Por Juan Bolívar Díaz
Cada vez más reducido, el partido colorao luce incapaz de concertar para renovarse y sobrevivir a la atracción conservadora de Leonel Fernández. Hay quienes creen que a pesar de las energías y voluntades en juego, el PRSC podría desaparecer.
El aplazamiento de la asamblea nacional que este mes debió renovar la dirigencia del Partido Reformista Social Cristiano (PRSC) prolonga la agonía de la organización que no ha podido hacer la transición a la democracia interna tras la desaparición del caudillo que le dio vida durante casi cuatro décadas.
El partido colorado requiere con suma urgencia de una reingeniería política que le permita recuperar su propia identidad y superar la imagen de cantera de negociantes que no pueden vivir sin depender del presupuesto de la nación, lo que lo ha llevado casi a la extinción.
Aunque quedan energías y voluntades para mantener al PRSC, hay quienes creen que está destinado a morir absorbido por el nuevo liderazgo conservador y pragmático que representa el presidente Leonel Fernández, señalado como sucesor por el propio caudillo que no quiso legar una sólida organización política.
En capilla ardiente. El PRSC quedó en capilla ardiente con el resultado de los comicios presidenciales de este año cuando apenas obtuvo el 4 por ciento de los sufragios, que lo redujo a partido minoritario, perdiendo gran parte del financiamiento estatal, víctima de la absorción de una alta proporción de sus dirigentes y militantes atraídos por el poder y el liderazgo del presidente Leonel Fernández, cada vez más parecido al de su caudillo Joaquín Balaguer.
Las tres últimas elecciones presidenciales marcan una caída en picada del reformismo, que del 24 por ciento en las del 2000, cuando Balaguer fue candidato por última vez, al 9 por ciento cuatro años después cuando postuló al ingeniero Eduardo Estrella, para reducirse a la mitad en mayo pasado con la candidatura de Amable Aristy Castro, quedando en la sexta parte del electorado en sólo 8 años.
Al no obtener el mínimo del 5 por ciento de los votos válidos, el PRSC perdió el privilegio de participar en partes iguales junto a los otros dos partidos mayoritarios en la repartición del financiamiento estatal instituido por la Ley Electoral 275 de 1997.
Gracias al esfuerzo de los partidos de la Liberación Dominicana y Revolucionario Dominicano por atraerse al partido colorado, en las últimas dos elecciones presidenciales se le otorgó la misma proporción del 80 por ciento del financiamiento estatal a las tres organizaciones políticas. Este año cada uno recibió 282 millones de pesos del total de 1060 millones que se destinó a los partidos.
Con la votación obtenida este año el financiamiento del PRSC se reducirá en cerca de las dos terceras partes, del 27 por ciento del total otorgado cada año como parte del presupuesto nacional, lo que aumentará las dificultades de subsistencia de sus dirigentes y sus posibilidades de competir en las campañas electorales.
Parar la hemorragia. Para cualquier observador es obvio que la salvación del partido colorado depende en forma prioritaria de que puedan colocarle un torniquete que detenga la hemorragia de dirigentes y militantes hacia los dos partidos mayoritarios, sobre todo hacia el polo de atracción que representa el presidente Leonel Fernández, generoso distribuidor de favores gubernamentales y heredero del conservadurismo y pragmatismo en que el desaparecido caudillo reformista sentó su predominio de tres décadas.
Después de 22 años detentando el poder de forma omnímoda y otros 8 años en forma parcial, muchos dirigentes y militantes del PRSC se acostumbraron a vivir a la sombra del Estado. No obtuvieron lo que creían merecer en el primer período presidencial del presidente Fernández, por lo que se entendieron con Hipólito Mejía del 2000 al 2004, y a partir de este año han encontrado amplia acogida en el gobierno peledeista que asimilando experiencia dejó atrás lo de come solo para atraerse a todos los que quisieran un cargo gubernamental, una contrata o cualquier otro privilegio.
El pasado proceso electoral marcó una profunda hemorragia de reformistas atraídos también por las públicas confesiones de receptividad de la herencia balaguerista por parte del presidente Fernández, quien habría superado al viejo caudillo en capacidad de negociación y repartición en aras del continuismo en el poder.
Las luchas y zancadillas internas y la progresiva falta de fe en las posibilidades de volver a constituir una fuerza política dominante han contribuido también a la hemorragia reformista. Se perdieron así las tres figuras que pudieron encarnar el relevo de Balaguer, como fueron los dos ex candidatos presidenciales Jacinto Peynado (antes de su muerte) y Eduardo Estrella, y el actual canciller de la República Carlos Morales Troncoso.
