El Presidente HM contiene la contrareforma

Por Juan Bolívar Díaz

            Los pronunciamientos del presidente Hipólito Mejía en la última semana constituyen un muro de contención para los entusiastas legisladores que han vuelto a desenfundar los afanes por imponer una reforma constitucional regresiva buscando restaurar la reelección presidencial y eliminar la inamovilidad de los jueces.

            Reafirmando su compromiso de no buscar una reelección presidencial, tras unos comicios que fortalecieron su gestión política y de gobierno, el mandatario parece más convencido que antes de que tendría un costo muy alto y peligroso el imponer una reforma política que no ha sido consensuada ni siquiera con su propio partido.

            Mientras tanto, contradiciendo a los funcionarios y legisladores promotores de la contrareforma, en el Partido Revolucionario Dominicano parece crecer el rechazo al continuismo, lo que haría más traumática su restauración, dividiendo profundamente a la sociedad dominicana.

Firmes planteamientos

            Ha llamado la atención que el agrónomo Hipólito Mejía se ha situado más como presidente de la nación y estadista que como dirigente político desde que conociera el amplio triunfo logrado por su partido en las elecciones congresionales y municipales del pasado 16 de mayo.

Comenzó pidiendo a sus parciales que no se envanecieran con el triunfo electoral y trabajaran en la dirección correcta para convertirlo en una victoria de todos.

Obviamente algunos de sus parciales no interpretaron el mensaje y de inmediato se lanzaron a dar por inminente la reforma constitucional que han promovido persistentemente desde diciembre del 2000, ratificando que impondrían la reelección presidencial y llegando a proclamar que se llevarían de paso la inamovilidad de los jueces, entre otras cuestiones rechazadas en amplios sectores políticos y sociales.

Algunos senadores y diputados perredeístas desaforados consiguieron rápidamente un movimiento de rechazo en la opinión pública y la renovación de las incertidumbres en sectores políticos, empresariales y sociales que temen reformas fundamentales impuestas, sin tomar en cuenta la pluralidad de visiones de la sociedad dominicana.

Frente a tales planteamientos el presidente Mejía no sólo reiteró su compromiso de respetar el principio antireeleccionista de su partido, sino que además se manifestó muy concretamente sobre la aceleración.

Hablando en el programa dominical de los periodistas Ramón Colombo y Juan Taveras Hernández, el 2 de junio, el mandatario tuvo oportunidad de elaborar sus criterios, rechazando que se trate sobre una reforma constitucional en estos meses, ni en esta legislatura, que es la última del Congreso que concluye el 16 de agsoto.

Cuando le hablaron de la mayoría perredeísta en el Congreso, Mejía dijo: “Yo quiero que haya un equilibrio de las fuerzas democráticas del país e internamente también en el PRD. Lo hemos demostrado como presidente:no queremos aplastar a nadie, queremos una participación lógica, sin arrogancias, porque lo hemos demostrado”.

Posteriormente el miércoles y más concretamente el jueves 6, Hipólito Mejía expresó su firme apoyo a la inamovilidad de los jueces, diciendo que no permitirá que sea eliminada.

Los planteamientos del gobernante han sido tan concretos y firmes en los últimos días que deben contener, al menos por ahora, los afanes de una parte de sus seguidores por reformar la constitución a cualquier precio.

En la misma dirección pareció ubicarse el presidente del Senado, Andrés Bautista García, quien el miércoles 5 dijo por televisión al periodista Miguel Guerrero que los legisladores perredeístas no utilizarán la fuerza aplastante para avasallar y cometer bellaquerías. Aunque insistió en la necesidad de reformar la Constitución, la condicionó al “consenso de todos los sectores”.

El diverso PRD

            Hay quienes creen que el presidente Mejía ha quedado preso de sus persistentes promesas, incluso con páginas firmadas en los periódicos, de que respetará el principio antireeleccionisa de su partido. Ha recordado varias veces, en público y en privado, que usó lo que llamó subterfugio jurídico para vetar la convocatoria de la Asamblea Nacional para reformar la constitución aprobada por ambas cámaras a fines del año pasado.

            Amparados en la palabra del presidente, en las últimas semanas han aumentado los pronunciamientos de líderes perredeístas contra la reelección, incluyendo a la vicepresidenta Milagros Ortiz Bosch, quien el 30 de mayo pasado propuso un congreso de su partido para discutir la propuesta, advirtiendo que la reforma constitucional “debe reflejar el avance de la democracia”.

            Actuando con la prudencia que recomienda su cargo, la doctora Ortiz Bosch ha reiterado su convicción antireeleccionista, amparándose en los propios pronunciamientos del primer mandatario.

