Redefinición del rol policial

Por Juan Bolívar Díaz


Tuve la satisfacción de escribir el prólogo y presentar esta semana el libro del general  Juan Tomás Taveras Rodríguez titulado Redefinición del Rol Policial, Garantía de la Seguridad Ciudadana, contentivo de la monografía con la que coronó su diplomado de Altos Estudios Policiales. Es el fruto de las inquietudes intelectuales de un joven oficial de la Policía que aún estudia comunicación social y derecho y quien ha participado en numerosos seminarios y cursos que le han permitido acumular una concepción moderna sobre la función policial, básica en el ordenamiento social contemporáneo.

Taveras Rodríguez toma distancia definitiva de la concepción autoritaria tradicional de la policía, militarista, represiva, distante de la población, que ha predominado en el país y a la que lamentablemente sigue aferrada una buena parte de la sociedad dominicana.

Aboga por los conceptos de una Policía Comunitaria, “dirigidos a transformar a todo el cuerpo de policía administrativa, en especial el de seguridad pública, en una institución orientada al servicio de la comunidad, conforme a los principios de la proximidad y coparticipación de las comunidades en la identificación y solución de las problemáticas referidas a la seguridad de los habitantes”.

El libro de Taveras plantea la sustitución de la tradicional ideología de la seguridad, basada en la represión y el castigo, por una visión proactiva encaminada a la prevención del crimen y el delito, así como al mantenimiento del orden y de la paz ciudadana, al manejo de las relaciones  comunitarias y a la identificación de escenarios de potenciales conflictos.

Todo el libro de Taveras Rodríguez es un atrevimiento fruto de los avances democráticos de la sociedad dominicana donde ya un general puede plantear abiertamente sus criterios sin temor a represalias, donde la función policial, como la militar, tiene que estar sometida a la transparencia del debate público, con participación de sus miembros.

Llega a reclamar la inclusión de la Policía Nacional en los consejos de gobierno y a fundamentar la eficiencia y la responsabilidad profesional en un “código de ética que paute la actuación de los miembros de la organización y a la vez les sirva de instrumento de conservación y promoción de los valores institucionales”.

Plantea las profundas limitaciones formativas de la Policía Nacional, en la que apenas el 6 por ciento lo constituyen profesionales, el 3 por ciento bachilleres, 3 por ciento cadetes activos y sólo el 1 por ciento técnicos en investigaciones criminales. El restante 87 por ciento está urgido de un gran esfuerzo de capacitación que los ponga en capacidad de asumir el rol que les corresponde.

Al abogar por la comunitarización y profesionalidad de la institución policial, el general Taveras propone fortalecer las especialidades en las diversas áreas investigativas para conformar una “Policía Investigativa Técnico-Científica”. La educación de la base deberá fortalecerse en lo concerniente a las modalidades modernas de policía preventiva e investigativa, con la debida formación humanística y de protección de los derechos humanos para “sustituir el carácter militarista que poseen sus modalidades pedagógicas, la estructura curricular y el orden interno de los institutos formativos”.

El autor no se arredra ante nada y presenta la escala salarial de la Policía, donde un sargento cobra mensualmente apenas 3 mil 600 pesos, un teniente primero 5 mil 900 y un coronel 11 mil 125 pesos. Entonces clama por un sistema de motivación e incentivos que proporcione estabilidad social, protección, vacaciones, horarios racionales de trabajo y retiro digno para dignificar y hacer atractiva la carrera policial a recursos humanos cada vez más capacitados para enfrentar los desafíos de la criminalidad.

Taveras Rodríguez se atreve a plantear que no basta una reforma de la ley policial, que es necesario transformarla profundamente, equiparla y tecnificarla para ponerla en condiciones reales de enfrentar la creciente delincuencia que tanto preocupa hoy a los dominicanos.

Este libro llega en un momento muy oportuno. Debe ser leído por todos los que se preocupan por la seguridad ciudadana, especialmente por aquellos que siguen creyendo erróneamente que la delincuencia en la sociedad contemporánea se puede erradicar simplemente a tiros y macanazos.

Lo primero es constituir una Policía Nacional capaz, dotarla de los recursos técnicos y humanos que requiere, vincularla a las comunidades, hacerla eficiente. Eso requiere inversión, mejorar substancialmente sus salarios y multiplicar su formación técnica y profesional. De lo contrario la delincuencia terminará atentando no solo contra la seguridad nacional, sino también contra las fuentes de ingresos, como el turismo.