El PRSC camina a la dispersión

Por Juan Bolívar Díaz

Convertido en un partido minoritario con el descalabro sufrido en las recientes elecciones presidenciales, el Partido Reformista Social Cristiano (PRSC) parece encaminado a la dispersión, como consecuencia de su manifiesta incapacidad para reconvertirse en una organización democrática tras la desaparición de su caudillo Joaquín Balaguer.

La Asamblea Nacional anunciada para el 24 de julio podría profundizar aún más los enfrentamientos de sus dirigentes nacionales, dispersos en unos 7 grupos que persiguen el control del partido aún a costa de mayores fraccionamientos, algunos de los cuales podrían ser definitivos.

El proceso de canibalización del partido colorado es consecuencia del egoísmo y el aferramiento al poder de que hizo galas su fundador y líder hasta el momento mismo de su muerte a los 94 años, cuando lo dejó en manos de su anillo personal y de la pérdida de su identidad a partir del apoyo ofrecido al Partido de la Liberación Dominicana en 1996.

[b]Acentuada decadencia [/b]

El 8 por ciento de los votos obtenido por el PRSC en los comicios de mayo pasado es la más baja votación registrada por cualquiera de los tres partidos que han dominado el escenario político de las últimas cuatro décadas. Se redujo a la tercera parte del 24 por ciento que había conseguido en las elecciones del 2000, cuando su caudillo, con 94 años y al borde de la tumba, persistió en su eterno sueño de la presidencia.

Ni siquiera en los comicios de 1996 cuando Balaguer desdeñó su partido para apoyar al de la Liberación Dominicana (PLD), traicionando a su candidato Jacinto Peynado, había quedado por debajo de los dos dígitos en el porcentaje de la votación.

La decadencia del PRSC corrió paralela a la del caudillo, y se marca a partir del momento en que, en su empeño por cerrarle el paso al poder al líder perredeísta José Francisco Peña Gómez, optó por llevar al poder al tercer partido del sistema, que terminó nutriéndose de una parte de sus cuadros y militantes.

Todavía en el 2000, pudo haberse reafirmado en el segundo lugar, si Balaguer hubiese aceptado la realidad de su decadencia física. En la mayoría de las encuestas de la época Jacinto Peynado registraba mayores preferencias electorales.

Después de esos comicios, el doctor Balaguer frenó un proceso de renovación que habían iniciado muchos de sus dirigentes, convencidos entonces de que el caudillo estaba definitivamente agotado. No compartió el liderazgo colectivo que preconizaban sus discípulos.

Fue así que en una reunión del Directorio Central Ejecutivo celebrada el 1 de julio del 2001 procedió a una reestructuración para dejar la organización en manos de sus incondicionales del anillo íntimo, desplazando a Donald Reid de la presidencia y a Federico Antún de la Secretaría Política. Su leal secretario personal, Rafael Bello Andino, pasó a la primera vicepresidencia, en funciones de presidente, y Johnny Jones fue designado secretario político. Dejó fuera del directorio a Guillermo Caram, Angel Lockward, Fernández Zucco y otros, al tiempo que disminuía la influencia de Jacinto Peynado y Carlos Morales Troncoso.

Balaguer prefirió dejarle el partido como herencia a sus más cercanos, aunque carecían de carisma y liderazgo y jamás habían aparecido en una encuesta de preferencias. Jacinto Peynado, con 47, 53 y 49 por ciento encabezaba las tres últimas encuestas de Hamilton para HOY, Carlos Morales Troncoso aparecía en segundo lugar con 23, 21 y 24 por ciento, mientras Federico Antún ascendía con 17, 14 y 14 por ciento en las mismas.

Los tres que lucían como herederos del liderazgo colorado serían relegados en el 2003 cuando el partido escogió candidato presidencial al ingeniero Eduardo Estrella, con el apoyo de la dirigencia, en un traumático proceso, bajo acusaciones de fraudes y auspicios gubernamentales.

[b]El PRSC pierde identidad[/b]

A partir del pacto de 1996 con el PLD, el Partido Reformista inició un proceso de pérdida de su identidad, fruto de que muchos de sus dirigentes y militantes no estaban acostumbrados a vivir fuera del poder y buscaron cobija alternativamente en los otros dos grandes partidos que gobernaron en los últimos 8 años.

Sus vinculaciones con el poder peledeísta y perredeísta les redituó contratas, ventas privilegiadas, cargos y empleos, supeditando al partido al papel de comodín en cada proceso electoral, cuando una parte apuntaba siempre a la victoria de los dos contrincantes.

Tal línea de acción fue encabezada precisamente por el mismo Joaquín Balaguer y su anillo, habiendo sido legendaria “la chiva” que el presidente Mejía dijo haber amarrado en su casa, y de la que presumió reiteradas veces.

