El presidencialismo seguiría campante

Por Juan Bolívar Díaz

Aunque la reducción de los poderes presidenciales ha sido una de las razones por las cuales se ha reclamado una reforma constitucional en las últimas décadas, en el proyecto sometido al Congreso Nacional por el presidente Leonel Fernández estos se mantienen intactos.

 El presidencialismo contenido en el artículo 55 de la actual Constitución referente al Poder Ejecutivo invade los ámbitos de los demás poderes del Estado, incluyendo los municipios, y se mantiene en la designación del organismo básico de control que es la Cámara de Cuentas.

  Al proponer la reunificación de las elecciones congresionales y municipales con las presidenciales, se restauraría el arrastre presidencial que se eliminó en la reforma de 1994, restando independencia a los legisladores y las autoridades municipales.

De la monarquía.  Las 27 facultades que el histórico artículo 55 otorga al Presidente de la República se reducen a 17 en el artículo 108 del proyecto, pero un número 18 refiere a “las demás previstas en la Constitución y las leyes” y aparecerán numerosas dispersas en el resto del texto.

 Entre las facultades que elimina están llenar vacantes de jueces del Poder Judicial, la Junta Central Electoral y la Cámara de Cuentas cuando esté en receso el Congreso, expedir patentes de navegación,  reglamentar sobre las aduanas y prohibir entrada de extranjeros.

 Ha llamado particularmente la atención que ese artículo comienza proclamando que “El Poder Ejecutivo es ejercido en nombre del pueblo por el Presidente de la República, símbolo de unidad nacional y de la permanencia del Estado”, concepto que podría aplicarse por igual a los demás poderes estatales y que se queda lejos de la tradición  política dominicana.

El historiador y abogado especialista en constitucionalismo Hugo Tolentino sostuvo en artículo del jueves 16 en el Listín Diario que esa concepción fue copiada de la Constitución del Reino de España, que en su artículo 56, Título II, “De la Corona”, proclama que “El Rey es el Jefe del Estado, símbolo de su unidad y permanencia…”.

El reunificar la elección presidencial con las legislativas y municipales, el proyecto restaura el arrastre que tanto se criticaba hasta la reforma de 1994. Consolidaría el presidencialismo porque tradicionalmente quien gana la presidencia, se lleva también el control del Congreso y los ayuntamientos, afianzando la subordinación de legisladores y munícipes ante el Poder Ejecutivo.

Sello presidencial.  El proyecto de Constitución trae el sello presidencial desde sus orígenes. Aunque precedido de una consulta y encargado a una comisión de expertos, aspectos fundamentales de ambas instancias fueron dejados de lado por el doctor Leonel Fernández, incluyendo cuestiones fundamentales como la Asamblea Constituyente, la prohibición de la postulación presidencial después de dos períodos de gobierno, el referendo y la revocación de mandatos y los tres niveles de elección separados.

 Ningún organismo ni dirigente del partido de gobierno participó ni en la comisión de expertos ni en la redacción final, y entre ellos  hay quejas de que fueron sustituidos incluso por asesores extranjeros.

 Al abrir las posibilidades de nuevas postulaciones por quienes ejerzan la presidencia en dos períodos seguidos, tras un interregno, se sustenta el presidencialismo y se dificulta el relevo definitivo tanto en las candidaturas presidenciales como en los liderazgos partidarios, en un país donde los políticos no admiten retiro. Perjudica la institucionalidad democrática porque la gestión se basa en “amarrar para volver”.

 Es significativo que el proyecto establece el referendo aprobatorio para futuras reformas parciales de la Constitución (art. 247), con la participación de un mínimo del 30 por ciento del registro electoral, pero no así para la que está en curso, aunque se trata de una nueva carta magna. También hace más difícil su posterior reforma al requerir las dos terceras partes de los miembros de cada cámara legislativa para aprobar la ley de convocatoria, cuando la Constitución actual sólo establece la mayoría de los presentes.

 En el artículo 114 se otorga facultad al Presidente de la República para designar cuantos subsecretarios de Estado crea convenientes, lo que refrenda el clientelismo que tanto rechaza la sociedad dominicana. El 121 consagra a favor del Ejecutivo “la iniciativa exclusiva para fijar, modificar, unificar, aumentar y suprimir remuneraciones”.

En el artículo 218 del proyecto de Constitución se autoriza a “reorientar” las proporciones del presupuesto nacional establecidas por ley para instituciones o fines específicos, como la educación, los municipios,  la Suprema Corte de Justicia y el Congreso.

 Justicia y otros órganos.  El Poder Judicial también resulta disminuido en algunas disposiciones del proyecto de Constitución del presidente Fernández, particularmente al instituir un Tribunal Superior Administrativo y una Sala Constitucional (arts. 152-156 y 130),  al margen de la Suprema Corte, por designación del Consejo Nacional de la Magistratura, donde por su participación personal el  primer mandatario tendría fuerte influjo.

 El Tribunal Superior fue definido por el vicepresidente ejecutivo de la Fundación Institucionalidad y Justicia, Servio Tulio Castaños, como “paralelo a la jurisdicción ordinaria, con superpoderes administrativos y de gobierno, los cuales serían sustraídos a la Suprema Corte”.

 La Sala Constitucional no está concebida en el marco de las demás salas de la Suprema Corte y operaría absolutamente independiente de esta. En tal caso algunos juristas preferirían un Tribunal de Garantías Constitucionales, como se planteó en varios de los proyectos de reforma a la carta magna  de las últimas dos décadas.

 Frustrando persistentes reclamos de autonomía del Ministerio Público, el proyecto mantiene la designación del Procurador General y sus demás integrantes en manos del Poder Ejecutivo (art. 160), a pesar de que crea un Consejo General de Procuradores, como “órgano de gobierno” al que se le podría traspasar esa función.

 La Cámara de Cuentas es otro organismo que sigue supeditado al Presidente de la República, quien retiene la iniciativa para designarla sometiendo  ternas al Senado (art. 232), siendo el órgano encargado de control y auditoría de la administración pública, con una tradición de supeditación al Poder Ejecutivo. En diversos proyectos de reformas constitucionales se ha planteado que sus integrantes sean designados por el Congreso o por el Consejo Nacional de la Magistratura.

 En el proyecto, el Presidente de la República mantiene la facultad de otorgar indultos (no. 17, art. 108), lo que en pura separación de poderes debería corresponder a la Suprema Corte de Justicia.

 Otro rasgo persistente del presidencialismo (en el mismo art. 108, no.16) es que el Ejecutivo queda autorizado a “anular por decreto motivado arbitrios establecidos por los ayuntamientos…” facultad que debería corresponder al Tribunal Contencioso Administrativo.

 Aunque el proyecto de Constitución contiene muchas reformas positivas en sentido amplio ratifica el presidencialismo que tanto ha castrado el desarrollo democrático de la nación dominicana.

Detrimento del Congreso.

En reafirmación del presidencialismo y detrimento del Congreso, el proyecto contiene numerosas disposiciones, resaltando la que autoriza al Ejecutivo a disponer por decreto transferencias del Presupuesto Nacional y erogarlas cuando el Congreso esté en receso (Art. 223), para someterlas en la siguiente legislatura. Dado que se establecen dos legislaturas de tres meses por año, ya el ejecutivo no tendría que convocar una extraordinaria y los legisladores quedarían ante el hecho cumplido.

El proyecto dificulta la acusación ante el Senado de los funcionarios públicos, al establecer (art…71) también la proporción de las dos terceras partes de los miembros de la Cámara de Diputados, que es la facultada para tomar la iniciativa.

Igualmente se persigue (Art. 219) hacer casi imposible que el Congreso pueda  “incluir nuevas partidas ni modificar las partidas que figuren en los proyectos de ley que eroguen fondos o en la Ley de Presupuesto General del Estado, sino con el voto de las dos terceras partes de la totalidad de los miembros de cada cámara”. Hasta ahora puede hacerlo por mayoría del quórum.

Es difícil encontrar en el proyecto de Constitución algún artículo que aumente el papel de supervisor y moderador del Poder Ejecutivo que corresponde al Congreso Nacional en el régimen de los tres poderes del Estado.

Promese sigue dando ejemplo

Por Juan Bolívar Díaz

Si todas las instituciones del Estado que adquieren medicinas  lo hicieran a través de Promese-Cal como ordena un decreto se habrían ahorrado más de mil millones de pesos cada año. Las farmacias privadas venden en promedio a más de diez veces del precio de compra de la central estatal de acopio.

            Aunque la Central de Apoyo Logístico del Programa de Medicamentos Esenciales (PROMESE-CAL) ha demostrado que comprando medicinas mediante concursos se pueden obtener ahorros multimillonarios, la mayor parte de las instituciones estatales del sector salud lo hacen por su cuenta violando un decreto.

            Once instituciones del Estado invirtieron 3 mil 319 millones de pesos durante el 2007, de los cuales apenas mil 36 millones, equivalentes al 31 por ciento, se canalizaron a través de los concursos de PROMESE, según estadísticas incompletas de la secretaría de Salud Publica.      Además de los mejores precios, que podrían extenderse relativamente a las farmacias privadas, las compras por concursos del organismo garantizan calidad de los productos, transparencia, libre competencia y equidad, y desalientan el contrabando y la falsificación de medicinas.

Concurso ejemplar.  El 22 de Septiembre pasado PROMESE convocó para culminar públicamente un concurso para la compra de medicamentos y materiales clínicos para el próximo año, que suman mil 796 millones de pesos. El 70 por ciento era de medicamentos y el 30 en materiales gastables. A la vista de periodistas y de decenas de representantes de firmas farmacéuticas competidoras, se fueron abriendo las ofertas para escoger las mejores.

            Presentes estaban representantes del Comité Ejecutivo del organismo, y un Comité Técnico del que forman parte los principales funcionarios del sector salud, y un Comité de Licitaciones, presidido por la directora de PROMESE, doctora Elena Fernández Núñez. El mecanismo utilizado y la multitud de testigos  no dejaban duda de la transparencia del proceso. Participaron 58 empresas farmacéuticas, después que 12 fueron descalificadas. En cada oferta se preguntaba a los presentes si tenían alguna observación. No las hubo.

            Hace muchos años que PROMESE comenzó a comprar por concurso, al principio parcialmente. Pero en el período 2004-08, bajo la dirección de la doctora Fernández, todas las adquisiciones, montantes a tres mil 600 millones de pesos, se acogieron al mecanismo de  ley.

