Por Juan Bolívar Díaz
Más allá de una hipocresía bien generalizada, la sociedad es una suma de intereses, todos más o menos legítimos y los gremios y asociaciones están para defender y promover derechos e intereses de sus miembros. Pero es obvio que esa defensa y promoción tiene que guardar alguna proporción con los interes de los demás sectores, especialmente cuando son de la generalidad.
Esta consideración viene a colación por la injustificada como inexplicable ausencia de la Asociación Médica Dominicana en el acto inicial del Sistema Dominicano de Seguridad Social y el paro de labores con que los médicos recibieron un acontecimiento de tanta significación y trascendencia.
Desde hace tiempo la AMD, el gremio profesional más antiguo y sólido, viene dando olímpicas demostraciones de ignorancia del interés colectivo. Y sus dirigentes no tienen el menor cuidado de no exagerar en la defensa de sus intereses.
La paralización de labores en la región suroeste en víspera de que se iniciara por ahí el nuevo servicio nacional de salud fue una exageración y desconsideración de cara a la opinión pública, y en nada ayuda a los legítimos derechos de los profesionales de la salud.
La motivación puede ser discutible, pero la oportunidad no. Estaba fuera de toda proporción boicotear el inicio de su sistema tan complicado, que demandará tantos esfuerzos, tanta conciliación de intereses, que implicará una inversión mayúscula y que todos debemos evitar que genere frustraciones.
Los médicos pudieran tener razón al demandar una mejor tarifa que la asignada por la Superintendencia de Salud. Pero podía desarrollar un programa de negociaciones y hasta de lucha que no implicara el radicalismo de parar los servicios cuando se iba a celebrar el inicio de la reforma.
Más incomprensible cuando se escucha al doctor Bernardo Defilló asegurar que la tarifa fijada por servicios médicos es mejor que la que pagan las aseguradoras privadas. Por cierto que todavía se está a la espera de que los médicos paralicen siquiera una hora los servicios privados.
A nombre de un supuesto rechazo a la privatización, los médicos exigieron y lograron mediatizaciones de la ley de seguridad social, algunas de las cuales conspiran contra el derecho de los usuarios a elegir libremente su prestadora de servicios. Pero lo consiguieron paralizando los servicios a los aseguradores públicos y a los hospitales donde acuden los pobres e indigentes.
Durante años han defendido horarios privilegiados y actitudes irresponsables de quienes cobran sin trabajar, lo que perjudica los intereses de la mayoría de los médicos que se fajan en horarios extraordinarios.
Ahora se percibe que la AMD rechaza el sistema de pago por servicios prestados, porque obligaría a muchos de sus miembros a trabajar para obtener los ingresos que les asegura un puesto en los organismos del Estado.
Ocultan miserables planteamientos tras la supuesta defensa del interés publico. Pero indirectamente estimulan la privatización, al contribuir a descareditar los servicios de los hospitales públicos y del seguro estatal.
Para colmo, cuando la AMD ha tenido que contratar servicios médicos para sus miembros, nio ha negociado con el IDSS ni mucho meos con la secretaría de Salud Pública, sino con aseguradores privados. Pero quiere mantener atados a los demás trabajadores a los servicios del Estado.
Ahora que la eficiencia y la calidad de los servicios será determinante por la competencia que se ddesatará, el gremio médico está en la obligación de revisar sus métodos de lucha para abandonar la abusiva práctica de pararlizar los servicios como forma de chantaje ante los poderes públicos.
Chantaje en doble sentido, por un lado porque la paralización indefinida afecta políticamente a los gobernantes de turno, y por el otro porque la cancelación no hace más que complicar los enfrentamientos.
El pago de servicios prestados es de las ventajas que conllevara el nuevo sistema de salud. Así serán premiados los muchísimos médicos, especialmente los jóvenes, que trabajan horarios por encima de lo normal. Aquellos especialistas que cobran por pasar por los hospitales tendrán que ajustar su patrón de ejercicio profesional.
Es una pena que dirigentes gremiales inteligentes y dedicados no puedan comprender que la saturación y el abuso de las paralizaciones corre en contra de la imagen y el buen nombre de su profesión. Tanto en los niveles pobres de la sociedad, que padecen las consecuencias, como ante los ojos más críticos.-