Durante los últimos años de Balaguer el partido fue su residencia, dependiendo de los momentos en que él disfrutaba de lucidez y estaba despierto. Aún después de su muerte, sus íntimos herederos persistieron en dirigir el PRSC desde esa vivienda, donde se realizaban las reuniones de sus organismos.

Es relevante que menos de dos meses después de la desaparición de Balaguer, el PLD ya quedó como alternativa de poder, cuando a finales de agosto, una encuesta lo situó por encima del perredeísmo gobernante. Ya el Partido colorado había perdido su fuerza e identidad.

Aunque fue el primero en escoger candidato presidencial, el 30 de marzo del 2003, para los comicios de mayo pasado, nunca pudo restaurar ni en lo más mínimo su unidad y apareció dividido por los grupos que encabezaban Peynado, Morales Troncoso y Quique Antún.

Los tres terminaron pactando por separado con el PLD desde la primera vuelta, reeditando la historia de 1996, mientras algunos de los de “La Casa” mantenían visibles vínculos con el candidato perredeísta Hipólito Mejía, esperando pactar para una segunda vuelta que quedó en la gatera. En su mayoría negados a vivir sin vínculos con el poder.

Es relevante que en varios de esos pactos se consignaban propósitos de que fueran extendidos a las elecciones legislativas y municipales del 2006 y hasta más allá, indicativo de que prevalece la falta de confianza en la recuperación del partido colorado y la persistencia en el papel de comodín.

[b]Un archipiélago grupal[/b]

El PRSC fue canibalizado desde antes de las elecciones, y el electorado le dio la espalda de manera abrumadora, lo que acentúa la falta de confianza en su futuro por parte de muchos de sus dirigentes, militantes y simpatizantes.

Expulsados sumariamente Peynado, Morales Troncoso, Leonardo Matos Berrido y otros, en vez de algún intento por restaurar la unidad, lo que se produce es una avalancha de peticiones de expulsión de Quique Antún y los que con él firmaron con el PLD una “carta de intención” esperando una alianza en la frustrada segunda vuelta electoral.

Casi retirado de la vida política Jacinto Peynado, a causa de una devastadora enfermedad, algunos de sus seguidores parecen arrimarse al cobijo de Morales Troncoso, a la espera de una oportunidad para conquistar el control del partido.

Quique Antún aparece por su lado y el cacique Amable Aristy Castro se lanza en búsqueda del predominio, compitiendo con Eduardo Estrella y los de “La Casa”, de quienes parecen alejarse Jones, Rogelio Genao y Aníbal Páez. Eduardo Estrella aspira a afianzarse como líder de la organización. Lockward y Rodríguez Pimentel quieren encabezar una tendencia “renovadora”, mientras José Hazim y Víctor Gómez Bergés buscan emerger.

Al parecer todos están más interesados en promoverse individualmente que en recomponer el partido, mientras Liselotte Marte, Guillermo Caram, Simón Tomás Fernández y Rafael Vidal Martínez formulan impotentes llamados a la reflexión y la unidad.

No faltan quienes creen que el destino es “que la semilla se muera para que renazca el árbol”, como lo describió uno de los más lúcidos.

[b]La peligrosa asamblea del 24[/b]

La asamblea nacional que la dirección oficial ha anunciado para el día 24, aún no convocada oficialmente, podría convertirse en “el palo de la gata” que disperse definitivamente a los reformistas, según los temores que expresan algunos de sus dirigentes.

Esta semana el sector que encabeza Morales Troncoso anunció su decisión de participar en la asamblea, lo que fue respondido por los de “La Casa”, argumentando que los expulsados no carecen de derecho.

Diversos dirigentes creen que el escenario de esa asamblea perpetuaría la actual dirección oficial, puesto que sería realizada con los delegados atados, que tienen una docena de años sin que sus mandatos hayan sido convalidados por las bases.

La doctora Liselot Marte advirtió que lo procedente es que se proceda al amparo de los estatutos a celebrar previas asambleas de los subdirectorios y los organismos zonales, municipales y provinciales para elegir delegados a una asamblea nacional. Teme que sin ese proceso, no hay perspectivas de elegir una nueva dirección nacional capaz de reunificar el partido.

Por su parte Caram, Simón Tomás Fernández y Vidal Martínez han circulado un documento donde formalizan el camino planteado por la diputada Marte de Barrios, amparándose en el capítulo V de los Estatutos del partido, y en los artículos 51 y 67.

Sugieren declarar el PRSC en estado de emergencia, poner en receso todos los organismos y funcionarios y dejar la dirección en manos de un pleno de dirigentes, al tenor del artículo 67, con presidente y vocero rotativo hasta que culmine el proceso asambleísta partiendo de la base.

Las esperanzas de muchos están cifradas en que la asamblea planteada para el 24 no sea finalmente convocada, al entender que ella puede liquidar el partido colorado. Se cree que la actual dirección carece de capacidad para restaurar la unidad del partido que mayor tiempo ha gobernado la nación, después de Rafael Leonidas Trujillo.