La mayoría por la libre. A pesar de que el decreto 991 del 2000 que convierte a Promese en Central de Apoyo Logístico, establece en su artículo tres que todas las instituciones públicas deberán canalizar sus compras a través de “un sistema único y global de suministro”, 8 años después la gran mayoría sigue comprando por la libre y sin licitaciones.

            La propia secretaría de Salud Pública realiza aún la mayor parte de sus compras por cuenta propia. El Instituto Dominicano de Seguros Sociales,  el Plan Social de la Presidencia, el Despacho de la Primera Dama, la Lotería Nacional, Copresida.y los hospitales de las Fuerzas Armadas y la Policía Nacional compran por su cuenta. Senasa viene aumentando sus compras a través de la central estatal.

            La devoción por las compras es tan grande que hasta los hospitales públicos se reservan el derecho de adquirir directamente en el mercado, sin concurso y a precios mucho mayores, una proporción de los medicamentos y materiales que precisan, apelando a las llamadas “cuotas de recuperación” que cobran a los pacientes, o sacrificando parte de sus limitados subsidios.

            Cada vez que se nombra un nuevo secretario de Salud Pública promete canalizar sus compras a través de Promese, pero el proceso ha sido muy lento. Se ignora si algún funcionario público ha impartido órdenes para que se cumpla el decreto 991 y la ley 340-06.

Las compras públicas.  Las once instituciones estatales que adquieren medicamentos invirtieron en ese renglón 3 mil 319 millones 974 mil pesos en el 2007, un crecimiento del 35 por ciento en relación a los 2 mil 455 millones 041 mil pesos que sumaron sus compras en el 2006, según las estadísticas de la Unidad de Cuentas Nacionales de Salud de la secretaría de Salud Pública.

            Esas sumas no eran el total, puesto que la Unidad de Cuentas no disponía del gasto de Senasa ni del despacho de la Primera Dama en el 2007.

El gasto directo de los hospitales públicos tampoco está cuantificado.

            En el 2007 la mayor compradora fue la propia Secretaría de Salud Pública, por un monto de mil 884 millones 610 mil pesos, para un 56.8 por ciento del total, superando a Promese que adquirió medicinas por mil 36 millones 660 mil pesos para un 31.2 por ciento. El tercer gran comprador fue el hospital de las Fuerzas Armadas por la suma de 136 millones 832 mil pesos, un 4 por ciento.

      Es notable que la secretaría de Salud adquiere más de la mitad de los medicamentos, superando ampliamente a Promese que debería ser su canal de compra. Y durante el año que transcurre las proporciones no han variado significativamente, de acuerdo a estimados extraoficiales.

      El día en que todas las compras estatales de medicinas se realicen por concurso se multiplicará el rendimiento de su presupuesto y se economizarán miles de millones de pesos, y presionarán una reducción de los altísimos precios a que la mayor parte de la población tiene que comprar en las farmacias privadas.-

La cifra

69% Es el porcentaje  de la economía que ha logrado PROMESE en este año al adquirir medicamentos esenciales mediante concursos, en comparación con los precios que tenía que pagar por medicamentos en el año 2004.

Notable economía

La central de acopio ha demostrado que las licitaciones públicas  pueden implicar economías de precios en altas proporciones, además de calidad de la oferta, por un seguimiento estricto con análisis periódicos y aleatorios de los suministros. El sistema  se apega a los principios de transparencia, libre competencia y equidad que preconiza la

Ley 340-06 sobre Compras y Contrataciones de Bienes, Servicios y Concesiones del Estado. También al decreto que dio origen a PROMESE, el 2265 del presidente Salvador Jorge Blanco en 1984, actualizado por el decreto 991-00 del presidente Hipólito Mejía en el 2000. Pero es en el gobierno del doctor Leonel Fernández cuando finalmente se hacen todas las compras del organismo por concurso.

      Cuando se revisa el historial de compras de la central de acopio se puede comprobar que en el 2008 se están obteniendo precios menores hasta en 69 por ciento en medicamentos esenciales, en relación a los del 2004, reducción mucho más significativa si se considera la inflación de cuatro años. Por ejemplo en insulina intermedia el ahorro es del 60 por ciento y en metronidazol del 69 por ciento.

      Un cuadro anexo proporcionado por Promese que incluye productos de gran uso, demuestra las enormes diferencias de precios entre sus compras por licitación y los de las farmacias privadas, en general más de diezveces menores y en algunos casos más de veinte veces. Por ejemplo el analgésico acetaminofén lo compran a 3 pesos y en las farmacias cuesta 59.80 pesos, una diferencia de 1893 por ciento. El antiparasitario

Albendazol comprado a 3.89 pesos cuesta 75 en farmacias, 1828 por ciento más.

      Los ahorros son enormes para los que compran en las 450 farmacias populares de Promese. Allí la insulina intermedia la venden a 175 pesos, pero en las farmacias privadas cuesta 779 pesos. Una amlodipina  10mg.comprada a 25 centavos se vende a 5 pesos, pero en las farmacias cuesta hasta 80 pesos. Las diferencias develan los altísimos niveles de ganancia en el negocio privado de las medicinas.

Es una nueva Constitución

El proyecto sometido al Congreso Nacional no es de reforma, sino para una nueva constitución de la República, duplicando en artículos el texto vigente, razón fundamental para que fuera aprobada por una Asamblea Constituyente convocada al efecto y con amplia participación social como ha sido consenso de los últimos años.

La propuesta del presidente Leonel Fernández recoge muchas de las reformas que han sido reclamadas, pero  desconoce numerosos planteamientos del consenso, incluso importantes aspectos de los resultados de la consulta popular que la precedió, y del trabajo de la comisión de expertos que él mismo designó.

El debate del proyecto se concentrará en una decena de temas particularmente el referente a la reelección presidencial que vuelve a ser central con potencial para generar conflictos ya que se discute si el actual mandatario podría repostularse con la interpretación de que la nueva constitución regirá sólo a partir de su promulgación.

La más extensa y profunda. De ser aprobado el proyecto presentado por el presidente Fernández la nación tendría la constitución más extensa en toda su historia, con 254 artículos, poco más del doble que la que rige desde 1966, incluidas las ligeras reformas de 1994 y el 2002, que consta de 122 artículos. La primera constitución dominicana del 6 de noviembre de 1844, tuvo 211 artículos. Superaría también la de 1963 que con 186 artículos rigió entre el 29 de abril y el golpe de Estado que la proscribió el 25 de septiembre del mismo año.

Sería también la reforma constitucional más profunda de la historia nacional, incluyendo la proclamada en Moca en 1858 y la de 1963 consideradas por los historiadores como nuevas constituciones. Ambas figuran también como las más avanzadas en sus contenidos sociales y garantías individuales, especialmente la última.

La nueva constitución consagraría “toda una categoría ampliada de derechos económicos, sociales y culturales, así como la inclusión de los nuevos derechos colectivos y del medio ambiente”, según el experto en derecho constitucional Eduardo Jorge Prats, integrante de la comisión que elaboró el anteproyecto por encargo del presidente Fernández.

El proyecto de ley de convocatoria de la Asamblea Revisora introducido al Congreso señala 117 objetivos pero evade darle la categoría de nueva constitución.

La historia constitucional dominicana registra 35 reformas a la constitución que dio origen a la nación, más el Acta Institucional que puso fin a la guerra civil de 1965 y que rigió entre el 3 de septiembre de ese año y el 28 de noviembre de 1966. En tres ocasiones, 1854, en 1929 y 1960 se realizaron dos reformas en el mismo año.

La mayoría de esas reformas tuvieron como objeto fundamental el consagrar o eliminar la reelección presidencial, incluyendo las dos últimas realizadas en 1994 y el 2002.

Aspectos conflictivos
El texto en manos del Congreso contiene muchas de las reformas reclamadas en las últimas décadas, cuando se elaboraron varios anteproyectos, como los de las universidades Autónoma de Santo Domingo y Nacional Pedro Henríquez Ureña,  del Consejo Nacional de Reforma del Estado y el de la comisión instituida en el 2001 por el presidente Hipólito Mejía.

Predomina el de la comisión de 13 expertos constituida en el 2006, que incluyó una consulta popular. Aunque el 62 por ciento de los participantes en la consulta favoreció que se hiciera mediante una Asamblea Constituyente, tanto la comisión como el mandatario prefirieron la Asamblea Revisora.

Además de esa diferencia, el profesor Luis Gómez, integrante de la comisión, estima que el proyecto contradice otros diez planteamientos importantes fruto de la consulta y del trabajo de los expertos. Resalta que no consagra la Constituyente ni siquiera para el futuro, y que se limita la institución del referendo sólo para reformas constitucionales amplias en el porvenir, sin incluir la aprobación de la nueva constitución.

También  al dejar al Senado la elección de los titulares de la Junta Central Electoral, al eliminar la posibilidad de revocación de los mandatos populares, evadir  la creación del tribunal de garantías constitucionales y al unificar en un mismo día las elecciones presidenciales con las legislativas y municipales.

La institución de una Sala Constitucional al margen de la Suprema Corte de Justicia, y escogida por el Consejo Nacional de la Magistratura, ya ha despertado objeciones del máximo jerarca de la justicia. Será también objeto de conflicto la elección de un Tribunal Superior Administrativo por parte del Consejo y al margen de la Suprema Corte. También se cuestionaría que el ministerio público siga dependiendo del poder Ejecutivo, pese a crearse un Consejo General de Procuradores como órgano de gobierno.

La Consagración de la inviolabilidad de la vida “desde la concepción”, que asimila el predicamento religioso en contra de todo género de aborto, aún los terapéuticos legalizados en gran parte del mundo, y la negación de comunidad de bienes de las parejas del mismo sexo, también son elementos llamados a generar debates y conflictos.

Varios artículos podrían ser objetados al considerarse que ratifican el presidencialismo, como la letra g del 108 que atribuye al presidente la facultad de anular arbitrios de los ayuntamientos, que correspondería a la justicia o al Tribunal Superior Administrativo; el 218 que le autoriza a modificar proporciones presupuestarias establecidas por ley; el 223 que le permite transferencias presupuestarias por decreto cuando el Congreso esté en receso; o el 232 que deja al poder Ejecutivo la presentación de ternas para integrar la Cámara de Cuentas que debe vigilar sus gastos.

