la Constitución promulgada hace 9 años. Demasiado tiempo para algo fundamental.

La ley sanciona el transfuguismo, impidiendo una vieja práctica de perdedores en elecciones de candidatos, que pasan a ser postulados por otros partidos. Establece una Procuraduría Fiscal especializada para perseguir los delitos electorales, aunque la deja dependiendo de la Ley del Ministerio Público, con escasa independencia del Poder Ejecutivo.

Separa la votación de los municipios de la de los distritos municipales y mantiene el voto preferencial para elegir los regidores y vocales municipales, disposición que muchos querían eliminar, aunque se queda corta al no dar también la opción a los electores de votar por un representante en la sala capitular distinto del acalde seleccionado.

La nueva ley prohíbe realizar campaña fuera del período que proclame la JCE, y las inauguraciones de obras nacionales dentro de los 60 días antes de las elecciones presidenciales y congresuales y las de los ayuntamientos desde 40 días antes de los comicios municipales. El abuso de las inauguraciones llegó al extremo de que un mes antes de las elecciones del 2016, el presidente Medina “puso en marcha” la extensión de la segunda línea del metro, aunque no fue hasta dos años y cuatro meses después, en agosto del 2018, cuando en realidad entró en servicio.

Retroceso y frustraciones

            La mayor objeción a la Ley del Régimen Electoral, apuntada como un gran retroceso, está en la aplicación de la cuota mínima de postulaciones por género. El artículo 136 acoge el principio constitucional de equidad de género, y eleva la cuota femenina al establecer que no debe haber menos del 40 por ciento ni más del 60 por ciento de las postulaciones a cargos electivo para mujeres y hombres. Pero lo daña la coletilla “de la propuesta nacional”, en vez de en cada demarcación electoral y por nivel de elección como regía y ratificó la Ley de Partidos 33-18.

Con razón el “Foro Feminista Magaly Pineda” se apresuró a objetarlo y pidió la observación presidencial, en virtud del mandato del artículo 39 de la Constitución que ordena al Estado“garantizar la participación equilibrada de mujeres y hombres en las candidaturas a los cargos de elección popular”. Con “la propuesta nacional”, los partidos pueden relegar a las mujeres a las candidaturas en las demarcaciones donde tienen menos probabilidad de ganar, como objeta el Foro. Pero también podrían concentrarlas en las más de 3 mil 500 candidaturas municipales, especialmente para regidoras, vocales y suplentes.

La mayor frustración de la ley aprobada está en haber rechazado el viejo clamor nacional de que se garantice el voto directo, de mandato constitucional, en la elección de los senadores, permitiendo la escogencia de estos independientemente de los diputados con voto preferencial. Eso lo reclamaron hasta la última sesión, sin ser escuchados, los legisladores de varios partidos opositores.

Alto costo de la política

La ley Electoral, como la de Partidos, no proyecta la reducción del costo de la política que hace años reclama la sociedad, al quedarse corta en la limitación de la irrupción del Estado en las campañas electorales, así como en los topes de gastos de los candidatos, que en el caso de los presidenciales llegarían el próximo año a casi mil millones de pesos, a razón de 127 por electores empadronados.

Los topes son igualmente altos para los demás candidatos, a razón de 105 pesos por electores para los congresuales y 87.50 para los aspirantes a alcaldes. Así en la provincia Santo Domingo que tendrá alrededor de millón y medio de electores, a cada candidato a senador y a las 36 curules de diputados, se les legitima gastar hasta 157 millones de pesos, y 131 millones para los candidatos a la alcaldía. En una provincia media, como Espaillat, con 175 mil electores, cada candidato al Congreso podría gastar hasta 18 millones de pesos. Además de que a cada partido se le autoriza gastar 1.75 (sin especificar pesos) por elector, muy poco en relación a los candidatos.

