El paro fue duro golpe al gobierno

Por Juan Bolívar Díaz

El presidente Mejía habría vuelto a ponderar la posibilidad de abandonar el proyecto continuista para concentrarse en enfrentar la crisis económica

             La efectividad con que se materializó el paro nacional del martes 11 auspiciado por una espontánea conjunción de fuerzas sociales en rechazo a la política económica del gobierno podría haber marcado el inicio de un proceso para el retiro del proyecto reeleccionista del presidente Hipólito Mejía.

            La contundente demostración de rechazo a la política gubernamental causó impacto en altos funcionarios del gobierno y en su dirección política y en los dos días siguientes circularon insistentes versiones de que el primer mandatario habría tomado la decisión de no continuar en la búsqueda de la repostulación presidencial.

            A ello habría contribuido la convicción de que la rígida posición del presidente del Partido Revolucionario Dominicano (PRD), Hatuey de Camps, y otros tres precandidatos hacen muy difícil la celebración de la convención perredeísta sin alguna fractura          que complique aún más el crítico panorama electoral.

Algo más que un paro

            Lo ocurrido el martes 11 de noviembre, tras un largo asueto por el Día de la Constitución, fue algo más que un paro de labores o una protesta social. Como por arte de magia se produjo una amplia conjunción de fuerzas sociales con el objetivo de “darle una lección al gobierno”, expresándole contundentemente la inconformidad de la población frente a la crisis económica y el prolongado apagón en que está sumido el país.

            Los convocantes eran lo de menos, lo mismo que su ampuloso pliego de demandas. Desde todos los sectores, incluso los empresariales y eclesiásticos, tradicionalmente refractarios a las protestas sociales, esta vez se levantaron voces para defender “el derecho del pueblo a la protesta”.

            Hasta el cardenal Nicolás de Jesús López Rodríguez, que tan despectivamente se expresó en el pasado de los convocantes a paros, hizo énfasis en el derecho a la protesta pacífica, lo mismo que editorialistas y comentaristas de diversos medios de comunicación.

            Y la paralización no pudo ser más efectiva. Industriales, comerciantes y empresarios de los más diversos sectores no mostraron la menor resistencia al paro y algunos no ocultaron su simpatía con la causa. Hasta los transportistas beneficiarios de la distribución de vehículos de este gobierno, optaron por poner sus unidades en remojo.

            Esta vez no hubo que quemar gomas ni obstruir las calles. El paro se produjo como por encanto. Había una población deseosa de enviar un mensaje al presidente Hipólito Mejía. No faltaron quienes lo consideraran asunto de dignidad o de verguenza nacional.                 Fue la primera paralización efectiva contra este gobierno perredeísta, y una de las más pacíficas de cuantas se han efectuado en el país. La mayor violencia la pusieron las fuerzas policiales que causaron 6 muertos y una veintena de heridos de balas y perdigones. Mientras manifestantes extremistas daban muerte a un humilde agente de la Policía.                 Tras el exitoso paro de labores, el comité de convocantes daba un plazo de 30 días al gobierno para que atienda el pliego de demandas, tan amplio y lejano de materializar como rechazar las negociaciones con el FMI, elevar en 100 por ciento el salario de los empleados del gobierno (civiles y militares), reducir el costo de los combustibles y los artículos de primera necesidad y acabar con los apagones.

            Pero lo que quedaba en el ambiente no era una negociación, ni siquiera si el gobierno atendería alguna de las demandas, sino en qué medida recibiría el presidente Mejía el mensaje y ponderaría la necesidad de concentrarse en la búsqueda de solución a los graves problemas nacionales.

Un reclamo persistente

            En las últimas semanas se ha extendido el reclamo al presidente Mejía para que abandone sus pretensiones continuistas y se concentre en afrontar la crisis económica nacional, habida cuenta de que luce casi imposible convalidar un nuevo mandato en las urnas en medio de un deterioro tan acentuado del nivel de vida de la población.

            La petición fue formulada este miércoles por el empresario Franklin Báez Brugal, vicepresidente del Consejo Nacional de la Empresa privada, en el almuerzo de los medios de comunicación del grupo Corripio. “La simple retirada de la candidatura del Presidente le traería un gran respiro al país, y todos esos problemas, algunos relacionados con la tasa de cambio, etcétera, se verían en una menor dimensión”, apuntó.

            Pero quien llegó lejos fue el Cardenal López Rodríguez, cuando el jueves calificó situación de la economía como la más grave de la historia de la nación y planteó que el país necesita una mejor dirección y que el presidente Mejía debe apelar a su conciencia para que vea si debe repostularse, dada la situación de crisis desesperante que vive la gente a más de tres años de su gestión.