Para algunos, como el jurista Francisco Alvarez Valdez, la propuesta constitucional ratifica el clientelismo y la repartición del patrimonio público al llevar hasta a 250 el número de diputados, que otros anteproyectos reducían a 150, al mantener excesivos números de integrantes de la Cámara de Cuentas, la Junta Central Electoral y hasta la nueva Cámara Constitucional.

Asamblea Constituyente

El método de modificación de la Constitución seguirá siendo objeto de conflicto, pues el principal partido de la oposición, el Revolucionario Dominicano (PRD), entidades de la sociedad civil como Participación Ciudadana, Centro Juan Montalvo y Foro Ciudadano han reiterado que mantendrán la defensa de la Asamblea Constituyente. El profesor Luis Gómez, de la Universidad Autónoma de Santo Domingo, no se da por vencido y está colgando en Internet proyectos consensuados que involucran a otras universidades y hasta a la CONARE.

La Asamblea Constituyente ha sido consenso en todos los anteproyectos elaborados en las últimas dos décadas. Fue aprobada en el Diálogo Nacional que auspició el presidente Fernández entre 1997 y 1998. También en la propuesta de la amplia comisión del 2001. Se estableció en el Pacto para la Reforma Constitucional firmado el 27 de septiembre del 2001 por los tres partidos mayoritarios con la mediación de Monseñor Agripino Núñez. Ha figurado en los programas de gobierno del PRD y del PLD.

El método de la Constituyente ha predominado desde la primera constitución y prevaleció en 1858 y 1963 cuando se formularon nuevos textos constitucionales. También en una parte de las reformas parciales.

Aunque lo dejó de lado para la reforma que auspició en el 2002, ahora el PRD reivindica el consenso del 2001 que no sólo instituía la Constituyente, sino que establecía boletas separadas para elegir representantes de los partidos y de las organizaciones sociales. Esta semana sometió un proyecto de ley para una reforma simple de los artículos 116-118 a fin de convocar la elección de constituyentes.-

La reelección

La reelección presidencial volverá a ser tema dominante del debate constitucional. El proyecto del presidente Fernández ignoró el resultado de su consulta popular y la recomendación de su comisión para mantener la fórmula actual de sólo dos períodos de gobierno y jamás postularse. Propone que puedan  volver después de un período fuera.

Hasta en el partido de gobierno hay quienes temen que en los debates se proponga –como ya se ha planteado- que se elimine toda restricción a la reelección, lo que podría desatar una “entusiástica avalancha” al momento de las decisiones, pero también crear una crisis aún en el Partido de la Liberación Dominicana, donde seguidores de Danilo Medina se proclaman “vigilantes” para no quedar con la carabina al hombro.

También hay incertidumbre porque algunos ya plantean que el presidente Fernández podría repostularse en el 2012, bajo la interpretación de que  hay que comenzar a contar los períodos otra vez porque una nueva constitución predomina sobre la anterior, como se entendió en 1994 cuando la reforma prohibió la repostulación de Joaquín Balaguer aunque él había sido electo con un texto que la permitía. Más aún cuando el proyecto presentado concluye: “Quedan derogadas todas las disposiciones que se opongan a lo establecido en la presente Constitución”, la que “entrará en vigencia el mismo día de su publicación en la Gaceta Oficial”.

A juicio de un destacado danilista la dudas se esclarecen agregando una décima  disposición transitoria  al listado de nueve con que concluye la propuesta y que no dejan a interpretación el final de los períodos de los actuales legisladores, de los jueces electorales y de los miembros de la Junta Monetaria.

El optimismo ante la crisis

Por Juan Bolívar Díaz

El desbordado optimismo que muestra el presidente Leonel Fernández ante la crisis económica internacional y sus posibles incidencias en el país sólo tiene explicación en su negativa a adoptar un ajuste fiscal que todos los sectores económicos y sociales vienen demandando.

Esa actitud implica un grave riesgo, pero de aceptar la realidad no se podría justificar el festival de designaciones de altos cargos que se ha extendido por cinco semanas ni el extenso programa de obras públicas que anunció en su discurso de juramentación del pasado 16 de agosto, ni la prioridad de una reforma constitucional.

No hay manera de entender que la República Dominicana esté blindada ante la crisis de la economía de Estados Unidos que pone en jaque hasta los demás países desarrollados cuando esta nación depende de la inversión extranjera, del turismo, las exportaciones y las remesas del exterior.

Sorprendente optimismo. Era comprensible que en plena campaña por su reelección el presidente Leonel Fernández sostuviera que el país está blindado frente al desbordamiento del precio del petróleo y los alimentos y lo que entonces eran temores de una crisis financiera de Estados Unidos con repercusiones internacionales, pero pocos entienden el optimismo que desbordó esta semana mientras el gobierno norteamericano se declaraba en emergencia.

Contradiciendo los discursos del presidente George Bush, las previsiones de los gobiernos de las naciones desarrolladas y de los expertos internacionales, el mandatario dominicano llegó a sostener que «lo peor del huracán financiero está pasando» añadiendo que no ve cómo la crisis internacional podría perjudicar el país.

Es relevante que Fernández formulara esos planteamientos ante representantes de la revista The Economist y en la ciudad de Nueva York en momentos en que el gobierno de Estados Unidos luchaba por convencer al Congreso para que autorizara US$700 mil millones, adicionales a los 300 mil ya invertidos, para enfrentar lo que todo el mundo señala como la peor crisis financiera en 79 años.

El mismo día que el país conocía los pronunciamientos del líder dominicano, el presidente Bush pronunciaba un discurso afirmando que «estamos en medio de una grave crisis financiera» y advirtiendo que se enfrentan a una «larga y dolorosa recesión», y convocaba a los principales candidatos presidenciales a la Casa Blanca para discutir con ellos la situación, mientras el aspirante republicano a sucederle suspendía su campaña electoral aduciendo la necesidad de concentrarse en la búsqueda de soluciones.

En naciones desarrolladas como Gran Bretaña, Alemania, Italia, Francia y España los gobiernos vienen adoptando previsiones para reducir los efectos de la crisis financiera de Estados Unidos. Hace dos semanas el presidente español José Luis Rodríguez Zapatero fue zarandeado por la oposición en el Congreso, que lo acusa de no enfrentar la situación, pese a que allí, como en toda la Unión Europea, se adoptan reales políticas de austeridad.

Funcionarios de organismos internacionales, funcionarios gubernamentales y analistas financieros convienen en advertir sobre serios riesgos internacionales.

El ministro de Economía de Alemania y el premio Nóbel de Economía Joseph Stiglitz entienden que la crisis está aún en sus inicios, vaticinando una fuerte desaceleración económica.

Dependencia nacional. La crisis financiera norteamericana podrá ser contenida, pero en la generalidad de los análisis internacionales se advierte que los efectos de la misma abarcarán por lo menos el próximo año, y más allá del desbordado optimismo no hay manera de prever que no se reflejen en la economía nacional, ya afectada por desequilibrios fiscales y el intercambio comercial. Para este año ya se prevé que las exportaciones de ferroníquel caerán a la mitad de los 1,100 millones de dólares a que ascendieron en el 2007.

Entre los analistas económicos dominicanos es generalizado el consenso de que la crisis internacional afectará al país en términos que obligarán a una rigurosa austeridad en el desbordado gasto gubernamental que en el primer semestre creció sobre el 33 por ciento en relación al mismo período del año pasado.

No es nada nuevo el criterio de que la economía nacional depende en grado extremo de la norteamericana y la europea. Turismo y zonas francas fueron afectados por última vez tras los acontecimientos terroristas que sacudieron a Estados Unidos en el 2001. Ya en julio pasado se registró una reducción del flujo turístico y el presidente de la Asociación de Remesadores, Freddy Ortiz, advirtió un reflujo del monto de las remesas que envían los residentes en el exterior, en su mayoría desde Estados Unidos. Los informes revelan un incremento del 2.5 por ciento este año del desempleo entre los latinos residentes en territorio norteamericano.

En el actual escenario internacional también se pueden esperar mayores dificultades para las inversiones en planes como una segunda línea del Metro capitalino y un tren Haina-Santiago basado en concesiones. Baste recordar que, en mejores perspectivas, hace tres años se iniciaron las gestiones para las concesiones para dos mega plantas eléctricas de carbón y todavía no ha aparecido el primer dólar para iniciarlas.

Aliento del petróleo

El presidente Fernández ha apostado a una reducción del precio del petróleo y se vio alentado cuando cayó alrededor de 90 dólares el barril, que él había vaticinado cuando sobrepasaba los 140 dólares. Pero la alegría duró poco y el hidrocarburo ha vuelto a cotizarse entre 100 y 120 dólares con saltos estrepitosos que confirman fuertes niveles de especulación e incertidumbres en los mercados.

Pero aún a 90 dólares el petróleo seguiría penalizando la economía nacional, lo que advirtió el mismo mandatario en su discurso ante la Asamblea General de las Naciones Unidas el miércoles, cuando señaló que la factura petrolera del país pasó de 1,667 a 6,500 millones de dólares entres el 2004 y este año.

Es cierto que eso no impidió que la economía nacional siguiera creciendo, pero acumulando un déficit en la cuenta corriente de la balanza de pagos que los economistas vaticinan que podría alcanzar los 4 mil millones de dólares este mismo año.

En lo que tiene razón el presidente Fernández es en su reiterada queja sobre la especulación que caracteriza el mercado del petróleo, que en última instancia no es novedoso, sobre todo en las últimas décadas cuando las desregulaciones y el libre comercio se han impuesto en el mundo.

También fue válida su queja sobre el incumplimiento de los países desarrollados de su compromiso de aportar el 0.7 por ciento de su producto bruto para ayudar a las metas del milenio acordadas en el foro de las Naciones Unidas. Esa falta de solidaridad tampoco es nueva, puesto que apenas un puñado de naciones cumplieron compromisos similares adoptados en los años setenta en las conferencias de las Naciones Unidas para el Desarrollo (UNCTAD).

Tiempo al tiempo

El relevante optimismo del presidente Leonel Fernández expresa su decisión de «darle tiempo al tiempo» en una peligrosa apuesta política que podría resultar costosa para el país, al proseguir un nivel de gasto que incrementa los desequilibrios económicos, mientras se genera una inflación de dos dígitos llamada a aumentar las tensiones sociales y a repercutir sobre las empresas y el empleo.

Si el gobierno reconoce los peligros que acechan sería mucho más difícil justificar el festival de designaciones de altos cargos durante las últimas cinco semanas y la negligencia en ejecutar los planes de austeridad enunciados en el discurso presidencial del 17 de julio.

