Los desafíos del 2008

Por Juan Bolívar Díaz

El primer desafío de la sociedad dominicana para el año que comienza es lograr una nueva elección presidencial sin mayores traumas, evitando que el proyecto reeleccionista vuelva a avasallar el proceso de institucionalización democrática y disloque la estabilidad macroeconómica.

El país enfrentará un escenario internacional más adverso como consecuencia de los elevados precios del petróleo y el decrecimiento de la economía norteamericana, de la que tradicionalmente ha dependido en buena proporción la estabilidad económica dominicana.

Como aliento de mediano plazo la nación debería generar nuevas energías que insuflen optimismo y esperanza en que pueden ser superadas las exclusiones sociales y las carencias institucionales para lo cual se requiere una mayor voluntad de los actores políticos y una renovación de la sociedad civil.

El desafío electoral

Si el año que concluye estuvo excesivamente marcado por la lucha política, el 2008 se proyecta con amenazas a la institucionalidad democrática por el desenfreno de las actividades partidistas que tradicionalmente han caracterizado los procesos electorales dominicanos, sobre todo cuando se juega una reelección presidencial.

Las extremas descalificaciones en que han caído los partidos políticos apuntan a una campaña electoral dominada por las pasiones, con escaso contenido ideológico y programático y una competencia basada fundamentalmente en el clientelismo y la manipulación de la conciencia de los electores.

Con una Junta Central Electoral (JCE) afectada por fuertes divergencias internas y una sociedad civil menos dispuesta a jugar su papel moderador, la elección presidencial podría ser manchada por sombras que arrojen retroceso en el proceso de democratización iniciado a partir del trauma electoral de 1994.

Aunque se ha avanzado con más anticipación que nunca en la organización de las votaciones, el tribunal electoral sostiene que el presupuesto que se les asigna para el próximo año es insuficiente para culminar exitosamente el proceso, quedando a expensas de la voluntad de un presidente que es también candidato a la reelección. Puede que la JCE se haya excedido en los fondos solicitados, pero no tanto para que pueda operar con la tercera parte que se le asigna en el presupuesto para el 2008.

Ya este año los jueces electorales tuvieron que implorar al presidente Leonel Fernández mayores recursos y después de varios meses esperando ser recibidos por el mandatario, se les prometió un financiamiento adicional de 200 millones de pesos, de los que sólo recibieron la mitad.

Otra vez la reelección

El proyecto reeleccionista podría volver a constituirse en un elemento perturbador del proceso democrático, como ha resultado históricamente en el país por la recurrencia al uso y abuso de los recursos del Estado. Las preocupaciones han aumentado desde que el presidente Leonel Fernández se declaró un discípulo de Joaquín Balaguer, uno de los más exitosos manipuladores electorales, y entre los actuales aliados del proyecto continuista se encuentran algunos que acumularon basta experiencia en esa materia.

Esas manipulaciones incluían mantener en aprietos presupuestales a la JCE para subordinarla obligándola a negociar recursos directamente con el presidente candidato. Para las elecciones de 1990 se llegó al extremo de que pocos días antes de los comicios el doctor Froilán Tavárez, quien presidía el tribunal electoral, declaró públicamente su disposición a hipotecar una propiedad personal para financiar la culminación del proceso.

Una diferencia importante es que el sistema electoral ha sido revestido de mayores garantías, haciendo virtualmente imposible maniobras como la manipulación del padrón de votantes que vició los comicios de 1994, además de que hay una ciudadanía y una opinión pública más exigente de transparencia.

Sin embargo, todavía no se ha logrado evitar que los candidatos a la reelección desborden el gasto público y abusen de los recursos del Estado en aras de su interés continuista, lo que ya ha quedado evidente incluso desde la campaña interna del actual partido gobernante, como denunció reiterativamente Danilo Medina al disputar al doctor Fernández la candidatura presidencial.

Hace meses que hay abundante publicidad política pagada por organismos del Estado, lo que este año elevó el gasto en ese renglón a unos 187 millones de pesos mensuales. El propio presidente Fernández recorre en estos días el país repartiendo 950 millones de pesos en canastas navideñas marcadas con su consigna política de que “e pa lante que vamos”. Y la mayoría de los altos funcionarios realizan campaña en vehículos y con personal y combustible del Estado.

A la luz de lo que han indicado las encuestas más acreditadas, el presidente y su partido no tendrían que apelar a esas prácticas para asegurarse la continuidad. Pero lo mismo ocurría en la campaña interna pese a lo cual se utilizó el poder del Estado para aplastar al contrincante. Si la competencia se cierra en las proximidades de los comicios de mayo se teme que el proceso pueda ser manchado gravemente por el abuso de los recursos estatales.

La sociedad civil

Entre los factores que aumentan las preocupaciones se señala el proceso de desmovilización que se advierte en importantes organizaciones sociales que en la década que siguió a la última crisis generada por el reeleccionismo se activaron para jugar un papel relevante en el proceso de institucionalización democrática y particularmente en lo electoral. Se registra una mezcla de decepción y cansancio de la política, con expresiones de pesimismo que llegan al grado de plantear que “no vale la pena el esfuerzo”.

La vigilancia y participación de la sociedad civil fue de los factores que impidieron que el intento reeleccionista de Hipólito Mejía afectara el proceso democrático. Ahora hay diferencias fundamentales. Aquel proyecto continuista fue nati-muerto por la crisis financiera que hundió la economía nacional, y que contribuyó relevantemente a que el presidente Fernández ganara con un 57 por ciento del sufragio. En el 2004 la barrida estuvo advertida por las encuestas y la opinión pública desde el comienzo de la campaña electoral. Esta vez la continuidad tiene claras perspectivas, el gobierno dispone de mucho más recursos y es más difícil de confrontar.

Todavía hay tiempo para que la sociedad civil y la opinión pública reclamen transparencia y contribuyan con su vigilancia y participación a evitar los disturbios que tradicionalmente ha generado el reeleccionismo para lo cual tienen que sacudirse del pesimismo y retomar los esfuerzos por el fortalecimiento de la institucionalidad democrática.

La renovación de energías es más urgente para que la confrontación electoral no ignore la situación en que han quedado amplios segmentos de pobladores y productores afectados por las recientes inundaciones y para que se reclame centrar el debate en las iniciativas para superar las graves exclusiones sociales cada vez más evidentes.

El gran desafío del 2008 para la nación dominicana es realizar un torneo electoral democrático, fundamental para iniciar una nueva etapa de superación de la pobreza y las carencias institucionales, comenzando por el acatamiento del imperio de la ley.-

Estabilidad en juego

En sectores políticos y económicos ya existe preocupación de que el esfuerzo continuista ponga en juego la estabilidad macroeconómica, que es precisamente el mayor logro que se le reconoce al gobierno del presidente Fernández.

El desbordamiento del gasto en la campaña electoral acompañó el fracasado intento reeleccionista del presidente Hipólito Mejía, hasta el punto de haber roto el acuerdo que sostenía con el Fondo Monetario Internacional. De ahí que se hayan visto con aprensión anuncios de altos funcionarios actuales en el sentido de que no es necesario mantener el acuerdo vigente con el mismo organismo.

El gasto desmesurado en las campañas reeleccionistas de Balaguer dejó mal parada la economía nacional en varias ocasiones, especialmente en 1990 cuando tras las elecciones se produjo la mayor crisis económica de la historia nacional, con inflación que alcanzó al 100 por ciento y grave crisis en el suministro de electricidad, combustibles y hasta azúcar, con quiebras de las empresas estatales incluyendo la Lotería Nacional.

Los temores se fundamentan también por el difícil escenario internacional que se prevé para el nuevo año por el alto costo del petróleo y una reducción del crecimiento de la economía norteamericana que impacta sobre el país. El petróleo cierra el año alrededor de 96 dólares el barril, lo que elevó la factura dominicana por el combustible a unos 3 mil 300 millones de dólares, que se proyectarían a casi 4 mil millones en el 2008.

El propio FMI ya expresó inquietudes de que esos factores, sumados al costo de la rehabilitación de los daños de las inundaciones y a los riesgos electorales pudieran afectar la estabilidad de la economía nacional. Una campaña electoral violenta y muy conflictiva espantaría las inversiones extranjeras y retornos de capitales nacionales que han sido claves en la estabilidad de los últimos tres años, agudizando el desincentivo que ha representado la drástica disminución de intereses del último año y medio.

El 2007 Año de retrocesos

Por Juan Bolívar Díaz

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Se registran retrocesos institucionales, aumento de la corrupción y el clientelismo político y aunque se mantiene la estabilidad y el crecimiento económico, persiste la baja inversión social

El año que concluye queda marcado por dos catástrofes que desnudaron nuevamente la pobreza nacional y la incapacidad para prevenir, pero también por el activismo político desenfrenado con altas cuotas de clientelismo y corrupción con expresiones de retroceso institucional.

 Aunque se vuelve a registrar un apreciable crecimiento del producto   bruto interno  con estabilidad macroeconómica y un aumento extraordinario de los ingresos fiscales, la escasa inversión social sigue determinando que el país se mantenga en los últimos escalones del desarrollo social latinoamericano.

 Resaltan los esfuerzos por establecer el seguro familiar de salud, tanto en el régimen contributivo como en el subsidiado, pero la acción gubernamental estuvo de nuevo condicionada por un proyecto reeleccionista que distrae la atención de las soluciones de largo plazo.

La política sobre todo

 La revisión del acontecer nacional del 2007 arroja un predominio desproporcionado de la acción política con miras a las elecciones de mayo próximo, con un alto costo económico y de distracción de las energías nacionales.

 Los primeros meses estuvieron marcados por las luchas por las candidaturas presidenciales que desestabilizaron los principales partidos políticos y generaron un auge del clientelismo y el transfuguismo en desmedro de la ética y los principios políticos, afianzando la idea de que ya no hay diferencias ideológicas ni programáticas.

 Aunque las convenciones de los tres partidos mayoritarios culminaron en el primer semestre, el año concluye sin que el Partido de la Liberación Dominicana (PLD) haya superado los conflictos generados en su campaña interna, mientras el Partido Reformista Social Cristiano (PRSC) sufre interminables   fraccionamientos.

 En esos dos partidos como en el Revolucionario Dominicano (PRD) se impusieron los candidatos que más dinero invirtieron fundando su predominio en la capacidad para comprar adhesiones en las estructuras partidarias y la población pobre.

 El fracaso de los proyectos de la Junta Central Electoral para establecer límites a la extensión y costo de las campañas electorales y revestir el gasto político de alguna transparencia, ratificaron las dificultades institucionalizar la actividad política.

 La convicción general es que la política sin tregua sigue siendo financiada en gran proporción por la corrupción, el empleo estatal y las actividades ilegales, aparte de   cientos de millones de pesos anuales del presupuesto nacional.

Costo del reeleccionismo

 La respostulación del presidente Leonel Fernández en la elección primaria del PLD celebrada en mayo quedó marcada por el uso y abuso de los recursos estatales, hasta el punto que el segundo líder del partido, Danilo Medina, proclamó que fue vencido por el Estado y siete meses después él y sus seguidores no han perdonado los excesos.

 La gestión gubernamental ha estado determinada por el interés reeleccionista que ha consumido gran parte de las energías y la atención del mandatario, empeñado en atraerse a todos los políticos que se pusieron precio, cientos de ellos a cambio de empleos en la administración pública.

