Es falta de cultura democrática

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Por Juan Bolívar Díaz

Tanto el largo debate de 20 años sobre el proyecto de Ley de Partidos como el del último año por imponer en ella el padrón electoral abierto para la elección de los candidatos de todos los partidos, lo que ratifican es la ausencia de cultura democrática, en la sociedad dominicana, pero sobre de los que aspiran a administrar el Estado y representar a la ciudadanía.

No es que en la base social haya prendido la cultura democrática, sino que es practicada de forma implacable en los altos niveles, donde no se aceptan reglas que garanticen igualdad de oportunidades, incluyendo la dirección de organizaciones profesionales, sindicales, en las academias, en los clubes de todas las categorías y hasta en las juntas de vecinos. Ojalá fuera sólo en los partidos, porque ya hubiesen sido sustituidos, aunque en ellos el arrebato es más grave puesto que aspiran a regir el Estado y la sociedad.

Sobran los ejemplos de incapacidad para regirse democráticamente en los partidos de todas las corrientes ideológicas, y en instituciones tan respetables como el Country Club y la Asociación Médica Dominicana que llegaron a tener dos directivas paralelas, el Colegio de Abogados que pasó varios años sin elegir dirigentes, la Academia de la Lengua, donde se cuestiona su funcionamiento, al igual que en centrales sindicales y entidades sociales.

Ahora mismo está penosamente dividida la federación de fundaciones patrióticas.
Se habla de diálogo y búsqueda de consenso, pero de lo que se trata casi siempre es de imponer la voluntad de los gobernantes, que son los responsables de que no se haya aprobado una ley que rija democráticamente los partidos, que los obligue a rendir cuentas y que establezca límites a la desmesura con que se ejerce la política atropellando derechos.

Pero lo del padrón abierto es el extremo. Se ha demostrado que no unifica ni al partido de quienes lo promueven, que lo rechazan casi todas las organizaciones políticas, sociales, empresariales y las iglesias y que después de un año en que una Comisión Bicameral consensuó todo el proyecto de Ley de Partidos, excepto lo del padrón abierto, ahora se plantea volver a ese escenario, lo que sólo se explica en empeño de ganar tiempo.

El presidente Medina no puede alegar que quiere un consenso que hace tiempo existe, excepto en su preferencia, y que se debe buscar ahora en la Cámara de Diputados, tras la aprobación del Senado. El debe honrar su investidura acogiendo el proyecto original de la Junta Central Electoral, fruto del consenso, que propone un padrón actualizado y que cada partido, elija la modalidad, según sus estatutos.

El padrón abierto es objetable porque divide a los partidos, porque promovería otra campaña electoral nacional y la compra de votos que convertiría la política en un inmenso mercado de dinero sucio hasta en el último municipio, y porque es inmanejable en elecciones simultáneas de todos los partidos, al margen de su dudoso carácter constitucional.

Lo curioso es que el único dirigente político fuera de los seguidores del presidente Medina, que comparte el padrón abierto, sea Miguel Vargas, porque cuando perdió la candidatura presidencial del viejo PRD, 46.57% a 53.44% de Hipólito Mejía para el 2012 él comenzó su desguañangue bajo el alegato de que “200 mil peledeístas fueron llevados a votar”, ante una Comisión Organizadora integrada por Enmanuel Esquea, Milagros Ortiz, Hugo Tolentino, Ivelisse Prats y Quico Tabar, cinco de los más honestos ciudadanos que han ejercido la política en toda la historia nacional, quienes le negaron razón.

De ahí en adelante, nada pudo detener el desmembramiento del PRD, hasta su reducción del 47% que sacó en las elecciones del 2012, al menos del 6% cuatro años después. Y aquello fue un padrón sólo “semi-abierto”, el mismo que se había utilizado en el 2007 cuando Vargas le ganó la candidatura a Milagros Ortiz Bosch. Tomaban el padrón nacional de la JCE y le excluían los de los otros partidos. Si aún así se sostuvo que votaron 200 mil peledeístas, imagínense cuántos se hubiesen alegado con un padrón totalmente abierto como el que él y Danilo Medina quieren ahora.