También sería más difícil evadir, como hasta ahora, las recomendaciones de muy diversos sectores empresariales y de los economistas de un nuevo acuerdo con el Fondo Monetario Internacional que ayude a contener el gasto público e infunda confianza en el mantenimiento del equilibrio macroeconómico.

En un escenario de reconocimiento de las repercusiones de la crisis económica internacional y de los desequilibrios nacionales también sería menos justificable embarcar el país ahora en un debate constitucional con proyecciones de elevar las crispaciones políticas. Y con un proyecto de Constitución que permitiría llevar los diputados hasta 250 y crear nuevas instancias burocráticas, al menos en la justicia.

En el telón de fondo de este solitario optimismo del presidente Fernández, quien ha iniciado su tercer período de gobierno aumentando el clientelismo en contradicción con la opinión general, se advierten nuevamente el peso del presidencialismo y las debilidades institucionales que impiden subordinar la ambición política de los gobernantes al interés supremo de la nación.

La oportunidad del presidente LF

Por Juan Bolívar Díaz

El primer reto que tiene el presidente Leonel Fernández para su tercer período de gobierno es aceptar la realidad de la crisis económica y asumir una gestión de suprema austeridad y racionalidad en el gasto que preserven la estabilidad macro-económica que ha sido su mayor galardón.

Esta gestión podría pasar a la historia si el líder del Partido de la Liberación Dominicana (PLD) vuelve por sus orígenes y auspicia la revolución democrática y moral que anunció, dedicando sus mayores energías al fortalecimiento institucional con un gran concierto nacional.

 Para alcanzar esos objetivos es fundamental desalentar las expectativas de continuidad en el poder que de aflorar en la reforma constitucional, como muchos vaticinan, sacudiría hasta su propio partido y crearía un clima de desasosiego similar al que determinó el fracaso reeleccionista del presidente Hipólito Mejía.

Sorpresivo discurso.  La opinión pública nacional ha reaccionado con sorpresa ante el discurso de juramentación para su tercer período del presidente Leonel Fernández, abiertamente contradictorio del que pronunció un mes antes, el 17 de julio, cuando anunció un período de austeridad y límites del gasto público.

 Es cierto que lo planteado el mes anterior fue un “Plan Integral de Acción hasta el 2009”, pero se le criticó el optimismo de que las medidas restrictivas fueran de tan corto plazo y alcance, cuando las repercusiones de la crisis económica, tanto de origen internacional como nacional, superarán el lapso de cinco meses, ya reducido a cuatro, que restan del año en curso.

 Las decenas de grandes proyectos de inversión que anunció para el nuevo período gubernamental no serían realizables ni siquiera en un período de auge económico, por lo que algunos analistas lo han inscrito dentro de una perspectiva de continuidad en el poder más allá de los próximos cuatro años, aún con concesiones de obras al sector privado.

 Las experiencias de las concesiones para las carreteras San Cristóbal-Baní, y San Pedro-La Romana, y los contratos para el Malecón de Santo Domingo y las dos plantas para generar electricidad con carbón, que llevan de dos a tres años, indican la lentitud y limitaciones de esas inversiones.

 Lo que más ha llamado la atención del discurso de juramentación ha sido el programa de obras públicas, mientras se advierte que no incluyera la menor referencia a la austeridad y el control del gasto público que demandan los sectores empresariales, economistas y la oposición política.

 Eso sin que se haya puesto en vigencia una sola disposición concreta para reducir el dispendio ni para desmontar los subsidios generalizados incrementados durante la campaña electoral hasta haber consumido 51 mil millones de pesos, 31 por ciento del gasto entre el primero de enero y el 8 de agosto, según un informe de la secretaría de Hacienda publicado el jueves por el diario El Caribe.

 Cuando la tasa cambiaria superaba los 35 pesos por dólar y se advertía de las consecuencias previsibles del incremento de las tasas de interés, el gobierno hizo aprobar un presupuesto complementario de 31 mil millones de pesos que incluye 5 mil millones de pesos que estaban destinados a cubrir parte del déficit de este año del Banco Central.

El mejor de los caminos.  Dejar la reelección sin límites tendría un costo político muy elevado, incluyendo la posibilidad de mayores dificultades económicas y de gobernabilidad que generen un sentimiento nacional anticontinuista y se repita el fracaso de Hipólito Mejía, por lo que algunos consideran que el doctor Fernández no se aventurará, aunque esté atrapado por el mesianismo balaguerista.

Para el actual mandatario el mejor de los caminos sería fortalecer su partido y auspiciar un gobierno con algún nivel de concierto nacional que le permita sortear la crisis económica. Más aún si se anota éxitos en el fortalecimiento institucional y mejoramiento de la democracia.

Una revolución democrática, como la planteada en su juramentación por el presidente Fernández sería transar una Constitución de amplio consenso, modificaciones políticas-electorales y la puesta en vigencia del gran paquete de reformas institucionales aprobadas en las últimas dos décadas, la mayoría de las cuales han quedado en los papeles o se cumplen a medias.

Si le suman la revolución moral a la que también aludió, restringiendo la corrupción y el dispendio y concentra su atención en buscar respaldo para controlar la descomposición social y la delincuencia, el presidente Fernández podría concluir su nuevo período con razonable éxito, reduciendo el impacto de la crisis económica que pone en jaque hasta las economías de Estados Unidos y la Unión Europea.

En tal caso mantendría su liderazgo en el PLD y hasta podría pensar en repostularse en el 2020, en caso de que otro peledeísta gane en el 2012 y se repostule para el 2016. De cualquier manera podría reivindicar el legado histórico del partido que fundara el profesor Juan Bosch en 1973.

¿Proyecto continuista?

No han faltado quienes catalogan el del 16 de agosto como “discurso de campaña continuista”. Para algunos fue una pieza ilusionista destinada a crear nuevas esperanzas en un liderazgo mesiánico al estilo Balaguer y  alentar las expectativas de sus seguidores más incondicionales que acarician la idea de una reforma constitucional que deje sin límites la reelección presidencial.

 Una prueba definitoria será la reforma constitucional que Fernández promete  iniciar próximamente con el envío al Congreso de su proyecto. Ya el Comité Político del PLD aprobó que se elimine la prohibición de la repostulación después de dos períodos de gobierno posibilitando volver después de un intermedio.

 En la ocasión se adujo que de esa forma el doctor Fernández Reyna podría ser postulado nuevamente en el 2016. Eso sería viable en el caso de que su partido pierda las elecciones del 2012, porque no podrían descartar que en caso de ganar, cualquiera que sea el electo desee optar por la segunda oportunidad, ya que también decidieron que si un presidente peledeísta desea repostularse nadie pueda disputarle la candidatura.

 Entre los líderes del PLD los que han aspirado a la candidatura presidencial y la buscarían para el 2012 son Danilo Medina, Jaime Fernández Mirabal y José Tomás Pérez. Los dos últimos declinaron para apoyar a Leonel Fernández en la pasada contienda interna. También se menciona a Radhamés Segura.

 Al que más posibilidades se le atribuyen es a Medina, quien ha logrado mantener una fuerte influencia en los niveles de  dirección, entre los legisladores y síndicos  y en la militancia peledeísta. La designación de Jaime Fernández como secretario de Medio Ambiente, que él no ha aceptado, no indica una preferencia por parte del presidente Fernández, que de  tenerla lo habría colocado en un cargo de mayor proyección política.

La lógica del poder

En la teoría nacional de la lógica del poder se establece que nadie declina a seguir en la Presidencia de la República a menos que se vea obligado, por lo que tanto dentro como fuera del PLD todavía no se descarta que al modificar el artículo 49 de la Constitución algunos legisladores no planteen dejar la reelección sin restricción.

 Aunque no se descarta que esa posibilidad salga adelante, tendría un costo político muy elevado en los próximos meses, dentro de un panorama económico complicado, no sólo porque la fórmula encontraría resistencia en la oposición política y parte de la opinión pública, sino también dentro del mismo partido de gobierno.

 No se puede olvidar que en la campaña electoral el presidente Fernández disertó en torno a las diversas fórmulas constitucionales sobre la reelección para concluir en que “aceptaría lo que decida la mayoría”. La asamblea revisora de la Constitución será  integrada por 210 miembros, 178 diputados y 32 senadores. Las dos terceras partes que garantizan cualquier reforma serían 141.

Los legisladores peledeístas suman 120, a los que se adicionan 4 de los reformistas aliados en los recientes comicios. Los 17 restantes se conseguirían en el Partido Reformista, donde ya algunos piensan aliarse al PLD para mantener sus cargos en el 2010. No se descarta buscar votos en el Partido Revolucionario Dominicano. Los ejecutores de la reforma del 2002 para que Hipólito Mejía pudiera repostularse contaron con 12 diputados peledeístas, a quienes se suponía más difícil de conquistar. Pero ese camino no está de ninguna manera allanado, si se toma en cuenta la influencia que mantiene Danilo Medina sobre cerca de la mitad de los legisladores de su partido. Se afirma que unos 50 diputados y 12 senadores. A Jaime David se le atribuye una docena de fieles entre los diputados. Nadie descarta que muchos puedan ser convencidos sobre algo que interese al presidente de la República y líder del partido. En el 2002 de los diputados perredeístas 36 suscribieron una oposición a la reelección, pero el día de la votación sólo 9 se manifestaron en contra.

Otro gobierno fallido

Por Juan Bolívar Díaz

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Es casi unánime la convicción de que el principal mérito de la gestión gubernamental que concluye ha sido el restablecimiento de la estabilidad y del crecimiento económico, aunque hay muchos cuestionamientos por el dispendio y la falta de prioridad en la inversión tras un aumento significativo de los ingresos fiscales.

 Al pasar balance a las metas que trazó el presidente Leonel Fernández en su discurso de juramentación hace 4 años se comprueba que más de la mitad no fueron alcanzadas, que en muchos casos se ejecutó lo contrario y que se sobrepasó en materias como reforma tributaria, subsidios y repartos clientelistas.

 Los mayores déficit de la gestión y que más decepciones ocasionaron están en las políticas sociales y los aspectos institucionales con un sistemático incumplimiento de las reformas de la última década y muy particularmente por los brotes de corrupción y la creciente descomposición política y social.