 La temprana campaña electoral pareció frenada en el último fin de semana de octubre, cuando la tormenta tropical Noel sorprendió al gobierno en pleno y a los partidos de oposición en intensa labor proselitista. En septiembre, el presidente Fernández había presentado su comando de campaña integrado por 13 de los 16 ministros orgánicos y otros diez altos funcionarios, incluyendo al secretario de Obras Públicas como tesorero.

 El transfuguismo incentivado con los recursos del Estado ha   socavado los cimientos del PRSC. Por lo menos cuatro grupos de antiguos reformistas se cuentan entre los que apoyan la reelección del presidente Fernández, todos ellos integrados a cargos gubernamentales.

 Como ha sido tradición en la pobreza institucional dominicana el continuismo se nutre no solo del empleo estatal, sino también del uso de vehículos, combustibles y del pago de dietas con cargo a los organismos del Estado, así como mediante una desaforada propaganda de corte electoral. Hasta octubre el gasto gubernamental en propaganda se había elevado a un promedio de 187 millones de pesos mensuales. En 2004 fue de 70 millones, 120 millones en el 2005 y 160 millones de pesos mensuales en el 2006.

Estabilidad económica

 El mayor éxito gubernamental siguió siendo la estabilidad macroeconómica, con un crecimiento estimado del 8 por ciento, inflación de un dígito, pese a la inmensa carga del costo del petróleo, aunque la deuda interna del Banco Central ya sobrepasa los 200 mil millones de pesos, con un preocupante crecimiento del déficit en la cuenta corriente de la balanza de pagos, estimado en   mil 800 millones de dólares. La industria y la agropecuaria sólo han crecido 2 por ciento en el 2007. Las zonas francas siguieron en retroceso y el turismo se estancó.

 Otro reconocimiento generalizado es el mejoramiento de las recaudaciones, no sólo como fruto de 4 reformas tributarias en cinco años, sino también por la eficiencia de los funcionarios fiscales y los buenos precios internacionales   del ferroníquel. El año cerrará con un incremento de las recaudaciones sin precedente con de baja inflación, que casi duplicará el promedio de 15 por ciento registrado en el período del 2000 al 2005.

 La reforma tributaria del 2006 perseguía un incremento fiscal de 17 mil 500 millones de pesos, con igual cifra de reducción del gasto corriente. Los excedentes se aproximan a los 25 mil millones de pesos, aún cuando a mitad del año se redujeron los excesivos gravámenes a licores y tabaco, así como en el impuesto sobre la renta. Las recaudaciones terminarán en unos 230 mil millones de pesos, un crecimiento del 64 por ciento en relación a los 140 mil del 2005, con una inflación acumulada de alrededor del 21 por ciento en esos tres años.

 El cuestionamiento sigue generalizado sobre la calidad del gasto. Aunque el gobierno se comprometió a reducir el corriente en un 20 por ciento, este año volvió a crecer en un 16 por ciento. El subsidio a la electricidad y el gas propano, ahora también en parte al gasoil absorberá unos 30 mil millones de pesos. El de la energía pasa de 400 a 600 millones de dólares, en lo que se ha fundado un mejoramiento del servicio.

 En cambio en educación y salud (2 y 1.5 por ciento del PIB) el gasto siguió muy por debajo de los promedios de América Latina y el país apareció en numerosos informes internacionales a la cola de la inversión social en la región. Según el último informe de UNICEF, el gasto social dominicano es del 7.6 por ciento del PIB, poco más de la mitad del 13.5 por ciento del promedio de Latinoamérica, y antepenúltimo entre 18 naciones.

Retrocesos institucionales

Aunque se aprobaron nuevas legislaciones tendentes al fortalecimiento institucional el incumplimiento de algunas de ellas y de otras recientes permite diagnosticar un cierto retroceso institucional, comenzando por la ley de austeridad promulgada en diciembre del 2005, violada por el incremento del gasto corriente y en la congelación del empleo con la designación de cientos de altos funcionarios y elevaciones de altos sueldos que constituyeron escándalos en la Junta Central Electoral, la Cámara de Cuentas, el Banco Nacional de la Vivienda y el Congreso Nacional. Los senadores se atribuyeron 230 millones de pesos para sus propias “inversiones sociales”.

El gobierno siguió ignorando las leyes que asignan proporciones del presupuesto a Educación, la Suprema Corte de Justicia y los municipios, lo que se repite en el proyecto de gastos públicos para el 2008, aunque este año fue promulgada la ley 176-07 que busca descentralizar el Estado ampliando las atribuciones de los ayuntamientos. La cartera con mayor asignación para el próximo año es la de la Presidencia a la que se destinarían 35 mil millones de pesos, reafirmando el presidencialismo.

La negativa a cumplir una sentencia judicial sobre la ley de libre acceso a la información pública en el caso del periodista Luis E. Lora en relación al metro en construcción y el aplazamiento de la aplicación de la ley 186-07 que penaliza el robo de electricidad, forman parte también del retroceso institucional.

Lo mismo se puede decir de la decadencia del Departamento de Prevención de la Corrupción y del silencio de la Comisión Nacional de Ética frente a numerosos escándalos de corrupción, algunos tan flagrantes como el contrato mediante el cual el Estado se endeudó en 130 millones de dólares en violación a la Constitución, suma que dejó en manos de la empresa Sun Land, en un hecho sin precedente en la historia del país. O en el oneroso arrendamiento de un hotel del Estado, que tuvo que ser anulado tras el correspondiente escándalo.

La justicia no quedó bien parada con la contradictoria sentencia sobre el fraude que quebró el Banco Intercontinental, en la que pretende dejar impune el del Banco Nacional de Crédito y la dilación en conocer el del Banco Mercantil. Tampoco con la descarga de los oficiales policiales que usufructuaron vehículos robados y mucho menos cuando el ministerio público consagró la impunidad en el expediente sobre el Programa de Empleo Mínimo (PEME), tras 7 años en un tribunal.

El esfuerzo por poner en vigencia el plan básico de salud del régimen contributivo y la ampliación de los beneficiarios del subsidiado, aunque con remiendos legales y pasando por encima a aspectos de la ley de seguridad social del 2001, amortiguaron en parte la decadencia institucional.-

 

El acuerdo con Sun Land es autoincriminatorio

Por Juan Bolívar Díaz

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El acuerdo de “Resolución” del contrato por 130 millones de dólares suscrito por el Estado dominicano con la empresa Sun Land Corporation hace 19 meses, del que informó la Presidencia de la República el viernes 7 de diciembre, deja claro que el gobierno se endeudó violando la Constitución de la República.

 El haber dejado sin efecto la contratación de las cinco obras que serían construidas con ese financiamiento no anula el compromiso contraído con la venta de 19 pagarés firmados por el secretario de Estado Félix Bautista ni mucho menos el hecho sin precedente de haber dejado tanto dinero en manos privadas por más de año y medio.

 Queda pendiente el dictamen de la Suprema Corte de Justicia sobre los recursos de inconstitucionalidad del endeudamiento sin aprobación del   Congreso Nacional que le fueron sometidos por el Partido Revolucionario Dominicano (PRD) y el Foro Social Alternativo, del cual deberían derivarse responsabilidades.

Anuncio sorpresivo

 El viernes 7 de diciembre en curso la Dirección de Información del gobierno entregó una declaración dando por rescindido el polémico contrato suscrito en mayo del 2006 con la empresa Sun Land para la colocación en el mercado financiero internacional de 19 pagarés o notas promisorias por 130 millones de dólares para la construcción y equipamiento de “obras prioritarias”.

 La declaración se refirió en términos generales a un nuevo acuerdo firmado el 28 de noviembre, afirmando que el contrato “ha sido rescindido y por consiguiente dejado sin efecto”, lo que sorprendió pero fue aceptado con alivio por la opinión pública, aunque el PRD y algunos medios han mantenido los cuestionamientos.

Sin embargo el nuevo contrato titulado  “Resolución de Contrato de Construcción, Suministro de Materiales y Equipamiento de Obras Prioritarias para el Estado Dominicano, entre el Estado Dominicano y The Sun Land Corporation R.D. y sus Modificaciones” en ninguna de sus cláusulas habla de rescisión ni anulación.

Es más bien la tercera modificación al contrato original suscrito a nombre del Estado Dominicano por el ingeniero Félix Bautista, director de la Oficina de Ingenieros Supervisores de Obras del Estado, que cancela la participación de la empresa en la construcción de las obras que habían sido contratadas, pero la consumada venta de los 19 pagarés no se puede anular ni rescindir. Se establecen nuevos mecanismos para saldarlos.

 El contrato original fue firmado el 15 de mayo del 2006 y establecía que con el producto de la venta de 19 pagarés se construirían 11 obras contenidas en un listado anexo. El 5 de diciembre fue modificado para eliminar 6 de las obras, sin la menor explicación, lo que por lo menos revelaba improvisación en la contratación. La segunda y mayor modificación fue el “Adendum y Precisiones” firmado el 25 de octubre pasado, horas antes de que el presidente Leonel Fernández se reuniera con directores de medios de comunicación para formular una radical defensa del contrato, negando que conllevara endeudamiento del Estado.

 En la información del día 7 se dice que el contrato fue “rescindido” porque la empresa se había retrasado en la construcción de las obras contratadas, aunque el adéndum firmado 33 días antes ya reconocía el atraso y establecía un nuevo calendario para concluirlas en julio del 2008, en vez del 15 de mayo pasado.

La autoincriminación

Es en la cláusula novena donde aparece más claramente establecido que la deuda derivada de los pagarés es del Estado Dominicano. En esta la Sun Land se compromete a saldar los restantes pagarés, numerados 13, 14, 15,17, 18 y 19, los cuales vencerán entre enero y julio del 2008. El número16 dice (cláusula séptima) haberlo readquirido inmediatamente después de su venta.

La empresa afirma que esas 6 notas promisorias, por un monto de 41 millones 52 mil 630 dólares, “fueron endosadas y transferidas a favor de terceros por la declarante, y en consecuencia, es obligación honrar con fondos propios el pago de las mismas, incluyendo sus accesorios; liberando, desde ahora y para siempre a la PRIMERA PARTE (EL Estado) de toda obligación de pago vinculada a dichas notas promisorias”.

Y para no dejar dudas, se agrega un párrafo donde la Sun Land se obliga a entregar al Estado “una carta de crédito irrevocable por la suma de US$41,052, 630.00 como garantía de cumplimiento de las obligaciones de pago que pudieran originarse a cargo de LA PRIMERA PARTE”, que es el Estado. Si la deuda fuera de la empresa y no del Estado, esa carta de crédito sobraría.

Es sorprendente que en la undécima y última cláusula se establece que el dominicano Daniel Mejía, domiciliado en Estados Unidos, por sí y en su calidad de presidente de R.O. International Trading Corporation “declara libre y voluntariamente que se obliga, por él y la compañía representada, de manera solidaria y con renuncia al beneficio de exclusión a pagar conjuntamente con The Sun Land Corporation R.D. la suma de cuarenta y un millones cincuenta y dos mil seiscientos treinta dólares norteamericanos por los conceptos especificados en el ordinal noveno de este acto”.

