Por Juan Bolívar Díaz
Con el acuerdo para que los partidos mayoritarios vayan separados a las elecciones congresionales y municipales de mayo próximo, el Partido Revolucionario Dominicano (PRD) estaría buscando una reedición del escenario de 1998, cuando barrió a sus contrincantes, acaparando el 80 por ciento del senado, más de la mitad de los diputados y 95 de las 115 sindicaturas.
Fuentes perredeístas bien informadas confirmaron que ciertamente fue del partido de gobierno de donde partió la propuesta para repetir el acuerdo de no pacto, impulsado por el doctor José Francisco Peña gómez hace 4 años, en las últimas semanas de su vida.
Aunque el caudillo reformista Joaquín Balaguer estuvo de acuerdo con la propuesta, nadie debe descartar una revisión en las cinco semanas que distan para el cierre del plazo para inscribir alianzas, en cuyo caso, llamaría a conversar al presidente Hipólito Mejía y al licenciado Hatuey de Camps, presidente del PRD.
Sorpresivo acuerdo
El acuerdo anunciado tras la visita de Mejía y de Camps al doctor Joaquín Balaguer la noche del jueves constituyó una sorpresa para la opinión pública, luego de los anuncios que se habían formulado en el sentido de que se contemplaba una alianza parcial entre los dos partidos más antiguos.
Incluso el presidente Mejía había hablado de un “Pacto sin arrugas” alentado posteriormente por la reunión que sostuvo con dirigentes reformistas al comienzo de la semana pasada. En medios de comunicación se llegó a señalar las provincias que estarían envueltas en el pacto PRD-PRSC.
Sin embargo, llamó la atención que Hatuey de Camps no avalara el pacto, llegando a manifestar que ignoraba que estuviera en discusión. Para algunos significó que “el Cacique” se sentía marginado de las conversaciones.
Posteriormente se ha sabido que en realidad de Camps tenía en la manga la propuesta de reeditar el acuerdo del 98 para que cada partido se mida con sus propias fuerzas. El habría sido el proponente en la reunión de poco más de una hora con Balaguer. Y se encontró con que el líder reformista la acogió y abundó sobre lo beneficioso que sería que cada partido se arropara con su propia sábana.
A la pregunta de si Balaguer no estaría más bien dando una respuesta de cortesía para luego negociar con el Partido de la Liberación Dominicana (PLD), la fuente perredeísta consultada aseguró que si hay cambio de criterio las dos partes volverían a conversar.
Incluso se dijo que el anuncio de una próxima reunión para “algunas cosas que hay que retocar”, formulado por Hatuey de Camps tras sair de la residencia de Balaguer, era una forma de expresar lo abiertas que habían quedado las vías de comunicación con el viejo caudillo. “Si hay cambio, si Balaguer decide otra cosa, el pacto se daría con nosotros”, aseguró el informante, convencido de que los bonos perredeístas se cotizan varias veces al valor de los peledeístas ante el líder reformista”.
Desde luego que no todo es tan color de rosa como lo advierten algunos perredeístas, pues El Caribe del viernes recogió versiones reformistas, de que el presidente Mejía “fue desairado” por el expresidente Balaguer. Según Johnny Jones, citado por el diario, fue de su líder de donde partió la propuesta de no pactar.
Hatuey de Camps dijo al salir de la reunión en la residencia de Balaguer que ambas partes habían acordado “ir separados pero respetando, como hasta ahora, el espíritu de cooperación y gobernabilidad que ha habido”.
¿Conviene a todos?
En principio la presentación por separado de los grandes partidos está llamada a ser beneficioso para los electores, que tendrían más opciones junto a la de los partidos emergentes y candidaturas “independientes”, como para el proceso democrático nacional, pues de esa forma no se venden paquetes, sino candidaturas individuales.
En el discurso de los promotores de la alianza PRD-PRSC subyacía la intención de aplastar al PLD, o por lo menos de dejarlo sin senadores y un mínimo de diputados y síndicos, mediante la alianza selectiva, que partirían de las 4 provincias en las que el partido morado ganó senadores en 1998: La Romana y El Seibo, Salcedo y Elías Piña. Esta última se dice que ya estaría bajo control reformista, luego de la expulsión del partido morado del titular de esa senaduría.
