Por Juan Bolívar Díaz
Con el último gran caudillo del siglo pasado agotando sus hálitos de vida residuales, el Partido Reformista Social Cristiano (PRSC) afronta el desafío de la sobrevivencia que en circunstancias parecidas han rebasado recientemente con éxito los otros dos grandes partidos dominicanos.
Contrario a lo que muchos piensan el partido colorado tiene amplias posibilidades de sobrevivir a su líder histórico, debido a su vocación de poder y al arraigo en amplias capas populares y de los sectores conservadores carentes de otros instrumentos políticos eficientes en la representación de sus intereses.
Aún cuando el doctor Joaquín Balaguer pueda rebasar la crisis de salud en que está sumido, sus precariedades existenciales quedarán tan expuestas que le resultará difícil reunir el consenso necesario para seguir predominando absolutamente en el rumbo de su organización política, por lo que su relevo será cuestión de semanas o meses.
JB: Irremisible final
El drama que se vive en la clínica Abréu de esta capital, donde media docena de médicos luchan infatigablemente por mantener en vida al doctor Joaquín Balaguer, está marcando el final de una prolongada etapa de la historia dominicana.
Con el eclipse del caudillo reformista se completará el relevo de los grandes líderes que dominaron el escenario político dominicano tras la liquidación de la tiranía de Trujillo. José Francisco Peña Gómez partió hace 4 años y lo mismo hizo hace 8 meses el profesor Juan Bosch.
Aunque muchos lo ponían en duda, los partidos Revolucionario Dominicano (PRD) y de la Liberación Dominicana (PLD), lograron sobrevivir con un efectivo relevo de sus líderes logrando ambos alcanzar el poder en la primera prueba electoral a que se sometieron.
Para el PRSC el desafío será mayor, puesto que Balaguer ha ejercido un liderazgo más absolutista y sus seguidores le han sido más incondicionales que aquellos que crecieron a la sombra de Peña Gómez o Juan Bosch.
Balaguer es mito y leyenda, siendo el político contemporáneo de mayor prolongación en vigencia en cualquier parte del mundo. Sus inicios en la política se inscriben en el período de la intervención norteamericana de 1916-24, y se le atribuye la redacción del manifiesto con que fue derrocado el presidente Horacio Vásquez en 1930, dando origen a la tiranía trujillista.
Ello implica por lo menos 72 años de significativa presencia en la política nacional, especialmente en los últimos 45, a partir de su elección como vicepresidente de la República en 1957, habiendo sido juramentado 7 veces para ejercer la presidencia de la nación, las tres últimas después de haber perdido la visión.
Más relevante aún ha sido su capacidad para mantenerse vigente como árbitro y centro de la vida política nacional, ejerciendo una influencia sin precedente para un hombre que se aproxima al siglo de existencia.
Pero aunque por momentos se le ha considerado poco menos que inmortal, con 96 años de edad, ciego, incapacitado para caminar y ahora gravemente enfermo, Balaguer parece haber completado su ciclo de utilidad política partidaria, constituyéndose en un pesado fardo para las posibilidades de su partido.
Inaplazable relevo
Aferrado a la existencia, el expresidente podrá sobrevivir a las úlceras estomacales sangrantes que lo postran, pero su imagen de indoblegable quedará maltrecha en la percepción general y especialmente de los dirigentes de su partido que pretenden mantener vigencia en el quehacer político nacional.
La crítica situación en que sobrevive Balaguer acentúa la tendencia que se desarrolla en su partido en las últimas semanas a iniciar su definitivo relevo, reivindicando la vigencia de los organismos de dirección partidaria, especialmente la Comisión Ejecutiva, ampliada hace justamente un año de 15 a 50 miembros. Balaguer no ha ejecutado la decisión, dejada en sus manos, de llevarla al centenar.
El 1 de julio del 2001, durante una tumultosa reunión del directorio central del PRSC, Balaguer dio su último golpe de mano, dejando fuera de los mecanismos de control a los dirigentes que más independencia estaban mostrando. Colocó como primer vicepresidente a su secretario incondicional de medio siglo Rafael Bello Andino, y en la secretaría política a uno de sus nuevas estrellas Johnny Jones.
Federico Antún, Donald Reid Cabral, Guillermo Caram, Angel Lockward, y otros que se mostraban diligentes en asumir el mando del partido fueron relegados a posiciones de menos incidencia. Ese movimiento frenó el vigor con que venía reconstituyéndose el partido colorado y la incidencia que los desplazados estaban logrando en la opinión pública, junto a Jacinto Peynado y Carlos Morales Troncoso, los dos reformistas de mayor porcentaje en las encuestas de preferencias electorales de los últimos años.