Ni Mejía ni su corporación habían aparecido en el contrato original o en sus modificaciones anteriores, aunque es creencia generalizada que es el propietario principal de la Sun Land

Algo sin precedente

 Este contrato no tiene precedente en la historia dominicana, no sólo por haber involucrado un endeudamiento externo al margen del Congreso Nacional, sino también por haber implicado que una empresa privada usufructuara durante 19 meses, sin contar los que faltan para saldar los pagarés, un financiamiento bajo responsabilidad del Estado Dominicano por 130 millones de dólares.

 El dinero debió haber sido recibido por el deudor y depositado en el Banco Central tras pagar una comisión por la gestión de la Sun Land, pero eso hubiese roto el secreto de la operación establecido en la cláusula 25.7 del contrato original que prohibía a la empresa divulgarlo.

 Aún con el control del Congreso por parte del partido de gobierno (desde agosto del 2006) hubiese sido difícil la aprobación de ese contrato, que establecía una comisión del 13.8 por ciento. La inversión en las cinco obras para la Universidad Estatal sería de 111 millones 986 mil dólares, según consta en el adéndum del 25 de Octubre.

 El texto del acuerdo de “rescisión”, lo mismo que el de los pagarés, no deja duda que el Estado Dominicano asumió esa deuda y que la Sun Land no puso un centavo, que fue una simple intermediaria que quedó con el dinero fruto de la venta de los pagarés, y que no lo invirtió en lo programado, sin que nadie le reclamara hasta que el PRD hizo estallar el escándalo.

Es preciso recordar que la fotocopia del pagaré 3-19 firmado por Félix Bautista, como secretario de Estado y en representación del Estado Dominicano, y por nadie más, dice que “Las obligaciones del Prestatario, bajo este pagaré, son obligaciones por las cuales se compromete la completa credibilidad y crédito del Gobierno de la República Dominicana”.Añade que “su pago no depende de la terminación de ningún contrato o acuerdo”. El firmante “certifica que tiene total autoridad legal para firmar este Pagaré” y que el mismo “es pagadero en la secretaría de Finanzas, Departamento de Deuda Pública, Santo Domingo, República Dominicana”.

También cabe recordar que este no es el primer contrato escandaloso firmado por el actual gobierno con la Sun Land. Hubo otro para vender pagarés por 200 millones de dólares que fue posteriormente anulado, lo mismo que el de 132 millones de dólares para suministrar equipos a la Policía Nacional que fue dejado sin efecto hace 15 meses por las enormes sobre valuaciones de precios que contenía.

Si grave fueron los términos y el manejo del contrato ahora “rescindido”, peor ha sido el desprecio por la opinión pública y las agresivas explicaciones cuando ya no se pudo guardar más silencio. Queda pendiente ver si la Suprema Corte de Justicia no sancionará la clandestina contratación y si todo quedará en la impunidad, sin ni siquiera una amonestación a los responsables.-

Esencia del acuerdo

Aunque el gobierno ha negado sistemáticamente que la venta de los pagarés implica un endeudamiento, diversas cláusulas del acuerdo de “rescisión” establecen su responsabilidad.  En la cláusula cuarta el Estado asume el pago de los pagarés números 6, 9, 10, 11 y 12, vencidos entre junio y diciembre del 2007, a cambio de 31 millones 984 mil 846 dólares que Sun Land “declara” haber entregado a contratistas de las obras, sin el menor detalle. Pero esa suma es menor en 2.2 millones de dólares que la suma de los 5 pagarés, que es de 34.2 millones de dólares, sin sumarle los intereses originales y por los atrasos.

En la quinta cláusula Sun Land declara haber saldado los pagarés 3, 4, 5, 7 y 8, por un monto de 35 millones 97 mil 261 dólares, aquí sí incluyendo los intereses. En la octava dice que “en momento alguno transfirió, endosó o contrajo obligaciones” con los pagarés 1, 2 y 3-A, por lo que los entrega libre de cartas al Estado. Obsérvese que el 3 figura entre los que dice haber saldado.

La cláusula 6 es confusa. En ella la empresa declara haber entregado al Estado las notas promisorias (pagarés) números 4A,   5A, 6A, 7A, 8A, 9A, 10A, 11A y 12A, emitidas por el Estado en sustitución de las de los mismos números, pero sin letra A, que son las que se pagarán con los 31.9 millones de dólares que le reconoce el Estado y las que Sun Land dice haber saldado, excepto que se saltan la 3.

¿Y los cuartos dónde están?

Por Juan Bolívar Díaz

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El contrato suscrito por la Oficina de Ingenieros Supervisores de Obras del Estado (OISOE) con la Sunland Corporation es un instrumento contradictorio y oscuro que puso en manos de una empresa sin mayor aval 130 millones de dólares para obras que no se han ejecutado 17 meses después.

 Independientemente de que el endeudamiento externo no fuera sometido a consideración del Congreso Nacional, está el agravante de que el Estado dominicano haya dejado en manos privadas tan alta suma de dinero, sin concurso público ni presupuesto para las obras que se buscaba financiar.

 También resulta inexplicable que las once obras originalmente contratadas fueran reducidas a cinco, siete meses después, sin ninguna explicación ni presupuesto, mediante un anexo también suscrito por el ingeniero Félix Bautista, secretario de Estado y director de la OISOE.

APARECIÓ EL CONTRATO

 Esta semana, a un mes de la denuncia del Partido Revolucionario Dominicano, se conoció por fin el contrato, gracias a una instancia elevada ante el director de la OISOE por el periodista Luis Eduardo Lora, ya un experto en apelar a la ley sobre libre acceso a la información pública.

 El documento consta de 64 páginas, escritas a renglón seguido, y entra en minuciosidades, pero sin embargo es extremadamente vago en las cuestiones fundamentales, como ejemplo, no señala las obras específicas que la empresa habría de construir, lo que posteriormente se incluiría en un anexo sin valor legal.

Aunque en dos de los artículos del contrato se indica que las obras serían realizadas en un plazo de 12 meses, con multas e indemnizaciones por retrasos, sólo algunas han sido iniciadas 17 meses después, sin que se sepa cuál es su estatus legal.

El artículo 15, sección 1, establece que “El contratista deberá terminar la totalidad de las obras, incluido, sin limitación, el suministro, construcción, demoliciones, obras civiles, montaje, pruebas y Puesta en Marcha, y el Proyecto deberá estar en condiciones de recibir la Recepción Provisional Total de las Obras, a plena satisfacción de El Jefe de Proyecto, (la OISOE) a más tardar en doce meses a partir de la firma del presente Contrato”.

En la carta que dirigiera la gerente general de The Sunland Corporation RD, Heredia Lombert, al secretario de Hacienda el 12 de abril del 2007, 11 meses después de firmado el acuerdo, se afirma que “Este contrato no se ha ejecutado”, alegando que “por lo tanto el Estado dominicano no ha contraído ningún compromiso financiero sobre el mismo”, aunque varios documentos indican lo contrario.

La misiva respondía a “su solicitud de aclaración a la copia de aviso de cobro de HSBC Panamá”, entidad bancaria que reclamó a la secretaría de Hacienda el pago del tercero de los 19 pagarés firmados por el ingeniero Bautista en virtud del Poder 106-06 del 12 de mayo del 2006 del presidente Leonel Fernández.

Intermediación financiera

Aunque a lo largo del contrato se supone que la Sunland sería la responsable de las obras por valor de 130 millones de dólares, la misma carece de credenciales como empresa constructora ni como financiera, tratándose más bien de una intermediaria en la venta de los pagarés.

En la sección 4 del artículo 4 del contrato se establece que el contratista debe obtener el 100 por ciento del costo del proyecto y en consecuencia “está autorizado y apoderado mediante el presente acto para negociar, a nombre de LA PRIMERA PARTE (el gobierno dominicano) con cualquier entidad financiera los términos de cualquier garantía y/o Crédito”.

El párrafo 4.5.1 indica que los pagarés serán garantizados “con toda la solvencia moral y crediticia del Gobierno de la República Dominicana” Esa responsabilidad del Estado en la venta de los 19 pagarés   queda más clara en la “Carta-acuerdo” firmada por Bautista y la gerente de la Sunland el 27 de junio del 2006, 42 días después del contrato, donde se consigna que las obligaciones derivadas serían registradas en el Departamento de Crédito Público de la Secretaría de Finanzas, el cual “emitirá una autorización al Departamento de Tesorería para el repago de las notas (pagarés) en la fecha de vencimiento”.

 El punto 8 de la Carta-acuerdo indica que “Las obligaciones de pago bajo el Acuerdo y las Notas (pagarés) tendrán la mayor prioridad frente a todas las obligaciones internacionales del Estado Dominicano”.

 El texto mismo de los pagarés vendidos a la financiera Cox & Co., subsidiaria del banco HSBC, no deja duda del compromiso del Estado dominicano con el financiamiento. Dice que son “obligaciones por las cuales se compromete la completa credibilidad y crédito del Gobierno de la República Dominicana”.

 Es obvio que la Sunland ha sido apenas un agente de negociación de los pagarés por lo cual recibiría el 8.26 por ciento de los 130 millones de dólares, es decir 10.7 millones de dólares, según la sección 3 del artículo 4 del contrato, que precisa 1 por ciento por honorarios “de manejo administrativo y financiero”, 1 por ciento por “Honorarios Legales y de arreglos” y 6.26 por ciento por “Administración de Proyectos, Seguros de Riesgos y costos administrativos”.

Reducen las obras de 11 a 5

 Llama la atención que el contrato no especifica las obras a ser construidas con el financiamiento Pero un Anexo 1, sin fecha, ni logo, ni firma, ni iniciales, ni sello de ninguna de las partes contiene la “Lista de Proyectos a ser Construidos”, que son 11: Edificio Tecnológico, Torre Administrativa, Comedor Universitario y Edificio de Parqueos de la UASD, así como Instituto Técnico Comunitario, Hospital Oncológico, edificios de Medio Ambiente y del Indotel, y la remodelación del Archivo General de la Nación, del Palacio de Bellas Artes y de la Biblioteca Nacional.

 Pero lo más sorprendente es el “Anexo 1 Enmendado”, éste sí con fecha (5 de diciembre del 2006) y con las firmas y sellos de las partes, que sin ninguna explicación reduce la lista de proyectos a ser construidos a cinco, los cuatro de la UASD y el Hospital Oncológico. Pero mantiene que su costo “no excederá la suma de US$130,000,000″.

 Este anexo es más extraño por cuanto indica que “El Presupuesto de estas Obras será suministrado por la Oficina de Ingenieros Supervisores de Obras del Estado en los primeros 30 días después de la firma del contrato”. Esto el 5 de diciembre del 2006,   casi 7 meses después que el contrato fuera firmado. Y todavía se prometían los costos, cronograma de ejecución y nombre de los contratistas y suplidores de cada proyecto.

 Dos formas de pago

 La suerte de la Sunland es tan grande que el contrato establece dos formas de pago, excluyentes entre sí. En la sección 1 del artículo 4 se indica que el Jefe del Proyecto (la OISOE) “deberá anticiparle a EL CONTRATISTA el treinta por ciento sobre el valor total de las obras”, presentando “fianza de fiel cumplimiento del contrato por un monto equivalente al 10 por ciento del Precio del Contrato”. Eso equivaldría a 39 millones de dólares, mil 287 millones de pesos, a 33 por dólar. El párrafo 4.2 dice que el importe restante del contrato se pagará mediante cubicaciones mensuales de las obras.