El mayor éxito.  No hay dudas que el mayor de los éxitos del segundo gobierno del doctor Leonel Fernández ha sido el restablecimiento de la estabilidad macroeconómica tras la crisis financiera del 2003-04, con un extraordinario crecimiento del producto interno bruto sobre el 8 por ciento, inflación entre 5 y 9 por ciento entre el 2005 y 2007, estabilidad cambiaria y de las tasas de interés, así como aumento de las reservas  netas de divisas.

 Se ponen reparos a un crecimiento que no se ha manifestado igualmente vigoroso en sectores básicos como la industria, las zonas francas y la agropecuaria, pero aún así le ha ganado mucho  crédito a un gobierno que generó confianza lo que se expresó en retorno de capitales y significativo crecimiento de la inversión extranjera, aunque muy concentrada en turismo y bienes raíces.

El éxito económico de los primeros tres años se ha venido relativizando en el cuarto cuando un déficit fiscal y las alzas de precios internacionales han generado una crisis, reduciendo el crecimiento, disparando la inflación a dos dígitos, y reduciendo las reservas netas de divisas en unos 400 millones de dólares en contraste con el sostenido crecimiento del período 2005-07.

El exceso de gasto de la larga campaña electoral, con un escenario internacional desfavorable llevó al Banco Central a elevar las tasas de interés y agotar reservas de divisas para mantener la estabilidad cambiaria y contener el desbordamiento inflacionario. Pero ello se traduce en un círculo vicioso con una moneda sobrevaluada lo que penaliza a los productores, el turismo y a los pobres receptores de remesas, mientras incentiva las importaciones. El déficit de la cuenta corriente de la balanza de pagos que ya el año pasado fue de 2 mil 231 millones de dólares, se proyecta para este año en 4 mil millones, evidenciando una persistente debilidad estructural de la economía nacional.

Políticas sociales.   El éxito económico pasa a ser cuestionado cuando se trata de la calidad del gasto, la concentración de la inversión en la ciudad de Santo Domingo, que en el 2007 recibió las dos terceras partes del total según diagnosticó el Consejo Nacional de la Empresa Privada. También cuando se comprueba la escasa proporción del gasto público social incluyendo salud y educación. El presupuesto destinado al sector educativo ha seguido por la mitad del 4 por ciento del PIB que dispone la ley de Educación.

 El crecimiento económico siguió beneficiando a una minoría de la población, mientras el 75 por ciento de los asalariados tiene ingresos menores a 22 mil pesos mensuales, lo que los condena a vivir en la pobreza o paliarla con múltiples trabajos. La pobreza extrema ha recibido atención del gobierno, pero con programas asistencialistas que perpetúan su vulnerabilidad en vez de inversión para promover el desarrollo humano.

 Gracias a tres reformas tributarias y a una reconocida eficiencia recaudatoria los ingresos fiscales crecieron en alrededor de un 150 por ciento, pero fueron consumidos por un voraz gasto corriente que en el último año supera el 33 por ciento, con claros signos de dispendio, salarios desproporcionados en los altos funcionarios, así como distribución en subsidios generalizados que este año superan lo destinado a educación y salud. El gasto fue concentrado en el Poder Ejecutivo y particularmente en la Presidencia, destinando apenas un 6 por ciento a los ayuntamientos, desconociendo la ley que establece un 10.

Déficit institucional.   En la institucionalidad democrática radica el mayor fallo del cuatrienio cuando se incumplió gran parte del inmenso paquete de reformas realizadas en las últimas dos décadas, incluyendo numerosas realizadas durante los últimos cuatro años.

 No sólo se han violado las leyes relativas al financiamiento de la Educación y los municipios, sino también las de compras y contrataciones, carrera administrativa y función pública, de presupuesto, de migración, de organizaciones sin fines de lucro, la que penaliza el robo de energía, la del sistema integrado de administración financiera y otras.

 El gobierno hizo esfuerzos por aplicar la ley de seguridad social, aumentando significativamente la cobertura subsidiada de salud, y dio pasos para implementar el seguro familiar de salud contributivo, pero al costo de sustituir el Consejo Nacional que debe regir el sistema.

 La primera víctima institucional ha sido el propio partido de gobierno, cuyos organismos han sido relegados por el presidencialismo, generando graves tensiones internas, y la segunda el Partido Reformista Social Cristiano, descuartizado por una política de prebendas, mientras el gobierno en pleno fue implicado en el laborantismo político al cual se subordinaron las políticas públicas. El abuso de los recursos del Estado en campañas electorales alcanzó grados superiores a los tradicionales.

 Un gobierno que se ha preciado de electrónico y acorde con la sociedad de la información se ha tornado opaco, al grado de ocultar informaciones básicas sobre ejecución presupuestaria, déficits y endeudamiento. Creó organismos como la Comisión Económica, Social e Institucional y la Comisión Nacional de Ética, que temprano atravesaron por crisis y no han podido cumplir la misión que se les encomendó. El escandaloso fracaso de la Cámara de Cuentas que designó hace dos años se suma a las  precariedades institucionales.

 El ministerio público dejó sin efecto los procesos judiciales por corrupción como el del Programa Eventual de Empleos Mínimos y el fraude con los cupones de subsidio al gas propano, iniciados en el gobierno anterior y, aunque se realizaron esfuerzos no se pudo avanzar en el control de la criminalidad y la delincuencia.

 Los escándalos de corrupción estuvieron presentes desde el inicio del período gubernamental. Los más relevantes: los del mobiliario y decoración de la Suprema Corte y de la biblioteca de la Universidad Autónoma, el fraude con las pensiones de  la secretaría de Finanzas, el frustrado contrato para la isla artificial, la contratación con la Sun Land por 132 millones de dólares para equipamiento de la Policía, anulado por escandalosa sobrevaluación, y el histórico con la misma empresa mediante el cual se colocaron en el mercado internacional pagarés por 130 millones de dólares.

Metas incumplidas

 Bastaría pasar balance a las políticas que el presidente Fernández anunció el 16 de agosto del 2004 para concluir en que el  gobierno ha sido fallido. De 30 metas en políticas económicas, sociales e institucionales, apenas 9 fueron alcanzadas, y otras 4 sólo iniciadas. Las otras 18, más de la mitad, quedaron relegadas.

 En el orden económico se alcanzaron los objetivos de recuperar la estabilidad y el crecimiento, restablecer el acuerdo con el Fondo Monetario Internacional, renegociar la deuda externa, mejorar los controles del sistema financiero -logrado satisfactoriamente-,  y realizar una nueva reforma fiscal, cumplida tres veces, pero sólo en lo tributario.

 Se falló en enfrentar el déficit cuasifiscal del Banco Central –que creció más de un cien por ciento-, y estrepitosamente en iniciar un período de austeridad, con reducción del gasto del Estado en no menos del 20 por ciento, suprimir los cargos públicos en exceso, eliminar gastos superfluos y reducir viáticos y dietas, prohibir la compra de nuevas jipetas, cambiar los privilegios de los cónsules por salarios y enfrentar con energía la corrupción.

 En políticas sociales se alcanzaron las metas del programa “Comer es primero” y de ampliar el desayuno escolar, y a medias las de reducir la mortalidad materno-infantil y la de atender la salud pública y reabastecer los hospitales. Se fracasó en privilegiar la educación y los recursos humanos, fomentar la vivienda y el micro crédito, en nuevas políticas energéticas, en renegociar los contratos de compra y venta de energía, en licitar para privatizar la administración de Edenorte y Edesur, en aumentar el cobro de la energía, en transparentar los costos y reducir el subsidio a la electricidad, y en fortalecer la superintendencia de Electricidad y la Comisión de Energía.

 En lo institucional se cumplieron las metas de aprobar una ley de incentivos a las energías renovables –aún sin aplicar-, y en la integración del inoperante Consejo Económico y Social. No se realizó la reforma constitucional ni se promulgó una ley de participación social. Sólo se continuó un programa de reforma del sistema carcelario y apenas se inició la profesionalización del ministerio público.

 

Urge revertir la crisis social. La masacre de Baní no es la primera de esa magnitud en RD

Por Juan Bolívar Díaz

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La masacre de siete hombres en Paya, Baní, que esta semana ha conmovido el país pone de manifiesto el auge del narcotráfico que parece estar sobrepasando la capacidad contenciosa de las autoridades. La delincuencia en todas sus expresiones se reproduce en un clima de cultivo caracterizado por la búsqueda de riqueza rápida incentivada por la impunidad y una cultura de ostentación desproporcionada para los niveles de pobreza de la mayoría de los dominicanos y dominicanas.

Cada vez es más generalizada la convicción de que el país atraviesa por una crisis que requiere nuevas políticas que sinceren la realidad económico-social, ajustando los niveles de vida y consumo de los grupos privilegiados, especialmente del estamento político, imponiendo el imperio de la ley.

Auge del narcotráfico. La masacre de Baní no es la primera de esa magnitud que se registra en el país, ya que el 5 de septiembre del  2004 también siete hombres fueron asesinados en Navarrete, municipio de Santiago, en un ajuste de cuentas entre narcotraficantes, lo que pocos han recordado en estos días.

Esas ocurrencias hacen temer que la violencia del narcotráfico pueda conducir el país a los críticos niveles que esa actividad criminal ha alcanzado en otras naciones de la región, como Colombia, Perú y México.

Sin que todavía se hayan podido esclarecer los orígenes y motivaciones de la masacre del lunes, las circunstancias en que se produjo, involucrando personeros de tres o cuatro países, evidencian la presencia en el territorio nacional de poderosas bandas criminales armadas con poder económico capaz de vulnerar altos estamentos militares, policiales y sociales. La presidenta del Consejo Nacional de Drogas, Mabel Féliz, tuvo que admitir el jueves que “hay descuido” en los organismos de inteligencia que no dan seguimiento a extranjeros vinculados al narcotráfico.

Versiones extraoficiales recogidas por los medios informativos señalan como detonante un cargamento de mil doscientos kilogramos de cocaína, cuyo valor sería de decenas de millones de dólares.

Las estadísticas de las incautaciones de drogas indican que definitivamente el país está siendo convertido en un puente para el tráfico del producto hacia el gran mercado consumidor de América del Norte y Europa.

Pero también muestran un extraordinario consumo en diversos sectores sociales dominicanos, incluidos los de baja capacidad económica.

