Escándalos, desconcierto e incertidumbres generan reclamo social de “rebelión moral”

A cuatro semanas de las elecciones primarias, a cinco meses de las municipales y a ocho de las presidenciales y congresuales, el panorama nacional se caracteriza por el desconcierto y la  desesperanza, con un escándalo tras otro y encarnizada confrontación en el gobierno 

Por Juan Bolívar Díaz         

La espectacular lucha en el partido gobernante por el control de la maquinaria de poder sobre todas las instancias del Estado y gran parte del tejido social cobra cada semana di9mensiones antes insospechadas, en medio de una cadena de escándalos sin tregua, mientras gran parte de la población sufre escasez de agua y prolongados apagones eléctricos.

Llama la atención que los partidos de oposición no hayan podido capitalizar de forma significativa el descontento, atrapados en el juego chiquito de la competencia por las candidaturas, sin poder responder los reclamos de concertación social, que tienen expresión en gritos por una “revolución moral”.

El delfín está a la vista

A un mes de las elecciones primarias en las que los dos partidos mayoritarios escogerán la mayoría de sus candidatos para los comicios generales a cinco y ocho meses de distancia, el panorama de caracteriza por la profundización de la encarnizada lucha por el control del Partido de la Liberación Dominicana (PLD) y de su andamiaje de dominio estatal y social

Las renuncias a las precandidaturas presidenciales por parte del secretario general del partido y presidente del Senado, Reinaldo Pared, y de Carlos Amarante Baret, ambos miembros del Comité Político señalados como danilistas, mostraron las profundidades del desconcierto y  una impiadosa lucha política al denunciar desigualdades y la irrupción del poder estatal. Un tercero, Manuel Crespo, del Comité Central, no declinó pero pidió a la JCE que inhabilite a Gonzalo Castillo, quien aparece a la vista general como el delfín del presidente Danilo Medina.

Ni dentro ni fuera del PLD se duda de la parcialidad del mandatario, quien no ha relevado a Castillo del cargo de Ministro de Obras Públicas, más de un mes después, como fue norma con otros tres que corren desde el año pasado. Su despliegue de publicidad, movilizaciones masivas parecen superar los todos los contendientes en conjunto, en medio de denuncias de abuso de recursos estatales. En su favor se organizan cocteles, como el convocado para el martes en Cuesta Hermosa II donde a contratistas y suplidores se les pide contribución de 500 mil pesos.

Aunque es este fin de semana que los danilistas esperan definir, mediante tres encuestas, quién será el precandidato entre sus cinco aspirantes que aún se mantienen, se da por hecho que será Castillo, lo que explica que ya planifique seguir recolectando dinero para lo que los voceros anuncian como “la madre de todas las batallas” para liquidar al rival Leonel Fernández. Tendrán apenas cuatro semanas antes del 65 de octubre para recoger sus propios heridos.   

Un clavo saca otro clavo

En la opinión pública y los cenáculos sociales se manifiesta hastío ante  la impudicia con que los gobernantes se disputan el poder, pero genera mayor preocupación la sucesión de escándalos que dejan al descubierto los enormes niveles de corrupción que diagnostican al país mediciones tan acreditadas como las del Indice de Competitividad Global del Foro Económico Mundial y las de Transparencia Internacional, con el agravante de una persistente impunidad, y el silencio de las máximas autoridades, negadas a responder legítimos cuestionamientos.

En el lapso de tres meses, de junio a agosto, se produjeron cuatro graves escándalos, el primero el atentado que casi cuesta la vida al astro beisbolero David Ortiz, revelador de una estructura de sicariato, sin que las conclusiones oficiales hayan tenido mínima credibilidad general, incluyendo a la víctima que desde Boston contrata su propia investigación.

Le siguió a fin de junio la revelación de documentos indicativos de que Odebrecht pagó sobornos por más de 55 millones de dólares para las contrataciones de las plantas de carbón de Punta Catalina y seis obras de este gobierno. La sociedad sigue esperando que se reclame a la constructora que identifique los 28 seudónimos de los receptores de los sobornos revelados por un Consorcio Internacional de Periodistas, a lo que está obligada por el acuerdo de lenidad que le exoneró de responsabilidad tras su confesión de que había sobornado aquí por US$92 millones.

En agosto lo de Odebrecht quedó opacado por las aún inconclusas revelaciones de las operaciones de la red de narcotráfico de César Peralta, “El Abusador”, como otros escándalos detonados por autoridades norteamericanas que no se economizan consignar que operaba con amparo de la corrupción dominicana. Y septiembre arrancó con la podredumbre que permitió el asesinato de la abogada Anibel González que elevó al infinito la indignación general.      

