Es arriesgado proclamar milagros económicos

Por Juan Bolívar Díaz

El gobierno del presidente Leonel Fernández debe ser suficientemente cauto como para no vender la ilusión de que está haciendo milagros en la recuperación económica, ya que falta mucho para que se pueda decir que los desequilibrios están bajo control definitivo y algunos rebotes podrían resultarle catastróficos.

Aunque resulta indiscutible que el gobierno del Partido de la Liberación Dominicana (PLD) ha despertado confianza y esperanzas que incentivan la recuperación, una parte de la misma comenzó a verificarse en los finales del régimen que le precedió, pero son muy pocos los que están dispuestos a reconocerlo.

Tampoco conviene al gobierno insistir en restar importancia fundamental a las quiebras bancarias en el origen de la crisis económica, cuando los organismos internacionales persisten en darlo por cierto y el déficit cuasifiscal por más de 100 mil millones de pesos que generó sigue pendiendo sobre la espina dorsal de la nación.

RIESGOS DEL TRIUNFALISMO

Al pasar de sus primeros cien días de gobierno, el reconocimiento fue prácticamente unánime para el presidente Leonel Fernández. Hasta sus opositores tuvieron que reconocer como principal mérito el haber insuflado una buena dosis de confianza y esperanza en amplios segmentos de la población. Quedó evidente en los sondeos populares realizados por programas de radio y televisión.

Nada de sorprendente tiene, en ese marco, que el propio mandatario haya desbordado optimismo en su discurso a la nación del lunes 29 de noviembre, aunque fríamente analizado se descubre que tendió a sobreestimar sus realizaciones.

Entre sus seguidores en los medios de comunicación la sobreestimación es mayor, llegándose a vender la imagen de que se ha producido un milagro económico en cien días, cosa muy difícil dados los profundos desequilibrios que acusa la economía nacional desde antes que se iniciara el régimen peledeista.

Sin dejar de insuflar optimismo a la sociedad dominicana y aún reclamando méritos en la conducción gubernamental, el presidente Fernández tiene que ser bien cauto y no permitir la falsa expectativa de que todos los males se superaron tan pronto Hipólito Mejía abandonó el poder. Aunque es criterio generalizado que el fracaso del continuismo y la desaparición de la beligerancia cotidiana desde el Palacio Nacional han sido fuentes de disipación de incertidumbres y recuperación de confianza.

El riesgo de las simplificaciones en el tratamiento de la crisis económica es que cualquier rebote podría convertirse en catastrófico para la imagen del gobierno, y hay todavía demasiado factores incontrolados, algunos de los cuales tomarán años para ser revertidos. Es el caso del déficit cuasifiscal del Banco Central que al final de septiembre la misma institución cuantificó en 110 mil millones de pesos, con intereses mensuales de 2,500 millones de pesos.

La idea del milagro económico va en contra de la nueva reforma tributaria acordada con el Fondo Monetario Internacional, sobre la cual se ha proyectado un presupuesto de gastos de 206 mil millones de pesos para el próximo año, con un crecimiento sin precedente del 70 por ciento, en relación al del año que concluye. Aunque esa reforma está planteada para mediados del próximo año, ya sectores empresariales la han rechazado estimándola sobreabundante.

INDICADORES DE RECUPERACIÓN

En su discurso del lunes el presidente Fernández resaltó los avances en la revalorización del peso, en control de la inflación, reducción de las tasas de interés y expectativas de crecimiento de la economía, incluso para el año en curso.

Lo que más puede reivindicar es la apreciación del peso en un 30 por ciento durante sus primeros 100 días de gobierno, que pasó de 42.21 por dólar el 16 de agosto al 29.63 el 26 de noviembre. La tasa cambiaria que a principios de año sobrepasó los 55 por 1, había iniciado su declive desde que desapareció el temor continuista el 16 de mayo. Pero obviamente se acentuó desde el 16 de agosto hasta la fecha, arrastrando una reducción de precios, aunque no de la proporción correspondiente.

La reducción de precios y el reajuste del salario del 25 y 30 por ciento a contar de este mes para el sector privado, y del 30 por ciento en dos etapas a partir del primero de enero para el público, supondrán un alivio a la devaluación de los salarios de los últimos dos años, lo que alienta expectativas positivas a favor del gobierno.

El presidente resaltó el control de la inflación, señalando que terminará el año en 33 por ciento, 12 puntos menos que el estimado original del Fondo Monetario Internacional, pero olvidó señalar que esa reestimación se originó desde mediados de año, que la gran inflación (23 por ciento) fue en enero y febrero y que a partir de marzo cayó hasta por debajo del 1 por ciento. Por ejemplo en julio fue de 0.62 por ciento. Si termina en 33 habrá acumulado tan solo 10 puntos en los últimos diez meses. El 1.13 y 1.35 por ciento de septiembre y octubre, está en el promedio de los 5 meses anteriores.

Lo mismo se puede decir de la tasa de interés sobre los certificados financieros del Banco Central, que el presidente señaló con certeza que llegaron a alcanzar el 59.61 por ciento. Pero ya estaba en 40 por ciento al 2 de agosto, y en 36 por ciento desde el viernes 13 del mismo mes, es decir tres días antes de iniciarse el actual gobierno.

Igualmente la expectativa de crecimiento del producto interno bruto en 1.8 por ciento al término del año tampoco es fruto de tan sólo los últimos cien días. Ya a mediados del año el Banco Central dijo que en el 2004 habría un crecimiento del 0.5 por ciento.

¿RECUPERACIÓN O RECESIÓN?

En ámbitos empresariales se celebra la caída de la tasa cambiaria, reducción de la inflación y las tasas de interés, pero hay quienes cuestionan si son fruto de una real recuperación o de recesión económica. Industriales y comerciantes de quejan de la caída de sus ventas. Eso fue lo que determinó que a fines de octubre el empresariado aceptara un reajuste salarial más allá del mínimo y que el gobierno se lo propusiera a partir de enero. En principio se condicionaba a que se recuperara la economía.

El economista Luis Vargas es de los que está convencido de que más que una recuperación estamos recogiendo frutos de la recesión originada en la política monetaria, así como del aumento del endeudamiento por atrasos en el pago de la deuda externa. Considera que los bajones de la inflación y la tasa de cambio son fruto de la contracción de la emisión monetaria, la que según el discurso del presidente Fernández se redujo en 9 mil millones de pesos en los 100 días.

En un artículo publicado el 1 de diciembre en la sección económica de HOY, Vargas sostiene que del 16 de agosto al 25 de noviembre el endeudamiento interno del Banco Central se elevó en 23 mil 900 millones de pesos y que los atrasos en pagos de deuda externa sobrepasan los 500 millones de dólares, de los cuales anota 333 millones al gobierno de Mejía y más de 167 millones al de Fernández.

Concluye en que “el proceso deflacionario que atraviesa la economía nacional, expresado en baja del tipo cambiario y achicamiento del índice de precios al consumo, obedece a la gestión restrictiva de la base monetaria, gracias a la política de endeudamiento interior y exterior sin límites llevada a cabo por el gobierno central.”

Si Vargas tiene alguna razón, más recomendable es todavía que el gobierno sea cauto en cantar victoria, porque lo que venga después, se le inscribiría en su propia cartilla, aunque todavía siga siendo consecuencia de lo heredado.

EL ORIGEN DE LA CRISIS

En los altos niveles del gobierno todavía hay un discurso ambivalente sobre los orígenes y responsabilidades de la crisis económica que sufre el país. El presidente Fernández insistió en su discurso del jueves en la cena de gala Cámara Americana de comercio en centrarla en la política económica del gobierno pasado, reduciendo el peso de las quiebras bancarias.

Lo mismo hizo en el almuerzo que la semana anterior sostuvo con directores de medios de comunicación, después que su secretario técnico, Temístocles Montás, señaló cómo los ejecutivos del Fondo Monetario Internacional insistían en que el mayor peso corresponde a la quiebra de los tres bancos registrada en el 2003.

La introducción al borrador preliminar sometido al FMI por las actuales autoridades para el nuevo acuerdo aprobado en principio, comienza diciendo: “La República Dominicana todavía no ha salido de la crisis económica desatada por los problemas bancarios del 2003, la cual conllevó una alta inflación, una marcada depreciación del peso y una masiva fuga de capitales”. Sólo a continuación señala que desafortunadamente “la significativa asistencia pública para controlar la crisis bancaria no estuvo acompañada por el ajuste fiscal y las reformas institucionales requeridos para restaurar la confianza en la economía y el acceso a los mercados de capitales privados.”

Una presentación del Banco Central del 30 de noviembre dirigida a los tenedores de bonos del país atribuye la crisis económica principalmente al colapso de “un número importante de bancos” que obligó al gobierno a intervenir para evitar una crisis sistémica, a un costo fiscal muy alto.

La revista Clave Digital reseñó la presentación esta semana, indicando que también se cita como causal de la crisis el debilitamiento de las economías de Estados Unidos y Europa y el incremento del precio del petróleo. Como consecuencias señala una masiva fuga de capitales, presión sobre la tasa de cambio y elevada inflación.

Se podrá seguir discutiendo si el gobierno de Mejía debió emitir casi 100 mil millones de pesos para honrar los depósitos despilfarrados por los bancos colapsados, especialmente el Banínter. Pero superada hace tiempo la campaña electoral, ya es preciso admitir que de cualquier forma unas quiebras de esas magnitudes iban a afectar profundamente la economía nacional, se produjera o no una crisis sistémica. La política gubernamental agregó penalidades, pero el daño original ya estaba hecho. En los documentos del gobierno se ha comenzado a admitirlo, aunque el discurso sigue por otros rumbos.

Nueva política frente a la delincuencia

Por Juan Bolívar Díaz

Los recientes brotes delincuenciales que han alarmado a la sociedad dominicana reclaman una profilaxis y reestructuración de la Policía y mejoría de la justicia         

             Los recientes brotes de violencia de Navarrete y Azua, que han conmovido la sociedad dominicana, junto a muchos otros cotidianos, revelan un incremento substancial de la delincuencia que demanda atención racional, más allá de la primitiva reacción que exige simplemente “mano dura” como sinónimo de fusilamientos.

            Parece evidente que la política de exterminio de delincuentes puesta en práctica por la Policía Nacional (PN) especialmente en la última década, no ha dado resultados y en vez de reducirse la delincuencia, se registra un incremento que causa alarma en los más diversos estamentos sociales.

            El derrotero obliga a un replanteamiento de políticas que deberían comenzar por una profilaxis y reestructuración a fondo de la institución policial en aras de la eficiencia y para que logre la confianza y colaboración de la población, lo que implica inversión en nuevos equipamientos y mejoramiento de sus recursos humanos, de sus salarios y seguridad.

Niveles alarmantes

            Las últimas semanas han mostrado niveles alarmantes en el crecimiento de la delincuencia en todas sus manifestaciones, especialmente en la proliferación de bandas dedicadas al tráfico de drogas, asaltos y asesinatos.

            El múltiple asesinato de siete jóvenes en Navarrete, en una acción típica de las mafias del narcotráfico, y la muerte violenta de otros siete esta semana en la ciudad de Azua, incluyendo a un destacado periodista, han exacerbado los ánimos de la población.

            Así mismo, las violaciones de una adolescente de clase media alta y de dos niñas en presencia de su madre, tras ser secuestradas a la salida de un centro comercial, han producido espanto y acentuado la inseguridad.

            La proliferación de asaltos en otras comunidades como Santiago, Jarabacoa y Bonao, conforman un panorama tan preocupante que no han faltado quienes sugieran que se trata de una ofensiva encaminada a boicotear la gestión de un Jefe de la PN cuya designación fue acogida con satisfacción por sus condiciones profesionales y morales.

            Esa presunción se ha visto alentada por el hecho de que la oleada ha coincidido con la acción del propio general Manuel de Jesús Pérez Sánchez para poner fin a la práctica de altos oficiales de la propia policía que retenían más de un centenar de vehículos robados. Pero no se ha podido advertir un hilo vinculante entre los numerosos actos delictivos.