Seis fraccionamientos reformistas han ido a fortalecer al presidente Fernández y su partido, tres de ellos significativos. En la pasada campaña electoral dos de los cuatro senadores que obtuvo el PRSC aliado al PRD en las elecciones del 2006 desertaron en apoyo a la reelección, lo mismo que varios diputados, síndicos y regidores.
Recuperar identidad
Numerosos dirigentes reformistas reconocen que su prioridad para no terminar siendo absorbido por el leonelismo es recuperar la identidad, dejando de ser comodín de los dos partidos mayoritarios, papel en que lo sumergió su propio líder cuando en 1996 traicionó la candidatura de Peynado en aras de impedir la ascensión al poder de José Francisco Peña Gómez y su partido.
El Frente Patriótico que llevó al PLD al poder sumió al reformismo en la tercera fuerza política, y desde entonces en cada coyuntura electoral se ha debatido entre el apoyo a uno de los dos mayoritarios, pactando con el PRD para las congresionales y municipales del 2006. Aunque llevó candidato propio en las últimas dos elecciones presidenciales, en cada caso hubo emigraciones hacia el peledeismo.
La mayoría de los reformistas añoran a Balaguer y tratan de obviar que él no quiso preparar su partido para que pudiera trascenderlo, como lo prueba el hecho de que lo dejó en manos de sus íntimos, desplazando a los que tenían mayores posibilidades de darle continuidad y que insistiera en repostularse casi muriéndose a los 94 años.
No obstante haber sido víctimas del continuismo del presidente Fernández en los comicios de este año, la disponibilidad a reunirse y negociar con éste sigue viva, como lo prueban las reuniones particulares con el mandatario, primero de Rafaela Alburquerque y Rogelio Genao, presidente en funciones y vicepresidente, y luego del secretario general Víctor Gómez Casanova en agosto y septiembre.
Se atribuye a otros dirigentes haber sostenido encuentros secretos con Fernández.
Y a mediados de octubre la dirección en pleno sostuvo una reunión formal con el presidente de la nación, de donde salió un apresurado apoyo a su proyecto de nueva Constitución.
Detrás de esos conciliábulos se advierten los primeros pasos de cara a las próximas elecciones congresionales y municipales para las que se teme muchos pudieran perder sus posiciones en el Congreso y los municipios, lo que desde ya genera nuevas tensiones en altos y medios niveles directivos.
Nueva oportunidad
Tras la última debacle electoral, muchos dirigentes reformistas plantearon que debían dar un salto a la renovación y la recuperación de la identidad partidaria, pero las divisiones internas alentadas desde el poder siguen consumiéndolos.
Un elemento de contradicción ha sido si deben regresar quienes se fueron tras cargos y prebendas gubernamentales.
Conscientes de la necesidad de transitar un camino paralelo al gobierno de Fernández, una Asamblea Nacional el 31 de agosto rechazó acoger a los tránsfugas. No obstante algunos han insistido en esa reunificación, ahora incluyendo al presidente del partido, Federico Antún, quien esta semana sorprendió al replantear la apertura.
Para dirigentes como Guillermo Caram, la nueva posición de Antún obedece a que se está agarrando del clavo caliente del gobierno para recuperar el espacio que ha perdido en el partido.
Le responsabilizan de la instancia elevada ante la Junta Central Electoral que determinó el aplazamiento hasta marzo de la Asamblea Nacional que este mes debió renovar la dirección del partido, lo que extiende el declive y facilita nuevas negociaciones y deserciones que alejarían más las posibilidades de recuperación.
Mientras algunos postulan el retorno del ingeniero Carlos Morales Troncoso, ratificado como canciller del gobierno, desde dentro ganaban terrenos los que plantean una directiva de consenso, señalándose a Joaquín Ricardo para la presidencia, con Ito Bisonó de secretario general, con Caram, Osiris de León, José Enrique Sued, José Osvaldo Leger, Rafaela Alburquerque en los otros cargos fundamentales.
Hay consenso en que tras una reorientación del partido se abra las puertas a los que se fueron por disidencias como Eduardo Estrella y los que le siguieron, pero condicionan el retorno de otros que consideran valiosos, como Morales Troncoso, a que previamente renuncien a los cargos gubernamentales para no constituirse en caballos de Troya del PLD. Estiman que cerca del gobierno el PRSC seguirá en la pendiente de la desaparición por absorción.