Los desafíos del 2008

Por Juan Bolívar Díaz

El primer desafío de la sociedad dominicana para el año que comienza es lograr una nueva elección presidencial sin mayores traumas, evitando que el proyecto reeleccionista vuelva a avasallar el proceso de institucionalización democrática y disloque la estabilidad macroeconómica.

El país enfrentará un escenario internacional más adverso como consecuencia de los elevados precios del petróleo y el decrecimiento de la economía norteamericana, de la que tradicionalmente ha dependido en buena proporción la estabilidad económica dominicana.

Como aliento de mediano plazo la nación debería generar nuevas energías que insuflen optimismo y esperanza en que pueden ser superadas las exclusiones sociales y las carencias institucionales para lo cual se requiere una mayor voluntad de los actores políticos y una renovación de la sociedad civil.

El desafío electoral

Si el año que concluye estuvo excesivamente marcado por la lucha política, el 2008 se proyecta con amenazas a la institucionalidad democrática por el desenfreno de las actividades partidistas que tradicionalmente han caracterizado los procesos electorales dominicanos, sobre todo cuando se juega una reelección presidencial.

Las extremas descalificaciones en que han caído los partidos políticos apuntan a una campaña electoral dominada por las pasiones, con escaso contenido ideológico y programático y una competencia basada fundamentalmente en el clientelismo y la manipulación de la conciencia de los electores.

Con una Junta Central Electoral (JCE) afectada por fuertes divergencias internas y una sociedad civil menos dispuesta a jugar su papel moderador, la elección presidencial podría ser manchada por sombras que arrojen retroceso en el proceso de democratización iniciado a partir del trauma electoral de 1994.

Aunque se ha avanzado con más anticipación que nunca en la organización de las votaciones, el tribunal electoral sostiene que el presupuesto que se les asigna para el próximo año es insuficiente para culminar exitosamente el proceso, quedando a expensas de la voluntad de un presidente que es también candidato a la reelección. Puede que la JCE se haya excedido en los fondos solicitados, pero no tanto para que pueda operar con la tercera parte que se le asigna en el presupuesto para el 2008.

Ya este año los jueces electorales tuvieron que implorar al presidente Leonel Fernández mayores recursos y después de varios meses esperando ser recibidos por el mandatario, se les prometió un financiamiento adicional de 200 millones de pesos, de los que sólo recibieron la mitad.

Otra vez la reelección

El proyecto reeleccionista podría volver a constituirse en un elemento perturbador del proceso democrático, como ha resultado históricamente en el país por la recurrencia al uso y abuso de los recursos del Estado. Las preocupaciones han aumentado desde que el presidente Leonel Fernández se declaró un discípulo de Joaquín Balaguer, uno de los más exitosos manipuladores electorales, y entre los actuales aliados del proyecto continuista se encuentran algunos que acumularon basta experiencia en esa materia.

Esas manipulaciones incluían mantener en aprietos presupuestales a la JCE para subordinarla obligándola a negociar recursos directamente con el presidente candidato. Para las elecciones de 1990 se llegó al extremo de que pocos días antes de los comicios el doctor Froilán Tavárez, quien presidía el tribunal electoral, declaró públicamente su disposición a hipotecar una propiedad personal para financiar la culminación del proceso.

Una diferencia importante es que el sistema electoral ha sido revestido de mayores garantías, haciendo virtualmente imposible maniobras como la manipulación del padrón de votantes que vició los comicios de 1994, además de que hay una ciudadanía y una opinión pública más exigente de transparencia.

Sin embargo, todavía no se ha logrado evitar que los candidatos a la reelección desborden el gasto público y abusen de los recursos del Estado en aras de su interés continuista, lo que ya ha quedado evidente incluso desde la campaña interna del actual partido gobernante, como denunció reiterativamente Danilo Medina al disputar al doctor Fernández la candidatura presidencial.

Hace meses que hay abundante publicidad política pagada por organismos del Estado, lo que este año elevó el gasto en ese renglón a unos 187 millones de pesos mensuales. El propio presidente Fernández recorre en estos días el país repartiendo 950 millones de pesos en canastas navideñas marcadas con su consigna política de que “e pa lante que vamos”. Y la mayoría de los altos funcionarios realizan campaña en vehículos y con personal y combustible del Estado.

A la luz de lo que han indicado las encuestas más acreditadas, el presidente y su partido no tendrían que apelar a esas prácticas para asegurarse la continuidad. Pero lo mismo ocurría en la campaña interna pese a lo cual se utilizó el poder del Estado para aplastar al contrincante. Si la competencia se cierra en las proximidades de los comicios de mayo se teme que el proceso pueda ser manchado gravemente por el abuso de los recursos estatales.

La sociedad civil

Entre los factores que aumentan las preocupaciones se señala el proceso de desmovilización que se advierte en importantes organizaciones sociales que en la década que siguió a la última crisis generada por el reeleccionismo se activaron para jugar un papel relevante en el proceso de institucionalización democrática y particularmente en lo electoral. Se registra una mezcla de decepción y cansancio de la política, con expresiones de pesimismo que llegan al grado de plantear que “no vale la pena el esfuerzo”.

La vigilancia y participación de la sociedad civil fue de los factores que impidieron que el intento reeleccionista de Hipólito Mejía afectara el proceso democrático. Ahora hay diferencias fundamentales. Aquel proyecto continuista fue nati-muerto por la crisis financiera que hundió la economía nacional, y que contribuyó relevantemente a que el presidente Fernández ganara con un 57 por ciento del sufragio. En el 2004 la barrida estuvo advertida por las encuestas y la opinión pública desde el comienzo de la campaña electoral. Esta vez la continuidad tiene claras perspectivas, el gobierno dispone de mucho más recursos y es más difícil de confrontar.

Todavía hay tiempo para que la sociedad civil y la opinión pública reclamen transparencia y contribuyan con su vigilancia y participación a evitar los disturbios que tradicionalmente ha generado el reeleccionismo para lo cual tienen que sacudirse del pesimismo y retomar los esfuerzos por el fortalecimiento de la institucionalidad democrática.

La renovación de energías es más urgente para que la confrontación electoral no ignore la situación en que han quedado amplios segmentos de pobladores y productores afectados por las recientes inundaciones y para que se reclame centrar el debate en las iniciativas para superar las graves exclusiones sociales cada vez más evidentes.

El gran desafío del 2008 para la nación dominicana es realizar un torneo electoral democrático, fundamental para iniciar una nueva etapa de superación de la pobreza y las carencias institucionales, comenzando por el acatamiento del imperio de la ley.-

Estabilidad en juego

En sectores políticos y económicos ya existe preocupación de que el esfuerzo continuista ponga en juego la estabilidad macroeconómica, que es precisamente el mayor logro que se le reconoce al gobierno del presidente Fernández.

El desbordamiento del gasto en la campaña electoral acompañó el fracasado intento reeleccionista del presidente Hipólito Mejía, hasta el punto de haber roto el acuerdo que sostenía con el Fondo Monetario Internacional. De ahí que se hayan visto con aprensión anuncios de altos funcionarios actuales en el sentido de que no es necesario mantener el acuerdo vigente con el mismo organismo.

El gasto desmesurado en las campañas reeleccionistas de Balaguer dejó mal parada la economía nacional en varias ocasiones, especialmente en 1990 cuando tras las elecciones se produjo la mayor crisis económica de la historia nacional, con inflación que alcanzó al 100 por ciento y grave crisis en el suministro de electricidad, combustibles y hasta azúcar, con quiebras de las empresas estatales incluyendo la Lotería Nacional.

Los temores se fundamentan también por el difícil escenario internacional que se prevé para el nuevo año por el alto costo del petróleo y una reducción del crecimiento de la economía norteamericana que impacta sobre el país. El petróleo cierra el año alrededor de 96 dólares el barril, lo que elevó la factura dominicana por el combustible a unos 3 mil 300 millones de dólares, que se proyectarían a casi 4 mil millones en el 2008.

El propio FMI ya expresó inquietudes de que esos factores, sumados al costo de la rehabilitación de los daños de las inundaciones y a los riesgos electorales pudieran afectar la estabilidad de la economía nacional. Una campaña electoral violenta y muy conflictiva espantaría las inversiones extranjeras y retornos de capitales nacionales que han sido claves en la estabilidad de los últimos tres años, agudizando el desincentivo que ha representado la drástica disminución de intereses del último año y medio.

El 2007 Año de retrocesos

Por Juan Bolívar Díaz

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Se registran retrocesos institucionales, aumento de la corrupción y el clientelismo político y aunque se mantiene la estabilidad y el crecimiento económico, persiste la baja inversión social

El año que concluye queda marcado por dos catástrofes que desnudaron nuevamente la pobreza nacional y la incapacidad para prevenir, pero también por el activismo político desenfrenado con altas cuotas de clientelismo y corrupción con expresiones de retroceso institucional.

 Aunque se vuelve a registrar un apreciable crecimiento del producto   bruto interno  con estabilidad macroeconómica y un aumento extraordinario de los ingresos fiscales, la escasa inversión social sigue determinando que el país se mantenga en los últimos escalones del desarrollo social latinoamericano.

 Resaltan los esfuerzos por establecer el seguro familiar de salud, tanto en el régimen contributivo como en el subsidiado, pero la acción gubernamental estuvo de nuevo condicionada por un proyecto reeleccionista que distrae la atención de las soluciones de largo plazo.

La política sobre todo

 La revisión del acontecer nacional del 2007 arroja un predominio desproporcionado de la acción política con miras a las elecciones de mayo próximo, con un alto costo económico y de distracción de las energías nacionales.

 Los primeros meses estuvieron marcados por las luchas por las candidaturas presidenciales que desestabilizaron los principales partidos políticos y generaron un auge del clientelismo y el transfuguismo en desmedro de la ética y los principios políticos, afianzando la idea de que ya no hay diferencias ideológicas ni programáticas.

 Aunque las convenciones de los tres partidos mayoritarios culminaron en el primer semestre, el año concluye sin que el Partido de la Liberación Dominicana (PLD) haya superado los conflictos generados en su campaña interna, mientras el Partido Reformista Social Cristiano (PRSC) sufre interminables   fraccionamientos.

 En esos dos partidos como en el Revolucionario Dominicano (PRD) se impusieron los candidatos que más dinero invirtieron fundando su predominio en la capacidad para comprar adhesiones en las estructuras partidarias y la población pobre.

 El fracaso de los proyectos de la Junta Central Electoral para establecer límites a la extensión y costo de las campañas electorales y revestir el gasto político de alguna transparencia, ratificaron las dificultades institucionalizar la actividad política.

 La convicción general es que la política sin tregua sigue siendo financiada en gran proporción por la corrupción, el empleo estatal y las actividades ilegales, aparte de   cientos de millones de pesos anuales del presupuesto nacional.

