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Las declaraciones del secretario de Hacienda, Vicente Bengoa, en el marco de la asamblea anual del Banco Interamericano de Desarrollo en Colombia, indican que el gobierno aterriza definitivamente a la realidad de la crisis económica, aunque todavía no asume todas sus consecuencias.
La caída de las recaudaciones fiscales, de las exportaciones, del flujo turístico y del crédito bancario al sector privado en el primer trimestre del año, indica que el país ya está sufriendo la recesión que afecta a la economía internacional.
El agravamiento del impacto de la crisis en las naciones de las que depende el turismo, las remesas y las exportaciones dominicanas determina que los organismos internacionales sigan reduciendo las posibilidades de crecimiento económico del país durante el año en curso.
Se reduce el optimismo
Las declaraciones del Secretario de Hacienda en Medellín, Colombia, planteando que el país se encamina a una recesión económica y expresando temores de que las repercusiones de la crisis internacional incidan en estallidos sociales que dificulten la gobernabilidad, causaron sorpresa en la opinión pública nacional.
Vicente Bengoa ha encabezado el sector más optimista del gobierno que durante el último año primero sostuvo que el país estaba blindado ante la crisis económica internacional y luego que nos afectaría pero seguiríamos creciendo con un estimado del 3 por ciento del producto bruto interno en el 2009 en curso. Luego cifraron excesivas expectativas en el crédito y las inversiones internacionales para elaborar un presupuesto de ingresos y gastos para este año que los resultados del primer trimestre dejan en rojo.
El presidente Leonel Fernández se abanderó con un optimismo que la generalidad de la opinión pública ha considerado ilusionista. Aunque también su discurso ha venido evolucionando. En septiembre llegó a proclamar en Nueva York que lo peor del huracán financiero está pasando y que no veía que nos pudiera afectar. En un discurso del 8 de diciembre reconoció que la crisis internacional era grave y que eran impredecibles sus consecuencias sobre el país.
Sin embargo, hizo aprobar por el Congreso un presupuesto para el 2009 excesivamente deficitario, fundado en más de 2 mil millones de dólares de financiamiento externo, y en su discurso del 27 de febrero todavía ratificó una serie de mega proyectos de inversión que la opinión pública no considera viables ni prioritarios en las circunstancias actuales.
Todavía hace dos semanas en un seminario auspiciado junto a la revista londinense The Economic, el presidente Fernández persistió en una visión excesivamente optimista, vaticinando un crecimiento económico de por lo menos 3% este año, cuando los expertos británicos aseguraban que el país va a un decrecimiento del 1%. El mandatario llegó a sostener que primero fracasa todo el mundo antes que la República Dominicana, tratando de ignorar la dependencia de la economía nacional de Estados Unidos y las naciones europeas.
La realidad es dura
Los temores de Bengoa se fundan en que las recaudaciones fiscales cayeron en el primer trimestre alrededor de un 7%, pero el secretario de Economía, Temístocles Montás, diría esta misma semana que la reducción podría alcanzar el 10%. Para el mismo período del 2008 habían crecido en 9%. El funcionario agregó que las exportaciones al mercado norteamericano se contrajeron 23% en enero en relación al mismo mes del año pasado.
Montás, quien ha encabezado el ala realista del gobierno, viene advirtiendo desde los primeros meses del 2008 que es necesario entrar en una etapa de reajustes económicos. Por eso expresó satisfacción por las declaraciones de Bengoa en Colombia, estimando que abren la puerta para que se comience a plantear efectivamente a la población lo que está ocurriendo en la economía nacional.
El Secretario de Economía expresó reservas sobre los niveles de déficit que tendrá el presupuesto nacional este año, cifrado en un alto endeudamiento externo. Estimó que por Petrocaribe se previó un crédito de 300 millones de dólares, que al ritmo del primer trimestre no pasaría de la mitad. El déficit fiscal del año pasado fue estimado en unos 55 mil millones de dólares, 3.4 por ciento del producto bruto interno.
