El PLD Amenazado por una crisis

Por Juan Bolívar Díaz

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El Partido de la Liberación Dominicana (PLD) podría caer en una profunda crisis si sus organismos no operan eficientemente para hacer prevalecer los procedimientos democráticos en la planteada lucha por la candidatura presidencial para los comicios del 2008, tal como han demandado varios de sus dirigentes.

Una lucha descarnada entre el presidente Leonel Fernández y Danilo Medina podría sacudir toda la estructura partidista con fuertes repercusiones sobre la gestión gubernamental en marcha, riesgo que aumenta por la escasa competencia que por el momento representan los partidos de oposición.

Aunque se ha creado el mito de que en el PLD las apetencias individuales no pasan por encima de la institucionalidad, su historia muestra varias crisis con fuertes desprendimientos, aún cuando tenía un líder unificador y no había alcanzado el poder que tanto corroe los partidos políticos.

En pendiente  enjabonada

Los acontecimientos registrados en las tres semanas después de la renuncia del licenciado Danilo Medina a la Secretaría de la Presidencia para dedicarse a la búsqueda de la candidatura presidencial del PLD, incrementan los temores de una crisis que sacuda al partido de gobierno.

Si firme ha sido la decisión de este dirigente y las demostraciones de fuerza que se han expresado en su favor, en público y en privado, tanto en las estructuras del partido como en los bloque de legisladores y munícipes, no menos contundentes han sido las manifestaciones en pro de la repostulación del presidente Fernández.

Los signos de confrontación se manifiestan abiertamente en programas de radio y televisión y en las columnas de articulistas vinculados al PLD, que progresivamente van tomando posición en lo que para algunos será un duelo de titanes. Hasta el punto de que ya muchos dan por hecho una crisis que aún está en gestación.

La reunión de altos funcionarios en el Palacio Nacional y el inicio de una controversial consulta  para determinar si procede la repostulación, con un formulario considerado intimidante hace temer que una vez más los propósitos continuistas podrían socavar los cimientos de una organización política en el poder que mantiene en su programa de gobierno el postulado de la alternabilidad. Como ocurrió con el gobierno del agrónomo Hipólito Mejía y el Partido Revolucionario Dominicano (PRD).

Los activistas del PPH-PRD no se detuvieron ni siquiera cuando el país cayó en la profunda crisis financiera del 2003 y las encuestas colocaban al PLD muy por encima en las posibilidades electorales. Utilizando los recursos del poder lograron imponerse, generando una división y el partido blanco cayó a un precario 31% del voto.

La ventajosa posición que mantiene el PLD podría ser un incentivo a la lucha interna y propiciar hasta la división. La encuesta Gallup para HOY publicada esta semana otorga un 46.3% de preferencias electorales al PLD, 25.3% al PRD y 12.6% al Partido Reformista Social Cristiano. Arrojó que Leonel Fernández y Danilo Medina son los dos políticos más preferidos para presidente de la nación.

Las crisis del PLD

Aunque muchos peledeístas se han llegado a creer que son inmunes a las debilidades institucionales y divisiones que afectan a los demás partidos y a la instituciones dominicanas, ellos tienen su historia de confrontaciones y fragmentaciones, aunque la última significativa fue hace 15 años, en 1991. La dos mayores culminaron en la expulsión de los secretarios generales Antonio (Tonito) Abreu y Rafael Alburquerque.

Casi desde su fundación en diciembre de 1973, el PLD ha registrado problemas disciplinarios y grupales. En 1975 fue su primera pulga de un grupo de Santiago que fue considerado excesivamente izquierdista.

Tras las elecciones de 1978 cuando apenas alcanzó 18 mil votos, el 1 por ciento del total, se produjo la expulsión de Tonito Abreu y varios de sus seguidores, lo que llevó a Alburquerque a la secretaría general. En ese período se retiraron dirigentes como Franklin Almeyda, Euclides Gutiérrez, Rafael Kasse Acta, Enmanuel Espinal y Ramón Blanco Fernández. Luego Milagros Ortiz Bosch, Juan Bosco Guerrero y otros. Los tres primeros retornarían luego al partido.

En 1981 las purgas alcanzaron a militantes de los comités intermedios Gregorio Gilbert y Mauricio Báez, encabezados por Hipólito Gutiérrez y Juan López.

En 1983 otra pulga de “izquierdistas” se lleva  a 5 miembros del comité central, encabezados por los hermanos José Antinoe y Alberto Fiallo. Varios renuncian.

En 1984 la crisis fue grande cuando el secretario general Rafael Alburquerque fue obligado a renunciar, con conatos de violencia que incluyeron un cerco a su residencia. Con el se fueron decenas de dirigentes a los que se acusó de constituir un grupo que buscaba apropiarse del partido.

