Por Juan Bolívar Díaz
Los resultados de la Encuesta Enhogar entregada la semana pasada por la Oficina Nacional de Estadística (ONE) dejan al desnudo los altos niveles de pobreza de la sociedad dominicana, casi finalizando la segunda década del siglo 21, y los fracasos de los gobernantes, frecuentemente proclamados redentores, en proporcionarle los servicios fundamentales y de calidad que son distintivos del progreso universal.
No se trata de una encuesta cualquiera de opinión entre un millar de personas, sino de una investigación que abarcó una muestra científica de 37 mil 811 hogares, cuyo trabajo de campo concluyó en febrero pasado y que da continuidad a una serie que lleva ya dos décadas. Con el rigor y ponderación que cracterizan las investigaciones de ese organismo estatal.
Resulta verdaderamente dramático que todavía el 47.5 por ciento de los hogares dominicanos no dispongan de agua potable dentro de sus viviendas; que del 76 por ciento que recibe agua de los acueductos, sólo una tercera parte la obtenga de forma permanente; que cerca de la mitad (46 por ciento) apenas disponga del líquido vital dos o tres días semanales; mientras otro 9 por ciento sólo un día.
En el suministro de energía eléctrica los resultados de Enhogar no son más alentadores porque, aunque 95 por ciento de las viviendas tiene acceso a las redes públicas, más de la mitad (52.3 por ciento) sufre apagones de más de 4 horas diarias, la cuarta parte (25.6 por ciento) entre 10 y 14 horas y el 13 por ciento no dispone del servicio entre 15 y 23 horas al día.
La encuesta muestra otros datos reveladores del atraso nacional: todavía el 14 por ciento de la población usa letrinas y otro 2 por ciento ni siquiera ese primitivo dispositivo; y sólo el 13 por ciento de los hogares tienen una computadora. En lo que sí nos modernizamos es en la posesión de teléfonos celulares, 69 por ciento. Pero ni hablar de los vertederos al aire libre y del 80 por ciento de las viviendas de la gran urbe capitalina sin conexión a un alcantarillado sanitario, ni de las altas tasas de muertes materno-infantiles.
En el 8 por ciento de los hogares algún miembro estuvo involucrado en un accidente de tránsito en el último año, una muy alta proporción que guarda coherencia con los informes de la Organización Mundial de la Salud, que sitúan al país como segundo líder mundial en tasa de muertes por accidentes automovilísticos (41.7 por 100 mil), después de la pequeña isla Niue del pacífico sur, de apenas mil 700 habitantes.
Los resultados de la ONE también ratifican las últimas encuestas de opinión pública que muestran una creciente alarma por la inseguridad, ya que el 76.6 por ciento situó la delincuencia como principal problema nacional, seguido del desempleo, 45, el costo de la vida 29, y la corrupción, que registra 25 por ciento.
A esos diagnósticos sociales se atribuye el que casi la mitad de los dominicanos manifieste deseo de marcharse del país, como acaba de ratificar una encuesta mundial de la Gallup que arrojó 49 por ciento, apenas superado por un puñado de naciones, que forman parte del club universal de la pobreza: Haití, Albania, Liberia, Sierra Leona y El Salvador. Más desolador aún que esa tasa se eleve hasta 60 por ciento entre los jóvenes
Son muchos los que ocultan la cabeza ante estas revelaciones y prefieren “hablar de cosas positivas”, a menudo para acallar sus conciencias, para evadir responsabilidades, para seguir viviendo en la burbuja y en la convicción de las capas privilegiadas de que casi somos una nación desarrollada.
Estos datos hay que divulgarlos por todos los medios, una y otra vez, para sacudir conciencias y generar cambios fundamentales para la inclusión social, la equidad y el desarrollo integral.-