Por Juan Bolívar Díaz
Como ocurrió con Joaquín Balaguer, a quien parece clonar políticamente, el presidente Leonel Fernández tiende a ser subestimado por sus opositores, pero con su nueva Constitución ha puesto a todos a bailar su música y se está erigiendo un pedestal para dominar por muchos años el Estado.
Con los beneficios que le reportará el nuevo acuerdo con el Fondo Monetario Internacional (FMI) ahora sí parece cierto que lo peor de la crisis ha pasado y el mandatario dispondrá de recursos extraordinarios que le permitirán revertir el desgaste político que sus entretenidos opositores no han podido aprovechar.
Jugadas maestras. Cuando proclame su nueva Constitución y el directorio del FMI le apruebe el nuevo acuerdo configurado con sus técnicos, el presidente Leonel Fernández podrá proclamar, ahora sí con entusiasmo, que lo peor de la crisis ha pasado, mientras se habrá edificado una gran plataforma sobre la cual reinará políticamente durante muchos años.
Muchos no se lo reconocen, como ocurrió con Balaguer, pero el actual mandatario está demostrando condiciones excepcionales de jugador de las grandes ligas de la política, entreteniendo a sus adversarios internos y externos a su partido, algunos de los cuales han llegado a creer que a él lo que le interesa es irse a un organismo internacional, sin que falten los que cuchichean que el hombre está deprimido, agobiado por los insolubles problemas nacionales.
Es asombroso cómo Fernández ha puesto a todo el país a bailar su música constitucional durante más de un año, logrando subordinar el liderazgo del principal partido de oposición mientras termina de engullirse lo que queda de la disminuida estructura política que dejó su admirado Balaguer. Cierto que su conservador texto constitucional conlleva un costo político, pero él lo ha compartido con el Partido Revolucionario Dominicano (PRD) y su presidente Miguel Vargas Maldonado, mientras se erige como el líder indiscutible de los poderes prácticos.
Al éxito de la Cumbre de las fuerzas vivas para enfrentar la crisis económica celebrada en enero, sin que le costara absolutamente nada, pero revirtiendo la pendiente en que cayó a fines del 2008 con la sentencia Sun Land y los indultos, le siguió el pacto que firmó el 14 de mayo con un Vargas Maldonado que él decidió erigir como definitivo líder de la oposición, para hacerlo compromisario de su Constitución y neutralizar los disgustos que generaría su definitivo matrimonio con las fuerzas más conservadoras de la sociedad dominicana, mientras se abre la puerta para múltiples repostulaciones a la presidencia.
Van a salvar el pacto
El pacto con el PRD ha aportado legitimidad y consenso político a la Constitución de Leonel, que ahora es también de Miguel, y sería un error dañarlo ya en la recta final, lo que también implicaría dificultades para aprobar las reformas constitucionales. Recuérdese que el PRD tiene 73 miembros en la Asamblea Nacional, teniendo que perder tres para que la alianza PLD-PRSC reúna los dos tercios necesarios.
Aunque hay quienes creen que la violación del pacto sobre la composición del Consejo de la Magistratura (CNM) fue orquestada, difícilmente haya contado con la aprobación del presidente Fernández, y se atribuye más bien a una iniciativa surgida en el mismo seno del bloque legislativo, que encontró respaldo en unos por razones procedimentales y en otros por deseos de complacer a los aliados reformistas y de bajarle los humos a los perredeístas.
La violación también podría obedecer al temor de que con dos asientos en el CNM, el PRD pudiera hacer mayoría con los dos representantes de la Suprema Corte para limitar el interés peledeísta al elegir los nuevos integrantes de esta. Igual en la elección de los miembros de los nuevos tribunales constitucional y electoral. Pero la fórmula pactada compensa al Presidente con un cuarto voto (sumados los de los presidentes de las Cámaras) ya que incorpora al Consejo al Procurador General. Al menos le garantizaría un empate en las votaciones, ya que los integrantes serían ocho.
La jugada ha salido mal ya que ha recordado a los perredeístas la practicada por la misma alianza en la reforma constitucional de 1994 para llevar a más del 50 por ciento la proporción necesaria para ganar la elección presidencial, cuando se había pactado 40 por ciento. De esa forma impidieron que José Francisco Peña Gómez, quien obtuvo 46 por ciento en primera vuelta de 1996, pudiera ser presidente de la nación. La alianza PLD-PRSC determinó la elección de Fernández en la segunda vuelta por 52 a 48 por ciento.