Costo del reeleccionismo

 La respostulación del presidente Leonel Fernández en la elección primaria del PLD celebrada en mayo quedó marcada por el uso y abuso de los recursos estatales, hasta el punto que el segundo líder del partido, Danilo Medina, proclamó que fue vencido por el Estado y siete meses después él y sus seguidores no han perdonado los excesos.

 La gestión gubernamental ha estado determinada por el interés reeleccionista que ha consumido gran parte de las energías y la atención del mandatario, empeñado en atraerse a todos los políticos que se pusieron precio, cientos de ellos a cambio de empleos en la administración pública.

 La temprana campaña electoral pareció frenada en el último fin de semana de octubre, cuando la tormenta tropical Noel sorprendió al gobierno en pleno y a los partidos de oposición en intensa labor proselitista. En septiembre, el presidente Fernández había presentado su comando de campaña integrado por 13 de los 16 ministros orgánicos y otros diez altos funcionarios, incluyendo al secretario de Obras Públicas como tesorero.

 El transfuguismo incentivado con los recursos del Estado ha   socavado los cimientos del PRSC. Por lo menos cuatro grupos de antiguos reformistas se cuentan entre los que apoyan la reelección del presidente Fernández, todos ellos integrados a cargos gubernamentales.

 Como ha sido tradición en la pobreza institucional dominicana el continuismo se nutre no solo del empleo estatal, sino también del uso de vehículos, combustibles y del pago de dietas con cargo a los organismos del Estado, así como mediante una desaforada propaganda de corte electoral. Hasta octubre el gasto gubernamental en propaganda se había elevado a un promedio de 187 millones de pesos mensuales. En 2004 fue de 70 millones, 120 millones en el 2005 y 160 millones de pesos mensuales en el 2006.

Estabilidad económica

 El mayor éxito gubernamental siguió siendo la estabilidad macroeconómica, con un crecimiento estimado del 8 por ciento, inflación de un dígito, pese a la inmensa carga del costo del petróleo, aunque la deuda interna del Banco Central ya sobrepasa los 200 mil millones de pesos, con un preocupante crecimiento del déficit en la cuenta corriente de la balanza de pagos, estimado en   mil 800 millones de dólares. La industria y la agropecuaria sólo han crecido 2 por ciento en el 2007. Las zonas francas siguieron en retroceso y el turismo se estancó.

 Otro reconocimiento generalizado es el mejoramiento de las recaudaciones, no sólo como fruto de 4 reformas tributarias en cinco años, sino también por la eficiencia de los funcionarios fiscales y los buenos precios internacionales   del ferroníquel. El año cerrará con un incremento de las recaudaciones sin precedente con de baja inflación, que casi duplicará el promedio de 15 por ciento registrado en el período del 2000 al 2005.

 La reforma tributaria del 2006 perseguía un incremento fiscal de 17 mil 500 millones de pesos, con igual cifra de reducción del gasto corriente. Los excedentes se aproximan a los 25 mil millones de pesos, aún cuando a mitad del año se redujeron los excesivos gravámenes a licores y tabaco, así como en el impuesto sobre la renta. Las recaudaciones terminarán en unos 230 mil millones de pesos, un crecimiento del 64 por ciento en relación a los 140 mil del 2005, con una inflación acumulada de alrededor del 21 por ciento en esos tres años.

 El cuestionamiento sigue generalizado sobre la calidad del gasto. Aunque el gobierno se comprometió a reducir el corriente en un 20 por ciento, este año volvió a crecer en un 16 por ciento. El subsidio a la electricidad y el gas propano, ahora también en parte al gasoil absorberá unos 30 mil millones de pesos. El de la energía pasa de 400 a 600 millones de dólares, en lo que se ha fundado un mejoramiento del servicio.

 En cambio en educación y salud (2 y 1.5 por ciento del PIB) el gasto siguió muy por debajo de los promedios de América Latina y el país apareció en numerosos informes internacionales a la cola de la inversión social en la región. Según el último informe de UNICEF, el gasto social dominicano es del 7.6 por ciento del PIB, poco más de la mitad del 13.5 por ciento del promedio de Latinoamérica, y antepenúltimo entre 18 naciones.

Retrocesos institucionales

Aunque se aprobaron nuevas legislaciones tendentes al fortalecimiento institucional el incumplimiento de algunas de ellas y de otras recientes permite diagnosticar un cierto retroceso institucional, comenzando por la ley de austeridad promulgada en diciembre del 2005, violada por el incremento del gasto corriente y en la congelación del empleo con la designación de cientos de altos funcionarios y elevaciones de altos sueldos que constituyeron escándalos en la Junta Central Electoral, la Cámara de Cuentas, el Banco Nacional de la Vivienda y el Congreso Nacional. Los senadores se atribuyeron 230 millones de pesos para sus propias “inversiones sociales”.

El gobierno siguió ignorando las leyes que asignan proporciones del presupuesto a Educación, la Suprema Corte de Justicia y los municipios, lo que se repite en el proyecto de gastos públicos para el 2008, aunque este año fue promulgada la ley 176-07 que busca descentralizar el Estado ampliando las atribuciones de los ayuntamientos. La cartera con mayor asignación para el próximo año es la de la Presidencia a la que se destinarían 35 mil millones de pesos, reafirmando el presidencialismo.

La negativa a cumplir una sentencia judicial sobre la ley de libre acceso a la información pública en el caso del periodista Luis E. Lora en relación al metro en construcción y el aplazamiento de la aplicación de la ley 186-07 que penaliza el robo de electricidad, forman parte también del retroceso institucional.

Lo mismo se puede decir de la decadencia del Departamento de Prevención de la Corrupción y del silencio de la Comisión Nacional de Ética frente a numerosos escándalos de corrupción, algunos tan flagrantes como el contrato mediante el cual el Estado se endeudó en 130 millones de dólares en violación a la Constitución, suma que dejó en manos de la empresa Sun Land, en un hecho sin precedente en la historia del país. O en el oneroso arrendamiento de un hotel del Estado, que tuvo que ser anulado tras el correspondiente escándalo.

La justicia no quedó bien parada con la contradictoria sentencia sobre el fraude que quebró el Banco Intercontinental, en la que pretende dejar impune el del Banco Nacional de Crédito y la dilación en conocer el del Banco Mercantil. Tampoco con la descarga de los oficiales policiales que usufructuaron vehículos robados y mucho menos cuando el ministerio público consagró la impunidad en el expediente sobre el Programa de Empleo Mínimo (PEME), tras 7 años en un tribunal.

El esfuerzo por poner en vigencia el plan básico de salud del régimen contributivo y la ampliación de los beneficiarios del subsidiado, aunque con remiendos legales y pasando por encima a aspectos de la ley de seguridad social del 2001, amortiguaron en parte la decadencia institucional.-

 

RD y Honduras, atrasados en reglamentación electoral

Por Juan Bolívar Díaz

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Aunque aquí acaba de fracasar un intento de reglamentar las campañas electorales, bajo el alegato de la libertad de expresión, en casi todas las naciones latinoamericanas existen regulaciones sobre la difusión de propaganda política, especialmente en radio y televisión.

Las leyes y reglamentos electorales han tenido como objetivo reducir los elevados costos de las campañas electorales, promover la transparencia del financiamiento y garantizar la equidad en la competencia por el poder, evitando la imposición del dinero sobre la conciencia ciudadana.

La concentración de los medios de comunicación que ha constituido enormes poderes de manipulación y la necesidad de evitar que la democracia electoral se convierta en un simple mercado, sin proyección de ideas ni programas, ha determinado las regulaciones siguiendo el “modelo europeo”.

Otro atraso dominicano

 Los tratados y estudios sobre la legislación electoral indican que la República Dominicana y Honduras son los únicos dos países de 17 latinoamericanos que no han establecido ningún tipo de regulación a la propaganda electoral en los medios masivos de comunicación, lo que se intentó en el recién fracasado proyecto de reglamento elaborado por la Junta Central Electoral (JCE).

 Aquí partidos y medios de comunicación se opusieron firmemente a la reglamentación de la campaña aduciendo el derecho constitucional a la libertad de expresión y difusión del pensamiento. Sin embargo, tal prerrogativa está instituida también en la totalidad de las constituciones de las naciones latinoamericanas, que como República Dominicana son suscriptoras de la Convención Americana de Derechos Humanos, cuyo artículo 13 instituye la libertad de pensamiento y de expresión.

 Las regulaciones han seguido lo que Jaime Cárdenas, extitular del Instituto Federal Electoral de México, ha llamado el modelo europeo, basado en las legislaciones de España, Francia, Alemania y otras naciones nada sospechosas de violaciones a la libertad de expresión, en un compendio sobre “El Financiamiento de la Política en México”, editado por la Fundación Fiedrich Ebert.

 En la misma publicación los expertos Steven Griner y César Arias, en su estudio “Medios de comunicación y Partidos Políticos en América Latina”, recogen las regulaciones sobre propaganda electoral en la región, en su mayoría referentes a la radio y la televisión, aunque también hay sobre medios impresos.

 Estos autores documentan que “15 de los 17 países de América Latina han implementado algún tipo de regulación sobre los medios de comunicación con el fin de reducir los gastos, tener una mayor transparencia en el proceso electoral y promover una mayor equidad en el mercado político”.

 Señalan a República Dominicana y Honduras como los dos donde no existen   regulaciones a la compra o transmisión de publicidad política, aunque indican que la legislación dominicana  garantiza el acceso gratuito a la televisión estatal, “pero no tiene una aplicación práctica relevante”.

 En el “Tratado de Derecho Electoral Comparado de América Latina” del Fondo de Cultura Económica, puesto en circulación aquí en marzo pasado, diversos tratadistas abordan en los capítulos 28 al 32 las numerosas regulaciones en la región sobre propaganda electoral, financiamiento de los   partidos, acceso de los mismos a los medios de comunicación, fiscalización del gasto, y encuestas y sondeos.

Los fundamentos

 Llama la atención que ni en los países de restricciones radicales a la propaganda electoral, como Chile y Brasil, se aduce que se esté violando la libertad de expresión. De lo que se trata es de reducir la extensión y el costo de las campañas electorales para que el poder económico no apabulle el ejercicio democrático y la competencia electoral no se convierta en un simple mercado.

 En vez de reducir la libertad de expresión y difusión del pensamiento se busca incentivarla, mediante la discusión por todos los medios de ideas y propuestas de gobierno, evitando la máxima de que “un político sin rating es un pobre político”, como señala el analista mexicano Jenaro Villamil, en su estudio “Poder-Dinero-Medios y Elecciones en México”, incluido en el citado compendio de la Fundación Ebert.

 Este aborda el monopolio de difusión en que se han constituido dos empresas mexicanas, Televisa y TV Azteca, que controlan el 85 por ciento de la televisión abierta   y cuyo poder de manipulación contribuyó a la crisis electoral del 2006. Aún el Partido que se benefició, Acción Nacional, pactó en septiembre pasado con los otros dos grandes una nueva reforma electoral para aumentar las restricciones a la propaganda electoral.

