El PRD trata de evadir renovación de liderazgo

Por Juan Bolívar Díaz

Acicateados por los resultados de las encuestas, los perredeistas intentan reaccionar, pero primero tienen que desmontar el tinglado continuista.                                              

            Acicateados por las caídas que le registra las encuestas y la opinión pública, y en un marco nacional e internacional de crecientes dificultades, el Partido Revolucionario Dominicano (PRD) se abocan a establecer un calendario para sus elecciones primarias a finde elegir el candidato presidencial para los comicios presidenciales del año próximo.

            Tratando de reducir los riesgos de desgarramientos internos que acentuarían el rechazo del electorado, una vez más se inclinan a dejar de lado la elección de nuevos dirigentes, reafirmando un círculo vicioso de falta de representatividad y legitimidad democrática que genera un progresivo debilitamiento institucional.

            La concertación entre los precandidatos presidenciales perredeístas, por iniciativa del presidente Hipólito Mejía, está llamada a desmontar definitivamente el tinglado continuista contra sostenido contra la naturaleza del perredeísmo histórico por el propio grupo del mandatario, el PPH.

Concientes de su debilidad

            Por más que hayan rechazado los resultados de las últimas tres encuestas profesionales que relegan al perredeísmo a un segundlo y hasta tercer lugar en las preferencias electorales, sus dirigentes están cada vez más concientes de su debilidad. Más aún cuando la inflación ascendió al 4 por ciento en febrero y se renovaba la tendencia alcista de la tasa cambiaria.

            Hasta los funcionarios del gobierno reconocen lo indicado por las encuestas Penn and Schoen, Hamilton y Gallup y ahora centran sus expectativas en el lanzamiento de una ofensiva, “en soltar los caballos blancos”, como proclamó el presidente Hipólito Mejía al ofrecerse como ente de moderación en el partido.

            En conversaciones fuera de récord la generalidad de los dirigentes del PRD y funcionarios de su gobierno reconocen que la situación les ha resultado adversa, tendiendo a magnificar el “shock externo” determinado por la recesión internacional, el elevado costo del petróleo y las consecuencias de los ataques terroristas sobre el turismo y las zonas francas.

            El nerviosismo aumenta en los ámbitos gubernamentales en la medida en que hasta quienes vendieron la guerra contra Irak como un “paseo triunfal” comienzan a admitir que el conflicto podría extenderse por meses. En tal escenario, la recesión, el incremento del costo del petróleo y la caída del turismo son absolutamente previsibles.

            Tal situación obligaría al gobierno a una mayor austeridad, con restricciones del gasto y las inversiones y no evitarían un mayor deterioro económico, traducido en devaluación, inflación, altas tasas de interés, desempleo y recesión.

            Cuando se refirió a la guerra contra Irak, antes y después de iniciada, el propio presidente Mejía expresó su esperanza de que fuera corta, obviamente influído por la propaganda de quienes la vendían como el remedio a todos los males del mundo, ya que según su visión no sólo liquidaría el terrorismo, sino que bajaría los costos del petróleo y reanimaría la economía ninternacional.

Daño colateral de la guerra

            Por de pronto en su primera semana, la guerra contra Irak, que todavía no ha desajustado el turismo dominicano ni ha elevado el costo del petróleo, generó un daño colateral al gobierno con la dimisión del canciller Hugo Tolentino Dipp, quien no compartió la decisión del presidente Mejía de ponerse del lado del gobierno y el pueblo norteamericano en el conflicto.

            La salida motivada de Tolentino acentuó el costo político de la decisión del primer mandatario, a la luz del casi unánime rechazo de la invasión norteamericana a Irak, en un país que como este ha sufrido ocupaciones de las tropas de Estados Unidos, la última hace 38 años, cuando el restablecimiento del gobierno constitucional y perredeísta se convirtió en “una amenaza contra la seguridad” de la superpotencia.

            Tolentino todavía no era del PRD, pero como gran parte de su generación, rechazó y combatió la ocupación del territorio nacional. De manera que su renuncia de esta semana estaba sellada por la coherencia política y en consecuencia llamada a despertar solidaridad y acentuar rechazos del gobierno.

            También daña al gobierno por cuanto el excanciller, como el anterior renunciante al régimen de Mejía, Virgilio Bello Rosa, forma parte del círculo estelar del perredeísmo, de los más capaces, sustentadores de posiciones programáticas e ideológicas y de honradez a toda prueba.

            El jefe del gobierno se movió con rapidez y aprovechó la vacante dejada por Tolentino para propducir una rotación de funcionarios, la más importante en sus dos años y siete meses de gobnierno: Frank Guerrero Prats pasó a canciller; y a su vez fue relevado por José Lois Malkún, removido de la secretaría de Finanzas; a esta cartera fue a parar Rafaekl Calderón, quien gestionaba el secretariado Técnico de la Ptresidencia, donde se produjo una novedad, con la inclusión del economista Carlos despradel, quien era asesor económico y miembro de la Junta Monetaria.