La inversión para obtener cargos electivos es muy superior si se toma en cuenta los topes de gastos establecidos para las precampañas en la Ley de Partidos: 70 pesos por elector para los aspirantes a candidatos presidenciales, 60 para los congresuales, 50 pesos para alcaldes, 25 para regidores y vocales. En resumen, que para ganar un cargo electoral se gasta muchas veces más que lo que se percibe como sueldo en 4 años, lo que mantiene el reinado del dinero en la enclenque democracia dominicana, que en gran parte proviene del Estado, del patrocinio de grupos económicos y de actividades ilegales, incluyendo el narcotráfico.

Además de todo eso está el financiamiento a los partidos, que este año es de mil 506 millones de pesos y el doble en el 2020, el presupuesto de varios millones anuales para la JCE y todavía quieren que les financien las elecciones primarias.

Seguirá pendiente la reforma política

Visto el resultado hasta ahora de la Ley de Partidos y tal como se proyecta la del Régimen Electoral, parece que seguirá pendiente una reforma política integral que garantice el libre juego democrático, independientemente de quien usufructúe los poderes del Estado o reúna más dinero, legítimo o ilegítimo.

Lo de la Ley de Partidos no podría ser más decepcionante, con varias demandas de

inconstitucionalidad, algunas indiscutibles, pendientes en el Tribunal Constitucional que ya las declaró de urgencia, y ahí está el lío de las elecciones primarias, después del rechazo general al financiamiento clandestino impuesto, aunque mucho se advirtió que el subsidio de todos los partidos no alcanzaba para cubrir sus costos, como quedó en el artículo 47 de la ley.

El costo de las primarias ha sido calculado por la JCE en mil 449 millones de pesos, por lo que los 200 pesos que se acordó aportarían los 5 partidos que tendrían elecciones primarias, representan apenas el 14 por ciento, y el 13 por ciento del subsidio de todos los partidos para este año.

El futuro de las leyes queda también en el aire, a la luz de sus débiles sanciones y la disposición a violarlas, ya manifiesta en el financiamiento de las primarias.

Por demás es relevante que las campañas por candidaturas, hayan seguido abiertamente sin que nadie pueda aplicar la ley en algo tan visible como las vayas en las vías públicas, lo que deja interrogantes de cómo aplicarán los límites de recaudaciones y de gastos que se pueden ocultar. Se dice que los 32 libros puestos en circulación por Leonel Fernández hace dos semanas, y los regalos de anillos y computadoras de Félix Bautista y Lucía Medina a 70 graduandos con honores en San Juan, no se cuentan como gastos de precandidatos. –

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Un 2019 cargado de incertidumbres y con aumento del costo de la política

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La posibilidad de que el presidente Medina intente buscar otra reelección, con consecuencias impredecibles a nivel de su partido y en la sociedad, el desafío de las elecciones primarias y el proyecto de reforma del régimen electoral configuran un panorama de incertidumbres    

                                                Por Juan Bolívar Díaz

La institucionalidad democrática será sometida a duras pruebas en el año que recién comienza, cuando se definirá si el presidente Danilo Medina intentará un nuevo proyecto reeleccionista, si se aprobará la discutida reforma del régimen electoral, con los desafíos de las primarias simultáneas para la elección de las candidaturas y la aplicación de la Ley de Partidos.

Todo apunta a un incremento del costo de la política, contrario a la demanda social, por el costo de las elecciones primarias, tanto en lo organizativo con cargo al presupuesto nacional, como en la inversión de decenas de miles de precandidatos, con el agravante de que al final del año hasta los candidatos a regidores y vocales municipales ya estarán invirtiendo por el voto preferencial.

La mayor incertidumbre     

La mayor incertidumbre está determinada por la decisión que adoptará el presidente Danilo Medina sobre la posibilidad de procurar una segunda reforma constitucional que le abra paso a la postulación presidencial el próximo año y las repercusiones que pudiera tener en su Partido de la Liberación Dominicana (PLD) y en una sociedad cuyo liderazgo la rechaza, al igual que una alta proporción de la ciudadanía, 71 por ciento en la encuesta Gallup-HOY de octubre pasado.