Según Villamil la campaña electoral en México es hasta 15 y 20 veces más costosa que en Japón, Francia y España. Cita a Porfirio Muñoz Ledo, quien tiene el privilegio de haber presidido dos de los tres partidos mayoritarios de ese país, el PRI y luego el PRD, diciendo que “el retroceso más peligroso para la transición democrática mexicana es haber cambiado de la dictadura de partido hegemónico a la dictadura de la pantalla hegemónica”. También recuerda una sentencia del reputado intelectual mexicano Carlos Monsiváis: “Si encarecemos el voto abaratamos la República”.

La preocupación no es sólo por el poder de los monopolios de medios de comunicación, sino también por la imposición de los grandes consorcios económicos, del dinero sustraído al Estado y del proveniente del narcotráfico y otras actividades ilegales.

El caso dominicano

En la República Dominicana ya ha habido intentos de concentrar inmensos imperios mediáticos, como fue el caso del Banco Intercontinental, que llegó a poseer 4 diarios, 8 canales de televisión, 76 radiodifusoras y gran parte del sistema de telecable.

Aún así en el país no hay monopolios como los de México o Brasil, ni mucho menos como el imperio mediático de Berlusconi en Italia, que le permitió acceder dos veces al poder. Pero aquí ni la JCE ni nadie se ha planeado regulaciones tan restrictivas como en varios países latinoamericanos.

El frustrado proyecto para reglamentar las campañas electorales sólo pretendía limitar la propaganda y actividades electorales a los 90 días que indica la ley para limitar el desmesurado costo de la democracia dominicana y garantizar un mínimo de igualdad de acceso de partidos y candidatos a los medios de comunicación.

Lo del límite a la libertad de expresión pareció un pretexto o un celo exagerado por la misma. De hecho aquí hay limitaciones municipales a la propaganda y regulaciones al uso de las frecuencias de radio y televisión. También se prohíbe la propaganda desde el día antes de cada elección y la difusión de resultados no oficiales y encuestas en la jornada de votación.

Como algunos adujeron que esas regulaciones correspondían a una ley, se podría esperar que la JCE elabore un proyecto más completo, tan pronto pasen las elecciones y lo envíe al Congreso, incluyendo las normas para la transparencia y rendición de cuentas de los partidos contenidas en otro proyecto que ni siquiera se llegó a discutir. Aunque la mayoría del liderazgo político no lo haya entendido, sería un buen servicio al fortalecimiento de la democracia y a la preservación de los mismos partidos.

Diversidad de grado

    El citado trabajo de Griner y Arias recoge una gran diversidad de grado de regulaciones a la propaganda electoral en 15 naciones latinoamericanas, siendo las más radicales las de Brasil y Chile, donde se prohíbe en los canales abiertos de televisión. En el primero se incluye también la radio.

 Para las elecciones presidenciales y de diputados, en Brasil sólo se permite en radio y televisión 25 minutos de propaganda política gratuita, tres días semanales en dos tandas, la tercera parte en igual proporción para todos los partidos y dos tercios atendiendo a su representación legislativa. En Chile se destinan 30 minutos diarios, distribuidos en igual proporción para todas las candidaturas presidenciales, y de acuerdo al resultado de la elección anterior en las candidaturas al Congreso.

 Bolivia, Colombia, México, Paraguay y Perú tienen sistemas mixtos de franjas y límites para los medios electrónicos públicos y privados. En el primero se restringe a 10 minutos diarios por partido político en canales nacionales y cinco en los locales. Para los colombianos son 2 minutos diarios en televisión y 4 en radio. Los partidos argentinos tienen 180 segundos diarios en televisión y 120 segundos en radio.

En Paraguay y Perú sólo se autoriza 5 minutos diarios por partido, durante 10 y 30 días respectivamente. Los partidos uruguayos tienen 5 minutos diarios al inicio de la campaña y 15 al final. En segunda vuelta 15 minutos diarios en televisión y radio. En Costa Rica los partidos pueden comprar hasta 10 minutos de televisión y radio por día, en Nicaragua 3 y en Venezuela 2.  En Guatemala las autoridades electorales y los partidos establecen el límite que no puede ser menor a 30 minutos semanales.

En cinco países latinoamericanos –Bolivia, Costa Rica, Guatemala, Nicaragua y Venezuela- las limitaciones a la propaganda electoral se extienden incluso a los periódicos, variando entre media página, una y dos páginas por día.

 En la mayoría de los países latinoamericanos las regulaciones abarcan también el financiamiento, sobre todo desde que se generalizó el estatal, conllevando fiscalización y transparencia, especialmente en los limitados aportes individuales, y en muchos países prohibidos a las empresas. En Estados Unidos también hay límites al financiamiento privado de los partidos y candidatos. Ningún precandidato presidencial puede recibir más de 2,300 dólares por persona.

Avances en el sistema electoral

Por Juan Bolívar Díaz

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A pesar de las diferencias públicas entre los jueces de la Junta Central Electoral (JCE), se ha avanzado en el proceso organizativo de las elecciones presidenciales de mayo próximo, previéndose atacar las deficiencias en el procesamiento de los votos que tradicionalmente han retrasado el conocimiento del resultado.

Más allá de los conflictos que marcaron la conformación de la JCE en dos períodos consecutivos y de la desconfianza y falta de consenso entre los partidos políticos, el sistema electoral dominicano ha sido revestido de suficientes garantías para el ejercicio del sufragio y su procesamiento.

 Tal como advirtió recientemente el presidente de la Cámara Administrativa de la JCE es imposible que los órganos electorales puedan alterar la voluntad popular, como ocurrió hasta 1994, razón por la cual las preocupaciones deben centrarse en reglamentar las campañas electorales para evitar los abusos del poder del Estado y del dinero.

Proceso en marcha

 El informe presentado el miércoles 26 a los delegados de los partidos políticos por la Cámara Administrativa de la JCE muestra que las diferencias de criterios entre los jueces electorales no han impedido que se avanzara en el proceso organizativo de las próximas elecciones presidenciales a 8 meses de su realización.

 La mayoría de las juntas electorales municipales, que ahora son 154, han sido   reorganizadas, 81 ya aprobadas por el Pleno de la JCE y otras 37 en agenda, mientras se busca consenso con los partidos en las 36 restantes. Se han integrado 385 nuevos colegios de votación y se inició con anticipación la captación de más de cien mil personas para operar los colegios de votación y su entrenamiento.

Se informó que se han evaluado 10 solicitudes de reconocimiento de nuevos partidos políticos, de las cuales ya dos están para decisión del Pleno de la JCE, que trabajan en el diseño del material educativo, cartillas y formularios, en la adquisición de los materiales y el diseño de un plan de logística para empaque y distribución, así como en la adecuación de los locales de las juntas municipales. Hasta ahora los partidos con derecho a postular candidatos son 22.

La Dirección Nacional de Elecciones, a cargo de Joel Lantigua, discute con los delegados de los partidos lo concerniente a una valija de seguridad para transportar los materiales electorales, urnas con ventanas transparentes, modelos de caseta de votación, y de boletas electorales y del papel de seguridad para las actas de votación.

Tal como habían declarado antes el presidente de la JCE, Julio César Castaños, y el de la Cámara Administrativa, Roberto Rosario, en la reunión informativa quedó evidente que el proceso organizativo de las elecciones del 2008 avanza con suficiente anticipación.

Los avances incluyen el haber completado las juntas electorales de 11 de las ciudades del exterior donde votarán los dominicanos y dominicanas. Otras tres están en proceso de integración y todavía se considera establecer una décimo quinta en la ciudad estadounidense de Filadelfia.

Dos desafíos básicos

Aunque con frecuencia se insiste en hablar de la posibilidad de fraudes electorales, la generalidad de los actores como de los analistas políticos reconoce que el sistema electoral dominicano ha alcanzado altos niveles de seguridad, con un padrón electoral limpio, que se actualiza sistemáticamente con  transparencia y participación de los delegados políticos y un sistema de cedulación eficiente, con un carnet que lleva fotografía integrada al plástico.

Ya no hay secretismos en la JCE y todas las decisiones se adoptan en consulta con los partidos, al tenor de la reforma electoral de 1997, desde las normativas y las contenciosas hasta las relacionadas con el registro de electores, el centro de cómputos, la logística, votación y procesamiento, con actas plastificadas  casi imposible de alterar.

Sin embargo, hasta las últimas elecciones, las legislativas y municipales del 2006, han persistido dos serios problemas en el sistema que dilatan excesivamente el conocimiento de los resultados de las votaciones, las deficiencias del personal operativo de los colegios y la lenta validación de las actas en las juntas electorales municipales.

Las actuales autoridades pretenden superar esos dos escollos en los comicios de mayo próximo y para ello han comenzado con suficiente anticipación a reclutar y entrenar las 67 mil personas que operarán unos 13 mil colegios, 5 por cada uno, pero la meta es captar 103 mil para descartar los que no aprueben los cursos de entrenamiento. Ya han reclutado casi 46 mil personas, el 45 por ciento.

Los primeros entrenamientos para instructores del personal de los colegios abarcó a 450 voluntarios, de los cuales 360, el 80 por ciento, fueron aprobados. Están iniciando la capacitación de los operadores de los colegios en más de 3 mil talleres hasta enero. Las deficiencias en la elaboración de las actas han determinado una alta proporción de errores que luego tienen que ser subsanados en las juntas electorales, retrasando el proceso.

Pero el mayor cuello de botella ha sido la validación en las juntas municipales de todas las actas levantadas en los colegios y firmadas por los delegados es el cuello de botella que retrasa la publicación de los resultados. Ya en los comicios del 2006 la JCE buscó eliminar ese paso, absolutamente innecesario por lo menos en las actas firmadas por todos los delegados políticos, pero los partidos lo rechazaron.

Para esta ocasión, la junta propone que desde los mismos colegios se pueda transmitir electrónicamente las actas de votación a las juntas municipales para evadir los congestionamientos en la entrega personal que también dilatan el procesamiento final de los votos. Está por verse si los partidos aceptarán esas correcciones.

Los aspectos vulnerables

Si bien el sistema de empadronamiento, organización, votación y cómputo ha registrado mejorías extraordinarias, todavía quedan rémoras como la compra de cédulas y de votos que han persistido hasta en recientes elecciones primarias de los partidos mayoritarios y que fueron escandalosas en las legislativas y municipales del 2006.

Pero las mayores debilidades del sistema electoral dominicano tienen lugar en las campañas proselitistas, por el gasto desmesurado, la falta de transparencia en el financiamiento privado de los partidos, el abuso de recursos del Estado y una propaganda negativa, abundante en diatribas y escasa de propuestas y debates de fondo, todo lo cual   se ha evidenciado de nuevo en la temprana campaña electoral que ya soporta la nación.

