Hipólito y Leonel: Un encuentro esperanzador

Por Juan Bolívar Díaz

La tregua de los Juegos Panamericanos debería promover la serenidad y reducir la crispación como palanca para enfrentar la crisis económica                                          

            El encuentro de esta semana entre el presidente Hipólito Mejía y el candidato presidencial del Partido de la Liberación Dominicana (PLD), doctor Leonel Fernández, materializa una tregua política durante las dos semanas que durarán los XIV Juegos Panamericanos la que debería abrir una nueva etapa de reflexión y serenidad para enfrentar los problemas nacionales.

            Los dos líderes políticos han prometido que este nuevo acercamiento continuará después de las competencias deportivas continentales, cuando convocarían al resto del liderazgo político y social dominicano para buscar soluciones a los problemas económicos que afronta el país y pautar una campaña electoral libre de agresiones.

            Hay que esperar que la iniciativa presidencial sea un reconocimiento de que para tener éxito en el enfrentamiento de la crisis financiera y económica es imprescindible una reducción de la crispación política, dentro y fuera del propio partido de gobierno, señalada persistentemente como generadora de incertidumbres y desconfianzas.

¿Conveniencia coyuntural?

            Cuando se anunció el encuentro entre el actual presidente de la nación y su antecesor, después de meses de agrios enfrentamientos, las reacciones más comunes fueron de sorpresa, que luego se trocaron en moderadas expectativas.

            El resultado no fue decepcionante en cuanto predominó un ambiente de distensión y promesas de intercolaboración en dos direcciones fundamentales: la inmediata crear un clima nacional adecuado a la celebración de los Juegos Panamericanos, al fin y al cabo compromiso de los tres últimos presidentes; y posteriormente para tratar de concertar soluciones a los problemas económicos nacionales.

            Sin embargo, en la opinión pública se advierte un optimismo muy moderado y no faltan quienes crean que el encuentro obedece a mutuas conveniencias coyunturales: para el presidente Mejía que procura un ambiente adecuado al éxito de los costosos Juegos Panamericanos; y para el expresidente Fernández, por cuanto aleja la anunciada ofensiva de la Procuraduría para someterlo a la justicia por presuntas irregularidades administrativas durante los últimos meses del gobierno que concluyó en el 2000.

            Monseñor Agripino Núñez Collado, quien una vez más fungió como mediador en el encuentro, dejó constancia pública de que la iniciativa había partido del actual mandatario, lo que implica una política gubernamental.

            La pregunta que algunos se formulan es si tal política rebasará la temporalidad de los Juegos Panamericanos. El paso contrasta con el anuncio formulado cinco días antes por el propio primer mandatario, en el sentido de que cumplido el compromiso internacional se lanzaría, cuchillo en boca, tras la nominación presidencial de su partido, para lo cual desafiaba a todos sus competidores a que se unieran en su contra.

            La nueva posición conciliatoria del agrónomo Mejía contrasta también con el pronunciamiento cuasi reeleccionista formulado el mismo día de la reunión por el Jefe de la Marina de Guerra, almirante Eurípides Uribe Peguero, siguiendo la línea trasada dos semanas antes por el director de las escuelas vocacionales de las Fuerzas Armadas, de crítica a quienes cuestionan “para acallar toda voz que reclame la necesidad imperiosa de seguir aprovechando los aportes del Presidente Hipólito Mejía”.

            La distensión conviene a la imagen de sosiego que proyecta el doctor Fernández, frente a un beligerante presidente Mejía que no ha podido pactar tregua ni siquiera con sus compañeros de partido. Si en septiembre se inicia un proceso de concertación, con reuniones cumbres y participación social, por lo menos tendrán que retrasar las ofensivas de la Procuraduría General, que en las actuales circunstancias no hay manera de despintarle un objetivo más político que moralizador o de justicia.

Camino de rectificación

            La visión más optimista sería que el presidente Mejía ha comenzado a reconocer que las incertidumbres políticas son factores fundamentales de desconfianza e incentivo de la crisis económica, por lo que se propone despejar el ambiente, aprovechando la circunstancia de los Juegos Panamericanos.

            Llama la atención la respuesta masiva que ha tenido la oferta de certificados financieros por parte del Banco Central, que emitió dos partidas de diez mil millones de pesos cada una en apenas tres semanas de Julio. La primera emisión se agotó y este jueves la segunda iba por la mitad, lo que sumaba 15 mil millones de pesos retirados de circulación sin que la tasa cambiaria haya cedido ni siquiera en céntimos, contradiciendo todas las teorías y previsiones.

            Cuando se preguntó a un inteligente empresario la tarde del jueves si el encuentro Hipólito-Leonel había surtido algún efecto en la tasa cambiaria, hubo sonrisa de por medio y la expresión de que hay otros factores políticos que están pesando más en las incertidumbres.

            Obviamente se refería a las luchas que sacuden al partido de gobierno y al intento continuista dentro de un escenario tan desfavorable en términos económicos como políticos, lo que hace temer el uso de métodos poco ortodoxos ligados históricamente a las reelecciones dominicanas y latinoamericanas.

