RD en el índice de desarrollo humano

Por Juan Bolívar Díaz

            El Informe sobre Desarrollo Humano del programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) publicado el pasado jueves ratifica a la República Dominicana en la mitad pobre de los 177 países que abarca y entre los diez de menor desarrollo global de los 35 del continente, por debajo del promedio latinoamericano.

            Aunque caímos de la posición 94 a la 98, en la tabla de desarrollo humano, el movimiento no se debió a que sufriéramos retraso, sino a que otros como Albania, Armenia, China, Sri Lanka y Turquía nos sobrepasaron. El escalón en que se ubica República Dominicana corresponde a la décima posición de la mitad pobre de los 177 países analizados. Hay 79 naciones aún más pobres, entre ellas lamentablemente Haití, que en el escalón 153 está entre los 25 más pobres del mundo.

            En el índice de desarrollo humano (IDH) latinoamericano y del caribe, RD está por debajo de casi todas las naciones caribeñas, excepto Haití, donde se ubican algunos de los paraísos del mundo como Barbados que ocupa la posición 29 del universo.

Comparado con los latinoamericanos se advierte más claramente el retraso que sufrimos dominicanos y dominicanas. Estamos por debajo de Argentina, Chile, Costa Rica, Uruguay, Cuba, México, Venezuela, Brasil, Colombia, Perú y Paraguay, y por encima de Ecuador, El Salvador, Bolivia, Honduras, Nicaragua, Guatemala y Haití.

            El aspecto que más debe llamarnos la atención del informe de este 2004 es que aunque en el IDH, que abarca niveles educativos, sanitarios y condiciones de vida, ocupamos la posición 98, cuando se mide tan sólo por el ingreso promedio por persona subimos considerablemente, a la posición 71.

            Eso indica lo engañosa que es la medición del desarrollo en función del promedio del producto interno bruto per cápita, y la perversa distribución del ingreso en el país, donde una minoría acapara altísimos niveles de vida, mientras la mayoría sobrevive en el abandono y la pobreza, con importantes tasas de indigencia.

            Es importante que difundamos suficientemente las conclusiones de este informe, para ver si muchos que creen que vivimos como ellos en el primer mundo, caen definitivamente en cuenta de que somos un país con terribles retrasos en materia de educación, de sanidad y condiciones generales de vida. Con una enorme deuda social.

            Donde esas condiciones de vida muestran toda su debilidad es cuando se analiza la posición que ocupamos en la tabla del IDH por la esperanza de vida al nacer. En ese renglón estamos en el escalón 115 de los 177 países medidos, con un promedio de 66.7 años, muy lejos de los países de mayor expectativa de vida, que rondan los 80 años.

            Las precarias condiciones de los servicios de salud y sanidad, con altas tasas de mortalidad infantil y materna (que por cierto registran mejoría) son responsables de las limitadas expectativas de vida prevalecientes en el país. Se indica que el 14 por ciento de la población no tiene acceso a fuentes de agua mejorada, y una tercera parte no recibe servicios adecuados de saneamiento.

            Otro aspecto negativo del informe se refiere a la desigualdad de género en el país, donde el ingreso de las mujeres representa apenas el 36 por ciento del de los hombres, aunque el 49.4 por ciento de los trabajadores profesionales y técnicos son del sexo femenino. Ellas solo ocupan el 15.4 por ciento de las curules congresionales.

            El aspecto más positivo para RD en el informe es que ha tenido el mejor desempeño en el cumplimiento del acápite 2 de los Objetivos de Desarrollo del Milenio, relacionado con la universalización de la educación primaria. Pasamos de un 58 por ciento de matriculación primaria en la década del 90 hasta alcanzar el 97 por ciento en el período 2001-02. La mejoría abarca también la matriculación para la secundaria y la educación de adultos.

            Expresamente relegamos el aspecto más positivo para último, para dejar una nota esperanzadora, en el sentido de que podemos seguir mejorando en factores tan básicos para el desarrollo como el de los niveles educativos. Elevar la proporción de nuestros ingresos que dedicamos a la educación es un objetivo aún pendiente de registrar.

            No se puede dejar de precisar que el informe del PNUD se elabora con información disponible hasta 2 años antes. Es decir que los parámetros del 2004 corresponden en realidad al 2002, por lo cual podríamos estar retrocediendo a consecuencia de la grave crisis financiera de los últimos 18 meses. Un desafío adicional para que conjuguemos esfuerzos y voluntades para su superación.-