La moderna concepción de la democracia implica la mayor igualdad posible de competencia y la reducción del poder del dinero, evitando que la capacidad para lograr financiamiento, especialmente de fuentes ilegales, apabulle la conciencia de la ciudadanía.

Fundado en ella es que la JCE promueve un reglamento para acortar las campañas electorales, evitar el abuso del poder del Estado y hacer públicas las fuentes de financiamiento y el volumen del gasto. Otro reglamento elaborado por la Cámara Administrativa, pendiente de discusión por el pleno de los jueces electorales, procura establecer un sistema de contabilidad de los partidos transparente.

Pero aún las reglamentaciones propuestas serían insuficientes y predomina el criterio de que falta una ley de partidos políticos y reformas electorales más profundas para lograr los objetivos de transparencia y equidad en la competencia por el poder del Estado.-

5.6 millones de electores

Al 16 de septiembre el padrón electoral contenía 5 millones 599 mil 910 electores y electoras, lo que implica un crecimiento de 230 mil 846 en relación a los habilitados para los comicios del año pasado, apenas del 4 por ciento, muy por debajo del registrado entre las elecciones del 2004 y el 2006, que fue del 7 por ciento.

Pero faltando tres meses para el cierre del padrón, el 16 de diciembre, es muy probable que para las elecciones de mayo próximo los electores y electoras  pasen de los 5 millones 700 mil. Con un crecimiento del 7 por ciento, similar al del período anterior, el padrón alcanzaría los 5 millones 744 mil 898 ciudadanos y ciudadanas.

De los registrados en el padrón, 82 mil 820 corresponden a los centros de votación en el exterior del país, con un crecimiento de 30 mil 380, equivalente al 57 por ciento en relación a los 52 mil 440 que se inscribieron para los comicios presidenciales del 2004, la primera vez que se votó fuera del país. Apenas poco más de la mitad sufragaron, pese a que el 16 de mayo cayó domingo. El año próximo será en día laborable, viernes, lo que supone una mayor abstención. La abstención nacional fue del 27 por ciento, promedio de los comicios presidenciales desde el 1996.

Los partidos reciben periódicamente un corte del registro electoral y con meses de anticipación el definitivo, que además queda en Internet, lo que ha determinado que desaparezcan los alegatos de exclusiones y dislocamientos que caracterizaron los procesos electorales. El actual padrón fue elaborado para los comicios del 2000 y desde entonces sus resultados han sido calificados como excelentes por los observadores electorales.

Las perspectivas del Reglamento Electoral

Por Juan Bolívar Díaz

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El pleno de la JCE hizo pocas reformas al proyecto de reglamento de la campaña que contiene muchas propuestas positivas, pero escaso apoyo de los partidos y medios de comunicación

Después de tres meses de discusiones públicas que proyectaron una imagen de dispersión, el Pleno de los Jueces de la Junta Central Electoral (JCE) aprobó con pocas modificaciones el proyecto de Reglamento de Campaña electoral, Actos de Propaganda y Uso de los Medios de Comunicación.

 Sin ser una obra de perfección y sometido a consideración de los partidos y la opinión pública, el proyecto siegue conteniendo propuestas positivas para reducir la extensión y costo de las campañas electorales, para contener las pasiones y la violencia que las afecta y para reducir los abusos de recursos estatales y fortalecer la democracia.

 Pero la percepción general es que los partidos prefieren el caos y el libertinaje en vez de la reglamentación y que el oficialismo rechazará   con todos sus recursos los límites al uso del poder estatal en la campaña, por lo que se le atribuyen pocas perspectivas de aprobación.

Tres meses perdidos

 Aunque todavía habría tiempo para aprobar y poner en vigencia el proyectado Reglamento Electoral, los tres meses que pasó bajo consideración de los 9 titulares de la  JCE es relevante de los obstáculos que aún tendrían que ser superados para su definitiva aprobación y ejecución.

 Las modificaciones introducidas en la pieza original sometida a consideración del Pleno por los tres integrantes de la Cámara Administrativa, pudieron ser realizadas en mucho menos tiempo, lo que habría contribuido a abrirle perspectivas en la discusión con los partidos políticos y en la opinión pública general.

 Del proyecto original se eliminó el capítulo concerniente a las precampañas electorales, la prohibición de promover la abstención electoral, que ganó numerosas críticas públicas, y la disposición de que la JCE organizaría un debate nacional entre los candidatos presidenciales, y agregaron dos párrafos al artículo 12 sobre derecho a rectificación, lo que incrementa las críticas de los medios de comunicación.

 También se redujo de 10 a 5 días antes de los comicios el límite para publicar encuestas, (capítulo VIII) y en el artículo 45, que señalaba que las tarifas de publicidad política no podrían exceder el promedio de los 6 meses antes del inicio de la campaña, se contrajo a 3 meses.

 Las diferencias públicas entre los 9 jueces sobre sus facultades en relación al Reglamento quedaron dirimidas con la introducción de todo un capítulo (ahora el 11), de tres artículos, donde se especifican las competencias del Pleno y las dos cámaras en su ejecución.

 Del Pleno se dice que es el órgano competente “para la promoción de los acuerdos institucionales” a fin de lograr la “implementación efectiva” del Reglamento y para disponer   las medidas que considere apropiadas para “garantizar los derechos y obligaciones de los partidos políticos y los ciudadanos durante la campaña electoral”.

 La Cámara Administrativa queda facultada como órgano competente “para la implementación de las medidas administrativas tendentes a la aplicación del presente Reglamento”, en particular las relacionadas con la propaganda política y “cualquier otra disposición o instrucción particular tendente a garantizar el derecho al sufragio y la equidad en la competencia partidaria”.

 Mientras se especifica que la Cámara Contenciosa “es el órgano competente para conocer todos los diferendos y disputas que se presenten entre los partidos políticos en relación con la implementación del presente Reglamento”.

Derecho de rectificación

 Al agregar dos párrafos al artículo 12 que trata sobre “Derecho de Rectificación”, el Pleno incrementó las críticas de sectores de la comunicación extremadamente celosos de la libertad de expresión, lo que no contribuye a abrir perspectivas para la ejecución del Reglamento.

 El artículo es impreciso, porque inicia refiriéndose a “cualquier medio de propaganda electoral”, lo que permite suponer que apunta a la propaganda de los partidos, pero más adelante habla de “si la información que se pretende rectificar…” para terminar cargando a los medios el costo de la rectificación.

 Si como parece el interés es evitar que la propaganda electoral termine en injurias y calumnias, el costo de la rectificación debería cargársele a quien pagó el anuncio electrónico o impreso.

 El párrafo I faculta a la Cámara Contenciosa para juzgar, previa cita de los involucrados y en un proceso oral y de forma sumaria, en los casos en que un afectado reclame su intervención en busca de rectificación. El segundo párrafo indica que en caso de encontrar fundamento al reclamo y declarar la publicación distorsionada, calumniosa o injuriosa, “ordenará la publicación, a través del medio que resulte preciso, de la rectificación correspondiente”.

 Ya algunos medios de comunicación y comunicadores han objetado el artículo llegando a estimar que la JCE viola la ley 6132 sobre Expresión del Pensamiento” al atribuirse facultades para juzgar en la materia. Es obvio que esa no es la intención del Reglamento, porque no contiene sanciones, para lo cual el artículo 70 remite a los tribunales ordinarios. Más bien lo que se instituye es una especie de arbitraje para dirimir conflictos de campaña electoral que precisarían soluciones inmediatas, lo que se puede amparar en el artículo 92 de la Constitución y en la Ley electoral 275-97.

 La JCE ha repetido que el proyecto está sometido a la opinión no solo de los partidos sino también de las organizaciones sociales y los medios de comunicación. Pero la imprecisión de información por anuncio político propagandístico parece un desacierto que puede ser rectificado. Del contexto no se debe inferir que se busca afectar la libertad de expresión y es válido sustentar el derecho a la rectificación.

Debe pesar lo positivo

 Los que aspiran a un fortalecimiento de la democracia deben reparar fundamentalmente en los múltiples aspectos positivos que contiene el proyecto de Reglamento y plantear las reformas que estimen precisas para mejorarlo.

 Lo fundamental es que se busca reducir la extensión de la campaña electoral propiamente dicha, a los 90 días que indica la ley, es decir las manifestaciones de todo género encaminadas a promover candidaturas y la publicidad electoral para contener el creciente costo de la democracia dominicana y evitar que el poder del dinero determine cada vez más el resultado electoral.

 El tope del gasto y la identificación de los financiadores, incluyendo a los que hacen donativos en especie, sean personas físicas o jurídicas, contribuye a la transparencia, y la obligación de informar sobre ingresos y egresos está llamada a reducir el financiamiento ilegal sea de fuentes públicas o privadas, especialmente de origen criminal.

 Es particularmente relevante que el proyecto tiende a establecer límites al abuso de los recursos del Estado, al aprovechamiento partidista de las actividades estatales, y a impedir que la publicidad pagada con recursos públicos se convierta en forma de promover candidaturas.

 Elementos positivos son también los contenidos tendentes a garantizar la igualdad entre los competidores, el respeto a los derechos de la ciudadanía, incluyendo el ornato, la libre circulación y el medio ambiente visual y auditivo. Lo mismo los artículos que buscan prevenir la violencia física y verbal

Afianzaría la democracia

 No deberían caber dudas de que el objetivo del Reglamento es afianzar la democracia y preservar a los mismos partidos de la pendiente de descrédito en que los sitúan las encuestas, lo que ha sido proclamado por los actuales jueces electorales casi desde su designación el año pasado.

 Esa reglamentación ha sido reclamada por los más diversos sectores de la sociedad, hastiados del interminable proselitismo que no solo implica un costo económico desorbitado, sino que también afecta la gestión de los gobiernos y dificulta en grado extremo las concertaciones para planes de desarrollo y reformas más allá de las coyunturas   electorales.

 La visión inmediatista de los que usufructúan el poder los lleva, como ocurre ahora con el Partido de la Liberación Dominicana, ayer con el Revolucionario Dominicano y antier con el Reformista Social Cristiano, a defender prerrogativas como la masiva campaña de promoción, pagada con dineros del Estado, que no busca otra cosa que proclamar la conveniencia del continuismo.

 Es obvio que el proyecto de reglamentación en discusión establece límites al abuso del poder en las campañas, pero eso no se limitaría al actual régimen, sino que quedaría como un precedente para el futuro y redundaría en fortalecimiento de la institucionalidad democrática.

 Los abusos que ya se han evidenciado, en compras de aliados, en multiplicación de la publicidad gubernamental, en aprovechamiento de los actos públicos para promover el reeleccionismo, no dejan dudas de lo positivo que resultaría el Reglamento en discusión.