En las encuestas Hamilton para HOY de abril, agosto y diciembre del 2001, Peynado ha figurado a la cabeza como preferido para la próxima candidatura presidencial con porcentajes de 47, 53 y 49 por ciento. Morales Troncoso registró 23, 21 y 24 por ciento. En tercer lugar Quique Antún con marca de 17, 14 y 14 por ciento.
En la medida en que en las últimas semanas trascendía el deterioro de la salud de Balaguer se replanteaba en su partido la necesidad de una mayor incidencia de sus organismos y de iniciar un proceso de cara al desafío electoral del 2004. El aumento relativo de la votación reformista en los comicios de mayo, cuando duplicó su número de diputados, síndicos y regidores, alentó la tendencia.
Tránsito inverso
Quique Antún, autor de un Plan Trinel (2002-2003) “Para la renovación, Modernización y Fortalecimiento del PRSC”, publicado en un libro de 440 páginas, plantea que el dilema reformista es “lograr un proceso de transición que no sea traumático y que posibilite, al igual que lo hizo el PRD y el PLD, sobrevivir, fortalecerse y ganar”.
El dirigente reformista considera que desde 1994, cuando la reforma constitucional decretó el final presidencial de Balaguer, su partido pasó a ser un instrumento de poder y de negociación, en vez de un proyecto de poder.
El desafío actual es hacer el tránsito inverso, abandonando el papel de comodín del PLD y el PRD para reconstituirse en opción de poder. Muchos temen que si no lo hacen para el 2004, podría resultarle tarde para cuatro años después.
Los reformistas son conscientes de que tienen varios dirigentes acreditados como potenciales presidentes de la nación y que los sectores conservadores de la sociedad los ven como alternativas al populismo perredeísta. Se suman una base popular todavía sólida, bastante distribuida por la geografía nacional, y una gran vocación para el poder en sus estamentos altos y medios.
También expresan convicción de que el PLD se constituye progresivamente en una fuerte competencia nacional, especialmente en los influyentes y poderosos sectores conservadores. De ahí también la necesidad de apresurar la reactivación del partido, independientemente de la suerte del gran líder.
Cuando se les pregunta sobre la posibilidad de fraccionamiento y dispersión al final del imperio de su caudillo, la generalidad de los dirigentes reformistas expresan firme convicción de que sobrevivirán unidos. “Habrá convulsiones o tal vez conmociones, pero lograremos cierto entendimiento”, expresó un influyente.
Rescatar identidad
Una preocupación común a los reformistas es la necesidad de rescatar su propia identidad, sarandeada en los últimos 8 años por las negociaciones y colaboraciones primero con el PLD y ahora con el PRD.
En ambos casos cargos gubernamentales, contratas y otros favores han repercutido al interior del partido y en sus posiciones. Hay quienes sostienen que de la actual colaboración con el gobierno algunos reformistas están obteniendo beneficios personales, amparados en el agotamiento de las energías y capacidades del caudillo.
Aún cuando Balaguer sobreviva a sus actuales precariedades, muchos dirigentes de su partido entienden que urge sacar el partido de su casa para comenzar a reconstituirlo. Pero reconocen que el proceso es difícil y que tropieza con la lealtad hasta la muerte de los más cercanos al líder y con el “egoísmo y el recelo” de muchos, además de que todavía quedan quienes creen que pueden constituirse en líderes por el dedo o la voluntad del caudillo.
Ninguno de los que constituyen el anillo personal de Balaguer jamás han aparecido en una encuesta como favoritos para ser candidatos o presidente. De Bello Andino se dice que es calculador y como no es intransigente, sabrá conducirse en la transición. A Aníbal Páez se le atribuyen habilidades políticas y más iniciativa y contar con dos de los más relevantes dirigentes de la última camada reformista: Johnny Jones y Ramón Rogelio Genao. Pero a éstos se les ve vocación para la política e inteligencia para mantener sus expectativas.
La supervivencia del reformismo radica en la capacidad para el entendimiento que muestren Morales Troncoso, Peynado y Antún, además de Guaroa Liranzo, José Hazim, Guillermo Caram, Liselotte Marte y Luis Toral, además de los mencionados en el párrafo anterior.
Habrá que esperar la marcha del proceso de transición para hacer vaticinios firmes, pero mientras tanto no falta vocación a los reformistas para sobrevivir como una comundiad política importante. El mayor enemigo puede ser el paso del tiempo, pues una prolongación de las indefiniciones produciría alguna dispersión y dificultaría que el PRSC pueda ser visto como alternativa para dentro de dos años.
La dificultad será mayor si los reformistas no buscan rápidamente distancia del gobierno perredeísta y sus proyectos. Pero las chivas y vacas del presidente Mejía donde están amarradas es en la casa del caudillo aferrado a la vida y a su poder.-