            La circunstancia de que los peores brotes se hayan producido en comunidades relativamente pequeñas como Navarrete, Azua y Jarabacoa, aumentan la sensación de que la delincuencia ya no es propia de las grandes urbes, sino que arropa toda la sociedad.

            La revisión de los periódicos de los últimos meses muestra un incremento sostenido del crimen en sus diversas manifestaciones, cuya magnitud es difícil de establecer por la escasez de estadísticas comparadas que no se ofrecen seguramente para que no quede en evidencia la crítica situación.

Las gradas piden sangre          

            Brotes de gran magnitud como los de las últimas dos semanas estimulan la petición de sangre desde las graderías, en un país tradicionalmente inclinado a avalar el fusilamiento de los delincuentes comunes a nombre de la seguridad colectiva, mientras se consagra la impunidad ante la corrupción generalizada en los estamentos políticos, empresariales, policiales y militares.

            Los mandos policiales no interpretan otra cosa que aplicar ejecuciones sumarias, cuando desde los ámbitos periodísticos y del liderazgo social y hasta religioso, se plantea la necesidad de “mano dura” frente a los delincuentes. Sobre todo cuando un nuevo jefe policial se plantea mecanismos más eficientes e institucionales frente al crimen.

            El general Pérez Sánchez, como su antecesor Jaime Marte Martínez, inició su gestión planteándose una observación de los derechos humanos. Parece que esta vez ha durado menos de los tres meses que aguantó al inicio del pasado gobierno, cuando los presuntos delincuentes muertos en “intercambios de disparos” con la Policía se redujeron de veinte a dos por mes.

            La política de exterminio de acusados y sospechosos de actos delictivos arroja más de un millar largo de muertos en la última década. En 1998 y 99 y en el 2003 sobrepasaron los 200 y similar proporción se estaría registrando en este año, lo que ha mantenido a la nación en los informes internacionales sobre violación de los derechos humanos. Pese a ello la actividad delictiva ha proseguido en incremento sistemático.

            En Azua el pasado domingo se produjo una reunión de organizaciones sociales con representantes de las autoridades policiales y judiciales, preocupados por el auge de la delincuencia y por las ejecuciones policiales en “intercambios de disparos”, que la semana anterior habían cobrado cuatro vidas.

            En la reunión se acordaron unos 5 pasos para procurar devolver la paz a la comunidad. Al igual que en Navarrete, allí se denuncia cierta connivencia entre agentes policiales y delincuentes. El lunes 13 fue trasladada la mayor parte de la dotación policial y al amanecer del martes mataron a 4 jóvenes a quienes se vinculaba a actividades ilícitas.

            El hermano de una de esas víctimas es sindicado como el que salió a buscar a los periodistas azuanos para cobrar venganza. Juan Andujar, víctima mortal de los delincuentes, como Jorge Luis Sención, gravemente herido, fueron de los promotores del encuentro dominical, en su condición no solo de comunicadores, sino también de activistas de la organización Habitat y de un comité por los Derechos Humanos, ambos eran contrarios a las ejecuciones policiales y procuraban crear un Comité de Seguridad Ciudadana que sería juramentado este fin de semana.

            Ese mismo día y al siguiente, la policía dio muerte a otros dos sindicados delincuentes. El Listín Diario del jueves informaba en su página 4 que “Tropas policiales acribillaron en la tarde de ayer a José Luis Tejeda Filpo (El Gringo), de quien se dice que conducía la motocicleta desde la cual se disparó al periodista Juan Andujar.”

Complicidad de policías

            Desde el lecho en que se recupera tras amputársele medio brazo, el periodista Sención expresó su creencia de que “la policía también tuvo la culpa”. Relató al Diario Libre del jueves que todo comenzó en julio cuando mataron a un vendedor de drogas llamado David (Deiby Pujols)porque supuestamente se negaba a pagarle peaje a un policía: “Un teniente al que llamaban Holguín le cobraba $3000, y le estaba planteando que eran $5000. Después le subieron a $8000. Entonces, por esta contradicción mataron a David”, quien a su juicio controlaba la banda y evitaba ciertos abusos. Murió de 14 balazos.

            El mismo jueves la PN informaba que Holguín, (Vitelio Ramírez Pérez en realidad) fue detenido y sería traducido a la justicia acusado del asesinato del empleado de Versión en Azua Otto Encarnación Fernández. Se le vincula, junto a un sargento, en varios de los recientes “intercambios de disparos” en que murieron presuntos delincuentes, incluyendo a Carlos Mancebo, baleado con su niño de un año en los brazos y rematado frente a su esposa.

            Hace tiempo que sacerdotes que ejercen en los barrios y dirigentes sociales, como el presidente del Comité Dominicano de Derechos Humanos Virgilio Almánzar, vienen denunciando la existencia de complicidades entre agentes del orden y delincuentes que les pagan a cambio de protección y tolerancia.

Hasta nivel de sargento los policías ganan menos del sueldo mínimo; un sargento mayor recibe $5,338 mensuales, un primer teniente $7,257 y un coronel recibe apenas $13,196, lo que los ubica en la franja de la pobreza, por debajo del costo de la canasta familiar, estimado en 14 mil pesos. La tentación de recurrir a actividades ilícitas para mejorar su condición de vida es permanente.

Urgente reestructuración

            Antes que apelar a la muerte de delincuentes en vano intento por combatir la criminalidad, lo primero que tiene que imponerse la sociedad dominicana es una reestructuración a fondo de la Policía.

            Esa tarea tiene que comenzar por irradiar de su seno a todos los agentes y oficiales vinculados a actividades delictivas. Y ahora mismo existe la oportunidad de iniciar esa profilaxis con los oficiales que se habían apropiado los 120 vehículos robados recién devueltos tras el requerimiento del general Pérez Sánchez.

            Si altos oficiales de la Policía andaban en automóviles robados, qué puede esperarse de las clases y oficiales bajos en contacto directo con la población y los delincuentes. Cuál es la ética de la función policial y cómo puede enfrentar con éxito la delincuencia.

            La profilaxis es urgente si se quiere devolver la confianza pública en la Policía y que esta pueda vincularse efectivamente con las comunidades y obtener su colaboración para el combate a la creciente y poderosa delincuencia, que maneja muchos recursos del narcotráfico y otras actividades ilícitas.

            Es igualmente necesario dotarla de los automóviles y helicópteros aptos para el patrullaje, en la cantidad necesaria y con los equipos de comunicación e informática correspondientes a la labor preventiva.

            La sociedad tiene también que pagar el costo del servicio policial, mejorando notablemente sus salarios, con vacaciones anuales, seguridad social y protección familiar para los que pueda caer en el combate a la delincuencia.

            Ahora mismo la PN procura reclutar otros 5 mil miembros. Pero con sus niveles salariales de ingreso a la carrera es cada vez más difícil que pueda atraer a jóvenes de capacidad intelectual y aspiraciones sociales inmunes a la corrupción.

            No hace falta ir a Nueva York para determinar lo que hay que hacer para mejorar la Policía Nacional. Está diagnosticado en numerosos cursos y seminarios internacionales en los que han participado oficiales dominicanos. Lo que falta es voluntad política y convencimiento de que no es matando como se va a contener la creciente criminalidad.

            Desde luego que la otra tarea es lograr una justicia funcional y operativa que procese y penalice todo género de actos delictivos, no sólo de los más pobres. Y por supuesto, las transformaciones sociales necesarias para combatir esas incubadoras de la delincuencia que son el desempleo y la pobreza.-

 

          

 

Un discurso promisorio que amerita concreción

  Por Juan Bolívar Díaz

El discurso inaugural del presidente Leonel Fernández ha sido bien acogido pero se espera que sea completado con una serie de normativas específicas                                            

            El presidente Leonel Fernández pasó con éxito su primera prueba con un discurso de juramentación que despertó esperanzas, al invocar las mejores energías de los diversos sectores sociales, aunque varias de las medidas anunciadas para hacer integral la reforma fiscal están pendientes de concretización.

            El nuevo gobierno agota su primera semana integrando su equipo ejecutivo, extraído de la militancia del Partido de la Liberación Dominicana (PLD) y los grupos políticos que le respaldaron en los comicios presidenciales el cual puede ser considerado una repetición del que rigió la nación en el período 1996-2000.

            Mientras tanto las primeras ejecutorias están encaminadas a dar un respiro a la ciudadanía con un mejoramiento de la oferta energética y la superación de la escasez de gas propano, las dos mayores expresiones del deterioro con que concluyó el gobierno del presidente Hipólito Mejía.

Buena acogida al discurso

            El discurso inaugural del presidente Fernández fue acogido como positivo y esperanzador por la generalidad de la ciudadanía y el liderazgo político y social, incluyendo a dirigentes de los partidos de oposición.

            La ausencia de agrias recriminaciones al gobierno saliente, sin que faltara un crudo balance de la crisis financiera heredada, y el tono grandilocuente del nuevo mandatario magnificaron la pieza oratoria de una hora ante la Asamblea Nacional y una decena de gobernantes de diversas naciones del continente.

            Aunque algunos analistas y dirigentes políticos estimaron que varias de las políticas formuladas por Fernández tendrán que ser concretadas mediante decretos y otras disposiciones administrativas, la generalidad coincidió en dar un voto de confianza al gobierno que se inicia.

            El balance fue positivo, estimándose que el discurso tiende a generar confianza en los diversos actores nacionales y en la representación de la comunidad internacional, lo que se expresó en la ratificación de la tendencia a la baja en la tasa cambiaria sostenida durante las últimas semanas. El jueves el dólar llegó a cotizarse a 40 pesos, dos y medio menos que al cierre del pasado período gubernamental.

            Es relevante que el descenso se mantuvo a pesar de que el precio del petróleo siguió su alocada carrera alcista, aproximándose a los 50 dólares el barril, y aún cuando se acudía al mercado cambiario para la compra del combustible llamado a reactivar la producción energética, que llegó a sus niveles más críticos en el período de transición del gobierno.

            El tono del discurso presidencial y la apelación al conjunto de los dominicanos y dominicanas para echar el país hacia delante y la propuesta de un “Gobierno de Unidad Nacional”, se correspondió con el informe presentado por el presidente Hipólito Mejía el jueves 12, en el cual se manifestó conciliador prometiendo colaboración con las nuevas autoridades en aras del interés nacional.

            Independientemente de las acciones judiciales que pudieran derivarse de las ejecutorias de las autoridades salientes, el presidente Fernández dejó abiertas las puertas a la concertación con los partidos de oposición, al advertir que no alberga ánimo alguno de venganza o de retaliación y que nadie será perseguido por razones de revancha política.

            Lo esencial del discurso se centró en la necesidad de concertar esfuerzos para superar la crisis económica que afecta al país para lo cual esbozó una serie de políticas.

Medidas complementarias

            En la opinión pública nacional se sintió el empeño de alentar al nuevo gobierno y de resaltar las políticas anunciadas, pero con la expectativa de que puedan ser concretizadas en breve plazo, mediante disposiciones administrativas.

            Eso rige en primer lugar para la constitución del “Gobierno de Unidad Nacional que integre en un Consejo Económico y Social a los representantes del sector empresarial, del sector laboral, de la sociedad civil y de las iglesias”.

            Lo mismo cuenta para la planteada reestructuración del gabinete social y la implementación de las políticas sociales. Pareció tímido el inicio con 25 mil familias del programa “Comer es Primero”, destinado a la población que vive en la extrema pobreza.

            Pero donde más se requiere una rápida definición que genere credibilidad es en el programa de austeridad enunciado por el presidente Fernández, llamado a complementar la reforma fiscal propuesta al Congreso Nacional.

            Llamó la atención que no hubo nada concreto frente al reclamo de reducción de la nómina pública, más allá de limitar los subsecretarios de estado a los contemplados en las leyes orgánicas de los ministerios.

            Los propósitos de limitar las compras estatales a lo imprescindible, y de limitar el gasto en pipetas, teléfono, viáticos y dietas y de eliminar los gastos superfluos, tienen que ser concretados en normas específicas si se les quiere convertir en realidad. Igual para evitar el endeudamiento de las instituciones estatales y para suprimir los desproporcionados ingresos de los cónsules.