 Pero el 4.5.1 indica que La porción del precio total del contrato, incluyendo, pero no limitado a, todos los honorarios auxiliares elegibles y costos financieros, relativos al crédito del Contratista, serán pagados por el Estado “mediante pagarés garantizados con toda la solvencia moral y crediticia del Gobierno”. La cuestión se hace más confusa en el siguiente punto 4.5.2, que se refiere al repago de los 19 pagarés de 6 millones 845 mil 105 dólares cada uno, en igual número de meses consecutivos. Y hasta se establece un recargo del 2.16 por ciento que debería pagar el gobierno por cualquier retraso en hacer efectivo los pagarés.

 Es inconcebible tanta confusión sobre la forma de pago de 130 millones de dólares, que al parecer están en manos de la Sunland Corporation, puesto que la gerente Lombert dijo en su carta al secretario de Hacienda del 12 de abril pasado, que “el desembolso realizado por este banco (el HSBC) fue a nuestra empresa, por lo que el Estado Dominicano no ha contraído ningún compromiso financiero con ese banco y los pagos de las cuotas han sido realizados por nuestra empresa”.

 En los documentos no aparece la tasa de interés a que fueron vendidos los pagarés, que al igual que las comisiones de la Sunlad tendrían que ser pagadas por el Estado con encarecimiento de las obras. Más inexplicable que no las ejecutara la misma OISOE si tendría que avanzar un 30 por ciento del costo total.

Al constituirse en una deuda externa asumida por el Estado, el contrato debió ser aprobado por el Congreso Nacional. Y todavía más porque exonera todos los impuestos personales y sobre la renta a que esté sujeto el contratista, los subcontratistas y su personal,

 Todo parece indicar que la Sunland vendió los pagarés y recibió el dinero, y que   los está pagando. Pero como las obras no se han ejecutado 7 meses después de vencido el plazo, esa dichosa empresa privada ha usufructuado durante casi año y medio un dinero que debió ingresar al Banco Central. Los mismos pagarés dicen que fue contratado por el gobierno dominicano.

Una explicación de por qué no se han recibido los 130 millones de dólares es que se trató de un crédito clandestino, al margen del Congreso y burlando los topes de créditos que había impuesto el acuerdo con el Fondo Monetario Internacional.

  El escándalo es un reto a un gobierno que se ubica en la postmodernidad.-

Recurrente denuncia de abusos estatales

Por Juan Bolívar Díaz

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La apelación del Partido Revolucionario Dominicano (PRD) a la Organización de Estados Americanos (OEA) para que vele por la limpieza democrática de la próxima elección presidencial es una muestra de la precariedad institucional y la debilidad del arbitraje nacional.

Al mismo tiempo se ratifica que la política nacional es recurrentemente circular, ya que para los comicios del 2004 correspondió al Partido de la Liberación Dominicana (PLD) acudir ante el mismo organismo en términos todavía más dramáticos, pues advertía que era mejor enviar observadores que tropas para restablecer el orden.

El documento entregado esta semana a la representación de la OEA está bastante fundamentado, aunque los denunciantes de ahora cargan la responsabilidad de haber restaurado constitucionalmente el reeleccionismo que en la historia nacional es sinónimo de abuso del poder.

Recurrencia a la OEA

Cuando el PRD acudió esta semana ante la misión de la OEA en Santo Domingo denunciando abusos gubernamentales en la promoción de la reelección del presidente Leonel Fernández, recibió una andanada de críticas, especialmente del sector político gobernante que lo descalifica para quejarse ante el organismo internacional. No faltaron quienes le recriminaran el no haber agotado los mecanismos institucionales dominicanos.

Como la memoria de los políticos suele ser corta, es posible que tanto perredeístas como peledeistas no recordaran que en el 2004 se produjo una apelación similar, sólo que entonces los primeros eran quienes intentaban la reelección con claros indicios de abusos del poder y los que hoy gobiernan y hacen lo mismo estaban en la oposición.

Correspondió al doctor Leonel Fernández, entonces candidato presidencial del PLD, acudir ante la OEA en Washington al finalizar febrero del 2004 para reclamar su mediación en el proceso electoral, fundado en los temores de que el mismo resultara viciado por el desbordamiento del poder en el esfuerzo reeleccionista.

Un cable de la Agencia Francesa de Prensa informó que el doctor Fernández solicitó a la OEA, al Centro Carter y a la Fundación Internacional para Sistemas Electorales (IFES) que enviaran misiones de observación a los comicios presidenciales de ese año para evitar un fraude electoral que podría provocar una crisis similar a la de Haití.

En términos dramáticos, el candidato del PLD advirtió que “el costo de los observadores electorales sería menor que el de enviar luego soldados estadounidenses para restaurar el orden en República Dominicana como ha ocurrido en Haití”.

Aquella petición fue justificada por la generalidad de la opinión pública ante la desconfianza e incertidumbres que despertaba el afán continuista del entonces presidente Hipólito Mejía, que incluía abusos de recursos y políticas estatales en circunstancias muy adversas a causa de la crisis financiera originada en los fraudes bancarios del 2003. La OEA envió una amplia misión a observar las elecciones presidenciales de mayo del 2004.

Invierten los papeles

El presidente Mejía había abusado de recursos estatales hasta en su mismo partido comprando legisladores y voluntades políticas primero para una reforma constitucional que contradecía el principio perredeista de no reelección, y luego para imponerse como candidato. Se olvidaron los vicios que ha comportado históricamente el reeleccionismo, denunciados entonces por el PLD.

Ahora los papeles aparecen invertidos y el denunciante es el PRD que redescubre la recurrencia a utilizar los recursos y a subordinar las políticas del Estado al interés continuista. Y se han escuchado voces oficialistas que descalifican a los objetores “porque ellos lo hicieron también”, lo que implica un reconocimiento de culpabilidad.

El documento entregado esta semana a la OEA denuncia que el presidente Fernández ha recurrido a esquemas carentes de transparencia para incorporar al gobierno a un considerable número de dirigentes y militantes de partidos de oposición para fortalecerse proyecto reeleccionista. Lo acusa de violar la ley de austeridad 497 06 con la creación de más de 40 cargos administrativos.

También denuncia abuso de recursos del Estado en publicidad gubernamental, para promocionar la reelección, con un gasto de mil millones de pesos entre junio del 2006 y junio del 2007. Contiene anexos de publicidad gubernamental con las consignas y la foto de campaña del presidente y su partido.

La denuncia incluye el uso de la sede presidencial y de las inauguraciones de obras para promover el continuismo y de programas sociales estatales para “contrarrestar las actividades proselitistas de los candidatos de la oposición.

Lo que los perredeistas solicitan a la OEA es “mantener una posición de vigilancia sobre el acontecer político dominicano a los fines de que los comicios electorales del 16 de mayo del 2008 sean limpios, diáfanos y transparentes, reflejando la libérrima voluntad popular del pueblo dominicano”.

La petición se fundamenta en la Carta Democrática Interamericana, suscrita en el 2001, que incluye como fundamentos del estado de derecho la transparencia electoral, el fortalecimiento de los partidos, y el libre ejercicio del sufragio y que autoriza al Secretario General o al Consejo permanente de la OEA a intervenir “cuando en un Estado Miembro se produzcan situaciones que puedan afectar el desarrollo del proceso político institucional democrático o el legítimo ejercicio del poder”.

Denuncia fundamentada

A ningún buen observador debe caberle duda de que el gobierno está utilizando el poder del Estado para promover sus posibilidades de imponerse en los comicios del próximo año. Lo hizo en la lucha interna en el PLD para escoger candidato presidencial, como lo denunció sistemáticamente el precandidato Danilo Medina, mediante propaganda pagada por el Estado, con designaciones y cancelaciones de funcionarios, El uso del Palacio Nacional para actividades partidistas como las de los “Comunicadores con Leonel” y el aprovechamiento de los actos de inauguraciones para promoción electoral han quedado también a la vista de todos.

El hecho de que haya sido tradición el uso del poder estatal en las campañas electorales, como hicieron los reformistas y perredeístas en el pasado, no resta validez a las denuncias. Tampoco invalida las aspiraciones de un ejercicio democrático más transparente y justo.

Aparte de la promoción del transfuguismo mediante la oferta de cargos públicos, esta vez ha quedado demasiado patente en el reparto de “cuotas de poder” en el gobierno para ganar apoyo de partidos y militantes políticos, incluyendo la creación de decenas de posiciones pagadas con los recursos nacionales.

Las pruebas están a la vista de todos con una abrumadora propaganda gubernamental, de promoción personal del primer mandatario que hace 4 meses es candidato presidencial. Su fotografía y consignas electorales en la propaganda oficial rebasan los límites de lo permitido en las democracias contemporáneas, aunque aquí puedan parecer normales.

Los volúmenes de la propaganda política del gobierno superan con mucho las prácticas del pasado, mucho más significativo cuando aún faltan más de 8 meses para la elección presidencial. Y podría ser peor más adelante, ya que los voceros del PLD dicen que todavía no han comenzado su campaña electoral.

En un artículo publicado en el periódico digital 7 Días, el economista Nelson Suárez documenta, con base en los datos oficiales, la multiplicación de la inversión gubernamental en propaganda. De 70.6 millones promedio mensual entre septiembre y diciembre del 2004, ascendió a 120.6 millones por mes en el 2005 y a 160.7 millones cada mes en el 2006, para elevarse en promedio mensual a 182.7 millones en el primer semestre del año en curso. Totaliza 4 mil 753.3 millones de pesos gastados en publicidad gubernamental en lo que va de esta administración, centrada en lo que hace el presidente, no en campañas educativas ni de orientación que brillan por su ausencia.

La primera instancia

No deja de resultar irónico que el PRD denuncie prácticas en las que incurrió cuando gobernó, sobre todo después de haber restaurado el reeleccionismo que tanto ha conspirado contra el fortalecimiento de las instituciones democráticas. Se le puede criticar también que no haya agotado la primera instancia de apelación para contener los desbordamientos que denuncia, que debería ser la Junta Central Electoral.

Sin embargo, y pese a que en el actual arbitraje electoral se expresan más preocupaciones por la equidad en la competencia política, pocos esperan que en realidad pongan límites, siquiera mediante advertencias formales, a los abusos del poder estatal.

Es cierto que la ley otorga pocos recursos coercitivos a la JCE, pero el artículo 47 de la Ley Electoral “prohíbe a los partidos políticos, a sus dirigentes, militantes o relacionados recibir exoneraciones, donaciones o regalos de parte de cualesquiera de los poderes del Estado, o de los ayuntamientos, directamente o bajo cualquier mecanismo jurídico, así como beneficiarse directa o indirectamente de los recursos y medios que pertenezcan al Estado para realizar sus actividades proselitistas, o sostenerse, salvo la contribución electoral señalada en la presente ley”.

Se extiende la insatisfacción

Por Juan Bolívar Díaz

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La encuesta Gallup-HOY muestra una extendida insatisfacción con el gobierno, que se pretende conjurar con una mayor politización y parcelación de la administración.