La unidad es prioridad

Por Juan Bolívar Díaz

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La crisis interna del PLD derivada de los excesos en la lucha por la candidatura presidencial ha trabado el proyecto de reforma constitucional y crea incertidumbres

Más de cuatro meses después que el presidente Leonel Fernández fuera escogido candidato presidencial del Partido de la Liberación Dominicana (PLD) todavía no han sido superados los traumas que dejó una lucha interna que se caracterizó por excesos y descalificaciones, especialmente del lado gubernamental.

El pasado domingo el doctor Fernández hizo pública la necesidad de la unidad partidista por primera vez después del congreso elector del 6 de mayo, proclamando que en la lucha interna “no hubo vencedores ni vencidos”, lo que no parece haber impresionado a Danilo Medina, quien luce más estoico y firme de lo esperado.

Por de pronto, la crisis interna peledeísta ha sido el factor determinante de que el presidente Fernández no haya enviado al Congreso el proyecto de reforma constitucional que había prometido para principios de este año, agotándose el tiempo para conocerlo antes de las elecciones presidenciales del próximo año.

Búsqueda de la unidad

Al hablar el domingo 9 en el acto de presentación de su comando de campaña por la reelección, el presidente Fernández mostró públicamente su preocupación por el restablecimiento de la unidad del PLD, reconociendo que la lucha por la candidatura presidencial que culminó en mayo pasado “provocó heridas y divisiones entre compañeros de un mismo partido”.

El líder peledeísta proclamó que como fruto de la lucha interna “no hubo ni vencedores ni vencidos” y prometió que para el 2012 “gustosamente pasaré la antorcha” al compañero del partido que habrá de sucederle para “continuar iluminando los cielos de la República Dominicana con nuevos gobiernos peledeístas de cortes progresistas”.

Los planeamientos fueron interpretados como mensajes a Danilo Medina para que asuma la posibilidad de integrarse a la actual campaña electoral para mantenerse como alternativa. Aunque expresó seguridad de que será reelecto en los comicios de mayo, advirtió que “el triunfo dependerá de los propios compañeros del partido”.

En los ámbitos políticos se registraron estas formulaciones como parte de los esfuerzos de las últimas semanas por detener el declive en las preferencias electorales que han marcado encuestas hechas públicas y algunas privadas que estarían en manos de los estrategas del partido de gobierno.

La última Gallup para HOY del mes pasado redujo en 11 puntos la diferencia en las preferencias de los electores entre el candidato del PLD y el del Partido Revolucionario Dominicano, Miguel Vargas Maldonado, en relación a la de abril. Los registros ahora fueron de 42 y 35 por ciento respectivamente.

Se ha conocido de otras encuestas que reducen aún más la ventaja del presidente, incluyendo una que se atribuye al sector que apoya a Danilo Medina, en la cual la diferencia entre Fernández y Vargas se habría reducido al 1 por ciento.

En las últimas semanas el PLD se ha lanzado de lleno a una prematura campaña electoral, comprando con cargos públicos a dirigentes de partidos opositores y de grupos políticos minoritarios. El domingo juramentó un comando de campaña integrado por 11 secretarios de Estado y otros altos funcionarios.

La reforma constitucional

Mientras tanto, las diferencias entre los dos mayores líderes peledeístas ha impedido el envío al Congreso Nacional del proyecto de reforma constitucional que el presidente Fernández encargó a una comisión de 13 juristas, que se esperaba primero para el 27 de febrero y luego para el 16 de agosto.

El proyecto, que estuvo precedido por una consulta nacional, tomó en su elaboración unos seis meses. Está en manos del mandatario desde principios de abril. Se cree que será muy difícil que se le dé curso sin un acuerdo previo entre los dos líderes del partido oficial. También hay quienes consideran que no cabe en el marco de la campaña electoral adelantada.

Entre los danilistas se afirma que la retención del proyecto se debe a que el presidente quiere cambiar el artículo 49 de la constitución, fruto de la reforma que auspició en el 2002 el expresidente Hipólito Medina para poder repostularse, según el cual “El Presidente de la República podrá optar por un segundo y único período constitucional consecutivo, no pudiendo postularse jamás al mismo cargo, ni a la vicepresidencia de la República”. El proyecto de los juristas propone mantenerlo.

Sostienen que Danilo Medina se opondría radicalmente a cualquier fórmula que deje abiertas las puertas a otras repostulaciones de Fernández, para lo cual contaría con una fuerza de 50 diputados y 12 senadores. Aún con la totalidad de los legisladores del PLD no se reúnen las dos terceras partes necesarias para modificar la Constitución, lo que haría imprescindible el concurso de los opositores, algo casi imposible en medio de la campaña electoral.

Danilo sigue recogido

Transcurridos más de 4 meses de la elección de Fernández como candidato presidencial peledeísta, Danilo Medina quien acusó al mandatario de habérsele impuesto utilizando el aparato del Estado, sigue sin reintegrarse a las actividades oficiales del PLD, habiendo brillado por su ausencia en el acto de presentación del comando de campaña el domingo pasado. Tampoco asistió a la reunión de la Comisión Política del pasado 19 de julio, desairando las expectativas que se crearon para la ocasión.

Pero fuentes vinculadas a Medina aseguran que no es que éste se haya retirado de la actividad política, que sigue recibiendo cada día a numerosos dirigentes del partido y que conserva casi íntegramente el respaldo de la mayoría de los legisladores peledeístas que fue evidente en la precampaña.

Las gestiones de mediación que han encabezado dirigentes peledeístas, en especial el secretario de Economía Temístocles Montás, no han dado todos los frutos esperados, pero registran algunos avances. Se atendió la recomendación de Medina de que buscaran la unidad a partir de la integración de todos los peledeístas a la dirección de la campaña electoral.

El primer paso fue la elección de una comisión plural para recorrer el país, que integraron Simón Lizardo, vinculado a Medina, Félix Bautista, del presidente, y César Pina Toribio, considerado mediador. El resultado habría sido la integración de los danilistas a los equipos provinciales para la campaña electoral.

Con todo todavía no ha sido posible restablecer un mínimo de comunicación entre Media y Fernández. La única vez que ambos se reunieron tras la elección del candidato presidencial, a mediados de julio, no pudieron avanzar en la reconciliación. Uno de los hombres de Danilo asegura que fue un encuentro frío, durante el cual su líder evadió la propuesta de aparecer junto al presidente en una rueda de prensa.

Se afirma que la concesión de Medina llega al límite de que sus seguidores se integren a la campaña, pero que él sigue renuente a aparecer personalmente promoviendo una reelección que reiteradamente proclamó como dañina para el partido y para la nación. “No podemos permitir que Danilo se queme, es una reserva del PLD, sea que se reelija Leonel o que pierda”, advirtió uno de sus cuadros políticos.

Se extiende la insatisfacción

Por Juan Bolívar Díaz

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La encuesta Gallup-HOY muestra una extendida insatisfacción con el gobierno, que se pretende conjurar con una mayor politización y parcelación de la administración.

La encuesta Gallup para HOY muestra que la insatisfacción de la población con la actual gestión gubernamental se extiende de los aspectos económicos a los políticos y confirma la generalizada percepción de que elrégimen del presidente Leonel Fernández está sometido a un intenso desgaste.

En relación a la anterior encuesta, realizada en abril, resalta la caída de las preferencias electorales por el doctor Fernández y su Partido de la Liberación Dominicana (PLD) y el avance del Partido Revolucionario Dominicano (PRD) y su candidato, Ingeniero Miguel Vargas Maldonado, aunque el mandatario mantiene mejor valoración.

Mientras, la pretendida renovación del gobierno con una masiva designación de  funcionarios obtiene más reprobación que apoyo, al estar determinada por la repartición de parcelas gubernamentales en una costosa acción de corte electoral, que viola la ley de austeridad y atenta contra la institucionalidad partidista.

Pendiente resbaladiza

La encuesta Gallup-HOY publicada esta semana ha venido a confirmar la percepción, bastante generalizada entre analistas y observadores políticos, de que el  gobierno del presidente Leonel Fernández ha caído en los últimos meses en una pendiente resbaladiza.

La insatisfacción económica que ya demostró en grandes proporciones la encuesta de abril, ha quedado ratificada en la realizada entre el 9 y el 13 de agosto en curso, pero lo novedoso es que la insatisfacción económica se ha extendido a la política con notable reducción de las preferencias por el doctor Fernández y su partido.

Ya al analizar los resultados de la investigación Gallup de abril llamaba la atención que los altos promedios de insatisfacción con la marcha de la economía -pese al sostenido crecimiento económico- no se hubiesen traducido en mayor pérdida del apoyo político del primer mandatario y su partido.

El promedio de los que consideran positiva la gestión gubernamental peledeista cayó del 43 por ciento en abril a 31 por ciento en agosto, mientras los que la consideraban negativa ascendió del 33 al 42 por ciento.

Las preferencias por el doctor Fernández en abril ascendían al 46 por ciento, cayendo cuatro puntos al 42 por ciento en agosto, pero al mismo tiempo las de Vargas Maldonado ascendieron 7 puntos, del 28 al 35 por ciento. La diferencia entre ambos se redujo en 11 puntos, estableciéndose en cuatro meses en sólo 7 puntos.

 Por partidos políticos la diferencia entre los dos mayoritarios, que eran 25 puntos, 47.9 a 22.8, cayó a 14 puntos, para establecerse en 43.9 a 29.8 por ciento. El triunfo peledeista en primera vuelta se aleja considerablemente. El Partido Reformista Social Cristiano registra un pequeño incremento del 12 al 12.9 por ciento y su candidato presidencial, Amable Aristy Castro cosecha un 14 por ciento de las preferencias.

 Con todo aún el presidente Fernández aparece en esta última encuesta como favorito para una segunda vuelta, donde obtendría 47 por ciento frente a un Vargas Maldonado que registra un 39 por ciento. Es notable, sin embargo, que en la tasa de rechazo los dos primeros contendientes registran una tasa de rechazo casi igual, Fernández con un 31.9 y Vargas con 33.6 por ciento.

 Fernández supera ampliamente a los dos principales candidatos de oposición en valoración. Los encuestados por Gallup lo señalan como más honesto, serio y responsable, más inteligente, más trabajador y organizado, más dispuestos a los cambios, de más liderazgo, entre otros indicadores.

Indicadores económicos

 A pesar de que el mayor mérito que se le reconoce a la gestión del PLD es la recuperación de la estabilidad macroeconómica con crecimiento sobre el 10 por ciento el año pasado, la insatisfacción es alta,, aunque explicable por los niveles de exclusión y concentración del ingreso nacional.

 También tendría que ver con la crítica generalizada a la escala de prioridades del actual gobierno. Baste indicar que la construcción del metro capitalino sólo alcanza el 0.4 por ciento en la encuesta Gallup-HOY en una escala de prioridades que incluye 15 renglones. Salud y Educación encabezan con tasas del 60 y 59 por ciento.