La generalidad espera que el mandatario defina su posición en marzo como expresó en una entrevista en agosto, pero en un almuerzo navideño con periodistas digitales él advirtió que podría ser en julio como también dijo en la misma ocasión, cuando adelantó que ya tenía tomada su decisión. La mayoría de la opinión pública apuesta a que Medina no resistirá la eterna tentación nacional del continuismo en el poder, pero hay quienes le atribuyen suficiente templanza para entender los riesgos.

Las perspectivas del proyecto continuista siguen limitadas, con un amplio rechazo que algunos explican en que ya Medina reformó la Constitución en el 2015 para posibilitarse la reelección, ocasión en la que juró en discurso público que sería su última postulación presidencial, tal como quedó consagrada en un transitorio constitucional que él pactó y promulgó.

Una opción por el continuismo agravaría la confrontación entre los dos líderes del PLD, y supondría un desafío fuerte para el expresidente Leonel Fernández, quien desde agosto del 2017 reúne fuerzas internas y ha proclamado que su aspiración a la nominación presidencial no tiene regreso. Importantes dirigentes del partido sin militancia en los dos grupos contendientes parecen evadir el riesgo de división y se inclinarían por un pacto de alternabilidad, con una reforma constitucional que permita la repostulación de Medina, pero a partir del 2024.

Ley del Régimen Electoral

La segunda legislatura del 2018 termina hoy sin que esté cerca la aprobación de la nueva Ley del Régimen Electoral, contemplada en un proyecto introducido al Congreso por la Junta Central Electoral en el 2011, con el expreso objetivo de adaptarla al marco de la Constitución promulgada en enero del 2010 por el presidente peledeísta Leonel Fernández. Desde entonces ha sido reintroducida varias veces, la última a comienzo del 2018.

Los legisladores y los partidos pasaron casi todo el año concentrados en la Ley de Partidos, relegando la del Régimen Electoral, de mayor trascendencia para el cumplimiento del mandato constitucional de elecciones “con sujeción a los principios de libertad y equidad en el desarrollo de las campañas y transparencia en la utilización del financiamiento”. Una comisión bicameral tiene a su cargo la concertación, y sus principales miembros, de los partidos mayoritarios, reiteraron esta semana su interés en aprobarla. Sin embargo, reconocen que eso depende de la voluntad política de los organismos superiores de los partidos, y algunos no ven señales positivas.

La reforma del régimen electoral sería fundamental para sancionar efectivamente los abusos de los poderes del Estado en las campañas, bien evidenciados en los últimos comicios y que determinaron que los partidos opositores le negaran legitimidad y durante dos años, hasta la aprobación de la Ley de partidos, reclamaran unidos equidad en las competencias electorales.

Entre las metas pendientes se citan separar la elección de los diputados y senadores, limitar y transparentar el financiamiento y gasto de campañas, prohibir que los altos funcionarios sean directores de campañas en las jurisdicciones, el acaparamiento de los medios de comunicación y de la publicidad en vías públicas y las inauguraciones de obras y aumento de programas sociales en los períodos electorales y sanciones reales a los abusos de los recursos del Estado.

El desafío de las primarias

La celebración de elecciones primarias simultáneas, organizadas por la JCE, por primera vez en virtud de la Ley de Partidos 33-18, es otro de los fuertes desafíos del sistema electoral dominicano para este año. Las primarias serían celebradas el primer domingo de octubre, día 6, y cinco partidos se ha acogido a la misma, mediante tres diferentes modalidades que complicarían la gestión de los colegios de votación: El PLD con padrón universal o abierto, que permitiría el voto de cualquier ciudadano para todas sus candidaturas. El PRD apta por el mismo padrón, pero sólo para elegir candidato presidencial. Alianza País y Opción Democrática han solicitado primarias con padrón universal para todas sus candidaturas, pero en una coalición no contemplada en la Ley 33-18. Y el PRM que mantuvo su opción de elegir sus candidaturas con su propio padrón de miembros. Los restantes 22 partidos reconocidos optarían por métodos menos complicados, como la asamblea de delegados.