La última crisis del PLD fue en 1991. En medio de fuertes luchas internas el profesor Juan Bosch renunció el 15 de marzo del PLD “de manera irrevocable”, denunciando luchas grupales y considerando que muchos dirigentes se habían contaminado de ambiciones personales. Decenas de militantes armados  ocuparon la casa nacional del PLD.

La crisis se saldó al concluir el mes, cuando Bosch fue convencido de volver al partido. Pero quedaron fuera los sindicalistas encabezados por Nélsida Marmolejos, Fernando de la Rosa y Juan Carlos Fernández. También los que habían provenido del antiguo Partido Socialista Popular, encabezados por los hermanos Doucudray y Papo Vicioso, así como los antiguos dirigentes del Partido Socialista, resaltando Max Puig, Vicente Bengoa, Onofre Rojas, Alejandro González Pons y Rafael Camilo. Hamlet Hermann renunció.

Es relevante que desde su primer gobierno, el presidente Fernández atrajo al PLD a la mayoría de los purgados y renunciantes, hasta el grado que Alburquerque es el vicepresidente de la República.-

El Comité Político

En privado muchos dirigentes del PLD reconocen que una lucha entre Fernández y Medina representaría demasiado riesgos de división. Sobre todo si el sectarismo se incuba en los mismos organismos de dirección, como el Comité Político y el Comité Central. Se expresa preocupación por el hecho de que el Comité Político ha dejado de sesionar regularmente y no lo ha hecho ni siquiera tras la renuncia de Medina y los problemas presupuestarios del gobierno.

Hasta la vuelta al poder en el 2004, el Comité Político se reunía cada semana, pero se fueron espaciando hasta virtualmente desaparecer con el paso de los meses. Hay  quienes recuerdan que en el congreso peledeísta celebrado tras la salida del poder en el 2000, se concluyó en que el gobierno había absorbido el partido, por lo que se estableció que no se podría ser alto funcionario y miembro del comité político a la vez. Pero tal reforma estatutaria fue anulada a la hora de constituir el gabinete del 2004.

Esta semana cuatro connotados dirigentes pidieron una sesión especial del Comité Político para asumir “un compromiso de unidad, basado en el respeto al derecho de los compañeros y compañeras a participar, pero teniendo como aspiración suprema el interés del Partido, que no puede nunca sacrificarse en beneficio de aspiraciones o intereses individuales o particulares”.

Reinaldo Pared Pérez, José Joaquín Bidó Medina, César Pina Toribio y Temístocles Montás, firmaron y publicaron una comunicación dirigida a los miembros del Comité. Llamó la atención que no fuera dirigida al presidente del partido, el doctor Fernández Reyna. También que la encabezara el secretario general, quien por jerarquía podría diligenciar personalmente la convocatoria.

El documento muestra preocupaciones fruto de la experiencia política de esos cuatro que son de los más influyentes dirigentes del PLD, conscientes de que los partidos, sobre todo si gobiernan, se exponen a las divisiones cuando sus organismos dejan de operar y son sustituidos por los mecanismos del poder.

Propusieron que el Comité Político se erija en “espacio de concertación y arbitraje de las posiciones encontradas, con absoluta imparcialidad y sentido de pluralidad”, reclamando que el proceso de selección de las candidaturas sea sometido a “controles institucionales y éticos necesarios”,  para limitar “posibilidades de fisura”.

Un duelo precipitado

 Hace tiempo que en el PLD se temía que pudiera darse un duelo entre el presidente Fernández y Medina, a quien se reconoce una gran ascendencia en las estructuras directivas y la militancia del partido, pero muchos creen que los acontecimientos se han precipitado.

No han faltado, incluso, quienes reclamen que la lucha por la candidatura sea aplazada, entre los cuales resaltan Jaime David Fernández, el tercer peledeísta  en preferencias en las encuestas, y el presidente de la Cámara de Diputados Julio César Valentín. Pero otros estiman que el agua derramada es difícil de recoger. Si hace meses que José Tomás Pérez se lanzó a la búsqueda de la candidatura sin que nadie lo considerara condenable ni le impusiera limitación, cómo hacerlo ahora con Danilo Medina. Y si estos dos se mueven, cómo impedir que los reeleccioncitas hagan otro tanto.

En las circunstancias, lo que procede es un ordenamiento del proceso, estableciendo límites y un calendario. Y aún así será muy difícil contener a los militantes seguidores de los aspirantes y a los grupos externos, especialmente a los que se mueven con los incentivos del gobierno.

Los riesgos de una profunda división en el partido oficial son percibidos  por muchos de sus dirigentes. Las fuerzas lucen parejas, inclinándose hacia Medina en el partido, pero hacia el presidente por el poder, lo que a su vez es un elemento de corrosión.

Una larga lucha, en circunstancias de dificultades para el gobierno, podría acentuar el proceso de pérdida de apoyo a la gestión de Fernández registrado por la encuesta Gallup-HOY . De un 55.4% que la consideraba buena y muy buena en agosto pasado, cayó al 40.2 ahora en noviembre, para un descenso de 15.2%.