Parece haber más elementos subjetivos de orden preventivo, que objetivos de consecuencias inmediatas, en el festival de aumentos de precios que ha acaparado la atención nacional en esta primera semana del 2006, aunque esta situación era previsible por las expectativas acumuladas.
El detonante ha sido la decisión del gobierno de aplazar hasta mitad del año la eliminación del recargo cambiario y el tratado de libre comercio con Estados Unidos mientras ponía en vigencia la ley de reformas tributarias que amplían la base del ITBIS y aumentan los impuestos a la renta, selectivos al consumo y a algunos combustibles.
Una vez más está en cuestionamiento la capacidad de los dirigentes del Partido de la Liberación Dominicana (PLD) de sintonizar con los sentimientos populares, más allá del regodeo en el discurso sobre el crecimiento de la economía que ya los traicionó en su anterior período de gobierno.
Un festival especulativo
El nuevo año amaneció con nubarrones políticos y sociales, fruto de un festival especulativo incentivado por desaciertos gubernamentales que se inició tan pronto se abrieron los comercios el lunes 2 de enero. Informes de prensa dieron cuenta que en algunos comercios, especialmente supermercados, brigadas de empleados tuvieron que madrugar para remarcar precios en innumerables artículos.
Se llegó a dar cuenta de incrementos de precios de hasta un 20 por ciento que se atribuía a la entrada en vigencia de la última ley de reformas tributarias, especialmente a la aplicación del impuesto a la transferencia de bienes industrializados y servicios (ITBIS) a otros 200 nuevos productos.
Hubo tantas subjetividades en el ambiente que hasta las informaciones eran muy generales y poco específicas, y analizadas con rigurosidad se puede apreciar que hubo hasta sensacionalismo, todo ello basado en el sentimiento generalizado de que los precios es parriba que van.
Del análisis de los acontecimientos se puede concluir en que hasta ahora no ha habido razones objetivas para ese inmediato festival de aumentos de precios, aunque sí a breve y mediano plazos.
Por de pronto los funcionarios gubernamentales del área recaudatoria han tenido que salir rápidamente al frente para despejar incertidumbres y precisar alcances de las reformas impositivas. El director de Impuestos Internos, Juan Hernández, precisó que la lista de 200 productos a los que se aplicaría el ITBIS se redujo a unos 150, de los cuales sólo una decena pueden ser considerados de consumo masivo: bacalao y arenques, quesos, uvas, pastas de tomate, sopas y potajes, vinagre, sal, pasta dental, jabones y detergentes y fósforos.
Los abonos son también gravados, aunque sus efectos no son inmediatos, y a ellos hay que agregar aquellos a los que se eleva el impuesto selectivo, como el gas oil, y la gasolina premium, bebidas alcohólicas, cigarrillos, vehículos, los secadores y licuadoras.
El presidente de la Cámara Dominicana de Empresas Comerciales, Iván de Jesús García, sostuvo el miércoles que unos 200 productos subieron de precio a consecuencia de las reformas tributarias.
Falta de sintonía del PLD
Los acontecimientos que inauguraron el año demuestran que persiste una cierta falta de sintonía con el sentimiento general que ha afectado la gestión pública del Partido de la Liberación Dominicana desde su anterior período gubernamental.
De los peledeístas se dice que se las saben todas y como tienen un magnífico discurso y se creen moralmente por encima de todo el resto nacional, tienen dificultades para escuchar e interpretar el sentimiento popular. Al saber tanto creen que pueden hacer cualquier maroma política sin pagar el costo.
El gobierno luce urgido de los mayores recursos posibles seducido por la pendiente resbaladiza de la construcción del sistema de transporte subterráneo que modernizará la capital y para la distribución e inversión política de cara a las elecciones de mayo próximo.
Esas urgencias le impiden registrar que todavía la población no se ha recuperado del inmenso costo impuesto por las quiebras bancarias y la forma en que las enfrentó el anterior régimen.
Tampoco se dan cuenta de que, con o sin razón, la población ya no cree en milagros y que como tal es visto el crecimiento superior al 8 por ciento que según las estadísticas oficiales creció la economía nacional en el 2005. Crecimiento sostenido y mucho más objetivo lo hubo en el período 1996-2000, pese a lo cual la población no favoreció al partido oficial en las dos elecciones que hubo en ese período, hasta desplazarlo del poder.
Es legendaria la reacción del entonces secretario general del PLD de que el mal comido no piensa ante los reveses políticos que tuvo ese partido en su anterior ejercicio gubernamental. Los que no piensan bien o no analizan fríamente son los que se emborrachan en el poder hasta el punto de no entender que la perversa distribución del ingreso determina que el crecimiento económico tenga un efecto muy limitado en las amplias masas de la población.
Todavía el gobierno tiene tiempo para rectificar y eliminar de inmediato el recargo cambiario y el marco adecuado está en la negociación que debe hacer para que el Congreso apruebe el presupuesto para este año, lo que también es fundamental para el fortalecimiento institucional y la credibilidad del sistema político.
La ambición de recursos puede tener efectos contraproducentes, como los que ya se han visto en la primera semana del año, y la sal puede resultarle más cara que el chivo, ya que sus opositores también tienen sus ojos puestos en las elecciones legislativas y municipales de mayo próximo.-
Incentivos a la vista
El primer ingrediente que alentó las alzas de precios fue la decisión del gobierno de mantener el recargo cambiario hasta el primero de julio, sin haber explicado previamente que el mismo no afectaría los productos a los cuales se extendía el ITBIS o se aumentaban los selectivos.
