El PRD no puede ocuparse del país

Por Juan Bolívar Díaz

http://hoy.com.do/image/article/395/460x390/0/5EAB9EFC-1F6C-4589-9BE2-049945BE1D08.jpeg

Después de haber hecho el ridículo frente a la convocatoria del gobierno a una reunión Cumbre, los grupos que se disputan el control del Partido Revolucionario Dominicano (PRD) se dieron una tregua para reunir a su hipertrofiado Comité Ejecutivo Nacional y ampliar la comisión organizadora de su próxima convención eleccionaria.

Sin embargo, la equivocada estrategia de Miguel Vargas Maldonado de perseguir la presidencia del partido para asegurarse la candidatura presidencial determina una intensa y larga lucha sin cuartel que podría culminar en una división del principal partido de la oposición y el más antiguo del sistema político nacional.

Con el expresidente Hipólito Mejía dependiendo de la reforma constitucional del partido de gobierno para viabilizar su expectativa de buscar la candidatura presidencial, a los perredeístas no le alcanza el tiempo para ocuparse de los problemas nacionales lo que alienta las corrientes continuistas en torno al presidente Leonel Fernández.

Una efímera tregua

La mediación del dirigente perredeísta Hugo Tolentino y del conciliador Quico Tabar logró un par de reuniones entre Mejía y Vargas Maldonado cabezas de los dos grupos mayoritarios en el partido blanco, lo que permitió una sesión sin confrontaciones del Comité Ejecutivo Nacional perredeísta integrado por más de dos mil miembros.

La reunión del domingo 15 logró la ratificación de la Comisión Organizadora de la Convención Nacional programada para el 14 de junio próximo para renovar los principales cargos directivos del PRD, no sin antes ampliarla para integrar una representación del grupo de Vargas Maldonado. Este perdió por estrecho margen la votación en sesión del Comité Político dos semanas antes cuando persistieron en buscar el todo o nada desestimando la propuesta de integrar una comisión plural.

Con la ampliación de la Comisión Organizadora de la Convención, los perredeístas ratificaron la representación grupal que les ha permitido mantener la unidad desde que en los años setenta instituyeron las luchas de tendencias o grupos, pero casi siempre después de exponer sus ambiciones sectarias sin escrúpulos.

Otra resolución aprobó sanciones para cualquier miembro del PRD que apoye los aprestos que se barajan en el Congreso Nacional para extender en dos años el mandato de los legisladores y munícipes con el pretexto de reunificar las elecciones presidenciales con las congresionales y municipales en el marco de la reforma constitucional en proceso.

Así mismo, el Comité Ejecutivo ratificó la tardía decisión de la Comisión Política de condicionar la participación en la Cumbre gubernamental y decidió “priorizar la línea de oposición, respaldando a las organizaciones comunitarias y de la sociedad civil en sus reclamos al gobierno”.

Error estratégico

La exitosa sesión del Comité Ejecutivo después de las confrontaciones en la Comisión Política alentó a algunos dirigentes perredeístas, pero la generalidad está conteste en que se trató de una débil tregua, porque en el fondo subyace la decisión del grupo de Vargas Maldonado de llevarlo a la presidencia del partido como forma de controlar las candidaturas para los comicios legislativos y municipales del 2010 y fortalecer la plataforma para su nominación presidencial en el 2012.

En una entrevista publicada este jueves por el semanario Clave, al responder si mantiene su decisión de buscar la presidencia del PRD, el ingeniero Vargas respondió que plantea “la unidad en la dirección partidaria, en la candidatura y en el Gobierno, porque creemos que es una forma más coherente y expedita de alcanzar el poder”.

Desde que se hizo público su propósito a principios de noviembre pasado, se advirtió que el mismo desataría una irrefrenable lucha por la candidatura presidencial perredeísta, entonces a tres años y medio de la elección del 2012, con un primer escenario en las legislativas y municipales del 2010, lo que impediría al partido blanco capitalizar las progresivas insatisfacciones con la gestión peledeísta.

Vargas Maldonado perdió un primer round en el Comité Político cuando logró un todo contra él del grupo de Hipólito Mejía, el de Luis  Abinader -otro aspirante declarado a la candidatura presidencial que construye estructura-, los grupos en extinción y los independientes que abogan por la unidad partidaria para fortalece su papel de oposición al gobierno y acentuar la vinculación con las organizaciones sociales.

La lucha interna determinó el papelazo del partido blanco al no condicionar a tiempo su participación en la Cumbre  dejando todo el espacio al acercamiento gubernamental a las organizaciones sociales, en lo que la respuesta de Vargas Maldonado pareció la más adecuada. Como escribió esta semana el destacado sociólogo Wilfredo Lozano perdieron “una oportunidad de oro para asumir un liderazgo en el debate sobre las alternativas a la crisis”.