 Los que creen que las cosas van por buen camino suman 24 por ciento, y los que creen que van por mal camino 55 por ciento. El porcentaje de los que encuentran bien o muy bien la situación actual de la economía se redujo en 1 punto, respecto a abril, pasando del 11 al 10 por ciento, y los que la ven mal o muy mal del 71 al 68 por ciento.

Es notable que los que ven la situación económica peor que al inicio del gobierno alcanzan el 47 por ciento, mientras los que la ven mejor sólo registran el 35 por ciento, lo que quiere decir que aún una parte de los que prefieren a Fernández y el PLD no están satisfechos con los resultados económicos.

La percepción de corrupción en la actual gestión, también ha aumentado, 14 puntos, del 36 en abril al 50 por ciento en agosto. El 51 por ciento la cree igual o peor que en el gobierno perredeista de Hipólito Mejía. El 47 por ciento la percibe menor.

La carga impositiva

 Entre los factores que estarían promoviendo la insatisfacción se cuenta el desproporcionado aumento de la carga fiscal y el gasto. Los ingresos tributarios que en el 2003, último año completo de la anterior gestión,  sumaron  82 mil millones de pesos,  alcanzarían 250 mil millones de pesos este año, aumento superior al 200 por ciento, fruto de las 3 reformas tributarias, ejecutadas en los primeros 2 años y 4 meses del régimen.

Mientras tanto el gasto se ha elevado en los últimos 4 años en un 131 por ciento, aunque la inflación acumulada en el período es tan sólo de 59 por ciento, según una tabla elaborada por el economista Carlos Despradel con cifras oficiales.

El aumento de las recaudaciones ha sido tan violento que en junio ya el gobierno envió al Congreso un proyecto para reducir las tasas impositivas a la renta, licores y tabaco, elevadas en diciembre. Y este jueves el presidente Fernández anunció una nueva rectificación para eliminar el fuerte incremento a las placas de los vehículos, mientras se

informaba que la Dirección de Aduanas recaudará lo mismo que el año pasado, aunque al final del primer cuatrimestre entró en  vigencia el tratado de libre comercio con Estados Unidos que se suponía llamado a reducir las tarifas aduanales.

Otro factor señalado entre los que han aumentado la insatisfacción es la sensación de burla a las promesas de reducción del gasto corriente, que comenzaron en el discurso inaugural del presidente Fernández. Se incluye el incumplimiento de la ley de austeridad promulgada en diciembre junto a la última reforma tributaria.

El gobierno impuso una nueva carga impositiva que se suponía recaudaría 17 mil 500 millones de pesos y una suma similar sería ahorrada en gastos corrientes. A la mitad del año ya se registraba un excedente fiscal de 14 mil millones de pesos, mientras el gasto corriente se incrementaba en 11 mil 508 millones de pesos, para un 14 por ciento, según documentó esta semana la Asociación Nacional de Jóvenes Empresarios.

¿Renovación del gobierno?

La eliminación del incremento de los impuestos a las placas de los vehículos no se esperaba y se le supone fruto de las encuestas. Además de la Gallup, se publicó otra de la firma CID Latinoamérica y una del Centro Económico del Cibao limitada a Santiago,   ambas con resultados más desfavorables para el gobierno.

Lo que sí se esperaba era una renovación del aparato gubernamental, cuya ejecución ha generado mayores críticas que aprobación, al ser caracterizada como  puramente electoral, cosmética en cuanto a sus limitados alcances, aunque abultada por el número de nuevos cargos públicos que implica, y poco ética por haber “comprado” el apoyo de dirigentes de grupos políticos minoritarios y hasta del PRD y PRSC..

Los cambios sólo afectaban hasta ayer a tres secretarías de Estado, Obras Públicas, Industria y Comercio y Medio Ambiente, con funcionarios provenientes de otros cargos gubernamentales. También implican nuevos jefes de la Policía y la Marina de Guerra, así como los directores del sector aguas, Instituto de Recursos Hidráulicos, Instituto de Aguas Potables y la Corporación del Acueducto de Santo Domingo.

Lo demás fueron 12 directores de organismos de segundo y tercer nivel, 2 administradores y 11 subdirectores. También se decretaban 3 nuevos secretarios sin carteras, otros 12 subsecretarios, 4 asesores presidenciales y dos embajadores adscritos.

Con estos movimientos el presidente Fernández siguió rescatando las prácticas del ex presidente Balaguer cuando buscaba reelegirse, por la cantidad de designaciones, en alta proporción para beneficiar  personas provenientes de otros partidos. Entre los nombrados resaltan los máximos dirigentes de cinco partidos: Quisqueyano Demócrata, Renacentista Nacional, Demócrata Popular, Unidad Nacional y Popular Cristiano. Los tres primeros estaban hasta hace poco considerando una “cuarta vía” electoral en torno a Eduardo Estrella. Un quinto, el Partido Humanista también fue convocado al gobierno, pero no compareció según declaró su presidente Eléxido Paula.

Los nombramientos también alcanzaron a dirigentes medios del PRD y el PRSC, así como del Partido Nacional de Veteranos y Civiles. Incluyendo los seis ya antes aliados al PLD,  el presidente podría estar constituyendo el más amplio frente electoral de la historia nacional, con una docena de 20 partidos con derecho a postular. .

Ese amplio frente se financia con “cuotas de poder” que en muchos casos implica no solo el costo de los líderes, sino también de decenas y cientos de seguidores, mientras se mantienen distancias con el importante sector peledeísta que encabeza Danilo Medina.-

Estabilidad económica con desgaste político

Por Juan Bolívar Díaz

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Al agotar tres cuartas partes del periodo, la estabilidad macroeconómica  es el galardón  del Gobierno, pero luce sin rumbo y en creciente descrédito político y social

Al cumplirse la próxima semana el tercer año del gobierno del presidente Leonel Fernández y su Partido de la Liberación Dominicana (PLD) la estabilidad macroeconómica sigue siendo su gran galardón, aunque el notable crecimiento económico no logra impactar sobre las mayorías.

En términos políticos y sociales analistas definen la gestión como frustratoria, por las carencias de prioridades, gasto desmesurado y continuidad de la corrupción y de prácticas políticas que contradicen el discurso de modernidad del primer mandatario.

El desgaste en que aparece últimamente el gobierno es tan preocupante que hasta relevantes figuras del mismo expresan expectativas de cambios significativos para el último año que relancen la gestión y renueven las perspectivas de lograr la reelección dentro de 9 meses, posible por la debilidad de la oposición y sus ofertas electorales.

El mayor galardón

En la opinión pública nacional hay consenso en que el mayor galardón del gobierno ha sido la recuperación y mantenimiento de la estabilidad macroeconómica que colapsó en la última mitad de la gestión anterior, sacudida por la crisis derivada de las quiebras bancarias por monto superior al presupuesto del año 2003 en que se produjeron.

La asunción a la presidencia del doctor Leonel Fernández logró restaurar la confianza y seguridad perdidas no solo por la crisis económica sino también por las circunstancias que rodearon la repostulación del presidente Hipólito Mejía generadora de incertidumbres, y ya en su primer año registró un crecimiento económico que en el 2006 superó el 10 por ciento del producto bruto interno.

La buena imagen internacional del presidente y el crecimiento económico mundial generaron un incremento de la inversión atraída por la estabilidad y altas tasas de intereses que han paliado el pesado fardo de la factura petrolera. Nadie creía que el país pudiera crecer significativamente con el petróleo sobre 60 y 70 dólares el barril.

Las reservas internacionales líquidas, agotadas en agosto del 2004, se han elevado a junio pasado a 1,464 millones de dólares, mientras la inflación descendía del 28.7 por ciento en 2004, a 7.4 el año siguiente y apenas 5 por ciento en el 2006. Eso a pesar de que el déficit de la cuenta corriente se elevó a 786 mil millones de dólares en el 2006, proyectándose para unos 1,300 millones en el año en curso, debido a las importaciones, aunque suben las exportaciones, básicamente por los elevados precios del ferroníquel.

Sin embargo, la convicción general es que el crecimiento económico no ha mejorado significativamente el nivel de vida de la población, reducido por la crisis financiera y debido a la concentración del ingreso, y los economistas relativizan los términos del éxito económico por el endeudamiento interno y externo.

El déficit del Banco Central pasó de 89 mil millones a 200 mil millones de pesos por las emisiones de certificados y bonos en que se ha fundamentado la revaloración del peso y el restablecimiento del equilibrio macroeconómico. Esto se refleja negativamente sobre los exportadores nacionales y de zonas francas y especialmente sobre la cuarta parte de las familias dominicanas que reciben las remesas que se aproximan a los 3 mil millones de dólares anuales. Los precios han crecido poco, pero los pesos por dólar se redujeron de 42 al 32 promedio de los tres años, afectando a los más pobres.

Más impuestos y gastos

Uno de los factores que han incidido en la declinación de la aceptación del gobierno diagnosticado por encuestas y analistas independientes es la triple reforma tributaria ejecutada por el gobierno en sus primeros 28 meses, sufridas especialmente por las clases medias, que triplicaron el presupuesto nacional de 89 mil millones de pesos en el 2003 a 267 mil para este año, incluyendo el adicional de 11 mil millones de pesos recién enviado al Congreso por cuenta del excedente en las recaudaciones.

Las críticas han sido sistemáticas al incremento del gasto corriente y la falta de prioridades en las inversiones, comenzando por la del metro que se construye en Santo Domingo a contrapelo de la opinión pública. El exgobernador del Banco Central Carlos Despradel estima el incremento del gasto en 131 por ciento a partir del 2004, con una inflación de 59 por ciento, lo que implica un aumento real del 72 por ciento.

Con el agravante de que el gobierno peledeista ha fallado en sus repetidos compromisos de reducir el gasto corriente. En el discurso inaugural se prometió reducirlo en 20 por ciento. En diciembre pasado se promulgó una ley de austeridad que planteaba disminuir el gasto en 17 mil millones de pesos este año, pero a mayo ya se había elevado en más de 14 mil millones, ( 18.7 por ciento) en relación al mismo período del  2006. El  gasto corriente había crecido en 12.5 por  ciento.

Una parte del gasto se ha ido en subsidios al gas propano y a la cara e ineficiente  energía eléctrica que aunque ha mejorado relativamente, sigue pesando sobre la ineficiencia competitiva de los sectores productivos, en todos los servicios y en la calidad de vida.

Es relevante el aumento en el gasto publicitario del gobierno, sobre el 50 por ciento en el primer semestre de este año, la misma proporción que se prometió reducir en el 2007, así como la multiplicación de la alta burocracia con salarios que llegan a cientos de miles de pesos, generalizado en instituciones estatales como la Cámara de Cuentas, Junta Central Electoral, Congreso Nacional, Banco Central y Junta Monetaria, Banco Nacional de la Vivienda y otras, aún en este año de “austeridad legal”.

