Por Juan Bolívar Díaz
Lo que ocurrió en Piedra Blanca de Bonao en la fecha aniversaria de la restauración de la independencia nacional fue un verdadero acto de salvajismo político que dejó como víctimas mortales a cuatro hombres jóvenes de esa comunidad, algunos de ellos, si no todos, empujados por el fanatismo y el arrebato.
En una comunidad tan pequeña esas cuatro muertes tenían que producir un estremecimiento. Y hasta en el ámbito nacional, por más insensibles que nos estemos haciendo por la frecuencia con que estalla la violencia en todas sus manifestaciones.
Las circunstancias de que se produjera una balacera dentro de un pequeño local municipal poco antes de la sesión que elegiría el bufete directivo del municipio, con balance de 4 muertos y una docena de heridos, tenía que conmover a la nación y repercutir incluso en el ámbito internacional.
La gravedad del acontecimiento obliga a las autoridades a una investigación desprejuiciada, libre de sectarismos ni pasiones políticas, para aplicar las sanciones correspondientes y así evitar que la vida nacional siga caracterizándose por estos salvajismos que nos avergüenzan y degradan.
Las responsabilidades, por lo menos políticas, apuntan principalmente al gobernador de la provincia Monseñor Nouel, Félix Nova, un dirigente del partido en el gobierno. Los testimonios recogidos indican que la barbarie de Piedra Blanca se origina en rivalidades internas del regidor Gerardo Antonio Núñez con el gobernador Félix Nova, ambos del Partido de la Liberación Dominicana (PLD) que llevan a la expulsión del primero hace tres años.
Eso, con lujo de detalles, y muchas otras cosas las testimonió el propio Núñez, en una dramática entrevista, documento privilegiado para cualquier investigador que se respete, que le fuera grabada y transmitida el día antes de su muerte, o sea el lunes 15.
La situación se agrava porque últimamente el expulsado decidió aliarse con los perredeístas para apoyar un candidato de ellos a presidir el Ayuntamiento, a cambio de que él fuera nombrado presidente del distrito municipal de Sonador. Por eso se siente amenazado y perseguido y opta por juramentarse, el jueves 11, en el Partido Revolucionario Dominicano (PRD).
Desde entonces la persecución del senador Nova se acentúa, según las denuncias del propio Núñez, quien el sábado 13 es detenido por agentes de la Dirección Nacional de Investigaciones (DNI). Pasa todo el día preso en el cuartel policial de Bonao, pese a que las autoridades judiciales dicen que no hay razón para su arresto. Lo sueltan tarde de la noche, por las presiones de dirigentes perredeístas y de la comunidad de Sonador, decenas de cuyos miembros se presentaron al cuartel reclamándolo.
Pero el regidor Núñez se siente tan amenazado que lo llevan a dormir al hotel Naco de la capital. Y al día siguiente, el lunes 15, ofrece sus declaraciones al periodista Carlos Febles, del Canal 12 de Bonao, donde formula denuncias muy concretas, incluyendo la oferta del gobernador de 250 mil pesos para que firme un acta votando por sus candidatos en Piedra Blanca y Sonador. A lo que él se niega radicalmente.
La esposa de la víctima Clarivel Rosario, testimonia que el otro regidor del PLD le llamó la noche del lunes para recomendarle a su colega que no fuera al día siguiente a la sesión, pues corría peligro. Pero él fue y estando reunido con los dos regidores del PRD y el síndico de Sonador, dentro del despacho del síndico de Piedra Blanca, se produce la irrupción de una turba encabezada por Tony Lovera y los hermanos Eddy y Domingo Marte Almonte, inspectores de Industria y Comercio y de Aduanas.
La tesorera del ayuntamiento, Ana María Santiago, narró a los periodistas cómo irrumpió el grupo primero en el salón de sesiones, tumbando una puerta, y luego en la oficina donde estaban reunidos los perredeístas con el expulsado del PLD. La regidora Marina Morales agradece estar viva a Tony Lovera, quien la sacó de la oficina, lo mismo que a la secretaria del cabildo, inclinado ante su condición de damas. Allí quedaron muertos dos de los tres hombres presentes, los regidores Gerardo Núñez y José Luis Pujols, y el tercero, el síndico de Sonador, José Luis Díaz, herido de balas.
Los hermanos Marte Almonte caen abatidos ya fuera del despacho, debe presumirse que a manos de perredeistas o empleados del cabildo, en medio de una balacera de pistolas, revólveres y escopetas.
Todo parece indicar que la de Núñez fue una muerte anunciada, un ajuste de cuentas, que cobró otras tres vidas. Pero las autoridades no lo ven así puesto que los detenidos son todos perredeistas y empleados del ayuntamiento.
La secuencia de los acontecimientos y los testimonios, incluyendo el del victimado Gerardo Núñez, apuntan por lo menos a una grave responsabilidad política. Ojalá que siquiera una vez seamos capaces de actuar con transparencia y sin complicidades, contemplaciones ni impunidades. De ser así empezaríamos a salir del salvajismo y la barbarie.