Peligroso derrotero

La línea de acción de Vargas Maldonado transita un peligroso derrotero llamado a desgastar su partido, ya que  lo expone a un frente de todos contra él, y podría conducir a una división, aún en el caso de que gane la presidencia perredeísta en junio, lo que en vez de amainar las luchas las extenderá y disparará a su máxima potencia.

Primero endurecería la confrontación a nivel nacional por las candidaturas legislativas y municipales y luego por la presidencial. Sus opositores tendrán a su favor el artículo 172 del Estatuto partidario que prohíbe a los principales dirigentes aspirar a candidaturas aún si renunciaran. Haría necesaria una convención estatutaria.

La estrategia parte de la seguridad de que el que fuera candidato presidencial en el 2008 tiene las mayores posibilidades de repetir. Señalaron los comunicados en los que las mayorías de los legisladores y los síndicos dieron respaldo a Vargas en noviembre. Siendo así son menos justificables la dura confrontación y los riesgos de división. Lo lógico hubiese sido privilegiar la unidad, auspiciando una candidatura independiente a la presidencia del partido. Una táctica flexible llevaba a respaldar la candidatura de Enmanuel Esquea, quien ya era aceptado por el grupo de Mejía, aunque el abogado fue el único de los precandidatos que se mantuvo firme en rechazar la repostulación del expresidente en el 2004, lo que no es la única muestra de su firme carácter e independencia.

Aunque la mayoría de los dirigentes están comprometidos en las luchas grupales, hay suficientes para escoger uno con independencia y personalidad para dirigir el partido y arbitrar sus luchas internas, incluyendo  al mismo Tirso Mejía Ricart, Hugo Tolentino   y  Milagros Ortiz Bosch que han confrontado al expresidente Mejía, a quien el grupo de Vargas Maldonado considera su principal contrincante en la lucha por la candidatura presidencial.

Por demás, la estrategia de unificar la dirección partidaria y la candidatura presidencial como imprescindible para alcanzar el gobierno va contra la tradición del PRD que en sus cuatro victorias presidenciales equilibró fuerzas y grupos dejando la presidencia en manos de Ángel Miolán en 1962, Salvador Jorge Blanco en 1978 y Jacobo Majluta en el 1982, aún cuando tenía los liderazgos unificadores de Juan Bosch y Francisco Peña Gómez.

El meta mensaje no puede ser más excluyente. Si desde ya Vargas necesita presidir el partido y ser candidato, si llega a la presidencia de la República el PRD sería absolutamente insustancial y subordinado. El derrotero conduce a la división o una personalización que no tuvo el PRD ni siquiera en vida de sus dos líderes históricos.

Mientras afilan hachas…

Mientras los grupos perredeístas afilan hachas el gobierno se anota un triunfo congregando a las organizaciones sociales en torno a sus planteamientos, revirtiendo el deterioro que registraba y subordinando el Partido Reformista Social Cristiano, en medio de una percepción de que la oposición política no representa alternativa.

El PRD se muestra incapaz de presentar planteamientos unificados, serios y coherentes sobre la forma de enfrentar la crisis económico-social, pero tampoco tiene tiempo para formular  posiciones sobre el proyecto de nueva Constitución del presidente Fernández, más allá de la demanda de que fuera mediante Asamblea Constituyente. Ni siquiera ha podido establecer una comisión que analice el proyecto  y formule posiciones del partido, a dos o tres semanas de que la ya convocada Asamblea Revisora inicie su tarea.

Hay quienes creen que la falta de posición sobre el proyecto de Constitución está relacionada con las expectativas de Hipólito Mejía y sus seguidores, ya que el mismo le abriría las puertas a una nueva postulación aún cuando todavía no se conoce de alguna encuesta que aliente sus posibilidades de volver a la presidencia, de la que salió con el rechazo de dos tercios de los electores.

Pero el partido blanco ni siquiera ha sido capaz de reclamar firmemente una regulación de las campañas electorales para evitar los abusos del poder verificados en las últimas elecciones, lo que debió ser parte de una oportuna respuesta a la convocatoria de la Cumbre.

Al parecer, los grupos perredeístas subestiman el liderazgo del presidente Fernández y su partido y creen que estar sentados debajo del árbol les garantiza recoger la fruta madura que ha de caer. Pero olvidan que el caimito se seca en las ramas y que ese fruto ha dominado el huerto político nacional desde Santana, Báez y Lilís, hasta Horacio, Trujillo y Balaguer.