Alguna fórmula encontrarán para salvar el pacto, porque aunque los reformistas defienden con garras su participación en el CNM, no tienen alternativa a la alianza electoral con el PLD, ni van a renunciar a las cuotas gubernamentales que tienen. En cambio desairar al PRD podría revertir los beneficios obtenidos de las negociaciones.
La plataforma de Leonel
Hay consenso entre analistas económicos de que los términos de la carta de intención para el acuerdo con el FMI son generosos, al facilitarle al gobierno 5,400 millones de dólares en lo que resta de este año y el 2010, para que incentive la superación de la recesión, mediante el gasto social y obras públicas. Así lo han expresado economistas como Apolinar Veloz y Fernando Alvarez Bogaert y Bernardo Vega, quien lo planteó el miércoles 14 en su artículo de HOY titulado FMI: Muchos recursos y pocos compromisos. La brillante abogada Marisol Vicens Bello coincide en lo mismo en su artículo Como anillo al Dedo en El Caribe del jueves 15.
Las consecuencias de llevar la carga de la deuda a más del 40 por ciento del producto bruto interno se sentirán a partir de tres o cuatro años, cuando ya el presidente Fernández será el supremo as de la política nacional. Repitiendo el festival de gasto de la campaña electoral pasada, (ya se habla de repartir en los próximos meses al menos 70 mil tarjetas solidaridad) en alianza con todos los grupos reformistas, incluyendo los expertos en manipulaciones electorales de todo género, a punto de sumar el partido de Hatuey a su frente de 12 organizaciones, y con el PRD dividido, sus posibilidades de quedarse en mayo próximo con la mayoría congresional son altas, lo que a su vez representaría un serio revés para su pobre oposición. El PLD reclamará el éxito de un nuevo triunfo electoral pese a haber atravesado por la grave crisis económica de este 2009.
No hay dudas de que el liderazgo de Fernández será determinante en la escogencia de la mayoría de los candidatos a senadores y diputados para los comicios del año próximo, lo que le dará el control del Congreso por los próximos 6 años, hasta el 2016 cuando podría volver a repostularse, gracias a su nueva Constitución.
Si controla el Congreso, determinará leyes y financiamiento, y elegirá Junta Central Electoral y Cámara de Cuentas. Y controlando el Consejo Nacional de la Magistratura se garantiza la Suprema Corte, el Tribunal Constitucional y el Tribunal Superior Electoral. Con su liderazgo indiscutible en el PLD y el archipiélago reformista, Fernández no puede tener preocupación sobre quién gane la presidencia en el 2012, si no logra pasar un plebiscito que le abra una brecha para quedarse.
Así, cualquiera que gobierne, sea Vargas Maldonado o mejor si es Danilo Medina, tendrá que contar con Leonel Fernández, quien preservará la presidencia del partido y de ñapa su poderosa, y ahora también academia de enseñanza superior, Fundación Global y Desarrollo. Más no se puede pedir.
A bailar tocan
La música de Leonel ha engatusado tanto a los nuevos líderes del PRD que la están bailando con entusiasmo, hasta el punto de pretender competir con él por la clientela conservadora, olvidándose de su propio espacio político, al cual desprecian convencidos de que si el presidente no es candidato ellos tienen la pista completa para disfrutar del baile.
Cuando Fernández consagró a Vargas Maldonado como líder del PRD y posible próximo presidente, lo empujó al camino del caudillismo autocrático, incentivando la confrontación interna en un perredeísmo que nunca ha necesitado mucho estímulo exterior para auto destrozarse, pero que se había configurado como la formación política de mayor práctica democrática interna. De paso le impedía sacar beneficio político de la crisis económica que ha generado una severa recesión en un país que se había acostumbrado a un galopante gasto público que en el cuatrienio 2004-08 se elevó en 143 por ciento.
Sin importar el costo de la repartición y los escándalos de corrupción, uno de los mayores éxitos políticos de Fernández ha sido engullirse la amalgama grupal en que ha devenido el reformismo social cristiano. Todos los grupos de ese archipiélago son ya subordinados políticos del líder peledeísta y la presidencia del partido se ejerce ahora desde la cancillería de la República. Algunos de esos escandalosos costos alcanzan decenas de millones de dólares, como el atribuido esta semana por Vincho Castillo a Héctor Rodríguez Pimentel en el contrato de la presa de Monte Grande.