Mientras tanto el excedente de los ingresos tributarios presupuestados para este año podría alcanzar cerca de 30 mil millones de pesos, no ha alcanzado para cumplir el mandato legal de destinar a educación el 4 por ciento del producto bruto, que aunque   repunta en el 2007, quedará alrededor del 2.4 por ciento.

Fuerte desgaste

En un encuentro de analistas económicos, sociales y políticos reunidos recientemente por un organismo gubernamental hubo consenso en que se registra   un gran desencanto, que el gobierno sufre un fuerte desgaste, con un presidente consciente del mal de la partidocracia, pero que la reproduce en aras de seguir en el poder, con un discurso modernizante que se contradice sistemáticamente.

Se reproducen las prácticas políticas de la premodernidad nacional por un neobalaguerismo continuista que lo legitima todo en aras de la rentabilidad política inmediata, viable por las debilidades institucionales de la nación, la crisis del partidismo, las precarias ofertas de la oposición y la inconsistencia de la sociedad civil.

Apenas transcurría la mitad del período, cuando se iniciaba la campaña reeleccionista que reprodujo el aprovechamiento del poder estatal aún en la lucha interna para la nominación del candidato presidencial del partido de gobierno, lo que permite temer un desbordamiento en la campaña para las elecciones de mayo próximo.

Las precariedades institucionales que invalidan los organismos de control, como el Congreso y a la Cámara de Cuentas, que anularon el Consejo Económico Social e Institucional y la Comisión Nacional de Etica creados al inicio del período, y la falta de voluntad política han permitido la persistencia de altos niveles de corrupción y escasa transparencia, generadores de frecuentes escándalos.

La imagen del presidente Fernández inaugurando obras con el viejo estilo trujillista- balaguerista, al ritmo de merengues reeleccionistas, desde un año antes de los comicios, no es compatible con su discurso de modernidad y le genera desgaste.

¿Habrá un auto-relevo?

La última encuesta Gallup para HOY  de abril pasado ya indicó una creciente insatisfacción con la gestión gubernamental y reducción de su respaldo político. Circulan versiones de encuestas privadas recientes que los ratifican en términos más fuertes.

Hasta en sectores del propio partido se percibe la creciente insatisfacción que quedó manifiesta en el paro de actividades del mes pasado. A eso se atribuye la reciente advertencia del director de Aduanas Miguel Cocco y los planteamientos públicos de renovación del gobierno formulados esta semana por el secretario general del PLD y presidente del Senado, Reinaldo Pared, y de otros tres senadores oficialistas.

De comentaristas y analistas también se escuchan reclamos de cambios en el gabinete gubernamental en ocasión del próximo 16 de agosto, cuando el gobierno entrará en su último año. Se recuerda la tradición balaguerista de frecuentes cambios de funcionarios para derivar las responsabilidades de la insatisfacción.

Como el presidente Fernández ha devenido en un cultor de las prácticas balagueristas y marcha al son del continuismo, es posible que realice algunos cambios, aunque es difícil que sean significativos, dado que el gobierno parece un archipiélago, con múltiples latifundios en pago de apoyo político.

En el período 1996-2000 los cambios fueron mínimos, y en el actual solo lleva tres. Sustituyó al secretario de las Fuerzas Armadas Sigfrido Pared por Ramón Aquino, al jefe de la Policía Nacional, Manuel de Jesús Pérez Sánchez, por Bernardo Santana Páez, y al secretario de Salud Pública, Sabino Báez, por Bautista Rojas Gómez.

El presidente Leonel Fernández  puede contar con la ausencia de liderazgos en la oposición y sus ofertas electorales, pero como en este país el día más claro llueve, no está demás que agudice la vista y el oído.

El barrilito carece de fundamento en la RD. No hay en Carta Magna algo que justifique los fondos

Por Juan Bolívar Díaz

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Por más vueltas que se le dé a la Constitución de la República no se encuentra un solo enunciado que legitime o fundamente la asignación mensual de 19 millones 160 mil pesos asignada a los senadores desde hace un año para “asistencia social”, lo que totaliza   229 millones 900 mil pesos al año.

El barrilito o cofrecito en promedio de 598 mil 750 pesos mensuales por senador es otra expresión del desorden institucional y el sistema de repartición del presupuesto nacional, que pronto será reivindicado por los diputados, síndicos, vicesíndicos y regidores, que también son funcionarios electos y tienen “obligaciones” con sus electores.

Para colmo y sin el menor rubor hay senadores que se consideran víctimas de la injusticia salarial y están exigiendo un aumento de sus ingresos personales   mensuales, de 265 mil pesos, cuando el 80 por ciento de los salarios nacionales, públicos y privados, se estiman por debajo de 10 mil pesos.

$230 millones anuales

Tras suspender las subvenciones presupuestales a las onegés que tenían la mayoría de los legisladores, el Senado electo el año pasado asignó a cada uno de sus miembros una partida   para “asistencia social”, en proporción a la población de cada provincia y el Distrito Nacional, lo que se ha llamado barrilito o cofrecito.

El senador que menos recibe es el de Pedernales, con 420 mil pesos mensuales. A los del Distrito Nacional, Santo Domingo, Santiago y San Cristóbal se le asignan 900 mil, según una relación entregada por el Senado. Aunque en una rendición de cuentas del representante de Santiago, Francisco Domínguez Brito, se indica que su límite de gastos es de 1 millón 59 mil pesos.

En el informe de Domínguez Brito, el único que lo ha hecho público, se consignan ingresos de ese fondo por 7 millones 815 mil 675 pesos, entre el 16 de agosto del 2006 y el 30 de abril pasado. Destinó 5 millones 887 mil a programas de ayudas a entidades educativas, deportivas, religiosas, comunitarias y donaciones personales. Otros 874 mil se fueron en gastos administrativos, teniendo en disponibilidad 963 mil 419 pesos.

Según la “reglamentación” adoptada esos fondos “son auditables” por la Cámara de Cuentas, la Contraloría General y los auditores internos del Senado, bajo el compromiso de rendir cuentas, cosa que todavía la mayoría no ha cumplido y nadie cree que lo harán, cuando una buena proporción no acata el mandato de la declaración jurada de bienes, establecido por ley. Tampoco nadie cree que algún organismo dará riguroso seguimiento a las inversiones de cada senador.

Según el informe del Senado la asignación total para asistencia social es de 19 millones 160 mil pesos mensuales, equivalentes a 229 millones 920 mil pesos por año.

Carece de fundamento

Tal como expresó el vicepresidente ejecutivo de la Fundación Institucionalidad y Justicia, doctor Servio Tulio Castaños, la asignación mensual a cada senador para  “Gestión Provincial, Asistencia Social e Institucional”, carece de fundamento, ya que no existe ninguna disposición constitucional que permita al Congreso Nacional asumir acciones que están dentro del ámbito de la función del Poder Ejecutivo.

En efecto, si se revisa la Constitución de la República por ningún lado se otorga facultad a los legisladores para utilizar recursos del presupuesto nacional en labores de asistencia social, reservada a los organismos del Poder Ejecutivo. Tampoco se ha establecido por una ley, que sería inconstitucional.

El artículo 37 de la Constitución es el que señala las atribuciones del Congreso en 23 acápites que se refieren a la elaboración de las leyes, aprobar o desaprobar informes de la Cámara de cuentas, y el estado de recaudación e inversión de las rentas públicas así como examinar anualmente todos los actos del Poder Ejecutivo. También interpelar a los secretarios de Estado y a los directores o administradores de los organismos autónomos.

El numeral 4 del artículo 55 otorga al Senado la facultad de aprobar las designaciones de los miembros del cuerpo diplomático. Y el 10 condiciona los contratos del Poder Ejecutivo a la aprobación del Congreso Nacional.

En pocas palabras, la gestión del Poder Legislativo es aprobar las leyes y los actos del ejecutivo y ser guardián de las facultades del Poder Ejecutivo, fundado en el   principio de la separación de funciones, que rige en el sistema democrático universal.

Clientelismo privilegiado

El cofrecito senatorial es una nueva expresión del clientelismo político, financiado ilegalmente con recursos del presupuesto nacional, aún cuando la mayor parte se dedicara a entidades sociales, como indica el informe de Domínguez Brito. Pero nada impide que financien activistas políticos y promociones personales.

De esa manera el fondo se constituye en un privilegio más para los senadores en ejercicio y un ventajismo sobre quienes les disputen una reelección. Es menos justificable si se toma en cuenta que ya los partidos reciben financiamiento estatal para su sostenimiento y campañas electorales, que incluyen sus candidaturas al Senado.

El argumento de que los senadores tienen compromisos que cumplir con sus electores llevaría necesariamente a asignar un barrilito también para cada diputado, síndico, vicesíndico o regidor, que también son electos como representantes de las comunidades. Se ignora si los diputados a quienes que les suprimieron financiamientos a onegés han reclamado su propio cofrecito.

Se sabe que la reglamentación del Senado ha incentivado a síndicos a establecer   programas clientelares de ayudas sociales. El síndico del nuevo municipio de Pedro Brand declaró en Teleantillas la semana pasada que otorga entre 500 y 7 mil pesos mensuales a 300 de sus electores, de un presupuesto de apenas 4 millones 500 mil.

Los dos distritos municipales de Pedro Brand, La Cuaba y La Guáyiga, con presupuesto de un millón 150 mil pesos al mes, pagan “sueldos de 2 mil pesos” a unas 300 personas, la mayoría “de tiempo parcial”, según el síndico.

Un millón 295 mil por mes.

Los senadores de la República están saliendo a un costo de por lo menos un millón 295 mil pesos mensuales promedio, equivalente a 41 millones 448 mil al mes y 538 millones 824 mil pesos al año, considerando solo sus ingresos personales y las asignaciones para “programas sociales” y dos oficinas con 24 empleados. Aparte otros 470 mil pesos mensuales para empleados en las oficinas de los bloques legislativos.

La oficina de la sede central tiene asignado un presupuesto mensual de 289 mil pesos para pago de 13 empleados, que incluyen un “asesor de imagen”, 2 asistentes, 2 secretarias, 2 choferes, y 4 encargados de seguridad. Para la oficina provincial se destina 142 mil 500 con 11 empleados, que incluyen 2 asistentes y un coordinador.

Las asignaciones no incluyen los gastos por seguridad social y otras prestaciones laborales ni lo que cuestan sus viajes al exterior, como tampoco el suministro de materiales y equipamiento de sus oficinas.

El sueldo básico de cada senador es de 125 mil pesos, a lo que se adicionan 50 mil por “gastos de representación”, 25 mil por “viáticos” y 25 mil por “política de hospedaje”, para un total de 200 mil pesos fijos.