            Desde los predios perredeístas la demanda ha estado en boca de los precandidatos contendientes, pero también ha sido reivindicada por dirigentes tan ponderados como el doctor Hugo Tolentino Dipp, quien la reiteró esta semana enviando una carta al mandatario, al ser propuesto para integrar la comisión organizativa de la convención que elegiría el candidato presidencial.

            Entre funcionarios del gobierno y seguidores del presidente Mejía hay quienes esperan alguna oportunidad para “insinuarle” la conveniencia de concentrarse en gobernar ahora y privilegiar la integridad del partido, preservándose como factor de unidad.

            Partiendo de la convicción de que el proyecto reeleccionista no solo fractura el PRD, sino que hasta podría dispersarlo, una corriente perredeísta impulsada por precandidatos y mediadores favorece que el presidente Mejía se convierta en factor de unidad y preserve su liderazgo para una circunstancia más propicia frente al electorado.          En el pasado se llegó a ofertársele la presidencia del partido para él o uno de su PPH.

            Preocupado por las serias dificultades para consensuar fuentes que permitan taponar los huecos fiscales que afronta y paliar siquiera la crisis energética, y frente al declive que han arrojado las últimas encuestas, el presidente Mejía habría mostrado reservas en los últimos días. Hasta en altos círculos diplomáticos se han recibido informes indicativos de la disposición del agrónomo Mejía a reconsiderar la situación.

            En diversos ámbitos existe la convicción de que la declinación de la repostulación facilitaría la nueva ronda de negociaciones con el FMI, para lo cual llego el miércoles una nueva misión del organismo, que se teme será muy delicada. Se generaliza el criterio de que el programa de ajustes y las reformas fiscales que requiere urgentemente el país son irreconciliables con una repostulación presidencial de cara a unos comicios en 6 meses.

 

División a la puerta

            Para colmo de males, tras ponerse de acuerdo con tres de los precandidatos contradictores de su repostulación, el presidente Mejía se enfrenta al hecho de que Hatuey de Camps, con el aparato presidencial del partido, el senador Ramón Alburquerque, Rafael Abinader y Rafael Flores Estrella se han cruzado en medio del camino para que tengan pasarle un rodillo.

            Tan pronto Mejía, junto a Milagros Ortiz Bosch, Rafael Suberví Bonilla y Emmanuel Esquea Guerrero anunciaron una convocatoria del Comité Ejecutivo Nacional para este sábado 15, Hatuey de Camps formuló un llamado paralelo.

            No hay dudas de que los primeros reúnen las firmas necesarias para validar su convocatoria, pero se inicia otro conflicto que tomaría semanas de discusiones hasta que pueda ser arbitrado por una Junta Central Electoral que despierta incertidumbres. Quedaba abierta la posibilidad de confluir todos en un mismo local, pero entonces serían mayores las posibilidades de choques grupales violentos.

            La situación es tan vulnerable que ni siquiera hay consenso en cuanto al número de integrantes del máximo organismo perredeísta, el cual no sesiona formalmente desde la proclamación de Hipólito Mejía como candidato presidencial en 1999. Mientras Emmanuel Esquea, quien entonces presidía el partido, cree que los integrantes del CEN son unos 700, Hatuey de Camps los cuantifica en 1,600.

            Por donde quiera que se le evalúa, las perspectivas perredeístas apuntan a confrontación y división, excepto en el escenario del retiro de la precandidatura del presidente Mejía, quien entonces quedaría con fuerzas para imponer un mínimo de orden y reducir la magnitud de cualquier fraccionamiento.

            Para la generalidad de los observadores la división está tocando las puertas del partido blanco y esta vez parece que no tendrá un líder carismático con capacidad para recomponer los diversos pedazos en que podría quedar desmembrado.

            Otro factor que estaría pesando en las consideraciones es que las perspectivas no alientan la esperanza de que un candidato presidencial esté electo y reconocido antes de mediados de enero, cuando sólo quedarán cuatro meses para los comicios.

            Por demás, el presidente Mejía habría ponderado el costo político y los riesgos para su gobierno de verse enfrentado a nuevas convulsiones intrapartidarias que pudieran degenerar hasta en violencia, en momentos tan delicados para la economía nacional.  Si el tomar distancia y codearse con otros mandatarios pudiera ayudar al presidente Mejía a comprender la magnitud de la situación, entonces justificaría haberse ausentado del país por cinco días en momentos tan difíciles, cuando el sistema energético está a punto del colapso, dejando a su equipo económico el encargo de buscar mil 750 millones de pesos adicionales para contener el apagón total.

            El viernes nadie sabía de dónde iba a salir esa suma de dinero, dados los déficits que ya se arrastran. Pero mientras tanto, la tasa cambiaria volvía a rondar los 40 pesos por dólar y el petróleo de referencia para el país estaba otra vez a 32 dólares el barril.-