Pero además, la suma mecánica de los votos de dos partidos grandes para cerrarle el paso al tercero, es un expediente conspirativo contra la representación de la diversidad política de la sociedad dominicana que nació en 1996 contra José Francisco Peña Gómez. En esa oportunidad los principales protagonistas fueron los peledeístas, y ahora parte de los perredeístas quisieran implementar una venganza.
En principio el mayor beneficiario de la participación separada de los tres grandes partidos sería el de gobierno, que sigue siendo reconocido como el mayor y el de más arraigada tradición en una parte considerable de la sociedad dominicana. Tendría de su lado la ventaja competitiva que otorga el poder, especialmente donde se acostumbre abusar del mismo para inclinar la balanza electoral.
Pero entre el PRSC y el PLD nadie puede afirmar categóricamente quién sería el de mayor potencial para valerse por sí mismo. Ambos se atribuyen la segunda posición en sus respectivas encuestas y análisis. Los perredeístas dicen que en sus mediciones el partido colorado aparece muy por encima del morado. Pero esta afirmación puede estar afectada por la confrontación que desde hace años protagonizan los dos partidos que fundara el profesor Juan Bosch.
Vale recordar que la última encuesta Hamilton Beattie para HOY, ejecutada del 22 al 25 de noviembre pasado, otorgó un 38 por ciento de las preferencias al PRD, un 29 al PLD y sólo 23 al PRSC, contradiciendo la convicción de los partidos y de la generalidad de los analistas y observadores.
Seguirá la incertidumbre
Si en algo han coincidido plenamente los voceros reofrmistas y perredeístas es en afirmar que acordaron ir por separado, aunque se disputan la iniciativa. Y las primeras reacciones provenientes del ámbito peledeísta, como la de Danilo Medina, sugieren satisfacción, cuando no alivio ante la perspectiva de un pacto PRD-PRSC que haría difícil el resultado para el partido morado.
El excandidato presidencial peledeísta se contó este viernes entre los dirigentes morados convencidos de que su partido tiene que valerse de sus propias fuerzas, acumulándolas y desarrollándolas, demostrando que es capaz de valerse por sí mismo y que no depende de la gracia de nadie. Admite que esa dependencia hizo perder energía y tiempo al PLD en las coyunturas electorales de 1998 y 2000.
Sin embargo, muchos perredeístas parecen haber asumido la misma dependencia y viven proclamando un pacto electoral con el PRSC, que como siempre depende de la voluntad única y autoritaria del doctor Joaquín Balaguer.
Nadie puede asegurar que el PRD no pueda repetir la historia de 1998 y el 2000, cuando el PLD puso todos sus huevos en la canasta de la avenida Máximo Gómez para descubrir que no fueron incubados y que su contraparte decidió correr solo.
Por de pronto la incertidumbre sobre las posibilidades de alianzas seguirá hasta el final del plazo para su registro. Pues tanto en el PLD como en el PRSC hay quienes creen prioritario reducir la fuerza perredeísta en los diversos poderes del Estado. Aunque para muchos reformistas lo prioritario es aumentar su participación en el Congreso y los ayuntamientos y reducir la del peledeísmo, de cara a la siguiente campaña electoral, la presidencial del 2004.
Transcurrido el plazo para formalizar alianzas quedará a los partidos un recurso, ya previsto por Danilo Medina este viernes: pactar el intercambio del voto de sus militantes en determinados lugares donde la campaña muestre que carecen de posibilidades para la victoria. Aunque esa fórmula de pacto es más difícil de materializar, por lo menos a nivel masivo.
Es más, el excandidato presidencial peledeísta llegó a decir por televisión que tal vez era eso lo que en realidad se había acordado en la reunión Mejía-Balaguer-Hatuey, que sacudió los ámbitos políticos al caer la penúltima semana de enero.
En cualquier caso, Balaguer debe estar bien satisfecho de negociar con sus antiguos confrontadores y reivindicarse una vez más, legitimando en retrospectiva las actuaciones políticas que sus contradictores le criticaban. Además, él sigue siendo el árbitro a quien casi todos apelan, tirado en su sillón reclinable parece un pachá muerto de la risa frente a sus opositores.-