La encuesta Gallup para HOY muestra que la insatisfacción de la población con la actual gestión gubernamental se extiende de los aspectos económicos a los políticos y confirma la generalizada percepción de que elrégimen del presidente Leonel Fernández está sometido a un intenso desgaste.

En relación a la anterior encuesta, realizada en abril, resalta la caída de las preferencias electorales por el doctor Fernández y su Partido de la Liberación Dominicana (PLD) y el avance del Partido Revolucionario Dominicano (PRD) y su candidato, Ingeniero Miguel Vargas Maldonado, aunque el mandatario mantiene mejor valoración.

Mientras, la pretendida renovación del gobierno con una masiva designación de  funcionarios obtiene más reprobación que apoyo, al estar determinada por la repartición de parcelas gubernamentales en una costosa acción de corte electoral, que viola la ley de austeridad y atenta contra la institucionalidad partidista.

Pendiente resbaladiza

La encuesta Gallup-HOY publicada esta semana ha venido a confirmar la percepción, bastante generalizada entre analistas y observadores políticos, de que el  gobierno del presidente Leonel Fernández ha caído en los últimos meses en una pendiente resbaladiza.

La insatisfacción económica que ya demostró en grandes proporciones la encuesta de abril, ha quedado ratificada en la realizada entre el 9 y el 13 de agosto en curso, pero lo novedoso es que la insatisfacción económica se ha extendido a la política con notable reducción de las preferencias por el doctor Fernández y su partido.

Ya al analizar los resultados de la investigación Gallup de abril llamaba la atención que los altos promedios de insatisfacción con la marcha de la economía -pese al sostenido crecimiento económico- no se hubiesen traducido en mayor pérdida del apoyo político del primer mandatario y su partido.

El promedio de los que consideran positiva la gestión gubernamental peledeista cayó del 43 por ciento en abril a 31 por ciento en agosto, mientras los que la consideraban negativa ascendió del 33 al 42 por ciento.

Las preferencias por el doctor Fernández en abril ascendían al 46 por ciento, cayendo cuatro puntos al 42 por ciento en agosto, pero al mismo tiempo las de Vargas Maldonado ascendieron 7 puntos, del 28 al 35 por ciento. La diferencia entre ambos se redujo en 11 puntos, estableciéndose en cuatro meses en sólo 7 puntos.

 Por partidos políticos la diferencia entre los dos mayoritarios, que eran 25 puntos, 47.9 a 22.8, cayó a 14 puntos, para establecerse en 43.9 a 29.8 por ciento. El triunfo peledeista en primera vuelta se aleja considerablemente. El Partido Reformista Social Cristiano registra un pequeño incremento del 12 al 12.9 por ciento y su candidato presidencial, Amable Aristy Castro cosecha un 14 por ciento de las preferencias.

 Con todo aún el presidente Fernández aparece en esta última encuesta como favorito para una segunda vuelta, donde obtendría 47 por ciento frente a un Vargas Maldonado que registra un 39 por ciento. Es notable, sin embargo, que en la tasa de rechazo los dos primeros contendientes registran una tasa de rechazo casi igual, Fernández con un 31.9 y Vargas con 33.6 por ciento.

 Fernández supera ampliamente a los dos principales candidatos de oposición en valoración. Los encuestados por Gallup lo señalan como más honesto, serio y responsable, más inteligente, más trabajador y organizado, más dispuestos a los cambios, de más liderazgo, entre otros indicadores.

Indicadores económicos

 A pesar de que el mayor mérito que se le reconoce a la gestión del PLD es la recuperación de la estabilidad macroeconómica con crecimiento sobre el 10 por ciento el año pasado, la insatisfacción es alta,, aunque explicable por los niveles de exclusión y concentración del ingreso nacional.

 También tendría que ver con la crítica generalizada a la escala de prioridades del actual gobierno. Baste indicar que la construcción del metro capitalino sólo alcanza el 0.4 por ciento en la encuesta Gallup-HOY en una escala de prioridades que incluye 15 renglones. Salud y Educación encabezan con tasas del 60 y 59 por ciento.

 Los que creen que las cosas van por buen camino suman 24 por ciento, y los que creen que van por mal camino 55 por ciento. El porcentaje de los que encuentran bien o muy bien la situación actual de la economía se redujo en 1 punto, respecto a abril, pasando del 11 al 10 por ciento, y los que la ven mal o muy mal del 71 al 68 por ciento.

Es notable que los que ven la situación económica peor que al inicio del gobierno alcanzan el 47 por ciento, mientras los que la ven mejor sólo registran el 35 por ciento, lo que quiere decir que aún una parte de los que prefieren a Fernández y el PLD no están satisfechos con los resultados económicos.

La percepción de corrupción en la actual gestión, también ha aumentado, 14 puntos, del 36 en abril al 50 por ciento en agosto. El 51 por ciento la cree igual o peor que en el gobierno perredeista de Hipólito Mejía. El 47 por ciento la percibe menor.

La carga impositiva

 Entre los factores que estarían promoviendo la insatisfacción se cuenta el desproporcionado aumento de la carga fiscal y el gasto. Los ingresos tributarios que en el 2003, último año completo de la anterior gestión,  sumaron  82 mil millones de pesos,  alcanzarían 250 mil millones de pesos este año, aumento superior al 200 por ciento, fruto de las 3 reformas tributarias, ejecutadas en los primeros 2 años y 4 meses del régimen.

Mientras tanto el gasto se ha elevado en los últimos 4 años en un 131 por ciento, aunque la inflación acumulada en el período es tan sólo de 59 por ciento, según una tabla elaborada por el economista Carlos Despradel con cifras oficiales.

El aumento de las recaudaciones ha sido tan violento que en junio ya el gobierno envió al Congreso un proyecto para reducir las tasas impositivas a la renta, licores y tabaco, elevadas en diciembre. Y este jueves el presidente Fernández anunció una nueva rectificación para eliminar el fuerte incremento a las placas de los vehículos, mientras se

informaba que la Dirección de Aduanas recaudará lo mismo que el año pasado, aunque al final del primer cuatrimestre entró en  vigencia el tratado de libre comercio con Estados Unidos que se suponía llamado a reducir las tarifas aduanales.

Otro factor señalado entre los que han aumentado la insatisfacción es la sensación de burla a las promesas de reducción del gasto corriente, que comenzaron en el discurso inaugural del presidente Fernández. Se incluye el incumplimiento de la ley de austeridad promulgada en diciembre junto a la última reforma tributaria.

El gobierno impuso una nueva carga impositiva que se suponía recaudaría 17 mil 500 millones de pesos y una suma similar sería ahorrada en gastos corrientes. A la mitad del año ya se registraba un excedente fiscal de 14 mil millones de pesos, mientras el gasto corriente se incrementaba en 11 mil 508 millones de pesos, para un 14 por ciento, según documentó esta semana la Asociación Nacional de Jóvenes Empresarios.

¿Renovación del gobierno?

La eliminación del incremento de los impuestos a las placas de los vehículos no se esperaba y se le supone fruto de las encuestas. Además de la Gallup, se publicó otra de la firma CID Latinoamérica y una del Centro Económico del Cibao limitada a Santiago,   ambas con resultados más desfavorables para el gobierno.

Lo que sí se esperaba era una renovación del aparato gubernamental, cuya ejecución ha generado mayores críticas que aprobación, al ser caracterizada como  puramente electoral, cosmética en cuanto a sus limitados alcances, aunque abultada por el número de nuevos cargos públicos que implica, y poco ética por haber “comprado” el apoyo de dirigentes de grupos políticos minoritarios y hasta del PRD y PRSC..

Los cambios sólo afectaban hasta ayer a tres secretarías de Estado, Obras Públicas, Industria y Comercio y Medio Ambiente, con funcionarios provenientes de otros cargos gubernamentales. También implican nuevos jefes de la Policía y la Marina de Guerra, así como los directores del sector aguas, Instituto de Recursos Hidráulicos, Instituto de Aguas Potables y la Corporación del Acueducto de Santo Domingo.

Lo demás fueron 12 directores de organismos de segundo y tercer nivel, 2 administradores y 11 subdirectores. También se decretaban 3 nuevos secretarios sin carteras, otros 12 subsecretarios, 4 asesores presidenciales y dos embajadores adscritos.

Con estos movimientos el presidente Fernández siguió rescatando las prácticas del ex presidente Balaguer cuando buscaba reelegirse, por la cantidad de designaciones, en alta proporción para beneficiar  personas provenientes de otros partidos. Entre los nombrados resaltan los máximos dirigentes de cinco partidos: Quisqueyano Demócrata, Renacentista Nacional, Demócrata Popular, Unidad Nacional y Popular Cristiano. Los tres primeros estaban hasta hace poco considerando una “cuarta vía” electoral en torno a Eduardo Estrella. Un quinto, el Partido Humanista también fue convocado al gobierno, pero no compareció según declaró su presidente Eléxido Paula.

Los nombramientos también alcanzaron a dirigentes medios del PRD y el PRSC, así como del Partido Nacional de Veteranos y Civiles. Incluyendo los seis ya antes aliados al PLD,  el presidente podría estar constituyendo el más amplio frente electoral de la historia nacional, con una docena de 20 partidos con derecho a postular. .

Ese amplio frente se financia con “cuotas de poder” que en muchos casos implica no solo el costo de los líderes, sino también de decenas y cientos de seguidores, mientras se mantienen distancias con el importante sector peledeísta que encabeza Danilo Medina.-

Desafío a la precaria institucionalidad

Por Juan Bolívar Díaz

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La progresiva conversión de las inauguraciones de obras públicas en manifestaciones reeleccionistas y la proliferación de propaganda gubernamental de promoción del candidato oficialista están ratificando la necesidad de reglamentar las campañas electorales.

Sin embargo la lentitud con que el Pleno de la Junta Central Electoral (JCE) conoce la primera de dos propuestas de reglamentación hace temer que se empantane con las objeciones de los partidos y no   puedan ser puestas en vigencia antes de los comicios presidenciales del año próximo.

Aunque los principios democráticos, la Constitución y la Ley Electoral fundamentan las reglamentaciones elaboradas por la Cámara Administrativa de la JCE, toma cuerpo el criterio de que las mismas quedan muy grandes al presidencialismo y a la precariedad institucional dominicana.

Indicadora lentitud

Las dificultades con que ha tropezado el proyecto de “Reglamento de Campaña Electoral, Actos de Propaganda y Uso de Medios de Comunicación” para pasar la primera prueba del consenso entre los 9 jueces electorales, es un claro indicador de sus precarias perspectivas.

El documento tiene ya más de dos meses en manos de los jueces electorales y aunque esta semana se ha avanzado en la aprobación de una parte de su articulado, se teme que se está haciendo tarde para discutirlo con los partidos políticos, las instituciones sociales y los medios de comunicación, como se ha prometido desde el principio.

En una sesión el martes se avanzó aprobando 27 de los 79 artículos y se convocó de nuevo el Pleno para ayer viernes, conscientes de que en las próximas dos semanas ese organismo no podrá sesionar porque varios de los jueces viajarán a México y Paraguay para participar en sendos eventos internacionales.

Lo que el Pleno discute es el proyecto a ser consultado con los delegados de los partidos políticos, en virtud de lo establecido en el artículo 27 de la Ley Electoral, que se viene observando desde la junta que encabezó el doctor César Estrella Sahdalá, tras el último trauma electoral en 1994. Después tendría que ponderar las opiniones y abocarse a una aprobación definitiva.

