Por Juan Bolívar Díaz
Estarían perdiendo su tiempo los reformistas y perredeístas que sueñan con que el Partido de la Liberación Dominicana (PLD) les pueda entregar la presidencia de la Cámara de Diputados en agosto próximo, cosa que varios han salido a diligenciar pública e impúdicamente.
Si bien al gobierno le conviene un cierto acuerdo que facilite la gobernabilidad, no hay razones para que lo haga renunciando al poder ganado en los comicios de mayo pasado, mucho menos por acuerdos con individuos, lo que abonaría confrontaciones con los partidos de oposición.
El planteamiento de una nueva alianza del Partido Reformista Social Cristiano (PRSC) con el partido de gobierno sólo sirve para reafirmar al primero como una asociación de oportunistas que no puede mantenerse por sus propios pies y necesita permanentemente un palo de donde recostarse.
Nada gratis en política
No había terminado el proceso electoral en el que perredeistas y reformistas participaron aliados, cuando por lo menos tres de sus legisladores salieron a buscársela activamente en los predios gubernamentales. Los reformistas Mario Collante y Víctor Bisonó han hecho diligencias personales y hasta declaraciones sugiriendo una nueva alianza ahora con el partido de gobierno, mientras el perredeista Neney Cabrera llegaba a sugerir que el propio presidente Leonel Fernández le había ofrecido la presidencia de la cámara baja.
Los tres podrían estar perdiendo su tiempo y degradándose al perseguir una utopía, pues en ninguna parte del mundo un partido regala a otro el poder que obtiene en las urnas, a menos que tenga necesidad para conseguir otros objetivos, lo que no es el caso.
El PLD tiene mayoría absoluta en las dos cámaras legislativas. No se advierte la menor razón para que renuncie a ello, y mucho menos cuando los dos mayores partidos de oposición lucen desarticulados, afrontando procesos de dispersión, especialmente en el caso del PRSC. De éste el peledeísmo se ha nutrido en la última década y lo seguirá haciendo.
Se podría pensar que negociar individualmente con un reformista o perredeísta incentiva el desconcierto en los partidos de oposición. Pero eso sólo tendría algún sentido con un líder que arrastre mayores fraccionamiento, lo que no está a la vista. Conlleva el riesgo de generar dificultades de gobernabilidad y contribuir a cohesionar a la oposición.
Con el 69 por ciento de los senadores (22 de 32) y el 54 por ciento de las curules de diputados (98 de 178) el PLD no necesita de los opositores para aprobar cuantos proyectos quieran. Esas proporciones son suficientes hasta para aprobar una convocatoria de reforma constitucional, aunque le faltarían 22 votos para disponer de las dos terceras partes que se requiere para aprobar las modificaciones a la Constitución.
Sin embargo, los peledeistas saben que desde el gobierno es fácil conseguir un 10 por ciento de votos para cualquier objeto. En 1998 estuvieron a punto de emprender una reforma constitucional cuando sólo contaban con 14 diputados y un senador. A principios de agosto de ese año fue que el Senado pasó un sábado entero reunido a la espera del proyecto que a último momento el presidente Fernández no envió porque le faltaban algunos votos para garantizarse los dos tercios. Fue cuando Amable Aristy Castro, senador reformista entusiasmado con la reforma reclamó al mandatario que se pusiera los pantalones.
Los reformistas y hasta algunos peledeistas, con votos y ausentismo, contribuyeron también a la reforma constitucional que hicieron los perredeístas en el 2002 para que el presidente Hipólito Mejía pudiera repostularse.
Otra cosa es la LMD
Donde el PLD tendría que negociar para lograr el control es en la Liga Municipal Dominicana (LMD). Es en enero que vence el período para el cual fue electo Amable Aristy Castro, aliado en el 1999 con el PLD y en el 2003 con el PRD para conseguir y retener el cargo de secretario general.
El partido de gobierno y aliados sólo consiguieron el control de 68 de los 151 municipios, faltándole apenas 8 para garantizarse la mayoría. Con la capacidad de negociación que da el Poder Ejecutivo podrían conseguir esos votos, hasta por ausentismo de algunos opositores, sin tener que renunciar a sus poderes.