            Diversos gobiernos, incluyendo a los dos pasados, han planteado políticas de austeridad como la enunciada en el discurso de Fernández, y en los mejores casos han tenido una aplicación muy efímera. Han sido más bien planteamientos destinados a calmar los reclamos de la opinión pública.

            La decisión más importante en orden a la austeridad y la reducción de la corrupción no fue ni siquiera prometida en el discurso presidencial del lunes 16: el establecimiento de una política firme de licitaciones y concursos públicos para las compras y contrataciones de obras del Estado.

            Con esa sola política, que puede adoptarse hasta por decreto, el gobierno se ahorraría mucho más dinero que con todas las medidas de austeridad anunciadas. Además de que operaría como mecanismo de contención de una de las más graves formas de corrupción de la administración nacional.

            Hasta altos funcionarios del nuevo gobierno entienden que en los próximos días el presidente Fernández tendría que concretar en decretos y resoluciones administrativas la política de austeridad, o no pasará de un recurso oratorio para despertar falsas expectativas.

Un equipo repetido  

            El presidente Fernández vuelve al poder con el mismo equipo que lo acompañó en su gestión anterior. En el gabinete la única novedad es la presencia del ingeniero Carlos Morales Troncoso en la secretaría de Relaciones Exteriores. Los demás repiten, muchos de ellos en los mismos cargos. Igual ocurre en las direcciones generales y otros organismos estatales.

            Para no dejar fuera a ninguno de los anteriores, el exsecretario de Obras Públicas Diandino Peña quedó designado en un cargo inorgánico, como Gerente General de un proyectado Metro de Santo Domingo, con rango de secretario de Estado.

            No quedaron fuera ni siquiera los procesados por el Programa de Empleo Mínimo (PEME), con un grueso y pesado expediente de mil 400 millones de pesos, que en casi cuatro años apenas ha pasado de la fase de instrucción, encabezados por Luis Incháusti, designado recetario sin cartera honorífico. Otro, Simón Lizardo, vuelve al cargo de Contralor General.

            Ha llamado la atención la ausencia del exvicepresidente Jaime David Fernández y de sus seguidores. Apenas uno, Haivanjoe Ng Cortiñas, fue designado en un cargo secundario, el de Superintendente de Valores.

            En cambio los reformistas tienen dos representantes en el gabinete, Morales Troncoso y Amílcar Romero, este como secretario de Agricultura, además de Arístide Fernández Zucco, presidente de la Refinería de Petróleo.

            De los partidos aliados resalta la designación de Max Puig, como secretario de Medio Ambiente y de Onofre Rojas para administrar los Fondos Europeos de Desarrollo, ambos de la Alianza por la Democracia. José Francisco Peña Guaba, cabeza del Bloque Institucional Socialdemócrata, fue encargado del Instituto Nacional de Estabilización de Precios. De la Fuerza Nacional Progresista no se había designado a nadie hasta la noche del jueves.

            Entre los nombramientos más ponderados figura el del licenciado Francisco Domínguez Brito como Procurador General, el vicealmirante Sigfrido Pared Pérez como secretario de las Fuerzas Armadas, y el general Manuel de Jesús Pérez Sánchez en la jefatura de la Policía Nacional.

Parches de emergencia

            Desde el primer día de gestión, el gobierno ha tenido que concentrar esfuerzo para poner parches de emergencia en dos de los problemas más acuciantes dejados por la administración precedente: la crisis energética y el suministro de gas propano.

            Con un préstamo de 65 millones de dólares para combustible alentaron a los generadores de electricidad a encender sus plantas, lo que de inmediato se tradujo en una reducción considerable de los apagones. También se incentivó a importadores privados de gas propano a aumentar el suministro, esperándose que en pocos días pueda ser superado el desabastecimiento.

            Lo del préstamo para energía eléctrica es un verdadero parche sobre uno de los problemas más complejos de la nación, que el propio presidente Fernández dijo que pierde entre 20 y 25 millones de dólares cada mes. Eso significa que el paliativo podría tener efecto para apenas unos tres meses, cuando habrá que buscar más recursos, porque se descarta que el enorme enredo energético pueda ser resuelto en corto plazo.

            Pero la mitigación de esos dos problemas ha sido una sabia decisión gubernamental llamada a alentar confianza y mejorar el estado de ánimo de la población que tendrá que ser mejor preparada para que asimile el paquete impositivo en manos del Congreso Nacional, el cual despierta polémicas por carecer de los menores elementos compensatorios de la inflación y recesión de que es contentivo.

            El balance de la primera semana podría sintetizarse en discreta esperanza en la nueva gestión gubernamental.-

 

Los grandes retos del nuevo gobierno

Por Juan Bolívar Díaz

El discurso de juramentación de Leonel Fernández es clave para completar el proyecto de reforma fiscal con la política de gasto y compensación social

             Las expectativas nacionales están centradas en el discurso del doctor Leonel Fernández Reyna cuando se juramente el próximo lunes como presidente de la República, en el que deberá definir las políticas del gasto público y de compensación social que complementen el proyecto de ley de reforma fiscal que cursa en el Congreso Nacional.

            El nuevo gobernante deberá convocar a todos los sectores nacionales a un esfuerzo conjunto que permita iniciar la tarea de superación de la grave crisis financiera por la que atraviesa el país, consciente de que inicia una gestión gubernamental con una minoría en las cámaras legislativas.

            Nadie debe esperar ni menos reclamar milagros ni rápida solución a los déficits fiscal y cuasifiscal como tampoco a la madeja de problemas que constituyen la crisis energética fruto de muchos años de desaciertos e imprevisiones, por lo que esta vez el período de tolerancia y comprensión tiene que ir mucho más allá de los clásicos 100 días.

La segunda oportunidad

            Para el doctor Leonel Fernández y su Partido de la Liberación Dominicana (PLD) el período gubernamental a iniciarse el lunes 16 será una segunda oportunidad para realizar una gestión que genere satisfacción, con posibilidades de afianzarse como primera fuerza política, dadas las dificultades por las que atraviesan los otros dos grandes partidos del sistema.

            Al igual que en 1996, el peledeísmo llega al Poder Ejecutivo con la desventaja de ser minoría en el Congreso Nacional y el Poder Municipal, lo que lo obliga a una inteligente política de intercolaboración que no lo vuelva a dejar aislado en corto tiempo como ocurrió en su primera oportunidad.

            Ahora tiene la ventaja objetiva y subjetiva de no deberle el poder a otro de los grandes partidos, de disponer de una maquinaria política de cientos de miles de militantes, a diferencia de hace 8 años, cuando era un partido basado en 14 mil miembros, más la experiencia de haber gobernado.

            La gran desventaja es que esta vez Fernández encuentra el país sumido en una grave crisis financiera, con el petróleo sobre 44 dólares el barril y con severa recesión llamada a agudizarse con la reforma fiscal a que obligan las circunstancias. En 1996 la economía llevaba varios años de estabilidad y crecía al 5 por ciento, mientras este año se espera un descrecimiento del 1 por ciento y el pesado fardo nacional del petróleo ronda los 44 dólares por barril.

            La reforma fiscal que se frustró hace 8 años perseguía aumentar la capacidad del gobierno para invertir y encaminar políticas sociales de rescate de las mayorías preteridas, mientras ahora el objetivo inmediato consiste en cubrir déficits para restablecer el equilibrio macroeconómico y retomar el crecimiento.

            Aunque tanto el Partido Revolucionario Dominicano (PRD) como el Partido Reformista Social Cristiano (PRSC) son más débiles que en 1996, ello mismo conlleva una mayor dificultad para la gobernabilidad puesto que no disponen de los liderazgos unificadores y políticamente racionales de José Francisco Peña Gómez y Joaquín Balaguer.

            Hace 8 años Leonel Fernández y su partido no tuvieron suficientes habilidades o disposición para negociar y conseguir la colaboración de esos líderes. Factor fundamental en contra fue que el PRD salió de las elecciones con el 48 por ciento del sufragio y con un liderazgo unificador que despertaba esperanza en casi la mitad de la población.

            El desconcierto en que ahora concluye el gobierno perredeísta, dejando el país sumido en una de sus peores crisis económica y con el partido fraccionado y desacreditado ante dos tercios de la población y sin rumbo institucional firme, abre mayores posibilidades de afianzamiento para el PLD y su nuevo ejercicio gubernamental.

Expectativas limitadas

            El doctor Fernández Reyna llega de nuevo al poder con expectativas más limitadas que las de 1996, porque hay amplia conciencia de la crítica situación que hereda, cuya simple superación a corto o mediano plazo sería ganancia política aunque no conlleve crecimiento espectacular.

            Las expectativas son menores también porque el PLD llegó al gobierno la primera vez con una gran virginidad política que perdió en corto plazo causando decepciones que generaron las frustraciones electorales de 1998 y el 2000.

            Pero esas cortas expectativas derivadas del creciente descreimiento en el sistema de partido, de la persistente impunidad de la grave corrupción pública y privada que ha hundido la economía nacional y un notable ambiente de frustración podrían convertirse en un lastre para una gestión gubernamental que tropezará con serias dificultades para satisfacer las necesidades de las mayorías empobrecidas y hasta de las clases medias.

            Uno de los primeros desafíos del nuevo gobierno será poner alguna distancia de los responsables de las quiebras bancarias, permitiendo que sigan su curso los procesos judiciales abiertos. Importantes dirigentes del PLD reconocen que algunos de los abogados de los banqueros procesados tienen “acciones” en el nuevo gobierno. Y se dice que también los mismos acusados.

            Al respecto la primera prueba será si la nueva gerencia del Banco Central mantendrá el equipo de abogados que lleva los procesos judiciales contra los acusados de las quiebras fraudulentas de los tres bancos. La designación del ministerio público, especialmente del Procurador general y el clave fiscal del Distrito Nacional, podría enviar señales de la actitud frente a la corrupción denunciada y la que pueda encontrarse entre los funcionarios salientes. Un sociólogo dirigente de la Sociedad Civil estimó en una reciente reunión que una señal de impunidad “sería un incentivo a la desesperanza y la rebeldía social”.

            Mientras un comunicado suscrito por más de 130 ciudadanos y ciudadanas reconocidos advirtió al nuevo gobierno de los riesgos de negociar la justicia “por razones de compromisos, pragmatismo político o por una gobernabilidad cómplice”. Entonces “podrá tener como aliados a los responsables del fraude y de las anomalías que lo generaron, pero igualmente se habrá enajenado el apoyo ciudadano y la legitimidad, desmantelando lo poco que queda del Estado de Derecho”.

            Otro desafío para el gobierno peledeista será ampliar su respaldo en los grupos organizados de la sociedad civil, el cual perdió en su anterior ejercicio, cuando consideró perredeísta toda disensión o reclamo.

Reclamada reforma integral  

            El discurso de instalación del presidente Fernández tendrá que abordar la política de gasto, inversión y compensación social que los sectores más influyentes han reclamado para que el paquete fiscal sometido al Congreso adquiera la categoría de reforma integral.

            El proyecto ha sido bombardeado por todos sus flancos, por una variada muestra social, que va desde el empresariado y los profesionales de la economía, los partidos políticos y los grupos sindicales y populares.

            Sus efectos inflacionarios agravarán aún más la degradación del poder adquisitivo

de los sectores de ingresos fijos, no solo de los niveles populares, sino también de los segmentos medianos y bajos de las clases medias, con repercusiones recesivas, que deberán ser combatidas con algún reajuste salarial, aunque no sea tan significativo como el 40 por ciento de aumento general cuando la reforma para saldar la crisis que estalló en 1990.

            Para mantener el respaldo, en especial del sector empresarial, el nuevo presidente deberá anunciar una política de extrema austeridad, con un plan de reducción del empleo público, del gasto de representación, en vehículos y combustibles, en teléfonos y viajes.

            Esta semana el movimiento cívico Participación Ciudadana propuso al presidente Fernández “un compromiso ético para el ejercicio del poder, dirigido a fomentar una gestión pública moderna, transparente y confiable, que garantice los servicios públicos a la ciudadanía, elimine la corrupción y establezca un nuevo modelo de gobierno fundado en la eficiencia y la austeridad”.