Además se ha establecido una “dieta por sesión” de 3 mil 500 pesos y “dieta por comisión” de 2,400 pesos para los miembros, que va subiendo hasta 3,400 pesos para secretarios, vicepresidentes y presidentes de las comisiones. Si se estiman 8 sesiones al mes, se adicionan 28 mil pesos. Y 5 reuniones de comisiones al mes dan otros 12 mil pesos. El total de ingresos personales promedia 265 mil pesos mensuales.

Los ingresos personales de los senadores equivalen a 66 salarios mínimos del gobierno y a más de 36 salarios mínimos de las grandes empresas, pese a lo cual varios legisladores propugnan por un incremento salarial, considerando que son los “peor pagados” de esta zona del continente”. En un comunicado publicado este jueves, representantes de tres centrales sindicales sostienen que según los registros de la Tesorería de la Seguridad Social el 80 por ciento de los trabajadores dominicanos ganan hasta 10 mil pesos mensuales.

Aunque los ingresos de los senadores son más del doble de los del Presidente de la República, se pueden considerar menores que los que reciben otros funcionarios  como el gobernador del Banco Central, superintendentes de bancos y electricidad, varios secretarios de Estado, jueces electorales y de la Cámara de Cuentas y titulares de instituciones autónomas. El gerente del Banco Nacional de la Vivienda se acaba de asignar 500 mil pesos mensuales, según publicó el semanario Clave del jueves 2.

Eso revela el desorden salarial prevaleciente en el sector público donde hay secretarios de Estado que ganan 60 mil pesos mensuales y otros que por diversos conceptos reciben cientos de miles de pesos.

Lo peor es que no hay organismo de control, ya los poderes e instituciones estatales conforman una red de reparto del presupuesto nacional y se protegen entre si, mientras a la población pensante apenas le queda la frustración especialmente al comprobar cómo se multiplican los tributos a golpe de una reforma tributaria por año.-

Campaña Electoral sólo 90 días

Por Juan Bolívar Díaz

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El proyecto de “Reglamento de Campaña Electoral, Actos de Propaganda y Uso de Medios de Comunicación”, elaborado por la Cámara Administrativa de la Junta Central Electoral (JCE) es un serio esfuerzo por reducir la extensión de las campañas proselitistas y por consiguiente el desmesurado costo de la democracia dominicana.

Fundamentado en el artículo 92 de la Constitución de la República y en el extenso articulado de la Ley Electoral 275-97, el proyecto será sometido a consideración de los partidos, la sociedad civil y los medios de comunicación, tan pronto sea aprobado por el plenario de los jueces electorales, lo que se da por hecho para los próximos días.

En esencia de lo que se trata es de hacer cumplir prescripciones ya contempladas en la legislación electoral dominicana, como la franja de 90 días para promover candidaturas en cada elección general y hacer más transparente el sistema de financiamiento de los partidos y candidatos.

Alcances del proyecto

El proyecto de reglamento está integrado por 11 capítulos, con 79 artículos que abarcan 23 páginas a renglón seguido. Después de un primer capítulo dedicado a definiciones generales, los cuatro siguientes definen y pautan la campaña electoral, la propaganda electoral, los actos públicos de campaña y el uso de los medios de comunicación.

Los capítulos del sexto al décimo se refieren a la propaganda electoral en espacios públicos y en inmuebles privados, a la propaganda en los actos públicos estatales, a las encuestas y sondeos de opinión, al presupuesto y gastos de campaña, y a la precampaña electoral. El último versa sobre las medidas cautelares y sanciones.

El artículo 1 señala los alcances buscando disipar cualquier temor de que se trate de limitar la libertad de expresión o de reunión: “El presente reglamento tiene por objeto un marco regulatorio respecto de todas las actividades y actos propios de la Campaña Electoral, la Propaganda Electoral, los Actos de Campaña, Veda Electoral y la Divulgación Política.”

Luego se define la Campaña Electoral como el “conjunto de actividades lícitas organizadas y desarrolladas con el propósito de promover expresamente las propuestas electorales para la captación del voto a favor de los candidatos oficializados a los cargos electivos de Presidente y Vicepresidente de la República, presentados por los partidos políticos y agrupaciones políticas accidentales”.

En el capítulo 2 se instituye la figura del Jefe de Campaña Electoral que deberá designar cada partido, se indican las normas éticas del proselitismo y se prohíbe la incursión de los miembros de las Fuerzas Armadas y la Policía, la propaganda anónima, y la promoción del abstencionismo electoral. Establece el respeto a la simbología y emblema de los partidos, previsiones ya contempladas en la Ley Electoral.

Medios de comunicación

Aunque desde antes de conocerse el proyecto de reglamento de la campaña ya se habían expresado temores por la libertad de expresión, en ninguno de los artículos se registra alguna  limitación que no sea de las predominantes en la legislación electoral, como la veda de propaganda al término del período de proselitismo.

Garantiza la igualdad de acceso de todos los partidos y candidatos a los medios de comunicación propiedad del Estado, así como a los de propiedad privada, pagando las tarifas acostumbradas, que no podrán ser mayores a las comerciales o profesionales, como inidica el artículo 94 de la Ley electoral.

La única novedad sobre los medios de comunicación es que no podrán publicar encuestas o sondeos electorales en los diez días anteriores a la elección. En el resto del tiempo se podrán publicar, pero con denominación y domicilio de la entidad, pública o privada, o de la persona física que la hubiere realizado o encargado.

El proyecto mantiene la restricción a publicar encuestas y conteos rápidos de los resultados de los comicios, hasta tanto la JCE emita el boletín final de los mismos.

Las restricciones a la propaganda se refieren a los partidos, aunque pudieran afectar a los medios de comunicación que podrían considerar que se les disminuye la posibilidad de obtener beneficios. Pero ya existe los días 14 y 15 de mayo antes de cada elección. Y es norma generalizada en las naciones democráticas.

Por demás el artículo 92 de la Constitución establece que “Las elecciones serán dirigidas por una Junta Central Electoral y por juntas dependientes de ésta, las cuales tienen facultad para juzgar y reglamentar de acuerdo con la ley”. El aspecto más débil del reglamento es las sanciones, porque la Ley Electoral las deja en manos de los tribunales ordinarios, aunque la JCE podrá adoptar medidas cautelares y admoniciones.

Buscarán consenso

El proyecto de reglamento elaborado por los tres jueces integrantes de la Cámara Administrativa, Roberto Rosario, José Angel Aquino y César Francisco Féliz, será conocido por el pleno de la JCE en sesión convocada para el 2 de julio próximo. Se da por hecho que tendrá la aprobación de la generalidad de los jueces electorales, incluyendo al presidente Julio César Castaños Guzmán, quien ha sido uno de sus impulsores.

Del resto de los magistrados, por lo menos el presidente de la Cámara Contenciosa, Mariano Rodríguez, y las dos abogadas integrantes -Aura Celeste Fernández y Leyda Margarita Piña- han favorecido en diversos escenarios la reducción de las campañas electorales a los términos de la ley.

Una vez sea aprobada por el pleno, la pieza será sometida a consideración de los partidos políticos reconocidos y a la opinión de las instituciones de la sociedad civil, incluyendo a los directivos de los medios de comunicación social.

La Cámara Administrativa cuenta con un fuerte espaldarazo de las instituciones de la sociedad civil, a tenor de los pronunciamientos que han venido realizando en los últimos años sobre la extensión y costo de las campañas electorales, como lo expresó en abril pasado en una extensa homilía el presidente de la Conferencia del Episcopado Dominicano, Monseñor Ramón de la Rosa y Carpio.

Se teme la incomprensión de sectores de la comunicación que defienden a rajatabla la tesis de que cualquier reglamentación que limite la publicidad atenta contra la libertad de expresión. Eso mató en la cuna un intento de reglamentación de la propaganda electoral que elaboró la anterior JCE encabezada por Luis Arias, en marzo del 2004.

Este proyecto será seguido por otro complementario, todavía en elaboración, donde se reglamentaría la contabilidad de los ingresos y gastos de los partidos, en orden a hacer transparente el sistema de financiamiento, estatal y privado. Se buscaría reducir el costo de la política y prevenir el financiamiento proveniente de organismos estatales, del narcotráfico y cualquier forma de lavado de dinero.

El documento es tímido en relación a la reglamentación de México, Chile, Brasil y muchos otros países latinoamericanos, pero tal vez es lo que pueda lograrse para contener la campaña electoral en marcha y hasta tanto se apruebe una ley de partidos y nuevas reformas electorales que contemplen un régimen funcional de sanciones.-

 Período de campaña

E l tiempo para el proselitismo es definido en el artículo 16: “No puede difundirse propaganda electoral ni realizarse acto alguno de campaña electoral fuera del período electoral  definido en este Reglamento y que se inicia en el plazo establecido en el artículo 87 de la Ley Electoral”. Precisa que la prohibición no incluye las actividades habituales de los partidos, como divulgación política, “en el ejercicio de sus derechos constitucionalmente reconocidos”.

En el párrafo I del artículo 72 se garantiza que en la precampaña los partidos podrán realizar actividades   en salones bajo techo, sin obstruir el tránsito y dirigidas básicamente a sus militantes y simpatizantes. Pero en el Párrafo II se indica que los partidos que vayan a participar en los comicios del 2008 deben abstenerse de realizar actividades como mítines, manifestaciones al aire libre, bandereos, y el uso de disco Light, hasta que se declare abierta la campaña electoral.

Se establece -Artículo 68- que los partidos tendrán que entregar a la JCE un presupuesto   de los gastos para su campaña, incluyendo nómina de contribuyentes, fuentes y relación de ingresos y de egresos. Las donaciones o contribuciones de personas físicas o jurídicas, en numerario o en especie, tendrán que ser identificadas. Serán consideradas como parte del gasto de campaña, el cual tendrá un tope, establecido por el presupuesto más alto que presente cualquiera de los candidatos.

Una notable novedad

El proyecto de reglamento establece por primera vez límites a las actividades gubernamentales en los períodos de campaña electoral. Los actos públicos  estatales no podrán servir de escenario para la promoción de candidaturas. Prohíbe marchas, mítines, o cualquier tipo de manifestación, letreros o propaganda   alrededor de ellos.

Así mismo prohíbe durante los 30 días antes de la elección la inauguración de obras públicas y que el gobierno central, las entidades descentralizadas o los ayuntamientos inicien programas de apoyo social o comunitario.

También veda la propaganda en monumentos, estatuas, obras de arte, señales de tránsito urbano y de carreteras, en muros, aceras, contenes, construcciones, árboles y en vehículos estatales. Y para colocarlos en propiedades privadas, tendrán que obtener un permiso escrito de los propietarios o usufructuarios.  Lo mismo prohíbe la propaganda en los edificios, locales, oficinas, y escuelas públicas, y en los anuncios de los organismos estatales no podrán incluirse las fotos de candidatos ni sus lemas de campaña.