Por Juan Bolívar Díaz
El planteamiento del presidente Leonel Fernández de fundamentar la campaña electoral del Partido de la Liberación Dominicana (PLD) en la defensa de su gobierno, reduciendo el margen de diferenciación que ha cultivado su candidato presidencial, puede constituirse en un fardo muy pesado para mantenerse en el poder el año próximo.
El discurso del líder peledeísta del domingo 24 fortaleció los temores de que no reconozca que es el tiempo de Danilo Medina, quien tendrá que crear nuevas ilusiones en el electorado para la difícil tarea de superar la creciente impopularidad del gobierno, fruto de sus errores, de la crisis económica y del desgaste de dos períodos consecutivos.
Un polémico discurso
El desconcierto de muchos dirigentes peledeístas, el relativo poco entusiasmo con que se acogieron los planteamientos y la cara de consternación que no pudo ocultar Danilo Medina, registrada y señalada por la generalidad de los observadores, marcó el infortunio y la inoportunidad del discurso del presidente de la nación y líder del PLD el pasado domingo 24.
El escenario fue montado para ratificar el liderazgo de Leonel Fernández, dejando al candidato presidencial en la condición pasiva del receptor, más de un mes después que fuera electo candidato presidencial con el 87 por ciento de los votos de los militantes de su partido.
El discurso intentó trazar la estrategia de la campaña electoral, basándola en la defensa de una gestión de gobierno de dos períodos consecutivos y tres de los últimos cuatro, hasta el extremo de señalar la consigna de memoria contra el olvido, aludiendo a un gobierno de sólo 4 años y que concluyó hace 7, cuando lo que la ciudadanía no puede olvidar son sus padecimientos actuales, sin importarle las causas.
Flotaba en el ambiente la sorpresa de unos dirigentes que creían que los lineamientos fundamentales de la campaña deberían discutirse en los organismos superiores del partido y con participación preponderante del candidato presidencial y su equipo político.
Incluso el tono de confrontación y descalificación impreso al discurso, al extremo de adelantar una tragedia si el principal partido de oposición vuelve al gobierno, contrasta con la mesura que ha mantenido Medina mereciendo el reconocimiento hasta de su principal contrincante Hipólito Mejía. Más grotesco por salir de quien ejerce la presidencia de la nación, quien por su ilustración no puede ignorar la majestad de esa función en las campañas electorales del mundo democrático.
Provocativo y prepotente. Para algunos observadores el presidente Fernández se ha colocado muy por encima de la sociedad, citándose como ejemplo su desprecio por las cuestiones que más afectan al dominicano común, como el costo de los combustibles. Llegó al extremo de plantear que todavía, con la gasolina a 6 dólares con 20 centavos el galón, el gobierno no ha traspasado todo el incremento de precios.
Cuando hablaba el costo promedio del galón de gasolina para los usuarios de Estados Unidos era de 3.80 dólares, 62 por ciento menor al que se paga en el país. Con el agravante de que una porción de las compras petroleras dominicanas es a un precio por debajo del mercado internacional y tiene un financiamiento de Venezuela por el Acuerdo de Petrocaribe. Es decir que el gobierno recibe altos impuestos y además se queda con una parte del costo para que lo paguen otra vez las futuras generaciones.
Carga la ineficiencia energética al llamado Acuerdo de Madrid del gobierno perredeísta, sin mayores argumentos, escondiendo que luego de 11 años de gobierno no ha podido bajar del 40 por ciento la energía que no se cobra. Y para colmo eleva a casi mil millones de dólares el subsidio a la electricidad este año, cuando la carta de intención que acaba de aprobar el Fondo Monetario lo aumenta de 350 a 690 millones de dólares. O hablaba mentira Fernández o ya decidieron violar de nuevo el acuerdo.
Leonel Fernández se refirió también a la herencia del déficit del Banco Central, pero sin registrar que fue en el 2004 de 87 mil 412 millones de pesos, entonces equivalentes a 2 mil 317 millones de dólares y que en sus 7 años de gobierno casi se triplica a 237 mil 730 millones de pesos, ahora 6 mil 256 millones de dólares, con un endeudamiento total sobre los 20 mil millones de dólares, en el cual se ha fundado el equilibrio macroeconómico y el crecimiento.