Los más diversos informes desalientan el optimismo con que el gobierno ha pretendido enfrentar la crisis. El presidente de la Asociación de Exportadores, Ricardo Koenig, estima que las exportaciones dominicanas cayeron un 15% en el primer trimestre. Diversos agentes dan cuenta de una reducción en las remesas y en el crecimiento turístico. Un análisis de Quisqueya Foundation, con sede en Boston, en base a estadísticas del Banco Central publicado el jueves, indica que la afluencia turística al país se redujo en 5.4% entre julio de 2008 y febrero pasado, en relación al mismo período anterior. Sostiene que en enero pasado el decrecimiento fue de 2.1% y en febrero 6.5%.
El último estimado de la Comisión Económica para América Latina (CEPAL), del primero de abril, reduce el crecimiento económico do minicano este año al 1.5%, la mitad de lo que espera el Banco Central y de lo que ha pregonado el presidente Fernández. Pero esa proyección, similar a la de Honduras, Guatemala y Argentina, está por encima del promedio previsto para toda América Latina y el Caribe, que tendría un decrecimiento del 0.3%, determinado por el peso de Brasil y México, cuyas economías decrecerían en 1 y 2 por ciento respectivamente.
Seria responsabilidad
Ya no es asunto de optimismo o pesimismo, sino de asumir la realidad y actuar en consecuencia. Es evidente que el Presidente y su gobierno no pueden caer en el pesimismo, pero tampoco dar una señal equívoca como si ignoraran la realidad nacional e internacional o como si pudieran seguir engatusando a la opinión pública.
Como ejemplo dañino y generador de desconfianza se citan hechos como el que en medio de la situación, cuando altos funcionarios reconocen las dificultades para atender a los requerimientos fundamentales, hasta el punto de temer estallidos sociales, el gobierno persista en embarcarse en proyectos de altos costos que pueden ser aplazados, como los pasos a desnivel en la capital o el proyecto inmobiliario del Estadio Quisqueya y sus entornos, para los que esta semana se dieron pasos.
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Expectativas desbordadas
El no asumir la realidad induce al gobierno a cifrar expectativas desbordadas en una inversión extranjera que caerá este año o en un endeudamiento que hipotecará aún más los ingresos nacionales en los próximos años. La deuda total del gobierno creció 70% entre 2004 y 2008. La deuda externa creció en US$2 mil millones, para llegar a unos US$8,300 millones. Aunque se reconoce que el crecimiento del gasto gubernamental se ha frenado últimamente, se echa de menos un programa de austeridad y un reajuste como el que demanda la crisis.
Frutos dilatados
La consecuencia del exceso de optimismo del gobierno es que no ha pasado de tímidas medidas, basadas fundamentalmente en estimular la reducción de las tasas de interés, rehuyendo un ajuste fiscal que empresarios y economistas han reclamado inútilmente desde hace tres años.
Los frutos de la reducción de intereses han dilatado en madurar. Esta semana el analista financiero Alejandro Fernández reveló en su página del Diario Libre del jueves 2 de abril, que a marzo del año en curso el crédito al sector privado cayó en 10 mil millones de pesos en relación al mismo periodo del 2008, contrastando con un crecimiento de 46 mil y 35 mil millones de pesos de los dos años anteriores. La reducción de las tasas de interés por parte del Banco Central comenzó con el 2009, y aunque han dispuesto tres, todavía no se reflejan en el mercado financiero, lo que podría estar indicando que el país cayó efectivamente en recesión.
Agentes económicos consideran que mientras los informes sobre la economía internacional sean tan negativos, con peores diagnósticos cada mes, y el gobierno nacional siga actuando como si nada le afectara, serán lentos los efectos positivos de cualquier medida que se adopte.
Un empresario aseguró que el problema es tan simple como que ya estamos en recesión, que todos los parámetros se han caído, que los bancos tienen exceso de liquidez, pero pocas empresas buscan crédito, porque se han reducido todas las importaciones y las ventas, y no hay confianza para emprender nuevos proyectos.
Hay quienes sostienen que los dominicanos empiezan a seguir la actitud ahorrativa en que están los nacionales de los países desarrollados, como Estados Unidos, que han reducido drásticamente su consumo. Alguien citaba el hecho de que por primera vez en mucho tiempo se llegó a vísperas de la Semana Santa con ofertas de habitaciones en los hoteles.