Por Juan Bolívar Díaz
Son más que merecidos y justificados todos los reconocimientos de que han sido objeto los León Jiménes y Asensio en ocasión de la celebración del primer centenario de la empresa que encarnan, una de las mayores, mejor organizadas y pujantes de la nación, ejemplo de competitividad, transparencia y eficacia.
Lo masivo de los actos celebrados a lo largo de este año, y el entusiasmo de los participantes han sido una demostración del sincero aprecio de que goza este grupo empresarial en la comunidad nacional, sin que nunca haya tenido que apelar a la repartición ni el clientelismo, que no es una práctica solo de los políticos, sino también de una parte del empresariado, como ha sido evidente en los últimos tiempos.
Hace más de 25 años tuve contacto directo por primera vez con la empresa E. León Jiménes, y desde entonces la impresión fue gratificante. Algunos periodistas fuimos invitados a recorrer sus instalaciones y cultivos en Santiago y sus alrededores. Nunca he olvidado la sorpresa que tuve al ver una planta industrial rodeada de jardines, con pinturas y ornamentos, en un clima de absoluta limpieza.
Hasta entonces mi visión de una industria era la de un almacén de maquinarias, con mucho ruido, calor y polución ambiental, Sin ninguna otra inversión que no fuera para la explotación de algún renglón de la producción.
Pero la satisfacción iba en aumento en la medida en que comprobabamos el tipo de relación que aquellos empresarios tenían con sus trabajadores, los industriales y los agrícolas, los incentivos que les proporcionaban, el respeto y las consideraciones, ejemplo de la convivencia entre el capital y el trabajo, dentro de una visión humana.
En todos estos años de ejercicio periodístico no recuerdo la menor denuncia de conflicto en las empresas León Jiménes. Sus niveles salariales y sus condiciones laborales están en el más alto nivel nacional. Y a ello debe atribuirse también el éxito acumulado en este siglo, especialmente en la última mitad.
Ese consorcio es hoy 3 mil 800 empleados directos y cerca de cien mil indirectos, 600 suplidores, especialmente de tabaco, con una creciente dinámica de producción para el mercado nacional y para el internacional, donde incursionan con mucho éxito en estos últimos años de globalización, libre mercado y competitividad.
Es probablemente la mayor fuente de recaudaciones del Estado. Durante el año pasado aportó el 9 por ciento de los ingresos tributarios, equivalentes a 15 mil 285 millones de pesos, del 2000 al 2001, con una tasa de incremento anual del 19 por ciento.
El compromiso social de los León-Jiménes Asensio se manifiesta particularmente en el apoyo que desde hace décadas vienen ofreciendo al arte,la cultura, los deportes, a la educación y a numerosos proyectos comunitarios y ecológicos. Auspician concursos de arte, incluyendo los más importantes festivales nacionales y competencias deportivas.
El centro cultural erigido en Santiago en ocasión de este primer centenario, con salas de exposiciones, permanente y temporales, y colecciones de arte, es la más contudente demostración de una línea de trabajo firmemente comprometida no sólo con el crecimiento material, sino también espiritual y estético, con la promoción de la cultura y la identidad de dominicanos y dominicanas.
Comparando la humilde casa en que don Eduardo León Jiménes comenzó sus operaciones en 1903, con el regio, funcional y confortable edificio principal en el malecón de Santo Domingo, uno no puede menos que compartir la satisfacción y agradecer a esta familia sus aportes al desarrollo nacional.
Gracias no sólo por lo que significan para la producción y el trabajo, sino también por demostrar que por encima de nuestras rémoras y miserias, de nuestros tropiezos y reincidencias, somos una nación en tránsito hacia un futuro más confortable, que tenemos capacidad para las mayores empresas de desarrollo, que no somos un fracaso ni una maldición.
Con esta familia he cultivado la mejor relación en el mundo empresarial, y la verdad es que no me ha costado trabajo. Son personas de sencillez y amabilidad a borbotones. No tienen que fingir ni hacer relaciones públicas.
Y quiero personificar mi admiración en el León Asensio que he tenido mayor oportunidad de tratar. En don José, a quien hay que agradecerle su enorme capacidad para las relaciones humanas, su profundo sentido de la vida y hasta su capacidad para la carcajada, un don natural que Dios le confirió y que ni la tragedia de la pérdida de su único hijo pudo arrebatarle.
Este ser humano vino a la existencia, como diría León Felipe, con “la nueva música del mundo”… Con “el himno venidero de los hombres… “Con una estrella en el bolsillo…una estrella nueva de paladio, de fósforo y de imán”.-