            Al respecto señalaron diez decisiones dependientes del Poder Ejecutivo, como política racional de gasto, concursos para las compras y obras del Estado, suprimir el clientelismo en los consulados, seleccionar un ministerio público comprometido en la lucha contra la corrupción pública o privada, que no se amedrente ante el poder económico o la alcurnia de los inculpados, y hacer cumplir la ley sobre declaración jurada de bienes al inicio y al final de la gestión.

            También cesar las exoneraciones y facilidades arancelarias ilegales, velar por los mecanismos de control y supervisión en toda la administración pública, especialmente en los sectores financiero y eléctrico, procurar que los programas sociales lleguen a los sectores más pobres, sin discriminación, depurar la nómina gubernamental y disponer un ajuste general de salarios y velar por el cumplimiento de la ley sobre Servicio Civil y Carrera Administrativa.

            El documento de Participación Ciudadana recoge la mayoría de los reclamos que se han venido formulando desde diversas instancias sociales y políticas para que los nuevos sacrificios fiscales puedan ser asimilados.

            El presidente Fernández también ganaría respaldo si rescata todo un código anticorrupción acumulado en las gavetas del Congreso Nacional para prevenir y sancionar la corrupción en todas sus expresiones y demanda al Poder Legislativo su aprobación.

            Un compromiso presidencial de esa naturaleza y dimensión evitaría que los legisladores salgan a pescar en el disgusto y modifiquen a su antojo el proyecto de reformas fiscales propuesto por los técnicos del PLD.

            La experiencia de su anterior gobierno, debe advertir al PLD del peligro de solo atender los reclamos de los sectores de mayor poder, como ya ha ocurrido con el proyecto que cursa en el Congreso. El costo de los nuevos impuestos, casi todos al consumo, podría generar a corto plazo un disgusto popular peligroso no solo para el nuevo gobierno, sino también para la estabilidad democrática nacional.-

Balance de frustraciones económicas y políticas

Por Juan Bolívar Díaz

Tras una primera mitad de aceptable desempeño, el gobierno del presidente Mejía quedó condicionado por la ambición continuista y una pugnacidad que lo consumió                    

             El gobierno del agrónomo Hipólito Mejía y el Partido Revolucionario Dominicano (PRD) pasa a la historia con un legado de desastre económico, de retrocesos institucionales y frustraciones políticas y sociales dejando el país sumido en la depresión y la desesperanza.

            El balance es tan desfavorable que resulta difícil encontrar sus logros más allá de una descentralización de la inversión pública que dio prioridad a la construcción de millares de pequeñas obras en beneficio de poblaciones generalmente relegadas por el relumbrón de los grandes proyectos urbanos.

            El período de gobierno puede dividirse en una primera mitad de aceptable desempeño, pese al desfavorable escenario internacional, y una segunda marcada por la crisis financiera que hundió la economía, y una gestión política marcada por la ambición del continuismo que devaluó la palabra del presidente Mejía.

El desastre económico

            Independientemente de la responsabilidad que le corresponde en la crisis financiera que estalló a principio del 2003, el legado del gobierno de Hipólito Mejía es de desastre económico, con una devaluación sobre el 150 por ciento que generó inflación, recesión y decrecimiento, con una fuerte degradación del nivel de vida de la población, que tomará años en ser superada.

            El período iniciado en el 2000 arrancó ya marcado por fuertes déficits y comienzo de una desestabilización económica que se profundizaría primero por factores exógenos, como el elevado costo del petróleo que lo acompañó los cuatro años, desaceleración de la economía internacional en la primera mitad, y los efectos negativos del terrorismo sobre el turismo y las zonas francas.

            El fuerte endeudamiento internacional de la primera mitad del período, que incluyó la colocación de bonos soberanos por mil cien millones de dólares, pudo justificarse en el desfavorable escenario internacional que según el Fondo Monetario Internacional costó al país 2 mil 300 millones de dólares.

Ese endeudamiento fue magnificado por la contratación de préstamos aventureros por cerca de 2 mil millones de dólares que en su mayoría no fueron materializados. En el 2003 retiraron del Congreso contratos por más de mil millones, pero ya la imagen del gobierno había quedado severamente marchitada.

            Sin embargo, a la mitad del período en agosto del 2002, la economía seguía creciendo, con un 6 por ciento en los primeros 6 meses del año, y una inflación de apenas 4 por ciento entre enero y agosto. La devaluación de los primeros dos años no había pasado del 15 por ciento, y al término del 2002 todavía el peso se cotizaba en 21 por dólar.

            Los efectos de una mejor distribución de la inversión pública se reflejó en la desarticulación de las protestas sociales y el gobierno cosechó un gran éxito electoral en los comicios legislativos y municipales de mayo del 2002, aunque en menor proporción de votos en relación a la elección presidencial del 2000.

            La construcción de acueductos, escuelas y alcantarillados, la política de viviendas populares y reconstrucción y mejoramiento de las casas de los más pobres y el mejoramiento de la educación fue una obra notable a lo largo del período gubernamental.

Justamente en el último cuatrimestre del 2002, cuando el turismo y las zonas francas comenzaban a recuperarse de los efectos del desastre terrorista del 2001 en Estados Unidos, comenzó la crisis financiera que cambiaría el curso de la economía nacional en la primavera del 2003.

La quiebra de tres bancos marcaba indefectiblemente una gran devaluación y la consiguiente desestabilización económica, pero fue agravada por la forma en que el gobierno la afrontó asumiendo la totalidad de los depósitos, por un monto cercano a los 100 mil millones de pesos, muy superior al presupuesto de ese año, cargando todo el costo de esos fraudes sobre la población.

Fuere por razones de pánico o por intereses políticos, y aún dejando un margen de beneficio al planteamiento oficial de que si no se asumía el costo de la defraudación financiera, podría arrasar con todo el sistema bancario, la realidad es que la mayoría de la población responsabiliza al gobierno de la crisis. El manejo poco transparente y contradictorio lo dejó casi solo en defensa de su política de contención y sin poder cargar a sus antecesores la proporción que le correspondía en la falta de regulación y la complicidad que originaron el desastre bancario.

 

Grave desgaste político

            Si hasta la mitad del período se pudo mantener la estabilidad macroeconómica y el crecimiento, pese a los adversos factores internacionales, hay que convenir en que ya el gobierno estaba sumido en un fuerte desgaste político, a consecuencia de la pugnacidad, arrebatos de autoritarismos y pugnacidad que lo fueron aislando del resto de la sociedad y hasta de una parte considerable de su propio partido, sustituido por el sectarismo del grupo del propio presidente mejía conocido como el PPH.

            La palabra del presidente Mejía se fue devaluando progresivamente durante los 19 meses de confrontaciones intra y extrapartido que le consumió a su grupo el materializar una reforma constitucional a espaldas del resto de la sociedad.

            En el proceso se burlaron de los partidos y la sociedad civil después que el presidente los puso durante meses a “consensuar” un proyecto de reforma constitucional, desconocido tan pronto le fue entregado, en agosto del 2001, lo mismo que el “Pacto por la Reforma Constitucional firmado por el mandatario con los tres partidos mayoritarios en septiembre de ese año.

            Las promesas de concertación fueron sustituidas por la imposición tras el éxito electoral del 2002, cuando el PPH se convenció de que ya no necesitaba al resto del PRD y procedió a comprar la voluntad de cuadros políticos y legisladores de su propio partido y de la oposición. El mejor ejemplo fue la elección de los jueces de la Junta Central Electoral en septiembre de ese año, a espaldas del conjunto político y la sociedad civil organizada.

            Cuando finalmente se modificó la Constitución en julio del 2002, reduciendo las expectativas nacionales a una simple restauración de la reelección presidencial que contradecía el compromiso histórico del PRD y la palabra empeñada y ratificada decenas veces por un mandatario que se había comprometido a “gobernar sin pensar en prolongación”, el desprestigio del gobierno y su partido empezó a ser registrado en las encuestas. Desde agosto del 2002 cayó al segundo lugar del que no pudo recuperarse.

            En el proceso Hipólito Mejía fue incapaz de administrar su palabra y el silencio, haciendo gala de un verbo ofensivo a diestra y siniestra y desconoció también el pacto “Por la Estabilidad y el Desarrollo Económico” firmado con el empresariado a finales del 2002.

            El hombre que tras ser electo con casi la mitad de los votos juró fidelidad al legado del líder perredeista José Francisco Peña Gómez, terminó enamorado de los métodos políticos del contradictor histórico del PRD, Joaquín Balaguer, sin la astucia ni las circunstancias que le permitieron a este imponerse sobre la sociedad.

Retrocesos institucionales

            El gobierno de Mejía marcó importantes retrocesos institucionales, convirtiéndose en un régimen de parcelas atribuidas en administración autónoma a quienes “se fajaron en la campaña electoral”.

            En la administración estatal, en el servicio exterior, en el ministerio público y en las compras y contrataciones se repitió el pasado de desconocimiento de los mecanismos institucionales y en múltiples aspectos se señalaron retrocesos, con mayoritaria percepción de corrupción, marcada en las encuestas.

            Los “Acuerdos de Madrid” que renegociaron contratos sobre energía y la readquisición de dos de las tres distribuidoras de energía, devinieron en fracasos que no contribuyeron a materializar su repetida promesa de resolver la agobiante crisis energética para dejar el país a oscuras al cabo de cuatro años.

            Habiendo gobernado con una cómoda mayoría en las cámaras legislativas y los municipios, el gobierno desdeñó los compromisos programáticos de establecer un código anticorrupción que quedó en proyectos.

            En su primera mitad avanzó en la aprobación de importantes reformas como la de los códigos de salud y educación, la ley sobre combustibles y en numerosos decretos que conformaron promisorios escenarios de participación y consulta social que solo servirían para nuevas frustraciones sociales. El ejemplo paradigmático ha sido el de la seguridad social, sin que pudiera avanzar significativamente en su implementación.

            El escándalo en que quedó envuelto el jefe de su escolta personal, coronel Pepe Goico, claramente protegido, y las incursiones del presidente en ámbitos judiciales, hasta el punto de reclamar personalmente el examen de expedientes judiciales, como ocurrió en el caso de la quiebra del Banco Nacional de Crédito, marcaron el desprestigio del gobierno, siendo objeto de burlas generalizadas.

            La multiplicación de generales, en proporción sin precedente, hasta sumar más de doscientos entre Fuerzas Armadas y la Policía, con la reincorporación de viejos jubilados, y la prioridad en la adquisición de multimillonarios equipos militares marcaron también negativamente la gestión gubernamental con rasgos de retrocesos institucionales.

            La oscuridad y el desabastecimiento y la falta de energía con que el gobierno llega a su final, marcarán también su memoria. Se dirá que igual pasó al predecesor y ha podido lograr una segunda oportunidad, pero la diferencia puede ser en que hace cuatro años los problemas económicos eran juego de niño en comparación con los actuales.

            Aún en los círculos más objetivos el balance que se saca en estos días de la gestión gubernamental que concluye es definitivamente desolador. El presidente Hipólito Mejía no pudo retener ni el gracejo de su discurso de campaña, que las alturas del poder trocaron en insultos y hasta vulgaridades.-

Aún falta por cubrir el déficit cuasifiscal

Por Juan Bolívar Díaz
http://hoy.com.do/image/article/1/460x390/0/004954CA-AB19-4CAE-A865-807ACC0D3D2C.jpeg

El paquete de impuestos propuesto por los técnicos del Partido de la Liberación Dominicana (PLD) y sometido al Congreso Nacional por el presidente Hipólito Mejía está limitado a cubrir el déficit fiscal del gobierno, pero no contempla los recursos para el pago de los intereses de los certificados financieros del Banco Central.

El aplazamiento busca ganar tiempo para contemplar “soluciones de mercado”, especialmente al llamado déficit cuasifiscal, proyectado sobre los 30 mil millones de pesos para el próximo año, mientras se aprueba la reforma tributaria que permitiría reanudar el acuerdo con el Fondo Monetario Internacional y con ello el flujo de recursos externos.