Objetivamente tienen razón los funcionarios en que no se justificaban alzas de precios de hasta un 20 por ciento si a los artículos gravados con el 16 por ciento del ITBIS se les quitaba por otro lado el 13 por ciento del recargo cambiario. Pero el comercio dominicano es muy rápido en elevar precios, sobre todo si hay elementos objetivos que configuran un panorama de alzas.
Hay incentivos a las alzas suficientes: los impuestos a los combustibles y los abonos repercutirán en el costo del transporte de pasajeros y mercancías. A ello hay que sumar la elevación de la tarifa energética en más de un 8 por ciento y las amenazas de dejarla flotar, mientras se manifiestan nuevos aumentos del precio del petróleo que el tercer día del año se cotizó sobre los 63 dólares el barril. Otro elemento objetivo ha sido la devaluación del peso que pasó del 35 por dólar al comenzar el año.
Osmar Benítez, vicepresidente de la Junta Agroempresarial, advirtió que los productos agrícolas subirían hasta un 10 por ciento a consecuencia de la aplicación del ITBIS a los abonos, mientras denunciaba que los fletes fueron aumentados hasta en un 30 por ciento a consecuencia de las elevaciones del costo del gasoil.
Aunque dirigentes de asociaciones comerciales aseguraron que el arroz, las habichuelas, ajo, cebolla y papa han recuperado los niveles de precios que tenían antes de las navidades, ya por incremento de la oferta nacional o por importaciones oportunamente autorizadas por las autoridades.
Ambición rompe el saco
No hay dudas de que el elemento más perturbador ha sido la decisión gubernamental de mantener el recargo cambiario, aunque sea parcialmente y aún si se cumple la promesa de reducirlo al 9 por ciento, hasta la mitad del año. Ya los nuevos impuestos eran conflictivos y promotores de inflación y protestas. Se los había justificado en base a que con la eliminación del recargo cambiario se compensarían neutralizando sus efectos. Además de que eran imprescindibles por la entrada en vigencia del tratado de libre comercio con Estados Unidos y América Central. Pero resulta que después de urgir al Congreso a que aprobara la reforma tributaria por la inminencia del tratado a partir del primero de enero, el gobierno anunció que lo retrasaba hasta el primero de julio. Pero no así los nuevos impuestos ni la completa eliminación del recargo cambiario.
Esa última disposición eliminó la posibilidad de que se redujeran los precios de todos los productos importados, lo que se había ofertado como compensación de la elevación de impuestos.
Al mantener ese impuesto ilegal el gobierno desconoció uno de los elementos en que fundamentó su propuesta de reformas tributarias, perdió credibilidad y causó indignación, creando un caldo de cultivo a la especulación, por los temores de que se siga actuando al margen de la institucionalidad, la legalidad y el consenso. Incentivó también una mayor confrontación con el Poder Legislativo, que tiene razón para sentirse burlado.
El mantenimiento del recargo cambiario se ha justificado en que el Congreso disminuyó la carga impositiva propuesta por el gobierno en más de 6 mil millones de pesos, suma que no representa más del 3 por ciento de los ingresos estimados para este año y que podría ser compensada fácilmente con mínima austeridad, comprando mediante licitaciones o con la eficiencia recaudatoria que el año pasado elevó los ingresos que se habían estimado sobre el 15 por ciento.
Falta de sintonía del PLD
Los acontecimientos que inauguraron el año demuestran que persiste una cierta falta de sintonía con el sentimiento general que ha afectado la gestión pública del Partido de la Liberación Dominicana desde su anterior período gubernamental.
De los peledeístas se dice que se las saben todas y como tienen un magnífico discurso y se creen moralmente por encima de todo el resto nacional, tienen dificultades para escuchar e interpretar el sentimiento popular. Al saber tanto creen que pueden hacer cualquier maroma política sin pagar el costo.
El gobierno luce urgido de los mayores recursos posibles seducido por la pendiente resbaladiza de la construcción del sistema de transporte subterráneo que modernizará la capital y para la distribución e inversión política de cara a las elecciones de mayo próximo.
Esas urgencias le impiden registrar que todavía la población no se ha recuperado del inmenso costo impuesto por las quiebras bancarias y la forma en que las enfrentó el anterior régimen.
Tampoco se dan cuenta de que, con o sin razón, la población ya no cree en milagros y que como tal es visto el crecimiento superior al 8 por ciento que según las estadísticas oficiales creció la economía nacional en el 2005. Crecimiento sostenido y mucho más objetivo lo hubo en el período 1996-2000, pese a lo cual la población no favoreció al partido oficial en las dos elecciones que hubo en ese período, hasta desplazarlo del poder.
Es legendaria la reacción del entonces secretario general del PLD de que el mal comido no piensa ante los reveses políticos que tuvo ese partido en su anterior ejercicio gubernamental. Los que no piensan bien o no analizan fríamente son los que se emborrachan en el poder hasta el punto de no entender que la perversa distribución del ingreso determina que el crecimiento económico tenga un efecto muy limitado en las amplias masas de la población.
Todavía el gobierno tiene tiempo para rectificar y eliminar de inmediato el recargo cambiario y el marco adecuado está en la negociación que debe hacer para que el Congreso apruebe el presupuesto para este año, lo que también es fundamental para el fortalecimiento institucional y la credibilidad del sistema político.
La ambición de recursos puede tener efectos contraproducentes, como los que ya se han visto en la primera semana del año, y la sal puede resultarle más cara que el chivo, ya que sus opositores también tienen sus ojos puestos en las elecciones legislativas y municipales de mayo próximo.-