Revaloremos a nuestras mujeres

Por Juan Bolívar Díaz

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Los niveles de violencia intrafamiliar en el país, particularmente la cantidad de mujeres asesinadas por razones de género, denunciados en ocasión de la celebración el 25 de noviembre del Día de No Violencia contra la Mujer, ameritan la atención nacional y demandan la adopción de fuertes medidas preventivas.

La violencia machista es una de las expresiones más penosas del barbarismo, del atraso, de las aberraciones que predominan todavía en esta sociedad, fruto del primitivismo, y consecuencia de los bajos niveles educativos que afectan a una alta proporción de la población. Sólo hay que pensar que en medio de tanta pregonada modernización, aún el nivel educativo de los dominicanos anda en promedio por el sexto grado de la primaria.

Las Asociación Dominicana pro Bienestar de la Familia (Profamilia) denunció esta semana que en los primeros 10 meses de este año 151 mujeres, muchas de ellas aún niñas y adolescentes, fueron asesinadas por esposos y maridos, pretendientes y ex- amantes, lo que representa un promedio de 15 por mes, o una cada dos días.

Si se proyecta esa cifra a los 12 meses del año, terminaremos con 183 feminicidios, 48 más que el promedio de 135 que según Profamilia tuvimos en el quinquenio 2000-05. Es decir un crecimiento del 36 por ciento.

Pero las estadísticas sobre este problema son disímiles. El libro Las Dominicanas y la Violencia, de la imperturbable feminista María Jesús Pola, recién publicado por la Fundación e-Libertad, indica que ya el año pasado los asesinatos de mujeres se elevaron a 190.

Se conviene en que no todos los feminicidios son registrados y mucho menos la violencia de otro género. En su inmensa mayoría se mantiene puertas adentro de los hogares terriblemente afectados, no solo en el componente esposa o compañera, sino también en los impotentes hijos e hijas. Aunque cada vez es mayor el número de mujeres que reclama la atención de las autoridades al amparo de la Ley 24-97, que representa un importante hito en el combate legal de la violencia intrafamiliar.

El informe de Profamilia señala que entre enero y julio pasados la Unidad de Atención y Prevención de la Violencia, de la Fiscalía del Distrito Nacional, recibió 5 mil 407 denuncias de violencia intrafamiliar, lo que significa 26 por día. Las crónicas de los feminicidios indican que muchas de las víctimas sufrían de violencia sistemática. Con frecuencia habían demandado, infructíferamente, protección.

Los niveles de violencia han causado tanta alarma en los últimos tiempos, que la Fiscalía del DN y la Policía Nacional anunciaron esta semana la creación de un cuerpo especializado de agentes y oficiales, con el objeto de garantizar las órdenes judiciales a favor de las mujeres maltratadas.

Hay que ponderar la iniciativa, pero es obvio que se requiere mucho más que eso. Es preciso que programas como éste sean ampliados a nivel nacional y que, como demandaran Profamilia y la diputada Minou Tavárez Mirabal, el gobierno destine mucho mayores recursos para programas que contrarresten la violencia intrafamiliar. Especialmente campañas educativas y de sensibilización sobre el problema.

Se requieren programas efectivos de atención a las víctimas de la violencia de género, incluyendo casas refugio, y acciones que impacten en los programas de salud pública, de la Secretaría de Educación y en los medios de comunicación, especialmente en la radio y televisión. El concurso de los comunicadores es muy importante para reducir los niveles de inducción de la violencia de género que todavía se registra en programas, películas y hasta en el discurso cotidiano de la comunicación social.

La sociedad dominicana en general, y los hombres en particular, requieren un proceso de revalorización de las relaciones interfamiliares y de género y del respeto que merecen las niñas y mujeres, ese hermoso segmento de la humanidad, gestoras del amor y la ternura.

Los niveles de la violencia de género nos deberían llevar a declararnos en estado de emergencia. Todo ser humano que se precie de sensible debe darse por avergonzado de que en nuestro país tantas mujeres sean víctimas de la brutalidad.

Más penoso y contradictorio cuando procede de hombres que alguna vez pretendieron que las amaban, en una expresión degenerativa del hermoso sentimiento del amor.