Confusión y desesperanza

Con tan desolador panorama político y de corrupción gubernamental, y cuando apenas se superaba el desasosiego de meses por los empeños gubernamentales en una nueva reforma constitucional continuista con indicaciones de repercusiones económicas, dirigentes opositores proponen once reformas a la Constitución, buscando alterar el proceso electoral en marcha y el límite presidencial de “dos períodos y nunca más” para que el presidente Danilo Medina pueda volver a postularse en cuatro años.

Para colmo, la inexplicable propuesta, cuando casi todos los legisladores están en campaña por relegirse, parece tener el beneplácito del máximo dirigente de la principal organización empresarial al que se le atribuye haber dicho que hay tiempo para tal reforma, si hay voluntad política. Eso revela un desprecio por la institucionalidad democrática y la ponderación y el ambiente de concertación que debe pautar una reforma de la Constitución.   

Lo que predomina es la confusión, la incertidumbre y la desesperanza generadas por la escasa credibilidad en la gestión política y por evidentes deseos de alternativas gubernamentales expresados en las encuestas, tras el dominio peledeísta de cinco de los últimos seis períodos constitucionales.

Como si todo eso no bastara, durante los últimos meses se ha producido un agravamiento de las precariedades de los servicios de agua y electricidad en perjuicio de las actividades productivas, sociales y familiares de una gran parte de la población de los sectores populares y clases medias bajas, residentes en barriadas de las grandes ciudades y en las poblaciones medianas y pequeñas. Se le agrega la epidemia de dengue y el colapso de la salubridad.

Grito de “rebelión moral”

Desde la comunicación social y grupos de la sociedad civil se reclaman y proponen acciones para contener el deterioro que se advierte en la institucionalidad democrática, el sistema político, la corrupción y la impunidad generalizadas, bajo la convicción de que se precisa una profunda reforma política, sin las improvisaciones y chapucerías que se impusieron en las recientes leyes de Partidos y del Régimen Electoral, que llevan seis anulaciones de preceptos inconstitucionales.

Una iniciativa de Huchi Lora y su telediario El día reunió recientemente a productores del también telediario Uno+Uno, de la Fundación Institucionalidad y Justicia y del movimiento cívico Participación Ciudadana concertando el proyecto de proponer a los que resulten candidatos presidenciales en octubre un pacto por la independencia de la justicia y del ministerio público. En la Coalición Democrática por la Regeneración Nacional lo extienden a todos los organismos del Estado, incluyendo la Cámara de Cuentas, JCE y Tribunal Superior Electoral, la defensoría del pueblo y hasta las superintendencias.

Un grito significativo quedó manifiesto en el artículo publicado el sábado 31 de agosto en el Diario Libre con el título de “Rebelión moral”, más significativo por provenir de un diplomático de carrera, de posiciones moderadas, como lo es Pedro Padilla Tonos. Invita a abandonar la sumisión y la indiferencia para enfrentar “el progresivo deterioro de la institucionalidad, la democracia y la vida de la gran mayoría de nuestro pueblo y que parece condenar a nuestro país al trágico destino de caerse a pedazos”.

Padilla pide un sacudimiento general, “una genuina y pacífica rebelión moral que advierta a los futuros gobernantes que la RD no les pertenece… que deben cumplir el mandato de nuestra Constitución y de nuestras leyes, y que de lo contrario, por las buenas o por las malas, tendrán que abandonar el poder, no importa las consecuencias”.   

Juego chiquito no triunfa  

 En el beisbol, que tanto apasiona a los dominicanos, se pondera el “juego chiquito”, al que suelen apelar los equipos que no tienen bateadores de poder. Se trata de buscar bases por bolas, robarse las bases, tocar la pelota para adelantar corredores y tratar simplemente de chocar la bola, porque los elevados no llegan muy lejos y son capturados. Así pueden ganar muchos juegos, pero no el campeonato, porque a las series finales llegan los conjuntos de grandes bateadores, que con un solo batazo superan los pequeños avances.

En los círculos del análisis político se concluye que la oposición al PLD insiste en el juego chiquito, con posiciones moderadas, desconociendo que el espacio conservador está eficientemente cubierto por los gobernantes. Al no jugárselas con las grandes rebeliones, no logran capitalizar el descontento general y reafirman que “todo es lo mismo”. En tal circunstancia, los insatisfechos no encuentran razón para moverse y los sectores amarrados por el clientelismo y el rentismo siguen prefiriendo a quienes “le dan lo suyo”.

Hay quienes entienden que ese juego chiquito está determinado por la distracción en la búsqueda de candidaturas y que una vez estas queden definidas, tendrán que apostar a satisfacer la fanaticada, con jonrones y no esperando que los dominantes les den bases por bolas o que  cometan errores fatales. Pero eso está por verse.-