Aunque la ley establece un período de campaña de tres meses, del 7 de julio al 6 de octubre, hace tiempo que numerosos aspirantes están en campaña abierta por todo el país promoviéndose para presidente, senador, diputado y alcalde, sin que nadie les haya  hecho desistir. Incluso las vallas promocionales en calles y carreteras, prohibidas por la ley (artículo 44) aún dentro del período de precampaña, se cuentan ya por centenares y si algo tan visible no se puede cumplir, hay razones para dudar que se logre en la transparencia del financiamiento y los límites de gastos.

Aún con cinco partidos en primarias simultáneas, una proyección de la JCE sugiere que podrían tener que contar votos individuales en boletas diferentes a 33 mil 819 precandidatos, aproximadamente el doble de los participantes en los últimos comicios nacionales. El reglamento estableció un tope de 10 precandidatos por partido para los cargos Uninominales, (presidente, vicepresidente, senador y alcalde) y tres para los plurinominales, (diputados, regidores y vocales). No se sabe cómo harían los partidos en los casos en que haya más aspirantes.

Mayor costo económico

Si algo queda claro en relación a la Ley de Partidos es que, en vez de abaratar el costo de la política, como se reclama, se encarecerá. El costo de las primarias simultáneas aún para 5  partidos, se ha estimado sobre 3 mil millones de pesos, suma que duplicará el estimado de 1,506 millones de pesos del total del financiamiento a todos los partidos durante el año 2019, en virtud de la Ley Electoral 275-97 que se aplica desde los comicios de 1998, a razón de medio por ciento en los años de elecciones y un cuarto por ciento de los ingresos ordinarios del Estado en los demás.

Si se cuenta sólo lo que recibirían los cinco partidos que han optado por las primarias simultáneas, a razón de 301 millones por los tres mayores y unos 25 millones de pesos por el binomio AP-OD, lo aportado por los partidos apenas alcanzaría 928 millones de pesos, menos de la tercera parte del costo total estimado, lo que implica un financiamiento público de dos tercios. Con el agravante de que esos partidos gastarían todo el subsidio estatal del año sólo en la elección de sus candidatos.

La inversión individual de los precandidatos también se elevará pese a que la Ley 33-18 establece límites de gastos, muy elevados según los estimados, pues atendiendo al número de empadronados, los aspirantes a la presidencia podrían gastar hasta unos 700 millones de pesos cada uno, y muchos millones los que busquen los demás cargos electivos. Con serias dudas de que alguien pueda controlarlos realmente y obligar a cumplir algo que tiene tantas brechas para la burla. Otra fuente de encarecimiento es que esta vez en las elecciones municipales separadas se elegirán los 1,164 regidores, 1164 suplentes y 753 vocales mediante voto preferencial, un total de 3,081 aspirantes promoviéndose y tratando de comprar votos a partir de octubre, sino antes.

Dura misión para la JCE

La gestión de las primarias abiertas simultáneas de octubre, la supervisión de las asambleas de delegados, y el calendario ya regresivo para las elecciones municipales de febrero y las presidenciales y congresuales de mayo del 2020, con sus incrementos de costos, serán un dramático desafío para la JCE, que tendrá que iniciar sus preparativos este año. Sin contar la fiscalización para que se cumpla siquiera mínimamente la nueva Ley de Partidos. Para las primarias se requerirá un entrenamiento nuevo las decenas de miles de ciudadanos y ciudadanas que operarían los colegios.

La JCE está presentando un novedoso sistema de computación electrónica, en el que también habrá que invertir millones de pesos, para poder procesar los votos para las decenas de miles de precandidatos. Y tendrá que desarrollar una campaña motivacional para ver si la participación siquiera se acerca al promedio de 50 por ciento que registraron las elecciones congresuales y municipales cuando fueron separadas de las presidenciales, entre 1998 y 2010.

Por encima de todo el mayor desafío es a la unidad de los partidos, a su fortalecimiento, a que las complicadas primarias no desaten una guerra autodestructiva y no generen una lluvia de impugnaciones que las hagan inmanejables. Sin duda que son muchas las incertidumbres políticas que conlleva este 2019.-