Un informe de la Dirección Nacional de Control de Drogas (DNCD) publicado hace dos semanas indica que en 23 meses de la gestión del general Rafael Ramírez Ferreira frente al organismo se incautaron 11 toneladas de diversos narcóticos, entre ellas 9 mil 456 kilogramos de cocaína. Las detenidos sumaron 35 mil, el 52 por ciento de los últimos 8 años, y fueron desmantelados 30 mil 979 puntos de ventas de narcóticos. Este general del Ejército tiene un alto crédito como uno de los más diligentes que han ocupado la difícil posición

Autoridades cómplices. Desde hace muchos años religiosos que trabajan en los barrios y dirigentes comunitarios vienen denunciando la complicidad de autoridades policiales y de la DNCD con el narcotráfico, lo que fue reiterado el 23 de julio pasado en reportaje para HOY de Minerva Isa y Eladio Pichardo.

La captura de Quirino Ernesto Paulino, a fines del 2004, puso de manifiesto la complicidad en altos estamentos policíacos-militares, empresariales y políticos con el gran tráfico de drogas, hasta niveles aún pendientes de esclarecer, generalizando la convicción general de que muchas fortunas tienen vinculación con ese delito.

Los periódicos informan que la Playa de Sabana Uvero, en Baní, cerca del lugar de la masacre del lunes, es desde hace tiempo un “santuario del bombardeo de drogas”, lo que cuadra con la versión extraoficial de que junto a la casa donde vivían los masacrados se estaba construyendo un almacén de narcóticos.

Pero el senador por la Provincia Peravia, Wilton Guerrero, y el obispo emérito José Arnaiz no tuvieron temor de denunciar el miércoles que el poder económico del narcotráfico ha penetrado hasta los encargados de combatir el crimen, obligando al gobierno a encargar al secretario de las Fuerzas Armadas, al Jefe de la Policía Nacional y al Procurador General a investigar y rendir un informe.

El senador Guerrero fue contundente al denunciar que en los últimos años las dotaciones de la Policía Nacional, de la DNCD y el Ministerio Público han estado al servicio del narcotráfico en la provincia, que no hacen otra cosa que cobrar peaje, habiendo hecho de Baní una especie de “zona franca del narcotráfico”. En una reunión con altas autoridades el jueves, el legislador desafió al presidente de la DNCD a que dijera públicamente los nombres de los oficiales serios que han pasado por Baní en los últimos años.

El obispo Arnaiz no se quedó muy atrás al afirmar que al país le será difícil librarse del narcotráfico debido a los recursos millonarios que mueve y a “la seducción que ejerce en algunas autoridades encargadas de combatirlo”.

Estadísticas dramáticas. Las afirmaciones del senador Guerrero y el obispo Arnaiz causaron impacto, pero no parecen exageradas si se tiene en cuenta que el 25 de julio pasado el presidente de la DNCD, general Ramírez Ferreira, reveló que en su gestión de dos años en ese organismo ha cancelado a cerca de 5 mil agentes por vincularse a actividades ilícitas, especialmente al narcotráfico.

Aunque es un secreto el número de agentes de la DNCD fuentes vinculadas indican que no llegan a cinco mil, lo que revela una situación dramática. Las estadísticas de la Policía Nacional y de las Fuerzas Armadas no difieren mucho. El 15 de febrero la secretaría de las Fuerzas Armadas informó que desde el 2004 han sido cancelados dos mil 300 militares, incluyendo 2 generales y 6 coronales, por robos, narcotráfico y otros delitos.

Esos datos con indicativos de que una proporción demasiado significativa de las personas que el Estado recluta para labores militares y policiales se vinculan a actividades ilegales, incluyendo relevantemente el narcotráfico.

Los bajos sueldos que se paga a militares y policías influyen en gran medida en su inclinación a las actividades ilícitas y el narcotráfico es el negocio más rentable del mundo. Esos salarios no atraen a los jóvenes más capacitados pero sí a los más aventureros y deseosos de acceder a altos niveles de vida que no conseguirían facialmente en los escasos empleos disponibles.

Eso significa que el Estado dota de armas y reviste de autoridad a muchas personas más inclinadas a la búsqueda de riqueza fácil que a la persecución de los delincuentes. A eso se suman los riesgos que corren aquellos que asumen su función con honestidad.

Disolución social. La anomia y disolución social que afecta a la sociedad dominicana es un caldo de cultivo para el auge de la delincuencia en todas sus expresiones y relevantemente del narcotráfico por su rentabilidad.

Otro incentivo es la ostentación de riquezas de que hacen galas funcionarios, políticos y empresarios. Una expresión dramática de esa anomia es que el Congreso Nacional, la Suprema Corte de Justicia y la Junta Central Electoral y otros organismos del Estado se han negado a acogerse al Sistema Dominicano de Seguridad Social creado para todos, sin la menor consecuencia.

Analistas de la conducta expresan alarma por lo que diagnostican como cultura de la ilegalidad y la burla de las normas, que tiene múltiples expresiones en la sociedad dominicana y que se fortalece por la impunidad prevaleciente, junto a la lenidad de las autoridades.

La semana pasada el Jefe de la Policía y el presidente de la Suprema Corte polemizaron públicamente por la responsabilidad en el auge de la delincuencia.

La anomia social tiene como espejo la anarquía en que se ha convertido la circulación vehicular, al grado que en un reciente reportaje publicado en un periódico norteamericano se decía que en el país no hay leyes de tránsito.

Pero eso no debería alarmar a nadie si se tiene en cuenta el sistemático robo de alambres eléctricos y telefónicos, cables de puentes, tapas de alcantarillas y las verjas y monumentos públicos que se convierten en cobre fundido y se exportan legalmente aunque se denuncian y  el país no produce ese metal.

El presidente Leonel Fernández ha denunciado varias veces que el robo de electricidad por parte de grandes consumidores es de los causantes de la crisis energética que obliga a destinarle en subsidio más recursos que a la educación. Pero un año después de promulgada una ley especial para penalizar ese delito, todavía no se aplica y pocos creen que se hará.

En la opinión pública se expresa un gran clamor por la contención de la delincuencia, pero en general con una visión superficial basada en una cultura autoritaria que empuja a las autoridades a la ejecución sumaria de delincuentes, sin profundizar en sus causas y en los mecanismos eficientes de contención.

Es obvio que frente a la creciente inseguridad urgen nuevas políticas que partan en primer lugar de una mayor inversión para mejorar la integración, la capacidad y los recursos de los organismos de seguridad, especialmente de los investigativos.

La pasada semana dirigentes empresariales se expresaron en ese sentido, avanzando en la conciencia de que con salarios de 7 y 8 mil pesos no será fácil reclutar tenientes policiales dispuestos a jugarse la vida en defensa de la seguridad de nadie. Pero por encima de todo será preciso contener la corrupción y la distribución del patrimonio público que privilegia a  políticos y funcionarios con salarios superiores a sus pares de naciones desarrolladas y con niveles de ostentación que incentivan a los de estamentos más bajos a buscársela a cualquier precio.

Dudan de la capacidad para enfrentar crisis de la economía

Por Juan Bolívar Díaz

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¿Están los partidos políticos en capacidad de asumir las decisiones trascendentales que el país necesitar para salir airoso de la crisis económica? Se perciben ciertas dudas en el ambiente.

Economistas y empresarios estimaron como limitado el plan anunciado por el Presidente Leonel Fernández para enfrentar las dificultades económicas. Se  trata de un desafío mayor para el gobierno y para los políticos en general que tienen pendiente    demostrar  capacidad para colocar el interés general sobre los particulares.

 En la medida en que se expande la convicción de que la nación deberá adoptar decisiones trascendentes para evitar una nueva desestabilización económica, aumentan las interrogantes sobre la capacidad del sistema político para subordinar los intereses partidistas y pactar acuerdos.

 El mayor desafío es para el Presidente Leonel Fernández y el Partido de la Liberación Dominicana (PLD) que tienen la responsabilidad de gobernar y tomar las iniciativas de concertación que deberán comenzar en su propio seno, ya que dos de sus dirigentes advirtieron un divorcio o vacío entre esa organización y su gobierno.

 Aunque dejó una puerta abierta al diálogo el Partido Revolucionario Dominicano (PRD) ratificó esta semana una “oposición firme al gobierno pero útil al país”, mientras asoman en su seno nuevas expresiones de la lucha grupal y las ambiciones individuales que lo han afectado en las últimas décadas.

Medidas radicales. Después de recibir con alivio el “Plan Integral de Acción” anunciado por el presidente Leonel Fernández el jueves 17, economistas, empresarios y analistas políticos han considerado que todavía es limitado para enfrentar las dificultades económicas, predominando interrogantes sobre la voluntad del gobierno para ajustar los gastos.

 El secretario de Economía, Planificación y Desarrollo, Temístocles Montás, ha insistido en que el país podría enfrentar una crisis económica peor que la del 2003-04, y que se requerirá una firme disposición a ejecutar políticas para reducir el gasto. “Estamos obligados a cumplir o se pierde la estabilidad” dijo al semanario Clave.

 Comparadas las disposiciones anunciadas por el doctor Fernández para reducir el gasto gubernamental con las incluidas en la ley de austeridad para el 2007,  que no se cumplieron, el consenso es que las de ahora son de menor alcance, pese a que la situación económica pasó de promisoria a crítica.

 Ante los medios de comunicación del Grupo Corripio, los economistas Carlos Despradel, Isidoro Santana y Miguel Ceara Hatton coincidieron en resaltar la potencialidad desestabilizadora de la crisis derivada del costo del petróleo y los alimentos, del estancamiento de la economía norteamericana y el déficit fiscal por exceso  de gastos. Eso se manifiesta en un grave incremento del déficit en la cuenta corriente de la balanza de pagos, hasta de 4 mil 500 millones de dólares para este año,  reducción de las reservas de divisas en más de 400 millones de dólares, tensiones cambiarias  e inflación de dos dígitos.

 Esos tres economistas, al igual que otros y dirigentes empresariales estiman que se requieren medidas más radicales que las anunciadas y Despradel llega al grado de reclamar supresión de secretarías de Estado y de organismos estatales inoperantes, así como de altos cargos derivados del clientelismo.

 Lamentaron que el presidente Fernández no dejara en claro cómo se va a eliminar el subsidio a la energía, cercano a 40 mil millones de pesos este año, y que no informara sobre la magnitud del endeudamiento de Petrocaribe ni del déficit fiscal, aunque sobre éste se concluye en que podría andar por los 50 mil millones de pesos, ya que el mandatario puso como meta reducirlo al 2 por ciento del producto bruto interno (unos 30 mil millones de pesos) asumiendo los ahorros anunciados por 20 mil millones de pesos.