            Pero si el presidente Mejía mantiene el propósito de conciliar con su principal contrncante político externo, es elemental que tendrá que hacerlo también al interior de su propio partido. Para ello en vez de cuchillo en boca, tendrá que enarbolar fórmulas de transación que descongelen el Partido Revolucionario Dominicano y le permiten elegir candidato presidencial sin mayores traumas.

            Tanto la comisión mediadora como los precandidatos antireeleccionistas, encabezados por la vicepresidenta Milagros Ortiz Bosch, han proclamado que si en agosto no hay acuerdos para escoger el candidato presidencial, los gobiernistas pueden ir preparándose para salir del Palacio Nacional el año próximo y por mucho tiempo.         La tregua panamericana

            La acuciosidad investigativa de la colega Ana Mitila Lora, expresada tanto en el Listín Diario como en Teleantillas, han mostrado las similitudes en los procesos previos a estos Juegos Panamericanos y a los XII Juegos Centroamericanos y del Caribe de los que fuimos sede en 1974.

            Entonces como ahora hubo un gran debate nacional por el costo que implicaban, las obras parecía que no se terminarían y el campo de fútbol de San Cristóbal fue inaugurado apenas horas antes del inicio de ambos eventos.

            Como ahora, en 1974 se debatió la necesidad de una tregua política y grupos opositores se propusieron realizar protestas, con las consiguientes amenazas de represión. En ambos casos el presidente de turno trataba de reelegirse y sus opositores expresaban temores de que instrumentara los juegos. Hace 29 años predominaba la crisis política, con cientos de presos políticos y miles de exiliados. Ahora estamos en medio de una crisis económica.

            Un análisis noticioso que publicamos en la página 11 de la edición del diario Ultima Hora del 23 de febrero de 1974, a 4 días de iniciarse los Juegos Centroamericaos y del Caribe, comenzaba reclamando que fueran “convertidos en un elemento de reconciliación, de ninguna manera de represión, y en una reivindicación de los deportes como factor formativo y de esparcimiento para la juventud”.

            “Nadie en sano juicio debe conspirar contra la celebración de la pequeña olimpíada, y la actitud general de los dominicanos debe ser el hacer un buen papel de anfitriones de los más distinguidos deportistas de esta área del mundo hermanada en el subdesarrollo y la miseria”.

            Ahora como en 1974 hay que garantizar el derecho a la protesta pacífica de quienes consideran un derroche la inversión para estos juegos panamericanos. Amenazas como la del general Jorge García de arrancar cabezas a quienes se excedan, en nada contribuyen a la serenidad y la ponderación.

            Pero también es obvio que las pedreas, quemas de gomas y otros desordenes callejeros o el pretender llevar las protestas a los escenarios deportivos son también despropósitos rechazables. Aún en los países más denmocráticos ese tipo de acontecimientos generan represión con la consiguiente difusión internacional que sólo sirve para proyectar una imagen negativa del evento y de la nación.

Alto costo de los juegos

            No faltan razones a quienes rechazan el costo que han implicado para el país los Juegos Panamericanos, estimados en 5 mil millones de pesos, tanto por el Comité Olímpico Dominicano como por funcionarios gubernamentales.

            El peso económico es mayor en medio de la crisis financiera que vive el país con su secuela de devaluación e inflación. Pero la magnitud de esta circunstancia no pudo haber sido prevista cuando se hizo el compromiso de los Juegos Panamericanos, ni siquiera un año atrás cuando comenzó la gran inversión en las infraestructuras.

            Algunos han pretendido cargar a los juegos una parte considerable de la crisis financiera, tratando de ignorar que la quiebra de dos bancos en los últimos cuatro meses ha implicado una emisión del Banco Central por más de 60 mil millones de pesos. Tan solo el costo que ha tenido el haber honrado los depósitos en un banco extraterritorial vinculado al Baninter, implicó 150 millones de dólares, que es el estimado del costo de los Juegos.

            De cualquier forma el gasto está hecho. Y no fue decidido por una sola persona, sino que el presidente Leonel Fernández consultó al expresidente Joaquín Balaguer, a los líderes del PRD y otros sectores. El congreso los declaró de interés nacional. Y la opinión pública se dividió en torno al compromiso.

            Los beneficios pueden ser importantes en la promoción de los deportes y la sanidad de la juventud dominicana y la mayor parte del costo es inversión en nuevas obras y en restauración de muchas de las construídas para los jeugos de 1974. Quedan ahí para usufruicto de los jóvenes y para albergar actividades artísticas, culturales y sociales.

            El éxito de los Juegos debe ser cosa de orgullo nacional para demostrar que los dominicanos y dominicanas pueden salir adelante con los compromisos, para una tregua emocional en medio de la crisis económica y hasta para renovar las fuerzas espirituales necesarias para sobrevivir y crecer. Sin olvidar que el país vive del turismo y por tanto le conviene mejorar su imagen en el resto del mundo.-