Por Juan Bolívar Díaz
Entre importantes dirigentes del Partido Revolucionario Dominicano (PRD) circula el planteamiento de que la democracia es mayoría, con el que se trata de justificar que el segundo partido del sistema no tenga representación en el Consejo Nacional de la Magistratura (CNM) para la elección de tres jueces de la Suprema Corte de Justicia.
Hasta a perredeistas ponderados y reflexivos se le ha escuchado justificar que el partido de gobierno se atribuya tres de los cuatros representantes del Congreso ante el CNM, dejando sin representación al Partido de la Liberación Dominicana (PLD), “porque para eso tenemos mayoría y ni la constitución ni las leyes nos obligan”.
Están olvidando, a conveniencia, que en la democracia tienen expresión también las minorías. Es más, sin su participación deviene la unanimidad o la uniformidad, la imposición y hasta la dictadura.
Si hubo en el país en los últimos años un cultor de la representación proporcional, de la concertación y las negociaciones ese fue el líder perredeista José Francisco Peña Gómez. Es más, esa fue una de sus mayores prendas políticas, de las que más lo encumbraron en la conciencia nacional y en los escenarios internacionales.
Desde la oposición el PRD reclamó con energía el derecho a la representación proporcional como esencia de la democracia. Y si muchas veces se la negaron o escamotearon, ello no da licencia ni justifica que ahora pretendan repetirlo desde el poder.
Ni siquiera contra el PLD que conspiró contra la mayoría perredeista en la Cámara de Diputados y en la Liga Municipal Dominicana. Esas conspiraciones fueron de los peores errores del gobierno del doctor Leonel Fernández y de su partido. Y tuvieron un alto costo, en cuanto proyectaron arrebato, autoritarismo y falta de capacidad de negociación.
La Constitución establece que el CNM se integra con el Presidente de la República, los presidentes de las dos cámaras legislativas y el de la Suprema Corte de Justicia y un miembro adicional de cada uno de estos tres organismos estatales, para un total de siete.
Especifica que el miembro adicional del Senado y la Cámara de Diputados tiene que ser de un partido distinto al respectivo presidente. Obviamente, en base a la representación de las minorías, a la búsqueda de la pluralidad. Debió establecerse que fuera del segundo partido con mayor número de representantes, como se postula en el anteproyecto de reforma constitucional elaborado por la comisión especial designada por el Presidente Hipólito Mejía.
No se discute la representación del Partido Reformista Social Cristiano en el CNM, puesto que la presidenta de la Cámara de Diputados, la reformista Rafaela Alburquerque, es miembra de pleno derecho. En razón de la mayoría, el miembro alterno en esa cámara debe ser un perredeista.
Pero como el Presidente del Senado es perredeista, y el PLD tiene en esa cámara la segunda mayoría, cuatro senadores, es a uno de estos que corresponde el puesto alterno en el Consejo de la Magistratura.
Plantearse escoger a un miembro de alguno de los partidos aliados del PRD, sea el de la Unidad Democrática o el de los Trabajadores Dominicanos, es emplear una triquiñuela para evadir el espíritu de la Constitución. No será ilegal o ilegítimo, pero absolutamente improcedente y hasta abusivo.
De concretarse ese despojo la próxima semana cuando las cámaras deben escoger sus delegados ante el CNM, el PRD estará desconociendo la segunda mayoría en el Congreso. Peor aún cuando la tercera, integrada por los reformistas, estará representada en virtud del voto perredeista que la ha mantenido en la presidencia de la cámara baja.
Sería un absurdo y un abuso, porque 49 diputados y 4 senadores son peledeistas, más del doble de los 17 diputados y 2 senadores reformistas. Y en los comicios presidenciales del año pasado, el PLD obtuvo, como partido, más votos que el PRSC.
Sólo el profundo encono y el sectarismo que divide a perredeistas y peledeistas, aunque hay que admitir que estos últimos lo han cultivado en mayor grado, puede explicar, nunca justificar, la pretensión de dejar sin representación en el CNM a la segunda fuerza política.
Como todavía hay tiempo, debemos albergar la esperanza de que se imponga la ponderación en un partido en el poder y que precisa de un clima constructivo de gobernabilidad para enfrentar los graves y grandes problemas nacionales, sobre todo en estos tiempos de recesión económica nacional e internacional. Un peledeista en el CNM será beneficioso para la democracia.
Y si persisten en el sectarismo extremo y el arrase, en aras de una mayioría absoluta en el CNM pagarán el precio en términos políticos. Que se miren en el espejo del PLD y su gobierno. Por de pronto eso sólo servirá para elevar el clima de desconfianza y las incertidumbres presentes en el ámbito nacional.