No han faltado quienes observen que la lentitud con que los jueces conocen el proyecto contrasta con el avance de la propaganda y las actividades propias de la campaña electoral que según la ley debería iniciarse 90 días antes de los comicios.

Objeciones adelantadas

Antes de que el proyecto fuera conocido ya el presidente Leonel Fernández había advertido su criterio de que las limitaciones al proselitismo electoral violarían principios constitucionales como libertad de expresión, de reunión, circulación y de proselitismo, lo que habría ratificado hace dos semanas al reunirse con los jueces electorales.

El mismo criterio fue sustentado por el delegado político del partido de gobierno y Consultor Jurídico del Poder Ejecutivo, César Pina Toribio, al participar en uno de los dos seminarios efectuados por la JCE para discutir las experiencias de reglamentación de las campañas en otros países.

Desde el principio se ha temido que la objeción oficialista decrete la muerte de los proyectos. Además de que el candidato presidencial del Partido Revolucionario Dominicano, Miguel Vargas Maldonado, y otros dirigentes del mismo, así como el juez electoral Eddy Olivares han advertido que no favorecerán la reglamentación si no impide que el presidente candidato utilice los actos y recursos estatales para promoverse.

Frente a esos requerimientos el presidente de la JCE, Julio César Castaños Guzmán, quien en discursos y entrevistas ha favorecido la legislación, reaccionó diciendo que el organismo no puede paralizar las   ejecutorias gubernamentales. “Un gobierno tiene que gobernar y nosotros aquí bajo ningún concepto estamos para cortarle las alas a un gobierno gobernando”.

Esta semana el juez  José Angel Aquino, uno de los propulsores de las reglamentaciones, expresó temores de que los intereses partidistas están boicoteando la aprobación del reglamento de las campañas electorales. El otro proyecto de “Reglamento sobre Sistema Contable y Rendición de Cuentas de los Partidos Políticos” no ha sido tramitado al pleno de la JCE ni ha trascendido textualmente, aunque sus líneas generales fueron expuestas por Aquino en el segundo de los seminarios celebrados a fin de junio.

Puntos conflictivos

La esencia del reglamento en discusión es restringir a 90 días la  promoción de candidaturas, mediante manifestaciones masivas y publicidad en los espacios públicos y los medios de comunicación social. No afecta los derechos de libre expresión ni de reunión o movimiento de los candidatos y dirigentes políticos.

Persigue evitar que la campaña electoral atente contra los derechos ciudadanos, el medio ambiente y el orden público. También pretende preservar los principios democráticos de   igualdad entre los competidores, garantizar el acceso a los medios de publicidad, evitar la propaganda ofensiva y negativa e impedir que esta se realice a costa del medio ambiente y las normas municipales.

Contiene numerosos artículos que contravienen vicios del primitivismo político, como el uso de los recursos y actividades estatales en campañas proselitistas. El 55 prohibe la promoción de candidaturas en los actos públicos de entidades estatales.

El artículo 56 indica que durante la campaña electoral la publicidad de los actos de gobierno, nacional o municipal, “no podrá contener elementos que promuevan directa o indirectamente la motivación del sufragio a favor de cualquiera de los candidatos”. Prohibe la inauguración de obras públicas y el inicio de programas de apoyo sociales en los 30 días anteriores a los comicios.

Además de prohibir la propaganda en las edificaciones estatales, el artículo 57 establece que en los anuncios financiados por los diversos organismos del Estado no se podrá incluir las fotos ni los lemas de campaña de los candidatos y partidos.

Las prácticas que tienden a evitar esos tres artículos son ya cotidianas por parte de los promotores de la reelección del presidente Leonel Fernández, razón fundamental para oponerse a la reglamentación. Mientras los opositores plantean que esas prácticas deben quedar prohibidas en todo tiempo o desde que se proclaman candidatos, no sólo en el período de los tres meses de campaña electoral.

El proyecto contiene otros planteamientos que han sido objetados y que no son esenciales, como la prohibición de promocionar la abstención electoral y  la publicación de encuestas desde 10 días antes de los comicios.

Piedra de contradicción

La principal contradicción que ha afectado la aprobación del reglamento en el Pleno de la JCE es la diferencia de criterios en torno a las facultades de la Cámara Administrativa del organismo. Al magistrado John Guiliani, de la Cámara Contenciosa, se le atribuyó en informaciones periodísticas haber criticado las “grandes compras” dispuestas por los miembros de la Administrativa sin conocimiento del Pleno y “engavetar las propuestas de nombramiento de personal que hacen los demás jueces”.

Pero  la Ley Electoral separa las funciones administrativas de las contenciosas. Las compras son administrativas, igual que la organización de los procesos electorales y gestión de los diversos órganos de dirección y operación de la JCE. La primera facultad que otorga la Ley Electoral a la   Cámara Administrativa es “Recomendar al Pleno, para su designación, todos los funcionarios y empleados de la JCE y sus dependencias y fijarles sus remuneraciones”.

Una amplia propuesta de modificación al proyecto de reglamento, cuya formulación se atribuyó públicamente a iniciativas de varios miembros del Pleno, pero suscrito sólo por la doctora Aura Celeste Fernández, contiene numerosas sugerencias, varias de ellas enriquecedoras del documento, como las que recogen objeciones a las expresiones a favor del abstencionismo, y reduce la veda de la publicación de encuestas a las 48 horas antes de los comicios cuando termina la campaña.

La doctora Fernández también propone la prohibición de personalizar las obras de   cualquier dependencia del Estado y extiende a los tres meses de la campaña electoral la veda de actos oficiales de inauguración, no la puesta en servicio de obras.

Pero la propuesta plantea la sustitución del Departamento de Partidos Políticos,   por “una unidad administrativa dependiente del Pleno de la JCE” que denomina Dirección de Partidos Políticos y Campaña Electoral, a la cual atribuye facultades que según la Ley corresponden a la Cámara Administrativa, incluyendo la aplicación del reglamento. Se fundamenta en la facultad de reglamentación del Pleno, pero esta no puede estar por encima de la ley.

Esa modificación chocaría también con el principio de la separación de las funciones administrativas de las contenciosas que se instituyó en la última reforma de la Ley Electoral en el 2002, puesto que los jueces de la contenciosa son integrantes   del Pleno y vendrían a ser “juez y parte” cuando tengan que decidir sobre conflictos. Equivaldría a atribuir facultades al Pleno que la ley atribuye exclusivamente a la Cámara Contenciosa, y que ni siquiera tienen que ser ratificadas por aquel.

Lo procedente, acorde con la ley,  sería que el Pleno dicte el reglamento, la Cámara Administrativa gestione su cumplimiento y se deje a la Contenciosa los recursos de impugnación. Todo un desafío a la precaria institucionalidad nacional.-

Estabilidad económica con desgaste político

Por Juan Bolívar Díaz

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Al agotar tres cuartas partes del periodo, la estabilidad macroeconómica  es el galardón  del Gobierno, pero luce sin rumbo y en creciente descrédito político y social

Al cumplirse la próxima semana el tercer año del gobierno del presidente Leonel Fernández y su Partido de la Liberación Dominicana (PLD) la estabilidad macroeconómica sigue siendo su gran galardón, aunque el notable crecimiento económico no logra impactar sobre las mayorías.

En términos políticos y sociales analistas definen la gestión como frustratoria, por las carencias de prioridades, gasto desmesurado y continuidad de la corrupción y de prácticas políticas que contradicen el discurso de modernidad del primer mandatario.

El desgaste en que aparece últimamente el gobierno es tan preocupante que hasta relevantes figuras del mismo expresan expectativas de cambios significativos para el último año que relancen la gestión y renueven las perspectivas de lograr la reelección dentro de 9 meses, posible por la debilidad de la oposición y sus ofertas electorales.

El mayor galardón

En la opinión pública nacional hay consenso en que el mayor galardón del gobierno ha sido la recuperación y mantenimiento de la estabilidad macroeconómica que colapsó en la última mitad de la gestión anterior, sacudida por la crisis derivada de las quiebras bancarias por monto superior al presupuesto del año 2003 en que se produjeron.

La asunción a la presidencia del doctor Leonel Fernández logró restaurar la confianza y seguridad perdidas no solo por la crisis económica sino también por las circunstancias que rodearon la repostulación del presidente Hipólito Mejía generadora de incertidumbres, y ya en su primer año registró un crecimiento económico que en el 2006 superó el 10 por ciento del producto bruto interno.

La buena imagen internacional del presidente y el crecimiento económico mundial generaron un incremento de la inversión atraída por la estabilidad y altas tasas de intereses que han paliado el pesado fardo de la factura petrolera. Nadie creía que el país pudiera crecer significativamente con el petróleo sobre 60 y 70 dólares el barril.

Las reservas internacionales líquidas, agotadas en agosto del 2004, se han elevado a junio pasado a 1,464 millones de dólares, mientras la inflación descendía del 28.7 por ciento en 2004, a 7.4 el año siguiente y apenas 5 por ciento en el 2006. Eso a pesar de que el déficit de la cuenta corriente se elevó a 786 mil millones de dólares en el 2006, proyectándose para unos 1,300 millones en el año en curso, debido a las importaciones, aunque suben las exportaciones, básicamente por los elevados precios del ferroníquel.

Sin embargo, la convicción general es que el crecimiento económico no ha mejorado significativamente el nivel de vida de la población, reducido por la crisis financiera y debido a la concentración del ingreso, y los economistas relativizan los términos del éxito económico por el endeudamiento interno y externo.

El déficit del Banco Central pasó de 89 mil millones a 200 mil millones de pesos por las emisiones de certificados y bonos en que se ha fundamentado la revaloración del peso y el restablecimiento del equilibrio macroeconómico. Esto se refleja negativamente sobre los exportadores nacionales y de zonas francas y especialmente sobre la cuarta parte de las familias dominicanas que reciben las remesas que se aproximan a los 3 mil millones de dólares anuales. Los precios han crecido poco, pero los pesos por dólar se redujeron de 42 al 32 promedio de los tres años, afectando a los más pobres.

Más impuestos y gastos

Uno de los factores que han incidido en la declinación de la aceptación del gobierno diagnosticado por encuestas y analistas independientes es la triple reforma tributaria ejecutada por el gobierno en sus primeros 28 meses, sufridas especialmente por las clases medias, que triplicaron el presupuesto nacional de 89 mil millones de pesos en el 2003 a 267 mil para este año, incluyendo el adicional de 11 mil millones de pesos recién enviado al Congreso por cuenta del excedente en las recaudaciones.

Las críticas han sido sistemáticas al incremento del gasto corriente y la falta de prioridades en las inversiones, comenzando por la del metro que se construye en Santo Domingo a contrapelo de la opinión pública. El exgobernador del Banco Central Carlos Despradel estima el incremento del gasto en 131 por ciento a partir del 2004, con una inflación de 59 por ciento, lo que implica un aumento real del 72 por ciento.

Con el agravante de que el gobierno peledeista ha fallado en sus repetidos compromisos de reducir el gasto corriente. En el discurso inaugural se prometió reducirlo en 20 por ciento. En diciembre pasado se promulgó una ley de austeridad que planteaba disminuir el gasto en 17 mil millones de pesos este año, pero a mayo ya se había elevado en más de 14 mil millones, ( 18.7 por ciento) en relación al mismo período del  2006. El  gasto corriente había crecido en 12.5 por  ciento.

