La deserción de los peloteros

Por Juan Bolívar Díaz

No me cuento entre quienes cuelgan la patria de las piernas o los brazos de los deportistas. Incluso a menudo me río cuando veo esos nacionalismos que dependen tanto de las hazañas deportivas o artísticas, que no dejan de ser expresión de carencias y frustraciones.

Pero de cualquier forma reconozco que para la gran mayoría de la población mundial, los juegos olímpicos y los torneos y festivales internacionales, son verdaderas competencias entre las naciones, donde en cada acción se juegan los colores de la bandera y el sentimiento nacional.

Como país pequeño y pobre, la República Dominicana apenas ha disfrutado de una medalla de oro olímpica, gracias a las habilidades de Félix Sánchez, el corredor que habiendo nacido en Estados Unidos de padres dominicanos, reivindicó la nacionalidad de sus progenitores a la hora que le tocó el éxito internacional.

Juan Luis Guerra y algunos otros artistas han cosechado éxitos en festivales internacionales “poniendo en alto” el nombre de la nación.

Pero donde se ha refugiado con más fuerza en los últimos años el sentimiento nacional reivindicado es en el ámbito del béisbol, gracias a esa inmensa legión de estrellas dominicanas que han escalado los honores de las Grandes Ligas de los Estados Unidos.

Son verdaderos símbolos, ídolos nacionales, en los cuales nos sentimos realizados y representados. Nuestros presidentes los han declarado reiteradas veces como “los mejores embajadores” de la nación. Aquí los recibimos y les damos tratamiento de héroes.

Desde que el año pasado se anunció que por primera vez se celebraría un torneo mundial de béisbol, los dominicanos y dominicanas  comenzaron a vibrar, a soñar con la posibilidad de la corona universal en la actividad en que mayores habilidades hemos demostrado.

El sueño estaba fundamentado en la gran cantidad de beisbolistas que tenemos, en su calidad y capacidad competitiva. Muchos de ellos alentaron esas vibraciones con promesas de que estarían en el clásico mundial enarbolando los colores de la patria.

Pero ha resultado que a la hora de recoger los bates y los guantes, una buena proporción de las luminarias nacionales han encontrado pretextos para desertar, sembrando frustraciones en sus legiones de seguidores y simpatizantes.

No faltaron quienes pura y simplemente no les interesó la participación en el mundial de béisbol, porque no habría de por medio el dineral a que están acostumbrados. Otros han temido lesionarse y ver afectadas sus carreras, el mismo pretexto que la mayoría usa para no participar en los torneos nacionales, negando a los suyos el placer de verlos personalmente en acción.

En este caso tal pretexto tiene menos justificación por cuanto el clásico mundial es organizado por la federación de los mismos clubes que los han hecho multimillonarios, y se supone que los riesgos son los mismos de los entrenamientos y de los torneos norteamericanos.

Resulta decepcionante que estrellas tan idolatradas en el país como Pedro Martínez, Samuel Sosa, Manny Ramírez, Vladimir Guerrero, Luis Castillo, Aramis Ramírez, José Mesa, Armando Benítez, y Francisco Cordero, entre otros, hayan evadido la representación nacional.

Algunos han recién descubierto que no están preparados para participar en el torneo. Y no lo están efectivamente, porque no lo quisieron, porque fueron incapaces de sacrificar uno de sus cinco meses anuales de vacaciones, para iniciar sus entrenamientos a tiempo.

Vladimir Guerrero se aferró a la trágica muerte de tres primos en reciente accidente automovilístico. Tampoco se justifica, porque no es a una fiesta bailable que se le convoca. Cuando eso ocurrió su equipo le  dio un día de descanso. No era suficiente para que lo dejaran abandonar los entrenamientos y venir al entierro. Y sigue en los entrenamientos y estará jugando en los partidos de exhibición al mismo tiempo que se desarrollará el clásico mundial.

Aún con tantas deserciones, el equipo dominicano todavía puede ser ganador, razón por la cual todos debemos darle seguimiento. También como forma de reconocer a los que han asumido la representación nacional, encabezados por deportistas de tanta vergüenza como Miguel Tejada y David Ortíz.

El reconocimiento debe extenderse a Bartolo Colón, Moisés Alou, Albert Pujols, Alfonso Soriano, Adrián Beltré, Ronnie Belliard, Julián Tavárez, Daniel Cabrera, Miguel Batista y Odalis Pérez, Así mismo a Jorge Sosa, Salomón Torres, Willie Mo Peña, Ervin Santana, Alberto Castillo, Dámaso Pérez, José Reyes, Pedro Féliz, Juan Encarnación, Francisco Liriano, Plácido Polanco y otros.-