Por Juan Bolívar Díaz
La división ronda al PRD donde aumenta la convicción de que el tiempo para el acuerdo se agota inexorablemente
Tras la convocatoria de un plebiscito y una convención por parte de los sectores enfrentados por la candidatura presidencial del Partido Revolucionario Dominicano (PRD) se generaliza el criterio entre dirigentes y militantes de la organización de que tienen que negociar ya para contener la división.
El punto crítico alcanzado por la confrontación interna motivó la renovación de los esfuerzos de mediación de una comisión de dirigentes perredeístas que trata de hilvanar una fórmula de entendimiento para lo cual reclamó deponer las decisiones unilaterales.
Los siete precandidatos opuestos a la reelección del presidente Hipólito Mejía han lucido a la ofensiva en las últimas semanas, aparentemente convencidos de que el tiempo corre en su contra por lo que tratan de provocar una decisión que permita escoger el candidato antes que concluya el año.
La ofensiva de los siete
El mes de septiembre ha marcado una ofensiva del grupo de los siete precandidatos opuestos a la reelección presidencial; Hatuey de Camps, Milagros Ortiz Bosch, Rafael Suberví Bonilla, Ramón Alburquerque, Enmanuel Esquea, Rafael Abinader y Rafael Flores Estrella.
Comenzaron el 9 de septiembre con la firma de un “Pacto estratégico por la unidad y la victoria del PRD” en el que se comprometen a presentar una candidatura única para la convención nacional extraordinaria. Plantearon que en diez días decidirían el procedimiento que seguirían a tal fin, cosa que no han logrado más de dos semanas después.
Reiteraron que se debe convocar un plebiscito para que la militancia decida si el partido blanco debe cambiar el principio antireeleccionista, fijando el 12 de octubre como fecha límite para su realización.
También se comprometieron a auspiciar la realización de varias encuestas a cargo de firmas internacionales para determinar el grado de aceptación o rechazo de la reelección presidencial.
Para el fin de semana pasado el presidente y el secretario general del partido, convocaron formalmente el plebiscito para el 12 de octubre, encargando su realización a la Secretaría Nacional de Organización y al Departamento de Asuntos Electorales.
El resultado fundamental de la primera encuesta fue dado a conocer esta semana, arrojando un rechazo del 55 por ciento a la reelección presidencial en general y de un 79 por ciento de la del presidente Mejía en el universo del electorado.
Los siete se reunieron este jueves para conocer el resultado de la primera encuesta y acordaron difundirla parcialmente, algunos con expectativas de un encuentro que se había anunciado para ayer viernes con el presidente Mejía, el cual quedó suspendido horas después. Versiones extraoficiales indican que los resultados sobre la gestión del gobierno son tan desfavorables que algunos estimaron perjudicial su difusión. Resaltaba el desempleo, el alto costo de la vida y la corrupción como las mayores preocupaciones de la ciudadanía, lo que es una reiteración de otros sondeos nacionales.
Esta primera encuesta fue realizada por la firma norteamericana Greenberg Quinlan Rosner Research, cuyo vicepresidente ejecutivo, Mark Feierstein, presentó los resultados parciales a la prensa. Para la próxima semana esperan disponer de la segunda encuesta a cargo de otra empresa.
La respuesta del PPH
El martes 23 el Proyecto Presidencial Hipólito (PPH) ripostó la ofensiva de los siete, anunciando a su vez la convocatoria de la convención nacional para elegir el candidato presidencial el 23 de noviembre próximo, lo que elevó la temperatura de la crisis, y aumentó los temores de división.
Aunque el anuncio fue formulado en una rueda de prensa encabezada por los principales dirigentes del PPH, incluyendo a Eligio Jáquez, Vicente Sánchez Baret y Siquió Ng de la Rosa, dos días después en otra convocatoria a los reporteros se afirmó que no había tal decisión.
Esta revocación, la noche del jueves, sorprendió a los periodistas que debieron apelar a las fotografías, los textos y los vídeos con sonido que dieron cuenta de la convocatoria. Pareció obvio que fue el presidente Mejía quien ordenó la disposición durante una reunión efectuada esa tarde, un día después de retornar al país de su viaje por Europa y el Medio Oriente.
No faltó quien llamara la atención sobre lo que pareció una seria indecisión en el seno del grupo presidencial, que un optimista interpretó como el esperado signo de que el presidente Mejía decidiría en cualquier momento abandonar sus aspiraciones.
Al regresar al país, el mandatario se encontró con el primer tropiezo con el Fondo Monetario Internacional que ha vetado el acuerdo de compra de las acciones de la Unión Fenosa en las distribuidoras de energía, por las nuevas cargas financieras que conlleva, poco después que se anunciara la suspensión del impuesto del 5 por ciento a las exportaciones, lo que a su vez deja otro hueco fiscal.