Una parte del gasto se ha ido en subsidios al gas propano y a la cara e ineficiente  energía eléctrica que aunque ha mejorado relativamente, sigue pesando sobre la ineficiencia competitiva de los sectores productivos, en todos los servicios y en la calidad de vida.

Es relevante el aumento en el gasto publicitario del gobierno, sobre el 50 por ciento en el primer semestre de este año, la misma proporción que se prometió reducir en el 2007, así como la multiplicación de la alta burocracia con salarios que llegan a cientos de miles de pesos, generalizado en instituciones estatales como la Cámara de Cuentas, Junta Central Electoral, Congreso Nacional, Banco Central y Junta Monetaria, Banco Nacional de la Vivienda y otras, aún en este año de “austeridad legal”.

Mientras tanto el excedente de los ingresos tributarios presupuestados para este año podría alcanzar cerca de 30 mil millones de pesos, no ha alcanzado para cumplir el mandato legal de destinar a educación el 4 por ciento del producto bruto, que aunque   repunta en el 2007, quedará alrededor del 2.4 por ciento.

Fuerte desgaste

En un encuentro de analistas económicos, sociales y políticos reunidos recientemente por un organismo gubernamental hubo consenso en que se registra   un gran desencanto, que el gobierno sufre un fuerte desgaste, con un presidente consciente del mal de la partidocracia, pero que la reproduce en aras de seguir en el poder, con un discurso modernizante que se contradice sistemáticamente.

Se reproducen las prácticas políticas de la premodernidad nacional por un neobalaguerismo continuista que lo legitima todo en aras de la rentabilidad política inmediata, viable por las debilidades institucionales de la nación, la crisis del partidismo, las precarias ofertas de la oposición y la inconsistencia de la sociedad civil.

Apenas transcurría la mitad del período, cuando se iniciaba la campaña reeleccionista que reprodujo el aprovechamiento del poder estatal aún en la lucha interna para la nominación del candidato presidencial del partido de gobierno, lo que permite temer un desbordamiento en la campaña para las elecciones de mayo próximo.

Las precariedades institucionales que invalidan los organismos de control, como el Congreso y a la Cámara de Cuentas, que anularon el Consejo Económico Social e Institucional y la Comisión Nacional de Etica creados al inicio del período, y la falta de voluntad política han permitido la persistencia de altos niveles de corrupción y escasa transparencia, generadores de frecuentes escándalos.

La imagen del presidente Fernández inaugurando obras con el viejo estilo trujillista- balaguerista, al ritmo de merengues reeleccionistas, desde un año antes de los comicios, no es compatible con su discurso de modernidad y le genera desgaste.

¿Habrá un auto-relevo?

La última encuesta Gallup para HOY  de abril pasado ya indicó una creciente insatisfacción con la gestión gubernamental y reducción de su respaldo político. Circulan versiones de encuestas privadas recientes que los ratifican en términos más fuertes.

Hasta en sectores del propio partido se percibe la creciente insatisfacción que quedó manifiesta en el paro de actividades del mes pasado. A eso se atribuye la reciente advertencia del director de Aduanas Miguel Cocco y los planteamientos públicos de renovación del gobierno formulados esta semana por el secretario general del PLD y presidente del Senado, Reinaldo Pared, y de otros tres senadores oficialistas.

De comentaristas y analistas también se escuchan reclamos de cambios en el gabinete gubernamental en ocasión del próximo 16 de agosto, cuando el gobierno entrará en su último año. Se recuerda la tradición balaguerista de frecuentes cambios de funcionarios para derivar las responsabilidades de la insatisfacción.

Como el presidente Fernández ha devenido en un cultor de las prácticas balagueristas y marcha al son del continuismo, es posible que realice algunos cambios, aunque es difícil que sean significativos, dado que el gobierno parece un archipiélago, con múltiples latifundios en pago de apoyo político.

En el período 1996-2000 los cambios fueron mínimos, y en el actual solo lleva tres. Sustituyó al secretario de las Fuerzas Armadas Sigfrido Pared por Ramón Aquino, al jefe de la Policía Nacional, Manuel de Jesús Pérez Sánchez, por Bernardo Santana Páez, y al secretario de Salud Pública, Sabino Báez, por Bautista Rojas Gómez.

El presidente Leonel Fernández  puede contar con la ausencia de liderazgos en la oposición y sus ofertas electorales, pero como en este país el día más claro llueve, no está demás que agudice la vista y el oído.

El barrilito carece de fundamento en la RD. No hay en Carta Magna algo que justifique los fondos

Por Juan Bolívar Díaz

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Por más vueltas que se le dé a la Constitución de la República no se encuentra un solo enunciado que legitime o fundamente la asignación mensual de 19 millones 160 mil pesos asignada a los senadores desde hace un año para “asistencia social”, lo que totaliza   229 millones 900 mil pesos al año.

El barrilito o cofrecito en promedio de 598 mil 750 pesos mensuales por senador es otra expresión del desorden institucional y el sistema de repartición del presupuesto nacional, que pronto será reivindicado por los diputados, síndicos, vicesíndicos y regidores, que también son funcionarios electos y tienen “obligaciones” con sus electores.

Para colmo y sin el menor rubor hay senadores que se consideran víctimas de la injusticia salarial y están exigiendo un aumento de sus ingresos personales   mensuales, de 265 mil pesos, cuando el 80 por ciento de los salarios nacionales, públicos y privados, se estiman por debajo de 10 mil pesos.

$230 millones anuales

Tras suspender las subvenciones presupuestales a las onegés que tenían la mayoría de los legisladores, el Senado electo el año pasado asignó a cada uno de sus miembros una partida   para “asistencia social”, en proporción a la población de cada provincia y el Distrito Nacional, lo que se ha llamado barrilito o cofrecito.

El senador que menos recibe es el de Pedernales, con 420 mil pesos mensuales. A los del Distrito Nacional, Santo Domingo, Santiago y San Cristóbal se le asignan 900 mil, según una relación entregada por el Senado. Aunque en una rendición de cuentas del representante de Santiago, Francisco Domínguez Brito, se indica que su límite de gastos es de 1 millón 59 mil pesos.

En el informe de Domínguez Brito, el único que lo ha hecho público, se consignan ingresos de ese fondo por 7 millones 815 mil 675 pesos, entre el 16 de agosto del 2006 y el 30 de abril pasado. Destinó 5 millones 887 mil a programas de ayudas a entidades educativas, deportivas, religiosas, comunitarias y donaciones personales. Otros 874 mil se fueron en gastos administrativos, teniendo en disponibilidad 963 mil 419 pesos.

Según la “reglamentación” adoptada esos fondos “son auditables” por la Cámara de Cuentas, la Contraloría General y los auditores internos del Senado, bajo el compromiso de rendir cuentas, cosa que todavía la mayoría no ha cumplido y nadie cree que lo harán, cuando una buena proporción no acata el mandato de la declaración jurada de bienes, establecido por ley. Tampoco nadie cree que algún organismo dará riguroso seguimiento a las inversiones de cada senador.

Según el informe del Senado la asignación total para asistencia social es de 19 millones 160 mil pesos mensuales, equivalentes a 229 millones 920 mil pesos por año.

Carece de fundamento

Tal como expresó el vicepresidente ejecutivo de la Fundación Institucionalidad y Justicia, doctor Servio Tulio Castaños, la asignación mensual a cada senador para  “Gestión Provincial, Asistencia Social e Institucional”, carece de fundamento, ya que no existe ninguna disposición constitucional que permita al Congreso Nacional asumir acciones que están dentro del ámbito de la función del Poder Ejecutivo.

En efecto, si se revisa la Constitución de la República por ningún lado se otorga facultad a los legisladores para utilizar recursos del presupuesto nacional en labores de asistencia social, reservada a los organismos del Poder Ejecutivo. Tampoco se ha establecido por una ley, que sería inconstitucional.

El artículo 37 de la Constitución es el que señala las atribuciones del Congreso en 23 acápites que se refieren a la elaboración de las leyes, aprobar o desaprobar informes de la Cámara de cuentas, y el estado de recaudación e inversión de las rentas públicas así como examinar anualmente todos los actos del Poder Ejecutivo. También interpelar a los secretarios de Estado y a los directores o administradores de los organismos autónomos.

El numeral 4 del artículo 55 otorga al Senado la facultad de aprobar las designaciones de los miembros del cuerpo diplomático. Y el 10 condiciona los contratos del Poder Ejecutivo a la aprobación del Congreso Nacional.

En pocas palabras, la gestión del Poder Legislativo es aprobar las leyes y los actos del ejecutivo y ser guardián de las facultades del Poder Ejecutivo, fundado en el   principio de la separación de funciones, que rige en el sistema democrático universal.

Clientelismo privilegiado

El cofrecito senatorial es una nueva expresión del clientelismo político, financiado ilegalmente con recursos del presupuesto nacional, aún cuando la mayor parte se dedicara a entidades sociales, como indica el informe de Domínguez Brito. Pero nada impide que financien activistas políticos y promociones personales.

De esa manera el fondo se constituye en un privilegio más para los senadores en ejercicio y un ventajismo sobre quienes les disputen una reelección. Es menos justificable si se toma en cuenta que ya los partidos reciben financiamiento estatal para su sostenimiento y campañas electorales, que incluyen sus candidaturas al Senado.

El argumento de que los senadores tienen compromisos que cumplir con sus electores llevaría necesariamente a asignar un barrilito también para cada diputado, síndico, vicesíndico o regidor, que también son electos como representantes de las comunidades. Se ignora si los diputados a quienes que les suprimieron financiamientos a onegés han reclamado su propio cofrecito.

Se sabe que la reglamentación del Senado ha incentivado a síndicos a establecer   programas clientelares de ayudas sociales. El síndico del nuevo municipio de Pedro Brand declaró en Teleantillas la semana pasada que otorga entre 500 y 7 mil pesos mensuales a 300 de sus electores, de un presupuesto de apenas 4 millones 500 mil.

Los dos distritos municipales de Pedro Brand, La Cuaba y La Guáyiga, con presupuesto de un millón 150 mil pesos al mes, pagan “sueldos de 2 mil pesos” a unas 300 personas, la mayoría “de tiempo parcial”, según el síndico.

Un millón 295 mil por mes.

Los senadores de la República están saliendo a un costo de por lo menos un millón 295 mil pesos mensuales promedio, equivalente a 41 millones 448 mil al mes y 538 millones 824 mil pesos al año, considerando solo sus ingresos personales y las asignaciones para “programas sociales” y dos oficinas con 24 empleados. Aparte otros 470 mil pesos mensuales para empleados en las oficinas de los bloques legislativos.

La oficina de la sede central tiene asignado un presupuesto mensual de 289 mil pesos para pago de 13 empleados, que incluyen un “asesor de imagen”, 2 asistentes, 2 secretarias, 2 choferes, y 4 encargados de seguridad. Para la oficina provincial se destina 142 mil 500 con 11 empleados, que incluyen 2 asistentes y un coordinador.