En tanto las medidas compensatorias y las referentes al gasto público han sido reservadas para el discurso inaugural del presidente electo doctor Leonel Fernández, lo que en lo inmediato resta apoyo al proyecto, dificulta su aprobación y alienta iniciativas políticas a través de las cámaras legislativas.

$22 mil millones

Según las explicaciones ofrecidas esta semana al telediario Uno más Uno de Teleantillas por Daniel Toribio y Rafael Camilo, dos de los técnicos del PLD responsables del proyecto enviado al Congreso, el paquete de reformas tributarias contempla una recaudación adicional de 22 mil millones de pesos, apenas suficiente para cubrir el déficit fiscal del gobierno para este año, integrado en su mayoría por el subsidio a la electricidad y el gas propano.

Esos subsidios serían reducidos drásticamente en lo inmediato, focalizándolos a los barrios más pobres del país, mediante mecanismos que todavía no han sido explicitados. Tampoco se ha determinado la forma en que se conseguirían los recursos para cubrir los intereses de los certificados financieros emitidos para honrar los depósitos de los bancos colapsados, que Camilo estimó conservadoramente en 30 mil millones de pesos para el próximo año.

Se contempla la posibilidad de ir reduciendo esos intereses con una proporcionalidad que impida una nueva carrera de devaluación del peso, cosa que inició la Junta Monetaria esta misma semana, cuando los disminuyó en 5 por ciento, alentada por la caída de la tasa cambiaria registrada en las últimas semanas. El dólar se llegó a vender hasta a 43 pesos el jueves, lo que ha creado expectativas positivas.

Esa caída se atribuye a la disminución de las incertidumbres y la posibilidad de restaurar el acuerdo con el FMI, mediante la reforma tributaria en curso, así como a la reducción de la demanda de divisas para petróleo por efecto de la crisis energética, mientras se mantiene un buen flujo de ingresos, por turismo, zonas francas y remesas.

Además de cubrir la brecha fiscal, el proyecto de reforma tributaria tiene como objetivo inmediato el restablecimiento del suspendido acuerdo con el FMI, que abriría las puertas a desembolsos de esta institución y de los organismos multilaterales y a la cooperación del Banco Mundial para afrontar la crisis financiera del sector energético, pasos fundamentales para restablecer el equilibrio macroeconómico.

El fardo de las quiebras

Los técnicos del PLD coinciden con la opinión generalizada de que es imposible cubrir con impuestos los intereses de los certificados financieros, y cifran esperanzas en los llamados mecanismos del mercado, como los préstamos internacionales.

Una fuente de crédito indicó que los técnicos del PLD cuentan con una promesa del sector exportador, a la cabeza de los cuales estarían empresarios turísticos, de prestar varios cientos de millones de dólares para disminuir la carga de los certificados financieros. Desde España el presidente electo anunció la semana pasada que empresarios turísticos avanzarían unos 250 millones de euros, con cargo a inversiones.

Cada vez es más firme la decisión de gobiernos y organismos internacionales de condicionar créditos para cubrir el hueco originado por las quiebras bancarias, a que sean establecidas todas las responsabilidades y la justicia inicie su sanción, cosa que luce lejana.

Eso chocaría con propósitos atribuidos a las próximas autoridades nacionales de buscar “soluciones pragmáticas” a los procesos judiciales y las incautaciones de propiedades, para lo cual estaría operando una comisión de tres allegados.

Llama la atención que en los últimos 7 días se registraran declaraciones del subsecretario del tesoro de Estados Unidos John Taylor, en relampagueante visita al país, y de los embajadores de Italia y Francia insistiendo en la necesidad de transparente acción judicial contra los responsables de las quiebras que llevaron al Banco Central a emitir alrededor de 100 mil millones de pesos.

Taylor lo declaró enfáticamente a directores de medios de comunicación, como lo había hecho a principios de año el subsecretario norteamericano de Asuntos Hemisféricos, Roger Noriega y posteriormente el embajador Hans Hertell y la directora local de la Agencia de Estados Unidos para el Desarrollo, Elena Brineman.

El diario El Caribe del lunes 12 citó a Taylor diciendo que “La comunidad internacional quisiera ver que los responsables de este fraude sean llevados a la justicia y que paguen las consecuencias de sus acciones, pero también quisiera ver la aprobación del paquete fiscal, el manejo de la situación energética y del déficit cuasifiscal”.

Ese mismo día HOY recogió en primera plana declaraciones del embajador de Italia, Giorgio Sfara, quien condicionó la asistencia técnica y financiera de la comunidad internacional a que las autoridades cumplan el acuerdo con el FMI y la justicia sanciones la corrupción pública y privada en la quiebra de tres bancos.

El miércoles 14 tocó el turno al embajador de Francia, Jean Claude Moyret, quien aprovechó su discurso en la recepción conmemorativa de la revolución francesa para enfatizar el peso de esas quiebras en la crisis financiera y expresar su “confianza” en que la justicia dominicana las sancionará. Un influyente embajador presente puso comillas a esa confianza, cuando se le comentó el discurso, y se dio por enterado de la versión que da cuenta de la integración de la comisión para negociar “soluciones pragmáticas” al problema de los banqueros sometidos a la justicia.

En las últimas semanas se ha insistido en que la justicia se apresta a devolver propiedades incautadas al banquero Ramón Báez Figueroa. También se dice que el presidente Hipólito Mejía se adelantaría a devolverle el Listín Diario y uno de los canales de televisión, como parte de un arreglo que tendría el visto bueno de las próximas autoridades que contempla la venta de activos incautados, aunque devaluados.

En el discurso de campaña del presidente electo y de sus seguidores se atribuyó la quiebra de los bancos a la gestión del gobierno y estuvo ausente la menor crítica a los baqueros. Los abogados de Báez Figueroa son aliados políticos del PLD y el principal de ellos ha aparecido en actos públicos al lado de Fernández.

Todas esas circunstancias y la tradición nacional de impunidad en la corrupción han determinado la presión pública internacional por sanciones como condición para colaborar en la solución del enorme déficit originado por las quiebras bancarias, que Taylor estimó en 20 por ciento del producto bruto interno del 2003.

Desde antes de que fuera hecho público el hueco de Baninter, funcionarios diplomáticos norteamericanos han insistido en que del tesoro de Estados Unidos no sale un dólar para cubrir corrupción pública o privada.

Para el discurso inaugural

El que no haya incluido compensaciones ni esté acompañado de reformas administrativas ha determinado una reacción bastante negativa de la opinión pública frente al proyecto de reforma fiscal sometido al Congreso Nacional.

Empresarios, sindicalistas, economistas y comentaristas han formulado numerosos reparos al paquete, estimado por Miguel Ceara Hatton como “de simple reajuste fiscal”, y por el Consejo Nacional de la Empresa Privada y la Asociación Nacional de Jóvenes Empresarios como distante de una verdadera reforma fiscal. Creen que profundizaría la recesión y dificultaría la recuperación económica del país. También ha tenido fuertes reparos de los sectores financiero y de telecomunicaciones.

En público Daniel Toribio y Rafael Camilo, y en privado otros técnicos del próximo gobierno, han hecho sólidas defensas del proyecto, indicando que efectivamente no contiene más que los aspectos legislativos. Aseguran que los de políticas administrativas y compensatorios se anunciarán en el discurso inaugural del presidente Fernández.

Entre las compensaciones se contemplan la focalización de los subsidios y una promesa de reajuste salarial para cuando se haya logrado restablecer la estabilidad macroeconómica, lo que no sería de ninguna forma este año.

Entre los aspectos administrativos, el presidente Fernández tendría que incluir siquiera una limitada reducción de la nómina pública y la eliminación de los dobles y hasta triples cobros en la administración estatal, disminución del egreso en vehículos, celulares, viajes, combustibles y gastos de representación.

Hace tiempo se reclama públicamente nuevas normas legales, que también pueden ejecutarse por decreto si hay voluntad política, para las compras y contrataciones del Estado, fuente tradicional de corrupción, en proporciones que hace tiempo sobrepasan el tradicional diez por ciento.

Tiene lógica política reservar al discurso inaugural una parte de las iniciativas con que el gobierno puede ganar crédito, pero eso conlleva la dificultad de que deja “desnudo” el proyecto de reforma tributaria y dificulta su aprobación.

También deja a la oposición la iniciativa en el Congreso Nacional para hacerse simpática con los objetores del incremento impositivo y las demandas de compensación salarial de los empleados públicos y privados.

Ya dos diputados reformistas han presentado proyectos de reajuste salarial de un 30 por ciento, mientras voceros perredeístas anuncian la misma disposición y el Consejo Nacional de la Unidad Sindical demanda un reajuste salarial del 60 por ciento.

En tales perspectivas y dada la urgencia de hacer avanzar la aprobación del paquete fiscal, al doctor Leonel Fernández deberán recomendarle que se concentre en el país y adelante algunas de sus políticas en reserva. A menos que estén convencidos de que el proyecto no será aprobado antes de que se inicie el próximo período gubernamental.-

Un pesado paquete fiscal implicaría serios riesgos

Por Juan Bolívar Díaz
http://hoy.com.do/image/article/28/460x390/0/458C2416-5E52-4EA2-8D51-6E5B789D5A85.jpeg

Forzado a ejecutar una reforma fiscal para enfrentar la crisis financiera nacional, el próximo gobierno del doctor Leonel Fernández y su Partido de la Liberación Dominicana (PLD) debe evadir la tentación de ejecutar un paquete impositivo que no pueda ser asimilado por la población, ya que pondría a prueba muy temprano la gobernabilidad democrática.

En la medida en que se van conociendo las propuestas del PLD, crecen los reclamos de que sea una reforma integral, que no se base exclusivamente en aumentar las recaudaciones y que ofrezca alguna compensación inmediata que palie siquiera los nuevos efectos inflacionarios que se desprenderán.

Un riguroso plan de austeridad y de mejoramiento de la eficiencia administrativa que no deje ninguna duda, una reducción siquiera mínima de la nómina del Estado, un racional reajuste salarial y venta de activos serán necesarios para que el nuevo gobierno mantenga fuerte credibilidad que obligue al Congreso a aprobar mayores impuestos.

[b]Paquete fiscal inflacionario[/b]

La propuesta de reforma fiscal original del PLD ha sido considerada muy fuerte en términos de aumento de la carga fiscal sobre los consumidores, lo que se reflejaría en una nueva oleada inflacionaria llamada a reducir aún más el poder adquisitivo de la población de ingresos fijos.

El proyecto publicado en los últimos días por los medios de comunicación propone elevar en 4 puntos el itebis para llevarlo al 16 por ciento, incrementos de hasta un 50 por ciento en los impuestos selectivos al consumo, del 14 por ciento a las telecomunicaciones, del 16 por ciento al transporte aéreo y marítimo y a los intereses por depósitos bancarios y a los seguros, ampliación del gravamen a la vivienda suntuaria, para incluir todas las que superen los 3 millones de pesos, 5 por ciento adicional a las habitaciones de los hoteles y moteles, y un 4 por ciento adicional a la publicidad, todos los cuales generarán nuevas alzas de precios.

La reducción de los subsidios a la electricidad y el gas propano, focalizándolos en la población de menores ingresos, tendrá también un costo inflacionario que afectará aún más el reducido poder adquisitivo de los estamentos medios y bajos de la clase media.

El proyecto peledeísta contempla la eliminación definitiva de los impuestos transitorios a las importaciones y exportaciones, de poco efecto compensatorio para los ingresos fijos y mantiene el 1.5 por ciento como anticipo del impuesto sobre la renta, lo que no satisface las expectativas de los sectores empresariales.

Aún se ignora en qué medida puede haber sido moderado el proyecto peledeísta en su versión definitiva después de dos semanas de ponderación con el equipo económico del gobierno saliente. Pero por lo que trasciende ya diversos sectores han comenzado a expresar inquietudes y rechazos.