Sin embargo, las lecciones del otro período de gobierno, que Danilo Medina asegura que aprendieron, no recomienda buscarse un conflicto para controlar la LMD, por unos cuantos cientos de empleos. En cambio encontraría apoyo popular y hasta de los ayuntamientos opositores si se plantea eliminar ese organismo, que sólo sirve para quedarse con el 5 por ciento de los recursos destinados a los ayuntamientos.
Tampoco se justificaría cambiar la presidencia de los diputados por la secretaría general de la LMD, donde en cambio, el peledeísmo hasta se podría dar el lujo de respetar la mayoría opositora, en caso de que ésta sume sus votos para mantener el control, o inclinarse por uno de los dos para dividirlos.
Aunque el secretario de Interior y Policía llegó a decir que el PLD debería asumir la secretaría general de la Liga, de la máxima dirección del partido no ha salido ninguna definición pública, que sí se ha producido para las cámaras legislativas. El secretario general y senador electo, Reinaldo Pared Pérez, ha reiterado que la presidencia de ambas cámaras debe quedar en manos de peledeistas para garantizar las reformas que demanda el país. Incluso se creó una comisión oficial para sugerir nombres.
¿Pacto PLD – PRSC?
En su búsqueda de apoyo del PLD para sus aspiraciones de conseguir la presidencia de la Cámara de Diputados, los reformistas Marino Collante y Víctor (Ito) Bisonó han sugerido la posibilidad de un acercamiento en pro de un pacto político, lo que aparentemente no ha encontrado receptividad en la dirección del partido colorado.
Es que resulta cuesta arriba que el PRSC se plantee pactar con el PLD, cuando acaba de salir de la alianza con el PRD. Sobre todo cuando entre octubre y noviembre del año pasado negoció con los dos al mismo tiempo.
Una nueva alianza reformista, ahora con el partido de gobierno, sólo serviría para afianzar su imagen de partido bisagra del sistema partidista, o como una asociación de oportunistas que no puede valerse por sí misma y necesita un palo al cual arrimarse para mantenerse en pie. O que los reformistas no pueden sobrevivir sin estar pegados de la vaca nacional.
El PLD no necesita ahora alianza alguna con el PRSC. Con o sin ella se va a seguir nutriendo de reformistas que no pueden vivir sin los beneficios del poder, a menos que surja un líder capaz de reunificar o dar una nueva inspiración al partido de Joaquín Balaguer. Además de que ideológica e históricamente los colorados sienten que tienen más vasos ideológicos comunicantes con el peledeismo que con el perredeismo.
Hay otra razón por la que tácticamente el PLD no buscaría una alianza con el reformismo. Es que dejaría todo el espacio de la oposición al PRD y sería un incentivo a la cohesión de este. Una expresión de oportunismo de esa categoría no sumaría nada a esos partidos de cara a la ciudadanía.
¿Y el proyecto de nación?
En términos técnicos y legales la alianza entre el PRD y el PRSC concluyó, como proclamaron esta semana dirigentes de ambos partidos. No se trataba de la fusión, contemplada en el artículo 63 de la ley electoral, mediante la cual dos organizaciones se unifican definitivamente. El artículo 64 indica que La alianza o coalición de partidos tendrá siempre un carácter transitorio.
Es decir que se trata de un acuerdo para participar en las elecciones. Pero en este como en la generalidad de los casos conllevó un compromiso programático voluntario entre las partes, que se denominó Proyecto de Nación, y fue proclamado formalmente en un acto político celebrado por ambos partidos el 28 de febrero de este año.
Pocos lo tomaron en serio, pero se supone que la alianza PRD-PRSC se comprometió ante el país a desarrollar una serie de acciones en el orden legislativo como en el municipal. Aunque no faltará quien interprete que ese pacto carece de sentido porque la alianza no consiguió mayoría congresional.
De ahí que tanto el presidente del PRSC, Federico Antún, como el del PRD, Ramón Alburquerque, al reconocer que la alianza dejó de existir, se hayan referido a compromisos pendientes. Estamos comprometidos con la reforma constitucional, con las reformas legales, económicas y sociales, y en ese sentido tenemos que seguir juntos proclamó Alburquerque el miércoles.
De lo que no cabe duda es que la alianza PRD-PRSC está concluyendo con tan poco brillo y escasa elegancia como comenzó y transcurrió, lo que determinó que no pudiera alcanzar los objetivos que le dieron origen. Las múltiples declaraciones que la dieron por muerta no fueron más que expresiones de la decadencia de sistema partidista nacional.-