La tarde del mismo jueves el presidente Mejía instruyó a los funcionarios del área económica a que comuniquen al FMI la disposición a recibir una comisión que revise el acuerdo. Han trascendido versiones de que la operación con Unión Fenosa determinó la suspensión de la entrega de la primera partida de un préstamo de 200 millones de dólares que se había pactado con el Banco Mundial precisamente para el sector energético.
La primera revisión contemplada en el acuerdo con el FMI está programada para el primero de noviembre. Es convicción general que una suspensión del mismo sería grave para la economía nacional, y en consecuencia para el proyecto releccionista.
En cualquier caso, el anuncio y la posterior revocación de la convocatoria de la convención presentó al PPH a la defensiva, a diferencia del otro sector envuelto en la pugna por la candidatura presidencial.
Reactivada la mediación
Las decisiones unilaterales de ambos sectores generalizaron la convicción de que el PRD marcha hacia la división y provocaron la reactivación de la comisión mediadora que integran Tony Raful, Ivelisse Prats, Tirso Mejía Ricart, Peggy Cabral y Salvador Jorge Blanco.
Los comisionados pidieron la suspensión de las convocatorias tanto del plebiscito como de la convención, a lo que también pudo obedecer la revocación anunciada por el PPH la noche del jueves. Mientras tanto barajaban un híbrido que denominaron “convención plebiscitaria”.
Esta consistiría en realizar al mismo tiempo el plebiscito y la convención. Preguntando a los militantes si aceptan cambiar el principio antireeleccionista del partido y en la misma boleta escoger el candidato presidencial.
Sobre el particular cada parte hala para su lado. Entre los siete hay quienes creen que la fórmula es viable, pero naturalmente preguntando primero si se acepta la reelección. Los reeleccionistas creen que lo primero es votar por los precandidatos.
Entre los siete no hay consenso para suspender la convocatoria a un plebiscito que conlleva el riesgo de convertirse en una trampa para sus propios promotores, dado que el PPH ha planteado que lo boicoteará, y probablemente no sólo con el ausentismo, sino también utilizando el poder que tienen sobre casi todos los senadores, los gobernadores, síndicos y dirigentes provinciales y municipales.
Puede ser cierto que los reeleccionistas no tengan la mayoría del voto de la militancia, pero no cabe duda que controlan a quienes tienen mucho que perder. Muchos incidentes y oposiciones podrían alejar votantes y una pírrica participación iría contra el interés de los convocantes.
La materialización del plebiscito, como de una convención convocada unilateralmente, cualquiera que fuera el resultado, abonaría más aún el campo divisionista, de lo que están conscientes los mediadores, por lo que se han dispuesto a incrementar sus esfuerzos, que no han dado resultados en varios meses de gestiones.
Difícil empresa de la unidad
No solo entre los mediadores, sino en todos los sectores perredeístas parece haber conciencia de que arriba de todas las dificultades que enfrentan para ganar las próximas elecciones, dentro de un deterioro económico tan pronunciado, la división los terminaría de liquidar. Pero también la prolongación de la confrontación.
El signo de la desconfianza predomina hasta entre los siete precandidatos antireeelccionistas, que no se atrevieron a incluir una pregunta en las encuestas para medir su propia aceptación por parte de la ciudadanía, “porque eso nos dividiría”, confesó uno.
Estos a su vez tienen una gran desconfianza en la palabra del presidente Mejía, porque se consideran engañados por la violación de sus reiteradas promesas de que no buscaría la reelección. Algunos están convencidos de que el PPH apelaría a malas artes para imponerse en la convención o votación primaria.
Cinco de los siete, Hatuey, Alburquerque, Esquea, Flores y Abinader, llevarían la línea más dura frente al PPH, algunos hasta el punto de no tener ninguna expectativa y mostrarse dispuestos a hacer pagar cara la imposición del poder. Milagros y sobre todo Suverbí, influídos por sus posiciones y preferencias en las encuestas, se muestran más flexibles y esperanzados en un acuerdo.
En general los siete parecen conscientes de que el paso del tiempo les reduce sus posibilidades como alternativas al continuismo. De ahí la disposición a precipitar la decisión con la ofensiva del plebiscito y las encuestas.
De su parte aún entre los más públicos partidarios del reeleccionismo, hay quienes reconocen las graves dificultades por las que pasa ese proyecto. Algunos tienen esperanza de que una mejoría de la situación económica les abra mejores perspectivas. Ninguno se muestra dispuesto a correr los riesgos de romper el consenso grupal y disgustar al primer mandatario de la nación.-