Tiene el agravante de que penaliza duramente a sectores que ya pagan fuertes tributos, como el de las telecomunicaciones, cuyos agentes ya salieron a la palestra pública con posiciones de rechazo muy firmes, lo mismo que el sector financiero que entiende contraproducente el gravamen del 16 por ciento a los intereses por depósitos bancarios.

En una comparecencia ante los medios de comunicación del Grupo Corripio, gerentes de las empresas de telecomunicaciones sostuvieron que la presión tributaria del sector es ya del 28.7 por ciento, muy superior a la presión tributaria nacional estimada en 16.1 por ciento. Con los nuevos impuestos se elevaría al 40 por ciento. Reclamaron una Averdadera reforma fiscal, integral y equitativa@.

La Asociación de Bancos también formuló sus advertencias sobre los desincentivos al ahorro que podría generar huida de capitales. En principio se creía que solo se gravarían los intereses derivados de los certificados financieros del Banco Central y con una tasa no mayor del 10 por ciento, que sería completada con un desmonte de los mismos.

[b]Por una reforma integral[/b]

Dada la profundidad de la crisis financiera debe descartarse que el propósito del próximo gobierno sea obtener excedentes fiscales. Empero por lo que se conoce hasta ahora se contempla cubrir los déficits, incluyendo la carga de los intereses de los certificados financieros del Banco Central, básicamente con impuestos, lo que ha sido rechazado desde el principio por el empresariado organizado y diversos economistas.

Esta semana se incrementaron los reclamos para que se haga una reforma fiscal integral que ponga acento en el mejoramiento de la capacidad recaudatoria, en la reducción del gasto corriente y fuerte austeridad, así como en la venta de activos estatales.

Hasta el director de la Fundación Global Democracia y Desarrollo que preside el presidente electo Leonel Fernández, el economista Frederic Emám-Zadé, formuló advertencias, tras considerar que los proyectos de reforma fiscal que se conocen By no exceptuó al del PLD- Ano son más que parches mal pegados, semejantes al paquetazo del 2001@.

ANi los consumidores, ni los productores, ni los trabajadores, ni los empresarios soportan más impuestos. Todos prefieren que el Gobierno sea quien recorte sus gastos@ expresó al Listín Diario Emám-Zadé, quien agregó que los mercados y organismos internacionales tampoco están dispuestos a seguir financiando los déficits del gobierno dominicano.

Pero quien llevó la voz cantante en las advertencias fue el Consejo Nacional de la Empresa Privada (CONEP), el cual formuló un Allamado a la reflexión y a la prudencia@ al tiempo que exhortaba al Poder Ejecutivo, al Poder Legislativo y al Presidente Electo, a propiciar Auna reforma fiscal integral que se constituya en un verdadero instrumento de desarrollo y que no permitan que la misma pueda ocasionar mayores problemas de los que ya tenemos@.

En un comunicado el CONEP planteó que de nada sirve aumentar la carga impositiva sin medidas encaminadas a la modernización de las instituciones del Estado, una austeridad en los gastos, mayor transparencia en la asignación y uso de los recursos y reducción y racionalización del gasto público. APara ello es necesario que la reforma fiscal no sea meramente recaudatoria sino que además incluya una reforma administrativa del Estado Dominicano que disminuya la evasión y aumente la capacidad de ingresos del Estado@, abundó la cúpula del empresariado.

Mientras el equipo económico del PLD daba por concluida la elaboración de su proyecto de reforma fiscal y comenzaba a discutirlo con delegados del Fondo Monetario Internacional, crecieron las evidencias, tanto en los sectores económicos como sindicales y políticos, de lo compleja y difícil de la situación, especialmente porque ese partido está lejos de controlar el Congreso, que tendrá la última palabra en lo que se convertirá en ley.

[b]La compensación salarial[/b]

Hasta ahora los voceros del próximo gobierno no han planteado la posibilidad de compensación salarial, siquiera parcial, y más bien han criticado a quienes la reclaman, entre quienes resaltan el presidente Hipólito Mejía y varios de los más influyentes voceros del Partido Revolucionario Dominicano en el Congreso Nacional.

Pero además del Consejo Nacional de Unidad Sindical, que propone un 60 por ciento de aumento salarial y a los médicos y enfermeras en huelga pidiendo un 100 por ciento, al reclamo se unieron con racionalidad Monseñor Agripino Núñez Collado, el Nuncio papal Timothy Broglio, el secretario Técnico de la Presidencia Carlos Despradel y economistas, articulistas y comentaristas.

Nadie ignora que el poder adquisitivo de los trabajadores se ha reducido a la mitad a partir del 2002, con una inflación que en los últimos doce meses acumula un 62 por ciento. Según los cálculos de la oficina de Desarrollo Humano del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo, el salario mínimo de las grandes empresas se redujo del equivalente a 203 dólares en el 2001, a 103 dólares en mayo pasado.

En los sectores turismo y zona franca, cayó en la misma proporción, del equivalente de 148 dólares a 74. Pero la reducción en los demás salarios es mucho mayor, puesto que los mínimos fueron reajustados en 25 por ciento a enero pasado, lo que no ocurrió con el resto en la mayoría de las empresas.

Los impuestos contemplados degradarán el poder adquisitivo de los empleados en proporción que no será asimilada con la promesa de restablecer el equilibrio macroeconómico y futura revalorización del peso.

No se le puede pedir a las próximas autoridades que restablezcan el poder adquisitivo perdido en los últimos dos años, pero sí que compense siquiera parcialmente la nueva erosión que conlleva el paquete fiscal que se plantea. Ni soñar con la proporción que reclaman los médicos y enfermeras o las centrales sindicales, ni el 40 por ciento de incremento general de los salarios que conllevó la reforma fiscal que saldó la crisis de principio de la década pasada. Pero al menos un 20 ó 25 por ciento al salario general del sector privado y público, descontando para éste último el 9 por ciento que se le incrementó en enero de este año.

[b]Peligro para el nuevo gobierno[/b]

Un paquete fiscal como el que se propone, sin ninguna compensación inmediata, podría ser peligroso para la gobernabilidad democrática y el respaldo que requieren las próximas autoridades para el éxito de su misión.

Primero porque daría oportunidad a que sus opositores le cerraran el paso en el Congreso Nacional y, aún fuere aprobado, podría provocar una grave desilusión de entrada, en sectores que creyeron la promesa de Avuelta al progreso@ que vendió con éxito el PLD en la campaña electoral.

La simple aritmética económica no parece suficiente para la delicada como difícil situación nacional. Habrá que agregarle ponderación política y valor para reducir el gasto, suprimiendo siquiera un 10 por ciento de la nómina estatal, programando otra proporción similar para dentro de un año, con una austeridad drástica que prohiba la compra de nuevos vehículos que acompaña cada cambio de gobierno y buscando vender algunos activos estatales.

El paquete de reformas debe incluir también la implementación por decreto de nuevas normas para las compras y contratas del Estado a fin de reducir la corrupción, mientras el Congreso aprueba una nueva ley al respecto.

Las circunstancias exigen decisiones drásticas y audaces, pero no sólo en términos impositivos. Una rápida pérdida de las ilusiones generadas por el cambio de gobierno, con el descrédito en que termina el actual, podría resultar de extremo peligro para la gobernabilidad democrática nacional.

La reforma fiscal: ni fácil ni rápida

Por Juan Bolívar Díaz
http://hoy.com.do/image/article/27/460x390/0/9D99A1FD-98CD-417E-8899-D2E7D6DEF901.jpeg

El compromiso suscrito esta semana por el presidente Hipólito Mejía y su próximo sucesor Leonel Fernández para establecer una comunicación y cooperación que permita superar la crisis económica nacional es un acontecimiento positivo, acogido con esperanza, aunque también con reservas por la opinión pública.

Al mismo tiempo trascendió que ha habido un espíritu de cooperación entre los comisionados de ambos líderes que estaría permitiendo cierto consenso sobre la difícil reforma fiscal, que es clave para reanudar el acuerdo con el Fondo Monetario Internacional (FMI), restaurar la estabilidad macroeconómica y el crecimiento con equidad.

Sin embargo, es obvio que la penalización que conlleva la reforma sobrepasa la disposición de sacrificio de los diversos sectores sociales, tanto los empresariales como de los grupos organizados de la sociedad que empiezan a dar muestras de capacidad de reacción,lo que frenará la rapidez del proceso y obligará a concesiones.

[b]Un encuentro satisfactorio[/b]

Fue casi un pasadía lo que tuvieron el martes 22 el actual presidente Hipólito Mejía y el presidente electo Leonel Fernández, desde que confluyeron a la conferencia sobre cómo superar la crisis, que dictó el expresidente español Felipe González en el Congreso Nacional.

Allí estuvieron desde las 10 hasta cerca del medio día. Se trasladaron al despacho de Monseñor Agripino Núñez Collado, donde charlaron por un rato e intercambiaron puntos de vista sobre el borrador de declaración que ya habían ponderado. Luego almorzaron juntos en el marco de una invitación de la embajadora de España y otros de sus colegas más influyentes. Y volvieron a juntarse a las 6 de la tarde para firmar y entregar el documento.

Mejía y Fernández se comprometen a “mantener la comunicación y hacer los mejores esfuerzos orientados a superar la crisis económica que afecta al país como consecuencia de factores externos e internos”.

El compromiso incluye la cooperación para tener listo un proyecto de reforma fiscal a más tardar el 10 de julio próximo, para enviarlo al Congreso a más tardar el 15, y para “emprender un diálogo constructivo con los integrantes del Senado y la Cámara de Diputados” para lograr su aprobación.

La reanudación de las negociaciones con el FMI y el Club de París, así como “la definición y puesta en práctica de un plan de reformas que le dé sostenibilidad en el mediano y largo plazos al problema eléctrico”, forman parte también del compromiso para el cual fue necesaria la mediación de Felipe González y Agripino Núñez.

Los medios de comunicación muestran una reacción positiva ante el compromiso, con moderada esperanza, pero también una cáustica reserva por la proclividad del liderazgo político a firmar pactos que después son ignorados o modificados por conveniencias. Se citan desde el Pacto por la Democracia en 1994, a los consensos para establecer políticas sociales y combatir la pobreza, y para reformas políticas y constitucionales.

[b]Avanza el consenso político [/b]

Desde la semana anterior quedó en evidencia un importante avance en la cooperación entre las autoridades salientes y las que asumirán el poder el 16 de agosto, tras la entrega de dos estudios sobre la reforma fiscal que había encargado el gobierno y otros dos documentos.

En los días finales de la semana comisionados técnicos del gobierno y del Partido de la Liberación Dominicana (PLD) trabajaron intensamente en el Banco Central. El gobernador del Banco Central, José Lois Malkún, el secretario de Finanzas, Rafael Calderón, y el Secretario Técnico, Carlos Despradel, integraban la delegación oficial.

Mientras por el próximo gobierno participaban Danilo Medina, Temístocles Montás, Daniel Toribio, Juan Hernández, Rafael Camilo, Vicente Bengoa y Pedro Silverio.

Los delegados del presidente electo asumieron la iniciativa a petición de la parte gubernamental, pero tuvieron amplia colaboración y comprensión del sector oficial, según lo han manifestado voceros de ambos lados.

Las conversaciones han ratificado la gravedad de la situación financiera y la profundidad de las disposiciones a adoptar, con las exigencias del FMI, por un lado, y la renuencia del empresariado y sectores sociales a aceptar nuevas cargas impositivas que penalicen más la situación de muchas empresas y especialmente de los segmentos sociales más pobres y de aquellos que dependen de ingresos fijos, duramente golpeados por la inflación de los últimos 18 meses.

Para el fin de semana pasado ya las dos partes habían logrado consenso en la necesidad de elevar el Itebis al 15 ó 16 por ciento, a la vez que ampliarían su base para incluir productos industriales alimenticios, dejando exentos los alimentos básicos, las medicinas, combustibles y servicios de salud y educación. Se parte de que el Itebis aporta unos 2 mil millones de pesos por cada punto, 24 mil con el nivel actual del 12 por ciento.

