Por Juan Bolívar Díaz
Progreso y modernidad derivados de la simbiosis entre el capitalismo y la planificación socialista
El sostenido crecimiento económico que registra la República Popular China en las dos últimas décadas es tan espectacular e impresionante que impacta positivamente sobre los millones de turistas que la visitan cada año, como ocurrió en las últimas tres semanas con un grupo de dominicanos, en su mayoría de ascendencia china.
Sorprende el progreso material que se advierte en las ciudades, especialmente en el este y el sur de ese inmenso país y en particular en las ciudades costeras y las que se alinean a lo largo del inmenso rio Yangtze, que baña, fertiliza y energiza gran parte del territorio chino.
Los que llegan aquí esperando encontrarse con el clásico régimen socialista quedan como perdidos en el espacio de un nuevo engendro político-económico que reivindica la planificación y los controles socialistas con la inversión y el libre mercado capitalistas, proyectando a China como una nueva potencia mundial con un peso progresivo en el escenario político y económico internacional.
Gran progeso urbano
Una gira por Beijing, Xian, Chongqing, Wuhan, Shanghai y Guangzhou, importantes ciudades del Este y Sur de China, arroja un balance impresionante del progreso urbano, con una extraordinaria y moderna infraestructura, reveladora de rigores en la planificación.
Se trata de enormes urbes, con población de entre 8 y 16 millones de habitantes, con millares de rescacielos. Beijing, la capital que los occidentales convirtieron en Pekín, tiene un trazado vial de primera categoría. Shanghai puede compararse con las más modernas ciudades del mundo. Tan sólo en la década de los noventa construyeron allí 2 mil 500 rascacielos, con edificios de los más altos y hermosos, con una arquitectura espectacular.
El hacinamiento urbano es alto en millares de edificios de apartamentos de hasta 40 pisos. Pero la limpieza salta a la vista en todos los sectores, incluyendo los barrios populares. Pero no son visibles las casuchas que caracterizan las grandes ciudades latinoamericanas.
El 80 por ciento de los pobladores urbanos son propietarios de su vivienda. El crédito para vivienda se multiplicó 37 veces entre los años 1997 y 2001, lo que explica el auge urbanístico y que por todas partes se encuentren cientos de enormes edificaciones en construcción.
La modernidad tiene expresiones únicas, como la de semáforos con relojes que marcan los segundos para facilitar el tránsito, aunque no han podido superar el caos vehicular, agravado por millones de bicicletas, por más que las avenidas tienen carriles especiales para este tipo de transporte.
La gran pobreza china está concentrada en laz zonas rurales, especialmente en las zonas montañosas, semi desérticas y de climas extremos como el oeste y el noroeste de este inmenso país de 9 millones 596 mil kilómetros cuadrados, equivalentes a 200 veces el territorio de la República Dominicana.
La población china es estimada en mil 300 millones de habitantes -150 veces la dominicana-, con un crecimiento controlado en las últimas dos décadas, que de ser sostenido devendrá en su reducción. La política poblacional establece que cada familia urbana sólo puede tener un hijo. Los que rebasan el límite son sancionados con impuestos y reducción de la asistencia social. En la zona rural se permiten dos hijos.
Crecimiento económico
China ha mantenido en las últimas dos décadas un crecimiento económico de primera magnitud mundial, con tasas que han superado hasta el 10 por ciento. El año pasado, cuando hasta los países más desarrollados del mundo crecieron por debajo del 3 por ciento, los chinos lograron un 7.4 por ciento.
De acuerdo al diario South China Morning Post, las exportaciones chinas crecieron 28 por ciento en julio pasado, en relación al mismo mes del 2001, con un monto de 29 mil 200 millones de dólares. El año pasado las exportaciones ascendieron a 269 mil 200 millones de dólares y las importaciones a 241 mil 300 millones, lo que arroja un balance positivo de 28 mil millones de dólares.
Con una inflación menor al 1 por ciento el año pasado y un desempleo del 6 por ciento, los indicadores muestran una economía extraordinariamente sana y en auge, llamada a convertir a China en una gran potencia económica.
La inversión extranjera es uno de los pilares del progreso. El diario antes citado informaba el 13 de agosto que en los primeros 7 meses de este año la inversión extranjera creció en 22 por ciento para alcanzar la cifra de 29 mil 500 millones de dólares. Proviene de Japón, Europa, Estados Unidos, Taiwán y Hong Kong, detrás del inmenso mercado chino, la cuarta parte de la población mundial.
La inversión, generalmente asociada con el Estado, abarca el sector industrial, las edificaciones, infraestructura vial, minería, y obras hidroeléctricas. La Oficina Nacional de Estadísticas informó la semana pasada que las empresas industriales generaron ganancias de 33 mil 200 millones de dólares en los primeros 7 meses de este año, superior en un 8 por ciento a las del mismo período del año pasado.
