La propuesta del Presidente Mejía

Por Juan Bolívar Díaz

            La propuesta del Presidente Hipólito Mejía para resolver la crisis del Partido Revolucionario Dominicano (PRD), de acuerdo a lo revelado este sábado por HOY, no puede ser rechazada por el resto de los pre-candidatos y difícilmente pueda aparecer otra que reúna más posibilidades de salvar la unidad de esa organización.

De acuerdo a revelaciones confidenciales, el primer mandatario propone que el candidato presidencial sea electo por la mayoría absoluta de los votos de los perredeístas. Eso obligaría a una segunda ronda entre los dos más votados, si en la primera ninguno obtiene la mitad más uno de los sufragios.

Esa fórmula impediría que el candidato perredeísta pudiera ser fruto de una minoría del universo de la militancia, en virtud de la multiplicidad de competidores. Y permitiría alianzas para la segunda ronda, con lo cual los opositores a la reelección tendrían la oportunidad de hacer causa común.

Un candidato de minoría, cualquiera que fuere, en las actuales circunstancias de dispersión del PRD, implicaría casi automáticamente una o más divisiones, o por lo menos la inhibición de una parte del partido, lo que terminaría por dar el palo de gracia a las expectativas de mantenerse en el poder más allá del 16 de agosto próximo.

Lo que debería rechazar la mayoría de los aspirantes a la candidatura es la otra parte de la propuesta, según lo que ha trascendido. Eso de que el poder se reparta entre los precandidatos en proporción a los votos que obtengan. Reivindica un criterio patrimonialista del Estado que esta nación tiene que rechazar.

Asumiendo que la mayoría de los perredeístas son contrarios al reeleccionismo, como han indicado las encuestas, terminaría imponiéndose el principio sustentado por la organización desde su fundación en 1939.

Los siete precandidatos que recientemente firmaron un pacto para cerrar el paso al continuismo y reivindicar los principios perredeístas tendrían todavía la opción de sumar fuerzas desde la primera votación, lo que tendería a fortalecer su posición.

Esto último parece sumamente difícil en un partido donde cualquiera monta una campaña para presidente y se cree con posibilidades de ganar, aunque no quede registrado en una sola encuesta, o sus índices de popularidad anden en un solo dígito.

El único reparo que podrían presentar los precandidatos antireeleccionistas es que la fórmula del presidente Mejía deja abierta la posibilidad de contradecir el principio que defienden, reafirmado por numerosas convenciones de la organización, aunque no está expresamente consignado en sus estatutos.

Pero no es suficiente argumentación. En última instancia sería la mayoría de la militancia la que decidiría. La propuesta de plebiscito también deja abierta la posibilidad de que la mayoría diga sí al continuismo.

Como Milagros Ortiz Bosch, Hatuey de Camps, Rafael Suberví Bonilla, Enmanuel Esquea, Ramón Alburquerque, Rafael Abinader y Rafael Flores Estrella están convencidos de que la mayoría de los perredeístas rechazan la reelección, la propuesta de Hipólito Mejía permite demostrarlo.

De lo contrario tendrían que admitir que su partido se transformó en el poder, y si no lo aceptan construir otro que reivindique el principio. Al fin de cuentas algunos de ellos no hicieron nada o muy poco para oponerse a la burlesca reforma constitucional del año pasado que restableció la posibilidad de la reelección, prohibida por el propio partido apenas 8 años antes.

Queda el reparo de que la maquinaria gobiernista se impondría en primera o segunda votación. Pero ¿ no ocurriría también en el plebiscito que proponen los siete precandidatos?

Después de todo, lo que propone el presidente Mejía es una fórmula de transacción. Es un paso importante que él esté dispuesto a someterse al mandato de la mayoría de los militantes de su partido. No aceptar esa fórmula podría conducir a la división, con la que pierden todos, y tal vez hasta el país. Sería sugestivo que alguno piense que podría doblar el brazo por completo a un Presidente de la República.

Por priemra vez en meses de disputa, los perredeístas tienen una oportunidad de poenrse de acuerdo. Tienen que apresurarse, porque ya hay bastante cansancio de sus querellas y enfrentamientos. El tiempo se les está agotando y hay quienes creen que ya puede ser demasiado tarde.

Y si vuelven a perder el poder por incpacidad de ponerse democráticamente de acuerdo, que se preparen para la dispersión y para enterrar ese partido que ha sido símbolo de la democracia. Pero como ésta en la situación nacional, más pretensión que realidad.-