También ampliarían el impuesto selectivo al consumo, especialmente al alcohol y el tabaco, los productos más penalizados por gravámenes, en razón de que los consideran “vicios”.

Aunque en principio lo rechazaban, como lo hicieron durante los últimos 4 años, los peledeístas, con una o dos reservas, terminaron aceptando que es imposible ahora desmontar el recargo cambiario a las importaciones y eliminar el impuesto mínimo del 1.5 por ciento a la renta de las empresas. El recargo es la segunda fuente de ingresos fiscales, después del Itebis, con unos 17 mil millones de pesos para este año. El 1.5 por ciento estaría aportando alrededor de 6 mil millones de pesos.

Quedarían eliminados los impuestos transitorios que vencen el 30 de junio, 2 por ciento a las importaciones y 5 por ciento a las exportaciones. Este último apenas estaba dando unos 200 millones de pesos mensuales. Pero entre ambos suponen una pérdida de ingresos de unos 4 mil millones de pesos, la mitad de lo que se avanzaría con el incremento del Itebis.

[b]Las cuentas no cuadran[/b]

Pese a los avances logrados, a mediados de semana las comisiones bilaterales estaban lejos de concluir el proyecto de reforma fiscal, pues las cuentas no les cuadraban, aún eliminando el subsidio a la electricidad y focalizando sólo hacia los más pobres el destinado al gas propano. Entre ambos terminarían consumiendo este año más de 20 mil millones de pesos.

Asumiendo una reducción a la mitad, se economizarían 10 mil millones de pesos, que sumados a unos 7 mil millones más que sería el balance del incremento al Itebis y al selectivo menos la eliminación de los transitorios, implicarían unos 17 mil millones de pesos, suma que anda por la mitad de lo que sugieren técnicos del FMI.

Y todo eso sin incluir el desmonte arancelario, que implicaría el tratado de libre comercio con Estados Unidos que no se cree estará aprobado el año próximo, ni mucho menos los intereses de los certificados financieros emitidos por el Banco Central por las quiebras bancarias del año pasado y para contener la devaluación.

Se estima que tales intereses alcanzarían entre 25 y 30 mil millones de pesos anuales. Empresarios, economistas y políticos coinciden en que es imposible cubrirlos con impuestos y sugieren un préstamo internacional. Pero el FMI reclama identificación de la fuente y tampoco resulta fácil conseguirlo para cubrir consecuencias de fraudes bancarios ante los cuales los organismos internacionales y Estados Unidos han exigido sanciones, que lucen cada vez más lejos de materializarse.

Al próximo gobierno le queda otro recurso, muy manoseado por sectores empresariales y sociales, y es meterle tijeras a la abultada nómina de unos 380 mil empleados que tiene el Estado. Que la congelen sería ya positivo, teniéndose en cuenta que el PLD necesitará sustituir varias decenas de miles para cubrir compromisos de campaña y satisfacer militantes y simpatizantes.

Una reducción real del 10 por ciento en la nómina pública, que equivaldría al despido de 38 mil empleados sería ya un éxito, aunque también un desafío a la estabilidad social. Pero con ello apenas se ahorrarían unos 3 mil quinientos millones de pesos, de los casi 35 mil millones de pesos consignados este año en el presupuesto nacional para remuneración a empleados y para prestaciones de seguridad social. Partidas de 30 mil 288 millones y 4 mil 255 millones de pesos, respectivamente.

[b]Los intereses creados[/b]

Cuando los comisionados técnicos concluyan la elaboración del proyecto de reforma fiscal, tendrán que negociarlo con el FMI, y luego enfrentarse a los intereses creados, legítimos o no, que abarcarán desde empresarios y trabajadores hasta grupos populares.

El empresariado quisiera que la reforma no incluyera nuevas cargas impositivas más allá del Itebis y esto es lo que más rechazan los trabajadores y grupos populares cuyos ingresos se han reducido a la mitad en cosa de año y medio.

El presidente de la Asociación de Industrias y la presidenta del Consejo Nacional de la Empresa Privada han sido bien expresivos sobre el particular. Y ya esta semana las centrales sindicales y grupos populares empezaban a reunirse para formular sus reclamos.

Ambos sectores influirán sobre los legisladores, y algunos con notables poderes económicos. Ya el presidente de la Cámara de Diputados, Alfredo Pacheco, un orgulloso nativo del populoso Cristo Rey, dijo el jueves que al Congreso “le será muy duro” aprobar la reforma fiscal, advirtiendo que es imprescindible un reajuste de sueldos si no se quiere atentar contra la paz social.

Por su parte el Centro de Investigación Económica para el Caribe (CIECA) y el Centro de Estudios Sociales Juan Montalvo, siempre ligado a la defensa de los más pobres, presentaron el jueves su propio anteproyecto de reforma fiscal por un total de 44 mil millones de pesos, enfocado a gravar a las empresas y los sectores de altos y medios ingresos.

Todos los indicadores apuntan a que difícilmente la reforma esté en vigencia el 16 de agosto cuando se juramente el próximo gobierno, pues aunque se mantenga la voluntad de consenso en los niveles políticos, será bien cuesta arriba en los ámbitos sociales. De cualquier forma la crítica situación nacional terminará imponiendo fuertes sacrificios a todos los sectores.

En la reforma fiscal la iniciativa corresponde al nuevo gobierno

Por Juan Bolívar Díaz
http://hoy.com.do/image/article/27/460x390/0/6B49BCCE-87BE-4042-99DE-BA8AE560F1A9.jpeg

La reunión que se ha anunciado para el día 22 entre el presidente Hipólito Mejía y el presidente electo Leonel Fernández debería marcar el inicio de una etapa de concertación que permita superar el ambiente de desconcierto que sufre el país y emprender las reformas necesarias para iniciar la recuperación de la estabilidad macroeconómica y el crecimiento.

Se debe esperar también que las autoridades salientes ofrezcan a la mayor brevedad todas las informaciones que requiera el nuevo equipo de gobierno para planificar sus acciones y especialmente para iniciar la difícil concertación imprescindible para la gran reforma fiscal que requiere la nación.

Corresponde al gobierno entrante encabezar la elaboración del proyecto de reformas fiscales y al saliente ofrecerle toda su colaboración para una pronta aprobación del Congreso Nacional, como demostración de la madurez política que reclama la opinión pública nacional.

Expectativas de acuerdos

Las expectativas de que pueda ser superada la etapa de desconcierto que vive el país en esta larga etapa de transición están cifradas en el encuentro que se ha anunciado para el próximo martes 22 entre el presidente Hipólito Mejía y el presidente electo Leonel Fernández.

No deja de ser deplorable que esta reunión haya tenido que ser tramitada por el expresidente del gobierno español Felipe González y el eterno mediador de los conflictos dominicanos Monseñor Agripino Núñez Collado, lo que no fue necesario en la anterior transición de gobierno.

En el año 2000 la reunión entre los mismos dos líderes se produjo en el Palacio Nacional con más anticipación y sin mediación el 24 de mayo, y ambos coincidieron en calificarla como Acordial y fructífera@. Había una diferencia, y es que entonces Fernández no había sido candidato derrotado ni se había producido el nivel de enfrentamiento personal que se registró en la reciente campaña electoral.

Aunque los intercambios para la transición se iniciaron más temprano hace cuatro años, la primera reunión entre los comisionados se realizó el 6 de junio, pero el 30 de ese mes y todavía el 7 de julio el presidente en funciones del Partido Revolucionario Dominicano, Tony Raful, se quejaba de que las informaciones suministradas eran Aparciales e insignificantes@, según lo recogieron los diarios HOY y El Siglo.

El 5 de julio del 2000, El Siglo publicaba una declaración de Miguel Cocco, entonces miembro de la comisión oficial de transición, según la cual Aexisten informaciones de carácter confidencial que las autoridades no pueden revelar@.

Pero cuatro años después y cuando se produce la tercera alternabilidad en el poder de forma consecutiva, por primera vez en la historia de la nación, hay razón para esperar un comportamiento más maduro del liderazgo político. También es lógico esperar que los que ayer se quejaban no repitan las actitudes que entonces condenaban.

Esta vez hay una razón adicional para que los líderes pongan el interés nacional por encima de las pasiones políticas, y es que ahora el país atraviesa por una de sus peores crisis económicas y urgen decisiones que permitan restablecer el acuerdo con el Fondo Monetario Internacional, del cual depende la estabilidad macroeconómica.

Responsabilidad de Mejía

El primero que debe reconocer la urgencia de una concertación con las autoridades electas el 16 de mayo pasado es el presidente Hipólito Mejía, quien ha dado instrucciones a sus comisionados para que colaboren y ha pedido que no se repitan las mezquindades del pasado.

El mandatario que tuvo la hidalguía de reconocer la victoria de Leonel Fernández a cinco horas y media de cerradas las urnas, debería mantener la misma actitud a lo largo de la transición, facilitando la concertación de esfuerzos con las nuevas autoridades y ofreciéndole su activa colaboración para que encaminen las decisiones que en materia económica requiere el país.

Su responsabilidad es mayor por cuanto el desbordamiento del gasto público en la recta final de la campaña electoral produjo la suspensión del acuerdo con el FMI, y él es el presidente de la nación hasta el 16 de agosto.

Un esfuerzo particular que deberá realizar el gobierno de Mejía es el necesario para afrontar la crisis energética que afecta las actividades productivas y sociales, y que conturba el ánimo nacional y reducir los costos económicos y políticos que conllevaría su extensión por los casi dos meses que todavía faltan para la instauración del nuevo gobierno.

Una situación similar se produjo en la transición del 2000, cuando hasta veinte instituciones estatales permanecieron semanas sin energía eléctrica y el país fue un solo grito. Contradictoriamente entonces el agrónomo Mejía repetía que los generadores debían cobrar sus deudas antes del 16 de agosto, puesto que él no pagaría. Así lo consignaba HOY del 12 de junio y todos los diarios del 11 de julio.

No deja de ser deprimente que cuatro años después el país atraviese por una situación similar, como si el tiempo no transcurriese para que el liderazgo nacional asuma una actitud más acorde con la continuidad del Estado.

La reforma fiscal toca al PLD

Lo mismo que planteó esta semana, a mediados de junio del 2000 el Consejo Nacional de la Empresa Privada planteó la necesidad de una cumbre del liderazgo político para discutir las reformas sociales e impositivas que requiere el país, lo que de inmediato fue acogido por el presidente y la vicepresidenta electos, según los diarios del 13 de junio.

Urgidos por la crítica situación económica, tanto el liderazgo empresarial como otros sectores han considerado ahora que toca al gobierno de Mejía buscar consenso sobre la reforma fiscal que requiere el país.

Sin embargo, debido a que esta vez las reformas demandadas son más amplias y profundas, la iniciativa debería corresponder a las nuevas autoridades, a lo que ayudaría el que como en el 2000 se adelantara la designación de los funcionarios que tendrán a su cargo la gestión económica, cosa común en muchos países.

Tal como hicieron a mediados de esta semana, las actuales autoridades tenían que entregar a las entrantes los anteproyectos de reformas fiscales elaborados, acompañados de todas las informaciones sobre recaudaciones y ejecución presupuestal del año en curso.

Lograr consenso sobre esas reformas es una tarea inmensa que requiere de las energías y la decisión de que carecen ya los funcionarios que terminan. Y son las nuevas autoridades quienes recibieron un mandato reciente y en consecuencia tienen la mayor legitimidad para negociar y decidir el curso a seguir y asumir las responsabilidades.

Nada de eso releva al gobierno de Mejía y su partido de responder a las expectativas nacionales, lo que implica absoluta colaboración en la elaboración del proyecto y sobre todo para su aprobación, ya que cuentan con el control absoluto del Senado y casi la mayoría de los diputados.

Lo ideal sería que el proyecto fuera elaborado de conjunto entre las comisiones bilaterales de transición, para lo cual se requiere un sentido de Estado que muchos sospechan que todavía no existe en la clase dirigente nacional.

Pero si se deja la responsabilidad exclusivamente en manos de quienes asumirán el poder en agosto, con más razón tendrían los perredeístas la responsabilidad de aprobar la propuesta.