Las asignaciones no incluyen los gastos por seguridad social y otras prestaciones laborales ni lo que cuestan sus viajes al exterior, como tampoco el suministro de materiales y equipamiento de sus oficinas.

El sueldo básico de cada senador es de 125 mil pesos, a lo que se adicionan 50 mil por “gastos de representación”, 25 mil por “viáticos” y 25 mil por “política de hospedaje”, para un total de 200 mil pesos fijos.

Además se ha establecido una “dieta por sesión” de 3 mil 500 pesos y “dieta por comisión” de 2,400 pesos para los miembros, que va subiendo hasta 3,400 pesos para secretarios, vicepresidentes y presidentes de las comisiones. Si se estiman 8 sesiones al mes, se adicionan 28 mil pesos. Y 5 reuniones de comisiones al mes dan otros 12 mil pesos. El total de ingresos personales promedia 265 mil pesos mensuales.

Los ingresos personales de los senadores equivalen a 66 salarios mínimos del gobierno y a más de 36 salarios mínimos de las grandes empresas, pese a lo cual varios legisladores propugnan por un incremento salarial, considerando que son los “peor pagados” de esta zona del continente”. En un comunicado publicado este jueves, representantes de tres centrales sindicales sostienen que según los registros de la Tesorería de la Seguridad Social el 80 por ciento de los trabajadores dominicanos ganan hasta 10 mil pesos mensuales.

Aunque los ingresos de los senadores son más del doble de los del Presidente de la República, se pueden considerar menores que los que reciben otros funcionarios  como el gobernador del Banco Central, superintendentes de bancos y electricidad, varios secretarios de Estado, jueces electorales y de la Cámara de Cuentas y titulares de instituciones autónomas. El gerente del Banco Nacional de la Vivienda se acaba de asignar 500 mil pesos mensuales, según publicó el semanario Clave del jueves 2.

Eso revela el desorden salarial prevaleciente en el sector público donde hay secretarios de Estado que ganan 60 mil pesos mensuales y otros que por diversos conceptos reciben cientos de miles de pesos.

Lo peor es que no hay organismo de control, ya los poderes e instituciones estatales conforman una red de reparto del presupuesto nacional y se protegen entre si, mientras a la población pensante apenas le queda la frustración especialmente al comprobar cómo se multiplican los tributos a golpe de una reforma tributaria por año.-

$13 mil millones adeudan de pensiones

Por Juan Bolívar Díaz

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Más de diez mil empresas e instituciones privadas y cientos de entidades estatales descentralizadas mantienen atrasos por más de 13 mil millones de pesos, incluyendo recargos, con la Tesorería de la Seguridad Social por concepto de las cuotas del régimen contributivo de los planes de pensiones y riesgos laborales, a 4 años de su vigencia.

Entre los deudores estatales se cuentan el Banco Agrícola, la Lotería Nacional, el Instituto Agrario, el Instituto de Aguas Potables y decenas de ayuntamientos, y entre las privadas hay medios de comunicación, universidades, clubes sociales, y hasta la Conferencia del Episcopado Dominicano, además de industrias y comercios.

La introducción al Congreso Nacional de un proyecto de ley para dar facilidades de pago sobre los atrasos acumulados   revela considerables dificultades en el cumplimiento de la ley 87-01 que hace 6 años instituyó el Sistema Dominicano de Seguridad Social.

No sólo el seguro de salud

Mientras persisten las dificultades para implementar el básico régimen contributivo del Seguro Familiar de Salud, cuya entrada en vigencia acumula 11 aplazamientos, saltan a la vista alarmantes retenciones de las cuotas para los planes de pensiones y riesgos laborales de los empleados dependientes de instituciones públicas y privadas.

La situación revela las graves dificultades de la sociedad dominicana para cumplir las leyes, aún de las que como la de seguridad social han sido fruto de muchos años de negociaciones y consensos.

Esta semana saltaron a luz pública dos proyectos de leyes para poner remiendos al sistema de seguridad social.

Uno de ellos está encaminado a dar facilidades de pago a las entidades que registran atrasos en las cuotas de pensiones y riesgos laborales y el otro para reducir durante un año en 1 por ciento el aporte del 8 por ciento de los salarios   que hacen los empleadores a los planes a este régimen para destinarlos a cubrir el déficit con que nacería el sistema familiar de salud.

Las administradoras de riesgos de salud aducen que la decisión de permitir la asistencia médica sin la puerta de entrada de los centros de atención primaria supone una elevación de los costos que determinaría un déficit en el financiamiento del plan básico de salud.

La solución que se propone para superar escollos al inicio del régimen contributivo del sistema familiar de salud es a costa de una reducción, equivalente al 12 y medio por ciento, de los fondos llamados a acumularse para las pensiones de los asalariados.

El sistema de salud debe comenzar el 1 de septiembre próximo, tras el último aplazamiento anunciado en mayo pasado, que fue el undécimo desde la entrada en vigencia de la ley de Seguridad Social promulgada en mayo del 2001, pero aún persisten diferencias sobre las tarifas profesionales.

Proyecto de facilidades para los atrasados

El proyecto de ley para dar facilidades de pago a los atrasados en las cuotas de pensiones y riesgos laborales fue elaborado por la Tesorería de la Seguridad Social,  también como forma de auspiciar la entrada en vigencia del seguro de salud, ya que según la ley se emitirá una sola factura por los dos sistemas, lo que implica que los retrasos acumulados en el primero arrastrarían al segundo. En tal caso serían decenas de miles los empleados que no podrían recibir las atenciones de salud.

Lo que el proyecto busca facilitar no es el pago de la cuota básica, sino de los recargos del 5 por ciento mensual sobre los atrasos y los intereses, que representan más de la mitad de la deuda de 13 mil 79 millones de pesos acumulada hasta julio en curso. Los recargos totalizan 6 mil 786 millones 875 mil pesos y los intereses 551 millones 215 mil pesos.

Los restantes 5 mil 741 millones 221 mil pesos corresponden al importe original de las cuotas dejadas de pagar.

El artículo 1 del proyecto de ley establece que los empleadores podrán saldar el total de sus deudas pagando el monto principal derivado de las cuotas que les corresponden para el Seguro de Vejez, Discapacidad y Sobrevivencia y del Seguro de Riesgos Laborales, además de una compensación equivalente al porcentaje de rentabilidad mensual   promedio que hayan pagado las Administradoras de Fondos de Pensiones a las cuentas de capitalización de los asegurados.

Quienes se acojan a la facilidad deberán cubrir los atrasos en un plazo no mayor de la mitad de los meses pendientes de pago, concertando acuerdos con la Tesorería de la Seguridad Social. A quienes incumplan se le reaplicarán los recargos e intereses que les hayan sido eliminados.

Desde luego tendrán que pagar las nuevas facturas a ser duplicadas con la entrada en vigor del seguro de salud. También podrán acogerse a la gracia aquellos empleadores que hayan evadido su registro en la Tesorería, es decir los que nunca han pagado.

El proyecto marca un mal precedente, pero no carece de realismo, estimando que será muy difícil cubrir las cuotas dobles para los empleadores que no hayan querido o podido pagar sólo las de pensiones y riesgos laborales.

La deuda por sectores

De los 13 mil 79 millones de pesos acumulados por cuotas, recargos e intereses, la mayor proporción corresponde al sector privado, con 5 mil 21 millones de pesos, el gobierno central debe 4 mil 419 millones y el sector público descentralizado 3 mil 638 millones de pesos.

Una alta proporción de la deuda del gobierno central corresponde a cuotas de la secretaría de Educación en virtud de un conflicto ya que existe una contradicción legal con la ley de seguridad social al crearse el Instituto de Bienestar de los Maestros, donde han ido a parar 4 mil 212 millones de pesos que reclama la Tesorería de la Seguridad Social.

Restando esa cifra la deuda del gobierno central sería de sólo 212 millones de pesos. Los mayores deudores de este sector son la oficina Supervisora de Obras del Estado con 58 millones de pesos, Aeronáutica Civil 28.2 millones, y la Autoridad Metropolitana del Transporte 18.1 millones de pesos.

Del sector descentralizado los mayores deudores son: el instituto de Aguas Potables y Alcantarillados 519.9 millones de pesos; Instituto Agrario Dominicano 413.8 millones; Corporación del Acueducto y Alcantarillado de Santo Domingo 349.9 millones; Lotería Nacional 190.l millones.

También el Instituto de Estabilización de Precios 175 millones; Instituto de Recursos Hidráulicos 157.8 millones; Programa de Medicamentos Esenciales 133.9 millones; y el Instituto Postal Dominicano 120.2 millones de pesos.

Entre más de 50 ayuntamientos deudores resaltan el del Distrito Nacional con 150.7 millones de pesos, y el de Santo Domingo Este con 96 millones de pesos.

Los deudores privados

Del sector privado hay 1,400 entidades que adeudan entre 36 y 48 meses del seguro de pensiones, para un total de 1, 044.6 millones de pesos. Otras 7,600 deben entre 12 y 35 meses, totalizando 1,725.1 millones de pesos. 90 deben más de 49 facturas para un total de 812.3 millones de pesos.

Llama la atención que el mayor deudor privado es un canal televisivo, Telemicro con 62.5 millones de pesos y 49 cuotas atrasadas.

Otros dos, Telecentro y Canal 27 también adeudan 49 cuotas con sumas de 43.8 y 23.4 millones de pesos, lo que implica que han pagado muy poco, ya que las cotizaciones de pensiones se iniciaron en junio del 2003.

Por montos acumulados los otros mayores deudores son: Gerserv RD, C por A 60.4 millones; La Gran Vía 42 millones; PMG LLC,DR 39.8 millones; Empire Atlantic / CO. 37.5 millones; DOS Sportwear 37.3 millones; Hormigones Moya 32.4 millones; y Fundación Educativa Oriental 31.5 millones.

Entre las empresas que adeudan a la Tesorería de la Seguridad Social se cuentan decenas del sector zonas francas, numerosas empresas radiofónicas, impresoras, hoteleras, universidades   y de otros ramos.

Llama la atención que la Conferencia del Episcopado Dominicano aparece con 43 cuotas atrasadas para un monto de 9.2 millones de pesos. También el Club Arroyo Hondo con 24 cuotas y adeudando 3.5 millones; y el Club Paraíso, con 48 cuotas y una deuda de 2.6 millones. La Universidad Nacional Pedro Henríquez Ureña no paga desde marzo del 2004 y acumula una deuda de 75.7 millones de pesos

Hay otras instituciones relevantes que ni siquiera se han reportado a la Tesorería, ignorando la ley de Seguridad Social, sin haberse constituido en Aseguradoras de Fondos de Pensiones, bajo el alegato de que tienen sus propios programas de retiro.

Tal es el caso del Congreso Nacional, la Suprema Corte de Justicia y la Junta Central Electoral. El Banco Central y el Banco de Reservas, que también tienen sus propios planes de retiro, sí se constituyeron en Aseguradoras de Fondos de Pensiones.

Las estadísticas disponibles indican que sólo 861 mil empleados están registrados en la Tesorería de la Seguridad Social, lo que representaría poco más de la mitad del estimado de un millón 600 mil que deben ser empleados formales de los sectores público y privado.

Se cree que gran parte de los no asegurados son de micro, medianas y pequeñas empresas.  No se logró establecer cuántos están siendo perjudicados por los atrasos.-