El negociazo de las visas dominicanas

Por Juan Bolívar Díaz

             Desde hace décadas uno de los negocios más lucrativos y vergonzosos que mantienen los administradores del Estado Dominicano es el de los visados para ingresar al país, objeto de numerosos escándalos, uno de los cuales está ocurriendo actualmente en Haití, donde hace tres años se registró lo mismo.

            Durante mucho tiempo los consulados de la nación se cuentan entre los puestos más cotizados por aquellos que se fajan en las campañas electorales o tienen la dicha de ser parientes y amigos de los gobernantes.

            Desde luego, hay consulados de tres, cuatro y hasta cinco estrellas. Aunque algunos han caíodo en la degradación cuando las urgencias del turismo nos obligan a eliminar el requisito del visado para ingresar al país. Si es en una nación con la que tenemos escaso intercambio comercial, aquello “no sirve”.

            Precisemos que los consulados de primera son aquellos donde hay una fuerte colonia dominicana a la que se explota cobrándole hasta 100 dólares por el sellado de cualquier documento. Tienen mucho tránsito de pasajeros hacia el país y al mismo tiempo intenso intercambio comercial. Es el caso de las oficinas consulares de Nueva York, Miami y San Juan de Puerto Rico.

            En la misma categoría entran otros consulados de naciones con las que tenemos un alto intercambio comercial, como Japón, Taiwán y Alemania, especialmente en las dos primeras donde todavía requerimos visas, justificable por el alto número de chinos y japoneses que rondan por el mundo. De cuatro estrellas serían los consulados en Haití, Boston, New Orleans y Hamburgo.

            En los inicios de los años noventa, un alto funcionario taiwanés nos contaba alarmando, cómo se abusaba con el cobro del visado a sus nacionales. En esos días venía una numerosa delegación de empresarios, unos cincuenta. Como se les cobraba hasta 200 dólares por la visa, se la ingeniaron para pedirla directamente a la cancillería dominicana, através de la valija diplomática de Taipey.

            Así se hizo, pero los chinos no contaban con la astucia dominicana. Como el embajador-cónsul virtualmente vivía en Santo Domingo, y tenía familiares en Taiwán que administraban el negocio, fue oportunamente enterado del inusual pedimento de visas. El hombre apresuró un viaje hacia el lejano oriente. Recogió en la cancillería todos los pasaportes de los chinos y se los llevó. Los visó él mismo y cobró como siempre.

            Son innumerables las fortunas que se han hecho con el tráfico de los consulados, a través de las visas, del sellado de documentos y de las históricas facturas comerciales, que en esencia prevalecen a pesar de un maquillaje operado en este gobierno, después de muchas promesas de eliminarlas.

            La cancillería y el gobierno generalmente se hacen de la vista gorda ante los excesos que alcanza el tráfico de visas. Hasta que de tiempo en tiempo estalla un escándalo. Como cuando una cónsul vendió millares de visas en el lejano oriente a personas que no calificaban. Entre los expedientes que recientemente evacuó el Departamento de Prevención de la Corrupción de la Procuraduría General con recomendación de abrirle proceso judicial está el de una cónsul en Colombia del pasado gobierno.

            Cuando Silvio Herasme Peña era embajador en Haití hubo de solicitar la cancelación de dos de los tres cónsules dominicanos por graves irregularidades que involucraban la expedición de millares de visas. La esposa de un político fue cancelada, pero el otro era hermano de un ministro y alto dirigente del partido gobernante. Lo castigaron enviándolo a Mayaguez, Puerto Rico, para que prosiguiera la fiesta.

            Esta semana el diario Ultima Hora ha publicado un informe de la Cancillería dominicana revelador de que prosigue el negociazo con los visados en Haití, donde ahora los consulados son 5, para beneficiar a dos compañeros más.

            Según el informe, en los primeros tres meses del año los consulados en Haití emitieron 28 mil 182 visas, cifra que triplica la cuota que tenían asignadas. Como a cada haitiano le cobran 40 dólares por la visa, el total sería de un millón 127 mil 280 dólares. Al fisco nacinal se remite, vía cancillería, 10 dólares por visa, lo que implicaría 281 mil 820. Mientras los “servidores consulares” se embolsillarían 845 mil 460 dólares. Recuereden que eso fue sólo en tres meses.

            Más de la mitad de esa cantidad de visas se otorgan en dos de los cinco consulados, lo que implica que en esos, los cónsules están recibiendo más de 200 mil dólares trimestrales. A ese ritmo terminan el año con un millón de dólares de ingreso.

            Pero mientras ellos se enriquecen, el informe de la Cancillería indica que de los 28 mil 182 haitianos que ingresaron con visa en el trimestre, 16 mil 322, más de la mitad, no han salido del país.

             Toleramos y auspiciamos esos tráficos con los haitianos y al mismo tiempo se denuncia que ellos nos están invadiendo. Una explotación más, tan vulgar como la de la importación clandestina de manode obra barata, que no puede exigir ni protestar.

              Y aunque la cancillería está realizando una investigación, y posiblemente el doctor Hugo Tolentino concluya pidiendo destituciones, no hay razón para esperar algo más que lo ocurrido hace tres años, alguna cancelación, algún traslado y el reinicio del tráfico por los nuevos designados, tan pronto pasen algunos meses y se baje la guardia.

               Y luego los gobernantes se rasgan las vestiduras cuando el 80 por ciento de la población opina que hay corrupción.-