Para reafirmar la circularidad de la política dominicana hay que recordar que hace 4 años los voceros del PLD planteaban que se debía esperar la instalación del nuevo gobierno para conocer las reformas fiscales y sociales que requería el país.

Lo planteó el secretario general del PLD, José Tomás Pérez, y el enlace entre el gobierno y el Congreso, José Ramón Fadul, acusó a los legisladores del PRD de Aestar festinando los proyectos@. Se instruyó a los legisladores del partido morado para que no voten por las reformas Aporque lo más conveniente para el país es esperar que Hipólito Mejía llegue al gobierno y opine y participe en los debates en torno a esos proyectos@, según consignan HOY y El Caribe del 10 de junio del 2000.

Por igual el gobierno del presidente Fernández se negó a ajustar los precios de los combustibles, tras los aumentos del costo del petróleo registrados a lo largo del año, que llevaron el barril sobre 30 dólares.

El consenso será difícil

En cualquier caso el consenso para las reformas fiscales que requiere el país será una tarea difícil, no sólo por la precaria situación de las finanzas nacionales y de muchas empresas, sino también por los requerimientos de desmonte de los aranceles aduanales que conlleva el tratado de libre comercio pactado con Estados Unidos.

Solo los subsidios a la electricidad y el gas propano suponen unos 15 mil millones de pesos anuales. El pago de la deuda externa demandaría 10 mil millones de pesos adicionales a lo previsto para el año en curso, por efecto de la devaluación, y los intereses de los certificados financieros emitidos por el Banco Central tras las quiebras bancarias implican por lo menos otros 25 mil millones de pesos. Esos tres renglones totalizan 50 mil millones de pesos.

La tendencia predominante es buscar una solución no fiscal a los intereses de los certificados financieros, pero para restablecer el acuerdo con el FMI hay que identificar una fuente razonablemente viable.

Arriba de eso, la presidenta del CONEP, doña Elena Villeya, planteó en su discurso del miércoles en la Cámara Americana de comercio que deben suprimirse los impuestos transitorios del 2 y el 5 por ciento a las importaciones y exportaciones y dejar como simple anticipo el impuesto mínimo del 1.5 por ciento a la renta de las grandes empresas, además de desmontar el recargo cambiario a las importaciones y eliminar todo impuesto a los bienes de capital y las materias primas.

Todo eso no se suple con la ampliación de la base del Itebis, ni que lo universalicen, y con la mejoría de la administración tributaria. Nadie cree tampoco que el nuevo gobierno ni ningún otro pueda afrontar decididamente los 175 mil empleos que según la presidenta del CONEP tiene en exceso el Estado, cuando tendrá la demanda de trabajo de decenas de miles de sus militantes y simpatizantes. Un éxito sería que congelaran la nómina pública.

El aumento de sueldos que hasta el CONEP considera debe incluirse en las discusiones, demandará también mayores recursos fiscales.

La situación, sin duda, demanda una gran concertación y un liderazgo que sólo lo tiene ahora mismo el presidente electo, doctor Leonel Fernández, cuyo discurso fue el que generó más de 2 millones de voto el pasado 16 de mayo.-

Una democracia electoral bajo cuestionamientos

Por Juan Bolívar Díaz
http://hoy.com.do/image/article/26/460x390/0/68377A28-0683-43EB-B96E-BAAE987148FB.jpeg

 Los estudios de instituciones internacionales coinciden en que América Latina, Centroamérica y la República Dominicana han fortalecido el sistema electoral, con mayoritaria aceptación de la democracia como forma de gobierno, pero cada vez con más insatisfacciones.

El cuestionamiento es particularmente grave en relación a los partidos políticos, que aunque son considerados fundamento de la democracia, registran la más baja aceptación entre las instituciones y a los cuales se les percibe como maquinarias de corrupción, clientelismo y retribución de favores.

Tras más de dos décadas de afianzamiento formal de la democracia esta convive con una pobreza cada vez más generalizada sin haber podido garantizar los derechos civiles y sociales, lo que genera insatisfacciones que abren serios interrogantes para el futuro próximo.

[b]Avances democráticos, pero…[/b]

Dos importantes estudios sobre la democracia latinoamericana han sido publicados en las últimas semanas por el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) y por el Banco Interamericano de Desarrollo, la Organización de Estados Americanos y el Instituto Internacional para la democracia y la Asistencia Electoral.

El del PNUD titulado “La Democracia en América Latina” se fundamenta en una encuesta de opinión que respondieron 18 mil 643 ciudadanos de 18 países y en entrevistas a 231 líderes latinoamericanos.

El patrocinado por el BID, la OEA e IDEA, conocido y discutido en un encuentro celebrado hace dos semanas en San José de Costa Rica, lleva por título “Un Desafío a la Democracia” y trata sobre los partidos políticos en Centroamérica, Panamá y República Dominicana. También se basa en encuestas y entrevistas.

Ambos estudios registran avances extraordinarios en la consolidación de un proceso de democratización formal en la región. El del PNUD indica que los 18 países considerados en su informe cumplen hoy los requisitos fundamentales del régimen democrático, pero de ellos sólo tres vivían en democracia hace 25 años.

“Sin embargo, al tiempo que las latinoamericanas y los latinoamericanos consolidan sus derechos políticos, se enfrentan a altos niveles de pobreza y a la desigualdad más alta del mundo. Así, se plantea que existen fuertes tensiones entre la expansión de la democracia y la economía, la búsqueda de la equidad y la superación de la pobreza”, indica el informe.

La debilidad del proceso democrático queda patente en el hecho de que el 54.7 por ciento de la población encuestada aceptaría un gobierno autoritario siempre que resuelva los problemas económicos. El 56 por ciento cree que el desarrollo económico es más importante que la democracia, y hasta un 58 por ciento avala el presidencialismo, al manifestarse de acuerdo con que el presidente vaya más allá de las leyes.

El estudio sobre América Central, Panamá y RD resalta que la región lleva más de dos décadas de construcción democrática y las mayorías piensan que la democracia es el ideal y la meta, pero la actitud de la población es de insatisfacción con el funcionamiento real del régimen, lo que se vincula a la situación económica.

“La problemática económica es más urgente e importante que la naturaleza de los regímenes políticos. Pero a mediano y largo plazo la consolidación de la legitimidad democrática requiere resultados, tanto en las condiciones de vida de la población como en el funcionamiento de las instituciones políticas”, indica.

El informe del PNUD plantea “la evolución de una democracia electoral, hoy plenamente vigente, a una democracia de ciudadanos, en la que la conquista de los derechos civiles y sociales estén a la par de los derechos políticos”. Identifica logros, límites y retos para formular una agenda de reformas para fortalecer el desarrollo de la democracia en la región.

[b]Los partidos en la picota[/b]

Si la insatisfacción con la democracia es alta, mucho peor se manifiesta frente a los partidos políticos, institución básica del ejercicio democrático. Según el Latinobarómetro entre 1996 y 2003 son los partidos las instituciones públicas que menos credibilidad tienen, habiendo alcanzado su peor tasa en 1997, con un 28 por ciento, que se redujo al 20 por ciento el año pasado, según se consigna en el estudio BID OEA IDEA.

La Iglesia y la televisión encabezan la tasa de confianza con 76 y 50 por ciento, respectivamente en el 2003. Seguidos por las Fuerzas Armadas, el Presidente, la banca, las grandes empresas, la municipalidad, Policía, Gobierno, el Sistema Judicial y en el penúltimo escalón quedó el Congreso con el 27 por ciento.

En Centroamérica, Panamá y RD apenas uno de cada diez personas expresa confianza en los partidos políticos. Mientras el 86 por ciento dice tenerles poca o ninguna confianza.

Las causas de la mala imagen de los partidos son la corrupción (56 por ciento), el incumplimiento de las promesas, la incompetencia, que solo se representan a sí mismos, no atienden a la gente o porque son víctimas de los medios de comunicación que los atacan, según el 17 por ciento.

Cuando se preguntó a las élites centroamericanas qué pasos se deben dar para fortalecer los partidos, las respuestas espontáneas fueron en un 36 por ciento, reformar las leyes sobre partidos, otro 35 por ciento señaló la reforma del financiamiento. El 25 por ciento se inclinó por la capacitación de los líderes y cuadros, 14 por ciento por la renovación de las cúpulas y dar mayor espacio a los jóvenes. La renovación de los programas fue la respuesta de otro 14 por ciento.

La desesperanza de la población centroamericana en la democracia y los partidos alcanza magnitudes preocupantes que abren interrogantes sobre el futuro inmediato. La mitad de la población aceptaría que llegara al poder un gobierno no democrático, si pudiera resolver los problemas económicos. Y las dos terceras partes consideran que “más que partidos y congreso, lo que nos hace falta es un líder decidido que se ponga a resolver los problemas”.

Desde luego, esas proposiciones no tienen en cuenta los fracasos de los presidentes que surgieron en la región en las últimas dos décadas como alternativa a los partidos tradicionales. Collor de Melo en Brasil, Alberto Fujimori en Perú, Jorge Serrano Elías en Guatemala, Jean Bertrand Aristide en Haití, y están en la picota Hugo Chávez en Venezuela y Alejandro Toledo en Perú.

El informe discutido en Costa Rica explica la desesperanza en el estancamiento económico de la región en los últimos años. Cita a la Comisión Económica para América Latina (CEPAL) de principios de este año, hablando de una “media década” adicional perdida para el desarrollo, que habría acentuado las preocupaciones económicas de la región. “la situación económica es prioritaria, las expectativas crecen, y las instituciones políticas (y los partidos en particular) no son capaces de satisfacerlas”.

Concluye en que la paradoja centroamericana es que hay más democracia que nunca antes, pero al mismo tiempo menos satisfacción con el régimen, con sus instituciones en general y con los partidos políticos en particular, aunque en las últimas dos décadas de la construcción democrática en la región se han encaminado reformas para aumentar la transparencia del financiamiento de los partidos, estimular la participación electoral y la libertad de elección, así como para fortalecer las instituciones de control, fomentar las instancias del diálogo y democratizar las fuerzas armadas.

[b]En la República Dominicana[/b]

Para el caso dominicano, el informe del BID OEA IDEA cita las encuestas Demos sobre Cultura Política, donde los partidos también aparecen en el último escalón en la confianza en las instituciones públicas. Aunque en el 2001 un 17 por ciento, casi el doble que el promedio de 9 por ciento en la región centroamericana, se manifestaba cercano o muy cercano a los partidos.

En el estudio del PNUD se afirma que “el país participa de una fuerte democracia electoral, pero sufre de un déficit en materia de ciudadanía, que se ha incrementado de manera notable en los últimos años pese a un crecimiento económico sostenido durante la década de los 90 y principios de la del 2000″.

Señala que RD ha oscilado con período de regímenes no democráticos (entre 1960 y 1977), intermedios (1990 95) y de máximo nivel de democracia a partir de 1996.

Los dominicanos y dominicanas prefieren más fuertemente la democracia como forma de gobierno que el promedio de América Latina. Pero también priorizan más que el promedio el desarrollo económico sobre el sistema democrático. El 48 por ciento declaró ser demócrata, 5 por ciento más que el promedio de la región. En el tema del clientelismo RD encabeza la lista de los 18 países latinoamericanos.

Resalta que en la República Dominicana el 77.5 por ciento de los encuestados dijeron que votan y de ellos el 46 por ciento (muy superior al promedio latinoamericano de 27 por ciento) dijo que tiene un partido y siempre vota por él. Pero la mayoría de la población estima que los partidos no cumplen su papel.

En general los parámetros dominicanos son mejores que los del promedio latinoamericano, el 54 por ciento todavía cree en la eficacia del voto aunque se registra una creciente desconfianza en los partidos y las instituciones.

En el encuentro de Costa Rica, las mesas de discusión llegaron a la conclusión de que la crisis de los partidos políticos es de magnitud grave y amerita nuevas y profundas reformas, a la vez que vincularon la supervivencia de la reciente construcción democrática, a las respuestas a las expectativas de mejores condiciones de vida de la población. El caso dominicano no escapa de las conclusiones generales.