            El presidente del partido, Hatuey de Camps, ha sido el más firme contradictor de la propuesta promovida básicamente por los dirigentes del “Proyecto Presidencial Hipólito” (PPH). En las últimas semanas han rechazado la propuesta reeleccionista otros dirigentes que habían mantenido discreción sobre el particular, como los senadores Ramón Alburquerque y José Antonio Najri, y el secretario de Interior y Policía Pedro Franco Badía. Mientras Amaury Justo Duarte respaldaba la propuesta de congreso partidario para discutir el asunto.

            Por su parte Enmanuel Esquea, José Rodríguez Soldevilla y Rafael Suberví Bonilla han declarado abiertamente que buscarán la candidatura presidencial perredeísta para el 2004.

Actitud conciliatoria

            Resalta que el Presidente Mejía, no sólo ha formulado planteamientos de contención a sus propios seguidores, sino que ha pasado a una actitud personal conciliatoria, desde sus visitas del sábado y el lunes pasados a los senadores y síndicos electos por Santiago y el Distrito Nacional.

            El sábado se desplazó no sólo a la residencia del perredeísta Víctor Méndez, senador electo por Santiago, sino también a la de José Enrique Sued, reformista electo como síndico por el municipio. Y el lunes hizo lo mismo con Roberto Salcedo y José Tomás Pérez, peledeístas electos a la sindicatura y la senaduría del DN, almorzando con ellos en la residencia del último.

            El presidente no sólo prometió colaborar al éxito de la misión de los opositores, proclamando que se impone “un verdadero equilibrio de fuerzas en el ejercicio de los poderes públicos”, sino que también propuso consenso para la agenda legislativa y la acción gubernamental.

            En un encuentro con directivos del Listín Diario la noche del lunes declaró que “para alcanzar una agenda de desarrollo común el único camino es asumir con responsabilidad el diálogo y el entendimiento entre todos los sectores que forman la sociedad”, señalando que la gente no quiere más pleito, “vamos a trabajar, vamos a buscar armonía”.

            Después de haber expresado su decisión de promover que los reformistas mantengan la dirección de la Cámara de Diputados y de la Liga Municipal Dominicana, envíando su Consultor Jurídico a expresarlo directamente al expresidente Joaquín Balaguer,

Mejía abrió la puerta a una conciliación con el liderazgo peledeísta.

            Concluiría una brillante semana visitando al presidente del PLD, el doctor Leonel Fernández, con quien había protagonizado agrios intercambios de ataques en los últimos meses. Las fuertes expresiones del presidente en relación a Fernández sorprendieron a los observadores, contrastando con las declaraciones de los primeros meses de su gestión, cuando repitió varias veces que al exmandatario había que respetarlo y considerarlo.

El encuentro abre un escenario para la negociación y el entendemiento, fortaleciendo la tendencia a la distensión de los últimos días que tan buena acogida ha tenido en la opinión pública, fortalece la imagen del presidente Mejía, que se sitúa como estadista, y beneficia al gobierno que tiene que enfrentar problemas serios como los que afectan al turismo y al sector energético.

Amplia oposición

               Las perspectivas derivadas de los planteamientos presidenciales y la actitud de la opinión pública no auguran éxito para los intentos de precipitar una reforma constitucional sin consenso político y social. Más bien los condenan al fracaso, al menos que sus propios seguidores quieran poner en ridículo los empeños del mandatario.

            Cada vez parece más difícil que el actual Congreso Nacional logre el objetivo de reformar la Constitución. El aplazamiento pedido por el presidente Mejía se deriva de una correcta interpretación de la coyuntura.

            Con nuevos legisladores recién electos, que no cambian la correlación de fuerzas en una Asamblea Nacional constituyente, habrá muy escaso respaldo a que los salientes se aboquen a la importante reforma. La mayoría de ellos concluyen su misión y una parte carecerá del equilibrio necesario para esa tarea. Hay quienes consideran que algunos serán presa fácil de posiciones transfugistas u oportunistas, a cambio de prevendas.

            Por demás, a dos meses de concluir el período es ya imposible encontrar el sosiego necesario para ejecutar una reforma constitucional aceptable para la sociedad política y civil.

            El PLD es abierto opositor a la reforma al vapor y el PRSC pasa por momentos de indefinición sobre su rol, pero con fuertes tendencias a buscar distancia del gobierno, como forma de prepararse para el desafío electoral por la presidencia dentro de dos años.

            Y en el liderazgo de la sociedad civil es casi imposible encontrar respaldo para una reforma constitucional a la carrera, que sólo serviría para incrementar incertidumbres.-