No pasó desapercibido que Standard & Poors, una de las más acreditadas evaluadoras internacionales, colocara la economía nacional en “perspectiva negativa” cifrando el déficit fiscal para este año en 4 por ciento del producto bruto, aún si se logra una aplicación exitosa de las restricciones anunciadas.

En la propia casa. En el discurso presidencial de la semana pasada no hubo apelación al consenso con ningún sector político ni social, lo que podría ser enmendado en el ceremonial de juramentación del mes próximo. Tendrá que buscarlo en su propio partido, dado que el propio secretario de Economía y alto dirigente del PLD, Temístocles Montás, y el secretario general y presidente del Senado Reinaldo Pared, diagnosticaron esta semana una brecha entre el partido y el gobierno.

 Montás advirtió un “divorcio” entre partido y gobierno, reclamando “mecanismos claros de coordinación”. Pared reaccionó diciendo que desde la salida de Danilo Medina de la secretaría de la Presidencia se nota la ausencia de un canal de comunicación entre el PLD y su gobierno, y expresó su confianza en que esa situación será resuelta con la designación de un funcionario en ese cargo, desierto desde hace casi dos años.

La eliminación del límite constitucional a la reelección consecutiva  crearía disturbios hasta en el seno mismo del PLD, donde se expresan preocupaciones por lo que algunos ya definen como nuevo liderazgo mesiánico del presidente Fernández. Sería tan equívoco como lo fue para el presidente Hipólito Mejía  cuando sus partidarios reformaron la constitución para permitir su repostulación, lanzada luego en medio de la crisis financiera del 2003 que la condenaba al fracaso.

Nadie espera que el doctor Fernández vaya a tocar lo de la reelección en el texto que se propone enviar al  Congreso el mes próximo, lo que no está contemplado en el anteproyecto encargado a los juristas. Sería poner sus cartas en la mesa con demasiado anticipación. Pero la modificación podría ser introducida por sus partidarios en el Congreso, lo que le permitiría reservarse una decisión para el momento oportuno.

Los costos políticos y el continuismo

Entre economistas, empresarios y dirigentes sociales existe la convicción de que la crisis obliga a un achicamiento del Estado y de los subsidios a la energía eléctrica y los combustibles como forma ineludible de reducir el gasto público.  Pero al mismo tiempo cuestionan si el presidente Fernández está dispuesto a asumir los costos políticos que ese saneamiento conlleva. Algunos dudan hasta que cumpla su limitado Plan Integral, basados en las fallidas medidas de austeridad del inicio de su mandato y del 2007. Pero como constitucionalmente el doctor Fernández no puede repostularse de nuevo en 4 años, otros creen que terminará asumiendo costos políticos para evitar una desestabilización que afecte la gestión que inicia el 16 de agosto próximo.

 Sin embargo, hasta dentro de su propio partido hay sectores que le atribuyen expectativas de eliminar la restricción constitucional a más de una reelección que el mismo Leonel Fernández llamó “versión hipolitista de la Constitución”. El miércoles el expresidente Hipólito Mejía declaró que el mandatario le expresó interés en suprimir el límite al continuismo.

 Justo esta semana el presidente Fernández anunció su decisión de enviar al Congreso Nacional el proyecto de reforma constitucional que encargó a una comisión de juristas. No faltan quienes consideren que en medio de la crisis económica y sin una disposición firme al consenso, una discusión constitucional podría alejar en vez de facilitar un necesario acuerdo para un pacto de gobernabilidad.

La crisis desafía al sistema político

Por Juan Bolívar Díaz

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En la medida en que se expande la convicción de que la nación deberá adoptar decisiones trascendentes para evitar una nueva desestabilización económica, aumentan las interrogantes sobre la capacidad del sistema político para subordinar los intereses partidistas y pactar acuerdos.

El mayor desafío es para el Presidente Leonel Fernández y el Partido de la Liberación Dominicana (PLD) que tienen la responsabilidad de gobernar y tomar las iniciativas de concertación que deberán comenzar en su propio seno, ya que dos de sus dirigentes advirtieron un divorcio o vacío entre esa organización y su gobierno.

Aunque dejó una puerta abierta al diálogo el Partido Revolucionario Dominicano (PRD) ratificó esta semana una “oposición firme al gobierno pero útil al país”, mientras asoman en su seno nuevas expresiones de la lucha grupal y las ambiciones individuales que lo han afectado en las últimas décadas.

Medidas radicales. Después de recibir con alivio el “Plan Integral de Acción” anunciado por el presidente Leonel Fernández el jueves 17, economistas, empresarios y analistas políticos han considerado que todavía es limitado para enfrentar las dificultades económicas, predominando interrogantes sobre la voluntad del gobierno para ajustar los gastos.

El secretario de Economía, Planificación y Desarrollo, Temístocles Montás, ha insistido en que el país podría enfrentar una crisis económica peor que la del 2003-04, y que se requerirá una firme disposición a ejecutar políticas para reducir el gasto. “Estamos obligados a cumplir o se pierde la estabilidad” dijo al semanario Clave.

Comparadas las disposiciones anunciadas por el doctor Fernández para reducir el gasto gubernamental con las incluidas en la ley de austeridad para el 2007,  que no se cumplieron, el consenso es que las de ahora son de menor alcance, pese a que la situación económica pasó de promisoria a crítica.

Ante los medios de comunicación del Grupo Corripio, los economistas Carlos Despradel, Isidoro Santana y Miguel Ceara Hatton coincidieron en resaltar la potencialidad desestabilizadora de la crisis derivada del costo del petróleo y los alimentos, del estancamiento de la economía norteamericana y el déficit fiscal por exceso  de gastos. Eso se manifiesta en un grave incremento del déficit en la cuenta corriente de la balanza de pagos, hasta de 4 mil 500 millones de dólares para este año,  reducción de las reservas de divisas en más de 400 millones de dólares, tensiones cambiarias  e inflación de dos dígitos.

Esos tres economistas, al igual que otros y dirigentes empresariales estiman que se requieren medidas más radicales que las anunciadas y Despradel llega al grado de reclamar supresión de secretarías de Estado y de organismos estatales inoperantes, así como de altos cargos derivados del clientelismo.

Lamentaron que el presidente Fernández no dejara en claro cómo se va a eliminar el subsidio a la energía, cercano a 40 mil millones de pesos este año, y que no informara sobre la magnitud del endeudamiento de Petrocaribe ni del déficit fiscal, aunque sobre éste se concluye en que podría andar por los 50 mil millones de pesos, ya que el mandatario puso como meta reducirlo al 2 por ciento del producto bruto interno (unos 30 mil millones de pesos) asumiendo los ahorros anunciados por 20 mil millones de pesos.

No pasó desapercibido que Standard & Poors, una de las más acreditadas evaluadoras internacionales, colocara la economía nacional en “perspectiva negativa” cifrando el déficit fiscal para este año en 4 por ciento del producto bruto, aún si se logra una aplicación exitosa de las restricciones anunciadas.

En la propia casa
En el discurso presidencial de la semana pasada no hubo apelación al consenso con ningún sector político ni social, lo que podría ser enmendado en el ceremonial de juramentación del mes próximo. Tendrá que buscarlo en su propio partido, dado que el propio secretario de Economía y alto dirigente del PLD, Temístocles Montás, y el secretario general y presidente del Senado Reinaldo Pared, diagnosticaron esta semana una brecha entre el partido y el gobierno.

Montás advirtió un “divorcio” entre partido y gobierno, reclamando “mecanismos claros de coordinación”. Pared reaccionó diciendo que desde la salida de Danilo Medina de la secretaría de la Presidencia se nota la ausencia de un canal de comunicación entre el PLD y su gobierno, y expresó su confianza en que esa situación será resuelta con la designación de un funcionario en ese cargo, desierto desde hace casi dos años.

La eliminación del límite constitucional a la reelección consecutiva  crearía disturbios hasta en el seno mismo del PLD, donde se expresan preocupaciones por lo que algunos ya definen como nuevo liderazgo mesiánico del presidente Fernández. Sería tan equívoco como lo fue para el presidente Hipólito Mejía  cuando sus partidarios reformaron la constitución para permitir su repostulación, lanzada luego en medio de la crisis financiera del 2003 que la condenaba al fracaso.

Nadie espera que el doctor Fernández vaya a tocar lo de la reelección en el texto que se propone enviar al  Congreso el mes próximo, lo que no está contemplado en el anteproyecto encargado a los juristas. Sería poner sus cartas en la mesa con demasiado anticipación. Pero la modificación podría ser introducida por sus partidarios en el Congreso, lo que le permitiría reservarse una decisión para el momento oportuno.

Los costos políticos y el continuismo
Entre economistas, empresarios y dirigentes sociales existe la convicción de que la crisis obliga a un achicamiento del Estado y de los subsidios a la energía eléctrica y los combustibles como forma ineludible de reducir el gasto público.  Pero al mismo tiempo cuestionan si el presidente Fernández está dispuesto a asumir los costos políticos que ese saneamiento conlleva. Algunos dudan hasta que cumpla su limitado Plan Integral, basados en las fallidas medidas de austeridad del inicio de su mandato y del 2007. Pero como constitucionalmente el doctor Fernández no puede repostularse de nuevo en 4 años, otros creen que terminará asumiendo costos políticos para evitar una desestabilización que afecte la gestión que inicia el 16 de agosto próximo.

Sin embargo, hasta dentro de su propio partido hay sectores que le atribuyen expectativas de eliminar la restricción constitucional a más de una reelección que el mismo Leonel Fernández llamó “versión hipolitista de la Constitución”. El miércoles el expresidente Hipólito Mejía declaró que el mandatario le expresó interés en suprimir el límite al continuismo.

Justo esta semana el presidente Fernández anunció su decisión de enviar al Congreso Nacional el proyecto de reforma constitucional que encargó a una comisión de juristas. No faltan quienes consideren que en medio de la crisis económica y sin una disposición firme al consenso, una discusión constitucional podría alejar en vez de facilitar un necesario acuerdo para un pacto de gobernabilidad.

Responsabilidad del PRD ante la crisis e incertidumbre que sufre país
Esta semana la Comisión Política del PRD decidió mantener una línea de “oposición firme al gobierno, pero útil al país, según lo comunicó su secretario general Orlando Jorge Mera, quien especificó que eso implica “disposición a ponderar cualquier planteamiento de diálogo que haga el gobierno a través de los canales institucionales”.