Un ejemplo del espectacular crecimiento chino es el proyecto hidroeléctrico en construcción de las Tres Gargantas, que cuando concluya en el 2009 será el más grande de su género en el mundo. La primera etapa será completada en el 2003 y supone una inversión de 28 mil millones de dólares.
Esta represa creará un reservorio de agua de 600 kilómetros del ríoYangtze y afluentes con una capacidad de 40 mil millones de metros cúbicos. Supone el desalojo de cerca de 2 millones de pobladores de 19 ciudades y villas de las orillas del gran río, pero sus beneficios serán inmensos y se espera que paguen sus costos en pocos años, mediante la generación de electricidad, control de las inundaciones, irrigación y mejoramiento de la navegación.
En la misma medida en que avanzan la inversión extranjera y la modernidad lo ha hecho el turismo y ya pasan de 20 millones los visitantes anuales de la gran nación asiática, provenientes principalmente de Europa, América del Norte y Japón. También aumenta el transporte aéreo interno y se modernizan los aeropuertos que en los últimos 10 años multipicaron cinco veces su tráfico.
La gran apertura
Lo que algunos llaman “milagro chino” se inició con la apertura al exterior y las reformas económicas y políticas auspiciadas a partir de 1978 por el presidente Deng Xiaoping, dos años después de la muerte de Mao Tse Tung, el líder de la revolución de 1949 que colocó a China en la extrema izquierda del socialismo mundial.
En los finales de la vida de Mao, entre 1966 y 1976, tuvo efecto la “revolución cultural” que sumió al país en radicales persecuciones y sectarismos. Concluyó con la caída de la llamada “Banda de los Cuatro” que incluía a la esposa del líder, creándose las condiciones para los cambios.
Xiaoping incrementó las reformas económicas a partir de la mitad de los ochenta, incluyendo la apertura a la inversión extranjera, la privatización de empresas estatales ineficientes y la inversión privada y mixta.
El proceso se profundiza desde 1997 con el ascenso al poder del actual presidente Jiang Zemin, proveniente de una buena experiencia reformista en su exitosa gestión como alcalde de Shanghai, la ciudad más moderna y el principal centro financiero del país.
Bajo los lineamientos del noveno plan quinquenal (1996-20) se establece una “economía de mercado socialista para la construcción de un socialismo con peculiaridades chinas en camino hacia el próximo siglo”. Se planteó “aprovechar la oportunidad para profundizar las reformas y abrir el país hacia el mundo exterior, promover el desarrollo y mantener la estabilidad”.
Al mismo tiempo se lanzó un estpectacular programa de inversiones para eliminar la pobreza concentrada en las zonas rurales más pobres. La visita de Zemin a Estados Unidos en 1997 marcó un proceso de distensión y de intercambios que pasa por alto las limitaciones plurales del quehacer político.
Si China es o no socialista todavía es algo que se discute en muchas partes del mundo. Lo que resulta obvio es que revisó profundamente el marxismo y el socialismo. Irónicamente fueron los chinos quienes en la década del sesenta dividieron profundamente al campo socialista cuando acusaron a los soviéticos de revisionistas. El sistema soviético naufragó en la década del noventa y los auténticos y exitosos revisionistas han resultado los herederos de Mao Tse Tung.-
En busca de los orígenes
39 dominicanos y dominicanas participaron en una gira del 8 al 26 de agosto por las más importantes ciudades de China, que incluyó un crucero de 4 días por el caudaloso y extenso río Yantze y una visita a la presa en construcción de las Tres Gargantas.
La iniciativa fue de la familia Sang Ben en busca de sus orígenes. 25 de los excursionistas eran hijos e hijas, y sus cónyuges, así como nietos de Miguel Sang, quien llegó al país en 1936 y se estableció en Santiago. Los restantes 14 amigos y amigas.
Don Miguel casó con Doña Ana Ben, a su vez fruto de una mezcla chino-dominicana. Procrearon 5 hijas y 4 hijos, todos los cuales son profesionales y en su mayoría con post grado y casi todos muy conocidos en Santo Domingo y en Santiago. Entre ellos el economista Miguel, la historiadora Mu-kien, las abogadas Mu-Yen y Su-Yen y el músico Peng-Bian.
Don Miguel San comenzó como cocinero en el viejo restaurante Antillas y antes de morir en 1987 ya era propietario del restaurant El Pez Dorado, y tenía negocios de muebles de rattan, una tienda y una granja de pollos.
Los Sang Ben se encontraron con parte de sus orígenes a lo largo del recorrido por China, pero muy especialmente cuando llegaron a Guangzhou (Cantón) de donde partió el padre hace 7 décadas. Por ser el principal puerto chino de la época e históricamente la ciudad más abierta al mundo exterior, de Cantón partieron la mayoría de los emigrantes chinos de aquellas décadas.
En las escalinatas del monumento a Sun Yat-Sen, el fundador de la República, los Sang Ben proclamaron con lágrimas su reencuentro. Y sus amigos compartieron la emoción. Por los años y las distancias y también por la simbiosis cultural y racial.-