Gerard Pierre Charles

Por Juan Bolívar Díaz

Tuve el privilegio de conocerlo en México, en 1966 cuando llegué allí como estudiante, tras la Revolución Constitucionalista, con el país intervenido por Estados Unidos y con la Universidad Autónoma de Sabndo Domingo cerrada.

Creo que lo encontré en casa de Randolfo Núñez, impoluto oficial constitucionalista adscrito a la embajada dominicana, sometido al dorado exilio, donde confluíamos todos los estudiantes, los exiliados, y dominicanos en general que pasaban por esa urbe.

Gerard impresionaba a primera vista. Era ya un profesor reputado de la facultad de ciencias sociales y políticas de la Universidad Nacional Autónoma de México. Poco después estaría dirigiendo su centro de estudios del Caribe.

 Sencillo como es, ofrecía su amistad y su casa hasta al último estudiante dominicano que conocía. Para ello siempre contaría con la complicidad de su compañera Suzy Castor, como él sociologa e historiadora.
Entré allí una vez y tuve que seguirlo haciendo durante dos décadas, cada vez que volvía por México. Si Gerard se enteraba que estaba en la ciudad, cogía sus muletas y abordaba su automóvil preparado para manejarse todo manualmente, y se desprendía a buscarme a cualquier casa u hotel donde me encontrara.

Creo que su relación con los dominicanos durante su exilio de tres décadas en México se inició como un acto de solidaridad, frente a una nación militarmente intervenida. Se empeño, y lo logró, en demostrarnos que la hermandad de los nativos de la isla estaba por encima de todas las querellas, resentimientos e incomprensiones acumulados.

Fue Pierre Charles el primer haitiano a quien escuché relatar historias adelantadas de las relaciones fraternales que algún día se instaurarían entre las dos naciones condenadas a compartir esta pequeña isla caribeña.

Estaba de regreso en México, en 1971 cuando organizó, con auspicios de la UNAM, un primer encuentro de intelectuales dominicanos y haitianos, al cual fueron invitados unos 15 profesores de la Universidad Autónoma de Santo Domingo y que constituyó un punto de arrancada importante para nuevas relaciones bilaterales. El actual canciller Hugo Tolentino estuvo entre ellos.

En abril de aquel año, cuando murió el tirano Francois Duvalier, celebramos con Gerard el advenimiento de la libertad y la democracia para Haití. Declaramos a la prensa mexicana que “Baby Doc” no podría sostenerse en el poder. Pero se quedó 15 años, hasta 1986 y otros 15 años han transcurrido después, y la libertad y la democracia siguen como materias pendientes en la vecina nación.

De manera que en estos días he tenido que preguntarle a Gerard Pierre Charles, de visita en el país, qué diablo es lo que impide que Haití se encuentre con la libertad y la autodeterminación democrática. El primer país en proclamar la abolición de la esclavitud, donde se hizo la primera revolución y se proclamó la segunda independencia de América, después de los Estados Unidos.

En el almuerzo de los medios de comunicación del Grupo Corripio, Pierre Charles ofreció un recital político, lleno de ponderación, reflexiones, sabiduría y valor. Y se extendió sobre lo mucho que representa la República Dominicana para las mejores aspiraciones haitianas.

Quedó claro que él y la Convergencia Democrática, una coalición de 15 partidos por la democracia, y de la que es coordinador general, esperan la más amplia solidaridad de los dominicanos con sus luchas y objetivos.
La merecen y nos conviene ofrecersela. Si tuviéramos una acertada política sobre Haití, a hombres y mujeres como Gerard Pierre Charles y Suzy Castor, deberíamos declararlos bajo nuestra protección. No para llevarlos al poder, en una expresión de intervencionismo, sino para que resulten más difícil agravios imperdonables como los del 17 de diciembre pasado.

Aquel día las turbas aristidistas asaltaron los locales de la Convergencia Democrática. Pero además saquearon y quemaron la residencia de Gerard y Suzy en Petion Ville, y un centro de investigaciones sociales que instauraron con ayuda nacional e internacional, destruyendo un patrimonio bibliográfico y cultural irrecuperable.

Todo aquello fue más bestial por cuanto la ofensiva devastadora ocurrió contra opositores que desde hacía meses se sentaban a la mesa de negociación con el gobierno buscando soluciones pacíficas a la profunda crisis económica social y política que abate a la nación.

En un Haití de tan pocos horizontes, con un gobierno aislado por el mundo a consecuencia de sus prácticas autoritarias, con un pueblo sumido en la desesperanza y en la miseria más acuciante del continente, un Gerard Pierre Charles es un privilegio. Ojalá que un día cercano ese pueblo le de la oportunidad de asumir su dirección. Los que le conocemos sabemos que lo haría con integridad y vocación democrática.

Gerard Pierre Charles podría ser un factor fundamental en el arranque de una nueva etapa para Haití y para las relaciones domínico-haitianas. Por eso hay que expresarle solidaridad y, en la medida de lo posible y legítimo, ofrecerle ayuda.-