Luego de cantar loas a su política económica, Fernández concluyó proclamando que la renovación del acuerdo con el FMI, que le permitirá recibir unos 50 mil millones de pesos en créditos y bonos, imprimirá una nueva dinámica a la economía nacional, ratificando que su crecimiento y estabilidad ha dependido del endeudamiento.
Quedó en la defensiva. El objetivo del discurso del presidente Fernández pareció ponerse a la ofensiva, después del desconcierto en que quedó tras el fracaso del proyecto continuista en que se vio envuelto durante el último año, pero se quedó en la defensiva de su gobierno. Y no es que no tenga razón en parte de sus alegatos, sino que pretende ignorar la realidad de que tres períodos de gobierno, los últimos dos consecutivos, generan desgaste, sobre todo donde hay una altísima deuda social acumulada.
Baste al respecto verificar cuántos partidos han ganado tres elecciones democráticas consecutivas en el continente: sólo el PTD de Lula da Silva en Brasil y la amplia coalición de partidos que sucedió a Pinochet en Chile, derrotada el año pasado, aunque sus presidentes Patricio Alwyn, Ricardo Lagos y Michel Bachelet terminaron sus gestiones con aprobación sobre el 75 por ciento. La gestión de Leonel viene registrando aprobación de 28, 39 y 30 por ciento en las encuestas Gallup-HOY, Penn-Schoen y CID Gallup de los últimos dos meses.
No hay que presumir que el gobierno de Fernández carezca de méritos y realizaciones, pero tampoco se puede ver su declive como una conspiración, ignorando las serias limitaciones que le han atribuido instancias internacionales del peso del Foro Económico Mundial, el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo y el Informe de Jacques Attalí para la Estrategia Nacional de Desarrollo.
Ningún observador independiente ignora el carisma y la popularidad que acumuló el presidente Fernández, pero la generalidad advierte un declive significativo en los últimos meses, a veces con ribetes más emocionales que racionales, y pareciera que su discurso y credibilidad se han agotado. A ello se atribuye la caída que registra el PLD en las últimas encuestas. Aparte de las Gallup-Hoy y Penn-Schoen de mayo y junio, tres más recientes de diferentes fuentes elevan la ventaja de Hipólito Mejía y su Partido Revolucionario Dominicano.
A esas ventajas, casi inexplicables, se atribuye la agitada arenga de Leonel Fernández a sus partidarios a realizar un gran esfuerzo para evitar que se repita la tragedia que sufrió la sociedad dominicana durante el período 2000-2004.
Ese planteamiento ignora que el sentimiento nacional puede considerar que Hipólito Mejía ya pagó sus culpabilidades de gobierno con su derrota del 2004.
Es tiempo de Danilo
Entre dirigentes y militantes del PLD hay preocupación porque el presidente Fernández no acaba de acatar la realidad de que ahora es tiempo de Danilo, como reza una consigna lanzada hace varios años cuando muchos creían que el líder le cerraría el paso a la candidatura.
Se reconoce el limitado carisma de Medina, pero hay amplio consenso en que ha estructurado buenas propuestas de gobierno. La coherente dirigente peledeísta Minou Tavárez Mirabal, al comentar el discurso del domingo 24, dijo que en estos momentos el candidato debe ser el protagonista y hay que unificar el partido alrededor de la elaboración del programa de gobierno, que es fundamental.
Danilo y muchos de los suyos se muestran conscientes del desgaste de su gobierno y aunque saben que es fundamental el apoyo del presidente Fernández y su liderazgo, plantean como cuestión estratégica un discurso diferenciado con su propuesta de corregir lo que está mal y hacer lo que nunca se ha hecho. Un excesivo protagonismo de Leonel ocupando el espacio del candidato sería nefasto, sobre todo si a Medina se le asume como un minusválido político al que hay que llevar cargado.
Reconociendo que siempre es difícil ganar tres elecciones consecutivas, algunos estrategas de Medina consideran que éste no puede centrar su campaña en la defensa de lo que ha sido el gobierno personalista de Fernández, aún reconociéndole muchos logros, que es lo que quisieran los perredeístas. El documento con que la Comisión Económica del PRD respondió el discurso del domingo planteó que en adelante el país tendrá que elegir entre esa nefasta continuidad y el compromiso de un futuro mejor.