El gobierno enfrenta su mayor escándalo

Por Juan Bolívar Díaz

El caso que protagoniza el coronel Pedro Julio Goico, con implicaciones no esclarecidas, pone de relieve la debilidad de las instituciones nacionales

             El fraude atribuido al coronel Pedro Julio Goico, hasta principios de noviembre jefe de la avanzada de seguridad del Presidente de la República, constituye el mayor escándalo producido en los dos años y 3 meses que lleva este gobierno, cuya imagen ha quedado empañada y merece más aclaraciones que las ofrecidas hasta el momento.

            El caso se constituyó en la comidilla nacional y hasta salpicó la Cumbre Iberoamericana de Jefes de Estados y de Gobiernos, en cuya seguridad ya trabajaba el rudo militar, subjúdice desde hace 5 años cuando fue sometido a la justicia, involucrado en un fraude a la Lotería Nacional que fue cuantificado en 90 millones de pesos.

            Diversos aspectos de la ocurrencia muestran una vez más la debilidad de las instituciones nacionales, desde el Poder Ejecutivo hasta el Judicial, incluyendo a las Fuerzas Armadas, donde hasta un gerente bancario puede ser convertido en oficial sin más requisito que la de socio de cualquier usufructuario del poder.

La comidilla nacional           

            El fraude en que está involucrado el jefe de seguridad del Presidente de la República y su acompañante más notorio en sus desplazamientos dentro y fuera del país, se constituyó en la gran comidilla nacional de las últimas dos semanas.

               En todos los círculos, fueran políticos, empresariales o sociales, en los estadios de beisbol o en los centros nocturnos no se ha cherchado de otra cosa, y ni hablar de los medios de comunicación, donde se ha especulado en todas las dimensiones, afectando considerablemente la imagen del gobierno.

La ocurrencia ofreció material de actualidad al espectáculo “Humor Viejo no se Olvida” que han estado presentando en el club nocturno Maunaloa los destacados humoristas Freddy Beras Goico, Cuquín Victoria, Felipe Polanco y Luisito Martí, con la algarabía y carcajadas de los asistentes.

En la prensa internacional, incluyendo los diarios madrileños, se dio alto relieve al escándalo, resaltándose el cargo del coronel Goico y la circunstancia de que estaba llamado a tener un papel fundamental en la seguridad de los dignatarios que asitirían a la Cumbre Iberoamericana de Bábaro.

Muchos de los cientos de periodistas que llegaron al país no preguntaban otra cosa, tratando de que les esclarecieran los alcances de la corrupción denunciada, algo que resultaba difícil hasta para muchos de los mejores conocedores de las triquiñuelas nacionales.    

La imagen de bravucón que con tanto esmero había cultivado el coronel Goico era la perfecta para magnificar el escándalo. Y periodistas y medios nacionales han aprovechado para cobrarle parte de los desafueros en que incurrió con reporteros de todas las categorías.

Se ha llegado a publicar que el comportamiento de Goico en los más de 30 viajes internacionales del presidente Hipólito Mejía había provocado protestas de autoridades de varios países, entre los cuales se citan a Estados Unidos, México, Japón, y en Canadá, donde habría de concluir la carrera del jefe de seguridad presidencial.

Inexplicable lentitud

            Producido el escándalo ha resultado inexplicable que el presidente Hipólito Mejía colocara en un papel tan relevante, en su propio entorno de seguridad, a alguien que estaba subjúdice, en libertad bajo fianza tras haber sido involucrado en un fraude denunciado en septiembre de 1997 contra la Lotería Nacional, de la que, por cierto, era también jefe de seguridad.

            Se le acusó, junto al haitiano Frederick Marzourka, de estafa a fondos públicos y asociación de malhechores, y a quien la jueza Miriam Germán ordenó mantener en prisión, el 24 de octubre de 1997, considerando que existían “indicios graves, serios, precisos y concordantes” de responsabilidad en los hecho que se le imputaron.

            Pasó 6 meses en prisión, hasta lograr libertad condicional bajo fianza por decisión de la Suprema Corte de Justicia en marzo de 1998, lo que no lo relevaba del procesamiento judicial.

            Entonces era mayor del Ejército Nacional y por los cargos juidiciales quedó suspendido. Se supone que por “haberse fajado” en la campaña electoral, el presidente Mejía ordenó su reincorporación y lo hizo objeto de dos ascensos, hasta convertirlo en coronel.

            Fue notable que transcurrió mes y medio desde el momento (el 20 de septiembre pasado) en que el presidente del Banco Intercontinental puso en conocimiento del mandatario las irregularidades en que se involucra al coronel Goico, hasta que fue destituido y apresado.