            Mejía anunció que estos cambios no serían los únicos. Se ignora si se refería a la remoción del Jefe del Ejército Nacional, del titular de la Guardia Presidencial y de algunos mandos milirates adicionales de menor nivel, que se anunciaron el jueves.

            Hay quienes creen que a la imagen del gobierno convendría también relevar a los 4 secretarios de Estado que han iniciado campañas para lograr la nominación presidencial del partido blanco, ya que hasta del mismo ámbito partidario han salido denuncias de que están en ventaja por el uso de recursos estatales.

Hora de la concertación

            Los mandos perredeístas han comprendido que tienen que ponerse en posición para contener el desgaste que les afecta y tratar de recueprar el terreno perdido. Con un encuentro auspiciado por el Presidente Mejía con los ocho que aspiran a la candidatura presidencial, se inició un proceso de concertación.

            La primera reunión fue el viernes 21 y 4 dias después los precandidatos volvieron a reunirse. Esta vez dieron un paso bien concreto, al constituir una comisión, integrada por los titulares de los tres cargos básicos del partido más un representante de cada aspirante, con la misión de definir el calendario para las elecciones primarias.

            Se espera que en el breve plazo de una semana el grupo esté en condiciones de fijar fecha y programar el evento, dando preponderancia a la depuración del padrón electoral constituído por los miembros del partido.

            La expectativa predominante entre dirigentes consultados es de que la elección del candidato presidencial pueda culminar entre septiembre y octubre. Toman en cuenta que el reformismo está escogiendo el suyo precisamente este fin de semana, y que los peledeístas lo harán el 29 de junio próximo.

            La convicción de que urge definir campos es tan fuerte que ya parece haber consenso en que se aplace una vez más la convención ordinaria que debería producir la renovación de los mandos del partido, desde el Comité Ejecutivo Nacional hasta los comités de base.

            Uno de los precandidatos confió que es tan obvia la situación que nadie insistió en anteponer la renovación de la dirigencia a la elección del candidato. Otro aspirante dijo que en el mejor de los casos podía esperarse que la otra convención se diera en el período de transición, es decir entre mayo y agosto del 2004.

            Eso fue justamente lo que se acordó a mediados de 1999, cuando el PRD eligió a Hipólito Mejía candidato presidencial. En aras de evitar mayores confrontaciones internas y desplazamientos se dejaría la elección de dirigentes para después de los comicios presidenciales. Cosa que la euforia del triunfo dejó en el olvido. La atención se concentró en la repartición de puestos.

            La última vez que el PRD medio eligió dirigentes fue en 1990, al vapor, en una convención de delegados celebrada en el Hotel Concord. Desde entonces viene de arreglo en arreglo, acomodando la carga sobre la marcha para evitar mayores confrontaciones. Subordinando esa tarea fundamental de la democracia a la unidad interna de cara a los comicios presidenciales de 1994-96 y 2000.

Una importante definición

            La prisa por definir el calendario es mayor por cuanto la generalidad de los aspirantes a la candidatura entienden que de esa forma el partido superará definitvamente las incertidumbres derivadas de la persistencia con que el Proyecto Presidencial Hipólito (PPH) se empeña en promover la repostulación del mandatario.

            Con el presidente insistiendo en que no será candidato, como lo hizo dos veces en los últimos diez días, la identificación de los aspirantes y la campaña interna marcarían el final de un largo esfuerzo que llegó al nivel de una reforma constitucional protagonizada sectariamente por el PPH al margen del propio partido como del resto de la sociedad.

            Todavía en el fin de semana pasado los promotores del nuevo continuismo anunciaban con bombos y platillos que una veintena de senadores estaban dispuestos a inscribir la candidatura presidencial del agrónomo Mejía. Se entendio que sería la precandidatura, pero en cualquier caso para formalizarla tendría que contarse con su aceptación.

       De manera que en las actuales circunstancias iniciar el proceso de elección del candidato presidencial perredeísta equivale a decantar el problema del continuismo.

            Por la misma razón, y dadas las difíciles circunstancias económicas y políticas, con guerra incluída, los promotores de la repostulación estarían interesados en que ese proceso sea dilatado. Ellos virtualmente no tienen representación en la comisión que prepara el calendario.

            Los aspirantes a la candidatura perredeísta son hasta el momento la vicepresidenta y secretaria de Educación, Milagros Ortiz Bosch y los secretarios de Salud Pública, Interior y Policía y Turismo, José Rodríguez Soldevilla, Pedro Franco Badía y Rafael Suberví Bonilla. También el presidente del partido Hatuey de Camps, el senador Ramón Alburquerque, El expresidente del partido Enmanuel Esquea Guerrero y el economista Rafael Abinader.

            Todos están interesados en que se supere la incertidumbre del continuismo, lo que prometió el presidente Mejía ante una petición de Esquea Guerrero de que pusiera freno a sus partidarios del PPH.

            Nadie asegura que los caminos estén allanados para el consenso entre los siempre beligerantes perredeístas. Pero las circunstancias los obligan si quieren por lo menos f renar el derrotero en que se encuentran.-