Al amigo Euclides, con cariño

Este va en primerísima persona, ya que en días pasados, en su primera andanada contra las entidades de la sociedad civil que firmaron un comunicado reclamando límites a la malversación de los recursos estatales, Euclides Gutiérrez tuvo la gentileza de separarme,  junto al doctor Luis Scheker, de esa colección de insignificantes que a su juicio constituyen el movimiento cívico Participación Ciudadana (PC).

Supongo que de esa forma quiso honrar la relación respetuosa que hemos sostenido durante décadas en el quehacer profesional y político nacional. Pero a decir verdad no me sentí satisfecho con tal distinción. Prefiero que me mantenga junto a esos varios cientos de humildes ciudadanos que integran PC, que tanto han contribuido a mantenerme viva la fe en la sociedad dominicana durante los últimos 16 años.

Ahora que Euclides llamó a sus parciales del Partido de la Liberación Dominicana a romper lanzas y pelear en defensa de las agresiones de PC, Finjus y otras corporaciones de anónimos ciudadanos, me veo obligado a expresarle mi rechazo, por los términos tan desconsiderados que utilizó al reclamar que le den la nómina de sus empleados, preguntando “de donde sacan ellos el dinero para andar en carros bonitos, ropa, muchos sacos y corbatas, gente que no tiene antecedentes de éxitos profesionales ni de magisterio”.

Con planteamientos tan desconsiderados, tan escasos de argumentación política o ideológica Euclides dio una justificación para que le recordaran un pasado trujillista de años juveniles del cual había logrado reivindicarse. Demostró además una ignorancia total de lo que es y quienes constituyen PC, indigna de un político tan veterano.

Si Gutiérrez  maneja el Internet sólo tiene que buscar en WWW.pciudadana.com y  encontrará toda la información que pidió y mucha más. Pues pretendiendo ser coherente desde su fundación PC mantiene actualizada la información referente a sus ingresos y egresos, fuentes de financiamiento, nómina y salarios de sus empleados administrativos y técnicos, además de un director ejecutivo.

En la institución central sólo hay una decena de asalariados y otra veintena en varios proyectos como el de formación de líderes y las casas de justicia que se realizan en acuerdos con otras instituciones. En su mayoría dedican muchas horas sobre el horario laboral y en días festivos a trabajar por la institución. Todos los dirigentes de PC, miembros del Consejo Nacional, el Comité Coordinador y las comisiones de trabajo, son voluntarios que no reciben ninguna remuneración, ni gastos de representación, ni combustible para sus vehículos que ponen al servicio de la institución. En cambio pagan una cuota mensual.

Si se pasa revista a los 15 coordinadores generales que ha tenido PC se podrá comprobar que todos llegaron a la institución con ropa, saco y corbata y antecedentes de éxitos profesionales: el empresario Tony Isa Conde; los economistas y financistas Isidoro Santana, Melba Barnett Rivas, Alfonso Abréu Collado, Paulo Herrera Maluf y Francisco Checo; los politólogos y sociólogos Rafael Damares Toribio, Faustino Collado, Ramón Tejada Holguín y Miriam Díaz Santana; los abogados Francisco Alvarez Valdez, Luis Scheker Ortiz y Samir Rafael Chami Isa; así como el ingeniero Porfirio Rodríguez Iriarte y el líder comunitario José Ceballos.

Como coordinadores generales todos tuvieron que cumplir jornadas de trabajo gratuito, a menudo con más de 40 horas a la semana. Absolutamente todos salieron del cargo sin una camisa ni saco adicional. Y como ellos hay varios centenares en muchos municipios. Son tantos que es imposible identificarlos, aunque tengo que pedir permiso para señalar a luchadores democráticos de más de medio siglo como Josefina Padilla, Oscar Grullón y Polón Muñoz.

PC es una institución democrática, sin caudillismo ni clientelismo, que enorgullece a quienes hemos militado en ella, que transparenta todos sus actos, aunque ninguna ley la obliga. Pero no ocurre lo mismo con la Superintendencia de Seguros que dirige Euclides Gutiérrez, que sí está obligada por la ley de Libre Acceso a la Información y su reglamento a mantener  en Internet todo lo referente a presupuesto, ingresos y gastos, licitaciones, concursos, compras,  así  como listados de funcionarios y empleados con sus funciones y remuneraciones, y declaración jurada de bienes.

El sitio de la Superintendencia de Seguros carece de toda esa información. Es una pena que Euclides todavía no haya podido cumplir con el mandato de esa ley y de su reglamento,  que en el inciso 8 del artículo 21 incluye también el “Listado de beneficiarios de programas asistenciales, subsidios, becas, jubilaciones, pensiones y retiros”. Podría haber transparentado  la nominilla que el año pasado él mismo confesó que tiene en el organismo estatal que dirige. Cuánta pena amigo Euclides!