Esa decisión aparenta una moderación de la posición adoptada poco después de las elecciones presidenciales de mayo pasado. Fue precedida por una declaración del expresidente Hipólito Mejía quien planteó que el principal partido opositor no puede cerrarse a la búsqueda de soluciones a los problemas de la nación.

Es obvio que el PRD no puede jugar simplemente al aprovechamiento de la crisis económica cuando la sociedad parece cansada del partidarismo y la mezquindad política. Algunos parecen deslumbrados porque esa actitud le salió bien al PLD en el 2004, pero aquella crisis estalló sólo un año antes de los comicios y la locura reeleccionista aumentó las incertidumbres y generó mayor deterioro económico.

Si el gobierno formula una propuesta de pacto de gobernabilidad el perredeísmo tendría que responder positivamente, aunque proponiendo que junto a acuerdos sobre los problemas económicos se realicen reformas políticas fundamentales, desde las de orden constitucional hasta las electorales, incluyendo la ley de partidos políticos.

Para asumir una estrategia de mediano y largo plazo el perredeísmo tendría que empezar también arreglando su propia casa, donde ya se registra el caso del comité de Puerto Rico que proclamó a Miguel Vargas Maldonado candidato presidencial para el 2012, y Luis Abinader se lanzó abiertamente a la lucha por la nominación, mientras partidarios de Hipólito Mejía sueñan con una brecha que permita su repostulación.

Una carta de cinco conocidos dirigentes perredeístas a la dirección de su partido denuncia que algunos de sus compañeros se muestran  dispuestos a negociar con el gobierno designaciones que les habrían ofrecido como diputados al Parlamento Centroamericano, rechazando que eso pueda realizarse al margen de los organismos partidistas. Ivelisse Prats, Tony Raful, Tonty Rutinel, Fafa Taveras y Wellington Arnaud proponen rescatar las tradiciones ideológicas y los compromisos políticos por encima del grupismo y las ambiciones personales.

El Presidente LF apenas comenzó

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Con su discurso del jueves, el Presidente Leonel Fernández aterrizó a la realidad de la crisis económica con un conjunto de políticas para reducir el gasto público, compensar a los sectores sociales más pobres, promover la producción agropecuaria y focalizar los subsidios a la energía y los combustibles.

Sin embargo, el mandatario persiste en una visión muy optimista de la situación, por lo que propone un “Plan Integral de Acción hasta el 2009″, de tan corto plazo como 5 meses y medio, fundado en el deterioro de la economía internacional, pero sin referirse a los excesos de gasto de factura nacional que amenazan la estabilidad.

Ausentes estuvieron en el discurso presidencial informaciones básicas como a cuánto ascenderá el aumento salarial, qué pasará con la tarifa eléctrica, cuánto implican de endeudamiento anual  los nuevos términos del acuerdo Petrocaribe y si el gobierno promoverá también un reajuste salarial en el sector privado.

Concretas y palpables.  Lo primero que resalta del discurso del jueves es que el presidente atendió en parte los requerimientos de la opinión pública y que lo hizo en pocas palabras, que sean cosas concretas que podamos palpar, como le recomendó el padre Luis Rosario, director de la Pastoral Juvenil Católica.

El plan presentado por el mandatario conlleva múltiples aspectos, pero llamó la atención que fuera limitado “hasta el 2009″, para lo que sólo faltan cinco meses y medio, cuando varias de sus disposiciones apenas estarán ejecutándose, a pesar de haber reconocido la complejidad de la crisis económica internacional, y advertido que “no se vislumbra un cambio a corto plazo en las tendencias de los precios de las materias primas, incluyendo el petróleo, ni en la crisis financiera de los Estados Unidos, que por el momento incluso parece agravarse”.

Los anuncios más concretos se refieren a la contracción del gasto público sólo para el segundo semestre del año, la focalización de los subsidios a la electricidad y los combustibles, compensación salarial a los empleados estatales y a los sectores de menores ingresos y a incentivos para la producción agropecuaria.

En la pieza presidencial se advierte un esfuerzo por responder al grito generalizado de que el gobierno tiene que reducir sus gastos, pero las medidas no rebasan los alcances de la Ley de Austeridad para el 2007 que en su mayoría no fueron cumplidos. Por ejemplo, en aquella las reducciones de sueldos iban desde el 3 al 15 por ciento a partir de los que ganan 50 mil pesos mensuales. Ahora la reducción es de  5 y 10 por ciento y a partir de los que perciben 151 mil pesos.

Las primeras reacciones sobre el programa de austeridad son de aprobación, pero se creen insuficientes. Sobre todo porque no asomaron medidas para eliminar aparatos burocráticos inoperantes como el Instituto de Estabilización de Precios, la Corporación Dominicana de Empresas Estatales o la Comisión para la Reforma de la Empresa Pública.

Tampoco se percibió disposición a suprimir cargos de secretarios sin carteras, subsecretarios, vicecónsules y personal agregado a las embajadas y consulados.

Las concretizaciones abarcaron la forma en que focalizarán los subsidios y compensarán a los empleados del Estado, elevando los salarios y pensiones a un mínimo 5 mil pesos y aumentando en 15 por ciento los sueldos de hasta 30 mil pesos mensuales del sector público

Ausencias notables.  En el discurso presidencial se echó de menos siquiera una mención a mecanismos para reducir la corrupción que antes de llegar al poder en 1996 el doctor Fernández casi equiparaba al monto del presupuesto nacional. Una gran fuente de ahorro se derivaría de un mandato tajante para que todas las compras y contrataciones del Estado se hicieran  por concurso, acatando la ley que el mismo mandatario promulgó hace dos años.

Faltaron también políticas encaminadas a controlar el desbordado crecimiento de las importaciones que agravan el desbalance comercial del país, a lo que contribuye un peso sobrevaluado, según economistas y empresarios, que estimula las importaciones y penaliza a los exportadores al turismo y a las capas poblacionales que viven de las remesas.

Llamó la atención de observadores que el primer mandatario no apelara al ahorro privado ni tendiera un puente para algún nivel de concertación con los partidos políticos y las organizaciones sociales, lo que ha sido considerado fundamental para establecer un plan de nación que abra mejores perspectivas para superar los desafíos de la crisis económica.

La sensación que flota entre algunos analistas es que el presidente Fernández apenas esbozó una parte de las políticas para enfrentar la crisis y que dejó el resto para el discurso de juramentación del 16 de agosto próximo.

Algunas incongruencias

El presidente Fernández reconoció las repercusiones de la carestía internacional sobre la cuenta corriente de la balanza de pagos del país, sin enunciar políticas eficaces para reducir las distorsiones en el corto o mediano plazo, fuera de estimular la producción agropecuaria, pero ignorando por completo la competitividad del sector industrial, el cual ni siquiera fue mencionado en el discurso.

Aunque habló largo sobre los subsidios no se refirió al de 2,000  pesos mensuales por empleado de las industrias de zona franca que se pagaron durante los últimos meses, hasta el 30 de junio, bajo la denominación de compensación, según explicaban esta semana los directivos de la Asociación de Industrias de Zonas Francas, quienes expresaron expectativas de que fuera extendido hasta diciembre. Representa unos 225 millones de pesos mensuales.

De las disposiciones relativas al sector agropecuario, resaltan como positivos los incentivos financieros, fiscales y tributarios a los productores, pero muchas son teorías de largos años que no se han cumplido ni en los períodos de   auge  económico, como intensificar los procesos de titulación de tierras, fortalecer sistemas de investigación, incrementar el uso de biotecnología, y el desarrollo de cooperativas y asociaciones de productores.

En el campo de  los sueños hay que ubicar el propósito de incorporar a la producción agropecuaria en el corto plazo 500 mil tareas de tierras estatales, mediante asociación con inversionistas o arrendamiento. Los proyectos de esa naturaleza iniciados en las décadas pasadas han fracasado, y los terrenos estatales productivos ya fueron repartidos por la reforma agraria, ocupados por militares y políticos, o urbanizados. Por demás precisarían mano de obra haitiana.

Las precisiones  que estuvieron ausentes

Llamó la atención de algunos observadores que aunque anunció aumento de pensiones y sueldos para el 98 por ciento de los empleados del Estado, el mandatario ignoró por completo que la situación golpea también a los asalariados del sector privado, para los cuales no tuvo ni palabras de consuelo.

Faltó precisión sobre el monto de las erogaciones y cuánto compensan las modestas reducciones de los salarios sobre 151 mil pesos. No dijo si el gobierno central proveerá a los ayuntamientos y organismos autónomos para cubrir los incrementos salariales.

Aunque señaló la meta de concluir el año con un déficit del sector público no financiero  equivalente al 2 por ciento del producto bruto interno, el mandatario obvió dar la información que se le ha venido reclamando al gobierno sobre el monto de su déficit fiscal en la primera mitad del año.

Volvió a presentar el financiamiento de Petrocaribe que agradece a Venezuela, pero el doctor Fernández no dijo a cuánto asciende mensual o anualmente. Según apreciaciones con los actuales niveles de precio, implica entre uno y dos millones de dólares diarios. Al menos informó que con las facilidades derivadas del reciente aumento del financiamiento en un 10 por ciento el gobierno dispondrá de 280 millones de dólares adicionales a lo que se había presupuestado. Aludió también a financiamiento logrado con la banca local, pero tampoco precisó monto.

Con dos años de gracia, la deuda con Venezuela comenzará a ser pagada antes que concluya el año, pero más tarde o más temprano los contribuyentes tendrán que saldarla, aunque ahora pagan altísimos precios por la energía y los combustibles. Si bien alivia en lo inmediato la carga del costo del petróleo, la reenvía para un pago futuro cuando el hidrocarburo seguirá siendo gravoso en un endeudamiento sin precedente en la historia del país. Tanto que ni siquiera se informa sus montos.

Faltaron también precisiones sobre la tarifa eléctrica, y el gas propano cuando sean focalizados los subsidios y el peso que esa decisión derivará para los hogares de clases medias bajas que no están considerados entre los más pobres, pero que con esos y otros costos adicionales podrían cruzar hacia la línea de pobreza.

Como si fuera poco, el mandatario habló de duplicar de 400 a 800 mil los beneficiarios de la Tarjeta Solidaridad en los próximos 60 días, cuando los primeros han tomado cuatro años. Los últimos 50 mil fueron incorporados a la carrera durante la campaña electoral, lo que tomó unos 4 meses.